Ángel 234(I&II)

Par Mariansosaaa

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Un caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colo... Plus

Nota.
Antes de comenzar a leer.
Protagonistas.
Sipnosis.
Capítulo 1: El principio de todo.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24: Ángel 234.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29: El final de un nuevo comienzo
Epílogo
/Segunda parte/ Ángel 234: Tiempos Oscuros.
Prefacio.
Capítulo 1.
Capítulo 2: Chica batido.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5: "Eres un problema"
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8: Rompo todo lo que toco.
Capítulo 10.
Capítulo 11: Píntame.
Capítulo 12: ¿Quién era Hult Sullivan?
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15: Soy completamente de ti.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18: Todo mi amor para ti, Gwen
Capítulo 19
Capítulo 20: Alma por otra alma
Capítulo 21
Capítulo 22: Quizás
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26: Capítulo Final
Epílogo
¡ATOM!
EXTRA

Capítulo 9.

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Par Mariansosaaa

                      

Gwen Trainor.


La parte de atrás de mi cuello ardía levemente. Era un dolor aguantable, a comparación de hace un par de días con la aguja entrando y saliendo de mi piel. Pensé que nunca iba a acabar. Pero creo que me sentí aliviada de que Hult fuera el que me haya hecho el tatuaje. Si hubiera sido uno de esos grandes hombres, hubiese callado mi dolor. ¿Quién lo diría? Realmente Hult me convenció de hacérmelo. Él también se hizo uno igual, un girasol a un lado de la parte izquierda de su cuello.

Quedé impresionada. El chico no frunció la cara, ni soltó un quejido. Estaba muy cómodo con la aguja. A pesar de que esa parte del cuello es muy sensible. Claro está, él estaba acostumbrado.

Esos dos hombres de la tienda me parecieron muy agradables en totalidad. Más el de la frondosa barba, Hank. Quedé boquiabierta cuando al irnos de ahí, Hult me dijo que ellos eran pareja. Es inimaginable dos hombres con grandes músculos, tatuados de pies a cabeza, sean una pareja. Me pareció lindo.

Wells y Thomas reaccionaron con impresión a mi nuevo tatuaje. No se imaginaban que fuera capaz de hacerme uno. No imaginaría la cara de mis padres cuando lo vieran. Los he extrañado, se supone que este fin iría a mi casa. Pero debía quedarme a repasar para un examen de simetría que tengo este lunes. Hoy era sábado, todos saldrían y yo me quedaría a estudiar un examen de tres hojas. Si antes me quejaba de la preparatoria, tendría que haberme cerrado la boca yo misma al darme cuenta que en la universidad las cosas son más difíciles.

Hasta Pam saldría. La estaba ayudando a elegir qué se pondría. Iría a la fiesta de inauguración de una fraternidad cercana a la universidad. Callum y ella habían tenido una cita ayer. Pensé que él pensaba diferente a Hult y que no sentía como él, pero no es así. El castaño me dijo que realmente a Callum le gustaba.

—Solo un par de horas, lo prometo —suplicaba Pam con las dos palmas juntas. Ahora arrodillada en frente de mí. Había cambiado el color de su cabello, ya no era azul. Ahora era de un tono plateado, con las raíces negras.

—Es mi primer examen. Debo sacar más arriba de un dieciocho —me crucé de brazos. Me convencía para que fuera. Pero de verdad no quería trasnocharme.

—Estudias mañana, los domingos son perfectos para hacerlo —manifestó.

—Claro, ¿estudiar un día antes de la prueba? —alcé la ceja divertida. Ella asintió.

—¡Yo siempre lo hago! —agitó sus brazos por encima de su cabeza.

—Prometo que saldré contigo en otra ocasión —le dediqué una suave sonrisa, pero ella se negó.

—No seas aguafiestas. Irán todos —agregó al soltar un suspiro estrepitoso. Mis amigos, más los de Pam, también se preparaban para ir.

Sus ojos eran los de un cachorro. Me estaba haciendo los ojos de perrito tierno para tratar de convencerme, seguía hincada de rodillas y con sus palmas juntas. Medité por unos segundos mi sentencia final. ¿Por qué soy tan fácil de convencer? Lancé un suspiro y asentí—Solo con una condición —alcé un dedo con severidad. Los labios de Pamela se estiraron de oreja a oreja formando una sonrisa —No más de dos horas.

