Nuestra historia sigue.

By ReneeLiddell

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La reconstrucción de Ciudad República al fin está terminada, Korra y Asami han revelado su relación de una ma... More

Primer acto.
Tercer Acto.
Cuarto Acto
Quinto acto
Sexto Acto.
Septimo Acto.
Octavo Acto.
Noveno Acto, primera parte.
Noveno Acto, segunda parte.
Décimo Acto
Onceavo Acto.
Doceavo Acto
Décimo Tercer Acto.
Décimo Cuarto Acto
Décimo Quinto Acto
Décimo Sexto Acto
Décimo Séptimo Acto
Décimo Octavo Acto
Décimo Noveno Acto
Epílogo
Keres
Calma antes de la torneta
La hija de Hades

Segundo Acto: Unión.

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By ReneeLiddell

ADVERTENCIA: OOC EXTRA Y LOS PERSONAJES DE LEGENG OF KORRA NO ME PERTENECEN.

Nuestra historia sigue.

Segundo acto: Unión.

El sol salía e ilumina los edificios de Ciudad República, en un pequeño departamento perteneciente a cierta mecánica prodigio una pareja dormía tranquilamente abrazada. Asami Sato, líder de Industria Futuro, abrió sus párpados con somnolencia, debía ir a trabajar si quería esas vacaciones de las que Korra, su pareja, había hablado. Giró sobre su propio eje acurrucándose más en el cuerpo de la morena, aquella noche conoció de antemano los placeres de la vida. Escondió su rostro en el cuello de la joven Avatar y, con picardía, besó el cuello de su novia y escuchó una risita provenir de ella. Sonrió divertida al ver la acción de su pareja, le dio un beso en la mejilla y se paró de la cama, tenía cosas que hacer y debía estar en su oficina antes de las nueves de la mañana a menos que el teléfono de su hogar sonará con suplicas y suplicas de que apareciera, a pesar de que tenía a miles de personas bajo su control, aun no sabían las cosas que debían hacer.

Se metió a su baño y se dio una ducha que no quería darse, el aroma de Korra estaba impregnada en su piel y le encantaba sentirlo, aquella escénica de pasto recién mojado en combinación con el aroma dulzón de ella era sublime. Buscó los productos que tenían para su cabello y se los aplicó, a su mente vinieron recuerdos de como la morena jugaba con su melena como si fuera una pequeña niña, ahora iba con su cuerpo. Lo miró y supo que había un cambio que era notorio, pero a su vez nulo, también se percató de las pequeñas marcas que la Avatar le había dejado como señal de que ella había estado ahí y que ese cuerpo ahora era de su propiedad. Una vez limpia, secó su cuerpo y puso frente al espejo para terminar de darse los últimos retoques. Se peinó, maquilló y se colocó la ropa que usaba para trabajar y se miró por última vez. «Oh... maldición...», pensó la joven ingeniera al ver las pequeñas succiones rojas que estaban en su blanca piel, miró entre sus artilugios y buscó su base, con algo de aquella pasta ocultó las manchas rojas y se miró de nuevo. Ahora si estaba lista.

Salió del baño y observó que su novia aún estaba dormida pero esta vez de una forma extraña: Tenía un brazo sobre su cabeza y el otro sobre su abdomen, una de sus piernas estaba totalmente extendida en donde anteriormente ella se encontraba acostada y la otra seguía en su lugar original. «Espíritus, ¿qué haré contigo, Korra?» pensó la ingeniero sonriendo al ver tal escena. Se encaminó en su dirección y la trató de acomodar la mejor manera que pudo, se agachó lo suficiente como para quedar a su altura y se permitió observarla un rato, parecía una pequeña niña y ese aura le encantaba, contrastaba su semblante adulto que ella representaba. Así eran ellas. Asami la actualidad, Korra lo tradicional; La ingeniero la madures, la Avatar el espíritu cambiante de un niño. Vio el reloj que marcaban las ocho, tenía una hora para llegar a su oficina y desayunar algo. Se inclinó lentamente hasta lograr darle un ligero beso a su pareja en señal de despedida.

- Korra, amor, me tengo que ir a trabajar. - La morena balbuceó algo carente de lógica y eso hizo sonreír a la chica. - Ya me voy, iré por un café y después....

Pero Asami no pudo acabar de decir lo que quería, su novia la tomó de la cinturita y la acostó de nuevo en la cama, la colocó debajo de ella permitiéndole ver aquel tonificado y bien trabajado cuerpo que en la noche anterior había tenido el honor de palpar y hacer más cosas.

- ¿A caso te di permiso de irte y dejarme aquí, solita? - Murmuró Korra dandole una sonrisa a su novia y dejándose caer arriba de ella.

- ¡Oye, Korra, quítate! ¡Me tengo que ir a trabajar y estoy limpia! - Se quejó la mujer sintiendo como la morena se volvía a poner entre sus piernas y le alzaba la falda.

