Mi Luna Azul

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El Renacer de Illazki. "El pelaje negro resurgirá entre las cenizas ciñéndose en el delicado cuerpo de una... עוד

Mi Luna Azul
Prólogo
Personajes
Capítulo 1: La verdadera historia
Capitulo 2: El lobo gris.
Capítulo 3: Pagar deudas
Capítulo 4: Mi héroe
Capítulo 5: Heridas.
Capítulo 6: Lo peor
Capítulo 7: Enfrentamientos
Capítulo 8: "Nadie se mete contigo"
Capitulo 9: Castigo.
capítulo 10: ¡Han arruinado todo!
capítulo 11: Shh...
Capítulo 12: Ojos negros.
Capítulo 13: Recuerda mi nombre.
Capítulo 14: Venganza.
Capítulo 15: Arrepentimientos.
Capítulo 16: Lo elijo a él.
Capítulo 17: "Lobo hoy, lobo siempre"
Capítulo 18: Te quiero
Capítulo 19: Primer baile: Compañeros.
Capítulo 20: Génesis.
Capitulo 21: Veredicto final.
Capítulo 22:Culpable.
Capítulo 23: Inocente.
Capítulo 24:El soldado renaciente.
Capítulo 25: El monstruo.
Capítulo 26: Accidente.
Capítulo 27: Rendición.
Capitulo 28: Mi Luna Azul.
Capitulo 29: El Niño de rizos dorados.
Capítulo 30: Te pertenezco.
Capítulo 31: Segundo baile: Novios.
Capítulo 32: Fase 1: "No te reconozco"
Capítulo 33: Ignorante.
Capítulo 34: Los Caídos
Capítulo 35: Tic tac.
Capítulo 36: Agua vs Fuego.
Capítulo 37: Estrellas
Capítulo 38: Poder.
Capítulo 39: Una nueva oportunidad.
Capítulo 40: Lluvia
Capítulo 41: La sorpresa.
Primera parte.
Capítulo 42: Huir.
Capitulo 43: Nuevos encuentros.
Capítulo 44: Egoísmo.
Capítulo 44: Egoísmo.
Capítulo 45: Fase dos: cicatrización.
Capítulo 46: Regreso.
Capítulo 47: Soy Illazki.
Capítulo 48: Recuerdos rotos.
Capítulo 49: Única líder.
Capítulo 50: Guardianes.
Capítulo 51: Mi hijo.
Capitulo 53: Compromiso.
Capítulo 54: Te sigo amando.
Capítulo 55: Tercer baile: Esposos.
Capítulo 56: Boda
Capítulo 57: Magia y Elementos
Capítulo 58: Memorias fracturadas
Capítulo 59: Desesperación
Capítulo 60: Hundido.
Capítulo 61: Volver.
Capítulo 62: Ayúdame.
Capítulo 63: Pilares
Capítulo 64: Quebrarse.
Capítulo 65: Existir.
Capítulo 66: Transformación nula
Capitulo 67: Caída.
Capítulo 67: Caída
Capítulo 67: Caída.
Capitulo 68: Adiós.
Capítulo 69: Luto.
Capítulo 70: Coronación I.
Capítulo 71: ¡Ella o yo!
Capítulo 72: Confesión
Capítulo 73: Reprimir.
Capítulo 74: Está aquí.
Capítulo 75: Traición.
Capítulo 76: Enemigo.
Capítulo 76: Enemigo.
Capítulo 76: Enemigo.
Capítulo 77: Pasado.
Capítulo 78: Es tiempo.
Capítulo 79: Transición.
Capitulo 80: Abismo.
Capítulo 81: Posicionamiento de mando
Dudas.

Capitulo 52: Eras tú.

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Capítulo 52:

—Aidan— me puse de pie — ¡Aidan!

No los escuché y seguí avanzando, el miedo en mi corazón no se fue e incluso se volvió más denso haciendo de mi respiración un desastre.

Mi hijo, mi pequeño de rizos dorados me lo han arrebatado, Gadrel me lo ha arrebatado.

Intenté con todas mis fuerzas evitar llorar y gritar.

—Señorita, señorita Aidan— las ágiles pasos de la niña frenaron los míos.

