Ángel 234(I&II)

By Mariansosaaa

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Un caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colo... More

Nota.
Antes de comenzar a leer.
Protagonistas.
Sipnosis.
Capítulo 1: El principio de todo.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24: Ángel 234.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29: El final de un nuevo comienzo
Epílogo
/Segunda parte/ Ángel 234: Tiempos Oscuros.
Prefacio.
Capítulo 1.
Capítulo 2: Chica batido.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5: "Eres un problema"
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8: Rompo todo lo que toco.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11: Píntame.
Capítulo 12: ¿Quién era Hult Sullivan?
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15: Soy completamente de ti.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18: Todo mi amor para ti, Gwen
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22: Quizás
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26: Capítulo Final
Epílogo
¡ATOM!
EXTRA

Capítulo 20: Alma por otra alma

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By Mariansosaaa

                              Capítulo 20

Hult presionó nuestros labios, transformando los movimientos, en un beso lento y apasionado. Su lengua entraba a mi boca, para encajar con la mía en movimientos intensos. Solo yo sabía, lo que sentía en ese momento. Literalmente quería quitarme este vestido y estar sobre él. A él no le quitaría el traje, se ve tan hermoso con el traje puesto que se lo dejaría.

—Me vuelve loco esto —murmuró, bajando su dedo índice, desde el hueco de mi clavícula, por toda la abertura de mi vestido hasta mi abdomen. Me ericé cuando pasó por el medio de mis senos —Tu vestido es lindo, pero tú lo vuelves encantador, jodidamente encantador— sonrió. Era impresionante como sus labios se enrojecían y se hinchaban por solo unos segundos.

—¿Y sin el vestido?— Hult me miró, con sus cejas alzadas. Un fugor pasó por mi espalda, cuando el chico discretamente bajó más allá su mano de mi cintura.

—Qué pervertida eres Gwen Trainor, me intimidas —se hizo el sorprendido. Lo jalé del cuello, para que nuestros labios volvieran. Succioné su labio inferior, él volvió a introducir su lengua, haciendo que estas chocaran como dos brochas. Eso fue tan intenso, que ese cosquilleo en mi vientre aumentaba como fuego. Sus dientes atraparon mi labio superior, dándole una mordida que me hizo jadear —Eso fue por las veces que me haz mordido— dijo divertido.

Sin darnos cuenta, ya iban por la tercera canción. Y nosotros seguimos allí—Eso no es justo, no lo hago apropósito —refunfuñé, adolorida por su mordida. Pasé los dedos por mi labio, acariciándolo para aliviar el apretón.

—Deberíamos ir para allá, con tus amigos que parecen divertirse con nosotros aquí— indicó con un movimiento de cejas hacia los chicos que estaban a tres mesas atrás de nosotros. Quería seguir besándolo, pero no quería volvernos intensos aquí enfrente de un montón de personas y adultos.

Mordí mis cachetes y asentí. Entrelazó su mano con la mía, y juntos fuimos hasta la mesa. Con cinco chicos con sonrisas divertidas, que nos observaban con mucho recelo. Bueno cuatro. Wells mantenía su atención en las botanas que se comía felizmente. Hult tomó una silla y la empujó hacia atrás para que me sentara. Fue hasta donde Camille y le dio un beso en la mejilla como saludo. Al igual con Pamela. Para luego chocarse de manos con los chicos.

—Estaban excitándonos aquí, eran todo un espectáculo en vivo —mencionó Wells con comida en la boca. Los otros soltaron risitas disimuladas. Hult se sentó a mi lado y pude ver como sonreía divertido.

—Dios, traga antes de hablar —me quejé, viendo como su comida apareció cuando habló.

—¡Amo ésta universidad! Siento que aquí quisiera estudiar —comentó Camille, introduciendo una aceituna en su boca.

—Deberías de pensarlo. Te gustaría, el ambiente es cómodo, al igual que las personas —aseguró Callum, que rodeaba con un brazo por encima de los hombros a Pam.

—Es un hecho, ya lo he pensando. Tendré que hablar con mi madre— le respondió Camille.