- Oh, vamos... Sé que quieres una ronda más... - Susurró sensualmente la morena en el oído de su pareja.

- ¡K-Korra! - Le reprendió totalmente sonrojada la mecánica.

- ¡Ha, es broma! - Se echó a reír la Avatar sentándose en la cama liberando a su chica.

- ¡Ahora mi ropa está arrugada! - Se quejó Asami parándose y tratando de aplanar su vestimenta.

- ¡Hey, no desarrugues tu falda que de eso me encargo yo! - Dijo la morena entre risas.

- Korra, me tengo que ir. - Dijo la ingeniero dirigiéndose a la salida.

- Espera, te acompaño a la salida. - Comentó Korra parándose y poniéndose su pijama.

- De acuerdo, solo date prisa. - Accedió Asami suspirando.

Ya en la salida, la mecánica verificaba que llevaba todo en su bolsa: planos, llaves, su guante y demás cosas que usualmente usaba.

- Aun no entiendo cómo puedes meter tantas cosas allí. - Le espetó Korra dandole un baso de té.

- Es un secreto. - Le guiñó el ojo su novia. - Listo, hora de irse a trabajar.

- Cuídate. - Le pidió la morena dándole un beso de despedida.

- Eso debería decirte a ti, al menos yo no me meto en problemas. - Sonrió su novia.

- Al rato iré a ver a mis padres así que te iré a ver. - Avisó la Avatar.

- De acuerdo. Te estaré esperando.

Korra se apoyó en el umbral de la puerta del departamento mientras contemplaba a su novia bajar por el ascensor. Hoy le esperaba un día muy largo tanto para la ingeniero como para la Avatar. La morena se propuso a tomar su desayuno, al abrir el frigorífico que tenía su novia en el departamento notó algo ahí adentro, sonrió y extendió su mano para sacar un plato de tamaño considerable que contenía una comida bien preparada de huevos, algo de carne y pescado, junto a éste había un pedazo de papel con la marca de un labial que han tenía en ciertas partes de su cuerpo. Asami le había preparado el desayuno una noche antes y se lo había dejado listo sabiendo que la morena y la cocina no se llevaban para nada bien, no quería que su novia siguiese con su dieta de sobras así que antes de que la mecha de la pasión se encendiera, se tomó el tiempo para hacerle ese pequeño detalle. Korra no podía amarla más porque era imposible, la ingeniero siempre se preocupaba por ella en todo los aspectos. Aquella pequeña acción provocó que la idea que había surgido esa noche en la mente de la Avatar creciera aún más. Metió el plato en el calentador de alimentos y lo engulló en segundos, jamás había probado cosa más suculenta, solo era comparable con la comida de su madre.

Asami llegó a su oficina a tiempo, bajó de su auto mientras sorbía un poco de su té que le había preparado especialmente Korra, podría no saber cómo usar una estufa, pero sí que sabía cómo le gustaba el té, entró al edificio de Industrias Futuro y subió hasta su oficina, tenía demasiadas cosas que hacer y muchas de ellas eran manuales. Se metió a su cambiador y se puso su traje de trabajo, fue directo a su taller y empezó a trabajar en los prototipos de los nuevos trajes para la estación de policía. Desde que Mako entró se dieron cuenta que muchos de sus oficiales no solo eran maestros tierras, sino agua y fuego también, así que como ya había diseñado los trajes que los maestros aire portaban, en encargo especial por parte del presiente y de Lin, ahora debía desarrollar uno para cada maestro diferente y tenía un tiempo muy limitado para hacerlo. Miró los bocetos que tenía y, curiosamente, la modelo que portaba las prenderas era nada más y nada menos que Korra, si alguien veía esos diseños, moriría de vergüenza, pero aunque sobaba absurdo, le era más fácil diseñarlos en base a su novia ya que, ¿quién era más quejosa con la ropa que ella?

Ya era medio día y Korra cabalgaba hacia la Isla del Templo Aire donde se encontraban sus padres hospedados hasta que el barco que los llevaría a la Tribu Agua del Sur regresase mañana, así que no tenía mucho tiempo para ejecutar su plan maestro. Llegó hasta la orilla y se subió al barco junto con Naga, en el cielo se podían ver a los bisontes voladores ir y venir en todas las direcciones, los maestros aire estaban haciendo un buen trabajo ayudándole a mantener el orden, tan bueno que le habían dejado sin mucho que hacer. Al llegar a la orilla los pequeños hijos de Tenzin se le abalanzaron encima, aquellos niños le querían como si fuera alguien de la familia, inclusive el pequeño Rohan la llamaba "hermana mayor". Los abrazó a todos y se disculpó pues tenía que hablar con su madre, los pequeños maestros aire acataron la orden de la morena y le dejaron el paso libre. Korra subió hasta el comedor donde estaban sus padres y, para su sorpresa, también Tenzin y Pema disfrutando de una deliciosa taza de té.

