Tentaciones

By NicoleSLHerrera

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Taalia Ansset es una jovencita rebelde y que siente desagrado por las reglas que le impone la sociedad, apesa... More

Pequeñas palabras iniciales
Capítulo 1: Encuentro no planeado
Capítulo 2: Lo que hay en su mente
Capítulo 3: Sin temor
Capítulo 4: Despedida
Capítulo 5: La Mansión de junto
Capítulo 6: Nuevamente tú
Capítulo 7: Mala idea
Capítulo 8: Un aviso terrible
Capítulo 9: Lo que es correcto
Capítulo 10: El momento llegó
Capítulo 11: Una boda no tan feliz
Capítulo 12: Equivocación
Capítulo 13: ¿Es sincero?
Capítulo 14: Sentencia de divorcio
Capítulo 15: Un acercamiento
Capítulo 16: Es un trato
Capítulo 17: El bienestar propio
Capítulo 18: Dos sabuesos
Capítulo 19: Mis sentimientos
Capítulo 20: Di mí nombre
Capítulo 21: Visitas
Capítulo 22: Ladrón
Capítulo 23: La mejor decisión
Capítulo 24: Un viaje que traerá cambios
Capítulo 25: Un nuevo malentendido
Capítulo 26: El final del camino
Capítulo 27: No quiero más amor
Capítulo 28: Adaptarse al dolor y a los errores
Capítulo 29: Un nuevo deseo
Capítulo 30: Malas elecciones
Capítulo 31: Falsos rumores
Capítulo 32: El mayor temor
Capítulo 33: Su verdadera identidad
Capítulo 34: La trampa
Capítulo 35: Estoy aquí
Capítulo 36: A salvo
Capítulo 37: Gracias
Capítulo 38: Amenazas vacías
Capítulo 39: La peor tragedia
Capítulo 41: Te amo
Capítulo 42: Rodeados de perfección
Capítulo 43: No te vayas
Capítulo Final: Por toda la eternidad
Gracias por todo

Capítulo 40: Revelaciones

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By NicoleSLHerrera

La persona terminó de hacer su observación, corrió hasta donde había dejado oculto a su caballo y se encamino hacia la pequeña casa que había sido alquilada el día anterior.

La mujer esperaba ansiosa las nuevas noticias, el día que quisó regresar a su mansión, estaba llena de policías y caballeros contratados por Lucas, no hubo mas opción que esconderse en otro lugar, al menos tenía dinero suficiente con ella, por lo que estaría bastante bien por un tiempo.

El muchacho empezó a detallarle lo más posible sobre quienes habían salido de la mansión y que cada parte de ella estaba siendo cuidada bastante bien por los caballeros.

Emilia dejó que un suspiro escandaloso e impropio de una dama escapara de sus labios, apretó fuerte los puños. Al menos quería sacar a su sirvienta, pero estaba muy bien vigilada.

Desde esa noche, su estado de ánimo no era el mejor, debió de imaginar que Lucas no la buscaría por otra cosa, que no fuera conocer el paradero de Taalia, sin embargo, jamás imagino que tendría tan buenos instintos, como para darse cuenta de que ella estaba involucrada. Su propia ilusión le jugó una mala pasada, estaba demasiado distraída pensando en que las oportunidades con el rubio se habían vuelto altas, que no se pensó en otra posibilidades.

De alguna manera, se sentía traicionada, ella y Lucas no tenían nada que ver, y aún así, su corazón dolía como nunca antes.

Además que por las noches unas horribles pesadillas la invadían, al despertar solo tenía breves destellos de unas personas persiguiendola y sufriendo daño a manos de desconocidos. Lo que era peor, es que todo era tan real, que se levantaba no solo bañada en sudor, sino también con el rostro empapado en lágrimas.

Mandó al muchacho a investigar sobre los que estaban en la plaza. Emilia ya imaginaba lo que sucedería con ellos, no le afectaría tanto si Marian no se encontrará allí. De algún modo, tenía la sensación de que si la dejaba morir, su vida no volvería a ser normal.

Quisó convencerse de huir, pero allí estaba, arriesgándose por alguien que no debería tener importancia alguna, una mujer que podía ser reemplazada fácilmente.

Además, también quería una venganza, estaba planeando el modo de arruinar por completo a esos dos, solo que aún no tenía planeado como.

