Crown | Hiccup Haddock ¹

By newtmas-

189K 19.2K 16.6K

[LIBRO UNO] Historia ganadora a los Premios Wattys 2021. C| ❝No vengo a quitarte tu trono, vengo a ponerte e... More

𝕮𝐑𝐎𝐖𝐍
CONCURSOS
|1| Gráficos
|2| Gráficos
Volumen uno | Amistad prohibida
━━00: Introducción
━━01: Adaptación
━━02: La isla Berk
━━03: Hipo Horrendo
━━04: La decisión de Hipo
━━05: Entrenamiento contra dragones
━━06: Libro de Dragones
━━07: Viejas historias de Kain
━━08: Interacciones con Chimuelo
━━09: La llegada del Rey
━━10: Entre verdades y desastres
Volumen dos | Danza de Dragones
━━11: Nymeria
━━12: Acuerdos con Kain
━━13: El Consejo Real
━━14: Isla Fair
━━15: Una constelación
━━16: Hablando sobre el pasado
━━17: Volemos lejos
━━18: La Orilla del Dragón
━━19: Migración Alacambiante
━━20: Nordvind
━━21: ¿Confías en mí?
━━23: Tormenta de Nieve
━━24: Snoggletog
━━25: Meses después
━━26: Cazadores
━━27: Danza de Dragones
━━28: La luz hacia el Valhalla
━━29: Amo de Dragones
━━30: La Corona
Datos generales + Agradecimientos
Anexo I | Furia Espectral
Anexo II | Pesadilla Cambiante
Anexo III | Kain

━━22: Sobre ti y sobre mí

2K 198 720
By newtmas-


┍━━━━━◦∘♔∘◦━━━━━

CAPÍTULO XXII

❛Estaría para ella, aún si fuera solo para curar sus heridas. ❜

┕━━━━━∘◦♔◦∘━━━━━┙

La mayoría de las pesadillas de Sigrid habían desaparecido.

Branden la había despertado en mitad de la noche cuando la escuchó gritar y se quedó con ella hasta que logró tranquilizarla. Sigrid nunca había tenido tanto acercamiento con su padre como aquel y, aunque había comenzado a llamarle por «padre» desde un par de años atrás, no fue hasta en ese momento que sintió que lo era, cuando la persona que se dirigió a ella fue Bastón y no Branden El Rey.

Bran la había abrazado hasta que los sollozos terminaron, le dio las palabras de aliento que necesitaba y le contó un par de anécdotas propias sobre la primera vez en la que él mismo se había manchado las manos de rojo. En ningún momento trató de presionarla para que hablase de lo ocurrido, Sigrid solamente escuchó cómo fue que él pasó por lo mismo y cómo lo fue superando con el paso del tiempo.

«Me acostumbré, no me perdoné lo que hice y hasta el momento, no es algo que pueda hacer. Pero sé qué fue necesario y no me arrepiento de haberlo hecho, cada una de las batallas a las que me he enfrentado o los actos que he cometido es para asegurar el bienestar de mi pueblo y el de mí familia. —Le había comentado, lo que causó que Sigrid llorara aún más, pero Branden la abrazó—. Cuando somos esto, no tenemos opciones para salir con las manos ilesas, soy el Rey; incluso las vidas que no arrebato yo, pero sí mis soldados, recaen sobre mis hombros. Siguen siendo mis muertes. Lo que tú cometiste, son mis muertes también, yo soy el Rey. Y cuando mis hombres mueren, yo también soy el culpable.»

Aquellas palabras solo hicieron que Sigrid comenzara a replantearse sobre lo que ocurriría cuando ella pasase al trono, ¿sería la causante de muchas muertes también?

«No te estanques por mucho tiempo en lo que pudo haber sucedido, hija. —Le dijo Branden poco después—. El pasado no es la solución, solo recuerda el equilibrio de la vida. Lo que pasó no se puede deshacer, todo tiene un motivo. Encuentra tu propio motivo en el presente y sigue adelante, ¿puedes hacerlo?». Sigrid no respondió, dejó que su padre se marchara y cuando volvió a dormir, las pesadillas no la siguieron de nuevo.

En la mañana, Sigrid se sorprendió cuando no vio más el rostro de aquellos vikingos acechándola desde las sombras como lo habían estado haciendo las últimas semanas luego de lo ocurrido. Pensó que aquello tenía que ver con la plática que tuvo con Hipo y con su padre y mientras despertaba, se sintió un poco más relajada.

Sigrid sabía que las pesadillas probablemente seguirían ahí hasta el resto de sus días, que no era algo que pudiese superar incluso si comenzara a perdonarse a sí misma —Cosa que no había hecho, aún—. Pero sabía que necesitaba tiempo y espacio, liberarse de sus pesadillas sería más complicado, al recordar sus rostros, la sangre derramada y los fragmentos de lo que ocurrió en la batalla.

Debía de confiar en sí misma para poder avanzar.

Con un bostezo, se incorporó de la cama saliendo fuera del balcón donde vio a Hipo jugar con Chimuelo y Maléfico sobre el césped, en la zona delantera del castillo. Desde su posición escuchó como el vikingo les decía algo a ambos, que era respondido por un gruñido del Furia Nocturna tumbándolo sobre el césped y cayéndole encima. Pudo escuchar, quejas, gritos y risas que hicieron que a Sigrid se le curvaran los labios en una pequeña sonrisa al verlos jugar desde ahí, parecían tan felices que hacían que ella se sintiera de la misma forma.