- ¡Oh, Korra, bienvenida! Pensé que pasarías el resto del día con Asami. - Habló el anciano maestro aire.

- Para nada, ella tiene trabajo y su departamento es algo aburrido. La iré a buscar a la hora de la comida para llevarla a dar una vuelta. - Explicó la chica sentándose junto a su madre.

- Claro, desde que vives con Asami ya ni a tus padres quieres ver. - Se quejó Tonraq.

- Papá, no estoy viviendo con Asami, solo me quedé una noche con ella. - Bufó la Avatar.

- Y bueno, ¿qué es lo que deseas? Conociéndote, no creo que hayas venido por una taza de té y mis hijos no están aquí. - Notó Tenzin.

- Sinceramente, me gustaría que mi madre me ayudara en algo muy importante para mí. - Empezó Korra algo nerviosa agachando la mirada.

- Lo que sea, puedes contar conmigo, cariño. - Dijo Senna tomando la mano de su hija.

- Mamá quiero que me ayudes a buscar un lugar donde vendan collares tradicionales de la tribu agua... - La joven Avatar tragó saliva y trató de disminuir su sonrojo a toda costa. - Yo... Yo... Yo quiero... - Respiró hondo y sacó aire a toda velocidad. - ¡Quiero darle un collar de compromiso a Asami!

Todos en la sala se quedaron mudos. Aquella joven mujer que antes habían conocido como alguien demasiado independiente y explosiva acababa de gritar -prácticamente- que estaba pensando en comprometerse con alguien. La sorpresa inicial fue un estado de shock, es que, ¡ella era Korra! ¡Korra! Todos habían pensado que si en algún momento la joven Avatar se casaba, el pobre novio o novia iba a ser quien se lo propusiera, ¡no al revés!

- Korra, cariño, ¿estás segura? Darle un collar de compromiso a alguien es un *paso muy grande que conlleva a una gran responsabilidad. - Preguntó Senna.

- Mamá, lo he estado pensando por mucho tiempo... Quiero compartir toda mi vida con Asami, es un hecho que la amo y quiero estar a su lado hasta que mi tiempo como Avatar y como persona terminen. - Explicó Korra con toda la seriedad del mundo. - Sé que somos jóvenes, yo apenas cumplí veintidós y ella veinticuatro, pero siento que así deben ser las cosas.

- Si ese es el caso, creo que no hay impedimento. - Se escuchó decir a Tonraq.

- Me alegra saber eso, Korra. Estas volviéndote cada vez más sabia. - Le felicitó Tenzin.

- Para mí es un orgullo ver que al fin aquella chiquilla hiperactiva sentará cabeza. - Comentó la esposa del maestro aire.

- Pema, solo le daré un collar de compromiso a Asami... No me pienso casar con ella aun... Aunque claro, si ella quiere no me negaría... De hecho no me puedo negar a nada de lo que ella me pide... - Susurró lo último Korra para sí.

- Pema, ¿sabes de alguna tienda por aquí que venda collares o los haga? Normalmente, en la Tribu Agua del Sur se fabrican personalmente, pero dudo que aquí se acostumbre igual. - Preguntó Senna a la mujer de Tenzin.

- Hay una tienda donde van las personas de la Tribu Agua, dicen que ahí están todos los materiales y que tú mismo lo puedes hacer. - Informó Pema sonriendo.

- ¡Genial! ¿Dónde está? - Se interesó Korra.

- Toma, aquí está la dirección. - Le dio la no-maestra un papel con algo escrito a la Avatar.

- ¡Mira, mamá, está cerca de Industrias Futuro! Puedo llegar, hacer el pedido e ir luego con Asami! - Chilló feliz la morena.

- Es bueno ver que estás ta~~n... - La mujer no pudo terminar su oración ya que su hija la tomó de la mano y la arrastró hasta la salida.

- ¡Mamá, nos tenemos que ir! ¡Adiós a todos! - Se despidió Korra.

- ¡Adiós, suerte! - Le desearon todos.

- ¿Y yo no puedo ir? - Gritó Tonraq para que el par de mujeres lo escucharan.

- ¡No, va contra la tradición! - Se escuchó a la distancia Senna.

- ¡Pero se supone que...! - Iba a reclamar el padre de la morena, pero su esposa e hija ya se habían ido. - El chico es quien da el collar de compromiso...

