un viaje al pasado

By andromeda41

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Ha pasado tiempo desde la batalla contra Hades y los caballeros viven en paz después las batallas continuas q... More

EL VIAJE
CONOCIENDO
CONOCIENDO A INUYASHA
BAJO LA SOMBRA DE UN ANTEPASADO
EL PESO SOBRE TUS HOMBROS
Un regreso
Resurgir
Secreto sobre secreto
El último día
Mundos bajo tierra
Revelaciónes
Viejos recuerdos
El fin de la paz
Declaración de guerra
Los secretos no siempre permanecen escondidos
Un pequeño sentimiento
Viaje hace quinientos años

Último tiempo de paz

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By andromeda41

Caminaba por los caminos olvidados llenos de polvo, sin ningún guerrero para pararlo a la vista, extraño, fue lo que pensó al principio y percibió residuos de cosmo alrededor de aquellos lugares abandonados incluso desde lejos. Una de sus estúpidas guerras santas de seguro.

Le enojaba que todo lo que sé supone que habían construido se viniera abajo por nada. Nadie le detendría y eso le agradaba y a la vez aburría bastante. Los espectros habían desaparecido, las almas de los pecadores apenas seguían el curso impuesto por el transe en el que eran sumidos tras la muerte hacía sus propias condenas, lo único bueno que esos inútiles dioses podían haber hecho y no quería saber ni siquiera él estado que tendría la tierra de los humanos ahora, le asqueaba.

Los espectros de Hades, muertos de seguro y gracias a eso podía pasearse por el inframundo como si fuera el jardín de su antiguo templo, pasaba por las prisiones hasta el río aqueronte y después hasta la última de ellas donde se supone que Hades debería de estar presente normalmente al pendiente de su propio infierno de mortales. Patético.

Busco durante un tiempo algo que le sirviera a sus propósitos pero no encontró nada más que un viejo y a la vez reciente recuerdo de una batalla bastante grande que recreaba cada vez que podía y se aburría. Athena. Esa diosa contra su propio tío Hades, y no parecía haber duda de quien salió victorioso, el inframundo estaba en ruinas, no había cosmo alguno que levantara las piedras para ponerlas en su lugar ni que tampoco borrara las huellas que el enfrentamiento dejo a su paso con una excepción. El muro de los lamentos que se había cerrado tras su paso porque su prisión estaba oculta entre el muro y el camino de los dioses que llevaba a los campos Elíseos y que encontró sellado, cuando daba un paso lejos de ese lugar sólo guiado por el único camino lógico que había y al salir el muro se cerró.

Pedazos y astillas de sapuris fue lo único que encontró así que en su aburrimiento y frustración se quedó sentado durante largo rato en mismo trono que le perteneceria al dios del inframundo con tal de recordar viejos tiempos y tener otra perspectiva de la situación. No estaría sólo por mucho tiempo, su cosmo en aquel descuidado impulso llamaría la atención de todos los que fueran capaces de sentir o de detectar el cosmo incluso en lugares como el Olimpo.

Sus ojos azules vieron las columnas carentes totalmente de cualquier decoración que le diera alguna pista de que hacer, aunque de haber es seguro que estaría todo destrozado, varias columnas estaban en el suelo rasgado también. Paso sus pálidas manos por los detalles de esa silla parecida a un trono. Detalló cada uno de los grabados en la madera casi inmortal, y la tela que había para dar comodidad antes de sentarse, sin joyas, solamente esos grabados sin forma alguna pero elegantes y finos con detalles azules, al igual que las alas de murciélago a cada lado algo decente en ese abandonado campo de batalla.

- vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí?

Se levantó y dio una vuelta alrededor de esa silla mientras una sonrisa se mantenía tranquila y serena.

- ¿no te aburrira un salón tan vacío? Es de mal gusto pasar la eternidad en un lugar así de desprovisto Hades.

El pelinegro sonrió y aquellos ojos más claros que los suyos parecieron brillar bañados en gracia.

- ¿te parece aburrido? Puedes aportar algo si eso te complace.

