High School Pyrex ✓

Autorstwa OdysseyRamirez

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Saga #School 1 High School Pyrex. Instituto para varones. Un reformatorio. ¿Entonces que hace una chica ahí m... Więcej

High School Pyrex
Advertencia
1. Decisiones precipitadas
2. Instituto Pyrex
3. Nueva estudiante
4. Tratos propuestos
5. Viejos deseos
6. Desastrosa escapada
7. Fumador nocturno
9. Peculiar reconciliación
10. Curiosa preferencia
11. Cumpliendo deseos
12. Noches playeras
13. Típica realidad
14. Preparatoria Orange
15. Cruda verdad
Ares
16. Exasperante desigualdad
17. Amor juvenil
18. Tormentosa interrupción
19. Regreso Bailey
20. Tinta negra
21. Deformada A
22. Halloween colorido
23. Obra interminable
24. Touchdown problemático
25. Extraña soledad
Ares
26. Esa constelación
27. Libreta materna
28. Intensa competitividad
29. ¿Te quedarías?
Agradecimientos

8. Paradas silenciosas

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Autorstwa OdysseyRamirez





No he entrado al cuarto cuando Conan junto a Robin me suben en uno de sus hombros como una silla, me aferro bien a las nucas de los chicos con el temor de que voy a caerme en cualquier momento pero ellos me tienen las piernas prensadas y Ares me pone las manos en la espalda como respaldar.

—Me agrada que estén felices y me brinden seguridad mientras me tienen en sus hombros pero bájenme, por favor.

Mi voz suena temblorosa y divertida, y claro; ellos ni caso me hacen.

Hace minutos los Pyrex nos dijeron que éramos uno de los grupos ganadores de ese viaje en carretera a una de sus propiedades; y hace segundos los muchachos volvieron a celebrar luego del anuncio.

—Por favor, ya pueden bajarme —pido de nuevo con una sonrisa algo temerosa, por suerte esta vez sí cumplen lo que les he pedido dejándome en el suelo con rapidez —. No voy a preguntarles si están emocionados porque lo veo en sus caras —Robin no oculta su emoción porque me abraza y empieza a saltar conmigo. Su buen humor es contagioso pero ya me ha zarandeado mucho esta tarde.

En cuanto me suelta tomo asiento en mi cama.

— ¿Cuándo nos vamos? —no puedo obligarme a no preguntar, me pica la garganta de curiosidad.

—Los Pyrex nos dirán o la misma Sor Margareth —apunta Ares tomando asiento junto a mí.

—Después de tanto —celebra Conan con una pelota de goma en su mano, la lanza a la pared agarrándola con pericia, —al fin nos toman en cuenta.

—No sé qué milagro hicimos pero muero por irme de aquí a tomar vacaciones —Robin se deja caer en mi cama detrás de mí y Ares, su gesto es dramático al ponerse una mano en el pecho. Aunque no dura lo suficiente pues salta como resorte de mi cama — ¿A dónde creen que nos lleven?, Escuché que tienen una casa de verano.

—Oí por los pasillos acerca de su pent-house —recalca Conan, y Robin por supuesto que concuerda.

—Yo quiero ir a la que tiene piscina y jacuzzi. Esos tipos cagan dinero, que no nos pongan en una propiedad nada lujosa.

Mientras los dos discuten Ares me hace un gesto con la cabeza para que lo acompañe fuera de la habitación. No dudo en hacerlo y en cuanto cierra y quedamos en el pasillo su expresión alegre por la noticia desaparece y a mí se me sube la sangre en ese instante, parece intrigado.


—No te llegué a preguntar pues no quería molestarte en ese momento porque te había dado la caja de dulces pero, ¿qué hacías hablando con Blake Booth?

Arrugo las cejas.

— ¿Blake? —estoy perdida al inicio hasta que —: ¡Oh! Ya entiendo, con quien hice ejercicio —asiente —, no es para tanto, Ares, es un amigo que conocí ayer luego de... —las palabras se traban en mi garganta, no había recordado lo de la fogata hasta ahora, y lo que se atoró en mi tráquea muy a mi pesar tengo que dejarlo ir en palabras después —: Luego de que llegué sola para acá.

