Esposa del CEO

By EliseCastro

1.1M 59.6K 2.5K

Una bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraí... More

Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Final
Segundo libro
¡2da parte disponible!

Capítulo diecinueve

22.6K 1.2K 30
By EliseCastro

Los rayos de sol mañaneros colándose por la ventana hicieron que abriera los ojos perezosamente, supo de inmediato que las cobijas verdes sobre su cuerpo no le pertenecían a ella, seguía adormilada mientras trataba de hacer memoria sobre dónde se encontraba, en una inmensa y cómoda cama con el otro extremo vacío y destendido.

Sí, definitivamente era la habitación de Erick.

No tenía nada de interés allí, además de un librero y un escritorio donde seguro llevaba sus deberes del trabajo a la casa, también un sillón junto a una lámpara sobre una mesita que de por sí traía un cenicero bastante usado, no había rastros de Erick por ninguna parte, pero el hecho de que su cama estuviera completamente desordenada le dio a entender que sí se quedó a dormir.

— ¿Dónde está? — Las sábanas se deslizaron por su cuerpo en el momento en que se sentó, cayendo sobre su regazo mientras analizaba un poco más el panorama.

Vio el traje formal de Erick colgando y nuevamente el sonido de la regadera, a excepción de eso todo lo demás estaba en un silencio casi perfecto.

Con pasos lentos e igual de callados se detuvo en el marco de la puerta entreabierta del baño, la cual terminó de empujar, Erick se sobresaltó al mirarla ahí, de brazos cruzados y con una ceja alzada. — ¿Planeabas irte sin decir nada mientras dormía? No sabía que eras de ese tipo, Erick.

— ¡No es así! — Contestó rápidamente ante la risita burlesca de Ana. — No quería despertarte, eso es todo.

— Podías hacerlo, estoy en tu habitación después de todo. Me sentiré como una prostituta a la que se le marchó el galán sin pagar si te vas así. — Podía ver cierto sentimiento de sorpresa en el rostro de Erick cuando lo enfrentó.

No era para menos, las veces anteriores que habían tenido sexo había permanecido con la cabeza baja y aceptado todo lo que dijera o hiciera solo porque se trataba de su jefe imponente y malvado.

Ahora ya no lo era, se veía más como un socio que necesitaba de ella urgentemente.

Tal vez podría sacar ventaja de eso luego.

— ¿Vas a trabajar hoy sábado? — No pudo evitar preguntarle desde el borde de la cama, viéndole prepararse para partir pronto.

— Me ha surgido una junta importante de último minuto, no puedo faltar. — Contestó Erick, mirándose en el espejo. — Estaré de vuelta tarde, no me esperes a cenar.

— Hablas como si alguna vez te haya esperado. — Suspiró, poniéndose de pie. Y aunque haya estado a punto de marcharse, hubo algo que necesitaba preguntar. — Erick ¿Conoces a una mujer con el cabello rojo? Me dijo antes que te informara que quería hablar contigo, ¿Es con ella con quien te reunirás?

Él se extrañó, negando un par de veces con la cabeza. — Tienes que ser más específica, hay muchas personas con el cabello rojo en el mundo.

— Por favor ¿Cuántas personas con cabello zanahoria natural podrías conocer? Deja de hacerte el desentendido. — Se atravesó en su camino para evitar que huyera, Anastasia sabía cuándo Erick buscaba la manera de huir de ella y su interrogatorio. — Una elegante mujer pelirroja me abordó cuando estaba esperando fuera de la oficina de tu padre y empezó a decir un montón de cosas raras.

— ¿cosas raras? ¿Qué clase de cosas raras podría decir?

Por la manera en que hablaba, como si tuviera curiosidad, Anastasia dedujo que él ya sabía a quién se refería, pero se rehusaba a decirle.

— No dejaba de insistir en que nos escondemos algo, estoy segura de que no era una simple trabajadora, Erick. Tú ya sabes a quién me estoy refiriendo ¿Por qué sigues sin decir nada?

