Esposa del CEO

By EliseCastro

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Una bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraí... More

Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Final
Segundo libro
¡2da parte disponible!

Capítulo doce

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By EliseCastro

Había pasado tanto tiempo con Gael que el atardecer cayó encima de ellos cuando salieron del edificio, Erick iba distraído contestando mensajes mientras Anastasia caminaba a unos pasos de distancia, recordando el consejo de Gael cada vez que se sentía inferior al mirar al imponente Erick.

— ¿RCO es una de las compañías de tu padre? — Preguntó de la nada. —Lo había estado pensando, RCO en realidad significa Russo's Company ¿Verdad? Leí un par de artículos sobre ella en internet, es el número uno en cuanto al entretenimiento y el modelaje, una verdadera joya que perseguir. Pero tu nombre no aparecía en los registros hasta hace poco, en tu lugar había otra persona... Uhm, ¿Cuál era su nombre? — Lo vio detenerse, lo cual le dio la oportunidad de alcanzarlo — ¿Marcos? ¿Matthew? ¡Ah, ya sé! Se llama Máxim... ¡Ugh!

— Escúchame bien porque esto solo pienso decírtelo una vez: Nunca en tu vida vuelvas a mencionar ese nombre ¿Me escuchaste? Jamás. — El odio con el que Erick apretaba su cuello y la mirada iracunda de sus ojos le hizo saber que había tocado un punto sensible, Anastasia sujetó su muñeca con ambas manos, buscando sobrevivir. — No pienses que puedes darte ciertas libertades solo porque te estoy tratando bien, tú único trabajo aquí es verte bonita y mantenerte con la boca cerrada ¿Lo entendiste? Tú no me conoces, deja de pretender que sí y conoce tu lugar.

¿Por qué Erick reaccionaría tan agresivo solo por mencionar a una persona?

Anastasia asintió tanto como pudo, las palabras ni siquiera salían de su garganta.

El dolor en su cuello continuó ahí incluso cuando la soltó, Anastasia tosió en su intento de recuperar el oxígeno, de rodillas sobre el suelo. — Solo... Solo quieres amarrarme como a un perro.

— Puedes tomarlo como quieras, realmente no me importa. — Miró la hora en su reloj, se lo veía impaciente. — ¿Podrías apresurar tu camino? Llegaremos tarde.

— Si realmente no te importa entonces déjame ir en paz. — Anastasia se zafó de su agarre cuando comenzaron a halarla hacia el auto. — Ya te dije que no quiero nada de ti, pero tú solo sigues haciendo lo que se te da la gana y arrastrándome a hacer lo que quieres.

— Si tanto te quieres ir eres libre de hacerlo. — Contestó Erick, dándole esperanzas vanas. — Pero entonces tendrás que regresarme hasta el último centavo que le di a tus padres a cambio de llevarte conmigo, de no hacerlo irás a prisión.

— ¿Qué? Me estás jodiendo — Anastasia se rió a secas, con sarcasmo. — Tú fuiste quien le dio el dinero a mis padres, ellos nunca te lo pidieron.

— ¿Creíste que iba a ofrecer esa cantidad, así como así? se ve que no sabes de negocios, pequeña e inocente liebre. — Sonrió con cinismo — He comprado un producto a sus dueños legales, por lo cual pasa a ser de mi propiedad con una garantía de un año por lo mínimo. ¿Qué pasa cuando el producto sale defectuoso? Te devuelven el dinero ¿No? Por supuesto, no puedo soportar una situación donde salga perdiendo...

— Ve al grano, Erick.

— Bien. — Se encogió de hombros. — Ofrecí esa cantidad de dinero con la condición de que la única manera de que pudieras librarte de mí fuera si me regresan el doble de todo lo que invertí al comprarte, digo, por daños a la moral ¿Verdad? De no hacerlo tú y todos los tuyos irán a la cárcel por estafa.

— No, no puedes hacer algo así. Eso ni siquiera es legal. — Contestó. — Axel no sería tan estúpido como para aceptar su propia sentencia de muerte.

Erick suspiró, sacando un trozo de papel doblado de los bolsillos y se lo extendió. — Yo lo pensaría dos veces antes de medir el nivel de incredulidad y egoísmo de los demás, las personas avariciosas solo ven la cara de la moneda donde se benefician ellos mismos.

Él abrió el contrato con sus propias manos, al verlo Anastasia se lo arrebató, mirando la impecable firma de Axel W en la esquina inferior derecha. — Hijo de puta habías planeado esto de antemano, de verdad me compraste como a un objeto. —No podía creer la porquería que estaba leyendo. — Pues mira lo que hago con tu maldito contrato. — Lo rompió a la mitad, comenzando a desgarrarlo y lanzándolo al aire.

— Rómpelo tanto como quieras, ese solo lo cargo como el recordatorio de tu condena. Tengo otras diez copias en casa y el original está en manos de mis abogados.