Tiro la silla una vez se levantó, hacía las escaleras produciendo un ruido fuerte en aquella sala totalmente sumida en el silencio al caer por las escaleras que aún permanecían casi intactas.

- te regalaré por lastima algo que vaya contigo y espero que no lo vayas a tirar al río aqueronte porque si lo haces te ahogare yo mismo.

Su sonrisa contradecia sus palabras que también tenían gracia por lo que el dios de armadura blanca y negra con espada envainada también sonrió por eso. Un par de golpes en la puerta les hizo hacer crecer ambas sonrisas sabiendo de quien se trataba.

Destrozo la madera con sus manos y rasgo la tela tintada de morado tinto.

La puerta se abrió y un hombre entró por esas puertas mostrándoles a ambos una sonrisa radiante.

Un cuchillo, o más bien una daga de hoja negra y mango dorado como el oro y obsidiana con una gema azul que golpeó sus memorias de manera abrupta. Nostalgia, tristeza y dolor fueron las emociones que le vinieron a la cabeza al ver ese objeto que significaba tanto, tantos lazos rotos que extrañaba profundamente y que no podía recuperar, ya no, aunque quisiera.

Se dirigió al muro de los lamentos y al estar frente a aquel imponente muro y con la daga en mano se dispuso a hundirla en la gruesa y dura roca. No fue problema atravesarla como un cuchillo en mantequilla cuyo corte destellaba luz blanca. Rasgo como un pedazo de tela hasta el suelo en una línea recta, una línea vertical y luego una horizontal en forma de cruz.

- a pesar de todo sigues guardando promesas ¿no? Hades.

Como una puerta recién abierta en un cuarto de total oscuridad una luz resplandecia creando una entrada, una salida.

Aquel hombre opuesto a ellos, blanco cabello más blanco que la luz del sol atado en una alta coleta con un niño detrás de piel más morena y que compartía las marcas que los distinguían en ambos rostros y en partes de sus cuerpos, ambos con ojos dorados como el más fino y refinado oro.

- yo pondría dos dragones al pie de las escaleras.

Aquella sonrisa sarcástica de ambos hizo reír al recién llegado.

- bueno, en realidad quiero ver la cara de los dragones al mirar mis aportaciones a tu triste cuarto, saben que al menos yo no soy un dios y tengo mis intereses.

Lo que vio después fue un entorno distinto totalmente al que había visto por horas, quizás días, un entorno rodeado de niebla, y lo que más le mantuvo impactado era la luz, tan parecida a la del sol que iluminaba todo el lugar suavemente, no era cálida como la recordaba, pero estando una eternidad en las sombras aquella gama de colores claros era un alivio a su suplicio, casi lo había olvidado, casi había olvidado esos colores, casi olvidaba que existía el blanco y el azul claro, tonos suaves sin penumbras que aseguraban tranquilidad a cualquiera que observara ese bello espectáculo.

-No nos importa que tanto quieras humillar a esos dragones, aquí tenemos otras prioridades, Hades pretende pasar toda su aburrida vida en este lugar y eso no lo puedo permitir, ya sé, unas cortinas lo harían más atractivo.

La cara del dios del inframundo se deformo en forma de súplica hacía el peliblanco para que hiciera algo, ese algo sólo se limitó a encojerse de hombros y a sonreír para tomar la palabra.

- quizás quedaría bien algo de color amarillo, o morado, ¿no lo crees #$%$#?

Los recuerdos que venían a su cabeza eran bastante molestos y agradables a la vez, por alguna razón se decía a si mismo cosas contradictorias, alejar esos pensamientos y disfrutar mientras duren. La paz que sentía ahora no duraría, pronto irían a cazarlo, y no sólo serían los dioses.

Llegó a un lugar en el cual se alzaba un templo pintado de rojo, como una capilla pequeña, muy pequeña como para albergar a cincuenta personas a lo mucho. Ese lugar sólo estaba allí por una razón, y esa razón era hacer cumplir su voluntad, hacer cumplir su deseo y ambiciones manteniendo oculto algo que le perteneció y que pudo darle la victoria la última vez de haberlo terminado, de haber tenido tiempo.