Asami trabajaba sin descanso, ya había probado varios diseños pero ninguno acababa por convencerle, tenían mucho peso o la eficacia del traje no alcanzaba sus estándares. Decidió darse un leve descanso y se sentó en su escritorio a leer los documentos que tenía ahí pendientes. Cuentas, reportes, solicitudes de material, el fin, papeles del diario. Se dio a la tarea de leer cada papel y sepáralo en, según ella, "pila de cosas por firmar" y "papel para reciclado". Entre muchas de las solicitudes, leyó una que no fue a ninguno de los dos montículos de papeles, aquella carta fue rota por su propia mano y vertida en su bote de basura. Aquella carta era la respuesta de una solicitud para ser socia de una compañía extranjera, la respuesta fue afirmativa pero solo porque, según el director de dicha empresa "sería un honor trabajar con la pareja del Avatar". Sabía que salir con Korra sería difícil y por eso estaba preparada para esa clase de cosas, pero realmente la irritaba. A veces se le olvidaba que no todos miraban a su novia como ella lo hacía, cuando Asami miraba a una chica de la Tribu Agua del Sur que le cautivó, otros solo observaban a la nueva reencarnación de Raava. Sin más, siguió con su papeleo hasta que se cansó y decidió mirar por la ventana encontrado algo curioso. Su novia y la madre de ésta estaban entrado a un establecimiento cercano a su edificio, miró el reloj pensando que ya era la hora de la comida y se sorprendió al ver que apenas iban a marcar la una, ¿qué hacía su pareja ahí antes del tiempo establecido? Recordó que estaba con Senna y dedujo que sería un encargo para ella. Y, sin más, siguió con su trabajo.

Korra y su madre cabalgaban lo más rápido que Naga podía por toda Ciudad República, estaba relamerte emocionada por hacerle aquel collar de compromiso a su linda ingeniero. Senna solo podía aferrarse de su hija, el galope del perro-oso polar que años atrás ella encontró era demasiado para su maduro cuerpo. Una vez en la entrada de la tiendas, la morena se bajó y ayudo a su madre a poner sus pies sobre la tierra, no le dio tiempo para reincorporarse pues la tomó de la mano y se adentraron en la tienda. Era pequeña pero tenía ese aura que le hacía sentir en casa, habían collares por todo el lugar muestra del gran trabajo que hacían, todos eran cien por ciento tradicionales, obviamente, con distintos tallados ya que eso era personal. En ese ínstate Korra empezó a imaginar que podría tallar en el collar de Asami, ¿sus iniciales? No, muy cliché. ¿El símbolo de la Nación del Fuego? No, a Asami no le gustaría eso. ¿Una tuerca? «Oh, vamos Korra, que original eres», se regañó a sí misma la Avatar mientras esperaba que alguien apareciera para atenderla.

Pasaron algunos minutos antes de que un anciano vestido con un traje tradicional de la Tribu Agua del Sur apareciese, era calvo y tenía un largo bigote. Sus ojos estaban cubierto pos arrugas y su andar era algo torpe. Korra se preguntó si en serio era aquel sujeto quien fabricaba los collares de compromiso, si era así, mejor iba a su Tribu y lo hacía con sus propias manos. Miró a su madre para interrogarle si era un buen lugar, pero lo que vio en los ojos de Senna fue asombro e incredulidad. ¿Quién era aquel sujeto y por qué su progenitora se había quedado así de impactada? No lo sabía pero lo iba a averiguar.

- Eh... Hola. Vine por... - Empezó a hablar Korra pero de inmediato fue interrumpida.

- Todos vienen aquí por lo mismo, pero es la primera vez que veo a una chica aquí. - Habló el hombre con voz tranquila. - Senna, veo que la vida te ha tratado bien y que el collar que Tonraq te hizo ha durado bastante.

- Mamá, ¿conoces a este sujeto? - Cuestionó la Avatar.

- ¿Es está chica tu hija? Vaya, hace mucho que no salgo de esta tienda. - Bromeó el anciano.

- Maestro Roh, es un honor volverlo a ver. - Saludó al fin la mujer. - Korra, éste es el maestro Roh, quien ayudó a tu padre a hacer mi collar y es conocido por sus excelentes trabajos.

- Es un honor conocer a la Avatar y a la hija de Senna. - Comentó el anciano.

- Ah... Ya... Es un honor. - Dijo Korra algo insegura. - Vale, vine aquí porque deseo hacerle un collar de compromiso a mi pareja...

- Hum... Ya veo... Has llegado al lugar correcto. Dime, ¿ya sabes cómo lo quieres? - Preguntó Roh sacando un pedazo de papel y grafito.

- Quiero que sea simple... - Empezó a describirle la morena.

- Ajá... - Dijo el maestro incitándola a decir más detalles.

- Mi... Ah... novia es de la Nación del Fuego, así que me gustaría que en vez del color azul marino que tienen las correas habituales, ésta sea de color rojo con bordes azules.

- Interesante concepto... - Admitió el maestro. - ¿Ya sabes que grabado le vas a poner?

- Ese es mi problema... No sé qué ponerle. Quiero que sea algo representativo a nuestra unión, a las dos, pero no se me ocurre nada. - Bufó la maestra de los cuatro elementos.

- Me dijiste que tu novia era de la Nación del Fuego y que quieres algo tradicional, ¿por qué no juntar los dos símbolos? - Propuso el anciano.