— Voy a demandarte por chantaje.

— ¿Estás segura de querer irte por lo legal conmigo, Anastasia? — Imponente se paró frente a ella. — Tengo muchos contactos que con solo una pequeña cantidad de dinero te hundirán con todos los kilos encima, ¿De verdad quieres seguir poniendo resistencia? Entonces podríamos hacerte perder credibilidad con el hecho de que tienes un historial bastante... Particular, por mal comportamiento.

— ¿Tú cómo sabes eso? — Anastasia se quedó petrificada, apretando las manos en un tembloroso puño. — Te estoy preguntando ¡¿Cómo sabes eso?!

— Solo hay dos maneras de someter a alguien: Uno, muéstrales una cartera llena de billetes, o dos, utiliza sus más profundos secretos para doblegarlos a voluntad... Entonces, vuelvo a preguntarte ¿De verdad quieres llevarme la contraria?

Erick la miró temblando y palideciendo como hoja de papel, Anastasia odió el tono de voz arrogante que usó para dirigirse a ella.

— Eres un monstruo.

Él solo sonrió. — No hago nada más que exponer al mundo lo increíblemente codiciosos y egoístas que son los seres humanos, son capaces de arrastrarse en un nido lleno de víboras hambrientas si les prometes un poco de dinero, incluso lo harían solo para salvar su pellejo ¿No es eso lo que tú estás haciendo justo ahora? Entonces creo que soy más como un Súper héroe con la habilidad de desmentir fachadas.

— ¿Acaso te diviertes usando a las personas como tus marionetas? ¿Es eso? — Contratacó Anastasia.

— Por supuesto, el planeta entero es mi escenario favorito.

Fue todo lo que respondió.

* * *

Desde esa conversación que tuvo con Erick se percató de que la única persona que todo el tiempo había estado con la soga al cuello era ella, nadie más. Debajo de esa fachada de hombre elegante y culto con una sonrisa encantadora se escondía una bestia cuya alma huyó de su cuerpo hacía mucho tiempo atrás.

Erick nunca movía una pieza de su tablero sin analizar primero la jugada y el perfil de su oponente, usaba todo lo que tenía a disposición para voltear el juego y salir victorioso. Aún si para ello debía ensuciarse las manos.

Solo pensar en lo frío y calculador que era en realidad lograba estremecerla.

Seguía pensativa en lo que le había dicho, ahora que había un contrato legal no podía hacer nada tonto ni peligroso como huir, viendo la cara de hijo de puta que cargaba Erick estaba más que clara una cosa; Si escapaba podía darse por muerta.

— ¿Quieres un poco de vino, querida? — La pregunta la descolocó, haciendo que regresara a la realidad y sonriendo de la misma manera fingida en que Erick lo hacía desde el otro lado de la mesa en el restaurant mientras le servía la copa. — Has estado muy callada ¿Se puede saber en qué estás pensando?

Anastasia miró a los alrededores, las miradas se habían concentrado en ellos desde el momento en que pisaron el establecimiento, dando comienzo a la hora de la actuación. La única razón por la que estaba cenando con aquel hombre era para atraer la atención de los medios, quienes estaban amontonados en la parte de afuera del local, preguntándose quién es la hermosa mujer que acompañaba al miembro heredero de la familia Russo.

— Por supuesto, cariño. — Aceptó la copa con desinterés, mirándolo de reojo mientras daba un largo sorbo al vino antes de escupírselo. — ¡Oh, lo siento muchísimo! El sabor amargo me pudo y terminó ahogándome ¿Estás bien?

Erick tenía un tic nervioso en una ceja mientras se limpiaba el rostro, las miradas que antes los observaban se multiplicaron. — Por supuesto, linda. Olvidé que no estás acostumbrada a beber ¿Cómo pude ser tan tonto? Realmente no merezco tu amor.

Las reacciones que recibieron no fueron las esperadas.

— ¡Es tan caballeroso! Quisiera que mi novio fuera la mitad de considerado que él. — Dijo una mujer a un par de mesas de distancia.

— ¿Por qué estaría con alguien tan grosera como esa chica? ¿Quién se cree que es? — Contestó otra, enojada.

— ¿Qué? — Anastasia podía escuchar los murmullos de disgusto, lo que la hizo encogerse en su asiento. — ¿Por qué todos...? — Supo la respuesta cuando vio la cara angelical que había hecho Erick mientras se limpiaba, como si estuviese apenado de verdad. Incluso una mesera le sirvió un vaso de agua y le dio un pañuelo limpio, mirando con obvia molestia a Anastasia antes de retirarse.

''Te estoy diciendo, no importa lo que hagas no vas a poder ganarme. ''

Era lo que Erick le transmitió con la mirada.

Gracias a ese pequeño desliz Erick obtuvo más atención de la que esperaba y los medios de comunicación enloquecieron con las noticias de su nueva novia.