¿En qué momento la mínima situación te hace sentir feliz?

Confundida, Sigrid salió de sus pensamientos al notar los orbes de Hipo mirar en su dirección, haciendo que sus mejillas se tornaran rojas. El vikingo alzó una mano para saludarla, que Sigrid respondió de la misma forma, antes de regresar dentro de la habitación, pues apenas había amanecido y no era nada agradable que el berkiano la estuviese viendo toda despeinada.

Una vez adentro, la morena se metió en los vestidores para vestirse y terminó escogiendo un vestido, con la tela de algodón color negro y de mangas largas, el cual tenía bordados de flores rojas y doradas en la parte central de la zona del pecho, el cuello del vestido formaba una «v» cuyo color era rojo y la falda era lisa, completamente negra con una capa de tela transparente del mismo color sobre esta, dándole más volumen a la falda. Su madre durante esos días le había estado insistiendo en que debía vestir de manera adecuada, incluso después de lo ocurrido y Sigrid sabía que lo mejor era no ver a la Reina enojada.

Cuando estuvo lista, salió de la habitación con cuidado y a duras penas logró escabullirse de los guardias que la esperaban para acompañarla hasta el comedor. Luego de lo ocurrido en la batalla, sus padres temían que los lores hicieran algo para saciar su ira, pues la noticia de que la habían hecho Señora de Nordvind no les había sentado para nada bien.

Cada que tenían la oportunidad, aquellos hombres insinuaban comentarios sobre el tema, expresando el completo desacuerdo que sentían de que alguien como ella «Una joven inmadura, que no tiene la mentalidad para hacer lo que es debido» tomara el control de una isla tan importante como lo era Nordvind; pues al tener ese título, la autoridad de la isla caía a manos de ella. Los habitantes de Nordvind por generaciones se habían mantenido viviendo sin gobernante alguno, desencadenando batallas, que tribus vikingas les invadieran y que la misma organización de la isla fuese un desastre. Al haberles ayudado, las personas de la isla decidieron que era tiempo de dejar la isla a manos de alguien que pudiese guiarlos por un mejor camino y al ver los sacrificios que Sigrid hizo, cedieron su autoridad, confiando en ella. Hecho que hizo enojar a los lores, pues esperaban que dicha autoridad fuese a ellos.

Aquel era el motivo por el qué Sigrid tenía que andar con cuidado y con unos molestos guardias detrás de ella.

La kainiana apresuró la marcha y se desvió en un pasillo tras escuchar las voces de los guardias buscándola. Finalmente logró atravesar la puerta al exterior, encontrando a un Hipo concentrado dibujando algo; sin comentar nada, Sigrid se sentó a un lado de él, viendo el dibujo de Maléfico encima de Chimuelo, lo cual la hizo sonreír con ternura.

—Enséñame a dibujar así —murmuró, viendo cada trazo fijo de las siluetas de ambos animales completamente idéntica a los reales que jugaban frente a ellos—. Buen día, por cierto.

—Buenos días, bella dama —comentó principalmente el vikingo al verla, deteniendo su dibujo para regalarle una sonrisa sin mostrar los dientes. Una sonrisa que Sigrid encontró encantadora y provocó que sus mejillas se pusieran ligeramente rojas—. ¿Te gustaría dibujar?

—Un poco —admitió Sigrid, inclinándose para acariciar a Chimuelo acostado patas arriba frente a ella—. Hace unos días encontré un salón donde suelen ilustrar las historias de los libros —comenzó a contar, el vikingo se giró un poco para prestar mayor atención—, utilizan algo a lo que llaman pigmentos y tiene distintos colores, como este bermellón —señaló los adornos rojos de su vestido—. Pregunté a mi padre y dice que puedo pintar algo, pero no mucho, porque es caro de conseguir.

—¿Y cómo son? —preguntó Hipo sin poder ocultar su curiosidad.

—Parecen polvo de colores —dijo, al instante negó con su cabeza—. Terminando el desayuno te muestro mejor —ofreció un poco más animada y, sin añadir más, se quedó mirando como Hipo terminaba los trazos de su dibujo.

Un par de horas después, ambos se encontraban en el salón donde se ilustraban los libros. La reina había accedido a dejarles pasar porque confiaba en Hipo y sabía que Branden le había cedido permiso a Sigrid para que pintase algo cuando quisiera. El cuarto era pequeño, iluminado en cada esquina con antorchas, pues ilustrar requería de mucha luz para que todo saliese a la perfección; en el centro se encontraba una pequeña mesa alta donde solían recargar el libro a ilustrar, mientras a su lado había otra más larga y baja que contenían los tomos y pergaminos que aún faltaban por ilustrar.

La Reina se acercó a un mueble cerrado con llave, el cual abrió, sacando una pequeña caja cerrada, la cual dejó sobre una mesa vacía y, tras asegurarse de que tuviesen todo se marchó, comentando que tenía otros asuntos que atender y que más adelante volvería para guardar los pigmentos de vuelta en su caja.

—Estos son los colores que hasta ahora tienen —comentó Sigrid luego de que su madre se hubiese ido, Hipo se acercó con curiosidad mientras la castaña abría la caja con cuidado, revelando sus distintas separaciones en las que cada pigmento se conservaba. A simple vista parecía polvo de color—. Podemos utilizar de todos, aunque de este lazurium no mucho, es más difícil de conseguir.

