Ángel 234(I&II)

By Mariansosaaa

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Un caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colo... More

Nota.
Antes de comenzar a leer.
Protagonistas.
Sipnosis.
Capítulo 1: El principio de todo.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24: Ángel 234.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29: El final de un nuevo comienzo
Epílogo
/Segunda parte/ Ángel 234: Tiempos Oscuros.
Prefacio.
Capítulo 1.
Capítulo 2: Chica batido.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5: "Eres un problema"
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8: Rompo todo lo que toco.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11: Píntame.
Capítulo 12: ¿Quién era Hult Sullivan?
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15: Soy completamente de ti.
Capítulo 17
Capítulo 18: Todo mi amor para ti, Gwen
Capítulo 19
Capítulo 20: Alma por otra alma
Capítulo 21
Capítulo 22: Quizás
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26: Capítulo Final
Epílogo
¡ATOM!
EXTRA

Capítulo 16

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By Mariansosaaa

          Capítulo 16.

Hoy me entregaron las notas de mis tres últimos exámenes. Juraba que sacaría por debajo de un quince, sin embargo, fueron dos dieciocho y un diecinueve. Para ser mis primeras pruebas, la nota me resulta fantástica.

Estaba de camino al campus. Para encontrarme con los chicos. Bailey regresó ayer a clases, duró una semana en sanar y recomponerse, se le ve mejor. Incluso el morado en su ojo comienza a desaparecer. Hice que Hult se disculpara con él, lo cual hizo. Una disculpa entre dientes, pero lo hizo.

Desde ese demente día, hemos tratado de mejorar. No le han vuelto las voces, de vez en cuando un pequeñito dolor de cabeza, pero nada más. Tampoco ha tomado, y eso es un buen indicio. Hult vuelve a ser Hult. Lo que me ha costado es ese trato, de ser solo amigos hasta que todo se calme. Lo he sobrellevado. Se ha comportado de buena forma, siempre con su aspecto de bromista. Sin embargo, lo sigo vigilando al igual que Callum.

Y yo... Yo sigo recordando esa tarde. Nuestros besos... Cada caricia... Sus susurros... Después de ese día me he sentido distinta. Me he sentido distinta desde que lo conozco.

—¡Hey! —alguien llamó detrás de mi. Me giré y era Callum, trotando para alcanzarme. Llevaba un par de libros en sus brazos.

—¿No extrañas los casilleros? —reí. Los casilleros en la secundaria, eran lo más práctico para guardar lo que no necesitarías durante el día.

—Odiaba mi casillero, porque estaba oxidado y costaba abrirlo a veces... Pero ahora, ahora me arrepiento de mis quejas —exhaló sin ánimos. Pasó sus libros, a su bolso.

—Sí, esos casilleros eran una tortura —asentí. Mi mirada estaba fija en el camino.

—¿Has escuchado sobre ese baile? —indagó.

Unos dispersores de agua se encendieron, mojando una pareja que se besaban muy cómodamente sobre el césped. Callum y yo reímos al ver tal escena—¿El que es en dos semanas?

—Sí, ese —como olvidarlo. Pamela me lo recuerda cada día, a toda hora. En cualquier lugar.

—Claro, ¿irás? —le pregunté. Ahora mirándolo. Ladeó una pequeña mueca y comenzó a rascarse por detrás de su cuello.

—Pamela me invitó. Pero quiero regalarle algo ese día —dijo con duda en su voz.

—¿Algo como qué?

—Eso te quería preguntar. Ustedes son amigas, y entre chicas se entienden. Sabes muy bien que nunca he hecho est..

Lo interrumpí —¿Y quieres que te ayude a escoger algo que le guste? —me miró con una sonrisa plasmada, de niño. Asintió varias veces. Era tan tierno que quisiera darle algo a Pamela.

Unas manos atrás de mi se posaron en mi cintura, haciéndola sacudir. Y por supuesto, asustándome.

—¡Deja de hacer eso! —gruñí. Cuando Hult se posó a mi lado. Como era de esperarse, lanzó una carcajada.

—Eres muy temerosa niña. Deberías de relajarte —rodó los ojos. Sacó un cigarrillo y lo encendió.

—¿Harías eso por mi? —cuestionó Callum. Sus ojos azules destellaban. Entre una sonrisa, le di a entender que sí.

—¿Hacer por ti, qué? —curiosamente preguntó el castaño, con el cigarro entre sus labios.

—Lo ayudaré a regalarle algo a Pamela —le respondí.

—¡Te dije que eso debe salir por ti mismo! —le dijo Hult a Callum.

El ojiazul se encogió de hombros inocentemente. Callum tenía un leve parecido a Hult. Por su respingada nariz, su ancha espalda y ligeramente el color de su cabello. Pero el de Callum era un tono más oscuro. Y claro está, la cara de Callum gritaba inocencia, algo que no hacía la de Hult —Solo necesito una pequeña ayuda.

—¿De Gwen? ¿En serio? —habló como si fuese un chiste. Giré a mirarlo con los ojos entrecerrados.