Ares aprieta los labios asintiendo. Tampoco me molesto en no esconder mi tono reprochante al recordárselo.

—Discúlpame tanto a mí como a los muchachos, pero, si tan solo te hubiésemos seguido Harriet hubiera armando un drama del tamaño de España por querer ir detrás de ti sabiendo que apenas te conocemos.

Encojo los hombros despreocupado, como para que le reste importancia aún cuando yo estoy algo molesta.

—Me da igual.

—Sé que me mientes —asegura cruzando sus brazos sobre su pecho. El tatuaje en su brazo lo hace ver tan imponente y esa acción también lo hace ver intimidad, —y no tienes porqué hacerlo.

—Es como tú dijiste: apenas nos conocemos.

—Ava, no me lo tomes a mal —implora tajante. Solo él puede hacer esa combinación —. Seguramente tú hubieras hecho lo mis...

— ¿Lo mismo, Ares? —interrumpo con rudeza — ¿Quieres que te recuerde que cuando llegamos de nuestro día libre y Conan se enojó yo fui detrás de él? Tal vez no me lo encontré y traté de averiguar las razones por las que se fue pero hice el intento de perseguirlo pese a que me terminé yendo a la biblioteca. Yo no hubiera hecho lo mismo, pues no soy como los demás piensan.

—Asumí —se excusa.

—Es malo asumir sin preguntar o aclarar tus dudas, Ares —acoto, enfatizado desde principio a fin —. Si todo esto te molesta porque hablé con Blake entonces...

—Ava, me importa una mierda que hables con Blake, solo tenía curiosidad pues ese chico de veintiún años no es el mejor de todos.

"¿Veintiuno dijo?".

—Solo trataba de entender, es todo.

— ¿Y te funcionó? —pregunto. Frunzo el ceño entornando los ojos en su dirección —, ¿entendiste o te lo explico con dibujos como si tuvieras cinco años?

La mirada que me da es inescrutable. Luego, un ápice de emoción cruza sus ojos avellanados haciéndome saber de lleno lo disgustado que está por esta conversación. Así pues se pasa una mano por los ojos y se lleva el cabello para atrás encogiéndose de hombros con un gesto despreocupado y varonil.

—Me largo al campo —escupe sin censura pasando por mi derecha hacia la otra dirección del pasillo.

Giro viendo su cuerpo detenerse en la esquina del pasillo que da a las escaleras, me ve sobre su hombro un breve periodo de tiempo antes de irse desapareciendo por la pared adyacente al pasillo.

Al minuto de que él se fue yo entro a la habitación. Conan y Robin siguen hablando del viaje en carretera, solo que ahora están en la cama de Conan.

— ¿Y Ares? —escucho a Robin.

Tomo asiento en mi cama antes de dejarme caer en el colchón buscando dormir.

—Se fue al campo —anuncio —, está molesto.

Los chicos tratan de hacerme hablar sobre lo sucedido con Ares cuando salimos del cuarto pero es imposible que se los diga con lo cohibida que estoy por nuestra conversación.

Al rato Conan y Robin se fueron con unos chicos de Pyrex a hacer quién-sabe-qué-cosa, y me dejaron aquí. Ares no ha vuelto, la incertidumbre me está matando y no puedo quedarme todo el día en las sábanas de mi cama esperando a la cabeza del grupo.

Quito la sábana de mi cuerpo en un arranque rápido, de pie fuera de la cama voy por un suéter debido al frío que está haciendo. En cuanto me lo coloco ya estoy saliendo de la habitación en dirección opuesta del pasillo, hay chicos de Pyrex por los pasillos del castillo que tan solo al verme me dedican una mirada curiosa.

Ya llevo tres semanas aquí y las miradas siguen siendo las mismas.

Camino entre los pasillos y las salas hasta llegar a la salida trasera del castillo dejando que la frescura de la tarde me dé de lleno en el cuerpo, las hectáreas verdes del gran jardín trasero se ven oscuras por la poca iluminación solar, es como uno de esos cuadros que ves en los museos o exposiciones de arte. Tomo como ruta la vereda de piedra que da al campo de fútbol americano y solo camino cinco minutos con mis manos hechas puños cuando voy llegando al campo. La reja que separa los patios de Pyrex del campo se mantiene abierta mostrándome a la perfección cómo Ares Costner lanza el ovoide al aire y lo ataja sin problemas. Parece más bien una técnica de relajamiento que una práctica individual.

