👑Capítulo 11👑
El llanto de Esther era desgarrador. Rebekah había caído de rodillas al suelo, mientras que Aidan la rodeaba con sus brazos. Elijah, Finn y Kol permanecían con la cabeza baja, mientras que Mikael apretaba fuertemente los puños y miraba con recelo a Klaus.
-¿Qué pasó?-exigió saber, con la mandíbula tensada y la voz hecha un gruñido.
-Los...los lobos.-respondió Klaus, aun sosteniendo a su hermano entre sus brazos.-Se metieron por el lado norte del túnel.-
-¡Mi hijo!-gritó Esther, abrazando a Henrik. Mi madre se separó de la multitud, se arrodilló a su lado y le masajeó la espalda.
Ingrid se refugió con Igor, mientras protegía a Alexandra entre sus brazos.
Ethan me tomó de la mano, apoyando su mentón sobre mi cabeza. Al otro lado, Milah, la hija de mi hermano mayor, lloraba a lágrima limpia aferrándose a la falda de su madre. Ella y Henrik eran grandes amigos.
-Nunca más.-gruñó Mikael, dirigiéndose a mi padre.- Artem, no pienso dejar que mis hijos pasen lo mismo que mi pobre Henrik.-lo miró fijamente a los ojos.- ¿Estás dispuesto a proteger a los tuyos?-
Padre nos examinó a los cuatro con el ceño a medio fruncir. Alzó la barbilla y se irguió.
-Mataría a cada lobo con garantizar la protección de mis hijos.-dijo, haciendo notar su acento.-Mikael, cuentas conmigo para encontrar la forma de protegerlos.-
Ambos estrecharon sus manos y marcharon cada uno hacia sus respectivas casas.
Fue difícil decirle adiós a Henrik y fue mucho más difícil cuando tuvieron que quemar su cuerpo en una pira de maderas. Por el poco tiempo que llegué a conocerlo, lo supe querer.
El resto de los días todos tuvimos que mantener la cabeza ocupada. Con Elijah volvimos a la casa de Mikael, ya que este decía que quería tener a todos sus hijos cerca para mayor seguridad. Pero a pesar de que estábamos todos juntos, se notaba la ausencia de Henrik y se formaba un enorme vacío. En las noches se podía escuchar el llanto ahogado de Rebekah.
Sabía cuánto dolía la pérdida de un hijo y los cambios que pasaba una persona; por ejemplo, Mikael se había puesto mucho más malhumorado y reacio con el correr de los días. Cada vez que podía se desquitaba con Klaus y lo culpaba de la muerte de su hermano.
-¡Muchacho estúpido!-le gritó una mañana, mientras lo empujaba dentro del corral de las cabras.- ¡Eres débil, un idiota!-le asestó un puntapié en el estómago.-No sirves para nada.-lo miró con despreció, para luego regresar a la casa.
Klaus se reincorporó, refunfuñando, y se metió dentro del establo.
Asegurándome que nadie me miraba, terminé de colgar la ropa y lo seguí. Cuando llegué, lo encontré pateando un costal de harina. Parecía estar canalizando toda su ira en esa bolsa.
-Klaus.-hablé, pero no me hizo caso.- ¡Klaus!-exclamé, justo cuando el costal se descocía y todo su contenido se desparramaba por el suelo.
-¿Lo oíste, verdad?-preguntó, frunciendo el ceño.- ¡Cree que soy débil! ¡Cree que soy un idiota!-
-Eres un idiota por dejar que sus palabras te hieran.-repliqué, cruzándome de brazos.- Sé que el carácter de tu padre es un tanto...complicado, pero debes entender que está pasando por un mal momento. Algún día, cuando tú tengas tus propios hijos, lo entenderás.-me acerqué a él, corriéndole la harina que tenía en el cabello.-Tal vez te está preparando para afrontar la vida. Tal vez no quiere perderte.-
-Prefiere perderme.-aseguró, apretando su mejilla contra mi mano.-Pero antes de que lo haga, le voy a enseñar que no soy débil.-intentó salir, pero lo detuve.
-No estás pensando las cosas con claridad.-dije, apoyando mi mano libre contra su pecho.-Enfrentarte a tu padre no te harás más valiente.-
Se restregó las manos por el rostro y suspiró.
-No lo soportó más.-
-¿Y si nos vamos?-propuse.
Klaus me miró intrigado.
-¿Qué?-
Me mordí el labio y me acomodé el cabello.
-Hace días, fui a ver a mi abuela.-murmuré.-Ella dice que si queremos tener una vida, debemos abrir las alas y volar, no permitir que nos presionen.-
-¿Estarías dispuesta a dejar a Elijah...por mí?-preguntó, tomándome de las manos.