—¿Qué tiene? Soy muy buena para hacer regalos —me defendí.

—¿Cómo aquella vez que le regalaste a tu padre, un simple llavero de una cerveza? —alzó una ceja. Abrí la boca, y enseguida la cerré. Si lo había hecho, y tenía que admitir que fue lo más ingenioso que se me ocurrió darle.

—¿Cómo sabes que le di eso? —me crucé de brazos.

—Porque él te espiaba como psicópata —terminó respondiendo Callum. Hult le miró con ganas de asesinarlo.

—No la espiaba, hacía mi trabajo —bufó el chico. Quien había marcado su ceño.

Callum posó una mano en mi hombro —Nosotros podíamos hacer nuestro trabajo, desde cualquier sitio. Ver a la persona, sin estar ahí. ¡Pero él! —apuntó acusadoramente a Hult —Él literalmente te seguía a todas partes.

Callum explotó en risas al igual que yo. Me pareció gracioso la forma en que lo delató —¡Eras un psicópata!

—Ustedes juntos, son la peor desgracia —gruñó. Pues cuando nos burlábamos de él, su sentido de humor desaparecía. Sin embargo, ama burlarse de mi.

—¡Oh! No te enojes Sully —agudicé mi voz, como si le hablara a un bebé. Le nombré por el apodo que Camille lo llama. Tomé su mejilla y le di una apretón, de esos que dan las abuelas y las tías.

—No te enojes Sully —imitó mi voz, mucho más chillona. Le dio otra calada a su cigarrillo que estaba por acabarse. El aspecto de Hult dejó de ser miserable, cambiando a uno mucho más radiante y fresco.

—¡El bebé hará un puchero! —alerté con gracia. Callum se reía, excepto Hult. Que nos ignoraba por completo.

—Cállate —espetó de mala gana. Hacerlo molestar, era lo más divertido en mi existencia.

—Ustedes dos son tal para cual —expresó Callum desde mi lado. Al mismo tiempo, Hult y yo nos miramos, con caras de disgusto.

—Jamás —respondidos al unisonido. Callum nos observó muy divertido. Hult y yo no nos parecíamos en nada en cuanto a la personalidad. Éramos tan distintos, que se me hacía difícil comprender lo nuestro. Pero, a la vez, somos piezas de la misma talla.

—¿Irás al baile? —le preguntó el ojiazul a su amigo.

—¿Cuál baile? —levantó una ceja.

Con tantos altercados, se me olvidó mencionarle sobre el baile. ¿Debía invitarlo?—Hay un baile en dos semanas, de gala. ¿Quisieras ir?

—No me gustan los bailes, en lo absoluto —declaró. Mis ojos que lo miraban, habían caído al suelo. Y quizá se dio cuenta porque cambió su respuesta —Tal vez pueda hacer una excepción, solo tal vez.

Mi iris soltaba fuegos artificiales—¡Gracias! ¡Gracias ¡Gracias! —chillé, dando pequeños saltos de emoción por su alrededor.

—No te emociones, no es seguro —recalcó su respuesta. En el fondo estaba segura que Hult iría. Le fui a dar una brazo, y por un momento casi lo besaba, me había olvidado de nuestro acuerdo. Él se dio cuenta, quedando ensimismado por mi acto. Llevábamos una semana sin darnos un beso, desde que nos fuimos del hotel. Y sus labios tan rosados, eran una tentación. Sus pupilas se dilataron, mirando con recelo mi boca.

Callum deshizo el momento carraspeando la garganta —Eh... Estoy aquí —mis brazos que estaban por su cuello, se retiraron rápidamente, volviendo a mi postura anterior.

—Tengo que trabajar, debo hacer nuevos diseños —me informó a mi. Mordí mis cachetes y asentí. Eso había sido totalmente incómodo. Pero deseaba besarlo.

—¿Me escribes? —pregunté. Asintió en forma de respuesta.

Se inclinó a mi y depositó un dulce beso en mi frente, para luego desviarse y seguir hacia las habitaciones. Cada vez que se iba, y Callum ni yo estábamos con él, me preocupaba. Intentaba confiar en él. Confiaba en él, pero no confiaba en como su mente lo transformaba en segundos.

—Ahora que estamos solos, podemos hablar —captó mi atención el ojiazul. Me había perdido en la figura del chico alejarse.

—¿Sobre qué?

—¿Has recibido más amenazas? —cuestionó. Memoré los mensajes de la otra vez.

—Fue ese día y ya —aseguré con un movimiento de cabeza.

—¿Y tampoco le has dicho a Hult nada?

—No, ni una sola palabra —pasé mis dedos por mis labios, como si pasara un cierre.

—Es extraño. Posiblemente la misma persona de los mensajes, es quien le ocasiona todo eso a Hult. Atom piensa lo mismo —confesó. Uniendo los puntos, Callum parecía estar en lo correcto. Y si estaba totalmente en lo cierto, esto no era para nada una broma de niñatos, quien fuese el de los incidentes, tal vez también tomaba muy en serio sus amenazas.

—¿Y Atom?