—Interesante, la última vez que estuvimos todos sentados en una misma mesa, fue un escándalo —comentó con cinismo y burlón, mi querido mejor amigo. Hablando otra vez con la comida en su boca —Pero en vez de Hult a tu lado —apuntó al castaño—, estaba Graham.

—¡Traga antes de hablar! —le reprendimos Camille y yo al mismo tiempo. Por supuesto Wells, siempre queriendo hacer los momentos incómodos. Tenía tiempo sin escuchar el nombre de Graham. Al día de hoy no comprendo cómo tal ser fue mi amor platónico durante mucho tiempo.

—¿De qué están hablando?— le cuestionó Pamela a Callum con curiosidad, pero éste se encogió de hombros sin entender, porque él no estuvo ese día. Wells se enderezó en su silla y sonrió malévolamente

—Es parte de la linda historia de amor de Gwen —volvió a burlarse. Disimuladamente le saqué el dedo del medio —Y por supuesto, no negar que también de la mía —miró a Camille y depositó un beso en sus labios.

—¡Aw! Cuéntala, quisiera saber. Me enamora que me cuenten el principio de una
relación —pidió inocentemente Pamela.

—Mi lindo bebé, solo bromea. Ese día no fue agradable —le explicó Camille. Sí, no actué de la mejor forma ese día. Pero tampoco esperaba que el castaño siguiera viéndola luego de nuestro beso.

—Pobre mesero, tuvo que limpiar ese desastre. Ni siquiera se quejó —mencionó Thomas. Tomé mis manos y cubrí mi cara con pena. Escuché una risita por parte de Hult.

—Ese momento exacto cuando cayó la bandeja que traía, ¡uf! deseo haberlo grabado en cámara lenta— comentaba Wells, expandiendo el fuego. ¿Me hacían falta enemigos? Oh no, claro que no. Tengo a mi mejor amigo, que es lo mismo.

—Ya, déjenla tranquila— los detuvo Hult. Descubrí mi cara y vi que me sonreía. Posó su mano encima de mi muslo.

Callum se entretuvo con un mensaje que le llegó. Me fijé como su expresión cambió, mientras miraba el celular, no parecía contento. Para nada contento. Echó una mirada rápida, dándose cuenta que yo lo veía. Él me sonrió y volvió a mirar a su celular. En un suspiro se lo guardó en el bolsillo, deslizó su silla atrás y se puso de pie.

—Mi celular se está descargando, iré a la habitación para conectarlo— espetó.

—Te acompaño —Pamela se iba a poner de pie. Pero Callum la detuvo del hombro en seco.

—Tranquila, iré rápido. No tardaré, ¿pides unas cervezas? —ella algo dudosa, asintió. Callum la besó, y luego salió cuidadosamente entre su silla y la mesa. De nuevo, me volvió a mirar, y luego miró a Hult. Ladeó una pequeña sonrisa y se dio la vuelta siguiendo el camino hacia las habitaciones. Su comportamiento me pareció ligeramente extraño, tuve un mal presentimiento en cuanto a su repentina ida.

—¿No te pareció extraño?— le pregunté muy bajito a Hult, para que solo él escuchara.

—Estas botanas son extrañas. ¿Las probaste?— respondió, tomando un pan triangular, lo veía detalladamente, sin entender de qué estaba relleno.

—Hablo de Callum —expliqué, dejó de prestarle atención al pan, para dármela a
mí —Se fue de la nada.

—Bueno, todos cargan su celular. Eso no es extraño —dijo sin interés alguna. No le daba interés porque no sabe de esos extraños mensajes, ni tampoco de esas pisadas que escuché hace semanas. De las cuales no le comenté a Callum, ni tampoco les di importancia luego. Solo me perdí en los labios de Hult.

Oh dios, pero mi corazón me decía que algo no marchaba bien. Se retorcía en mi pecho. Me removí en mi silla, ya Callum había desaparecido de mi vista. Hice una serie de respiraciones, quizás quedé traumatizada con los sucesos anteriores. Relajarme, eso debía hacer.