- No, muy cliché. - Se quejó la morena.

- ¿Qué tal si pones el símbolo de la tribu agua y un relámpago? En tus cartas haces mucho énfasis en que Asami usa un guante que desprende rayos para pelear. - Sugirió su madre.

- No, no, no. Debe ser algo más simbólico y especial. Es un collar de compromiso. - Gruñó la Avatar empezando a exasperarse.

- No es mi culpa que no haya forma de unificarlas en un símbolo, tú ere el Avatar, maestra de los cuatro elementos y de la Tribu Agua del Sur. Ella es Asami Sato, líder de Industrias Futuro y perteneciente a la Nación del Fuego. - Y cómo una explosión, a Korra le vino una idea.

- ¡Eso es! - Gritó la joven. - ¿Me prestaría su lápiz? Creo que ya se que ponerle.

- Con mucho gusto. - El maestro le cedió su gráfico a la Avatar y ella empezó a dibujar.

- Asami representa el futuro y yo lo tradicional y espiritual. Ella lo nuevo, yo lo cultural. Ella lo ascendente y yo lo que siempre estará. - Y mientras ella hablaba, las líneas cobraban forma.

Al terminar el dibujo, el anciano maestro sonrió al ver el concepto que la chica había creado. En la hoja de papel había plasmado lo que estuviese grabado en el dije redondo del collar. En la parte superior estaba la mitad de una tuerca emulado al sol salir y, en la parte inferior, las olas tradicionales de la Tribu Agua del Sur. Eso era lo que ella quería reflejar, su unión en un simple dibujo.

- Creo que empezaré a trabajar con esto, será interesante. - Comentó el anciano.

- ¿Cuándo estará listo? - Se interesó Korra, quería darle el collar a Asami en sus vacaciones en el Mundo de los Espíritus.

- Dos días a lo mucho, ahora que el mundo avanzó, solo los que aún viven el la Tribu Agua usan los collares. Pero tendrás que venir mañana a verificar unas cosas. - Explicó el maestro tomando el papel donde estaba el boceto.

- ¡Perfecto! Gracias. - Dijo la Avatar haciendo una reverencia.

- No hay de qué. - Contestó el anciano. - Senna, saluda a Tonraq de mi parte. Tienen una buena hija.

- Lo haré, maestro. - Se despidió la mujer.

Ambas féminas abandonaron el establecimiento y subieron en Naga, Korra quería dejar a su madre en la orilla donde cogería el próximo barco a la Isla del Templo Aire, al llegar, la morena verificó que su progenitora subiera en el navío antes de retroceder, ya iba a ser la hora de la comida y debía ir con Asami, su adorada Asami. Sonrió como tonta en todo el camino, no podía cree que dentro de dos días o, inclusive, uno aquella mujer que tanto amas se volvería su prometida. Empezó a fantasear sobre cómo serían las cosas si, en un futuro, ambas contrajeran votos nupcial. Korra quería que su linda mecánica viviese en la Tribu Agua del Sur junto con ella en una pequeña casa nada lujosa pero acogedora pues, por el trabajo de ambas, sería un desperdicio tener una gran mansión ya que no tendrían el tiempo para habitarla como es debido. En sus fantasías apareció también un cálido recibimiento a casa donde la ingeniero vestía como una esposa de la Tribu Agua del Sur pero, a diferencia de todas, sus vestimentas serían rojas. Las noches las pasaría abrazándola para que no sintiese frío y por las mañana explorarían todo el mundo, ya que uno de los sueños de Asami era el de poder observar cada parte del planeta mientras sostenía la mano de su novia. Korra siguió soñando despierta hasta que se topó con una florería, tenía conocimiento de que a la joven mecánica le encantaban los panda Lily, sin pensarlo dos veces compró un ramo y siguió su camino en dirección a Industrias Futuro.

¡Ya no podía más! Tomó los modelos que había hecho y los botó de la mesa, el traje prototipo para los maestros fuegos ya había quedado listo, pero el de los maestros agua era un reto para ella. Había probado de todo y aun así sentía que aquel traje hecho de metal no quedaba bien. Dejó caer sus manos en la mesa y se inclinó un poco en ella cogiendo su cabeza para mitigar el dolor que empezaba a molestarle, ¿por qué no quedaba bien? ¿Por qué el modelo que había fabricado seguía sin agradarle del todo? Suspiró frustrada y se incorporó, debía tomar un descanso, miró el reloj y se percató de que aún faltaba una hora para su salida a comer. Asami era le jefa de Industrias Futuro, pero tenía un horario estricto que se empeñaba a acatar pues, ¿quién mejor para dar un buen ejemplo que el mismo líder? Volvió sus ojos a los planos más técnicos que tenía en su mesa, se veía tan bien aquel traje cuando estaba en los bocetos que jamás pensó le daría tanto dolor de cabeza, ¡ya ni los trajes para los maestros fuegos! Fue el primero que diseñó y ahora su prototipo estaba en la fase de pruebas, para llegar hasta esa parte primero debió pasar por el "ojo Sato", que era básicamente el control de calidad más alto, pues quien lo probaba era la misma Asami con o sin poderes. Siguió trabajando y se adentró tanto en su mundo que no se dio cuenta que alguien estaba ahí observándole trabajar con una sonrisa en la cara y unas flores en la mano.

