Las estaciones [JiHan/Jicheol]

By Jeonghangelito

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Seguir una carrera musical nunca fue un sueño fácil, pero Joshua quiso intentarlo de todos modos. Cuando su s... More

Llega Otoño
Él es invierno
Tabaco y perfumes ajenos
Admiración
Su labial rojo favorito

Café por la mañana

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By Jeonghangelito

A veces Jihoon soñaba que no era un perdedor como en la vida real. Soñaba con situaciones románticas de película, como todas aquellas con las que fantaseaba día y noche, de las cuales le encantaría ser el protagonista pues, aunque Jihoon lo negara una y otra vez, era un romántico de pies a cabeza. Esta vez había soñado con el hombre de la cafetería que tan loco lo traía. En aquel sueño (el cual ya había tenido más de una vez) el hombre le pagaba el café de cada mañana con esa sonrisa que tanto amaba, y al recibir el dinero Jihoon encontraba un pequeño papel que se escondía entre las monedas y billetes con las palabras "Me pareces lindo" escritas en tinta azul y una carita sonriente dibujada. Despertar y volver a la realidad siempre era un golpe duro, pues le hacía sentir avergonzado y torpe. Aun así, prefería quedarse con el buen humor de haber recibido una dulce sonrisa en sueños.

Tenía trabajo dentro de otra y media, así que se levantó más temprano que el resto para usar la ducha a la que no le fallaba el agua caliente antes de que se la pelearan, desayunó unas tostadas con mermelada y un gran tazón de arroz blanco y salió por la puerta trasera como cada mañana con los audífonos sonando fuerte en sus oídos.

La mañana era fresca, de esas que te refrescan la garganta y hielan tus mejillas al mismo tiempo. Se sentía como estar en la montaña, con el cielo completamente azul y más alto que nunca. O al menos eso creía por las historias que había oído en los pasillos del edificio, Jihoon nunca había estado en la montaña pero si olía así de fresco y agradable debía ser un buen lugar. Al girar en la esquina una imagen nostálgica y elegante como salida de una pintura art decó se presentó frente a sus ojos. Un muchacho de rubio cabello largo y ojos cansados encendía un cigarro entre sus labios, sentado en los escalones de la puerta de entrada de entrada vecina a Las estaciones, aun cuando tantas veces la anciana que vivía ahí le había gritado y amenazado con lanzarle agua si no dejaba de fumar en su entrada. Y sabía de inmediato que algo no estaba bien, pues aun con el frío de las 7 de la mañana usaba solo un vestido con los sus hombros y piernas delgadas completamente al descubierto. Tal vez era por el frío, tal vez por la luz del sol o el vestido tan rojo pero se veía muy pálido y sus hombros más delgados y puntiagudo que nunca.

Los tacones se encontraban a un lado, y podía oírlo tararear una canción que juraba haberle oído a Joshua en alguna ocasión a la hora de almuerzo con las demás. Se veía tan melancólico, tan ajeno al mundo, como una hoja anaranjada cayendo lentamente del árbol en otoño.

- ¿Jeonghan? – susurró y este dio un salto, probablemente estaba demasiado sumido en sus propios pensamientos y no había oído la puerta ni sus pasos en la acera. Le devolvió el saludo, debió reconocer su voz, pero no se giró a mirarlo.

Y Jihoon supo de inmediato de qué se trataba.

Se sentó a su lado y pudo ver el cabello en su cara cubriendo el pómulo morado y el labio roto, claramente por un golpe limpio en su rostro. Jeonghan no dijo nada, solo aspiró el humo amargo del cigarro, lo mantuvo en su boca un rato y lo soltó de una vez junto a un suspiro sonoro.

- Dijiste que sería la última vez – dijo Jihoon. Regañarlo siempre le dejaba un sabor amargo en la boca. Jeonghan soltó el aire por su nariz en una risita corta.

- Digo muchas cosas.