Hipo no tuvo que preguntar a qué se debía ello, al verlo ambos pudieron entender por qué. La tonalidad de ese pigmento era de un azul oscuro realmente brillante y hermoso, era el que menos usaban por lo mismo. Y, mientras revisaban las tonalidades, acordaron mejor que Hipo dibujaría y después entre los dos pintarían, lo primero principalmente porque Sigrid no creía aprender a dibujar en unos minutos y no quería arruinar.

Hipo comenzó a dibujar sobre el lienzo luego de que Sigrid le pidiese qué escogiera el mismo sobre lo que pintarían. Prontamente, conforme pintaba, los minutos fueron pasando con el vikingo haciendo trazos no tan elaborados como en sus dibujos ya que prontamente serían opacados por la pintura. A su lado, pudo mirar a una Sigrid curiosa y emocionada, haciendo diversos gestos para tratar de adivinar qué era lo que dibujaba. Los minutos pasaban y Sigrid se emocionaba más, Hipo sonrió varias veces por aquello pues aquello era mejor a que sus pensamientos le ganasen y la hiciesen revivir lo ocurrido durante su primera batalla, todo era mejor que aquello.

Además, los pensamientos de Hipo siempre la llevaban a ella y odiaba lo que su subconsciente trataba de decirle, ¿comenzaba a sentir algo por ella? ¿Por qué de pronto los problemas que tenía en la Orilla los sentía tan lejanos? Para él, lo único que quería era pasar tiempo con Sigrid y, por esa misma razón, le había comentado que se iría hasta el día siguiente, porque no quería que pasase por todo ella sola, quería asegurarse de que estuviese bien para cuando tuviera que irse; y sí estar pintando o hablando de cualquier cosa la hacía sentir mejor, él eso haría para ayudarle a continuar después de lo ocurrido.

Mientras dibujaba no pudo evitar girar de vez en cuando para ver como ella escogía los pigmentos por utilizar y sonrió sin mostrar los dientes debido a ello. Le gustaba verla concentrada, le recordaba todas esas veces en Berk estando con ella, pero aún seguía diciéndose a sí mismo que aquello era porque eran amigos. No podía ser por algo más, ¿o sí?

En un suspiro, el vikingo desvío su mirada continuando con lo suyo. Tiempo después terminó con la base ya lista, había quedado satisfecho con el resultado final y esperaba que a Sigrid le gustase. Orgulloso de su dibujo, se incorporó haciéndole señas a Sigrid para que se acercase a ver; la kainiana ahogó un chillido al ver el dibujo e Hipo esbozó una sonrisa de lado, viendo como Sigrid admiraba el dibujo, que tenía un paisaje con el mar de fondo y sobre la arena, la había dibujado a ella sentada con Maléfico sobre sus brazos y Nymeria.

—¡Es hermoso, Hipo! —exclamó Sigrid, emocionada, sin dejar de ver el dibujo—. ¡Increíble! ¡Me encanta!

—¿En... En serio? —preguntó Hipo con un brillo en sus ojos, su corazón rebosó de alegría de solo escucharla y mirarla frente a él.

—¡Sí! Pero... —Las mejillas de Sigrid se tornaron rojas cuando se dio la vuelta para verlo—. ¿Por qué no te dibujaste también?

La pregunta tomó a Hipo desprevenido, sus cejas se fruncieron y su sonrisa se esfumó por la sorpresa.

—¿Yo... En la pintura? —Sigrid asintió, Hipo pasó saliva por su garganta—. No lo consideré apropiado, es tu pintura, Siri...

—Por favor —pidió Sigrid—. Me gustaría que estuvieras tú en la pintura y Chimuelo.

Sabiendo lo imposible que sería negarse a dicha petición, Hipo accedió y comenzó a complementar el dibujo con los espacios sobrantes. Cuando finalizó, volvió a hablarle a la kainiana para que lo observase.

En el cielo del paisaje había trazado la figura de Chimuelo en el aire como sí el dragón pudiera volar por sí solo; debajo de él, del lado derecho había hecho una zona verde frente al mar y la arena en donde tenía a Nymeria, con los ojos listos para hipnotizar como la primera vez que la conoció meses atrás y, en la parte central del lienzo, estaban ellos.

El dibujo que Hipo se había hecho solo mostraba su silueta sentada de espaldas, viendo hacia el horizonte, de manera que solo se veía su armadura de la espalda y los brazos, así como su cabello revuelto. Había tomado en referencia la armadura con la que había comenzado a trabajar tiempo atrás en su tiempo libre, esta debía ser oscura y con detalles rojos sobre las hombreras que él pintaría. A Sigrid, en cambio, la había dibujado de lado apoyada sobre sus rodillas mirando en la dirección en la que él estaba, con Maléfico sobre sus piernas. La había dibujado con uno de sus usuales vestidos, porque a él le gustaba verla de esa manera, cada que él la miraba con un vestido diferente, se sentía como si el sol saliera de nuevo.

Sigrid duró varios minutos sin decir nada, contemplando el dibujo en su totalidad. Poco a poco, Hipo vio como sus ojos ámbar brillaron por aquello y una sonrisa se formó en sus labios. El dibujo era tan hermoso que Sigrid ya no quería pintarlo por temor a arruinarlo.

—Te ha quedado increíble —expresó a los pocos minutos, a Hipo le brillaron los ojos por ello—. Creo que ya no quiero pintarlo.