— Juntarte con esa mujer no traerá nada bueno a tu vida, créeme. Es incluso peor que mi padre. — Él se rascó la nuca, tenso. — Aléjate de ella.

Pero, por supuesto que Anastasia no aceptaría tal cosa tan fácilmente. — ¿Eso es todo? Una simple advertencia y yo debo obedecer como tu perro fiel, esto ya no funciona así, Erick. Si no quieres que vaya a preguntarle yo misma a esa mujer qué es lo que sabe tienes que explicarme por qué no puedo acercarme a ella... No, explicarme por qué no me dejas acercar a nadie.

— ¿De verdad alguien como tú es capaz de enfrentarse a ella? — La retó. — Apenas y puedes mirarme a los ojos cuando hablamos.

— No solo soy capaz, voy a presentarme personalmente como tu esposa y haré un escándalo tan grande que tu nombre quedará arrastrado por el piso. — Contestó, reacia a cambiar de parecer. — Así que si no piensas cumplir con tu parte del contrato será mejor que también este matrimonio acabe aquí... ¡Y no tendrás ningún derecho de reclamar nada!

— Así que ese era tu plan ¿Por eso añadiste esa tontería de no guardar secretos en el contrato? ¿Crees que te librarás tan fácil de mí y todo lo que me debes? — Su sonrisa cínica se amplió en su rostro. — Deberías leer el contrato dos veces en ese caso. No soy tan fácil de engañar.

— ¿Qué? — Preguntó con incredulidad, Erick le cedió el contrato tras sacarlo de su cajón e indicarle donde debía leer, estaba en la descripción de la cláusula que ella misma había pedido añadir. — Ambas partes juran no guardarse secretos desde el momento en que contraen nupcias... ¿Qué quiere decir esto?

Hasta donde lo había entendido se trataba de que él no podría hacer nada a sus espaldas.

— Significa en realidad que cualquier cosa que haya pasado antes de que nos casáramos es terreno prohibido para ti. — Explicó con sencillez. — Y no te he guardado secretos desde que nos casamos, sin embargo, tú cada día escondes más y más cosas ¿Debería considerarlo una falta?

— Olvídalo. — Le regresó las hojas de mala gana. — ¿Por qué tanto recelo con tu vida? No lo entiendo, ¿Por qué tanto afán en que sea yo tu esposa? Seguramente las bellezas con la que te rodeas diario me harían trizas. No importa qué, cada vez que conozco a alguien relacionado contigo siento que me miran con lástima o creen que estoy esperando un hijo tuyo... ¿Qué es lo que tanto esconden? ¿Por qué quemaste las cosas del sótano? ¿Quién es esa mujer pelirroja? ¿Tu amante, tu hermana? ¿Por qué te vigila desde que tienes trece años?

— Estás haciendo demasiadas preguntas. — Fue toda la respuesta que dio.

— ¡Es lógico que las haga! ¡Quiero saber con quién diablos estoy casada! — Había comenzado a gritar automáticamente, desesperada. — ¡Por qué a veces no resultas ser un completo idiota y luego cambias de parecer drásticamente! ¡Quiero saber por qué cuando busco tu nombre en internet no hay nada! ¡¿Quién demonios eres?!

— Estás casada con Erick Alexander Russo, heredero legítimo de RCO. — Contestó a secas — Eso es todo lo que tienes que saber.

Anastasia asintió, harta. — Tú sabes todo sobre mí y yo apenas logro saber tu nombre.

No siguió discutiendo con él, solo se trataba de un desperdicio innecesario de fuerzas que conseguían decaer su estado de ánimo.

Erick la dejó marchar, agradeció eso internamente debido a que habría terminado atacándolo con lo primero que encontrara si seguía poniéndose tan obstinado. Se visualizó a sí misma estrellándole el cenicero de cristal en la cabeza.

Para fortuna solo fue una alucinación dentro de su rabia interna.

* * *

La reunión se llevó a cabo en un salón cerrado, solo estaban ellos dos ahí dentro junto a una larga mesa de juntas ovaladas con varias sillas alrededor.