En una de ellas hace un espiral perfecto.

No he puesto un pie en el campo cuando sus ojos de un avellano derretido se anclan en los míos; su expresión seria le hace honor a su personalidad.

Vuelve a lanzar el ovoide.

—Se supone que debes estar con los chicos —suelta, agarrando el balón.

—Se fueron —contesto.

Bufa con una sonrisa irónica.

—Críos.

—Ares...

—No, Ava, no quiero hablar contigo acerca de lo ocurrido en la fogata y menos con lo que pasó en el pasillo, no tengo las ganas para escucharte ni la paciencia como para tolerar tu jodido temperamento.

Me encamino hasta donde está, la tensión es tan evidente que me mantengo alejada de él tan solo un poco. De verdad que está estresado, cansado, frustrado, irritado y todo lo que termine en «ado». Me lanza otra mirada rabiosa.

Tomo aire, buscando sentirme valiente como las otras veces pero es imposible cuando sus ojos —tormentosos y enojados— se mantienen sobre mí con una fiereza asfixiante. No me siento preparada para lo que voy hacer, pero, es un avance.

—Una vez una cereza se vio al espejo y se preguntó: ¿cereza yo? —espero reacción ante el mal chiste. Lo único que me gano es su gesto de mal humor, su ceja arqueada y la patada imaginaria de indiferencia que me golpea además de la humillación y la vergüenza —Pensé que funcionaría —me lo digo más a mí que a él.

—Y funcionó —comenta sacándome de mis cavilaciones, parece que sí me escuchó. Sigue igual de serio —. Me dio tanta risa quehago el esfuerzo para no soltar una carcajada, para no doblegarme ante la estupidez de ese chiste tan malo —aprieto los labios negando por lo que me dice y también porque quiero sonreír, no sé si está siendo sarcástico u honesto —. Recurrí a todo mi autocontrol por el simple hecho de que deseo mantener mi seriedad cuando muero por reírme del chiste malo que hiciste.

— ¡Entonces ríete! —agito los antebrazos, las muñecas y las manos exasperada, mi voz suena una octava más alta junto a la frustración que acaba de embarcarme.

—No voy hacer tal cosa —aclara rebelde lanzando el ovoide a una parte del campo sin que le importe — ¿Sabes por qué? —niego —Porque me enojas. Me enoja que quieras hacerme reír aún cuando estoy enojado contigo.

—Es que... —me interrumpe y lo que me dice me deja sorprendida.

—Ava, estoy tan conmocionado por ese beso que me diste que, de alguna manera quiero mantener distancia contigo y al ver que tú no me lo haces fácil eso me pone furioso.

¿Qué?

—Tú jamás debiste besarme —un golpe tal vez, dolía menos —. Si yo marqué ese deseo fue porque pretendía que lo hicieras con otra persona, tal vez te lo podía haber dado yo... Pero no tuviste que hacerlo tú.

"¿Entonces cuál es su exasperación?".

—Ares... —me vuelve a interrumpir.

—Yo estaba dispuesto a cumplir los deseos de tu lista pero con lo que has hecho... Me ha hecho cambiar de opinión acerca de tu lista —arrugo las cejas —, entre tú y yo ese trato se acaba.

—No, Ares...

—Se acabó —sentencia, —por tu imprudencia —arqueo las cejas.

— ¿Solo fue mía? ¡Pudiste haberme separado de ti!

— ¿Y cómo lo hacía sin lastimarte?

— ¡¿Lastimarme?! —suelto histérica —, ¡explícame eso ahora mismo!

—Ava, ¿cómo te separaba y te decía a la cara que no volvieras hacer eso cuando sabes como soy? Tú muy bien sabes cuán crudo y sin filtro soy.

Asiento duramente. Tiene razón.

— ¿Sabes algo, Ares? Un golpe dolía menos —giro sobre mis talones dispuesta a irme.

— ¡Ava Parker! —llama con tanta fuerza que no dudo en encararlo. Sus ojos chispeantes de rabia me muestra lo colérico que está,  —No te atrevas a irte y dejarme hablar solo cuando has sido tú quien me ha buscado.

