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INTRO (LEER)
PRIMERA PARTE - APOLO & DAFNE
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SEGUNDA PARTE - ORFEO & EURIDICE
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TERCERA PARTE - EROS & PSIQUE
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EXTRA #1
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Camila

— ¿Quieres fumar? —Me pregunta Kat, recostando su cabeza en mis piernas y ofreciéndome un cigarrillo con sus manos sobre su cara para que las hojas que caen del árbol sobre nosotras no le moleste.

Niego con la cabeza, lo que hasta a mí me sorprende porque suelo ser la primera en hacerlo cuando tenemos un receso de más de cuatro horas antes de nuestra siguiente clase, pero ahora no tengo tiempo para nada más que fijarme en el hecho de que Nicholas está desayunando en la cafetería a pocos metros del césped donde estamos.

Y no es sólo eso lo que me molesta, sino que no está solo.

Mantengo la mirada fija en las mesas que están a un lado del gimnasio de mi facultad, sintiendo que en cualquier momento podría empezar a lanzar destellos de fuego por lo celosa que estoy de que se mantengan tan cerca el uno del otro. Apuesto que ni es necesario y sólo lo hace para coquetearle.

Nicholas se acerca para quitarle una pestaña de las mejillas, y aunque Kat todavía no se da cuenta, no he podido apartar la mirada desde que me di cuenta que ella no le ha pedido en ningún momento que se aparte. Qué asco.

—Oye, anoche no dijiste nada cuando te invité a la fiesta que haremos para el cumpleaños de Hook, ¿crees que podrás acompañarme? Será en dos semanas, ¿te acuerdas?—Me pregunta Kat, alzando la mirada para verme; asiento con la cabeza, pero hace una mueca—. Aunque debo decir que Nicholas también irá, ¿te molesta?

—Nah. —Miento, encogiéndome de hombros.

—Te juro que intenté convencer a Hook para que no lo hiciera, pero es su mejor amigo y no pude hacer nada. Ya sabes cómo es.

— ¿Por qué hiciste eso? Sería darle demasiada importancia y estoy en una etapa en la que quiero mostrarme indiferente.

— ¿Una etapa? —Se ríe al escucharme—. ¿Hace cuánto empezaste? ¿Dos semanas?

—Desde hoy —le hago saber—. Es una especie de desintoxicación porque si sigo pensando en él, me saldrán arrugas antes de los cuarenta. También tengo prohibido llorar para no tener ojeras. Me hacen ver mal.

—Claro, porque eres experta en seguir órdenes y no dejarte llevar por la rabia.

—Nunca es tarde para intentarlo —le digo, sonriendo—. El cumpleaños será en un club nocturno, ¿no? Dudo que me lo encuentre porque es un lugar enorme y siendo realista nunca esperaría que no lo invite. Son como un paquete.

—Sí, será en un club, pero después la celebración seguirá en el departamento —ahora murmura, como si temiera de mi reacción—. Podemos irnos a tu casa si no quieres estar ahí. Lo entendería.

Sé que sólo me lo pregunta para darme a entender que es una pésima idea y no porque esté realmente interesada en mi opinión. Conozco esa expresión.

—No seas aburrida, es la celebración de tu novio. Iré al club como cortesía para celebrar un poco y luego me iré a mi casa.

— ¿De verdad? —Kat se incorpora y entrecierra sus ojos, sin creerme—. ¿No intentarás convencerme de que te deje entrar al departamento para que intentes pasar tiempo con Nicholas?

Suelto una risa.

—No prometo nada —le digo, riéndome más cuando rueda los ojos—. Es broma, no voy a ir. Tranquilízate. ¿Podemos hablar de otra cosa? El tema de Nicholas ya me está aburriendo y como te dije, tengo que cuidarme para mantenerme así de linda hasta que tenga cincuenta. ¿Sabías que llorar-...

—Sí, Camila, me lo has dicho dos veces en lo que va de la mañana. —se ríe de mi reacción y vuelve a fumar, esta vez lanzándome el humo a la cara y disculpándose en silencio cuando ve que hago una mueca de asco.

— ¡El humo también afecta la cara!

— ¡Perdón! —Se disculpa—. No fue a propósito. Mejor dime cómo siguen las cosas en tu casa.

Kat debe tener un talento para cambiar el tema a uno mil veces peor.

—Ese tema tampoco me gusta.

— ¿Tan mal? —Se aclara la garganta y se acomoda el pelo detrás de las orejas antes de colocarse frente a mí con ambas piernas cruzadas. Desde esa posición, de espaldas a las mesas fuera del gimnasio, se me hace todavía más fácil ver a Nicholas y Lauren sin hacerla sospechar que aunque no quiera hablar sobre él, sigo pendiente de casi todo lo que hace—. Pensé que con el embarazo de tu hermana te dejarían tranquila. ¿Tus papás no deberían preocuparse de que en unos meses tendrán un bebé en la casa en lugar de intentar echarte de la casa?

