Sólo quedaba aquel día para que llegará el momento en el que Saori y Seiya se fueran rumbo al Olimpo junto a los demás dioses. Una noche desde que su hermano se había ido, lo mencionó a Saori a la mañana siguiente al mismo tiempo de que pidió hablar ese día con ella. Se guardó lo del pozo y el cruce de tiempos de la era actual y feudal hasta el momento, pero estaba algo confundido en cuanto a muchas cosas y está vez creía necesitar de la sabiduría de su diosa. Se aseguró de que Aome estuviera enterada de que esta vez no podría viajar con ella por medio de una llamada a su casa, había atendido su madre así que le hizo llegar el recado.
Después de haber hecho el desayuno para los que aún permanecían en la mansión y de haber informado al resto de sus amigos acerca de la decisión de su hermano, se puso a pasear en los jardines de la mansión que eran extensos, esperando a Saori para aclarar sus dudas. Ella se había encargado de encontrar algo de personal temporal para sus obligaciones en la Fundación y por ello, ella también pudo tomarse un tiempo.
- ¡Shun!
Volteó para poder ver a su diosa que esta vez vestía ropas más sencillas y más modernas por comodidad, dejando de usar los vestidos blancos y largos por un tiempo, como era natural, ella no ataba su cabello y está vez parecía animada pese a lo que sucedía, y al menos a su juicio, ella también trataba de no pensar demasiado.
Shun- señorita Saori, menos mal que pudo venir a escuchar las inquietudes de uno de sus guerreros más débiles.
Ella sonrió con gracia auténtica, puesto que si bien sus caballeros habían pasado por pruebas complicadas y difíciles, aún no podía subir el rango que tenían, quedándose por el momento como sus fieles caballeros de bronce que desde un inicio fueron los únicos que creyeron en ella, o algo parecido.
Saori- es un placer hacerlo, yo también tengo mis inquietudes sobre lo que pasa, desearía, si es posible que ustedes no se vayan a involucrar en esto, después de todo, no he hecho bastante mientras ustedes derramaban su sangre por mi en batalla.
La sorpresa era notable por la forma de pensar de Saori, nunca pensó que ella se sintiera así. Negó con la cabeza un par de veces ganándose la atención de la deidad que había agachado la cabeza con algo de pena.
Shun- usted es una diosa muy benevolente, el simple hecho de que decida compartir parte de su vida con simples mortales como nosotros debería de llenarnos de dicha - guardó un poco de silencio antes de continuar - y además, cuando la batalla contra Hades empezó, nosotros decidimos volver a pelear, pese a que había ordenado que nos mantuvieramos alejados, en ese momento aceptamos que nuestra vida no sería normal, no totalmente.
Pero ella no dejaba de sentirse responsable por todo el daño que sufrieron por su causa. Al ver el semblante de Saori, se apartó un poco y tomó una flor blanca de uno de los arbustos que tenía cerca, posteriormente la entrelazo en sus cabellos lilas sin que ella se diera cuenta por estar sumida en sus pensamientos. El gesto del caballero le levantó el ánimo bastante, sabiendo que él lo hacía como un acto puro sólo para no verla decaida.
Saori- basta de mis dramas, vine aquí para escucharte a ti, no para que tu escuches mis penas, ¿Qué sucede? Dijiste que era importante.
Él asintió y caminaron un poco antes de que ambos se sentaran a la sombra de un gran árbol cuyas raíces sobresalían de la tierra para que ambos pudieran sentarse en ese lugar tranquilos.
Shun- dígame algo señorita Saori, incluso para los dioses, ¿es posible poder viajar a otras épocas?
La expresión que ella puso le hizo pensar que quizás había preguntado algo malo, aunque luego de unos segundos esa expresión se fue, haciendo ver otra que sólo delataba algo de concentración.
Saori- se puede hacer, aunque las maneras para que eso suceda no suelen ser muy accesibles incluso para los dioses, pero estoy enterada también de sub entradas que sólo en ciertas ocasiones se abren, y sólo con ciertas personas, ¿porque la pregunta Shun?