—¡Lo juro! ¡Haré lo que quieras! ¡Hasta si quieres tenderé tu cama por un mes completo! —se levantó del suelo para dar brincos de emoción.

—¿Me llevarías la comida a la cama? —indagué burlona. Ella asintió frenéticamente. Pamela era de una personalidad radiante y divertida, parecía siempre andar extasiada de felicidad.

—Todo lo que tú quieras —afirmó mientras sus brazos me rodeaban para darme un corto y rápido abrazo. Volvió hasta el espejo de su armario, para seguir alisándose el cabello con el sacador.

Ahora debía pensar en qué ponerme yo. Bajé la cabeza para mirar lo que llevaba puesto, me había bañado hace un par de horas y me coloqué ropa linda solo para estar en la cama con un libro entre mis manos. Llevaba un short de tela, alto y holgado. Era de color negro. Más una blusa corta verde manzana, era de un color pastel. Me gustaba, así que creí que no sería necesario cambiarme.

Miré mi celular que estaba a un lado de mí. Pensé en escribirle a Hult y decirle que saldría. Tal vez él también iba, porque Callum irá con Pam. Agarré el celular y le envié un mensaje.

Iré a esa fiesta de la nueva fraternidad...¿Tú irás? - Gwen.

Le di a enviar y esperé algunos minutos a que respondiera. Usualmente lo hacía rápido, pero no recibí ninguna respuesta en ese corto tiempo. Quizá estaba ocupado. Así que esperé impacientemente su mensaje. Sin embargo, nunca recibí una respuesta por su parte.

A lo que pensé; ¿de nuevo me evitaba?... Dejé salir todo el aire de mis pulmones y puse el teléfono encima de la cama. Podría esperar un rato más su mensaje. O bien podría buscarlo.

Sé paciente. Sé paciente.

Respiré y decidí distraer mi mente, maquillándome. Un maquillaje sencillo. Con bastante brillo en mis pómulos, y mis párpados un poco acentuados con el mismo. Saqué la máscara de pestañas y la comencé a pasar por esta, varias veces hasta que notara la diferencia. Creo que lo que detestaba de mi cara, lo único que detestaba de mi cuerpo en realidad. Era mi falta de pestañas. Increíblemente un hombre tiene más pestañas que yo. ¡Hult tiene más pestañas que yo! Es envidiable. Con pestañas pobladas, la cara cambia.

A mi teléfono le había llegado un mensaje, al principio me emocioné y lo tomé enseguida. Pero recordé que a Hult le había colocado un tono distinto. ¡Qué estresante!

Quien me había escrito era Bailey.

¿Estas ahí chica batido? - Bailey.

¡Sí! - Gwen.

¿Te veré en esa fiesta?- bailey.

Eso creo, Pamela me convenció de ir- Gwen.

Nos vemos allá- Bailey.

Lancé mi celular a un extremo de mi cama y fui hasta el espejo de mi armario para ver cómo había quedado. No era experta en maquillajes, pero si lograba hacer los sencillos. De pronto tocaron la puerta de la habitación un par de veces. Pamela y yo nos vimos las caras al mismo tiempo y ella plasmó una sonrisa de oreja a oreja. Dejó el secador sobre su cama y graciosamente en puntillas se dirigió a la puerta. Abriéndola y dejando ver primeramente a Callum. Atrás de él estaban Thomas y Wells.

—¡Entren!—indicó Pam, con la mano. Me percaté como Callum y Pamela se coquetearon brevemente con las miradas.

—Hola Gwen —me saludó Callum. Le devolví el saludo con la mano. Más adelante entraron mis amigos y sorpresivamente entró una cara que no me esperaba ver. Era Camille, tomada de la mano de Wells.

—Qué guapos están todos— halagué a los chicos. Dirigiéndome a ellos. Camille captó mi atención al lanzarme una mirada junto a una sonrisa.

—Tenía tiempo sin verte —dijo Camille. Enseguida se acercó a mí y con un abrazo me saludó. Era extraño, e incómodo. Sin embargo, ahora salía con Wells y me tenía que acostumbrar.