—Sigue en el hotel —espetó. Atom se arriesgaba a estar aquí, a nuestro lado. Cuando no debería. Y menos estando cerca Bailey, podían descubrir a los dos— Todo está bajo control —mi cara de preocupación era notable.

Todo está bajo control. Eso me hizo recordar a mi padre, esta mañana por teléfono. Este sábado planeaba ir a mi casa, por el cumpleaños de mi mamá. Pensaba en darle una sorpresa, y también pensaba que mi padre ya le tenía una preparada, pero no era así. Al terminar la llamada me dijo: todo está bajo control. Pero mi padre nunca tiene las cosas bajo su control.

—Si sabes de algo más ¿me avisas? —pedí. Me acerqué a él, y me despedí con un beso en a mejilla.

—¿Pam no te está esperando? —frunció su ceño.

—Dile que tuve que ir a la habitación, a planificar algo —espeté. Me volví a despedir de Callum, agitando mi mano. Así dándome la vuelta y seguir mi camino directo a mi habitación.

Yo era el mejor concepto de los terribles regalos. Pero mi papá rebasaba ese puesto. No es para nada creativo. Seguramente tampoco se esforzaba en serlo. Tendría que actuar por los dos. E inventar que darle a mi mamá de regalo. La temática de regalos para su cocina la había gastado por cuatro años consecutivos. Mi último detalle para ella fue, una sartén. De esas que salen en la televisión. Que parecen casi mágicas, porque no se les adhiere nada. Por supuesto, la amó. No porque viniera de parte de su única hija. Sino porque ella realmente está obsesionada con su cocina.

Sin embargo, debía cambiar la temática de regalos. Podría regalarle algún adorno moderno para la casa y ella es feliz. O bien podría organizarle un almuerzo. O comprarle una linda bufanda.

El dulce tono de mi celular me avisaba que el castaño había escrito.

       ¿Me ibas a besar?:)— Hult.

No se por qué, pero reí delante de la pantalla por tal mensaje.

      No me he acostumbrado, ¿esto es necesario?- Gwen.

     Solo acumulará las ganas de todas las cosas que te haré, cuando esto                 termine- Hult.

Mordí mi labio, mis mejillas estaban tan sonrojadas que mi cara ardió con una gran sonrisa puesta en mis labios.

    ¿Qué tipo de cosas?- Gwen.

    Un día me dijiste que los "amigos" no se hablan de esta forma :)- Hult.

    Eres despiadado:(- Gwen.

    Quiero recalcar que la despiadada aquí, eres tú- Hult.

    ¿Yo? ¿Por qué yo?- Gwen.

    Casi me besas, y ahora me dejas con las ganas- Hult.

   ¿Puedo ir a tu habitación?- Gwen.

Quedé con el teléfono entre mis manos. Esperando su respuesta. Por alguna razón mi corazón latía más fuerte. Mi paso ahora era más lento, dando tiempo a no llegar tan rápido a mi habitación antes de recibir respuesta del chico.

    Ven- Hult.

Fue literal, la magnitud de emoción que recorrió mi cuerpo al leerlo. Tomé el otro camino hacia la otra torre de habitaciones. Mientras caminaba, un par de crujidos se escucharon detrás de mi. Miré de reojo, por encima de mi hombro, sin detener el paso. No había nadie. Y no le presté atención.

Hasta que más adelante, donde no había absolutamente nadie, se volvieron a escuchar pasos. Confundida, me giré. Viendo nada. No había nada. Tal vez fue algún animal, o una ardilla. Aquí habían muchas. Di un suspiro y seguí mi camino. No han recogido las hojas secas del suelo, desde hace una semana y media, creo. Los animales se meten entre ellas y no te das cuenta.

Era de día, no tenía porqué temer. Pero otra vez, ahí estaban los pasos tras mi espalda. Una gota de sudor recorrió por mi frente, con lentitud. Tragué saliva, algo que me costó. Esta vez preferí no voltear. Me limité a darle atención. Mis pies apresuraron el paso, y mientras lo hacía, lo que estuviese detrás de mi también lo hizo.

En un instante me encontraba corriendo, deseando llegar rápido a donde Hult. Crucé la entrada y subí como una bala las escaleras. Los sonidos, las pisadas ahora sonaban más fuerte en la cerámica. Más graves. Al llegar al tercer piso, decidí enfrentarlo. Me giré, hiperventilando.

De nuevo, no había nada.

Caminando, literalmente en reversa. Llegué hasta la puerta de Hult. Le eché un último vistazo a cada lado del pasillo y me aseguré que no hubiese nada o nadie. Toqué la puerta, y en segundos el chico abrió la puerta.

Nos miramos, y sin decir nada, me jaló de brazo. Adentrándome a su habitación y cerrando enseguida la puerta detrás de mi. Como una fiera arrinconó mi cuerpo contra una esquina y muy cerca de mis labios, habló.

—¿Sólo amigos después de esto?

Miré sus labios detenidamente y asentí —Acepto.

Unió sus labios con los míos, en una salvaje beso.

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