Hubo un corto silencio incómodo que duró un par de segundos antes de que Jihoon pensara en una respuesta rápida - ¿Quieres pasar la tarde en la cafetería conmigo? Puedes beber café gratis con mi tarjeta – le dijo cubriéndole los hombros con su bufanda que por suerte era lo suficientemente ancha. Jeonghan dudó un momento – Tengo un cambio de ropa allá – agregó Jihoon como si leyera su mente. Jeonghan le sonrió y se levantó para caminar con él rodeando su hombro en un semi abrazo, probablemente para darse algo más de calor.

Dejó sus tacones atrás, a un costado de los escalones de cemento, pues uno de ellos estaba roto.

Al ser los primeros en llegar a la cafetería Jeonghan pudo usar el baño del personal y cambiarse sin problemas. No era la primera vez que traía a Jeonghan, así que siempre dejaba un cambio de ropa de su talla por si la necesitaba (aunque muy en el fondo, siempre deseaba que no volviera a necesitarla otra vez).

Jihoon siempre quería preguntarle, aguantando en la punta de la lengua todas las dudas que nacían día tras día al verlo hundirse más en sí mismo. Quería saber por qué siempre iba con los peores sujetos cuando se sentía asustado, quería saber por qué tomaba las malas decisiones que tomaba. Jeonghan era inteligente, talentoso y muy bello, pero al mismo tiempo estaba tan roto que no era capaz de detener el daño que se hacía a sí mismo.

Le tomó al menos una hora dejar de mirar por la ventana como si hubiera perdido sus recuerdos por completo e intentara buscar una respuesta, rompió el silencio con una risita acompañada de una anécdota que recordó sobre la señora anciana dueña de la entrada donde siempre se sentaba a fumar. Siempre le preguntaban por qué insistía en sentarse ahí y su respuesta siempre era la misma: tiene lindas flores. Una respuesta sin mucho sentido, pero al final del día todas las cosas que Jeonghan hacía o decía era un misterio. Jihoon rio cuando terminó la anécdota, contento por oírlo hablar con naturalidad, bebiendo el café mocca que pedía solo cuando se sentía ido y angustiado, sabía que no le gustaba mucho el chocolate pero en momentos así decía que le servía para despertarse.

Jihoon atendió a un par de clientes, las mañanas eran muy activas con todos los trabajadores y estudiantes buscando sus desayunos, cargando maletines, carteras y mochilas al hombro, atendiendo llamadas y riendo en grupo a medida la fila avanzaba. Intercambiaba miradas con Jeonghan de vez en cuando, que lo miraba desde la mesa junto a la ventana, hundido en el enorme polerón que le había prestado y picoteando un croissant con la punta de los dedos.

Y cuando vio que el reloj marcaba 10 para las 11 de la mañana su corazón comenzó a latir con fuerza.

Casi cronometrado, como si fuera parte del guion de una película, corregido más de mil veces para que ninguna falla existiera, la campanilla de la puerta dio pasó a ese perfume y el sonido de esos zapatos de vestir en las baldosas color menta que hacía su corazón vibrar como colibrí. Y acompañado por otras dos personas conversando y riendo con él se acercaban al mesón lentamente a medida atendía y despedía a la gente. Hoy su traje era azul marino, un color profundo que hacía resaltar sus labios, pensaba Jihoon, sabiéndose casi de memoria el orden en que sus rizos se ordenaban en su frente cubriendo parte de sus cejas gruesas que tanto le gustaba. Y como cada mañana siguió la sonrisa y la orden que siempre era la misma, no necesitaba repetirla, Jihoon ya sabía qué era lo que pedía, conocía las medidas exactas de azúcar y crema, la temperatura precisa a la que le gustaba su café, cómo disfrutaba que calentara su sándwich matutito solo un poco antes de que llegara para llevárselo "tibio pero no tanto" y que le entregara dos sobrecitos extra de azúcar pues le gustaba guardarlos "por si acaso".

