DAFNE
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Esta mañana no había ido al instituto por lo mal que me encontraba, tengo que dejar de sobrepasar mis límites.
Estoy con el móvil cuando mi hermana entra a la habitación.
— Hola.
— Hola peque, ¿qué tal? — pregunto sentándome en la cama.
— Bien, tú no tienes buena cara.
— Estoy un poco revuelta pero ya se me pasará, ¿cómo han ido las clases?
— Como siempre — se queda callada. — Oye Daf...
— Dime.
— Papá esta algo raro.
— ¿Cómo raro? — cuestiono extrañada.
— Le pasa algo, lo sé.
— Ven — hago un hueco en la cama. — No te preocupes, seguro que no es nada.
Asiente y la abrazo para consolarla.
Por la tarde Sara viene a visitarme.
Conocerla es lo mejor que me pudo pasar, llevo en Argentina alrededor de tres meses y no he conseguido tener ninguna amiga hasta que la conocí.
— Chica, que cara me llevas.
— Estoy fatal — comento entre risas.
Entra y se sienta en la silla del escritorio.
— ¿No has ido a clase?
— No me podía presentar con unas gafas de sol y la taza de manzanilla.
Mi amiga larga una risita y yo sonrío.
— ¿Quieres? — me ofrece un cigarro.
— Ni se te ocurra fumar aquí.
— Que sosa — guarda la cajetilla y saca el teléfono en cuanto le llega un mensaje.
— Es Dani, quiere quedar — levanta la vista de la pantalla y me mira.
— Dile que sí.
— ¿No te molesta?
Frunzo el ceño para luego negar con la cabeza.
— Sara, solo nos liamos aquella vez y te recuerdo que iba borracha.
— ¿Y cómo vas con Mateo?
— Ni yo lo sé, supongo que bien en plan conocidos.
— ¿Quieres volver con él?
— Nunca quise que rompiéramos, no debo ser yo la que pida volver — me mira sorprendida. — ¿Qué?
— Que huevos tienes — sonríe.
— ¿Perdón? — me contagia su sonrisa.
— Te besaste con tu ex tía, ya te vale.
— No, me besó él.
Ese detalle me recuerda a la foto que le mandaron a Mateo.
— Eso dices tú... — la miro con los ojos entrecerrados. — Es broma, ojalá volváis.
Ojalá.
— Ve a disfrutar de tu cita y déjame.
Me lanza un beso acompañado de un te quiero y se va.
MATEO
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— Decidido, El Rey León — habla Melissa sacándome del trance.
— Perfecto.
Vamos a la taquilla y nos cruzamos con Sara y Dani.
— Anda, hola — saluda la primera.
— ¿Tarde de citas o qué? — pregunta Dani.
— Eso parece — responde Melissa riéndose.
— Pues que disfrutéis — dice de nuevo Dani pasando por nuestro lado.
Compramos las entradas y las palomitas, después entramos a la sala.
No le presto mucha atención a la película, primero porque estoy nervioso por el momento que se avecina y segundo porque no me van las películas de ese tipo.
Una hora y cincuenta minutos después salimos del cine.
— Me ha encantado, gracias — me da otro beso.
— Vamos, te acompaño a casa.
Durante el trayecto ella comenta la película y yo me limito a asentir, cuando llegamos a su casa no puedo aguantar más.
— Melissa, tenemos que hablar — comienzo.
— ¿Qué pasa?
Dilo sin ningún tipo de filtro.
— Sigo enamorado de Dafne, lo siento — se queda en silencio.
— Lo sé, solo hay que ver como te pones cuando está cerca — me mira durante un rato largo. — No quiero ser la otra.
— No quiero que haya otra — contraataco.
Me da un beso, esta vez en la mejilla y hace el amago de abrir la puerta.
— ¿Llegaste a sentir algo por mi? — pregunta girándose.
— No me dio tiempo.
Asiente con una mueca triste y ahora sí, entra a su casa.
Observo la madera oscura unos segundos.
Lo único que me queda es recuperar a Dafne y lo voy a conseguir cueste lo que cueste.