* * *

Otra cosa que aprendió sobre él era el hecho de que demostraba su enojo con acciones, no palabras.

— ¿Qué diablos es esto? — Anastasia pateó una caja que entorpeció su camino hacia la cocina, donde todo estaba completamente lleno de cajas coloridas y tarjetas. — ¡Emily! ¿Dónde estás?

Ella salió desde atrás de un montón de más cajas. — Estaba por llevarle el desayuno a la habitación, toda la casa está abarrotada con estas cosas que trajo el señor Russo.

— ¿Y qué es todo esto? — Trató de abrir una de las cajas, pero adentro solo había vajilla. — ¿Alguien se mudará con nosotros acaso?

— ¿De qué habla? Estas son las cosas para la boda.

— Un momento, creo que no te escuché bien. — Anastasia pretendió limpiarse el oído. — ¿Qué dijiste que era todo esto?

— Son las cosas para la boda, su boda. — Emily sonrió algo extrañada — ¿Acaso no van a casarse? Él llegó antes de que usted despertara con muchas personas trayendo cajas y dando estrictas órdenes de manejarlo con cuidado, cuando le pregunté de qué se trataba me dijo que son las decoraciones para la boda.

Necesitaba sonar lo más confiada posible, Emily no debía descubrir que no tenía idea de lo que hablaba. — Sí, pero ¿Por qué traerlo ahora? Es decir, la boda no será hasta dentro de un tiempo ¿Verdad? Mínimo dos meses.

Solo escuchó la carcajada de ella. — ¿De qué habla? Creo que los nervios la están afectando.

— ¿P-por qué lo dices?

— Porque la boda será este fin de semana.

Y eso fue lo último que escuchó.

* * *

No había pasado ni siquiera una semana desde el incidente en el restaurante, tampoco había podido presentarse a la familia de Erick como su prometida y ni siquiera había hablado con él sobre los detalles de la boda.

¿Entonces por qué Emily estaba diciendo que se casarían ese fin de semana?

La cabeza siguió dándole vueltas cuando se despertó, la primera persona a la que vio fue a Emily quitándole un pañuelo húmedo de la frente. — ¿Se siente mejor? Apenas mencioné lo de la boda se desplomó sobre el suelo, tener tanto estrés no es bueno para el cuerpo, por favor, descanse.

— ¿Ya regresó Erick? — Ignorando la petición de Emily se sentó a la orilla de la cama, colocándose las pantuflas.

— Hace poco, está en su habitación. — Contestó. — Pero no debería ir, está muy ocupado justo ahora.

— Ocupado mis ovarios, es solo un pretexto para que no se me ocurra ir a enfrentarlo. — Colocándose de nuevo la bata se puso de pie, ignorando lo que Emily tenía para impedirle que hiciera tal cosa.

Nunca se había tomado la molestia de recorrer la casa de Erick, era muchísimo más grande de lo que se veía, inclusive se cruzó con una piscina mientras recorría los largos pasillos de la planta baja y buscaba las escaleras hacia el segundo piso.

Para ser una persona que viva sola todo estaba perfectamente cuidado y limpio, algunas de las habitaciones estaban completamente vacías, y las otras tenían cajas guardadas como si fueran depósitos. Había estado dando vueltas durante demasiado tiempo, de no haber sido porque vio a otra mujer de limpieza en la puerta de una habitación, pero sin entrar en ella jamás habría descubierto que era ahí donde dormía Erick.

— ¿Está Erick ahí? Tengo que hablar con él. — La mujer se sobresaltó, a diferencia de Emily era alguien de mayor edad con canas en el cabello y arrugas en el rostro.

— Esta no es la habitación del señor, disculpe.

Bien, entonces se iba a ir por el camino de las mentiras.

— ¿En serio? Entonces ¿Por qué no entra a la habitación? — Ana se cruzó de brazos — Abra la puerta y entre, su trabajo es limpiarla de todos modos ¿No?

La vio titubeando, tonta no era. — N-no tengo la llave, tendría que ir a buscarla y está un poco... Lejos.

Aquella mujer sabía perfectamente que si entraba a la habitación de Erick sin permiso vería su final.

— ¿En serio? Pero si hasta hace nada te vi abriéndola, pero viste algo ahí dentro y la cerraste en seguida ¿Acaso estás escondiendo algo? ¿Se trata de alguien que viene a robar, quizá? O tal vez te robaste algo ¿Debería delatarte?

— Llevo más de veinte años trabajando para esta familia y JAMÁS me he robado nada. — Ahora pasaba de las mentiras a victimizarse, común en alguien que oculta algo.

— Entonces si no es así ¿Por qué no me dejas entrar?

— Porque el señor Russo pidió estar en silencio, no tiene tiempo para juguetear con sus damas de compañía.

— ¿Escuché bien? — Preguntó Ana — ¿Acaso me llamaste zorra?

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