—Aurora— susurré y mi barbilla tembló.

—Ilikai, perdón— las lágrimas decoraron su rostro afligido y me incliné.

—No, esto no es tu culpa— sus ojos marrones estaban rojos.

—Ilikai salió lastimado por mi culpa.

— ¿Lastimado?

—Uno de las personas que entraron intentaron golpearme como lo hicieron con mamá, pero Ilikai me defendió y se puso en mi lugar, y-yo era quien debía protegerlo, pero al final mi amigo fue quien lo hizo.

La abracé.

—No es tu culpa, nada de esto es tu culpa— acaricié su cabeza para intentar calmarla —ve con tu mamá, cuídala ahora, traeremos de regreso a Ilikai y todo volverá a hacer como antes.

La niña corrió de regreso, pero nada lograba calmarme.

—Aidan— me llamaron.

—Una orden, una simple orden Mason, Trent.

Me giré para verlos.

—Tenían que protegerlo— mis ojos se llenaron de lágrimas de impotencia.

Les di la espalda y cubrí mi cara negando.

—Olviden lo que dije, olvídelo— apreté con fuerza mis labios —ninguno de ustedes es el culpable, solo, solo quédense conmigo y ayúdenme a encontrar a mi hijo.

—Sí— dijeron al unísono inclinándose levemente.

—Buscaremos a los alrededores, tengo conmigo a mis soldados más fieles que te protegerán aun si eso conlleva su vida— no me importaba, realmente no me importaba nada, solo quería tener al pequeño en mis brazos.

—Adelante— dije en un mísero susurro.

—Lo encontraremos— fue lo último escuché por parte de Mason.

—Las manadas ayudaran todo lo que puedan en la búsqueda, la orden de que cerraran los limites fue dada, encontraremos a tu hijo Aidan— la voz de Scott a mis espaldas y su tímido "tu hijo" provocó que las lágrimas que tenía conteniendo se deslizaran por mis mejillas.

No me giré, no lo haría aun.

—Estamos contigo— murmuró suavemente Iker.

—De ahora en adelante cuentas con nosotros, esta vez... esta vez no te decepcionaremos— citó Ashaia con una suavidad, temiendo no haber elegido las palabras correctas, siguió sin importarme.

Asentí manteniéndome en mi lugar y aclaré mi garganta.

—Por esta ocasión necesitaré de su ayuda, pasen mi orden, encuentren a Ilikai.

Sentí las tres figuras retirarse, pero una se mantenía de pie a la distancia, sus labios sellados decidiendo hablar o no.

Estuvo unos cuantos minutos hasta que se marchó y me desmoroné, los brazos de Ethan me recibieron y me consolaron.

Mi buen amigo Ethan.

—Tengo miedo.

—Lo encontraremos Aidan, no te preocupes— sus manos sostuvieron mis hombros y lo miré, la determinación adornando su delicado rostro— lo haremos, juntos lo traeremos de nuevo a casa.

Si, él había dicho que lo encontraríamos, pero las horas pasaban y no había ningún resultado, estaba desesperada, recorrer cada manada y no sentir el olor de mi hijo me estaba volviendo loca.

La noche llegaba y el sol se escondía tras las montañas y la desilusión incrementaba por cada segundo perdido.

Llegaron Mason y Trent, los miré con una ilusión, pero ellos negaron.

Fregué mi cara con frustración.

—Tranquila.

Miré hacia el nocturno cielo quien se había puesto demasiado lóbrego, la luna no parecía ni por asomo de las nubes, y débiles relámpagos empezaban a iluminar en tan oscuro cielo, cerré mis ojos.

Una tormenta parecía llegar con ferocidad.

Él le teme a las tormentas.

—Necesito encontrarlo, lo necesito Ethan— el chico rubio no se había separado de mi por ningún momento, lo cual agradecía infinitamente.

—Lo haremos, ten paciencia— respondió la Luna Fuego, Caterina.

La noche se fue internando y la lluvia cayó, los rayos y relámpagos danzaron en el cielo con descontento.

No me importó la lluvia caer, ni mis botas ensuciarse de lodo buscando hasta lo más profundo del bosque.