Jihoon lo sabía todo.

- Delicioso como siempre, ojalá despertarme en cama con estos cafés cada día – le dijo Seungcheol con una sonrisa tras su primer sorbo, entregándole el precio exacto en billetes y monedas más la generosa propina que siempre le daba. Jihoon quiso decirle "podría llevarle el desayuno a la cama cada día si me lo permitiera" pero se tragó su respuesta.

- Gracias por su compra – le respondió sin atreverse a mirarlo.

- Igualmente – respondió automáticamente y sus amigos soltaron una risa que hizo a Jihoon alzar la mirada. Se encontró con el rostro sonrojado del hombre de sus sueños y la mano cubriendo su boca. Tenía las orejas rojas y las pestañas tan, tan largas que estaba seguro podían acariciar sus mejillas con cada pestañeo – Digo, quiero decir, uh, que tengas un buen día, no gracias por tu compra, no me has comprado nada, digo, - balbuceó y Jihoon soltó una risita desde su garganta que no pudo controlar.

- No pasa nada – se atrevió a decir y Seungcheol acarició su nuca apretando sus labios en una mueca avergonzada. Abrió su boca para decir algo, pero sus amigos lo interrumpieron con sus cafés en mano para irse al trabajo como correspondía. Seungcheol soltó el aire de sus pulmones, se despidió con su mano y salió de la cafetería dejando en los oídos de Jihoon la suave campanita al cerrarse la puerta.

Sintió que las rodillas le fallaban. Tuvo que apoyarse un momento en el mostrador, sintiendo que en cualquier momento se desmayaba. Se encontró con Jeonghan de frente, mirándolo curioso.

- Santo Cielo eres tan obvio, si ese grandulón no se da cuenta de que estás loco por él es un gran idiota – se quejó moviéndole el pelo de la frente al más bajo – Vas a quemar eso – agregó antes de que pudiese alegar y Jihoon soltó un quejido, apresurándose a sacar los muffins del horno.

Cuando poco tiempo después vio al rubio levantarse simplemente suspiró, sabía que no le gustaba estar en el mismo lugar mucho rato así que le extrañaba que hubiera aguantado tanto rato en su lugar, arrugando una y otra vez la misma servilleta o perdiéndose en la gente que caminaba por fuera de la cafetería. Se despidió con un beso en su mejilla asegurándole que lavaría su ropa y se la devolvería pronto aunque sabía que probablemente no se la devolvería nunca y formaría parte de su armario.

Verlo alejarse hundido en el enorme polerón le hizo pensar que se veía tan pequeño y asustado, a veces olvidaba que eran tan jóvenes, sumidos en el trabajo y en las duras vidas que les tocó vivir, a ellos y a cada uno de los curiosos muchachos viviendo en Las estaciones.

Atendió a un par más de personas cuando un grupo de chicas le entregaron lo que parecía ser una billetera, diciéndole que estaba tirada en el suelo junto al mostrador. Les dio las gracias asegurándoles que la dejaría ahí por si el dueño volvía. Se sentó un rato a descansar cuando no hubo clientes en la fila, un par de personas conversaban en voz baja bebiendo sus cafés en las mesas, otras tecleaban en silencio en sus computadoras y él los observaba tranquilo, sintiendo el sol de las 5 de la tarde entrar por la ventana dándole en la cara. Esa era su hora favorita, el calor era delicioso y se sentía tan bien, cerraba sus ojos y respiraba el aroma profundo a café y sentía la música sonando por los parlantes por unos instantes, disfrutando un poco de la vida que a veces, solo a veces no era tan mala. En momentos así, y si tenía tiempo libre, escribía rapidito palabras sueltas, o un par de poemas o incluso canciones en su pequeña libreta regalona, la cual llevaba para todos lados como su secreta maña de músico.