—Con más razón me largo —contraataco caminando de nuevo hacia la salida.

¡Ava! —espeta, siento sus pasos detrás de mí. Estoy hecha una furia, si tan solo Ares llega a agarrarme no responderé con amabilidad.

Cosa que pasa.

Su mano se aferra a mi codo girándome con rudeza hacia su cuerpo. Tiene la frente y la sien derecha bañada con sudor. Su expresión, sus cejas, toda su cara está contorsionada de ira pura en su máximo esplendor.

— ¿Qué quieres? —gruño.

—Quiero que te quede claro lo siguiente: no te atrevas a buscarme luego de esto —frunzo el ceño.

Aparte viene con el descaro de decirme esto.

—Que descarado eres...  —Todas mis quejas, mis groserías, mi cátedra completa de que puede irse de vuelta a Europa se callan cuando sus manos se agarran a mi mandíbula haciendo el banal acto de besarme.

Forcejeo con él en ese momento dándole golpes en el pecho para que me deje ir. Viene y me dice que no lo besé pero él me está besando.

Sus labios son mullidos contra los míos, su boca es suave y su beso es duro y furioso que me molesta tanto su atrevimiento. Estoy tan furiosa que pienso es más bien en las cosas catastrofistas que haré con él después de esto.

Y sin más, me deja libre.

— ¿Pero qué es lo que te pasa? —chillo aterrorizada — ¿Qué tienes por cabeza, Ares?

Su pecho sube y baja, el mío también.

—Ya te lo he dicho —se da la vuelta yéndose al campo otra vez.

Mi intención es gritarle que vuelva y me explique porqué hizo tal cosa, sin embargo, el cosquilleo, la incertidumbre, la desilusión golpea en mi estómago haciéndome querer gritar a los cuatro vientos que acaben con mi frustración.

Han pasado dos días desde que Ares me besó. Dos días que se han resumido a bastante hastío entre los dos, la indiferencia está de por medio, los chicos se han dado cuenta y solo es cuestión de tiempo para que me bombardeen de preguntas como a Ares.

Hoy, estamos en uno de los autobuses de Pyrex que nos llevará a nuestra semana de vacaciones en una de las propiedades de los Pyrex. No sabemos cuál es pero Robin tiene el presentimiento de que será una con piscina.

Al igual que nosotros tres grupos más tuvieron el privilegio de ser ganadores de tal premio.

Empaqué lo suficiente, sabiendo que tendría un baño donde no vería cosas de chicos me alegraba bastante. Cabe destacar que papá se tomó la molestia de venir a Pyrex ayer a traerme un arsenal completo de productos femeninos por si las moscas según él, pero sé, muy en el fondo que lo hizo fue para conocer a los muchachos.

Se llevó bien con Robin, a Conan lo llamó One Direction y Ares solo le dió la mano.

Robin me empuja por los hombros. Me han levantando temprano y el sol está en la cúspide de su iluminación, parezco un vampiro con la gorra y los lentes. Robin dice que necesitamos agarrar las vitaminas que da el sol pero es imposible cuando no tengo ansias de ver la luz del día. También, argumento que los Pyrex nos permitieron tener nuestros celulares por casos de emergencia. Claro que, el castaño del grupo no ha parado de sacarse fotos conmigo en cualquier ocasión.

En cuanto llego al autobús, Robin me hace subir más lento de lo que quiero. Reviso el papel que me dieron cuando salí de Pyrex que dictamina estrictamente mi puesto en el autobús.


El 12B. En cuanto lo encuentro casi me lanzo de la ventana.

Me tocó con Ares.

Es aquí cuando me preguntó qué le hice al universo para que me castigue así, ¿será por la vez que me lancé de la ventana de la sala para no ver a mi tía? Esa acción fue justificada.

Agarro la camisa de Robin a pasos de mi asiento.

—Por favor, convence a Conan de que se siente con Ares —suplico en su oreja, mi voz es un susurro frustrado. Robin me ve con suspicacia, sé que si él y yo llegamos a sentarnos juntos las preguntas lloverán sobre mí, sé de antemano que no descansará hasta sacarme toda la información que él quiera saber.