—¿Por qué no? —preguntó Hipo, su semblante cambió a uno preocupado.

—No quiero arruinarlo... Es que es tan hermoso que no quiero arruinarlo con mi primera pintura —dramatizó, logrando que Hipo riera ligeramente por aquello y tomara sus brazos que había comenzado a mover en su desesperación—. Podría salirme de las líneas, ¿y qué tal sí uso el color equivocado? ¿Cómo haremos para corregir si me equivoco de color? ¿Y si se rompe el dibujo?

—Hey, tranquila, no se va a romper. —Detuvo el berkiano, sin soltar sus manos—. Todo va a salir bien, debes de confiar en ti —comentó, jugando con las manos contrarias que aún sostenía—. Es la primera vez que hago esto yo también, pero debemos tener confianza en que saldrá bien, ¿sí? —Ella lo miró, antes de asentir con lentitud—. Y no te preocupes si nos sale algo mal, encontraremos la manera de resolverlo —añadió al ver que estaba por replicar, seguramente para decir algo negativo como lo anterior—. Ahora, ¿le gustaría comenzar, Madame?

Dicho aquello, la soltó y Sigrid se alejó para ir por los pinceles sobre la mesa.

—¿Madame? —preguntó Sigrid al escucharlo, con una ceja alzada y una pequeña sonrisa.

—Mal apodo para una princesa. —Se corrigió Hipo, rascando su cabello—. Alteza.

—No, Hipo. —Se quejó Sigrid con un puchero—. Me gusta más el primero —admitió con una risa ligera—. Cada día me sorprendes más.

—¿Lo hago? —preguntó, interesado en saber su respuesta y su corazón latió como un tambor, sin tener idea del significado de aquella sensación atravesando su pecho.

—Lo haces, eres increíble. —Sigrid sonrió sin mostrar los dientes, pasándole un pincel y logrando que saliese así de sus pensamientos—. Ahora podemos comenzar.

Luego de ponerse al tanto sobre el uso de los pigmentos, cada uno comenzó a pintar su parte del dibujo apoyado frente a ellos de forma vertical, se dedicaron ciertas miradas o sonrisas nerviosas a cada tanto cuando sus manos rozaban al querer hacer uso de la misma tonalidad. Sigrid se dedicó en los detalles de los dragones con mucha dificultad y paciencia por temor a que se le saliese de la línea; Hipo por su parte, se encargó de pintar las figuras de ambos para darle más detalle a su traje y al vestido de Sigrid, los cuales contrastaron en color, pues su traje era negro con detalles rojos, mientras que el vestido de Sigrid era azul con detalles blancos.

Hipo pudo darse cuenta de muchas cosas conforme pintaban, la primera fue que ambos parecían ser tan opuestos y similares en muchos aspectos. Ella era el agua que bailaba dulcemente sobre el océano y saludaba la tierra, mientras él era el fuego, libre como el viento. Ambos estaban destinados a liderar, la única diferencia era que Sigrid estaba preparada para ello aunque lo negase y él no se sentía listo en lo absoluto para tomar el mando.

—Qué bonito —murmuró Sigrid luego de ver como pintaba el vestido, el ojiverde bajó el rostro para verla y el tiempo en que se miraron pareció indefinido—. M-me refiero a c-como lo estás pintando y l-los colores... —continuó, con los pómulos rojos debido al nerviosismo por estarlo mirando. Era increíble la manera en que se perdían en los ojos del otro, pero ¿desde cuándo se ponían nerviosos frente al otro?—. Seguiré pintando mejor —finalizó, dándose la vuelta para concentrarse mejor con su pintura.

Las palabras nunca lograron salir de los labios de Hipo al verla, por más que trató. Se dio la vuelta continuando con lo suyo, hasta que sus pensamientos nuevamente lo distrajeron al verla tan concentrada minutos después, era increíble la manera en que perdía la concentración cada que la veía, en algunas ocasiones inclusive temió haber arruinado la pintura por estar metido en sus pensamientos. A esas alturas Chimuelo ya le hubiese lanzado una piedra. Miró como Sigrid sostenía el pincel con delicadeza hasta lograr cada trazo, sobre los ya hechos, de manera que el pigmento quedaba adherido al dibujo de forma suave, haciendo que pareciera real. Y luego la miró a ella, miró su cabello suelto con algunas ondulaciones, moviéndose al compás de ella, así como su ceño ligeramente fruncido al tratar de escoger un color para lo siguiente a pintar.

El vikingo tuvo que obligarse a salir de sus pensamientos, cuando se percató de que no había pintado más que sus figuras, así que se tuvo que concentrar al darle detalle, mientras esta vez ella lo miraba de vez en cuando; hasta que tiempo después la pintura ya estaba lista, frente a ellos.

Ambos miraron impresionados el resultado final de la pintura y para ser la primera vez que lo hacían, quedaron satisfechos. Una sonrisa curvó los labios de Hipo, impresionado por la transformación del dibujo en algo más realístico. Sin duda alguna habían invertido las mejores horas en pintar, con la compañía del otro que les hacía sentir felices, aunque sin contar el revoltijo de emociones que comenzaban a sentir cada uno por la presencia del contrario.