No recordó el asunto de la billetera hasta que llegó la hora de cerrar. Ese día le había tocado doble turno pues Chan, su compañero de trabajo, le había pedido que lo cubriera por ese día. Al parecer tenía exámenes en la escuela o algo así y necesitaba estudiar. Y era algo cansado estar todo un día solo atendiendo gente, así que haber tenido a Jeonghan con él por un rato había sido entretenido.

Ordenó las sillas, barrió rápido, sacó el dinero de la caja registradora para guardarlo en la caja fuerte de la habitación trasera y vio la billetera de cuero negro reluciente junto a las servilletas y mezcladores de café de repuesto. La tomó y la analizó, nadie había ido por ella en todo el día, probablemente ni siquiera habían notado que la habían extraviado. Pensó que lo mejor sería llevársela con él y quizás al día siguiente irían por ella, así que decidió abrirla y echar un ojo en búsqueda de una identificación que le ayudar a reconocer a su dueño el día siguiente.

Al abrirla y encontrarse con el rostro del hombre del que estaba tan enamorado casi le hizo caerse de espaldas. Cerró la billetera unos segundos, como absorbiendo la idea de que la billetera era justamente de él, o como si de esa manera el dueño de dicho estuche de cuero negro fuera a cambiar mágicamente. La volvió a abrir y tomó su identificación más cerca de su rostro. Choi Seungcheol era su nombre completo, su corazón latía tan fuerte que lo sentía en su garganta, como si intentara escaparse. Era mayor que él, y por el cielo se veía tan atractivo en la foto. Pensó que lo correcto era dejarla así, por muy curioso que se sintiera no quería faltarle el respeto, aunque en el fondo quería revisar todo lo que tuviera dentro, saber dónde trabajaba, las boletas que guardara, algún papel escrito para saber cómo era su letra. Aun así la cerró para guardarla en su mochila cuando un papel cayó de entremedio al suelo. Lo recogió para ponerlo en su lugar cuando el estómago le dio un vuelco y sintió la boca amarga: era la foto de un niño pequeño, unos 3 años. Sintió que le fallaban un poco las piernas y rió, claro que tenía un hijo, claro que debía ser casado, un hombre así no estaba soltero, jamás estaban solteros. Y debía tener la vida perfecta con un buen trabajo, una esposa hermosa, un hijo talentoso y una enorme casa y probablemente más de un auto y un hermoso perro y tenían vacaciones en el caribe todos los veranos y viajaban por Europa cada fin de semana. Guardó la foto en la billetera y la billetera en la mochila, cerró el local y partió en su bicicleta tratando de olvidar aquella información que le gustaría no saber, pero que de todos modos tarde o temprano llegaría a él para hacerle entender lo imposible que era su amor.

De todos modos no podía dejar de sentirse avergonzado por todas aquellas películas y cuentos de hadas que imaginaba cada noche.

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Al otro día no alcanzó a sacar su bicicleta cuando Jeonghan se le acerco, dándole un saludo vago con la mano, masticando chicle con fuerte olor a menta. Le ofreció uno el cual aceptó y con un gesto algo nervioso le preguntó si podía ir con él otra vez a la cafetería. Por supuesto que Jihoon aceptaría, era su amigo, caminaron juntos a la cafetería y como era de esperarse jamás se habló de la ropa que le había prestado. Al llegar se sentó en el mismo lugar del día anterior luego de ayudarlo a acomodar las sillas, Jihoon siempre prefería no preguntarle de asuntos personales aunque se moría de curiosidad por saber qué lo llevó a acompañarlo de nuevo. Atendió a la misma cantidad de gente de cada mañana, este día era más ligero porque estaba acompañado y solo trabajaba medio turno. Jeonghan le hacía gestos cada vez que cruzaban miradas, haciéndolo reír y girar los ojos, hasta que en una hora muerta en que conversaban de la vida la campana de la entrada los hizo mirar a ambos. El primero en reaccionar al ver a Seungcheol entrando con ropa casual fue Jeonghan, mirándolo con un gesto escandaloso que hizo sudar a Jihoon, quien moría por decirle que actuara normal y dejara de poner esas caras. No se suponía que hoy viniera, pensaba Jihoon casi histérico, como si sonaran alarmas de incendio en el local, ese día jamás iba.