La joven morena había llegado al edificio de Industrias Futuro en tiempo récord, faltaban veinte minutos para la salida a comer de su novia así que aún tenía algo de tiempo. Antes de entrar, repasó su apariencia y se acomodó un poco el pelo, miró que las flores estuvieran intactas y entró al edificio. Esa era la primera vez que Korra visitaba aquellas instalaciones como "la novia de la jefa", las miradas estaban en ellas, unas curiosas y otras incrédulas, algunos murmuraban y la Avatar trataba de tranquilizarse recordándose a sí misma que si rompía algo, ella terminaría con algo roto cortesía de Asami, y no estaba hablando de su relación con ella precisamente. La ingeniero podía ser un ángel, pero cuando se enojaba, era peor que Vaatu. Entró al ascensor y tecleó el número del piso de la oficina de la mecánica, se apoyó contra la pared y respiró unas cuantas veces fastidiada de que tardase tanto en subir aquella máquina.

Cuando las puertas se abrieron, lo primero que Korra vio fue a una ingeniero trabajando con una gran placa mecánica, chispas salían al rededor y el olor a humo se sentía en el ambiente. Suspiró cansada, de solo ver a su novia trabajando así ella se cansaba, esperó con paciencia hasta que dejara de usar aquel instrumento para soldar, una vez vio que apagaba ese artilugio que en más de una ocasión había logrado quemar aquella blanca piel, se acercó con sigilos, era una de las pocas ocasiones en las que podía sorprender a su pareja. Cuando estuvo detrás de ella, la abrazó de la cintura y sintió como su cuerpo se estremecía entre sus brazos, era una sensación magnifica para la Avatar. Pero no tardó mucho porque enseguida Asami reconoció aquellos brazos que le eran inconfundibles e inolvidables.

- Hola, Korra. - Saludó la ingeniero dándose vuela sin romper aquel abrazo dado por su novia.

- Hola, Asami. - Contestó la morena exponiéndole las flores a su pareja. - Te traje un presente.

- ¡Son panda Lily! - Exclamó la mecánica tomando el ramo de flores. - Korra, no debiste...

- Sé que son tus flores favoritas, así que pensé en traerte unas cuantas antes de irnos a comer. - Dijo la Avatar con una sonrisa.

- Oh, eres tan dulce... - Asami se agachó un poco y beso levemente los labios de su pareja. - Déjame ponerlas en agua, cambiarme la ropa y salimos.

- ¿Por qué no te vas así cómo estás? - Cuestionó Korra.

- Amor, es mi traje de trabajo... Está lleno de grasa y sudado. - Explicó la ingeniero colocando las flores en un florero.

- ¿Y? Me gusta tu sudor, ayer en la noche lo comprobé. - Comentó con picardía la morena haciendo sonrojar a su pareja.

- ¡K-Korra! - Le reprendió la chica de ojos verdes.

- Vamos, solo iremos a comer. - Pidió la maestra de los cuatro elementos.

- No. Solo tardaré unos minutos. - En ese ínstate la morena volvió a abrazar a su novia con una distancia más que mínima entre ambas.

- ¿Y si mejor yo te ayudo a cambiarte? Estoy segura que tardaras menos. - Ofreció Korra con un tono bastante elevado.

- A lo único que me ayudarías sería a acabar más sudada de lo que ya estoy, y no solo eso, harías destrozos con mi ropa, así que no. Además, sabes que solo tengo dos horas para comer y tu "pequeña" travesura tarda por lo menos hora y media. - Argumentó la ingeniero sonriéndole a su novia sin separase de ella. - Así que no. Ahora, déjame irme a cambiar para irnos.

Korra soltó a Asami de mala gana, para ella de cualquier forma en la que estuviese la mecánica era hermosa: Ya sea con su ropa de empresaria, trabajo o hasta con su traje de baño, ¡era bellísima! Vio como la chica de ojos verdes se dirigía hasta lo que ella sabía era su cambiador, mientras esperaba decidió indagar un poco en los nuevos juguetes que su chica hacía. Vio unos planos que no entendió ni porque los puso de cabeza y miles y miles de cuentas matemáticas que con solo observar le dieron dolor de cabeza. Tratando de buscar algo más comprensible vio una hoja blanca entre tantos planos azulinos, eso era extraño así que la sacó de donde estaba oculta. Esa hoja de papel tenía plasmada varios garabatos a lápiz que representaban una especie de traje policía para los maestros agua y ella era la modelo, pero algo estaba bien y lo detecto de inmediato. Aquel traje era realmente seguro y permitía movilidad, pero no la necesaria para un maestro agua, ellos fluían como su elemento y aquel traje se los iba a impedir bastante.