Ante su cosmo las puertas respondieron a él y se abrieron por si solas revelando un espacio que mayormente estaba vacío, al fondo habían escaleras que levantaban unos cuantos centímetros otro nivel y sobre ese nivel había un trono negro, y en el trono había un cofre.

Subió las escaleras, camino hasta el trono y agarro aquel cofre con sus manos antes de sentarse, delineo con sus manos la madera.

- dime, dime demonio, dime, dime mi dios, ¿a quién amar?

Se escuchó un click y abrió el cofre ara ponerlo en el suelo suavemente una vez sacó del interior lo que necesitaba. Analizó con cuidado la fina cadena plateada en sus manos y entrecerro los ojos ligeramente antes de encender su cosmo a su mano. Un fuego provocado por su energía envolvió la cadena y una sonrisa melancólica, triste apareció en su rostro.

- ¿podría llegar a matar todo esto? Todo lo que queda de él, su futuro... no, dudo que pueda siquiera, estoy estancado en el pasado después de todo.

Y hablar solo era prueba de eso, incluso se decía a si mismo que parecía demente, pero estando confinado por tanto tiempo lo obligó a eso, tratar de mantener su cordura totalmente sin nadie, quizás cantando, hablando o relatando sus propios recuerdos en voz alta para no olvidar quien era, lo que era, lo que había hecho, lo que le hicieron y lo que deseaba hacer a los que tanto daño le causaron.

Busco entre sus ropas sencillas y ya algo deshechas por un tiempo hasta sacar de ellas una joya roja, la puso en uno de los extremos de la cadena, aún con el fuego ambos objetos y el fuego fundieron y forjaron algo parecido a un collar hermoso, la piedra al centro y decorados un poco más llamativos que la simple cadena que era antes con un color dorado.

Hermoso

Fue la única palabra que encontró para describir aquel objeto del que fue separado antes de ser terminado, sólo faltaba una cosa. Con la daga aún en una de sus manos corto su palma y baño el collar en color carmesí.

Su última acción antes de volver a la tierra que los humanos habitaban, los hijos de los dioses, ¿qué mejor lugar para iniciar el tormento de esos seres que se hacían llamar divinos que en el que sus queridos hijos viven?
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Aome se despidió de Shun luego de su conversación que duró un poco más después de que él le prometiera que estaría bien, él volvió a la otra época mientras ella permaneció en la antigua ya que debía explicarle a Sango lo sucedido. Prometió que todo lo que hablaron se quedará solamente entre los tres, no podía excluir a la exterminadora pues ya había visto lo que podía hacer unos momentos antes de que ambas acabarán con lo que quedaba del demonio, lo que si podía hacer era limitar la información que Shun le había confesado, no hablaría de los dioses, las armaduras o los combates que él tuvo que afrontar.

Todo pasaba en épocas diferentes, la situación que Shun debía tratar estaba a quinientos años de suceder así que no tenía caso preocupar a los de esa época con esas cosas ¿cierto?

No faltaba mucho para el atardecer y ahora que lo recordaba, no había visto a Inuyasha por dos días seguidos, por lo general el Hanyo no tardaba más de un día en regresar cuando se iba sin avisar, sólo cuando se lo hacía saber a ella, él llegaba a desaparecer por una semana máximo. Le preocupaba su bienestar, quizás él sea terco, caprichoso y tenga una actitud por más decir infantil y poco madura pero ambos tenían una relación bastante estrecha con clara razón, no habían llegado a formalizar ninguna relación incluso después de la perla de Shikon y de que ella sentía más que amistad por él.

Sango- entiendo, así que de esa manera obtuvo esa fuerza tan extraña.

Aome- si, me dijo que el entrenamiento que superó era bastante riguroso y no todos lo superan.

Tanto Miroku como Shippo estaban fuera de la cabaña que pertenecía a la anciana Kaede, jugando y contando lo conseguido en el último trabajo de exterminio que hicieron mientras las dos chicas se mantenían en el interior para no ser escuchadas.