- Bienvenido a BeanCoffee, ¿Puedo tomar su...? ¡Oh! – Fingió sorpresa al verlo, un poco avergonzado porque sabía era pésimo actor. Escuchó a Jeonghan reír fuerte pero lo vio disimular mirando su teléfono – Qué raro verlo un jueves – dijo, arrepintiéndose de inmediato. (¿Raro verlo un jueves? ¿Acaso eres acosador, Jihoon?). Pero Seungcheol rió con su bonita risa y sus margaritas y sus encías rosadas y-

- Buenos días, verás, estoy algo desesperado y eres realmente mi última salvación – dijo hablando algo más rápido de lo normal, Jihoon rió nervioso, su estómago daba mil brincos – Soy bastante torpe y en algún punto del día de ayer debí perder mi billetera pues revisé la oficina y el auto y mi casa pero no logré encontrarla y pensé que tal vez – habló rápido y antes de que pudiera terminar Jihoon lo interrumpió.

- ¡Oh claro! – exclamó y le pidió su mochila a Jeonghan, quien se acercó con una sonrisa entregándosela, saludando a Seungcheol como si lo conociera de toda la vida mirándolo de pies a cabeza como examinándolo. Seungcheol se mostró algo confundido y un poco incómodo cuando el rubio se apoyó en el mesón junto a él en lugar de volver a su mesa, pero lo saludó de vuelta de todos modos. Cuando vio a Jihoon sacar la dichosa billetera aspiró un montón de aire y juntó sus manos en un aplauso.

- ¡Esa es, dios eres un héroe! – le dijo totalmente aliviado y Jihoon rió nervioso sintiéndose realmente un héroe, cuando pronto recordó la foto del niño sintiendo una extraña mezcla de felicidad por estar hablando tanto con él y tristeza al recordar el posible matrimonio. Pero se la entregó en la mano mientras Seungcheol repetía lo agradecido que estaba y no pudo evitar mirar sus manos, notando que no había anillo alguno. El mismo Seungcheol lo sacó de sus pensamientos con un suave - ¿Todo bien?

- No hay anillo... - susurró y tapó su boca de inmediato. Seungcheol lo miró curioso.

- ¿Anillo? – preguntó y Jihoon se puso de todos colores. Jeonghan seguía ahí entretenido mirándolos, turnándose entre uno y otro para captar todas las expresiones como si fuera el espectáculo más divertido.

- L-lo siento mucho ayer cuando fui a guardarla sin querer la tiré y una foto cayó y pensé que debía ser tu hijo o algo entonces pensé en que probablemente serías casado digo no es que haya estado pensando en ti y no es que me moleste felicidades de verdad solo que – balbuceó secando sus manos sudorosas en su delantal, agradeciendo que no hubiese más gente en el lugar a esa hora porque sentía que en cualquier momento explotaría. Jeonghan seguía mirándolos entretenido.

- ¡Oh, no! – le respondió riendo, sus orejas se pusieron rojísimas – No, no es mi hijo es mi sobrino, yo... no soy casado ni nada, el matrimonio es, bueno... No está en mis planes aun supongo – respondió nervioso, echando hacia atrás el cabello esponjoso de su frente.

Entre los dos solo siguió un silencio incómodo luego de que Seungcheol decidiera pedir algo para llevar por las molestias causadas y para no irse sin nada, Jihoon lo atendió sin mirarlo a los ojos, disculpándose de vez en cuando por haber visto sus cosas, rojo como un pequeño tomate cherry, tan pequeño que podría desaparecer en cualquier momento por lo avergonzado que estaba. Seungcheol le dio las gracias unas diez veces más y se fue despidiéndose con la mano libre, haciendo sonar la campanilla por última vez.