—No esperaba verte aquí —manifesté al separarnos. Ella llevaba puesto un vestido ajustado de color blanco. Pamela también se había puesto un vestido sencillo. Me sentí opacada por mis simples shorts.

—Bueno. Tu mejor amigo se tomó dos horas de su tiempo en irme a buscar —volteó a ver a Wells, que estaba a su lado. Los dos se sonrieron muy dulcemente. Tan dulce que sentí que vomitaría.

—Qué dulce eres —miré a Wells burlonamente. Él rodó los ojos.

—¡Somos gemelos!— gritó Thomas casi en mi oído. Me tomó de la cintura y me alzó hacia arriba. Haciendo que carcajadas incontrolables salieran de mí. Era muy fuerte.

—¡Bájame!— pedí mediante la risa. Instantáneamente me dejó en el suelo. Le eché un vistazo y me di cuenta que llevaba una camisa del mismo color que la que yo tenía puesta. No obstante, la suya era de un tono más oscuro—Te copiaste —acusé.

—¡No! ¡Tú te copiaste! —me devolvió la acusación.

—Cállate, T. Ella se ve mejor —interfirió Pamela. Ahora Pamela le decía "T" a Thomas. Se habían hecho muy buenos amigos. Parte del tiempo Pamela vivía fastidiándolo. Era una especie de relación amor-odio.

—Yo me veo más sexy —dijo Thomas, subiendo y bajando las cejas. Todos reímos, haciendo resonar una fuerte risa dentro de la habitación. Pero Pamela mandó a que hiciéramos silencio, puesto que no podía haber tantas personas en una habitación, ni hacer escándalo. Iban contra las reglas del instituto.

Miré a mi alrededor y me di cuenta que estaban todos, excepto Hult. Sentí desanimarme, porque tampoco había sonado mi celular. Vi a Callum sentado en una esquina de la cama de Pam, mirándola. Casi embobado. Dejé escapar una breve risita por mis labios. Me acerqué a él, despertándolo de su momento en trance.

—Puedo descifrar qué es lo que me preguntarás —ladeó una mueca. Asentí y me senté a su lado.

—¿Está en la habitación? —indagué. Él giró su cabeza para poder mirarme. El color de sus ojos era muy parecido al de los míos. Pero los ojos de Callum, eran un poco más claros.

—Está, pero no está —manifestó moviendo la cabeza de un lado y luego del otro.

Arrugué la frente—¿Está, pero no está?

—Hult... No lo sé, ha cambiado —confesó en voz baja. Miró hacia los lados para asegurarse que los chicos no escucharan.

—Lo he notado —dije. Callum encorvó los labios.

—No creo como yo —agregó —Se comporta de una forma distinta.

—¿Lo has visto beber?— indagué en el tema, que aseguraba que era parte de la raíz del problema. Como supuse, Callum asintió.

—Bebe todo el tiempo. Desde que llegó, bebe. He intentado interferir, pero ayer... Ayer le dije que no siguiera tomando. Y solo por eso me mandó al diablo—entonces no era la única que se había dado cuenta del cambio de actitud de Hult. A mí me ignoraba parte del tiempo, y a Callum lo trataba de una forma grosera.

—Me ha estado evadiendo estos últimos días —confesé. Callum miró cabizbaja hacia sus zapatos.

—Cada vez que escucho su celular sonar, sé que eres tú porque lo apaga— musitó. Se sintió frustrante saberlo —Va a clases, luego regresa, saca una botella debajo de su cama. Se la toma, y duerme. Y eso Gwen, eso es todos los días.

—Hace unos días me dijo que se sentía confundido... Por todo este asunto de la legión —susurré. Pero Callum me miró dubitativo.

—Creo que algo más le sucede, él no es así. No es así cuando está "confundido" —recalcó esta última palabra. Claramente Callum lo conocía mucho más que yo.

—¿Ahora está durmiendo?—inquirí con voz débil. El ojiazul parecía no querer responder a mi pregunta obvia.

—Hace una hora, ni se podía mantener de pie. Quedó como un tronco— era triste tener que escuchar todo esto.