—Aidan— la silueta apenas iluminada por la tormenta me hizo detenerme, mis soldados guardianes se prepararon para atacar, pero la mano elevada hacia nosotros los hizo detener — ¿Quieres al niño?

Pronto sentí dos licántropos trasformados avanzar con paso lento al chico acorralándolo, no los detuve.

— ¿A qué has venido? — miró a sus costados y vio a los lobos gruñendo.

— ¿Usted es Aidan?— asentí— mi Alfa te invita a mantener una amena charla con él el día de mañana por la mañana yo vendré a buscarla, Ilikai se mantendrá por el momento con él.

—No te creo— siseé.

—Lo lamento, usted sabrá creer o no, Gadrel no es paciente y por supuesto me espera volver sin acompañantes.

—Gadrel, el solitario— afirmé.

—Su padre— sus ojos destellaron irónicos y esto no les gustó a los lobos transformados, alcé mi mano deteniéndolos.

—Déjenlo libre— sonrió agradecido y se trasformó internándose en el bosque.

—Déjame seguirlo— dijo Mason y negué.

—Él lo dijo, no quiere acompañantes, temo que si te descubren te hagan daño a ti y a Ilikai, seamos pacientes y esperemos mañana— aunque no era algo que quería hacer. El lobo blanco de Jev se trasformó y se acercó a mí.

—Debes ir a descansar, mañana será un día difícil y necesitas estar preparada para todo— no tenía ánimos de discutir así que solo asentí.

—Trent, acompáñame a casa, Mason tu manejas los dos grupos de soldados, estén alertas en todo momento— miré al chico de ojos celestes —Jev, por favor avísale a Ethan que regresé a casa, dile que haga lo mismo, ahora debe estar en la manada Viento— una simple y casi invisible sonrisa surcó sus labios, no lo entendí.

—Lo haré.

Cuando estuve a punto de marcharme los lobos élites se inclinaron.

—Gracias— les dije y me fui.

—Señorita— dijo Trent mientras caminábamos en el silencioso camino —no creo que sea conveniente para usted mantenerse en su casa, lo mejor es que se hospede por el momento en una casa de la manada, por su seguridad.

—Agradezco tu preocupación, pero no creo conveniente ir ahora a esas casas, prefiero mantenerme en la mía— le sonreí débilmente —tengo a Ethan conmigo, puedes ir a descansar.

—Lo esperaré afuera, vaya a dormir.

—Gracias Trent, por todo.

En toda la noche que quedaba no dormí mucho, solo me mantenía creando el pequeño pez saltarín que tanto le gustaba a Ilikai, y mi mente creando escenarios atroces.

—Despierta Aidan— me mecieron suavemente y desperté asustada.

— ¿Pasó algo? — Ethan me brindó una cálida sonrisa negando.

—Tranquila, los Alfas están aquí.

— ¿Aquí?— asintió — ¿A qué han venido? — susurré molesta.

—Se educada Aidan, ellos nos han ayudado mucho.

Suspiré.

—Diles que en un momento voy.

Lavé mi rostro y cambié mi ropa, avancé por el pasillo y vi a los líderes sentados esperando.

—Aquí están— dije, pude ver a Ethan, quien estaba en la cocina preparando algo, reprocharme por mi cordial saludo.

—Buenos días Aidan— estaba los lideres Fuego y Viento, la Luna Tierra y el Alfa Agua, y por qué no podían faltar los cuatro futuros Alfas con Liszt y Valentina.

—Sé el porqué de su visita, sí, me han entregado un mensaje citándome a hablar con el líder de los solitarios, Gadrel.

—No creo que sea conveniente que vayas, es peligroso.

—Peligroso o no Aidan irá por su hijo, Luna— habló Liszt.

— ¿Por qué todo está sucediendo ahora? — Preguntó Scott —tuviste al niño cinco años y jamás hubo problema con ello, ¿por qué ahora?

Vi a Ethan y su hasta ahora tranquila calma desapareció, vi la duda crecer ¿de quién dudaba?

La puerta abrió y llegó Mason.

Todos lo miraron y dedujeron al instante, incluso yo lo miré con duda, misma que desapareció casi de inmediato.

Él no podría hacerlo.