La duda que sentía ahora por decirle a Saori acerca de lo que había estado haciendo en realidad esos dos días junto a Aome.
Shun- no es por nada en específico, sólo era curiosidad, y en cuanto a lo de mañana...
Ella sabía lo que iba a decir, por lo tanto sacudió un poco sus ropas en gesto desinteresado para calmar un poco los sentimientos de ambos.
Saori- sólo iré con Seiya, el Olimpo es un lugar que consideramos seguro y neutral a cualquier conflicto que pueda llegar a existir entre los dioses, no correre ningún peligro allí, puedes estar seguro de eso.
Decidió esperar pacientemente hasta que eso pasara. Decidió quedarse ese día en la mansión en compañía de Hyoga y de Shiryu ya que Seiya había salido para permanecer el mayor tiempo posible con los niños del orfanato, no lo culpaba, actualmente no se les haría extraño que con un nuevo problema por delante alguno de ellos muriera tarde o temprano, disfrutar la vida pacífica que tenían se había vuelto indispensable.
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Aome decidió volver de la época feudal al medio día, había podido estudiar un poco y podía estar a tiempo para poder llegar a unas de sus clases. Decidió volver a su época cuando se enteró más temprano de que Inuyasha se había ido junto con Kirara y la pulga Myoga a la casa del herrero Totosai para saber que problema podría tener su espada, eso fue lo que dijo Sango cuando pregunto.
No le tomó mucha importancia, Inuyasha últimamente solía hacer más cosas por su cuenta, y ella aceptaba que después de vencer a Naraku no era precisamente necesario que permanecieran tan juntos como antes, al igual que ella permanecía en su epoca más tiempo sin temer que el revoltoso joven de cabello plateado la fuese a buscar con tanta prisa.
El día estuvo bastante tranquilo para ella, su mamá le había informado acerca de Shun, y al menos esta vez quería poder ir a visitarlo aunque sea para conocer su hogar o para ayudarlo en alguna cosa.
Aquel chico le causaba confianza, y por lo que había escuchado de sus amigos ellos también parecían bastante encantados tanto con la actitud que tenía como su forma de ser, y eso le alegraba bastante.
No tardo nada en llegar a la zona en la que se encontraba la enorme mansión en la que vivía su nuevo amigo. A diferencia de las otras mansiones con un cierto límite visible, la que Shun llamaba hogar no parecía tener límites que pudiera ver con facilidad, se preguntaba que tan grande sería aquel bosquejo que rodeaba todo el lugar.
No le fue difícil entrar, no parecía haber seguridad como creyó que tendría una joven y millonaria empresaria, no había guardias custodiando el lugar, tampoco veía a nadie que hiciera el papel de servidumbre ya que era un lugar que parecía necesitar de bastante gente para poder mantenerse impecable tal y como la veía.
Llegó hasta la puerta principal y tocó un par de veces la puerta esperando que hubiera alguien cerca para abrirle, espero un tiempo sin que nadie respondiera a su llamado, miro hacia varios lugares esperando ver a alguien sin éxito alguno por lo que volvió a tocar la puerta nuevamente.
- ¿Quién eres tú?
Dio un pequeño salto por aquella repentina voz, no era igual a la de Shun, por lo cual asumió que no era él, y no estaba equivocada, al voltear logró ver a otro chico de piel un poco morena, ojos azules y cabello rubio que la miraba con una mezcla entre duda y desconfianza.
Aome- soy Aome Higurashi, amiga de Shun.
Eso no aminoro la desconfianza que su rostro denotaba, y su mirada no parecía ablandarse en absoluto.
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Inuyasha se había levantado más temprano que de costumbre cuando todos aún permanecían dormidos y el sol aún no salía, fue primero por la pulga Myoga que continuó dormida a pesar de todo, luego fue a despertar a Sango para poder pedir prestada a Kirara. No tenía intenciones de correr hasta la casa de ese viejo, y más teniendo en cuenta los lugares que solía usar como casa.
Sango- ¿quieres que te preste a Kirara?