No tenía ganas de comer, tal vez dormir por un par de horas serían suficientes.

" — Mi nombre es Taalia Ansset.

La imagen borrosa y la voz infantil aparecieron frente a ella.

La pequeña se escondía tras las faldas de su madre y parecía algo avergonzada, casi no tenía amigos, de hecho, está era la primera vez que conocía a alguien de su edad.

— Soy Darla Cattabek... — salió un poco de su 'escondite' y miró a la niña que le presentaba una gran y tierna sonrisa — Es un gusto — algo indecisa caminó hasta la niña que en algún momento había estirado su mano y ambas dieron un apretón, como si fueran adultas.

— También es un gusto — ella parecía también algo nerviosa pues sus dedos temblaban un poco — ¿Quieres jugar conmigo? — preguntó algo ansiosa.

Darla le dió un breve vistazo a su madre, y después de ver el consentimiento en sus ojos, asintió varias veces mientras seguía a Taalia al jardín de los Ansset.

(...)

En el parque solo jugaban ellas dos, ese día casi no había personas cerca y la niñera estada distraída coqueteando con un guardia, como para notar que las dos niñas se habían alejado.

Taalia y Darla daban saltitos mientras cantaban una canción.

No fue hasta que el golpe en el hombro derecho de Darla, hizó que ambas estuvieran asustadas. Taalia encontró una pequeña piedra cerca, al dirigir su mirada en dirección de dónde vino la piedra, encontró la causa. Un niño con una resortera les apuntaba para lanzarles otra piedra.

Darla parecía muy asustada, solo con echarle un vistazo al niño, se podía decir que era pobre y esas personas odiaban tanto a la nobleza que se saben que son capaces de hacer mucho daño.

— Taalia, regresemos.

— No — dió unos pasos al frente — No me iré hasta que ese niño se disculpe contigo — lo dijó en voz alta, para que el propio infante que estaba atacandolas, la oyera.

El niño pareció enfadado por esto, por lo que no dudo y lanzó el siguiente proyectil, le dió a Taalia justo en la frente. Las lágrimas se amontonaron, para su suerte solo le quedó una pequeña marca roja, ella acaricio la parte enrojecida. Ahora sí, Taalia estaba enfadada, camino hacia donde estaba el niño y le lanzó una bofetada, que si bien no era dolorosa, era sorpresiva.

— ¡Oye! ¡No te han enseñado que debes respetar a las damas! — gritó furiosa.

La madre del niño, apareció en el momento, había salidó a comprar unas medicinas y cuando regreso no encontró a su hijo, mientras lo buscaba vio toda la escena. Se acercó corriendo y tomó al niño en brazos.

— Señorita, perdone a mi hijo, se lo ruego — estaba por postrarse ante ella.

Tal vez podría verse extraña e incluso estúpida está escena, un adulto arrodillándose ante un niño, pero la sociedad era así, el castigo para aquellos que insultaran a quienes tenían dinero, no sería nada simple.

— Solo quiero que tú hijo se disculpe con mi amiga y conmigo.

El niño se negó a hacerlo, al menos hasta que su madre le lanzó una mirada que le decía que no saldría bien librado de esta.

— Lo lamento — se inclinó brevemente.

Taalia estaba más calmada está vez, le sonrió a Darla y caminó de regreso dónde esperaba la niñera, ya no tenía ganas de seguir jugando fuera.

— ¿De verdad soy tu amiga? — preguntó Darla con algo de incertidumbre, hasta ahora ninguna de las dos había mencionado el tema, por lo que igual estaba algo ansiosa.

— Lo eres — respondió Taalia sin dudar — Eres mi amiga, Darla.

(...)

— ¡Oh! Esas muñecas se parecen a nosotras — Taalia dijo emocionada, se acercó al vitral mientras jalaba de la mano a su amiga.

Ella también observó hacía el punto del que Taalia hablaba, era una jugueteria y le costó un poco encontrar a lo que su compañera estaba se refería; en el interior de la tienda, rodeadas de muchos peluches, las encontró.

Dos bonitas muñecas que estaban tomadas de la mano. Una de ellas tenía la piel blanca casi como la nieve, cabello color cobrizo y ojos castaños, llevaba un vestido rosa, justo como el que Taalia utilizaba ese día, la otra muñeca tenía la piel un poco más rosada, su cabello era negro y sus ojos eran grises, estaba bellamente decorada con un vestido amarillo y un sombrero, la coincidencia era increíble, pues ese día, el atuendo de Darla era de tonalidades amarillas.