Hult frotó sus mano por mi pierna, haciendo llamar mi atención —¿Todo está bien, Gwen? —con su mano, a mitad de mi entrepierna. Olvidé todos los miedos acumulados. Le di mi mejor sonrisa y asentí.

—¿Sabes? Deberíamos ir mañana a visitar a mis padres, mi mamá me ha estado preguntando constantemente por ti —le comenté. El fin pasado, fui. Y esos dos días que pasé allá me preguntó por Hult a cada minuto. Mis padres sabían que Hult y yo éramos novios, por supuesto lo adoraban y estaban contentos con eso.

—Qué linda es tu mamá. Sí, vamos y pasamos el día allá. Así aprovecho de pasar por la tienda de Hank —su manó, ahora entre mi entrepierna, hizo acelerar mis latidos, de forma anormal. Algo que notó, y sonrió pícaramente —¿Te incomodo, Gwen?— estaba inclinado, con su boca cerca de mi oído.

—No tanto, como cuando tú te incomodaste al decirte que me pintaras —ataqué con los labios prensados.

—Eso es lo que quieres creer, en realidad— su risa resonaba en mis tímpanos. Retuve un gemido, ahora que estaba en mi zona. Totalmente en mi zona.

—¿Sabes a dónde deberíamos ir también?— susurré. Me acerqué a su oído —Otro sitio, lejos de las personas.

Él se alejó para mirarme con mucha picardía botando de su iris. Sus pupilas habían dilatado, de una forma, que el color de sus ojos disminuyó. Sin decirme nada, y sin decir nada a los chicos, se levantó, levantándome también. Salimos entre las mesas y comenzó a casi arrastrarme fuera de la vista de las personas. Caminamos por todo el campus, la cola de mi vestido volaba por el frío viento. Igual que los mechones ondulados del cabello de mi chico. Me guio por un camino oculto entre el edifico de la universidad y un pequeño jardín. Era como una especie de callejón, tapado por un árbol. Hult se giró y me jaló, conectando nuestros labios, algo que pasé por desapercibido. Me tomó por detrás del cuello para mantenerme firme.

Mi mano, curiosa, y guiada por mi excitación, bajó hasta la erección de Hult, agarrándolo. A él pareció gustarle, porque había retenido nuestro beso cuando lo hice para dejar salir un jadeo. Un jadeo que hizo salir su aliento frío por la temperatura. Estábamos tan perdidos que no decíamos ni una sola palabra. Tomó entre sus puños, la tela baja de mi vestido. Su boca se encontraba succionando mi labio superior con mucho desespero. Le di un apretón a su erección, y me di cuenta como se estremeció ante el acto.

Dejé esa zona para dirigirme a su traje, lo tomé con fuerza por la tela. Nos besamos mucho más rápido, con mucha más necesidad. Dio pasos, haciéndome caminar a mí, en reversa. Hasta que la pared me detuvo, reteniéndome con ella. Ahora sus manos eran las juguetonas, subieron hasta mis senos. Tomándolos, pero no hizo nada más. Solo se quedaron ahí. Sus labios en mi cuello hicieron que echara la cabeza hacia atrás. Donde succionó, succionaba intentado, tal vez, dejarme una marca. Una marca que aseguraba, no tardaría en aparecer. Gemí por la sensación. Con más fuerza lo tomé de la camisa y el chaleco. Ahora sus manos estrujaban mis senos, muy suavemente.

—Hult —gemí su nombre. Dejó mi cuello, para ver el panorama entre la oscuridad. Detalló la pared detrás de mi y sonrió. Se inclinó para tomarme por detrás de las piernas y cargarme. Utilizó la pared como soporte.

—Hagámoslo aquí, entre la oscuridad— murmuró cerca de mi cara. La adrenalina que corría por mi cuerpo me encantaba. Lo besé dándole a entender que sí. Era un gran beso con lengua, un beso que se escuchaba. Mordió mi labio, pero no me causó dolor—Necesito que tú me desabroches el pantalón. Yo no puedo —indicó. Me sostuvo firmemente para que pudiera bajar mis manos hasta su pantalón. Saqué su botón y fui bajando su cierre. Por supuesto también tenía que bajárselo un poco, para dejar afuera su miembro. El cual podía jurar que estaba hirviendo.