Me inclino para hablarle más de cerca.

—Habla más bajo que Julia tiene algunas amigas aquí y todavía no se lo dice a nadie, ni siquiera a su novio —le pido, aprovechando para mirar cómo Lauren sonríe cuando Nicholas le acerca el lápiz a la cara para molestarla. Ella se lleva ambas manos a la barbilla para sostener su cabeza y aunque hay mechones de pelo caen sobre la página, parece no importarle porque está demasiado concentrada en él.

Voy a vomitar. Se ven ridículos, cursis y hacen una pésima pareja. La peor que he visto.

Kat se disculpa y baja la voz.

— ¿Tus padres tampoco lo saben? —Su pregunta llama mi atención, distrayéndome.

—No.

— ¿Y no estás tentada a contárselos?

— ¿A qué viene tu pregunta? No me des ideas porque luego estás liderando la fila para detenerme y convencerme de ser una buena persona —le digo, apoyando mi espalda nuevamente contra el tronco—. No voy a ser yo quien se los haga saber, pero Julia no tiene por qué saber que no tengo intenciones de delatarla. Disfruto estos días en los que no está tan insoportable por tener miedo de que hable.

—Hook se puso furioso cuando dije que nunca quería tener hijos —me recuerda, rodando los ojos—. Tuve que decirle que sólo era una broma, pero no lo es. Realmente nunca quiero tenerlos.

—Es un idiota, Kat. Si yo fuera tú lo habría mandado a la mierda.

Ignora mi comentario pero la escucho reír.

—La mayoría estaría escandalizado con sólo escuchar la palabra ''bebés'' y él se vuelve como loco sólo porque quiero esperar. ¿Crees que Craig deje a Julia cuando se entere que está embarazada?

—Estoy casi segura de que sí, aunque espero equivocarme. Sería un cobarde de mierda si decide dejarla sola, sobre todo porque mi papá no dudará ni un minuto en desheredarla y quitarle el apellido cuando se entere que no podrá terminar la carrera pronto.

Kat hace un mohín con la cabeza y suspira.

—Hasta siento pena por ella.

—Yo también —admito, no muy convencida al pensarlo mejor—. Bueno, sólo un poco. Siento más pena y lástima por Sherlock si te soy honesta.

— ¿Sherlock? —Me pregunta, pero chasquea la lengua y sonríe cuando se da cuenta—. Perdona, ahora entendí. Se me había olvidado que lo primero que hiciste al enterarte fue bautizarlo.

—Si no se llama Sherlock voy a sentirme decepcionada, ¿sabes? Ya hasta estoy encariñándome con el nombre.

—No creo que Julia decida tomar tu consejo.

—Sí, tienes razón —murmuro, arrugando la nariz—. Conociéndola, querrá nombrarlo de cualquier forma que yo no sugiera para llevarme la contraria, así que se me ocurre que podría darle una lista de nombres bonitos para que no le quede más opción que vivir con la culpa de ser responsable por los traumas que tendrá el bebé cuando crezca y tenga un nombre horrible.

—Uy, qué mala.

—Muy mala, ten cuidado y no te metas conmigo o podría ingeniármelas para hacerte algo mucho peor —bromeo.

—Tú y tus planes que nunca funcionan.

Me hago la ofendida.

—Sí funcionan.

— ¿Sí? Pues yo veo que Nicholas sigue más interesado que antes en Lauren —dice, enarcando sus cejas antes de mirar hacia sus espaldas y seguir la dirección de mi mirada; estaba observándolos sin darme cuenta de que no he dejado de hacerlo excepto cuando Kat me hace preguntas y antes de poder negárselo, ella niega con la cabeza y suelta una risa—. Estás muerta de celos, Camila. Eres tan obvia.

—No estoy celosa —respondo a la defensiva—, ¿o de verdad crees que podría sentirme amenazada por alguien como Lauren? No me hagas reír.

— ¿Y por qué no? Es bastante bonita.

—Nicholas se aburrirá de ella antes de que te des cuenta —digo en lugar de discutirle algo que no puedo negar. Nicholas tiene buen gusto, siempre lo tuvo. Y aunque pensé que él se aburriría mucho antes de obligarme a pasar más tiempo con ella, no puedo quejarme porque hasta ahora las cosas me están saliendo bien. O más o menos bien. Al menos Lauren sigue sin decirme que no quiere verme más y mis actuaciones llorando para hacerle creer que quiero hacer las paces con ella están dando sus primeros frutos.

—Has estado mirándolo todo el tiempo, Camila. ¿Piensas que portándote como una acosadora conseguirás su atención?

Es verdad, no puedo apartar la mirada ahora que sé que ninguno de ellos es consciente de que estoy a pocos metros de distancia, pero en realidad tengo muy buenas razones.