Ambas rogaron para que las muñecas les fueran regaladas, aunque no pudo ser así, aquel día la niñera de ambas no había llevado lo suficiente como para comprarlas, por lo que lo único que obtuvieron fue la promesa de que les serían entregadas otro día.

Tristemente, eso nunca ocurrió. El día en que salieron para obtener a sus clones hechos de porcelana fina, ya habían sido vendidas el mismo día en que fueron descubiertas por las niñas.

Ambas lloraron sin parar, pero luego de unos cuantos regaños por parte de sus madres tuvieron que dejarlo pasar.

— Está bien — la voz de Taalia sonaba algo distorsionada debido al llanto. Sus ojitos estaban llenos de lágrimas y los mocos seguían apareciendo, no le importaba así que se limpiaba con la manga de su vestido — Está bien, Darla... no necesito esa tonta muñeca porque te tengo a ti — la miraba aún con un tinte de tristeza, pero seguía regalandole una sonrisa — Tu eres mejor que esa muñeca.

Darla asintió en completo acuerdo — Si, tu también eres mejor que ella, tú estás viva y puedes jugar conmigo todo el tiempo.

Ambas se abrazaron mientras se consolaban con estás ideas dulces e infantiles.

(...)

— ¡Ah! — grito mientras se alejaba de Taalia, la tristeza la embargo y luego la furia — Eres una tonta! ¡Ensuciaste mi vestido! — ella no tardó en reaccionar y empujó a su compañera de juegos.

Taalia cayó al suelo, la taza de té que traía en las manos cayó y se hizo añicos. Parecía sorprendida, ella no había esperado que la empujarán tan de repente.

— No lo hice a propósito — se defendió mientras se levantaba, tenía las cejas fruncidas y apretaba sus delicadas manos en puños — Fue tu culpa por no tomar la taza correctamente. Tu eres la tonta — sentenció enojada.

Ella observaba la mancha café sobre su vestido crema, era obvio que estaba arruinado y volver a usar este vestido ya no sería posible, esa mancha no saldría de allí.

Miró a Taalia y dejó salir palabras que desconocía, ella no sabía que tanto podía herir esto.

— ¡Te odio!

Taalia se vió muy afectada, las lágrimas empezaron a salir. No pudo ni responderle, porque aunque dijera lo mismo que su amiga, no sería cierto. Salió corriendo directo hasta su casa, dejandola sola.

Después de que su madre le explicará las consecuencias de decir cosas como esta, no pudo evitar sentirse mal. Esperaba disculparse con su amiga al día siguiente, pero ella no apareció. De hecho, no salió a jugar durante casi dos semanas.

Para cuándo ella se dejó ver, ya hasta había olvidado porque pelearon, solo recordaba lo que le habían gritado.

Claro que todo se resolvió con una disculpa bien formulada, al instante, volvieron a ser amigas.

(...)

— ¿De verdad tienes que irte? — susurró con tristeza.

Ella miro a su amiga con la misma expresión, aunque fuera una niña, le dolía muchísimo tener que abandonar a alguien tan importante.

— No quiero hacerlo... — dijó en respuesta a la pregunta que formuló Taalia — No quiero irme... 

Ambas se abrazaron, sus padres estaban siendo muy pacientes, pues esperaban a qué su hija tuviera una despedida adecuada con su amiga.

— Oye... aún si no nos vemos, tu y yo seguiremos siendo amigas — dijó Taalia, por más que esto le rompiera el corazón, no quería que su amiga se fuera llorando. Recordó el collar que llevaba encima y sin mucho esfuerzo se lo quito, después lo pusó en el cuello de su amiga y le mostró su mejor sonrisa — Este collar es el símbolo de nuestra amistad.

Ella misma sonrió al recibir tan tierno detalle, abrazó a Taalia como si no hubiera un mañana.

— Es una promesa, tu y yo nos volveremos a ver y entonces te devolveré tu collar.

Con mucho esfuerzo, se separaron y cada una, aún siendo unas niñas, prometieron no olvidarse jamás de esa promesa."

Emilia abrió los ojos casi de inmediato, su mente quedó en blanco por varios segundos, tenía una sensación rara en el pecho como si quisiera llorar, no tenía idea de en que momento se quedó dormida.