—A las únicas personas que confiaste el secreto fue a nosotros, al soldado Trent y a él, mismo que no te toleraba por ser quien eres, después apareció y dijo estar dispuesto a ser tú Guardián cuando antes parecía reacio a serlo, ahora Ilikai ha desaparecido y a ti te han llamado ¿por qué?

Pasé saliva, parecían que las piezas encajaban.

El chico de ojos negro de inmediato me miró y negó.

—Yo no haría algo así, Aidan— las cosas estaban ahí ¿por qué no les creía?

— ¡Señorita Aidan!— llegó agitado Trent —han venido por usted— dejé de mirar al chico y asentí.

—En unos momentos voy — me volví a los Alfas —aclararemos este asunto apenas vuelva, mientras tanto esperen noticias.

—Al menos deja que ellos te acompañen— dijo el Alfa Erick, observé a los chicos dispuestos, negué.

—Es mejor tener más ayuda Aidan— Ethan llegó a mi lado, mordí mi labio sopesando.

—De acuerdo.

Cuando salimos, un hombre estaba de pie con dos licántropos a su lado. Un vehículo con la puerta abierta fue señalado.

—Por aquí.

Las camionetas se prepararon a mis espaldas, Ethan vino conmigo y mis dos soldados Guardianes.

—Creí haberle mencionado que sólo usted podría venir.

—Yo no confío en Gadrel de la misma manera en que él no confía en mi. 

El hombre sonrió y no insistió.

Nos detuvimos tiempo después de internarnos en el bosque.

— ¿Es aquí? — estaba ansiosa y preocupada.

—Lo siento señorita, tendremos que seguir el camino caminando— mis sentidos se activaron pero no sentí ni olí a alguien más.

—Bien— los cuatro chicos y Liszt venían detrás y yo seguía al chico quien se movía con bastante familiaridad por el bosque.

Después de unos cuantos minutos llegamos a un extenso claro, el nublado cielo y los pinos a su alrededor era simplemente hermoso, de no ser por los solitarios aguardando nuestra llegada, ninguno trasformado, pero preparado.

Avanzamos a paso cauteloso, mirando como los solitarios hacían fila a nuestro entorno.

Susurrando, burlones.

—Que hermosa la mujer de enfrente, mira— los susurros eran cada vez más irritantes.

—Se nota quien es la que manda.

—Pero mira quien está a su derecha.

—Nuestro amigo Mason, que ahora se ha convertido en un lindo perrito faldero.

Miraba a mis costados para evitar cualquier enfrentamiento entre los futuros Alfas, Mason y Ethan.

—Mason, preséntanos a tu nueva Compañera, bueno, quien no olvidaría Serena por la mujer que tienes...— el escuchar el nombre de su Compañera el detonante explotó, Mason intentó abalanzare al solitario antes de que lo sostuviera de la mano. Vi a todos ponerse en posición de ataque.

—Mason no, por favor, si hacemos algo mal le van hacer daño a Ilikai— su respiración era agitada —sigamos adelante— les musité a mis acompañantes y solté su mano.

Las carcajadas inundaron el extenso claro.

—Cierren la boca— el grito de uno de los solitarios enfrente silenció a todos los solitarios quienes volvieron a su posición —lamento lo ocurrido.

El chico rubio frente a nosotros lo reconocí, no solo por ser el chico que entregó el recado de la noche, sino que lo había visto en varias ocasiones y una importante, él era la mano derecha de Mason durante el ataque a la manada Fuego.

—Mi Alfa le espera en aquella casa— miré a una pequeña residencia de dos pisos a unos metros de nosotros.

—Ilikai...— comencé, el chico sintió.

—El niño se mantiene ahí.

—Bien— todos comenzamos avanzar antes de que la mano del chico rubio se elevara.

—Lo lamento, pero la invitación solo es para la mensajera, ninguno de sus acompañantes tiene permitido la entrada.

—Estás demente si piensas que voy a dejarla ir sola— Ethan dio un paso enfrente.

—Lo lamento, son órdenes de mi Alfa.

—Esperen aquí...

—No, Einar, no vamos dejarla sola, al menos permite que uno de nosotros la acompañe.

