Abrió la puerta y suspiró al ver a Lu Xiao Yu, la cuidadora, con MeiLing en brazos. Eran las dos últimas personas que quedaban en el lugar.
—Lo siento tanto —se disculpó Xiao Zhan, dejando sus cosas en el mostrador para tomar a la bebé.
Lu Xiao Yu sonrió.
—Tranquilo. Está casi dormida. Lloró un poco cuando dieron las cinco y tú no llegabas.
El mayor sintió una punzada en el pecho. MeiLing solo tenía cuatro meses, pero ya lo veía como su familia, su padre. En la vida de ZhanZhan había habido muy pocos momentos que no estuvieran caracterizados por la inseguridad y la sensación de fracaso. Uno de esos momentos fue cuando lo contrataron para diseñar los escaparates de las tiendas y ser uno de los secretarios personales para la presidencia de empresas Wang&Tuan. Y otro fue cuando YangZi le puso a MeiLing en brazos y le preguntó si podía ocuparse de ella un rato, mientras Yang descansaba un poco para recuperarse de la fatiga que la invadía desde el parto. Pero YangZi no volvió a despertarse y Zhan seguía ocupándose de MeiLing. Tenía que hacerlo. Y quería hacerlo. Amaba a la niña más que a su propia vida.
Lu Xiao Yu le puso a la pequeña y su mantita en los brazos, y Xiao apretó a su hija contra el pecho mientras intentaba contener las lágrimas. Miró a Yibo y supo que había hecho lo correcto.
MeiLing era suya para siempre. Haría lo que fuera necesario para que nadie se la arrebatara.
Lu tomó la bolsa de los pañales y entonces advirtió la presencia de su apuesto jefe.
—Señor Wang —exclamó, muy sorprendida—, ¿qué lo trae por aquí?
A ZhanZhan le pareció que se lo preguntaba con un tono ligeramente esperanzado, como si deseara que Yibo hubiera ido para violarla contra la pared, ¿tal era el efecto que tenía en las mujeres?
—He venido para recoger a MeiLing —dijo él.
—Oh... —Lu Xiao Yu se quedó muda de asombro.
—Con Zhan-Ge —añadió luego, quitándole la bolsa de los pañales—. La noticia ha salido hoy en los medios, pero por si no te has enterado, Xiao Zhan y yo vamos a casarnos.
La chica los miró boquiabierta, incapaz de pronunciar palabra.
—¿Vamos, cariño? –dijo Yibo, recogiendo las cosas del mayor que se encontraban sobre el mostrador.
Ver a su jefe serio y fuerte, con un bolso de unicornios y mariposas, bastaría para hacer reír a cualquiera. Pero había algo más, una extraña sensación en el estómago y en el pecho, que cortaba la risa.
ZhanZhan se despidió de la chica con la mano y salió de la guardería en dirección al estacionamiento. Yibo iba detrás de él, cargado con todas sus cosas.
—Lo siento —se detuvo y se giró hacia él—. Yo los llevaré —trató de extender el brazo que le quedaba algo libre.
—No es necesario —negó Yibo.
—No tienes por qué hacerlo. No... no tienes que acompañarme incluso al auto.
—Yo creo que sí.
—No, de verdad que no.
—Acabamos de anunciar nuestro compromiso. ¿Crees que dejaría que mi novio fuera al auto por si solo, cargando con una niña, una bolsa de pañales, un bolso y lo que quiera que sea todo esto?
—Puede que no, pero no tienes fama de ser muy galante, que digamos.
—Cierto, pero eso va a cambiar,¿recuerdas?
—¿Por qué?
—Sigue caminando.
ZhanZhan había notado que no miraba a MeiLing. La niña ejercía el mismo interés en él que el de un objeto inanimado. La mayoría de las personas se enternecían cuando la veían o acariciaban.
Pero Yibo no.
—¿Cómo vamos a hacer esto? —le preguntó al llegar al estacionamiento.
—¿Dónde has estacionado?
—Ahí mismo. Gracias a MeiLing puedo estacionar cerca de la puerta.
—Una buena política —observó él—. No creo que fuera cosa mía.
—Creo que fue cosa de tu padre.
Una expresión extraña cruzó el rostro de Yibo.