- Es completamente gay – dijo Jeonghan de inmediato y Jihoon lo miró alarmado.

- De qué hablas

- Por favor, ¿Lo viste cuando mencionaste siquiera sobre matrimonio heterosexual? "No soy casado no está en mis planes" significa que es un enorme y sexy homosexual que fantasea con hombres cada segundo y eso te da a ti, mi pequeño, dulce y también homosexual amigo, mil oportunidades más.

Jihoon, más rojo que nunca, intentó reprocharle esa nueva teoría. Cruzó miradas con Chan, su compañero de trabajo, quien se encogió de hombros y simplemente dijo "Tiene razón, es gay" y siguió haciendo lo suyo, logrando que Jeonghan le lanzara un beso y un "por eso me caes bien". Jeonghan simplemente amaba que le dieran la razón.

Después de esa caótica serie de eventos la tarde fue tranquila, hasta que llegó el final de su turno y se fue con Jeonghan, quien, increíblemente, había durado el resto del día con él en la cafetería solo para molestarlo una y otra vez imitando su voz y repitiendo "No tiene anillo uwaah no tiene anillo" una y otra vez. Jihoon solo podía sonrojarse y simplemente aceptar su destino mientras Jeonghan reía con su característica risa malvada y lo abrazaba. Ni siquiera podía fingir que se enojaba, porque sabía que eso funcionaba con cualquier persona menos con Jeonghan.

Y de alguna forma se hizo costumbre para Jeonghan acompañarlo cada día a la cafetería. Jihoon nunca preguntaba, simplemente salía por las mañanas y se encontraba con Jeonghan fumando o mascando chicle quien, después de 3 días acompañándolo dejó de preguntarle si podía ir y simplemente lo acompañaba contándole cosas de su vida o tarareando alguna canción cebollera antigua. Pasó bastante tiempo así cuando una tarde después del trabajo, llegando a Las estaciones Jihoon pudo presenciar el momento más incómodo y tenso desde que vivía en ese edificio. Se cruzaron en la entrada con Joshua, quien al parecer había salido a comprarle a la ancianita del kiosko de la esquina algunos encargos de las demás. Y el más pequeño de los tres pudo notar inmediatamente la tensión en el cuerpo de Jeonghan, los vio mirarse a los ojos, vio a Joshua alejar la mirada hacia todos lados como dudando de qué hacer a continuación o como si alguien en algún lado fuera a soplarle qué hacer. Fue cuando susurró un suave "hola" que Jeonghan dijo "¡Oh que torpe soy olvidé comprar cigarros vuelvo más tarde!" y casi corriendo se fue por el lado contrario, aun cuando los tres sabían que lo más cerca era el kiosko que podían ver desde sus mismos lugares.

Joshua suspiró y Jihoon entendió de inmediato.

- Lleva días así, no deja de evitarme – le dijo mientras entraban al edificio y Jihoon entendió al fin las repentinas ganas de acompañarlo a la cafetería. Lo siguió por los pasillos hasta que estuvieron frente a la habitación que Joshua compartía con Jeonghan. Jihoon esperó que le dijera algo - ¿Te molestaría oír la canción que estoy escribiendo? Normalmente pido la opinión de Jeonghan, pero, bueno... Ya sabes – murmuró y Jihoon asintió, entrando con él a la pieza.

Era una canción suave, muy dulce. Joshua la cantó de principio a fin sin mirarlo ni una sola vez. Terminó desafinando en el último acorde y presionó las cuerdas, tenso.