—Querido Mason, tú mejor que nadie conoces que es lo que ocurre cuando no cumplimos con las órdenes dadas— el odio se veía reflejado en la cara del Einar hacia Mason —por aquí.

Avancé unos pasos antes de que la mano de Mason se envolviera en mi brazo.

—No es seguro, es una locura— había miedo en su mirada, le sonreí y miré hacia donde los chicos se mantenían.

—Esperen la orden— musité bajo inclinándome un poco al odio del chico—apenas diga ataquen lo harán, no me busquen a menos que yo lo pida, ataquen a todos los solitarios que puedan —Todo está bien Mason, iré por mi hijo— volví a erguirme sin que desapareciera mi sonrisa.

—Cuídate— escuché susurrar a Jev, simplemente lo miré.

—Por aquí— seguí al chico rubio sin decir nada más.

Subimos las escaleras y un licántropo se mantenía firme en la puerta cuidando de su querido Alfa.

—Seguridad— explicó Einar.

El chico tocó la puerta mientras que yo miraba fijamente al lobo.

—Está aquí.

—Déjala pasar— se escuchó del otro lado.

Abrió la puerta para mí y entré con cautela.

—Mi Alfa— Einar se inclinó a la persona que estaba de espaldas, un joven de cabello platinado, mismo que ya había visto.

—Mami— escuché la baja voz de Ilikai, aparté mi mirada del líder y me enfoqué en el aspecto asustado del niño de rizos dorados, mi preciado niño.

—Ilikai— avancé para abrazarlo, pero Gadrel no lo permitiría.

—Buenos días Aidan— tomó del hombro al pequeño y le negó avanzar, mi estómago se revolvió —ahora nos volvemos a ver.

— ¿Qué es lo que quieres?— siseé con furia.

—Tranquila mensajera— arrugué mi frente ante el llamado "mensajera" —hablemos de cómo has cambiado, ese día que te vi eras una pequeña jovencita amable y cariñosa, ahora te has convertido en una hermosa mujer con ferocidad en su mirada, estos años te han servido...

—No he venido a hablar del pasado contigo Gadrel, dime que es lo que quieres o entrégame a mi hijo— se vio sorprendido por la interrupción e incluso eso le irritó.

—Una simple cosa, Aidan— acarició la cabeza rubia de Ilikai y sus ojos grises dieron conmigo, fríos y calculadores — ¿Lo harás?

—Dime que es lo que quieres y veré si puedo dártelo.

—No, no, no— negó y obligó a Ilikai a sentarse de nuevo —no quiero un simple "veré" quiero que digas "lo voy hacer"

—Necesito ver si está a mi alcance.

Suspiró.

—De acuerdo, de acuerdo— sus manos se mantenían en Ilikai como si fueran cadenas —eres la enigmática mensajera de Illazki ¿no?

—Lo soy— dije sin dudar.

—Dame la ubicación, dime donde está la histórica Illazki.

—No lo sé— dije rápidamente —soy mensajera, jamás la he visto yo solo recibo órdenes.

La risa se escuchó en el cuarto, pero esos ojos grises se mantenían sin ninguna emoción, que lo hacía aterrador.

— ¿Cómo recibes las ordenes? ¿Cuándo decidió Illazki que serías mensajera? No me creas estúpido

—No lo sé— repetí con fuerza.

—Igual que Lía, ¿Por qué no ven lo que mejor para ustedes?

— ¿Lía?

—Sí, la otra mensajera— mis manos comenzaron a sudar —encontrarla fue complicado, gasté mucho en ella como para que el día que la encontré me dijera un simple "no lo sé"

Lía nunca supo nada de Illazki, ella no sabía nada.

— ¿Qué le hiciste? —susurré.

Por mi cuerpo me recorrían fríos escalofríos, porque ya sabía su respuesta.

—La muerte tocó su puerta.

Jadeé y en mis ojos se acumularon lágrimas de terror.

—Mason te va a matar— siseé.

— ¿Por qué te asustas mensajera? Deberías agradecerme.

— ¿Agradecerte por qué? — grité.

—Ella solo era un obstáculo para la felicidad de tus queridos hermanos.

— ¿Qué?

— ¿No has visto a sus Compañeras? Ashaia e Iker encontraron a sus verdaderas Compañeras tras la muerte de Lía ¿no estás feliz?