—Ava, ¿pasó algo entre tú y el amargado de Ares? —sacudo la cabeza, es tal la acusación que me mareo de tan solo pensar qué habría hecho Robin si afirmaba su pregunta. Pasa por mi lado derecho hasta donde Conan yace sentado, toma asiento junto a él y platican por un breve momento. Los ojos oscuros de Conan se concentran en mí y su ceño fruncido no tarda en relucir.

Al final él se levanta y camina hasta donde yo estoy.

—Nos debes muchas explicaciones —reafirma lo de Robin, le doy el papel con el número de mi asiento. Me voy sin mirar atrás a donde está sentado Robin con los auriculares puestos y un cojín para el cuello también.

—De nada —dice al verme —. Ahora que estamos lejos de los dos, ¿qué pasó? Hace días te hubieras sentado con Ares sin pensarlo.

—No pasó nada —grazno mordiéndome el interior de la mejilla buscando no mirarlo o terminaré derrumbándome.

— ¿Segura? Traté de preguntarle a Ares y me mandó a la mierda, solo faltas tú.

—Nunca te mandaría para allá —me sincero, dulce —. Eres un gran amigo.

—Gracias, aún así no quita el hecho de que me expliques qué está pasando con Ares, por qué está pasando con Ares y cuándo pasó con Ares.

—Ya deja de mencionarlo —exijo, cruda. Recuesto la cabeza en el respaldar de la silla. Estoy en la otra hilera de asientos, dos atrás de donde está el español. Su cabello es un desastre, aún así, se ve tan bien y despreocupado.

Siendo sincera, no he podido deshacer el pensamiento del beso que me dió. Sin embargo estoy más que frita si continúo pensando en eso.

La lista no ha pasado de esos dos deseos luego de que Ares me dijera que no quería terminarla por mi arranque al besarlo, lo cual me hizo sentirme bastante ¿mal? Tenía la esperanza de cumplir las cosas en esa lista, y, es tanta la esperanza que me la he traído conmigo.

Robin se acomoda en el asiento de tal forma que pueda dormir, escucho a la perfección cómo tiene los auriculares al máximo volumen pues puedo saber que está escuchando Mine de Bazzi. Imito su acción acomodándome para dormir luego de colocarme los auriculares con Paradise del mismo Bazzi.

☀️

No sé qué hora es cuando despierto pero está haciendo un frío infernal, he de cubrirme con mi suéter para no agarrar un resfriado. Robin ronca a mi lado con The Weeknd de fondo en los auriculares. Recuesto la cabeza a la silla mirando por la ventana que estamos en la ciudad, parecen las doce del mediodía.

De repente el autobús se detiene. Del asiento del copiloto sale Sor Margareth, una risa vibra en mi pecho al verla con lentes de sol y la nariz blanca a causa del bloqueador solar.

— ¡Despierten, jóvenes! —aulla, aplaudiendo en el trascurso de la demanda —Haremos nuestra primera parada para el baño y para comer algo —así pues, la monja baja del autobús y, al ver que nadie ha bajado asoma su cabeza por la puerta — ¿No me han escuchando? ¡Levanten sus retaguardias de las sillas y siganme! —el estruendo de su voz hace que cumplamos lo que quiere, muy a mi pesar tengo que mover a Robin para que despierte de su sueño.

Ya afuera del autobús nos encontramos en un centro comercial, Sor Margareth nos guía hasta el área del cafetín donde también se encuentran los baños, nunca me sentiré tan a gusto con tener el baño de chicas sin interrupciones de chicos.

Me dejo caer en una silla de la mesa asignada de nuestro grupo, acabo de ir al baño y nunca me había sentido tan a gusto con la privacidad de las chicas.

—Esa cara es satisfacción total —se ríe Conan tomando asiento en la silla frente a mí. Robin está recostado sobre la mesa en posición de descanso y Ares... No lo he visto.

Privacidad. Es lo mejor del mundo —confieso cerrando los ojos con una sonrisa.

—Sí en fin... ¿Qué paso contigo y Ares?

—No, Conan, tú no ¿De verdad? —abro los ojos mirándolo con cansancio.