Sango- eso no me sorprende, es lógico que no cualquiera pueda hacer esas cosas, parecía ser un buen chico, no entiendo como es que nos oculto algo así de importante.

Aome iba a responder pero antes de eso el monje y el zorrito aparecieron por la puerta con unos platos de comida en sus manos que las dos miraron desconfiadas.

Miroku- ¿qué tal? bellas damas, Shippo y yo traemos para ustedes algo especial para la cena que nosotros mismos preparamos.

Él pequeño zorrito llevó dos platos que entregó a Sango y a Aome con uno más cuyo dueño no vio lo cual se le hizo extraño y por ello volteó a ver a la chica del futuro que era quien solía aclarar la mayoría de sus dudas.

Shippo- oye Aome- ella lo miro dejando de lado el platillo que le habían dado- ¿dónde está el tonto de Inuyasha?

Justo eso se había estado preguntando ella cuando estaba de camino a ver a su amiga, y la respuesta la desconocía, lo único que sabía era respecto a lo que Sango le dijo sobre su visita con Totosai y el estado de su espada del cual ya estaba enterada.

Aome- no lo sé Shippo, Sango me dijo que fue con Totosai.

Hizo una mueca de enfado e irritación meneando la cabeza negativamente como era costumbre cuando el híbrido hacía una tontería, comportamiento cómico para los demás adultos.

Shippo- ese tonto, todavía que le hacemos algo de comida y ni siquiera se digna a estar aquí, más inútil no puede se... Ay.- Se quejó al sentir un fuerte golpe en su cabeza.

Cuando vio al causante de su dolor detrás de él, no pudo hacer nada cuando una lluvia de golpes alcanzaron su cabeza mientras una mano lo sostenía para que no se pudiera ir.

Aome- ¡Inuyasha! No le pegues a Shippo.

Él recién llegado miro a la chica con cara de pocos amigos y confusión, que él supiera no hacía nada malo, sólo se hacía respetar y también de paso educaba un poco al irrespetuoso zorro que parecía empeñado en insultarlo sin motivo alguno cada que podía.

Inuyasha- ¿Qué tiene de malo? Si no lo educo luego se va a hacer rebelde.

Shippo- ¡no intentes justificarte! ANIMAL, llevas mucho tiempo fuera y ni siquiera le avisaste a Aome quien se preocupa mucho por ti y ni siquiera la valoras.- recibió un nuevo golpe que lo hizo callar y quejar por el dolor.

Inuyasha- nadie te pidió tu opinión, y para que lo sepan todos ustedes, estaba haciendo algo muy importante.

Todos ellos lo miraron sin creer ni una sola palabra, no era que Inuyasha se la pasara mintiendo pero ¿algo muy importante? ¿qué cosas importantes podía hacer él sin consultarlo a ninguno de ellos?

Sango- y si se puede saber, ¿qué es eso tan importante que has hecho?.

Inuyasha dejo en paz a Shippo y vio a Sango con una muy usual cara de enfado y desinterés al parecer sin intenciones de decir ni una palabra al respecto.

Inuyasha- eso ya no importa.

Algo importante que ahora no importaba, parecía que este día no podría sorprender más a las chicas. Kirara entró a la cabaña y fue directamente a los brazos de Sango quien la recibió con una sonrisa y varios mimos que hicieron ronronear a la pequeña gata.

Sango- al menos cuidarse bien de Kirara, por cierto, ¿qué era lo que tenía tu espada?

Pregunto con escepticismo mientras comenzaba a probar el alimento que le habían dado y que sorprendentemente no sabía nada mal. Inuyasha por otro lado sólo agarro sin permiso de nadie uno de los platos con comida y se sentó junto a Aome.

Inuyasha- no era nada, sólo una tontería.

Le restaron importancia y se dedicaron a comer hasta que el joven mirad humano recordó algo que decidió dejar pasar, no es como si necesitara decir algo de todas maneras.

Entró a la cabaña la anciana Kaede con una sonrisa en el rostro y con uno de los platos de comida ya preparado en la mano, y detrás de ella apareció alguien más a quien todos reconocían.