—Esto es... Los detalles... Impresionante —murmuró Sigrid sin apartar los ojos de la pintura, un suspiro escapó de sus labios—. La atesoraré por siempre —añadió en un nuevo suspiro, abrazada a sí misma, no le importó el haber terminado con las manos manchadas por la pintura ni que el vestido se hubiera salpicado también.

Hipo se giró para verla con una pequeña sonrisa, que se ensanchó al ver sus mejillas de color rojo; las pecas de Sigrid ahora resaltaban por el rojo. Se acercó un poco para retirar parte de la pintura sobre sus mejillas, dejando a Sigrid perpleja.

—Tienes pintura sobre la mejilla —murmuró Hipo al ver la mirada de la kainiana y antes de que ella alzara la mano para limpiar, él pasó el pulgar por la zona—. ¿Suelen pintar entonces cualquier cosa? —preguntó para aligerar el ambiente luego de eso.

—Mi padre hizo una excepción con nosotros —respondió Sigrid, aliviada de tener algo de que hablar para no ponerse nerviosa estando con él—. Con la pintura ilustran los dibujos de los textos, en otros reinos solo tienen permitido ilustrar las escrituras sagradas...

—¿Y aquí es diferente?

—Kain ha sido reino independiente desde hace muchas generaciones —contestó, viendo como Hipo apartaba la mano lentamente de su piel—. Quiere decir que no está apegado a las leyes de la iglesia y la iglesia se encarga de controlar casi todo... Es una historia extensa, seguro te vas a aburrir si te cuento todo —añadió, negando rápidamente con la cabeza y se giró para comenzar a guardar los pigmentos sobre la cajita de madera.

—No me aburriría —replicó Hipo, ayudándole a asegurar la caja con los pigmentos—. Me parece interesante y quisiera conocer más de ti y tu pueblo, s-s-solo si quieres contarme —añadió, tropezando con sus propias palabras.

—Claro que quiero, Hipo. —Sigrid lo miró con una pequeña sonrisa y juntos terminaron de guardar bajo llave la caja dentro del mueble—. Vamos a la biblioteca, quiero mostrarte un libro.

Después de haber asegurado los pigmentos y colocado la pintura en un lugar donde se pudiese secar, ambos se encontraban frente a la biblioteca; la cual dejó a Hipo con la boca abierta, impresionado por la exuberante cantidad de libros sobre las repisas. El vikingo se adentró con la vista hacia arriba debido a las paredes altas del castillo, viendo con asombro las estanterías que llegaban hasta el techo e inclusive, notó las escaleras para poder tomar los tomos que estaban a como cuatro metros de altura sobre ellos.

Caminó en medio de las estanterías más pequeñas al centro del vestíbulo, con la vista al techo recorriendo con su mirada los títulos de los tomos. Sigrid a su lado, avanzaba sin prestar mucha atención a los libros.

—Mi padre insistió en que quería un libro sobre la historia de Kain —comentó Sigrid con un bufido, guiándolo a través de los pasillos de libros—. Aunque no lo he podido leer todo, algunas cosas están en aotromneach, la lengua ancestral de Kain —explicó al ver la mirada confundida del vikingo—. La conozco, pero a veces me confundo con las palabras —dijo, con cierto rubor sobre sus mejillas.

—No te esfuerces demasiado —pidió Hipo—. ¿Esa lengua es...?

—Hay muchas historias de Kain antes de que se viniesen al norte —dijo Sigrid—. La lengua es una de ellas, ya no la usamos tanto, pero la seguimos aprendiendo por el valor que tiene para nosotros, quizás pueda enseñarte alguna de sus palabras —ofreció.

Antes de que Hipo pudiera responder, Sigrid ya se había desviado hasta una de las estanterías pegadas a los muros. Sin decir nada, la morena aprovechó a subirse por la escalera, sin darle tiempo a Hipo de ofrecerse a buscar el libro en su lugar. Con un suspiro, Hipo vio como Sigrid comenzaba a subir escalón por escalón.

—Puedo ayudarte yo —dijo cuando la vio por el cuarto escalón.

—No, gracias. —El vikingo suspiró, sabía que respondería eso, pero no perdía nada intentando—. Además ya estoy aquí.

—Solo... Ten cuidado —dijo, pero Sigrid no alcanzó a escuchar cuando subió más.

Hipo profirió un suspiro, mirando lo alto de las paredes nuevamente. Los muros del castillo eran muy altos, nada comparados con las cabañas en Berk o en la Orilla y eso que solo se trataba del primer piso; inclusive él tenía que alzar el rostro para ver los libros diminutos a sus ojos desde su lugar. Se entretuvo leyendo los títulos de algunos, hasta que minutos después escuchó a Sigrid comentar que había encontrado el libro; el vikingo regresó a su lugar para comprobar que bajase con cuidado. Hipo sabía lo descuidada y distraída que podía ser Sigrid siempre y temía que esta fuera una de esas ocasiones.

Hipo miró aliviado cuando Sigrid llegó a mitad de las escaleras, con el libro en mano. La miró descender hasta que algunos segundos después, el grito de ella se hizo presente y antes de reaccionar, la kainiana ya había resbalado de las escaleras. Hipo no dudó ni un segundo en acercarse para atraparla y por suerte la altura no fue mucha, pero el impacto logró que ambos resbalasen y terminasen como en los viejos tiempos, rodando sobre la alfombra. Aunque esta vez, fue Hipo quien terminó encima de ella, con los brazos sobre el suelo para no aplastarla y sus rostros a una distancia considerablemente cercas.