El azabache ve sobre su hombro verificando si Ares se acercará o no, pero, la cabeza del grupo no se ha aparecido desde entonces.

—No puedes ocultarnos lo que es evidente —destaca apretando los labios —, entre Ares y tú pasó algo porque ambos están distanciados y no se tratan como antes, ¿qué pasó, Ava? Nadie te va a juzgar.

"Deben de tener un detalle excelente porque solo pasaron dos días".

—Entre Ares y yo no pasó nada, Conan —rectifico, no daré mi brazo a torcer —. No pasó absolutamente nada. Solo discutimos y se puso así.

— ¿Sobre qué discutieron entonces? —gruñe ansioso por una respuesta convincente, concreta, honesta.

—Conan, eso no debería de importarte.

—Lo hace —puntualiza —. Mira, si algo pasó, si tan solo pasó una insignificante cosa no deberías de cerrarte, somos tus amigos. No importa que nos conozcamos de hace semanas, tenemos confianza, pensé que ya lo sabías.

—Lo tengo claro —mascullo mirando mis manos sobre la mesa —, es solo que no pasó nada.

—Aunque quieras mentirnos pronto cederás —dibuja una sonrisa suficiente en sus labios. Lo imito un poco apenada por no decirles las cosas; sin embargo, me repito a mí misma que es mejor guardarme ese tema.

De pronto a la mesa llega Ares con unos lentes de sol puestos. Se los alza dejándolos sobre su cabello para que le sostenga las hebras de color miel que caen despreocupadamente sobre sus ojos. Deja en la superficie un objeto circular de esos que te dan en los establecimientos de comidas o cafeterías, esos que vibran cuando el pedido ya está listo y hay que buscarlo. Ya estando en una de las sillas se pone a revisar su celular con una cara impasible, sin hablar, ni mirar más allá de su celular.

Bajo la mesa, Robin toma mi mano y me sorprende la simple acción. Es como si, de alguna manera, me diera ¿apoyo?

Mi pregunta es, ¿por qué el apoyo?, ¿por qué cuando ni siquiera saben qué ha ocurrido?

—Ares, estás muy callado —destaca Conan y el español lo ve con displicencia — ¿No te gusta el viaje? —asiente como respuesta desviando la mirada a otra parte del cafetín. En las mesas a nuestro alrededor están los otros grupos ganadores del viaje.

—Le logré sacar información a Sor Margareth —anuncia Robin despertando de su posición de descanso pero sin soltar mi mano —. Al parecer vamos a una cabaña en la playa —el tono entusiasta que usa es reconfortante, embriagador —, ¿no les emociona? ¡La playa!

—Al fin —celebra Conan alzando los brazos.

— ¿Ares? —Robin pregunta, no puedo evitar subir la mirada a donde está el español. Él esboza una mueca antes de bajarse los lentes de sol empezando a ignorarnos. La mano de Robin aprieta la mía con disgusto, desagrado ante el comportamiento de Ares—, Bien, entonces hablemos nosotros tres.

Aunque Robin haya dicho que habláramos los tres no me sentía en la conversación, pues solo tenía los ojos puestos sobre Ares que no hacía más que mirar su celular o mirar lo alrededores del centro comercial. Por un segundo me pregunté el porqué del beso —aunque ya me lo había preguntado muchas veces— y el porqué de que no quisiera que lo buscara luego de que lo cometió. Cumplí —de manera patética y anti-feminista— su demanda, me he sentido avergonzada estos últimos dos días, he sentido cada fibra de mi cuerpo tensarse cuando lo veía en clases, en el campo, en el cuarto y hasta en el estúpido baño en Pyrex.

Ahora, aquí, en donde se supone deberíamos estar los cuatro felices porque ganamos el viaje; dos de nosotros estamos enfadados el uno con el otro. Y, aún así, deseo con todas mis ansias —mis muy catastróficas ansias— remediarlo todo, pues absolutamente todo lo que pasó: fue en parte —una generosa partemi culpa.

El aparato sobre la mesa vibra con potencia llamando la atención de los cuatro en la mesa. Ares coge el aparato y en cuanto lo toca se apaga y se lo mete al bolsillo del jean levantándose para ir al establecimiento donde pidió nuestra comida.