Nicholas nunca fue tan amable conmigo como lo está siendo con ella, así que me genera curiosidad ver cómo se comporta cuando su forma de conquistarme fue bastante diferente. No fue tierno ni amable; muy pocas veces me dirigía la palabra cuando nos conocimos por vernos en los pasillos del colegio y si empezó a interesarse en mí, fue porque yo hice casi todo.

—No soy una acosadora. Nosotras llegamos mucho antes que ellos, así que no es mi culpa que estén molestando mi vista, ¿o tú no mirarías si se tratara de Hook? —Le pregunto con la única intención de defenderme.

—Yo me iría a otra parte para no sufrir.

—No estoy sufriendo.

—Está bien, como tú digas. —Parece querer terminar el tema ahora que no me hará confesar—. Hablando de planes... —murmura, apagando el cigarrillo en el césped antes de abrazar sus piernas y ponerse más seria—, ¿volviste a estudiar con Lauren? ¿O ya estás desistiendo de la idea de acercarte a ella para... —duda un poco—. Lo que sea que tuvieras planeado.

—No, sigo pensando lo mismo. —Mi respuesta no le gusta, pero no me interesa—. Y no quiero apartarla, Kat, lo haces sonar como si estuviera planeando asesinarla.

—Suena como si quisieras manipularla porque es lo que estás haciendo, sólo que no todavía porque no quiso hablarte de él cuando fuiste a su casa a estudiar. Es lo que harás, para ser más clara.

—Yo no lo veo así.

— ¿Y cómo lo ves?

—Ay, no sé. —Sacudo la cabeza para que me deje tranquila; por el rabillo del ojo me doy cuenta que Lauren está mirándome y para demostrarle que estoy enojada, miro a Nicholas—. No quiero hablar de ella, por ahora prefiero mantenerme cerca y después veré qué hacer cuando decida hablarme del tema.

Tiro del césped que hay junto a mis piernas cuando es Nicholas quien me está viendo ahora. Es sólo por un segundo en el que ambos se dan cuenta que estoy cerca antes de volver a lo que estaban haciendo, pero trato de que no parezca que he estado viéndolos durante la última media hora porque el hecho de ninguno muestre intenciones de irse a otro lugar me hace querer morir.

— ¿Cuándo piensas volver a verla? —Me insiste Kat, ignorándome como siempre que no quiero hablar de un tema que le interesa—. No, no pongas esa cara. Prometiste que me contarías todo lo que hicieras, así que respóndeme.

— ¿Desde cuándo eres tan defensora de los inocentes?

—Desde que tengo que vigilarte en cada cosa que haces porque pareces estar destinada a meterte en problemas.

—Sólo lo dices porque a veces no soy cuidadosa, pero tienes que admitir que muchas veces las cosas sólo... me pasan. No busco mis desgracias.

—Las cosas no sólo te pasan, Camila. —Intenta mantenerse seria, pero comienza a reír—. ¿O no te acuerdas de esa vez que te pedí como cien veces que no besaras a ninguno de los amigos de Nicholas y lo hiciste delante de todo el colegio?

—No, no me acuerdo.

— ¡Sí te acuerdas! Después tuve que consolarte porque no quería volver contigo y en realidad te lo habías buscado.

Resoplo aburrida porque su comentario no me da risa.

—Pero lo hice porque estaba borracha, molesta y muy dolida. No olvides que fue la misma noche en la que me enteré que Nicholas me había engañado por primera vez y me sentía como la mierda. Obviamente me dirás que no se justifica, pero no se me ocurrió nada más para hacer que sufriera lo mismo que yo estaba sufriendo.

—Ah, cierto, la primera de muchas otras noches en las que se enfadaba y follaba con cualquiera que no fueras tú —me responde, sarcástica—. Se me olvidaba que gran parte de su relación se basó en vengarse del otro y competir por quién hacía sufrir más a quién.

—No era una competencia, él ganaba siempre.

—No siempre —me discute, pero mantiene una sonrisa para alivianar el hecho de que me responsabiliza por cosas que hice sólo por estar herida—. También hiciste cosas que no estuvieron bien.

—Ya basta. ¿Por qué estamos hablando de Nicholas si dije que no quería ni mencionarlo? Harás que vuelva a enfadarme por lo asqueroso que era.

Kat frunce el ceño y extiende una de sus manos para tocarme la frente y las mejillas.

— ¿Qué te pasa? ¿Tienes fiebre o estás enferma? —Me molesta, haciendo que me aparte bruscamente y le envíe una mirada irritada—. ¿Desde cuándo no quieres hablar de él?

—Desde ahora, así que mejor respeta mi decisión ¡y ya deja de mencionarlo! —Ella niega con la cabeza y empieza a murmurar su nombre como la insoportable que esa—. Ándate a la mierda, Kat. Eres una zorra traicionera.