—Vas a pagar, vas a pagar por todo.

—No me asusta morir, mensajera, ya no— se acercó un poco — dime dónde está Illazki.

—No lo sé— miré hacia Ilikai y su mirada aterrada y las lágrimas en sus ojos bicolor me rompieron el corazón.

—Veo que te importa bastante este niño— lo acarició —sería una lástima que se fuera de tu lado.

Mi respiración cada vez era más agitada.

—No lo sé, en verdad no lo sé.

—Te llamó su "mami" — me vio —tengo entendido que su madre es Elif y su padre...

Dejó la oración incompleta para ver mi reacción, de la cual no obtuvo nada, solo me mantenía sería, pero por dentro los nervios y el miedo me estaban consumiendo.

—Ilikai, ¿quieres saber quién es tu verdadero padre?

El niño lo miró con curiosidad y mi corazón se aceleró.

Si Ilikai aceptaba quedarse a su lado todo acabaría.

—Ilikai— susurré.

Sus ojitos grises y cafés me miraron confundido.

—Dime Ilikai, ¿quieres saber dónde está tu padre?

Los segundos pasaban y cada vez era peor.

—No— miró a Gadrel —mi padre no me buscó cuando era pequeño, entonces yo tampoco lo quiero conocer— jadeé de la sorpresa con una sonrisa acompañado.

La sonrisa de Gadrel se esfumó y la ira llegó.

— ¡Igual de insolente que tu madre! — levantó su mano listo para propinarle un golpe al niño.

— ¡Ilikai!— me impulsé y mi mano creó una barrera de Viento para proteger al niño, su mano chocó con la barrera y lo obligó a retroceder.

El chico de ojos grises me vio con miedo.

— ¿Illazki? ¿Querías a Illazki? — Pregunté, el color rojo y mis manos cubiertas de fuego avanzaron con ira — Aquí la tienes — musité con una sonrisa y arrojé dagas de fuego directo a su pecho y gimió con dolor.

— ¡Mami! — Ilikai me alertó y arrojé al licántropo a la pared gracias a una ráfaga de Viento.

—Illazki— jadeaba adolorido— mi padre estaría feliz de verte— sonrió —lástima que esté muerto —se arrojó de espaldas por la ventana.

Me acerqué corriendo a la ventana, Gadrel se había transformado en un lobo y se dirigía al bosque, me di la vuelta y abracé a Ilikai.

—Todo está bien, confía en mí, correrás todo lo que puedas y tomarás la mano de alguien de confianza, Mason, Ethan, Trent, a quien sea de ellos, esta barrera te protegerá de todo, nadie podrá atravesarla aunque quieran, desaparecerá apenas llegues a un lugar seguro.

—Quiero que vengas conmigo mami.

Lo volví a abrazar.

—No pasa nada, todo estará bien, te quiero.

—Yo más— besé su frente.

—Ve corre— el niño me miró una vez más y corrió.

Cerré mis ojos y sentí el poder de los cuatro elementos, el licántropo negro proclamando atención.

—El pelaje negro resurgirá entre las cenizas, ciñéndose en el delicado cuerpo de una mujer— susurré sintiendo los elementos recorrer cada centímetro de mi cuerpo —Hija de la Luna, Illazki se hará llamar—inhalé y contuve el aire preparando para mi primera batalla— La Madre Luna la querrá más que a nadie y le otorgará los cuatro poderes esenciales de la naturaleza, para acabar con nuestra Maldición— me arrojé por la ventana en una corta caída libre, mi cuerpo se inclinó al pelaje al mismo tiempo en que el viento me envolvía.

Caí con fuerza y mi cuerpo lobuno agradeció estar libre al fin.

Emprendí mi carrera tras el líder de los solitarios elevé mi cabeza al cielo oscuro y aullé dando mi primera orden.

«Ataquen»

Pude sentir los cuerpos humanos volver a la salvaje naturaleza del lobo, feroz, agresivo, inteligente y fuerte.

Mi vista no se separó en ningún momento del lobo gris quien parecía correr con torpeza y poca agilidad, las fuerza en sus pisadas parecían ser débiles y temblorosas, en cambio las mías eran ágiles y elegantes.