- Jeonghan y yo nos besamos – dijo y Jihoon abrió sus ojos de par de par, y no es que le impresionara realmente que se hayan besado, para nada, simplemente no esperaba oír esa confesión ahora – Nos besamos hace varias noches, fue tan raro simplemente pasó y desde entonces no deja de evitarme, ¿Es mi culpa, Jihoon? Tal vez lo besé tan mal que ya no quiere mirarme, o tal vez tenía mal aliento pero no es mi culpa habíamos recién despertado y simplemente no lo pensé, pero nadie tiene buen aliento por la mañana, ¿Cierto? Digo él si lo tenía, pero... Pero tal vez... – balbuceó acariciando las cuerdas de su guitarra, nervioso, sintiendo su corazón acelerarse más y más. Jihoon le dio palmadas en un hombro, pensando bien qué decirle - ¿Crees que me odia, Ji?

- Todo lo contrario – le dijo y Joshua lo miró a los ojos luego de haberlo evitado todo ese rato – Debe estar sintiendo muchas cosas con las que no sabe cómo lidiar, pero aquí entre nosotros, nunca lo vi mirar a nadie como te mira a ti, Joshua, ni reírse como lo hace contigo ni de llamar la atención de alguien como lo intenta contigo cada momento – le dijo de todo corazón. Joshua se sonrojó y rió tímido.

- Ya veo... ¿Debería hablar con él? – preguntó dejando la guitarra a un lado.

Jihoon no pudo responder, justo en ese momento la puerta se abrió y entró Jeonghan mirándolo curiosos.

- ¿Interrumpo algo? – preguntó y Jihoon solo rió negando con las manos. Joshua volvió a tomar su guitarra, claramente nervioso, comenzando a tocar notas al azar, fingiendo afinarla.

Conversaron un rato hasta que el más pequeño decidió que lo mejor sería dejarlos solos, quizás así podrían al fin conversar. El silencio inundó la habitación, Joshua siguió tocando nota tras nota, suavecito, viendo de reojo a Jeonghan sentarse en el tocador pero no haciendo nada en él. Ambos se miraron al mismo tiempo y Joshua decidió que era el momento.

- Jeonghan, yo...

- Joshua lo del otro día... Creo que no debimos hacerlo – lo interrumpió Jeonghan de inmediato, con los ojos bien abiertos, las cejas fruncidas y los labios tensos. Joshua solo dejó escapar un simple "oh" y Jeonghan dejó de mirarlo – Es probable que no sea lo mejor, para ti sobre todo, no te haré bien de ninguna forma Joshuji, yo... – murmuró levantando la mirada cuando vio a Joshua de pie frente a él.

Joshua lo tomó por el mentón suavemente, haciendo que Jeonghan tartamudeara y guardara silencio. Se miraron a los ojos un par de segundos y Joshua lo besó sin decir nada. Jeonghan le correspondió de inmediato.

Jeonghan jamás besaba a la gente con la que salía, mucho menos a aquellos con los que se acostaba. En el fondo de su corazón siempre había querido reservar esos besos, ¿Para quién? No lo sabía hasta hace un tiempo, y aunque la respuesta estaba aquí frente a él, pateándole el estómago una y otra vez, se rehusaba a aceptarla.

Rodeó el cuello de Joshua con sus brazos delgados, hundiendo sus dedos en su cabello, pudo sentir los suspiros contra sus labios, y se sentía tan bien que en cualquier momento perdería la cordura. Y de pronto ambos se encontraron en la cama, él sobre Joshua, una pierna a cada lado de sus caderas buscando desesperado sus labios, moviéndose, sintiendo la fricción de sus ropas volverlos locos. Sentía que sus ojos se humedecían, sintió esa quemazón en la boca de su estómago. Lo besó desesperado con los labios húmedos e hinchados, con su lengua caliente, con jadeos y gemidos y un sollozo que se escapó de su garganta. Sintió a Joshua detenerse entonces y el beso se transformó en un abrazo que duró una hora en silencio, sin moverse ninguno de su lugar. Ninguno se atrevía a decir nada, ninguno se atrevía a romper ese silencio que se sentía como una sentencia final. Joshua aspiró suavemente su perfume, tan fresco y dulce y frutal. Entonces sintió a Jeonghan moverse un poco. ¿Estaba llorando? ¿Estaba enojado? No podía saberlo. Nunca podía saberlo. Sintió las manos del rubio acariciarle la nuca y un pequeño hilo de voz susurrarle al oído, tan frágil y asustado que jamás habría podido decirle que no.