Robin y Conan no disimulan en cuanto la cabeza del grupo se va. Me ven atentos, curiosos. Les hago unas señas para que dejen de atosigar mi alma en pena y, por suerte, lo hacen. A los minutos Ares hace un gesto desde el establecimiento de comida, Conan no duda en levantarse e ir a ayudarlo. En cuanto vuelven una pizza mediana se presenta frente a nosotros junto a cuatro refrescos.

Ares me da el mío exclusivamente. No hay miradas, ni palabras, ni nada. La sola idea de saber que en el envase se encuentre un refresco de uva o naranja me hace sentir una punzada de disgusto en el estómago, puesto que, el establecimiento desde donde lo veo nada más venden refresco de uva y de naranja. Alzo el vaso notando el diseño del que está hecha la etiqueta que lo envuelve.

No es del establecimiento donde Ares compró la comida. Es en cambio del establecimiento de al lado. Me llevo el pitillo a los labios, sorbo y la explosión espumosa, gaseosa... De la Seven Up resuena como un eco en los lugares recónditos de mi boca. Subo la mirada a donde Ares come despreocupado su trozo de pizza.

No hace falta pensar en lo que hizo pues está más que claro.

Él compró un Seven Up sólo para mí.

— ¿Ava? —Robin me llama, me está tendiendo mi pedazo de pizza. Le agradezco tomándola y dándole el primer mordisco.

El viaje por carretera siguió. He estado comiéndome un caramelo de frutilla de la caja que Ares me dio, Robin no ha perdido tiempo pidiéndome un chocolate —aunque no sabe de la existencia de la caja— que no me niego en darle. Desde entonces hicimos una parada primero para dejar a los primeros ganadores del viaje y hemos recorrido una buena cantidad de carretera desde esa primera parada.

—Aún sigo pensando... —masculla Robin con la cabeza recostada en mi hombro derecho —En lo ocurrido con Ares.

—Ya olvídalo —pido ya cansada de la insistencia.

—Ava, ¿acaso le viste la cara en el centro comercial?

—Sí.

—Entonces, ponte en mis zapatos y ve lo que no quieres —ruedo los ojos al cielo apoyando mi cabeza sobre la suya —, yo sé, que muy en el fondo, mueres por sacar todo lo que tienes adentro.

— ¿Según tú que tengo adentro?

—Mucha rabia —me separo un poco para verlo.

¿Rabia?

—Deseas sacarla.

—Robin —grazno risueña negando — ¿Qué cosas dices?

—La verdad y nada más que la verdad —me guiña un ojo volviendo la cabeza a su posición sobre mi hombro comiéndose lo que resta de su chocolate. Subo la mirada sobre los asientos atisbando a ver a Ares con la cabeza recostada en el respaldar del asiento que le corresponde. Muerdo el interior de mi labio inferior regresando mi cabeza a la posición sobre la de Robin.

Termino de comer mi caramelo provocándome un sabor agridulce en mi paladar.

Es tardísimo cuando hacemos la tercera parada pues la segunda fue hace horas. Ya el cielo está naranja a punto de ponerse violeta y finalmente negro. Robin suelta un bostezo cuando el autobús decide detenerse y Sor Margareth se levanta del asiento del copiloto con una sonrisa algo adormilada; no puedo evitar sonreír divertida.

—Los siguiente estudiantes por favor bajen en cuanto escuchen su nombre —relata el mismo protocolo que usó con los otros dos grupos. Robin bosteza una vez más —. Robin Baker —el castaño a mi lado abre los ojos poniendo la espalda recta, hasta llega a señalarse como si de verdad fuera él —, sí, joven Baker, baje del autobús con sus pertenencias —asegura Sor Margareth haciendo un ademán con sus manos para que Robin se apresure; así pues, continúa —: Conan Bailey —a diferencia de Robin Conan acata la orden levantándose y cogiendo sus cosas —, seguidamente Ares Costner y Ava Parker —me levanto antes que Ares, agarro mis cosas y salgo más rápido que él del autobús.

La brisa y olor de mar golpea en mi nariz y mi cara. La arena se siente en el aire y el calor embriagador se siente de maravilla con la puesta de sol en el océano. Ares pasa de mí asustándome, a veces es completamente silencioso.