¿Cuánto tiempo se quedaron ahí? Ninguno de los dos tenía idea, se miraron a los ojos admirando el color del otro, sin saber cuáles eran los más bonitos; hasta que un maullido se escuchó en medio de ellos, devolviéndolos a la realidad al instante.

—¿E-e-estás bien? —preguntó Hipo, paralizado del nerviosismo, con sus orbes fijos en los ámbares de la contraria.

—Lo estoy, ¿y tú? —Sigrid sostuvo el aliento al tenerlo tan cerca—. S-será mejor que nos incorporemos.

—Eh... Oh, cierto... Sí...

Con las mejillas rojas, ambos se trataron de incorporar al mismo tiempo, lo que causó que sus cuerpos chocaran y volviesen a resbalar. Esta vez, el vikingo no fue tan rápido para sostenerse sobre sus brazos y su rostro cayó sobre el cuello contrario.

—Haber... Creo que...

—No, auch, yo primero —replicó la castaña, hasta que la risa ganó a Sigrid, luego de los momentos nerviosos y terminaron lado a lado recostados sobre la alfombra, al no lograr incorporarse sin chocar el uno con el otro—. Renuncio, tienes permitido llevar mi cuerpo moribundo y tirarlo a un río —dramatizó en un suspiro.

Hipo río negando y se alzó hasta terminar sentado a un lado de ella, la miró con una pequeña sonrisa.

—Eres un poco dramática —comentó poco después, riendo ligeramente.

—Yo no soy dramática, expreso mi sufrimiento.

—Ven, no sufras más —dijo Hipo, manteniendo su sonrisa mientras ayudaba a Sigrid, tomándola de las muñecas, para que terminase sentada—. ¿Y qué fue todo eso? Recuerdo haberte dicho que con cuidado, ¿y ese gato?

—Seguiré sufriendo. —Sigrid puso un puchero, dejándose ayudar por Hipo, quien la tomó de las muñecas con cuidado para impulsarla y ayudarla a levantar—. Ese es el Señor Bigotes, es de mi padre —añadió cuando estuvo en pie, señalando al felino que lamía sus patitas delanteras luego de todo lo que causó, pues Sigrid ni en sueños habría esperado que el gato estuviese entre las estanterías—. Y siempre soy cuidadosa —repuso, poniendo luego una mueca por los golpes sobre sus heridas y algunos rasguños que se llevó del gato.

Hipo miró al mentado Señor Bigotes que parecía más bien una bola de pelos esponjosa, era de color completamente blanco, con el pelaje largo, liso y con ojos de distinto color, uno era azul mientras el otro era verde. El vikingo se inclinó para acariciarle la cabeza que el gato aceptó gustoso soltando un ronroneo y luego se volvió hacia Sigrid para responderle, la cual observaba indignada al gato.

—Vamos a curar esas heridas —dijo Hipo, acercándose hasta la kainiana para guiarla a una de las mesas centrales que había visto en el camino.

Tras dejar a Sigrid sentada, con el libro sobre la mesa, el berkiano se perdió en busca de algo que pudiese ayudarlo a curar las heridas de la joven. Para su suerte, encontró a una mujer parte de la servidumbre y preguntó dónde podía encontrar algo con que limpiarle las heridas. En un parpadeo, la mujer se había desaparecido y vuelto con el material; acto que tomó a Hipo desprevenido, pues esperaba ir a buscarlas él mismo. Agradecido, se hizo paso recordando el camino y se posicionó frente a Sigrid, que miraba las heridas y los raspones en sus brazos.

—No tenías porqué. —Fue lo primero que Sigrid dijo al verlo llegar—. Hipo, eres tan amable y yo soy torpe e impediste que me golpeara más al caer y tú eres tan cuidadoso, lindo...

Lindo. Le había dicho lindo.

—No digas eso —interrumpió Hipo suavemente, moviendo una silla para quedar frente a ella y tomar asiento. Sacó una pequeña venda que pasó por algo de agua antes de tomar su brazo entre una de sus manos y limpiar con delicadeza la herida ligeramente abierta por el impacto contra el suelo—. Además ya era muy raro que no te cayeras —comentó y río al escuchar la queja de Sigrid—. Bueno, los dos —añadió, al ver su mirada—. Pero el punto es, no te sientas así. Aún sí caes mil veces estando en mi presencia, en esas mil veces me lanzaré contigo para evitar que te lastimes, hemos sido desde siempre así y te lo repetiré: Quiero estar contigo en todo momento, así sean los malos, como los vergonzosos, los buenos o los tristes, ¿bien? No estás sola.

Las palabras salieron con naturalidad de la boca de Hipo que ni siquiera tartamudeó o se puso nervioso, todo lo había comentado con sinceridad y se había dejado llevar por las emociones que comenzaba a sentir sin percatarse de aquello. No obstante, en cuanto se dio cuenta de lo que dijo volteó la mirada, tímido, tratando de concentrarse en limpiar los pequeños rastros de sangre cuando se abrieron una de sus cicatrices por el gato. Sigrid, en cambio, alzó la mirada que había bajado instantes atrás tras escucharlo hablar para mirarlo.

—Tampoco quería sacar el tema —continuó poco después, impidiendo que la kainiana dijese algo—. Siento la necesidad de saber si estás bien, mañana me iré y no quisiera irme hasta saber que lo estás.