Lo sabía, sabía el camino que iba a terminar tomando. Sabía que podría llegar a esto. Muy rápidamente. Como una estrella fugaz, a mi mente le llegaron esos recuerdos, de aquellos mensajes amenazantes que me llegaron. Posiblemente no tenían que ver con el tema, pero sentí que era algo que Callum debía de saber. Algo que solamente sabe Bailey. Me he limitado a decírselo a Hult. Le pedí a Wells que me pasara el celular. Busqué los mensajes, no los había borrado.

—Alguien ha estado amenazándome. O amenazándonos... Realmente no sé a quién amenaza —enuncié al pasarle el celular. Callum lo ojeó muy detenidamente. Giró mirándome con incertidumbre en sus facciones.

—¿Intentaste llamar a ese número? —cuestionó, a lo que afirmé.

—Se quedó en silencio, no dijo ni una sola palabra —miró hacia la puerta. Fijamente. Sus manos jugaban la una con la otra, tal vez mostrando ansiedad. Me preocupé porque Callum se comportaba con la misma preocupación.

—¿Se lo contaste a Hult?— indagó. Negué con la cabeza. Él tomó aire entre sus pulmones y luego lo expulsó por la boca.

—Tampoco lo hagas —casi me lo ordenó —Intentaré contactar a Atom.

—¿Crees que es algo de lo que hay que preocuparse? —murmuré. Pues los dos chicos no han sabido de su amigo desde hace tiempo. Atom decidió quedarse en la legión. Y ahora le habían asignado a un bebé. Atom debía de desaparecer de la vida de ellos, como si nadie lo hubiese conocido. Pues ahora había vuelto a ser inmortal. Y el que Callum quisiera contactarlo, se me hacía extraño.

—Tú no. No te preocupes, me encargaré —sus palabras eran muy decididas.

—Hablas como si supieras quién es —manifesté. Él me miró.

—Lo sabré pronto. Tal vez sea algún niñato queriendo dársela de bromista —se alzó de hombros tratando de hacer de menos interés el tema. ¿Quién sería esta persona? Tenía un mal presentimiento. Tenía un muy mal presentimiento en la boca del estómago.


(...)


Habían pasado más de dos horas de las que había acordado con Pamela. Sin embargo, la estaba pasando muy bien. Dirían que las fiestas de las fraternidades o de universitarios eran más alocadas que las de secundaria. Pero era todo lo contrario. Por lo menos esta fiesta era muy calmada, a pesar de que la casa estaba inundada de personas. No había desastre, ni personas vomitando en cada esquina. Solo grupos de chicos cómodamente sentados, bebiendo. Así como nosotros.

Eramos un grupo de unas quince personas. Entre ellos, mi grupo. Al frente tenía a Camille y a Wells, que no dejaban de tragarse. Casi un hecho literal. Y a un lado estaban Pamela y Callum. Pamela en las piernas de Callum coqueteándose. Esto era demasiado incómodo. Todos venían con sus parejas. Menos Thomas. Thomas siempre estaba en su mundo. No le interesaba estar tras una chica. Él era feliz con tan solo le hablaran de deportes. Recuerdo que cuando tenía unos doce años Thomas me gustaba, hasta nos dimos un pequeño beso, por el juego de la botella. Una vez Thomas fue a mi casa a hacer una tarea. Mi papá por supuesto le cayó bien desde un principio. Los dos eran tal para cual, fan de los deportes. Y por allá estaba el pelinegro, sentado con unos chicos de anchos cuerpos musculosos, seguramente hablando de fut. Que por cierto, lo admitieron en el equipo de la universidad. Era asombroso.

Yo por mi parte, me encontraba alrededor de unas personas, a la cuales no conocía. Pero eran agradables. Me habían dicho sus nombres, pero raramente llego a recordar el mío. Un chico de tez morena intentaba coquetearme haciéndome cumplidos. Sin embargo, solo le prestaba atención a mi vaso de vodka con piña. Amaba esta bebida.

Al instante mi visión fue tapada, alguien detrás de mí, tapó mis ojos con sus manos. Me emocioné al pensar que podría ser Hult. Pero no era él.

—Chica batido —dijo Bailey muy cerca de mí. Enseguida descubrió mi vista y me giré para mirar al chico, que llevaba una polo gris claro, junto a unos jeans. Su cabello que siempre estaba muy rizado y sin forma, ahora lo había peinado de lado con fijador. Bailey realmente era guapo y atento. Se me hacía extraño que no tuviese novia.