- Korra ya estoy lista y... ¿¡qué haces con mis bocetos?! - Chilló Asami al ver que su novia tenía los borradores de los trajes. Su vergüenza no podía ser mayor.

- Tenía curiosidad de saber qué hacías, veo que estás fabricando los nuevos trajes para los chicos de Lin. - Comentó Korra dejando el dibujo en la mesa. - El del maestro fuego es muy bueno, pero el del maestro agua no. Nuestros movimientos son fluidos y repetitivos, desviamos la energía del oponente y la usamos en su contra... La movilidad de estos trajes es buena para un aprendiz, pero un maestro agua de verdad se sentiría cautivo, tanto metal en los brazos les incomodaría y tener esa gran placa en el tórax nos dificultaría la respiración.

- Ahora que lo dices, tienes razón. - Razonó la ingeniero visualizando los cambios, tomó un lápiz y empezó a alterar el dibujo. - Quizá si pudiera desarrollar una tela lo suficientemente resistente para aguantar golpes y raspones, podría implementarla y así hacer un traje similar al de los maestros aire pero más resistente ya que es para la policía. El metal que manejaría seria el mínimo, más delgado pero igual de resiente.

- Eres brillante. - Le halagó Korra.

- Para nada, no tenía idea de porque no me gustaba el modelo ya una vez hecho. Siempre te había observado hacer agua control y de ahí me basé, pero no lograba visualizarte de todo como me gustaría. - Explicó Asami poniendo su dedo índice debajo del labio.

- Por cierto, en estos dibujos me veo realmente bien. - Comentó la Avatar haciendo ruborizar a su pareja.

- ¿Y si ya nos vamos? - Preguntó la ingeniero tratando de cambiar de tema.

- Después de usted, señorita Sato.

Korra llevó a Asami a comer en un pequeño restaurante fuera de la ciudad, con todo el murmullo de su relación a flote lo que menos querían era que las vieran juntas en una "cita". El ambiente que tuvieron fue relajado, pudieron pasar un buen rato juntas hablando de cuando serían sus vacaciones. Ambas acordaron que se irían dentro de tres días, así Asami podía dejar en desarrollo su nuevo proyecto con todas las indicaciones necesarias para poder acabar sus prototipos a tiempo sin que ella estuviese presente, y a Korra le daba el tiempo suficiente para ver lo del collar que le daría, mañana tenía que regresar a la tienda para verificar algunas cosas así que tenía que no iba a poder comer con su novia ese día. Mientras hablaban, Korra no paraba de ver a su novia, simplemente era linda, esos labios rojos escondían unos rosados que le encararon besar y, sin pensarlo dos beses, arremetió contra sus labios sin impórtale que estuviesen en un lugar público.

El tiempo pasó y la noche reinó en Ciudad República, Korra estaba en su habitación del Templo Aire del Sur observando las maravillosas estructuras que se alzaban a la distancia. Recordó cuando llegó a esa ciudad por primera vez, ¿había crecido tanto? Quizá aún tenía ciertos rasgos habituales en ella como ser infantil, pelearse con Mako, haber broma con Bolin y seguir jugando con los hijos menores de Tenzin. Pero había madurado, pues ahora no pensaba que era el ser más poderoso del planeta y que todos debían estar a su merced, ya no, ella era la persona que guiaba al mundo y no una figura celebre. A su mente vinieron los recuerdos de la primera vez que conoció a Mako, en ese entonces pensaba que el maestro fuego era su alma gemela y sonrío al darse cuenta lo tinta que había sido. Uno no puede enamorarse de la nada, por algo su relación no funcionó bien. Luego pensó en Asami, su linda y querida Asami, si tan solo hubiese tenido conocimiento de que ella era la persona indicada, no hubiese dudado en quitársela a Mako y, conociendo a su antiguo yo, lo hubiese logrado. ¿Cómo habría sido estar enamorada de Asami desde que la conoció? Pagaría por ver a su antigua yo tratando de impresionar a la ingeniero con su fuerza y lanzándole piropos nada apropiados que ahora no se atrevería a decir a no ser que estuviese bromeando.