La rapidez de mi licántropo pronto alcanzó al licántropo líder y con la firmeza de mi mandíbula y la fuerza de mis colmillos perforé su nuca y lo arrojé varios metros al lado. Sus patas débiles apenas se mantuvieron de pie, los reconocidos ojos grises tenían miedo.

Illazki— citó en mi mente —la belleza de tu forma humana no se compara con el pelaje negro de tu lobo— su voz parecía agitada —esos vivaces ojos rojos me consumen como si el infierno llegara a mí.

Emprendí mí corrida de nuevo contra el lobo herido, ambos cuerpos lobunos colisionaron y un trueno se escuchó a distancia, por Elif, por Lía, por Ilikai.

Mis mordidas eran cada vez más letales, mi hocico se llenaba de asquerosa sangre roja sin llegarme a importarme en absoluto.

Juntó todas sus fuerzas en golpearme y apartarme, mi hocico se contrajo en una mueca, rebelando los colmillos que portaba.

Esos ojos grises cambiaron en segundos por un negro y como si una fuerza superior saliera de su licántropo me empujó varios metros atrás, me recuperé en cuestión de segundos y él aprovechó su oportunidad para huir.

Estaba segura, confié y me concentré en Gadrel y solo en él, quien tenía la magia suficiente para crear la maldición.

Pero las cosas no terminaban con él, ni siquiera empezaban.

Mis patas traseras me impulsaron para dar el golpe final a Gadrel, no contaba que un fuerte golpe me desestabilizara y por la rapidez de mi corrida me arrojara varios metros atrás aullando de dolor, que incluso mi lobo no fue suficiente fuerte para soportarlo y mi fase humana volvió, mis manos lograron detener los giros, mi mente estaba mareada y confusa, la ligera llovizna no ayudaba, bufé y dejé caer mi cabeza en el suelo, mis manos tocaron el costado de mi estómago que rápidamente se llenaron de sangre, escocía como si algo dentro destruyera toda la capa de mi piel y acabara con mis órganos, aun con ese dolor miré hacia el lugar donde el golpe fue producido, el malestar nublaba mi vista y hacía difícil distinguir la figura lejana quien era responsable de mi dolor.

No, no era Gadrel, Gadrel había huido gracias a esa distracción.

¿Quién era?

La figura borrosa se trasformó y huyó por donde Gadrel, el bosque oscuro tragándolo completamente, protegiéndolo.

Maldecí y me traté de poner de pie, pero caí de rodillas.

— ¡Aidan! — escuché el grito cerca, Iker me ayudó a ponerme de pie, había sangre en su ropa, Mason llegó con su lobo gris oscuro y miró en dirección donde había huido Gadrel e intentó ir por él.

—No— mis labios se sentían resecos —déjalo ir.

La indignación estaba por todo el rostro de su licántropo y negué despacio sosteniéndome la herida.

— ¿Estás bien? — Liszt llegó seguida de Scott —Aidan, estás herida.

—Estoy bien.

Debemos seguirlos— dijo Mason en mi mente.

—Dije no— me solté del agarre de Iker y miré atrás.

El lobo beige de Ethan venía agitado y la sangre escurría por su hocico, al verme se trasformó de nuevo en el chico rubio y me tomó del brazo, la preocupación era evidente.

— ¿Qué fue lo que...?

—Ya cicatrizó— mentí, vi llegar a Trent, Ashaia y unos soldado élites con varios chicos heridos.

—Illazki— se inclinaron —son prisioneros ¿Qué es lo que quiere que hagamos con ellos?

Miré a los jóvenes solitarios, aunque la derrota estaba ahí las sonrisas en su rostro decían lo contrario.

El chico sonriente, el suicido.

— ¡Deténgalos! — grité al mismo tiempo escupieron sangre y sus cuerpos cayeron inertes en el suelo, el veneno había llegado en su corazón, el veneno letal.

—No puedo creerlo— musitó Liszt a mi lado escandalizada.

Sus sonrisas, crueles y sin arrepentimientos, ni pizca de temor aun en sus últimos momentos.

—Aidan— sentí la mano de Ethan ponerse en mi hombro — ¿Dónde está Ilikai? — quité la vista de los cuerpos y miré sus tranquilizantes ojos verdes.