Sor Margareth llega un minuto después pasando su brazo por mis hombros.

—Muy bien, joven Parker. Les daré un rápido tour por la cabaña, hay comida para la semana completa pero si gustan ir en bicicleta al pueblo cerca de aquí no duden en hacerlo, pues sé que sus representantes les dieron una suma de dinero exagerada para esta semana —me rio por lo que dice entredientes —. Vamos, acompáñeme. Sus maletas las llevará el chófer del autobús.

La monja me hace caminar por la vereda de madera que da a la cabaña. Es bastante bonita, acogedora.

Y lo primero que escucho al entrar a la cabaña es:

— ¡Hay un televisor! —lloriquea Robin con felicidad — ¡Al fin veré de nuevo Los Simpsons! —su chillido me hace esbozar una sonrisa. En cuanto a Sor Margareth ella cierra la puerta detrás de nosotras.

La cabaña tiene un aspecto hogareño y hawaiano, nada ostentoso. Me parece lo mejor en este momento; así pues, la monja nos enseña: cocina, sala, comedor, cuartos, baños, la maravillosa playa privada y el garaje que tiene bicicletas y un jeep con techo descapotable.

Nos dice claramente que el jeep no lo podríamos usar pues las llaves no sabe donde están. Sin mucho que hablar —porque tiene otro grupo en el autobús— se despide de nosotros confiando en nuestra integridad y sensatez, dado que, por algo nos eligieron para estas vacaciones.

Cuando se va la cabaña se sumerge en un silencio que Robin rompe anunciando su maratón de Los Simpsons, Conan por otro lado se ofrece a hacer la cena y Ares junto a mí nos dedicamos a subir las maletas.

Conozco a los muchachos y sé que hicieron esto para dejarme a solas con Ares. A veces me caen mal.

"No mentira, los quiero demasiado".

Dejo la maleta de Robin en la habitación que ha elegido, la otra que tengo es la de Conan.

Ya con las maletas en sus habitaciones me voy a mi cuarto; sin embargo me detengo al no encontrar mi maleta. Mi corazón da un vuelco furioso cuando tengo la sensatez de que es Ares quien tiene mi maleta.

Voy directo a la puerta de mi habitación asignada cuando lo encuentro parado frente la puerta, frente a mí, con mi maleta y mi mochila en sus manos. Los lentes de sol los tiene en el cabello sujetando sus hebras castañas claras, los ojos los tiene de un color más brillante que el de antes.

No puedo evitar sentirme fascinada por él, es de esos chicos con un atractivo que te hace pensar que es adictivo verlo, por desgracia la punzada de angustia que recorre la boca del estómago cuando me fijo bien en la seriedad de su rostro. Él ni siquiera flaquea al tenerme de frente y yo siento mil cosas en segundos.

Deja mis cosas en el suelo con delicadeza, sé que trata de irse corriendo para no verme la cara más de cinco minutos...

Y yo no le voy a dar ese gusto.

— ¡Ares! —llamo con la voz subida una octava mas alta.

—No, Ava, no te atrevas... —lo interrumpo, y lo hago con todo el gusto del mundo:

—Por un segundo, al menos dame unos minutos para hablar contigo —me ve con severidad, ganas de huir, de no enfrentar está conversación —. Pudiste haber roto el trato de mi lista de deseos, Ares —digo principalmente y eso lo hace fruncir el ceño algo confundido. Sé que no quiere escucharme, sé que desea largarse y no hablarme, de todas formas yo no puedo —quiero— dejarlo ir así —, pero yo te gané una apuesta y me debes ocho preguntas por el momento —al ver que no responde veo a los lados del pasillo.

Conan y Robin no van a subir ni se van a enterar.

Lo agarro de la mano metiéndolo a mi habitación. Ares suelta una maldición cuando pasa, cierro la puerta detrás de mí sin soltarle la mano, en cuanto lo encaro me encuentro de lleno con su rostro, lejos de mí y aún así, siendo tan guapo...

Trago en seco.

—Habla ya —escupe impaciente.

¿Por qué me besaste y no quieres afrontar las cosas?

Y finalmente, su expresión impasible flaquea.

*   *   *

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¡Nos vemos la próxima actualización!

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