Me río con ella hasta que veo que Lauren se pone de pie y, sin tomar sus cosas, camina hacia el interior del gimnasio. No se me ocurre otro motivo que no sea ir al baño, porque la cafetería está por fuera. La miro hasta que desaparece detrás de las puertas y de inmediato me remuevo en mi posición porque quiero seguirla.

Y no sólo quiero, sino que voy a hacerlo.

Nicholas no muestra tener intenciones de acompañarla o marcharse sin ella, así que seguramente volverá pronto. Sé que debería ser prudente y dejarla tranquila, pero no puedo hacerlo después de saber que quiere intentar algo con ella de verdad. No, no, no. Me niego a perderlo así como así sin hacer nada más que mirar cómo Lauren aprovecha cada oportunidad que tiene ahora que está soltero.

Me pregunto cuánto tardaría en querer dejar de verlo si le contara lo que hicimos antes de su cita, pero también sé que Nicholas me odiaría si lo hiciera y eso hace que no sea una buena opción. Nunca pensé que tendría que fingir sentirme atraída hacia una de sus conquistas para recuperarlo, pero aquí estamos. El amor es duro.

—Tengo que ir al baño —le digo a Kat, sin pensarlo más de dos veces porque no quiero arriesgarme a que regrese antes de poder hablar con ella—. Ahora vuelvo, ¿está bien? Espérame aquí.

Llevo mi botella de agua vacía para pretender hacer algo más que seguir a Lauren al levantarme y decido caminar alrededor del césped en la dirección opuesta hacia donde está mirando Nicholas, y aunque en otras circunstancias habría aprovechado para acercarme a él en lugar de ella, no quiero ni verlo después de decir que lo único interesante en mí era ser buena en la cama.

¿Qué podría hacer con Nicholas después de eso? En cuanto me viera me diría que no tiene nada que hablar conmigo y que será mejor que lo deje en paz. Y aunque quisiera hablar conmigo, ahora soy yo quien no quiere hablar con él.

Entro al gimnasio y espero no encontrarme con nadie conocido o que Hook haya decidido acompañar a Nicholas porque entonces tendré que explicarle qué hago detrás de Lauren.

Después de que se me escapara estar estudiando con ella, he tenido que evadir sus mensajes preguntándome qué estoy tramando como si fuera a estar involucrada en su secuestro. No entiendo por qué todos tienen ideas tan horribles sobre mí... O sí lo sé, pero ¡igual me enoja! No soy tan mala persona, sólo tengo mis momentos.

Al llegar al baño está casi vacío, así que me siento en cualquier espacio seco entre los lavamanos y apoyo mi espalda en el espejo, acomodando la botella junto a mis piernas mientras las balanceo y espero que Lauren sea quien está tarareando una canción dentro de uno de los cubículos. Bueno, no es que esté esperándolo porque reconozco su voz y sé que se trata de ella.

Cuando la puerta se abre y ella se encuentra conmigo, inmediatamente cambia su expresión y frunce el ceño. ¿Así es como recibe el placer de mi compañía? Qué malagradecida.

—Oh... ¿Qué haces aquí? —Le pregunto, con una sonrisa sarcástica—. Qué sorpresa, Lauren.

Ella sólo aparta la mirada y se detiene frente al espejo para lavarse las manos.

—Estudio aquí —me responde, y le sale más como una pregunta.

Por su vista perdida sé que es consciente de que no he apartado la mía y que no tengo intenciones de marcharme, y aunque por un momento creo que se sacudirá el agua de las manos y volverá con Nicholas, no lo hace. Se queda de pie con la espalda apoyada en la pared frente a mí, mirándome con sus enormes ojos curiosos.

Permanecemos en silencio, esperando exactamente lo mismo que es estar completamente solas, y no es hasta que una chica sale del cubículo junto a ella y se marcha que me bajo del lavamanos y me pongo de pie frente a ella. Me gusta que Lauren no quiera irse porque eso significa que pasará menos tiempo a solas con Nicholas, pero no me gusta que sea tan callada. Le toma un par de segundos enfrentarme y antes de que pueda hacerme una pregunta, me adelanto:

— ¿Estabas estudiando?

Se acomoda el pelo antes de responderme.

—Sí, estudiando. —me dice. No parece enojada, sino más bien con ganas de evadir mi pregunta.

— ¿En esta facultad? —enarco mis cejas—. Eres de salud, igual que Nicholas. —No puedo evitar mencionarlo con una pizca de rencor en cómo la miro.

—Tienes razón, pero el espacio es libre y en realidad no sé por qué tendría que darte explicaciones.

Suelto una risa.

—Sólo te estaba haciendo una pregunta, no tienes por qué enojarte. Perdóname por tener curiosidad de verte aquí.

Aparta la mirada, quitándose el esmalte de uñas.