Las imágenes que su cabeza habían reproducido ahora estaban borrosas, apenas escuchaba la voz lejana de dos niñas pequeñas, pero eso era todo.

— Esto no me gusta — a veces le parecía que la vida que estaba viviendo, no era la suya, el vacío en su interior se hacía más grande con el pasar del tiempo y de la nada, solía sentirse triste.

Trataba de ignorar todo esto viajando, conociendo nuevas personas, pero siempre fallaba. No fue hasta que conoció a Lucas, que se sintió verdaderamente distinta; tenía deseos de acariciar ese cabello rubio, quería mirar esos hermosos ojos azules durante toda su vida, fundirse con la piel de ese hombre.

Y luego estaba Taalia, le parecía que la conocía de algo, pero hasta donde ella podía recordar, jamás en su vida la había visto. Esa mujer creaba varios sentimientos en su interior que la ponían incómoda. Quería alejarla de Lucas, incluso estaba dispuesta a dispararle, sin embargo... aquella noche no se detuvo por la petición de Jack, se detuvo porque no podía quitarle la vida a Taalia. Podría haberse visto diferente a los ojos de los demás, pegó ella sabía que algo en su interior no estaba bien.

Sí, varias cosas no estaban bien, como si no encajaran.

***

— Mi señor — Marcus hablaba del otro lado — Los duques de Ansset han llegado.

Ambos despertaron al escuchar el avisó del mayordomo.

— ¿Mi señor? — preguntó Marcus inseguro, pues no escuchaba nada del otro lado.

— Ya salgo. Bajaremos en unos minutos.

Lucas miro a Taalia y le sonrió, desde esa madrugada en que se quedaron juntos, existían noches en que el solía acompañarla y se quedaba a dormir con ella.

Los jóvenes no tardaron en bajar para encontrarse con los Ansset.

Tan pronto la duquesa tuvó a su hija frente a ella, corrió sin importarle etiqueta alguna, abrazó a Taalia con tanta fuerza, que la menor creyó que podría romperse.

— Mi hija, dios mío, estás aquí — murmuraba besando su cabeza sin parar — Mi hermosa hija.

La duquesa siempre fue una mujer elegante y hermosa a la vista, pero al observarla ahora, parecía que eso había sucedido hace muchísimos años, estaba demacrada. Ojos hundidos y con muchísimas ojeras debajo, además de que estaban hinchados, sus labios estaban resecos, su piel parecía haber perdido todo el brillo y suavidad que hubo en algún momento, el cabello estaba grasoso y desordenado, pero ahora, teniendo a su hija en brazos, al menos su expresión había mejorado.

— Taalia...

La voz del duque llegó hasta sus oídos.

— Padre¿No me vas a abrazar? — preguntó con una leve sonrisa.

El hombre se alegro al oír a su hija, el tampoco parecía estar muy saludable, pero si estaba en un mejor estado que su esposa. Abrazó a Taalia con ternura y delicadeza, acariciando su cabello de forma suave.

El duque se acercó a Lucas mientras su esposa y su hija hablaban, sus ojos por fin parecían estar tranquilos.

— Muchísimas gracias por traer a mi hija de vuelta — dijo el hombre con una sonrisa — Estamos en deuda contigo — abrazo a Lucas con familiaridad, como hacía con sus hijos.

Lucas parecía algo torpe al recibir el abrazo, no estaba seguro de como actuar, pero solo se dejó llevar, un sentimiento cálido apareció en su pecho al escuchar las palabras de su suegro.

— No existe tal deuda — comentó una vez se separaron — Yo solo hice lo que tenía que hacer.

— Eres un buen jóven.

Lucas estaba satisfecho ante la escena, ver a su esposa sonriendo estando junto a su familia, no tenía precio.

La duquesa también le dió un agradecimiento especial a Lucas. Después de estos saludos, llegó el momento de que contarles realmente lo que había sucedido. Los Ansset no podían creer lo que escuchaban, de hecho cuando se les aviso del regreso de Taalia, estaban más que sorprendidos, pero al escuchar la historia, solo pudieron sentirse impotentes pues no pudieron hacer nada ante todo el daño que sufrió su hija.

Taalia les contó muy poco con respecto a lo que pasó, no era algo de lo que quisiera hablar en realidad. Así que dejó que Lucas contará como fue su travesía.