— Bien, aquí estoy ¿Se puede saber para qué me has estado llamando con tanta insistencia? — La mirada de Erick se concentró en la mujer que había aparecido para arruinar sus planes, con su cabello rojizo y esa mirada perspicaz a la que no se le escapaba nada. — Supe que tuviste un intercambio de palabras con mi esposa, Irene Stewart.

Ella mostró una amplia sonrisa decorando sus labios rojo carmesí mientras sacaba una botella de vino y un par de copas. — No necesitas pronunciar mi nombre con tanto asco, lindura. ¿Acaso estás apresurado? La vida es corta, Erick. Además, tu esposa se me hizo realmente interesante. ¿Acaso tengo prohibido hablarle?

— Sabía que harías algo como esto, borracha. — Erick se negó. — No bebo en horas laborales, ve al grano para que pueda marcharme rápido. Además de eso agradecería que cuidaras tu vocabulario cerca de Anastasia.

— ¿Qué tienes que hacer que sea tan importante un sábado? —Usó un tono de voz meloso para burlarse un poco. — No me digas ¿Irás a ver a tu esposa misteriosa? ¿Te está esperando en casa, príncipe azul?

— Di lo que quieres, Irene.

— Desde que dejaste de trabajar para mí te has vuelto tan frío, antes al menos me acompañabas con una copa. — De una manera u otra Erick acabó con una entre manos, solamente cuando le vio empezar a beber habló. — No me trago tu cuento de que caíste en las bajas redes de seducción de esa mujer, habla ya ¿Qué hizo para convencerte?

— Anastasia ya me había dicho que una loca mujer se le acercó con intenciones ocultas. — Erick predijo que diría aquello, básicamente todos a su alrededor preguntaban lo mismo. — Pero no hay nada que decir, nos casamos y ya ¿No deberías solo aceptarlo?

Por supuesto que no aceptaría tal cosa.

— ¿Luego de todo lo que pasó quieres que lo acepte y ya? Erick, tu situación es delicada actualmente ¿Quieres correr el riesgo de que esa mujer te engañe también? ¿Qué vas a hacer si resulta ser una traidora?

Podía entender su preocupación, pero tanto Irene como todos los demás estaban llevando la situación demasiado lejos. — No lo hará, no tiene las agallas suficientes. Y si en dado caso resulta ser así entonces me haré responsable, pero no quiero que ni mi padre ni tú ni nadie más se entrometan en mi camino.

— Estamos haciendo esto por tu bien, tienes que entenderlo. — Trató de explicar con seriedad. — Yo no pienso apoyar este matrimonio, y por lo que veo tu padre tampoco.

— Si no lo vas a apoyar entonces tampoco lo estorbes, ya me haré cargo de que mi padre la acepte. — Erick la interrumpió con un golpe a la mesa con su puño, irritado. — Y cuidado con ir por ahí diciéndole cosas innecesarias a Anastasia.

— ¿De verdad crees que yo sería capaz de eso? — Bajó la copa, suspirando — Quisiera saber dónde quedó el adorable niño que se aferraba a mí rogando trabajar en mi compañía.

— Se fue junto con mi madre y mi abuela. — Respondió. — Todo lo que queda es un trozo de carne podrida a punto de ser devorado por una horda de buitres.

— Como sea, has hecho que pierda mi interés en ella. Sin embargo, tengo una última pregunta. — Dijo, no sacaría información fácilmente de Erick, por lo que necesitaría cambiar de métodos. — ¿Por qué la elegiste a ella de todas las personas?

— Porque fue sencillo... — Contestó — ¿Eso es lo que quieres que te diga?

Irene hizo un ademán para que se retirara. — Hablaremos en otra ocasión, espero que sea con la presencia de tu esposa... Probablemente durante la gala que organizará tu padre, será todo un espectáculo digno de ver.

— Hasta que al fin muestras tus verdaderos colores. — Sonrió de lado, a punto de largarse. — Ya me estaba hartando hablar con la parte racional de tu cabeza que pretende ser buena.