—Tú nunca me respondes, así que supongo que haré lo mismo. —Se lame los labios al hacer una pausa y aunque parece momentáneamente distraída, me es inevitable no darme cuenta de que está nerviosa. Distraerla es tan fácil que podría bostezar.

—Yo siempre respondo tus preguntas, Lauren, al menos las importantes o la mayoría de las veces —digo, alzando la mirada hacia el techo—. ¿o no fue el otro día cuando me preguntaste si quería besarte y admití que quería hacerlo?

No parece sorprendida por recordarlo; de hecho, su expresión no cambia mientras me escucha. Me mira con más atención y me da la sensación de que intenta descubrir si estoy hablando en serio o si sólo estoy jugando con ella. Pobre.

— ¿Ves? Eso es lo que me molesta, que nunca me hablas en serio.

—Cumplo con ser sincera e intentar ser tan directa como al parecer lo eres tú —me defiendo—, que tú no quieras creerme es tu problema, no mío.

—No es que no te crea, es que... —Resopla—. A veces no te entiendo. ¿Qué se supone que significaba ese mensaje?

Se me escapa la risa. A veces es tan irritante que me desespera, pero me hago la divertida para que no vuelva con Nicholas. Me repito mentalmente que debo ser educada si no quiero molestarla.

—No te hagas la tonta, sabes lo que significa. —Respondo.

—Creo que hoy no es un buen momento para darme esas respuestas porque sólo me confundes más y hablando en serio, ¿por qué querrías besarme si casi no me reconoces? —Arruga la nariz con expresión incrédula—. Estás mintiendo. ¿O te referías a un beso normal? ¿Sin lengua?

—Los únicos besos que conozco y que querría conocer son con lengua —la interrumpo—. Me ofende que pienses que sería capaz de besar con algo menos de lo mejor.

—Entonces no entiendo. Tu mensaje decía que no era precisamente en la boca. —Se detiene y sacude la cabeza, soltando una risa—. ¿Qué mierda significa eso?

— ¿Estás hablando en serio?

— ¿Ah? —Me sorprende que parezca realmente confundida, cuando pensé que no había respondido sólo para irritarme—. Sí, claro. Lo digo en serio.

—Ahora yo estoy confundida. —Me apresuro a responder, acercándome un poco más a ella para hablarle más de cerca y bajar la voz—. Lauren, ¿en serio estás diciéndome que nunca nadie te ha besado... ahí?

— ¿Ahí dónde?

Chasqueo la lengua, perdiendo la paciencia.

—Ya sabes... —Separo dos de mis dedos y muevo mi lengua entre ellos para hacerla entender. Lauren se sonroja más al verme hacer eso y niega efusivamente con la cabeza—. ¡¿Qué?! —Por poco me pongo a gritar—. ¿Nadie?

— ¡Sólo una vez! Es decir... Fue hace mucho tiempo y no cuenta porque no me gustó y... y fue bastante incómodo.

—Siempre es incómodo —murmuro—. ¿Te lo hicieron o no?

—Creo, pero me dolió porque lo sentí muy brusco y nunca más quise volver a intentarlo. —Se calla cuando se da cuenta que tal vez está dándome demasiada información que no le pedí y se sonroja—. Fue una mala experiencia. No creí que fuera la gran cosa.

—La primera vez que te lo hacen no debería dolerte. —Pienso en voz alta, de pronto interesada en descubrir cómo es posible que a Lauren no le gustara que le hicieran un oral cuando es una sensación que difícilmente podría describir con palabras y que lamento no tener tan seguido ahora que no estoy con Nicholas—. Si sólo usan la lengua, no me explico por qué haría que te doliera.

—Yo tampoco —dice—. Pregúntale a mi vagina, tal vez sólo es sensible. —Se ríe.

Me río en medio de una mueca por su broma.

—O puede que sea demasiado selectiva.

—Sí, sí, eso también. —Hace como que lo lamenta—. Además, no estoy muy acostumbrada a eso de coquetear por teléfono. Soy inexperta.

— ¿Coquetear? —Me burlo, cruzándome de brazos—. ¿Piensas que estaba coqueteándote?

Obviamente piensa eso porque es lo que le hice creer, pero supongamos que quiero hacerme la difícil para parecer más interesada. Merezco un premio por esforzarme tanto.

—Pienso que eres extraña y que no quiero seguir hablando del tema.

— ¿Te da vergüenza?

—Claro que no, pero Nicholas me está esperando y ya debería irme.

Cierto. Se me había olvidado que no está sola y que sólo la seguí para hablar con ella porque supuestamente me muero de ganas de conocerla más. Acordarme que tendrá que volver a esa mesa para seguir estudiando hace que vuelva a sentirse como una tortura. Debí dejar que Nicholas me besara el día que fue a verme para poder aferrarme a algo por mínimo que sea.