—¿No llegaste algo tarde? —pregunté. Él tomó una silla y la puso a mi lado, sentándose en ella.

—Tenía que esperarlas —rodó los ojos. Apuntando con un movimiento de cabeza, al grupo de chicas en una esquina lejos de donde nos encontrábamos. Entre ellas, Nadine.

—Por eso tengo más amigos que amigas— sonreí suavemente. Él también sonreía, con los ojos entrecerrados.

—Te ves muy bien hoy... —sus ojos me trataban de analizar disimuladamente. Se sentía incómodo que otros chicos que no fueran Hult, me halagaran. Bueno, mis amigos como Thomas, lo hacían a veces, y hasta delante de Hult. Y para mi eso no era un problema. Tal vez me sienta así, porque sé que le atraigo a Bailey.

—Oh... Gracias —le di una sonrisa tímida. No paraba de sonreír. Noté que Bailey sonreía todo el tiempo —Tú también te ves muy bien.

—Gracias, chica batido —se inclinó hasta la mesa de vidrio en el medio de nosotros. Tomó un vaso de plástico y vertió solamente Coca-Cola en el. La botella de ron posaba al lado, esperaba que también le echara. Pero no lo hizo. Agarró su vaso y bebió.

—¿No bebes alcohol?— indagué extrañada. Aún con el vaso entre sus labios, negó con movimientos de cabeza.

—No me gusta —hice un "oh" con la boca y lentamente desvié mi mirada hacia la mesa. Era el primer chico al que conocía y no bebiera —¿Tú sí?

Alcé mi vaso, enfrente de él en forma de respuesta y sonreí —Solo vodka con piña. Me encanta.

—Interesante. Las bebidas con frutas son las mejores— Bailey se fijó en un punto medio de mi cuello. Acercó su cabeza para poder visualizar mejor lo que le había causado interés. Mi cabello estaba recogido en una coleta alta, claramente dejando expuesto mi nuevo tatuaje. Era eso lo que observaba. Una de mis manos automáticamente pasó por este, sintiendo las pequeñas líneas hinchadas de la tinta. Hult me repitió unas, diez mil veces que me lo tenía que cuidar bien o si no se infectaría —No sabía que tenías un tatuaje.

—Realmente no lo tenía. Me lo hice hace un par de días —mencioné.

—Lindo. Combina contigo —halagó. En respuesta, le sonreí. Llevé mi vaso de vodka a mis labios y di un sorbo. Wells me lo había servido, y le había quedado algo fuerte. Sin embargo, ya mi cara no se arrugaba al beberlo, como al principio.

—No creí que fuera capaz de hacerlo —expresé mediante una risita.

—Todos tenemos que lanzarnos al fuego por una vez ¿no? —una canción más suave que la anterior comenzaba a sonar dentro de toda la casa.

Retumbando por el bajo. Sacudía mi interior. La había escuchado antes... Su voz era reconocible. Era Earned It de The Weeknd. Era una canción suave, muy sensual. Varias personas, incluyendo a Camille y a Wells, fueron al medio de la sala a bailar.

—¿Sabes bailar? —cuestionó Bailey, muy cerca de mi oído para que pudiese escuchar. Lo miré dubitativa, puesto que, si sabía. Pero no me gustaba bailar como las personas lo suelen hacer en las fiestas. Normalmente solo lo hacía en mi habitación cuando subía el volumen de mi música.

—No soy la mejor, créeme —respondí. Bailey puso sus manos a cada lado de él y se impulsó para ponerse de pie.

—Vamos —indicó hacia el montón de personas moviéndose al ritmo de la canción.

—Yo no sé cómo hacerlo, deberías de decirle a otra chica —me opuse. Pero él siguió insistiendo.

—¿Qué pierdes? Vamos —replicó. Lo miré una última vez, y dudosa dejé mi vaso en la mesa. Para poderme poner de pie, y seguirle el paso al pelirrojo que abría espacio entre la multitud.

Llegamos hasta un espacio vacío, donde parejas a nuestro alrededor bailaban con sensualidad. ¿Yo tendría que hacer esa clase de movimientos? Por supuesto que no me movería así para Bailey. Esta canción no era amistosa. Quería salir de este círculo, pero la multitud me lo impedía.