—Estoy bien. —Lo que Sigrid menos quería era preocuparlo, él tenía sus obligaciones con la Orilla, aún si no estaba completamente bien. No podía ser egoísta en dejar que se quedase cuando tenía más cosas por hacer, sus amigos lo necesitaban y ella no sería la clase de persona que pondría sus problemas por delante hacia él o alguien más cuando tenían más por hacer. Quería creer que ella podía por sí misma—. Siempre te lo diré, estoy agradecida, no sé cómo recompensar todo lo que has hecho y soy la peor persona al haberte alejado por tanto tiempo, fui egoísta, no pensé en nadie más y-y-y aquí sigues, aun sabiendo que hice algo terrible...

—Lo hiciste para sobrevivir —dijo Hipo y alzó el rostro para verla, dejando sus manos sobre las suyas—. Eso no te define como persona, lo hiciste para salvar una isla; algunas veces cometemos distintos actos por razones completamente buenas, sin contar que salvaste tu vida al hacerlo y preferiría esto a dejar que te hubiese pasado algo ahí —continuó, haciendo que Sigrid lo mirase—. Siempre me voy a preocupar por ti y de tener la oportunidad de protegerte no dudes en que lo haré. Ahora, creo que ya podemos leer ese libro —señaló poco después, aun sosteniendo sus manos.

Hipo siempre sabía cómo dejar a Sigrid sin palabras. Por más que la kainiana trató, no pudo responder, pero le regaló una sonrisa sin mostrar los dientes, abriendo el libro sobre la mesa. Un poco más animada, Sigrid comenzó a relatarle a Hipo sobre el primer reino de sus antepasados asentado en Wessex; fue el Rey de nombre Desmond quien decidió dejar la mitad de su reinado atrás y llevar consigo a las familias más leales hasta asentarse por primera vez en Nordvind.

Sigrid no se enfocó mucho en los detalles, porque se ponía nerviosa al estar con Hipo y leerle. A pesar de que él mismo le había enseñado, a Sigrid aún le apenaba que la escuchara tartamudear de vez en cuando al no comprender en su totalidad la lengua ancestral. Y, para su mala suerte, la mayoría de las inscripciones en el libro venían en esa lengua.

Con paciencia, Sigrid le habló sobre los años que reinaron en Nordvind de forma independiente, hasta que el reinado se expandió entre conquistas a nuevas personas y territorios; fue así como Eryan Whiterkler conquistó Kain, en donde se asentaron hasta la actualidad. Más no fue hasta el reinado de Eilad que se hizo la primera alianza con una isla vikinga, Fair y fue Branden Whiterkler quien continuó con su legado, estableciendo más alianzas de lo imaginadas y fortaleciendo el reino, con excepción del asunto de la monarquía o los lores.

—¿Qué pasó con las personas que dejaron en Wessex? —preguntó Hipo sin contener su curiosidad.

—Wessex ya no es el reinado de nuestra familia —dijo Sigrid, hojeando las páginas—. Pero la comunicación se mantiene intacta, siguen siendo aliados de los Whiterkler o eso fue lo que dijo mi padre.

«Siempre y cuando ellos recuerden».

Poco después, Sigrid empezó a hablarle un poco sobre las tradiciones de su familia y de Kain en general, algunas relacionadas con su religión y otras solo con su pueblo.

—Las celebraciones más importantes en Kain son la Noche Celestial, el Llamado de la Luna y la Canción de Medianoche —explicó, un pequeño rubor cubrió sus mejillas cuando mencionó una de estas.

—¿En honor a su Dios? —preguntó con curiosidad Hipo, tomando el libro sobre la mesa para comenzar a curiosear con los dibujos en las páginas.

—No precisamente, son tradiciones que hemos seguido por parte de nuestros ancestros —respondió Sigrid sin extenderse en los detalles—. No es mucho por hacer, seguro suena aburrido para ti.

—Para nada —replicó en cambio—. Siempre es interesante conocer lo que ustedes festejan, nuestras creencias son distintas, conocerlas me permitirá conocerte mejor a ti —dijo con sinceridad.

—Bueno, sí lo dices de esa manera, entonces con gusto te hablaré sobre mis tradiciones sí tú me hablas de las tuyas.

—Principalmente tenemos Snoggletog, se da durante el solsticio de invierno, celebramos a aquellos seres queridos que ya no están más con nosotros y también se da la migración de dragones. —Sigrid lo miró con la curiosidad reflejada en sus orbes mieles, Hipo la miró recargada en la mesa y prosiguió—. En Snoggletog los dragones se van para eclosionar sus huevos, no pueden tenerlos en la isla porque los huevos explotan.

—¡¿Explotan?!

—Sí, explotan —contestó Hipo, riendo por su reacción—. La primera vez que se fueron fue todo un desastre en Berk.

—¿Y celebran más cosas?

—Sí, celebramos Jol en honor al Dios Balder, el Dios Solar, este también se da en solsticio de invierno, también celebramos otros Dioses a lo largo de los años...

A partir de eso, Hipo comenzó a explicarle un poco más sobre aquello y algunos otros de sus Dioses, de los cuales Sigrid ya había escuchado menciones de algunos como Thor, Odín o Loki por los gemelos, aun así la kainiana no pudo evitar sentirse emocionada cada que escuchaba a Hipo hablar sobre ellos.