— ¿I-Ilikai? — miré a ambos lados alarmada, Mason estaba trasformado, Trent estaba de pie junto a los cuerpos y Ethan me miraba.

—El niño está bien— se adelantó a decir Ashaia.

Una persona no estaba ahí y pude ver que Ethan concluyó quién era, quién se había llevado al niño.

El camino fue silencioso y yo aún me mantenía con el dolor en mi estómago, pensando, la distancia de la figura a donde yo estaba era demasiada, él no pudo haberme hecho daño en una distancia tan corta, a menos que...

—Llegamos.

Me apresuré a bajar, el vestido blanco era aún desastre, no me importó, solo me importaba abrazar con calma y tranquilidad a mi pequeño.

Los soldados abrieron las puertas para mí y después se inclinaron, asentí rápidamente y ahí estaba, mi pequeño de rizos dorados, mi pequeño valiente, seguí su mano entrelazada al chico de ojos celestes.

"Tomarás la mano de alguien de confianza"

Él es quien había elegido Ilikai.

—Mi pequeño— susurré con lágrimas contenidas.

— ¡Mami! — Corrió a mis brazos y lloró— tenía miedo de no volver a verte mami.

Lo cargué y abracé con fuerza.

—Perdóname por tardarme tanto, perdóname— el niño se separó y puso sus pequeñas manitas en mis mejillas y las acarició, tal y como yo lo había hecho en múltiples ocasiones.

—No es tu culpa mami, no lo es— lloré y lo volví abrazar.

No me importó que todos vieran la emotiva escena, lo único que me importaba era abrazar a mi hijo y no soltarlo nunca.

—Déjame abrazar al niño también— susurró Ethan —lo vas a desgastar.

—Calla— escuché reír al niño de ojos bicolor y lo dejé de nuevo en el suelo.

— ¡Tío! —lo abrazó.

Mientras todos lo recibían me aparté y miré en dirección donde el chico de hoyuelos, quien se mantenía mirándome con confusión.

—Necesito que hablar con los Alfas y futuros, hay algo importante para decir— dije antes de que se acercara.

—Hija— ese llamado me estremeció, miré al Alfa Erick — ¿te encuentras bien, la herida en...?

—Los espero en el comedor— interrumpí —Ilikai, espera con Trent y Mason afuera, ve con Aurora y Tita Sara, deben estar preocupadas— me incliné y besé su frente— si tiene hambre puedes decirle a Sara, no vayas a ningún otro lugar ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Trent, Mason, protéjanlos— sus rodillas se flexionaron al mismo tiempo.

—Sí, Illazki.

Asentí y me dirigí al comedor, esperé unos minutos antes de que llegaran todos.

—Esta mañana fue caótica y demasiado dura, Gadrel ahora sabe de mi identidad, él sabe que Illazki existe y que soy yo— el Alfa Eliot negó.

—Aidan, ¿Cómo pudiste permitir...?

—Era mi identidad o mi hijo, y yo protegeré a mi hijo con mi vida si es necesario— eso calló a todos —Pero eso no es lo alarmante, no es que Gadrel, el líder de los solitarios, sepa quién soy, si, el controla magia, pero no la suficiente como para crear la maldición, antes se mostró como un ágil luchador ahora ni siquiera podía mantenerse de pie. Estaba a punto de atraparlo de no ser porque alguien golpeó mi costado— me puse de pie y señalé mi herida —el dolor era tanto que estuve a punto de desmayarme, era como si ácido deshiciera mi piel y atravesara más allá, eso no lo hace una mordida de un licántropo. Ni el más buen licántropo lograría el dolor que sentí.

—Solo la magia— terminó Jev.

Asentí.

—Y no, Gadrel no es quien la tenía.

— ¿Qué es lo que quieres decir? — preguntó la Luna Viento.

—Que el peligro no es Gadrel, si no la persona quien verdad controla la magia, mismo que desconocemos su identidad, lo que lo hace más peligroso.

—Su soldado Renaciente— dijo Mason entrando al comedor.

Eras tú, su fiel soldado renaciente, entrenado y preparado para matar, eras tú.

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