— Jódete.

— La única jodida aquí es la mujer que pasa los treinta y sigue acumulando gatos por cada novio que la manda a volar.

— ¡Muérete ya, bastardo!

La despedida que recibió fue la copa que se estrelló en la puerta luego de que la cerrara.

* * *

Una agradable melodía llenaba sus oídos dentro de su habitación cuando estaba mirando por la ventana, le traía recuerdos nostálgicos debido al tema que hablaba sobre un amor imposible. Era similar a lo que solía escuchar con Félix cuando se reunían en su habitación a hacer los deberes durante sus épocas de estudiantes.

— No son tan malos como pensé, Kailani tiene una bonita voz. — Miró la portada del empaque donde estaba el disco de Phoenix, la idea de que fueran famosos no sonó tan descabellada ahora que los escuchaba cantar.

Transmitía una sensación extraña de volver a su juventud.

Si hubieran existido durante sus días de secundaria y preparatoria seguramente se habría vuelto una gran fan de ellos.

En momentos así seguía preguntándose qué diría su madre si la viera metida en aquella situación, probablemente estaría decepcionada de su hija, pero ella tampoco podía reñirla sabiendo que entregó hasta lo último que le quedaba por amor a la persona equivocada.

¿Habría terminado igual si hubiese entregado su corazón a Félix? Muriendo lentamente por un amor unilateral, tal vez Erick la había salvado de un futuro espantoso.

Miró de nuevo la pulsera en su muñeca, las estrellas hacían un sonido tintineante cuando sacudía la mano, no importaba por dónde lo viera, aquella era una pulsera de plata. Probablemente la única esperanza que tenía sobre la sinceridad de Erick, no podía evitar preocuparse cada vez que veía el colgante con el nombre de Raquel y recordaba todas las cosas extrañas que vio en el sótano ahora destruido y sellado.

— ¿Todo bien? Se ve un poco pálida estos últimos días. — Emily entró a la habitación con una cesta de ropa limpia doblada que ordenó en el armario.

— Sí, solo quisiera poder salir de casa por mi cuenta. Pero la seguridad se triplicó desde que intenté escapar por la ventana.

Emily soltó una risa agradable de escuchar. — Hay muchas cosas para hacer dentro de la casa ¿No cree que ya es tiempo de que deje de vivir aquí como si necesitara pedir permiso para todo?

— ¿A qué te refieres?

— A que todo lo que está aquí ahora te pertenece también, Ana. No necesitas permanecer reclusa en tu habitación todo el día.

Pensándolo de mejor manera Emily tenía razón, ahora que estaba casada no tenía necesidad de esperar a que las horas pasaran y morir lentamente, podía divertirse como quisiera.

Pero antes de que pudiera hacer algo Erick regresó, buscándola de inmediato tan agitado como si hubiese subido las escaleras corriendo.

— ¿No dijiste que no regresarías hasta la noche? — Preguntó Ana con frustración, siempre tenía que llegar arruinando todo a su paso.

— Hubo un cambio de planes — Erick la tomó de la muñeca, tirando de ella hacia afuera. — La situación será más terrible de lo que pensaba, nos vamos de compras ahora.

No le quedó de otra que seguirlo, pese a que no le dio más explicación que esas vagas palabras.

Continue Reading

You'll Also Like

44.9K 7.1K 8
El tiempo es cuestión de números sin parar, sin regresar. »Shortstory »100% original »No copias ni adaptaciones.
964K 65.7K 68
En edición. Primer libro de la trilogía Cuidado. Decidme que ese de ahí no es el jodido alemán que me trastornó la cabeza en mi adolescencia. Por Dio...
83K 5.8K 30
Duraría otros mil millones de años a tu lado
2.6K 382 6
── 𝐰𝐨𝐧♡𝐤𝐢 ── ─ ⋅ ⋅ ⋅ ─── ⪩⪨ ─── ⋅ ⋅ ⋅ ── SunWoo hará todo lo que tiene en sus manos para que su padre JungWon no se case con Nishimura Riki. 𖠇...