-Mi intención no es lastimarlo.-miré a un costado y sonreí de lado.-Pero me merezco ser feliz.-
Klaus me tomó de las mejillas y me besó.
-Está decidido.-dijo, juntando su frente con la mía.-Nos iremos a media noche.-
*.*.*
Cuando el sol se escondió en el horizonte, mis padres, los gemelos e Ingrid llegaron a la hora de la cena. No me sorprendía verlos, ya que mi madre era quién ayudaba a Esther a pasar por el duelo.
Una vez que la mesa estuvo puesta, Rebekah hizo su aparición luego de varios días encerrada en su habitación. Se notaba que tenía los ojos rojos e hinchados. Madre y Esther trajeron la cena y ambas compartieron una mirada, que no pasó desapercibida por Ingrid y por mí. Cabía decir que estaban raras desde que padre propuso cazar a todos los lobos.
-Por Henrik.-brindó Mikael, levantando su copa.
-Por Henrik.-repetimos.
Cuando probé el vino, había un sabor raro. Definitivamente, no era el mismo que todas las noches. Lo que más me llamó la atención fue que ni mi madre, ni mi padre, ni Mikael ni Esther bebieron.
Solté aire y me pasé la mano por el cabello. Estaba sintiendo calor y me sentía un tanto mareada.
-¿Estás bien?-preguntó Elijah. Parpadee un par de veces y asentí.
-¿Ocurre algo, Alla?-quiso saber Mikael.
Ella estaba pálida y parecía nerviosa. Ella estaba mirándome fijamente.
-Lo estoy, lo estoy.-afirmó, sonriendo. Padre la miró de reojo, pero no le prestó mucha atención.
-Madre...-susurró Rebekah, casi sin poder mantener los ojos abiertos.
Al darle un segundo sorbo al vino, la cabeza comenzó a darme vueltas. Me sentía como si estuviese dentro de un horno. Tenía demasiado calor siendo que los días se estaban poniendo fríos.
-Es hora.-habló Mikael, poniéndose de pie junto a mi padre.
Miré de reojo a mis hermanos: Ethan parecía querer quedarse dormido, ya que no dejaba de mover la cabeza para todos lados. Aidan cerró los ojos y de pronto cayó sobre la mesa. Ingrid estaba con los ojos bien abiertos y parecía asustada.
-¡¿Qué van a hacer?!-chilló, cuando se escuchó el silbido de las hojas de dos espadas.- ¡¿Padre?!-
-No podemos perder a otro hijo.-murmuró Mikael.
-¿Qué tenía el vino?-preguntó Ingrid, volcando el contenido al suelo.
-¿No lo bebiste?-alcancé a distinguir que negó. Padre y Mikael se miraron entre sí y no tardaron en abalanzarse sobre ella.
-¡Suéltenme!-gritaba mi hermana, forcejando para liberarse.- ¡Madre! ¡Madre! ¡Por favor!-la obligaron a tomar de un copa y luego...y luego...no sé qué pasó, pero grité cuando le atravesaron el pecho con una de las espadas.
Me puse de pie, haciendo que la silla cayera.
-Thalía.-habló mi padre, acercándose.-No tengas miedo, cariño.-
-La...mataste.-la voz me salía a modo de susurro y la cabeza me pesaba horrores.-La...mataste...a tu hija.-
-Shhh...-colocó su mano detrás de mi nuca y me acercó a él.-Todo irá bien. Solo confía en mí.-los parpados parecían querer ceder y terminaron haciéndolo.-Lo lamento, hija.-me quedé sin aliento cuando la misma hoja que había acabado con mi hermana, estaba perforándome el pecho.
*.*.*
¡Hola!
Sé que es un capítulo muuuy corto y medio...soso, pero es que quiero dejar lo mejor para más adelante.
Como mencioné en una de las respuestas a un comentario, no falta mucho para que terminé la historia. Obviamente la voy a seguir y me voy a basar en algunos capítulos de The Vampires Diaries y la voy a continuar con The Originales.
Bueno, en fin, espero que les haya gustado el capítulo y nos vemos en la siguiente actualización.
¡Besos!
PD: Antes de que me olvidase, tengo dos anuncios:
1) Estoy pensando en subir una novela de Stefan y tú.
2) ¿A alguien le gusta Once Upon a Time, más concretamente, el Capitán Garfio? Porque si hay alguien, les quería decir que también estoy pensando en subir una novela relacionada con esta serie.
Ahora sí... ¡BESOS!
Dany Styles.