Me volteo para verme en el espejo cuando Lauren se detiene justo antes de salir.

—Pero antes dime una cosa, ¿por qué me enviarías mensajes así justo después de decirme que estás enamorada de Nicholas? —No se le escapa nada.

«Porque fue lo único que se me ocurrió para sentirme menos humillada después de que Nicholas me refregara en la cara que te prefiere antes que a mí. Por eso.»

Hago como que lo pienso.

—Una cosa no quita a la otra.

—Y si querías besarme, ¿por qué te fuiste de mi departamento?

— ¿Me habrías dejado hacerlo?

Me sonríe.

—No estás respondiendo mi pregunta.

Alguien se acerca a través del pasillo y nos movemos de la entrada para dejarla entrar, quedándonos en silencio porque nuestro momento a solas ya terminó. No hay forma de hablarle de estas cosas con alguien más presente porque deja de ser divertido cuando está la posibilidad de que alguien más lo sepa.

Lauren se aclara la garganta y me indica con una inclinación de cabeza que debemos irnos, así que vuelvo a entrar para llenar mi botella de agua y cuando salgo, me doy cuenta que Lauren ya está caminando en dirección a la salida del gimnasio. La tomo del brazo para detenerla.

—Espera —murmuro, sin saber qué decirle. Piensa rápido, piensa rápido—. En realidad te seguí al baño porque quería decirte que iré a tu casa esta noche para estudiar.

Perfecto.

— ¿Qué?

—Mi examen es la próxima semana y hay algunas cosas que todavía no entiendo —miento. Me sorprende lo buena que soy haciéndolo o lo ingenua que es Lauren al no darse cuenta que mis notas son altísimas.

— ¿Irás a mi casa? —Se voltea para mirarme de frente y aunque sigue sonriendo, también frunce el ceño—. No suena como una pregunta, Camila, sino un aviso.

—Es la misma cosa.

—Tienes que preguntar primero porque en ningún momento recuerdo haberte dicho que puedes ir cuando se te ocurra.

—Pero es viernes —le recuerdo, poniéndome de mal humor—. Dijiste que podríamos estudiar si era fin de semana. —Mi voz suena recriminándola, pero no me importa. Detesto que quiera darse tanta importancia y esté corrigiendo mi manera de hablar cuando si no he cambiado hasta ahora, mucho menos lo haré por ella.

Lauren se encoge de hombros.

—Podría tener otros planes o querer estar sola. —Se hace la interesante cuando ambas sabemos que no los tiene y que va a abrirme de todas formas. Ruedo los ojos.

—Lauren, no seas mentirosa.

—Sé educada y pregúntame o te juro que no te abriré la puerta.

—Tú no me das órdenes.

—Tú tampoco me las das a mí, así que busca otra persona que quiera enseñarte y nos ahorramos los problemas. Adiós.

De verdad está dispuesta a marcharse y dejarme hablando sola, ignorando mi expresión que espero esté transmitiéndole lo frustrada que me tiene su actitud tan correcta siempre. Tengo que tragarme todo el orgullo para volver a sostenerla e impedir que se vaya, mordiéndome la lengua para no mandarla a la mierda como debí haberlo hecho el primer día. Me siento hasta patética rebajándome a este nivel.

Lauren se ríe al verme.

— ¿Tanto te cuesta decir 'por favor'? —Me pregunta cuando me aparto por el mal humor.

—Eres insoportable.

—Pedir que no me trates como si siguiera tus órdenes no es ser insoportable.

Chasqueo la lengua, cansada de escucharla.

—Si quieres que te haga la estúpida pregunta, entonces la hago. ¿Puedo ir a tu casa esta noche para estudiar? —Hablo casi lanzándole disparos por los ojos—. Pero dime rápido sí o no, Lauren —la presiono a responder—. No tengo todo el día.

—Creo que lo pensaré, ¿te parece bien? —dice al fin—. Bah, en realidad si no te parece bien, entonces no vendrás y será tu decisión. —Se encoge de hombros, alejándose hasta la entrada. Antes de abrir la puerta para salir, se voltea para mirarme una última vez—. Te lo haré saber en un mensaje.

La miro mientras camina hacia Nicholas y aparto la mirada antes de volver donde está Kat, sin siquiera enojarme con ella por no responderme porque es obvio que me va a decir que sí. Casi no la conozco, pero tengo la impresión de que quiere darme el beneficio de la duda al intentar llevarnos bien sin que el hecho de ser la ex de Nicholas interfiera en la opinión que tiene de mí.

No sé cuánto tiempo más pueda soportar esto. No sé si valga la pena el estar arriesgándome tanto a que Nicholas sepa que voy al departamento de Lauren y termine odiándome de todas formas, pero de verdad espero que todo tenga su recompensa.