A la mañana siguiente Korra se despertó tanteando su cama para sentir cierto cuerpo femenino que esa noche no había compartido lecho con ella. Al abrir sus ojos y notar la ausencia de calor solo pudo suspirar recordándose que aquello fue una sola noche, la mejor que tuvo en toda su vida pero solo una. Se vistió y salió de su recamara para ingresar a la de su novia, abrió la puerta sin tocar pues sabía que Asami se levantaba más temprano que ella, la observó peinándose y le dio los buenos días con un leve beso, la acompañó hasta el puerto pues se le había hecho tarde para irse a su trabajo. Observó el barco alegarse y, cuando los perdió de vista, entró al templo para desayunar algo, moría de hambre y quería estar con sus energías cargadas para ese día. Después de tomar su desayuno y despedir a sus padres que regresaban a la Tribu, se encaminó a la tienda de collares para verificar las cosas que el anciano le había prometido. Su sorpresa fue mayúscula al llegar y ver el collar que había pedido, pero en pesados separados. Según el maestro, un collar de compromiso original debía ser hecho con las manos de la persona quien lo iba a dar, a Korra no se le daba para nada bien las artes manuales, pero por ser para Asami daría lo mejor de sí.

Esos dos días restantes fueron exhaustivamente largos para ambas chicas. La ingeniero tuvo que solucionar varios problemas con la tela, tuvo que estar toda una noche en su oficina creando el polímero que mandaría a la fábrica para hacer el traje prototipo y así mandarlo a experimentación, pero al final logró acabarlo en el tiempo que se propuso. Está por demás decir que Korra se preocupó bastante por ella aquella noche cuando no llegó a departamento, una vez sus padres se fueron se pudo quedar libremente con Asami. Pero ella no era la única con problemas, la morena sufrió haciendo el collar de compromiso, para empezar cocerlo fue más difícil que haber peleado con Kuvira, Zaheer y Amon unidos, sus dedos parecían queso de tantos agujeros. Hacer el tallado fue más sencillo, con ayuda del maestro logró dibujar el logo en la pequeña piedra que usaría como adorno. Al finalizar el segundo día, la Avatar ya tenía la gargantilla lista.

Ya con mochila en el hombro y con sus manos entrelazadas como la última vez, Asami y Korra atravesaron el tercer portal espiritual para llegar al Mundo de los Espíritus, pero había una diferencia esta vez y eso era el objeto que portaba la Avatar en su bolsa derecha de su pantalón. No estaba nerviosa por lo que iba a ser, pues sabía que era lo que su corazón dictaba. Apenas atravesaron el umbral de luz sintió como la paz reinaba en su corazón y la elección tomada tiempo atrás cobró mayor fuerza que nunca. Estaba lista para dar ese paso. Miró a Asami quien se maravillaba como la primera vez que entró a ese mágico lugar, aquel mundo estaba en constante cambio así que el lugar donde aparecieron era totalmente distinto al que llegaron la primera vez. Sintió como su pareja intentó avanzar, pero ella la detuvo al instante.

- ¿Pasa algo, Korra? - Preguntó la ingiero algo extrañada por la actitud de su compañera.

- De hecho... Si... pasa algo. - Contestó la morena buscado algo en su pantalón. - Lo que pasa es que quiero darte esto.

Korra extendió su mano y la abrió delante de los ojos de Asami quien al ver aquel pequeño objeto se quedó impresionada y con los ojos muy abiertos, de éstos empezaron a brotar lágrimas al identificar que era.

- Korra eso... eso es... - No podía hablar por las emociones sentidas en ese instante.

- Así es, Asami. Quiero que nuestras vidas se unan con esto, no te pido casarnos ahora mismo porque sé que tu trabajo apenas ha iniciado y el mío jamás acabará, pero con esto quiero prometerte que estaré a tu lado siempre. Te amo y te amaré el resto de mi vida como Korra. - Declaró la Avatar provocando que su novia empezara a llorar.

- Yo... No sé qué decir. - Musitó la mecánica entre sollozos.

- ¿Qué tal si te lo pongo? Así sabré que has aceptado mi propuesta. - Sugirió la maestra de los cuatro elementos con una sonrisa.

- C-Claro. - Dándose vuelta y desactivándose los primeros botines de su chaqueta, Asami se alzó la coleta permitiéndole a Korra total acceso a su cuello.

- Allá vamos. - Susurró la Avatar haciendo un poco de tierra control para poder colocarle el collar a su ahora prometida.

- ¿Q-Qué tal está? - Se interesó la ingeniero.

- Te vez... Hermosa... - Comentó Korra sonrojándose al ver aquel hermoso collar en el cuello de Asami.

- ¡Oh, Korra! - Y sin avisar, la joven de ojos verdes se abalanzó sobre la maestra uniendo sus labios. - ¡Soy tan feliz!

- Yo lo soy siempre que estoy contigo.

La Avatar estaba a punto de volver a besar a su pareja cuando un viento helado las alteró. Algo no iba bien. Ambas miraron al horizonte donde pudieron observar una gran nube negra empezar a cubrir parcialmente el Mundo Espiritual sin piedad.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Asami confundida.

- No lo sé, pero no es bueno. - Sentenció Korra frunciendo el ceño.

La nube fue tomando más volumen al igual que una idea en la mente de la morena: Algo o alguien estaba alterando el balance del Mundo Espiritual y era su deber averiguar que pasaba.

Continuará...

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