Estuvieron hasta la madrugada en este tema, hasta que el cansancio ganó la batalla. A la duquesa le costó mucho separarse de su hija, pero también necesitaba un buen descanso y lo sabía, por lo que no peleó demasiado, llegaron hasta la habitación que se preparo para ellos y se fueron a dormir.

Taalia y Lucas siguieron su camino hasta que llegaron a la habitación de ella.

— ¿Cómo te sientes ahora? — preguntó Lucas una vez que apagaron casi todas las velas, abrazó a la joven por la cintura y la mantuvo contra su cuerpo.

Taalia sintió que con apenas tocar la cama, el sueño la invadía — Supongo que mejor... Gracias por todo lo que has hecho — le estaba costando tener los ojos abiertos, y con las caricias suaves que dejaba Lucas en su cabello, ya casi no podía mantenerse despierta.

Lucas dejó un beso en la frente de la pequeña mujer.

A la mañana siguiente apareció una mujer llena de alivio. Erika llegó a la hora del almuerzo, junto con tres pequeños niños, que corrieron a abrazar a Taalia mientras lloraban y gritaban lo mucho que la querían. Taalia apenas podía estar en pie, pero no le molestó, esta muestra de cariño era algo que ánimo aún más su corazón.

Taalia y Erika se mostraron felices por las condiciones de la otra.

Cuando Erika supo sobre sobre su hermana, las teorías de Lucas y los rumores en la ciudad. Las noticias la afectaron y terminó dando a luz, aunque ya casi llegaba a la fecha que la partera había indicado. Después de ello estuvo bastante débil, por lo que no pudo visitar a Lucas para obtener más información, fue gracias a su madre, que supo sobre los planes de su cuñado.

Ambas se abrazaron con tanto cariño que todos los presentes se conmovieron del amor familiar que ambas se tenían, y es que no sólo eran hermanas, las dos eran amigas, así que era normal que estuvieran tan al pendiente la una de la otra.

— ¿Estas bien? — Erika notó el remolino de emociones que estaba grabado en el corazón de Taalia.

Los ojos de Taalia en algún instante se volvieron llorosos, sonrió de forma suave — Hay mucho que debo contarte.

Tal vez a la única a la que sentía que podía contarle todo lo que había pasado en esa casa de campo, era a Erika. No había hablado con nadie sobre este tema, pero es que estaba tan avergonzada y asustada de ser juzgada, sin embargo, ya no quería seguir guardandose sobre lo que vivió con esas personas.

Mientras Taalia le contaba a su hermana sobre esa terrible experiencia, tuvó presente como las expresiones de Erika cambiaban de todas las formas posibles. Además de la incredulidad de saber que Darla estuvo involucrada en todo esto, ella había conocido a esa tierna niña, no se la imaginaba como alguien tan fría. Y la rabia que sentía contra el secuestrador, ese maldito hombre merecía todo el sufrimiento del mundo.

Erika escuchó atenta, y casi no interrumpió a su hermana, en ese momento ella solo quería ser escuchada.

Taalia lloró en los brazos de su hermana, por fin se había liberado de esa vergüenza y rabia que estaba reprimiendo desde que regresó.

— Estas a salvo ahora, cariño. Tienes a tu familia y tienes a tu esposo — susurró Erika acariciando el cabello de su pequeña hermana con suavidad — Debo decir que al principio no confiaba en él. Me parecía inadecuado para ser tu pareja, pero supongo que ha sabido ganarse tu cariño y ha estado al pendiente de ti... la verdad es que sabiendo lo que ha hecho por ti, tiene mi total respeto... — Erika sonrió al notar esa mirada en los ojos de su hermana, eran los ojos de una chica enamorada, los ojos que demostraban que haría cualquier cosa por hacer feliz a esa persona especial — ... Lo amas ¿verdad?...

— Si — Taalia no dudo en responder, su corazón se sintió seguro al responder esta pregunta.

Lo único que sabía, es que de ahora en adelante buscaría su felicidad junto a Lucas.

***

Y por fin mi hermosa diosa pudo revelarle a alguien lo que le pasó, es bueno que haya podido hacerlo, prácticamente era un trauma, y pues se me hace bonito que la persona en quien más haya confiado sea en Erika ❤❤🥰🥺

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