Sango- Hola anciana Kaede, ¿qué tal Rin?

La anciana sólo saludo con la mano mientras la aún pequeña niña sonreía de manera radiante al escuchar su nombre de aquella amable chica que llegó a conocer en su tiempo cuando se quedó en la aldea antes de volver a viajar con su señor.

Rin- Hola a todos, es bueno verlos otra vez.

Rin ya tenía confianza entre aquellas personas, estaba segura de que todos ellos eran buenos por el tiempo que había pasado con ellos y antes de eso por la ayuda que ellos le llegaron a prestar a su querido amo.

Miroku- que sorpresa que estés aquí Rin, ven ¿Quieres comer algo? Hay mucha comida para compartir.

De algún lado el monje sacó una gran olla de comida llena hasta el tope con arroz y muchas cosas más que estaban cocidas, algo de carne y especias.

Sango- ¿de dónde sacaron tanta comida?

Señaló la enorme cantidad de alimento que vio preparada, demasiada incluso para todos ellos aún con Inuyasha comiendo también y la pequeña niña que parecía estar acompañada aparentemente por el sirviente del hermano mayor del Hanyo que se había quedado afuera puesto que no parecía muy tolerante a la idea de pasar más tiempo del necesario con esos humanos, suficiente tenía con cuidar a Rin.

Miroku- no sabíamos bien cuanto sería bueno preparar así que hicimos bastante.

Shippo- es mejor que sobre a que falte, ya ves que Rin y el sapo ese también vinieron, así también pueden comer gracias a eso.

De inmediato el sirviente demonio verde de Sesshomaru apareció por la puerta quejándose y agitando de un lado a otro su báculo de dos cabezas en forma de una amenaza que ninguno tomó en serio, tenían bastante de conocerlo como para saber que no iba a hacer nada, no con la niña entre ellos al menos. Sólo dieron comida al demonio, lo cual parecio funcionar porque después de eso calló cualquier queja suya para devorar lo que tenía en sus manos.

Aome- oye Rin ¿qué hacen en la aldea?

Aome estaba consciente de que después de que Rin decidido irse con el hermano mayor de Inuyasha, aquel grupo que considero algo extraño al principio, pasaba muy poco tiempo con ellos, una vez al mes los visitaban y se quedaban como tres días antes de irse, pero según recordaba ya habían tenido dos meses de no dar señales de aparecer, no se preocuparon por ellos pues estaban con el demonio mayor y con Naraku muerto y la relación entre ambos hermanos un tanto más arreglada que antes no existía según ellos, algún oponente que tuviera deseos de enfrentarse a Sesshomaru a no ser que deseara dejar este mundo de manera dolorosa, más tratándose de sus acompañantes. Rin se acercó a la sacerdotisa para sentarse a su lado mientras recibía del monje un plato de comida para comerlo de manera más tranquila que Jaken.

Rin- el amo Sesshomaru nos dijo que permaneceriamos en la aldea un tiempo, ¿podemos quedarnos aquí mientras tanto señora Kaede?

Miro a la anciana quien asintió a la niña pero vio extrañada al demonio pequeño que seguía comiendo sin prestar atención hasta ese momento.

Kaede- ¿tú también te vas a quedar?

Una expresión molesta apareció en su rostro al recordar las palabras de su amo, palabras que a Rin hicieron feliz y a él le indignaron tanto que se postro a los pies de su señor prácticamente llorando para que le dejara permanecer a su lado, petición que por lo visto se le fue negada.

"No necesito que me molestes, te quedarás con Rin"

Jaken- no moleste anciana, el amo Sesshomaru no tiene tiempo en estos momentos para cuidar de una humana como Rin, así que yo me haré cargo de su seguridad mientras este en la aldea.

Inuyasha tomó la cabeza del enano verde para verlo con cara de pocos amigos.

Inuyasha- ja, como si tu pudieras hacerte cargo de alguien ¿Y cuanto tiempo piensan quedarse?

Jaken- el necesario híbrido tonto.