—¿Y ahora?

—Bájate las bragas —dijo. Me alcé el largo vestido, y con mucho esfuerzo logré hacerlo, dejándolas por mis rodillas. Por suerte la menstruación no me llegó hoy, a pesar de que era el día en que me venía.

—Ya lo hice —avisé. No sé como hizo, pero tenía bastante fuerza. Me cargó con un solo brazo mientras el otro lo liberaba y tomaba su miembro. Sentí rozarlo contra mi parte baja. Ahogué un gemido. Sus dedos, tantearon mi zona, asegurándose que lo introduciría bien. Yo solo deseaba que no doliera como la otra vez. Me sujeté fuerte a su cuello con mis brazos. Él dejó un beso en mi mejilla.

Y empujó.

Instantáneamente mis dientes mordieron la tela del cuello de su camisa, para evitar el grito que estaba por salir de mi boca. Jadeé, eso dolió. Dolió mucho. Empujó de nuevo, y aseguro que había entrado completamente por la presión en mi conducto.

—Duele...—mi voz salía afligida. Cuando empujó otra vez, mis uñas se clavaron en su cuello. Rasguñándolo fuertemente.

—No por mucho tiempo —comentó entre un gemido. Una de sus manos se quedó por debajo de mis glúteos mientras la otra se movía hacia mi cintura. En un instante, comenzó a empujar con más frecuencia. Atrapando sus labios con los míos, también atrapando mi concentración. Empujaba más rápido, más y más rápido. Y de la misma forma el dolor se fue disipando. Impresionantemente desaparecía.

Mis manos subían y bajaban a lo largo de su cuello. Ahora no parecía tan tedioso, inclusive, ya me gustaba. Pero había dejado de sentirlo adentro.

—Se salió, ¿podrías ponerlo tú? —preguntó. Mi mano obediente, bajó hasta su miembro, y al sentirlo, recordé algo importante. Algo muy importante.

—¡El condón! —chillé muerta del susto. El chico no actuó de la misma forma, solo se rió.

—No pasará nada si lo saco a tiempo— ronroneó. Pero eso no me quitó la inseguridad que se había formado.

—¿Estás demente? ¿Sacarlo a tiempo? Eso es la ruleta rusa.

—Vamos Gwen, no tengo quince años ni tampoco es mi primera vez. Confía en mi. No lo haría si no supiera lo que estoy haciendo— trató de darme aliento. Dudosamente, acepté. Volví a tomarlo, y lo posicioné justo donde debía entrar. Lo adentró al mover sus caderas. Una y otra vez. Me dejé llevar por los movimientos. Como entraba, y como salía hasta la mitad, lo que hacía mi cuerpo cuando entraba. Su mano abandonó mi cintura, para situarse en el lugar donde me gustaba que estuviese. 

Mi zona de placer total.

Sus dedos tomaron el control, moviéndose en círculos, mientras empujaba. Estas dos combinaciones eran perfectas. Los jadeos de Hult fueron siendo constantes, igual que los míos. Cuando tomé su cara, y dejé sus labios para recostar mi cabeza de la pared y disfrutar lo que surgía en mi parte, sentí gotas bajar de su frente. El cuello de Hult sudaba por el gran esfuerzo que estaba haciendo.

Un chico ebrio y tambaleándose por la zona donde estábamos, hizo que diéramos un respingo. Hult me dejó en el suelo y me bajó rápidamente el vestido. En segundos volvía a tener mis bragas puestas. Hult rápidamente se abrochó su pantalón. Este chico comenzó a orinar justo en el árbol que tapaba la entrada al callejón. Agitados, y excitados, nos vimos la cara y echamos a reír.

—Terminemos esto en mi habitación — espetó, tocando la punta de mi nariz con su dedo.