- Por favor, solo seamos amigos... por favor – dijo con una voz tan aterrada. Joshua suspiró y miró al techo, buscando algo que lo distrajera del terrible dolor que estaba sintiendo en su corazón. Le besó la cabeza con delicadeza y soltó una risita suave que hizo a Jeonghan mirarlo confundido. Se veía roto y asustado, como un niño pequeño y perdido.

- Solo amigos – le confirmó con la sonrisa más radiante que logró hacer. Se preguntaba de dónde sacaría fuerzas para lograrlo – Vayamos a comer algo, ¿Si? Tengo mucha hambre y ya deberíamos empezar a prepararnos para el show de hoy – le ordenó el cabello de la frente y se movió. Jeonghan se bajó de él y lo miró confundido, preguntando a gritos con su mirada ¿No me odias? ¿Estás seguro de esto?

Salieron de la habitación en silencio, Joshua le comentó algunas cosas al azar y logró hacerlo reír un par de veces. Caminaron por el pasillo hacia el comedor, ambos fingiendo que nada había pasado. Aun cuando el dolor punzante en el pecho de Jeonghan y la sensación de ahogo en su garganta le repetían una y otra vez que este no es el camino que debía tomar, que así no era como ambos debían terminar. Que estaba enamorado de Joshua, con todas sus fuerzas, y que debía permitirse de una vez por todas amar y que lo amen de vuelta, porque la vida no siempre es tan terrible y a veces si es posible ser feliz.

Miró sus hombros anchos mientras caminaba detrás de él. Miró la alfombra y los escalones de madera que rechinaban con cada paso. Lo siento mucho, dijo, en voz alta o en su mente, no estaba seguro, quería gritarlo pero sentía que ya no controlaba su vida ni lo que sentía. Joshua le sonrió y le dio la mano, se veía tan grande y se sentía tan cálida, guiándolo al comedor donde se encontraron con el resto.

Y Jeonghan no dijo nada, porque el miedo era aún más grande que el amor que sentía. Quizás era mejor seguir como si nada hubiera pasado.



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N/A: Anoche intenté actualizarlo mil veces pero no me dejaba, hoy entré a ver si podía y tenía como 5 borradores de todas las veces que apreté AGREGAR PARTE NUEVA jajaja bueno, eso! Hola, tras mil millones de años otra vez, me pregunto si alguien sigue esperando actualizaciones de esta historia? De todos modos la disfruto tanto, aunque no la actualice seguido por r a z o n e s, disfruto el concepto y la historia con mucho amor así que me niego a dejarla incompleta aunque eso me tome siglos. Este cap me llenó de mucho amor y lo disfruté mucho aunque me costó retomarlo porque le había generado un tipo de miedo a escribir, me sentía un poco descarada escribiendo fanfic y creyéndome escritora supongo, he intentado tomar una forma más relajada de escribir en vez de usar palabras TAN... de fanfic?? Tan dramáticas o palabras que uno no usaría normalmente en conversaciones, siento que es más fácil de leer y al mismo tiempo es más fácil para mí escribirlo! De todos modos, espero que les guste mucho este comentario, y aunque no puedo exigir muchas respuestas aún así me haría muy feliz saber sobre  quiénes les gusta esta historia!! 


Dicho esto, la historia ya empieza a llegar a lo más angst... Así que prepárense supongo, que siempre puedo hacer algo aun más angst >:D 


Besitos <3 

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