Lauren

—Desearía acompañarte, pero mi mamá también está enferma y me ofrecí... —Sophie se queda en silencio y después la escucho estornudar. Ha estado así desde que empezamos a hablar desde hace como diez minutos—. Ay, me ofrecí a cuidar a mis hermanos ¡porque me enfermaron? ¿Puedes creerlo? Podrías decirle a Audrey que te acompañe, seguramente estará llorando por Aiden y querrá alcoholizarse para superarlo.

Sostengo el teléfono con más fuerza cuando la escucho reír.

—No... No puedo invitarla. —Respondo, medio distraída en ver si necesito depilar mis piernas porque no lo hago hace varias semanas; inmediatamente rechazo la idea porque ni siquiera se notan a excepción de si miras de cerca—. Tal vez mañana podamos salir a beber unas cervezas y entonces seguir en mi casa.

—Tendremos que escucharla llorar por él de nuevo y no, gracias.

—No seas mala —le digo—. Te hemos escuchado llorar muchas veces y Audrey es la que más paciencia te tiene.

—Lo sé, lo sé, sólo estaba bromeando. Es más divertido hacerlo cuando está escuchando y se ofende. —Se ríe—. ¿Por qué dijiste que no puedes invitarla? ¿De qué me perdí? —Más que preocupada, estoy segura que está emocionada ante la idea de un chisme nuevo del que pueda hablar durante toda la semana.

—De nada, Sophie, sólo que hoy no estaré sola. Normalmente me gusta tener visitas cuando no hay nadie más.

— ¿No? ¿Tu papá no tenía que trabajar? Espera, es viernes, ¿no? ¿No dijiste que tiene el domingo recién tendrá una noche libre? —Se escucha confundida.

—Sí —me muero el labio inferior, un poco ansiosa de contarle—, pero estoy esperando a Camila porque quedamos en que vendría a estudiar otra vez. —Hablo más rápido de lo que planeaba.

Escucho un sonido de exclamación.

— ¡¿Cómo que de nuevo irá a tu casa?! —Me alejo el teléfono de la oreja cuando Sophie parece querer matarme de un ataque al asustarme así—. Perdona, perdona, es que estoy sorprendida. ¡Pensé que sólo se trataba de una vez! ¿En qué te estás metiendo?

— ¡En nada! —Respondo—. Sólo viene a estudiar, nada más. Hoy sí será la última vez porque me dijo que su examen es la próxima semana, así que... —Vuelvo a llenarme la boca y me toma un par de segundos terminar de tragar—. No sé, supongo que después de eso ya no necesitará seguir viéndome.

Estoy recostada en mi cama con los piernas extendidas sobre la pared y la boca llena de un chocolate que mi papá dejó en el refrigerador antes de irse al hospital a trabajar. Me dijo como cien veces que era suyo y que no lo tocara, pero no creo que le moleste que cuando llegue ya no esté. Soy su única hija y tendré que recordarle que lo suyo es mío.

— ¡No! —Me grita de la nada, asustándome y haciendo que frunza el ceño.

— ¿Cómo que no?

—No, no te hablo a ti. Es Betty. —Escucho una risa infantil seguida de un llanto que reconozco de su hermana—. Mierda, ¡se está volviendo loca! Y me está volviendo loca. Escuchó a una de sus amigas decir que su perro volvió a la vida por arte de magia después de fallecer por asfixia y ahora está convenciendo a Brett para ir a desenterrar a nuestro gato que murió hace más de tres meses.

— ¿Q-Qué? —Me atraganto con mi propia saliva al reír y tengo que incorporarme para toser mientras escucho que Sophie continúa gritándole que se quede quieta—. ¡Qué asco! No la dejes, imagina lo podrido que debe estar ¡y tú tendrás que limpiarlo! —Exagero mi voz al hacer una arcada—. Convéncela de que es mejor esperar hasta Halloween, ¡y dile que yo misma la ayudaré a desenterrarlo!

Sophie gruñe.

—No me estás ayudando, Lauren.

Me río más fuerte.

—Estoy dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para tu hermana me quiera.

—Te volvería a odiar cuando Brett te vea y se derrita por ti. —Hago un puchero para lamentarme aunque no pueda verme—. Brett... No, no, Brett... No llores, no llores. ¡Ay, Betty, bájate de ahí! —La escucho perder la paciencia antes de que se corte la llamada. E imagino que no lo hizo a propósito, sino que más tarde me llamará para quejarse de lo estresada que está con los mellizos y continuaré burlándome de ella.

Miro la hora y ya son las nueve y media. Vuelvo a recostarme y cruzo mis piernas, sintiéndome un poco ansiosa. No sé muy bien cómo describirlo, pero falta poco para que Camila llegue si es que no llegará atrasada como la última vez. Siento un cosquilleo en mis manos y tengo que volver a mentalizarme en mantener distancia.