Hult Sullivan

Estaría corriendo hacia la habitación si Gwen no llevara sus tacones. Y sus dedos de los pies comenzaban a dolerle por el esfuerzo que hacía para caminar en la grama.

—Ven, te cargaré— le avisé, y así la tomé por debajo de las rodillas y con el otro brazo por su espalda, hasta alzarla. Esta chica era tan liviana como una pluma. Llevaba una gran erección que era muy notable. Deseaba quitarle completamente ese vestido, sin embargo, debo admitir que hacerlo en ese callejón fue muy excitante. Jodido chico ebrio que nos interrumpió.

Me convertía en un especie de adicto por su piel. Un adicto de toda ella.

—Ahora si me siento como una princesa— ella rió, disfrutando el hecho de que la estuviese cargando, aunque ya habíamos llegado hasta las escaleras. Subía cuidadosamente los escalones, para no tropezar y hacerla caer también.

—Siempre lo has sido, niña —sonreí. Lo cursi salía de mi boca, automáticamente. No me reconocía. Noté en su cuello ese hematoma de color morado que le dejé. Acerqué mis labios y le besé justo ahí —Aparte de ir a tu casa, ¿sabes a dónde deberíamos ir también?

—¿A dónde?— estiró su cabeza hacia atrás para poder mirarme. Mierda, sus ojos azul oscuro eran una tortura. Me sentía amenazado cuando me observaba, eso sólo saqueaba mi alma.

—Al bosque de las flores. Quiero ir allí y acostarnos a ver el cielo.

Sus carnosos labios, sonrieron —Entre todas las flores.

—Claro— murmuré, ladeando una pequeña sonrisa.

—Pero sin fumar, no arruines el paisaje con tu humo— entrecerró los ojos.

—¿Me estás pidiendo que no respire?— había lanzando una carcajada al aire. 

—Debes cuidarte, ¿cuándo lo piensas dejar?

Mi mirada, que se fijaba en el camino, ahora posaba en ella —¿Quieres que deje de fumar?

—Bueno, siempre lo he querido. Pero tú eres una chimenea con piernas, imposible de controlar —bufó con cierta gracia.

—Está bien, si así lo quieres. Lo dejaré— me encogí de hombros. Sus ojos destellaron al escuchar tales palabras.

—¿Lo harías por mí?

—Lo prometo.

Achicó los ojos con recelo —Idiota, tú nunca cumples tus promesas.

—Exacto — le guiñé el ojo. Me era imposible dejar el cigarrillo.

Finalizando el camino, estando justo en mi puerta, bajé a Gwen y saqué la llave para abrirla. Giré la manilla y empujé la puerta, por la oscuridad mis manos comenzaron a buscar el interruptor de la luz. Lo encontré y lo subí. 

Quizá hubiese preferido no hacerlo.

Iba a vomitar, cuando lo primero a mi vista, fue que todas las paredes blancas, ahora tenían grandes manchas de rojo. Un rojo intenso. Era sangre, olía a sangre. Quedé paralizado desde la entrada, observando el desastre en la habitación. La cama de Callum estaba vacía, al dar un paso adentro noté algo aterrador. Alguien estaba puesto sobre mi cama.

—Dios mío, Hult, ¿eso es sangre?— cuestionó la chica en un hilo de voz.

—Gwen, pide ayuda —susurré, con mis ojos posados en la masacre.

—¡¿Qué ha pasado Hult?!—chilló, ahora llorando. Intentó entrar, pero la detuve con mi brazo, empujándola.

—¡Gwen pide ayuda! ¡Maldita sea! —le grité, horrorizada y llorando, la chica se dio media vuelta y comenzó a correr por las escaleras.

Me giré, y apresuradamente fui hasta mi cama. Encontrándome con la peor escena que podía ver. Mi labio superior temblaba, al igual que toda mi cara. Callum estaba boca arriba, sobre sábanas llenas de sangre. Tenía una profunda cortada a lo largo de su garganta. Estaba muerto. Callum había muerto.