—Interesante. Pero muy propio de Jackson. Siempre ha sido un hombre muy práctico. Por eso montó una guardería en el edificio. Porque sabía que para los empleados con hijos la familia era una prioridad. De esa manera podían estar cerca de sus hijos sin desatender el trabajo, aunque eso suponga perderse los partidos de fútbol... No estoy dispuesto a construir una cancha en el estacionamiento.
—No, ya me imagino que no —cambió el peso de un pie a otro, sin saber qué hacer—. Bueno, no llegué a conocer a tu padre, pero a juzgar por las políticas que implantó en la empresa parece un buen hombre.
—Lo es.
El mayor se giró y se encaminó hacia su auto.
—Oh, el bolso... —se detuvo y se volvió de nuevo hacia Yibo, quien intentó sacar el bolso del montón de cosas—. No importa, olvidé cerrar el auto.
—¿Olvidaste cerrar el auto?
—Aquí abajo no hay peligro de que me lo roben —abrió la puerta trasera y dejó a una durmiente MeiLing en su sillita.
—Aun así, conviene cerrarlo.
—¿Desde cuándo vives en este país? —le cambio de tema rápidamente Xiao Zhan.
—Desde que nací, pero estuvimos en Estados Unidos por seis años. ¿Por qué?
—Es que... hablas un inglés muy correcto en tus reuniones con los inversionistas.
—Es mi segunda lengua. Y Jackson y Mark hablan un lenguaje muy formal, algunas veces incluso hablamos en inglés entre nosotros.
—¿Te diriges a ellos por sus nombres de pila?
—Tenía catorce años cuando me adoptaron, lo que sin duda ya sabes por ese interés insaciable que muestras hacia la prensa rosa.
—Tanto como un interés insaciable...
—Habría resultado muy extraño llamarlos de otra manera —continuó Wang como si él no hubiera hablado—. Me adoptaron para ser el heredero del imperio Wang&Tuan, más que para ser un hijo.
—¿Eso te dijeron ellos?
—Es la única razón que se me ocurre.
—Entonces, ¿por qué no llevas el apellido Tuan? —siempre había tenido esa duda, pero nunca había tenido ocasión de preguntárselo.
—Jackson y yo lo acordamos desde el principio. Yo quería conservar el apellido de mi madre.
—¿Y el de tu padre no?
El rostro de Yibo se endureció visiblemente.
—¡No! —le dijo tajante.
Zhan parpadeó con asombro y optó por no indagar más en el tema.
Cerró la puerta del auto y se apoyó en el costado.
—Bueno, supongo que nos veremos mañana.
—Nos veremos Zhan-Ge, pero esta misma noche —le dijo el menor de pronto.
—¿Qué?
—Tenemos que trazar un plan. Y si voy a ayudarte, tú tendrás que ayudarme a mí. Es el interés de ambos que lo nuestro parezca muy real. Una vez que lo confirmemos no hay vuelta atrás, ¿entendido?
Él asintió lentamente.
—Y recuerda también esto, tú tienes mucho más que perder que yo. Para mí no sería más que otra mancha en mi historial, y francamente, ya he perdido la cuenta. Tú, en cambio...
—Podría perderlo todo —dijo Xiao con un nudo en el estómago.
—Por tanto debemos asegurarnos de no dar ningún paso en falso. Voy a acompañarte a tu casa.
Al imaginárselo tan fuerte, varonil y autoritario en su diminuto departamento sintió que todo le daba vueltas. La idea de tener a cualquier otra persona en su hogar le resultaba extraña e incómoda, pero no tenía opción. No podía actuar como si Wang lo pusiera nervioso. Se suponía que era su novio y que lo había elegido a él.
—Estoy mareado —admitió en voz alta.
—¿Quieres que conduzca yo?
ZhanZhan negó con la cabeza.
—No, no hace falta. Enseguida me recuperó —dijo mientras le abría la puerta del pasajero.
Esperaba no equivocarse...
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Espero hayan tenido buen fin de semana!!❤️🤗
Cómo ven Yibo aún no mira atentamente a la pequeña MeiLing...
¿Cómo será la noche en que se presenten como prometidos?
¿Llevarán a la pequeña Mei?
Nos leemos en el próximo capítulo 😊💕
Regalito visual para el alma...
Créditos a quien corresponda ♥️