Pensé en cambiarme de ropa, pero al final decidí no hacerlo porque si vamos a estudiar en mi casa, al menos quiero estar cómoda. Estoy con mi short de pijama y un polerón que seguramente perteneció al ex novio que tuve antes de entrar a la universidad, no estoy segura. Quizás también sea una ladrona que no devuelve las cosas y recién esté dándome cuenta, pero como me queda grande y sé que yo no lo compré, fue lo primero que se me ocurrió al verlo en mi armario.

Me ato el pelo sólo para tener las manos ocupadas y luego me río de mí misma. ¿Por qué estoy tan nerviosa si sólo se trata de Camila? No es como que fuera Nicholas, por quien sí debería sentirme nerviosa.

Voy hacia la sala y abro un poco las ventanas porque la noche se siente calurosa, o quizás sea yo quien está tan inquieta que me siento como asfixiada. Ay, por favor, tengo que tranquilizarme. ¿Qué tengo? ¿Trece años de nuevo?

''Puede que haya querido besarte, aunque no precisamente en la boca.'' He repetido esa parte del mensaje en mi cabeza una y otra vez desde que lo leí, a pesar de no querer y haber hecho una especie de juramente sobre no pensar en ella. No es ni un poco sano enviar esas cosas y hacerme imaginar un montón de escenarios que seguramente nunca ocurrirán entre nosotras. Y no es justo que sus provocaciones sean constantes si luego se verá como si nada le importara.

Porque nada le importa, me recuerdo. Seguramente ni debe acordarse de ese mensaje y yo aquí torturándome sola.

No pasan ni diez minutos desde que enciendo la televisión cuando suena el timbre e instintivamente me llevo las manos a la boca para morderme las uñas. Está bien. Éste es el plan:

Si se acerca, yo me alejo.

Si coquetea, yo cambio el tema.

Si hace algo como lo que hizo con la botella, yo no miro.

Y si acerca su rostro o sus dedos, le digo que estoy cansada y que se vaya a su casa.

Es simple, práctico y fácil. A prueba de todo. Busco las llaves y decido no apagar la televisión para evitar cualquier silencio incómodo que aumente la tensión entre nosotras. Me hace sentir mejor el tener una especia de guía que me recuerde lo mala idea que sería seguirle la corriente cuando no es ella quien me interesa, así que después de ver que efectivamente es ella por la mirilla de la puerta, giro el picaporte.

— ¡Ahí estás! Hola, Lauren. —Es una mirada fugaz y malintencionada, pero alcanzo a ver que me mira de pies a cabeza antes de seguir hablando—. Llegué temprano esta vez y sin gritar. ¿Me vas a felicitar?

—Hola, Camila. No, no lo haré. —Se me escapa una risa incómoda al verla porque a diferencia de mí, está muy arreglada. Incluso distingo máscara de pestañas y un poco de brillo labial, por más que trate de no mirar su boca para no sentirme más extraña—. Oh... Tienes las manos vacías.

—Sabía que extrañarías el vodka.

En realidad lo dije porque de nuevo no trajo sus libros o apuntes para decirme qué cosas no entiende para explicárselas, pero cuando menciona la botella de vodka no puedo evitar sentirme decepcionada al tener que darle la razón porque puede que sí vaya a extrañarlo.

—No me refería a...

—Durante todo el camino pensé que me torturarías y me harías esperarte otra media hora —me interrumpe—, pero por lo rápido que me abriste la puerta, apostaría que estabas esperándome y morías por escucharme llegar. —Presume, sonriéndome.

Me hago a un lado para dejarla entrar. Su mano pasa a rozar mis piernas, sin intenciones aparentes, y me provoca un cosquilleo en el estómago. Es una tensión que sólo crece al verla.

—En realidad... —murmuro, apoyando mi espalda en la puerta después de cerrarla—, lo hice porque entre más rápido entres, más rápido te irás.

Abre los labios y se hace la ofendida.

—Y así dices que no podrías ser más maleducada que yo.

—Al menos una de nosotras tiene que ser honesta —le digo.

—Entonces, ¿admitirás que esperabas que llegara con una botella de alcohol para las preguntas?

Me hace sonreír que me lo pregunte como si se me hubiera pasado por la cabeza mentirle.

—No pensaba negarlo, Camila. Pensé que traerías más vodka y que haber querido venir un viernes era para no ir con resaca a la universidad, pero no me refería a eso cuando dije que tenías las manos vacías, sino a que de nuevo no trajiste tus cosas. ¿No vas a necesitar tus libros?

—Es que no me gusta repetir cosas que ya he hecho y se me ocurrió otra forma de estudiar, una más dinámica y más demostrativa. Una que no involucra libros, ni alcohol, ni nada más que tus manos —murmura, quitándose la chaqueta y enarcando sus cejas con expresión divertida—. Y para eso, te necesito bien despierta.

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