—No...—susurré, hiperventilado por el llanto aproximándose —¡No, no, no! —grité. Tomándolo rápidamente entre mis brazos. No respiraba, estaba frío. Sus ojos seguían abiertos, ya no tenía color. Esto no podía estar pasando. Esto no podía estar pasando—Esto no es real, esto no es real. Por favor, esto no es real —privado entre el llanto, lo pedí una y otra vez, con un Callum sin vida alguna entre mis brazos. Pero esto era real. Gwen lo había visto —¡No! —volví a gritar, con mis pulmones desgarrándose. ¿Quién había hecho esto? ¿Quién era capaz de hacer tal cosa?

Lo miré, miré a mi hermano sin vida. Esto era una maldita y cruel mentira. Había sangre en todas partes. En su cama, en la mía, en el suelo. Hasta en el cuadro que Gwen me había regalado, lo habían roto. Todo estaba destrozado.

—No tú... Por dios Callum ¡¿Quién te hizo esto?! —quebrado, me eché a llorar.  Afuera pude escuchar varios gritos y llantos que se me hacían conocidos. Pero solo solo me mecía en la cama con el cuerpo de mi amigo.

Alcé mi vista hacia la pared en frente. Habían escrito algo con su sangre.

"Alma, por otra alma"

Lo había visto hace menos de una hora. Había hablado con él antes de que se fuera feliz en busca de Pamela. Ahora estaba muerto... Le cortaron la garganta y lo dejaron desangrarse. Y no hice nada por detenerlo, ni siquiera sabía que esto estaba sucediendo. Mierda, esto es una jodida mentira.

No había duda que fue alguien de la legión, que fue alguien relacionado a Evan. Estaba seguro—Esto es mi culpa Callum —murmuré a través de mi llanto. No era nada más, y nada menos que mi maldita culpa. Yo lo arrastré acá, yo lo arrastré a esta vida. Yo hice que nos miraran como traicioneros, que esos malditos le hicieran esto —Lo siento Callum, es mi culpa. Lo lamento tanto, hermano.

Estaba tan frío que deducía que lo asesinaron apenas llegó a su habitación. Desde el bolsillo de su pantalón, comenzó a vibrar su celular. Limpié mis ojos, y mis manos llenas de sangre. Lo saqué y miré lo que habían enviado.

"Esto sucede cuando se rompen las reglas"

"Siente lo mismo que yo sentí"

"¿El amor ya no te parece tan genial, amiguito?"

"Joderé tu vida Sullivan"

Este número era desconocido, miré más allá de la conversación. Y vi que había escrito antes.

Tienes dos opciones: Uno, discretamente vienes y subes a tu habitación. O dos, asesino a tus dos hermanos. Así mato dos pájaros de un solo tiro– desconocido.

¿Quién eres, cobarde?– Callum.

Tic, toc. El tiempo para decidir se te acaba– desconocido.

Voy para allá, no les hagas nada– Callum.

Marqué el numero y llamé. No tardó en contestar —Maldito y jodido imbécil. No sabes en la maldita porquería en que te metiste. ¡Juro que te haré lo mismo imbécil!

Con la rabia, inundar mis pocas neuronas, me paré y dejé con cuidado el cuerpo de Callum en el mismo lugar. Cerré sus ojos, sus ojos opacos, y con el corazón acabado comencé a analizar el lugar. Estaba perdido. Esto era una maldita mierda. No quería seguir mirando la maldita cortada que llevaba en su garganta. Mientras su cuerpo posaba debajo de casi toda su sangre, su maldita sangre derramada. Me di un fuerte jalón en el cabello, y mis manos pocos controlables comenzaron a destruir lo poco que dejó en buen estado en la habitación.

Lancé la mesa de noche contra la pared. Tiré con toda mi fuerza la cama de Callum a un lado, destrozando todo. Gritando, gruñendo. Golpeé una de las paredes con los puños cerrados. No sentía dolor, la ira lo cubría. Solo quería derrumbar la pared con mis manos. Mis nudillos sangraban, pero no me importaba. Yo solo seguí y seguí.

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