—Es emocionante todo lo que hacen, se ha de sentir genial tener tantos motivos por celebrar algo o simplemente pasar tiempo con tus familiares y amigos —dijo Sigrid cuando Hipo terminó de relatar, con un suspiro de añoranza—. Desde que regresé, han tratado de que las celebraciones vuelvan y sean el motivo de alegría en Kain que esperamos —empezó a contar, jugando con sus manos sin alzar la vista al frente—. Mi padre dejó de festejar cuando Draco me llevó, en la isla con los dragones obviamente no podía hacer nada más que contar los días que estuve ahí, y-yo... Disfrutaba estar con ellos, pero también extrañaba a mis padres y cuando esos días llegaban, no sé... Me sentía sola.

Vivir por cuenta propia tampoco fue algo que Hipo habría pensado el cómo sería, no podía imaginar lo difícil que fue para ella adaptarse a las circunstancias, sobrevivir con dragones todos esos años y comer lo que fuese, esperando a ser rescatada. Sigrid había perdido las esperanzas, pero había sobrevivido.

—Sé que no es lo mismo, pero yo nunca conocí a mi madre —habló Hipo, poco después, dejando el libro sobre la mesa—. Todos en Berk dijeron que fue devorada por dragones, pero yo no puedo evitar preguntarme cómo habrían sido las cosas si la tuviese a ella también.

—Tienes a tu padre. —Sigrid alzó el rostro para mirarlo—. Y él está orgulloso de ti, sé que no es lo mismo vivir con uno de tus padres que con los dos, pero estoy segura de que donde sea que esté tu madre, ella se siente tan orgullosa como lo hace tu padre —expresó, Sigrid titubeó un poco antes de pasar una mano por su mejilla para que la mirara, ignorando el extenso rubor que cubría sus pómulos—. Cuando mi padre recibía las cartas del tuyo, siempre expresaba lo emocionado y orgulloso que se sentía de que fueras su hijo, Hipo.

» Y yo fui una tonta por apartarte de mi lado, pero ahora, sí me permites —murmuró—. Quisiera recompensar todo ese tiempo perdido y tal vez ya no tengas a tu madre aquí mismo, pero tienes a tu padre, a Chimuelo, unos amigos increíbles que te siguen hasta el fin del mundo y a mí, y sí me tengo que escapar esos días de festejo de Kain a Berk para ofrecerte mi compañía y te rías de mis caídas lo haré, ¿bien?

—Sabes que nunca me reiría de tus caídas, es divertido caer contigo—dijo Hipo, haciendo que ella sonriese por aquello y que él se sintiese afortunado de poder ver su sonrisa—. ¿Acuerdo mutuo entonces? Porque tampoco pienso dejarte sola luego de que hayas vivido por ocho años con dragones sin sentirte cercana a tus amigos y familiares.

—Me parece bien —comentó, apartando la mano un tanto ruborizada.

Pasaron entonces el resto de la tarde hablando sobre el otro, hasta que al día siguiente Hipo tuvo que regresar a la Orilla del Dragón tratando de poner sus pensamientos en orden y reflexionando, finalmente, sobre los sentimientos que tenía cuando estaba con Sigrid.

⚘ En la antigüedad los pigmentos eran utilizados solo para las Escrituras Sagradas, textos relacionados con la Biblia y demás, por lo que estaba prohibido hacer uso para otras cosas por el precio tan alto que conllevaba conseguir dichos pigmentos, sin embargo, como Kain es reino independiente y no sirve a la iglesia, Bastón los usa para cualquier cosa y por ello permitió a Sigrid hacer uso de ellos. Estos pigmentos estaban en polvo, por lo que para hacer uso de ellos utilizaban aceites o resinas. Also, los colores de los pigmentos y en general antes eran conocidos por otro nombre como el bermellón o el azurita, afuera en la narración los describí normal como siempre bc no me los sé todos jaja

⚘ Snoggletog es la tradición vikinga creada en Cómo entrenar a tu dragón, no hay fecha exacta del festejo, pero en el 2015 el estudio de Dreamworks lo festejó el 18 de Diciembre.

⚘ Jól, júl, o Yule era la celebración pagana de los hombres del Norte para el solsticio de invierno.

⚘ Los datos que di sobre Kain y sus antecedentes serán abarcados con mayor profundidad en la guía de Winterfell, aún me falta organizar todo y por ello no he escrito.

Me inspiré en el dibujo/pintura de Sigrid e Hipo en estos dos fanarts:

Créditos al fanart de Moana en instagram a @kosmicsatellite y al fanart de Hipo a @charlieslowartsies en tumblr.

Continue Reading

You'll Also Like

91.6K 9.3K 25
-Oye, Sully. ¿Qué se siente traicionar a tu raza? Jake respondió con un gruñido. Mostrando los colmillos, enojado. -¿Crees que tu vida es con una ali...
9.8K 781 28
₊ ˚ 。 ˙ʚ 2yeon ɞ˙ 。 ˚ ₊ ˚ 。୨୧ 𓈒 Im Nayeon es una chica bastante popular en su escuela, tiene muchos pretendientes, pero siempre ha rechazado a to...
9.7K 199 9
Hola soy nueva espero les guste la historia XD y ademas está historia es +18 así que no me funen porque va a ser muy fuerte TvT sólo lo ise porque ya...
594K 48.8K 167
~SINOPSIS DE LA 1ª PARTE~ Anya Forger, la adorable y telepática niña, se ve envuelta en un enredo de rumores junto con Damian Desmond, el hijo del pr...