Golpeó a Inuyasha con el báculo que aún tenía en la mano en la cabeza para que lo soltara.

Aome- ¿también vino aquí Sesshomaru? No lo sabía.

Pese a todo Sesshomaru no entraba abiertamente a la aldea como cuando la niña vivía en ella, más bien se quedaba en los alrededores lejanos, lo suficiente para no interactuar con los humanos que parecían en general verlo con temor y un miedo exagerado pero bien fundamentado, pero no tanto como para dejar fuera de su cuidado a los suyos. Inuyasha en cambio si sabía que estuviera allí, después de todo tenía tan buen olfato que desde la cabaña podía detectarlo, estaba afuera de la aldea pero aún así se sentía muy incómodo por su presencia, además de que no quería ver a ese desgraciado ni siquiera en pintura.

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Sentía un cosmo potente nuevamente en el mundo, uno que conocía a la perfección desde que atravesó el pozo, lo sintió claramente y en ese momento supo que aquel que le aquejaba aún en sueños había vuelto.

Hades había vuelto y en estos momentos su único interés era volver a la mansión al lado de los que consideraba hermanos para esperar lo que restara a su diosa. Ya había anochecido para cuando logró entrar a la mansión, tal y como espero tanto Hyoga como Shiryu se habían preocupado por él en cuanto sintieron a lo lejos el mismo cosmo.

Hyoga- debiste volver en cuanto lo sentiste, no sabes lo preocupados que estábamos al no poder encontrarte.

Bajo la cabeza al imaginarlos buscándolo, estando en el pasado con Aome era lógico que su energía también desapareciera de ese mundo y que ellos no lograrán dar con su paradero.

Shun- si, lo siento por haberlos preocupado tanto, pero estoy bien y ya estoy aquí así que...

Calló al sentir la mano de Shiryu sobre su hombro, al observar la tranquila expresión en su rostro y la serenidad que sus ojos transmitían. Él había recuperado la vista después de recuperarla en el inframundo, pero habían veces en que el dragon mantenía sus ojos cerrados como Shaka, el caballero de virgo.

Shiryu- lo importante es que estas aquí, según sabemos, mañana al amanecer esperamos el regreso de Seiya y Saori, Shun ¿sabes algo de tu hermano?

Negó, no había tenido noticias de Ikki desde que se había ido, y no le sorprendía ni a él ni tampoco a los demás, antes pasaban semanas antes de saber algo acerca de su estado, parecía nómada, y ni siquiera Shun que era su hermano se lograba mantener al tanto del fénix.

Shun- no he sabido nada.

Ambos asintieron y se pusieron a pensar en que era lo que Ikki solía hacer, suponían que no era para preocuparse pues él parecía llegar en momentos inoportunos en más de una batalla que de seguro pudieron haber perdido para brindarles apoyo, claro que a su manera, pero siempre llegaba.

Además de eso Shun explicó que no tenían porque angustiarse por Aome, él se había encargado de que se mantuviera lejos mientras aquella batalla no terminara, parecieron conformes con la respuesta así que no pidieron detalles acerca de lo que hizo o le dijo, afortunadamente para él.

Tanto Shiryu como Hyoga decidieron que los tres se quedaran en una misma habitación, acción que Shun agradeció y acepto sin dudar, se sentía un poco más seguro teniéndolos a ellos cerca. Y sin embargo aún sintiendo aquel abrumador cosmo en el mundo no se sentía tan perturbado como pensó que se sentiría, pudo dormir sin problemas, incluso más tranquilo que antes, ningún sueño malo le aquejo, no soñó con lo sucedido en la guerra santa como se le iba haciendo costumbre, no soñó nada de hecho y por ello sintió que por primera vez en mucho tiempo descanso como debía por toda la noche. Incluso olvido lo que podría pasar el día siguiente.

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Miraba las estrellas tranquilamente sin pensar en nada en particular. Sus cabellos rojos y largos como la sangre danzaban a su espalda por la suave brisa nocturna mientras sus ojos violetas se perdían en la noche como si buscara algo entre aquella abrumadora oscuridad. Estando en el techo de aquella casa alejada de cualquier ciudad, aquel manto de estrellas parecía casi salido de un sueño o de algún libro, tantas que le hacían sentir tranquilidad y nostalgia.