—Baila como desees— aclaró él. Y algo que no me esperaba, era ver a Bailey haciendo unos pasos de baile muy inusuales, fuera de lo común. Llevé una mano a mi boca por el simple hecho de querer ahogar mi risa que estallaría como una bomba. Parecía moverse como una serpiente. Sacudía su cabello, luego se movía de un lado a otro. Entendí que él no quería que bailáramos de esa forma. Quería divertirse.

¡Qué sensual eres! —grité divertida para que me pudiese escuchar. Él me miró con burla, y se empezó acercar a mí, con sus hombros moviéndose como si fuesen una ola. Esperaba a que yo hiciera lo mismo. Miré a cada lado de nosotros, y me percaté que las personas nos miraban con gracia. Miraban a Bailey. Esto era muy vergonzoso. Pero los vasos que había bebido anteriormente de vodka, hicieron esfumar la pena.

En un instante me encontraba bailando tan alocadamente como el chico. Moviendo los hombros, haciendo caras graciosas para después estallar en risas ahogadas.

—¡Somos mucho más sensuales que bailarinas exóticas!— hizo una mofa el pelirrojo, cuyos pasos eran tan graciosos como él.

Pero nuestra diversión había acabado. Cambiaron la canción por una electrónica. Ya no tenía sentido seguir bailando como locos, oponiéndonos al estilo de la música. Las personas se comenzaron a dispersar. Dejándonos a Bailey y a mi prácticamente solos. Seguíamos riendo y haciendo chistes sobre nuestros pasos "profesionales" que por supuesto cualquier persona envidiaría.

Hubo un lapso de tiempo, en donde Bailey dejó de reír. Su risa se desgastaba al igual que la mía. Ahora me estaba mirando sin decir ni una sola palabra. Solo sonreía.

—Eres la primera chica que conozco, que se arriesga a enfrentarse contra Nadine—habló.

Mi liga del cabello se había caído en alguna parte mientras saltaba hace unos minutos. Traté de peinarme el cabello con los dedos—Lo siento, sé que ella es tu mejor amiga.

—La quiero, pero alguien debía ponerla en su lugar —confesó. Ahora estaba a un paso de distancia de mí, llevaba en su mano mi liga. Me la extendía para que la pudiese agarrar. La tomé y agaché la cabeza para recoger mi cabello. Tanto movimiento me había hecho sudar. Y lo que menos debía hacer era sudar por el tatuaje.

Volví a mirar a Bailey. Y este seguía mirándome de la misma forma. Una de sus manos pasó hasta mi mentón, pues sus ojos se fijaban a una dirección.

Mis labios.

Y como si fuese hipnotizado por mi boca. Se acercó lentamente hacia mí. Quedé inmóvil sin entender la situación en que me encontraba. Hasta que sentí la respiración del chico contra la mía. Y una de mis manos lo empujó hacia atrás rápidamente. Mi corazón se había acelerado. No iba a permitir que me besara. Yo no quería besarlo. Quedé perpleja desde el sitio en que estaba. Bailey se encontraba del mismo modo, dándose cuenta de su repentina acción.

—Discúlpame, yo... Me dejé llevar— con nerviosismo bajó la mirada.

—No pasa nada, no tienes que disculparte— traté de mostrarme lo más serena posible. Pero en el fondo si me había incomodado el que me haya querido besar cuando sabe que estoy con Hult.

—Soy un idiota —suspiró. Se notaba que era sincero en cuanto sus disculpas— Pero es que hay algo en ti, que llama mucho mi atención.

Mis manos jugaban ansiosas por detrás de mi espalda —¿El que haya hecho caer tu batido? —pregunté divertida para aliviar la tensión. Lo cual funcionó ya que Bailey rió.

—Mucho más que eso —expresó. Pero yo solo quería salir de ese incómodo momento. Miré a cada parte de la fiesta, y encontré a mis amigos quienes habían vuelto al mismo sitio.

—¿Quieres ir para allá? —lo había descifrado por mi mirada. Me mordí el labio y asentí.

—¿Tú quieres?— Bailey respondió con los mismos movimientos de cabeza, pero más frenéticos. Los dos reímos al mismo tiempo. Para así volver a nuestro lugar.

Sí. Linda y extravagante noche. 

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