- hace frío afuera, es mejor que entres.

Detrás de él estaba una joven, una chica de cabello tan largo como el suyo pero a diferencia suya eran negro carbón hasta la cintura, sus ojos permanecían ocultos tras un par de lentes negros que retiro cuando volteo a verla dejándole observar aquel color cafe claro que poseía.

- tranquila, no me quedare mucho tiempo, solo quiero ver lo que se pueda antes de volver a México.

Ella sonrió y se acercó a donde estaba él antes de tomar su rostro entre sus manos y beso dos veces sus labios con suavidad. Aquellas vacaciones para los dos eran magníficas, y un buen descanso antes de que fueran al país que la chica que tenía como novia por ya tres años le agrado más. Y por el momento solo estaban ellos en un país tan bello como ese en el que estaban, Canadá. Han estado viajando por diferentes partes del mundo desde que hicieron la promesa de permanecer juntos lo que tuvieran de vida y hace poco que decidieron formalizar aún más la relación que ambos tenían para poder contraer matrimonio en menos de un año.

- mi querido Azael, ¿sabes cuanto te amo?- él negó con una sonrisa gentil- de aquí hasta más allá de la muerte.

Ella se separo y volvió a entrar a la rústica pero acogedora casa que habían alquilado por un cierto tiempo lejos de cualquier otra para poder disfrutar con plenitud su tiempo. El paisaje que tenían enfrente era simplemente hermoso, un lago cerca de la casa y rodeándolo habían varios árboles típicos de la zona que se reflejaban en aquella cristalina agua.

Todo en ese lugar le prometía una estadía bastante placentera y agradable por el tiempo que tenía, tiempo en abundancia para disfrutar tanto el lugar como a su compañera sin reparo alguno, y eso le complacía bastante, aquella felicidad y dicha que sentía no podría ser borrada por nada ni nadie. El poblado más cercano estaba a varios kilómetros de distancia y en la casa había comida para un mes entero, nadie iría a ese lugar por la semana en la que había decidido apartarla para los dos.

¿Qué cosa podría llegar a suceder?

Cerró los ojos y dio una ultima mirada a todo antes de tomar el mismo camino que su pareja para entrar en la casa iluminada por tanto luz artificial como por unas cuantas velas que apenas habían sido encendidas y una chimenea que estaba encendida en el segundo y ultimo piso de la casa. Cuando entro se amarró el pelo en una alta coleta con una cinta blanca que por lo general traía siempre, regalo de su amada que estaba sentada cerca del cálido fuego en uno de los elegantes sillones que se incluían al igual que el resto de muebles, todo de calidad alta, lo mejor que pudieron obtener y lo mas sencillo que encontraron, justo lo que querían. 

Azael- ¿qué sucede Iris?

La vio un poco decaída así que tomo una de las cobijas más grandes que encontró sobre un mueble y la extendió antes de cubrirla a ella y a si mismo poniéndose a su lado.

Iris- no es nada, me alegra simplemente estar aquí a tu lado en este lugar, es lindo.

Ella se abrazo a su cuerpo, más grande que el suyo y envueltos en el calor del fuego, la cobija y sus cuerpos se quedaron en aquella posición, no tardaron mucho tampoco en que el sueño comenzara a hacerlos cerrar los ojos.

El mundo de los sueños es un lugar que muchos consideran hermoso, donde cualquier cosa por más extraña que parezca puede pasar, Iris soñó con un momento de su pasado bastante alegre, mientras él solo vio entre sus sueños el mismo cielo que antes contemplaba con una luna completamente redonda y brillante.

La última noche que estarían al lado del otro, pero ninguno de los dos sabía eso así que dormirian tranquilos e ignorantes de cualquier peligro o amenaza. No sólo ellos dos disfrutarían de una última noche de paz, ambos bandos contaban los segundos hasta saber que tenía por dar el contrario.

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