Él asintió y Sango despertó a la pequeña gata para pasarla a los brazos del joven medio demonio.
Sango- sólo cuidala, espero que sepas lo que podría pasar si no lo haces.
Inuyasha- no exageres Sango, sólo voy a ir con el viejo para saber que pasa con esta espada, díselo a los demás cuando despierten.
Ella asintió al momento de que Inuyasha tomó a Kirara para salir de la cabaña en la que la mayoría de ellos solían dormir cuando no estaban fuera de la aldea en la que estaba la anciana Kaede.
Le tomó sólo un par de horas llegar hasta la casa del anciano, el sol apenas había salido y esperaba que no estuviese dormido o algo parecido. La pulga se tomó su tiempo también para despertar y pareció bastante confundida con el cambio de paisaje.
Myoga- amo Inuyasha, buen día, ¿tan temprano encaminandose? Se nota que lo que sea que tenga la espada le preocupa bastante.
Claro que le preocupaba, más bien le molestaba, trato incluso de ignorar las pulsaciones de su espada por un buen rato, algo que claramente no funcionó. Sus pensamientos fueron detenidos al ver a la vieja pulga bastante nerviosa mientras jugaba con sus pequeñas manos para después de unos segundos tratar de saltar de Kirara, no sin que antes él la detuviera.
Inuyasha- y tú, ¿a dónde crees que vas?
Habiéndose atrapado entre los dedos del híbrido, la pulga sólo rio aún más nerviosa de lo que ya estaba, quería escapar, y también quería vivir, se preguntaba ¿porque su amo no lo entendía? No era fuerte como él, y tampoco tenía poderes.
Myoga- por favor amo Inuyasha, sólo déjeme ir, Totosai le dirá todo, no creo que me necesite para algo así, yo sólo le di el mensaje, en realidad no sé nada al respecto.
No le sorprendía la cobardía de la pulga en realidad, siempre era así, pero era algo extraño, no estaba en la cúspide de una batalla ni al principio de una potencialmente peligrosa, al contrario, iban a la casa del anciano herrero, un viejo amigo de su padre y de él. No pregunto nada y sólo mantuvo vigilados los movimientos que el pequeño demonio hacía en caso de intentar darse a la fuga. Al menos el transcurso del viaje en adelante fue tranquilo y silencioso
El sol ya había salido cuando por fin llegó. Tomó a la pulga y dejó que la gata volviera a su forma pequeña y linda, sintió algo extraño en el aire, un olor que ya había percibido otras veces en el pasado pero del cual sólo quedaban unos cuantos restos impregnados y que podía asumir, eran lejanos o viejos.
Inuyasha- ¡Oye viejo! ¿estas despierto?
No tardo en dar con él. Estaba a simple vista al frente, al parecer forjando una espada con aspecto no muy alucinante.
Totosai- ah, Inuyasha, que bueno que has venido tan pronto, menos mal, y yo que creí que tendría que empezar a temer por mi vida.
Las palabras le extrañaron pero no les presto atención ni les dio importancia, total, había venido por su espada, únicamente por eso y no se iría hasta obtener respuestas...
Inuyasha- bueno, aquí estoy, ¿Me vas a decir ahora que demonios le pasa a mi espada?
El anciano asintió antes de dar un si. Extendió su mano pidiendo la espada para poder examinarla, Inuyasha se la entregó y se sentó con las piernas cruzadas y las manos dentro de las mangas de sus prendas rojas. Analizó con cuidado la espada, la probó y con sus manos tocó la hoja que permanecía como vieja y algo oxidada haciendo gestos de afirmación detallada que sólo lograron confundir al joven.
Totosai- si, es tal y como lo pensé, dime Inuyasha, ¿tú espada ha hecho algo extraño o fuera de lo común? Si es así ¿no te importaría decirme?
Inuyasha- claro que si, desde hace un tiempo no deja de palpitar, desde la noche anterior no deja de estar molestando, y está vez no sé que quiere, ya he tratado con usarla contra otros demonios, eso sólo la calla un rato, y cuando la ignoro por un tiempo lo único que hace es hacerse más molesta que antes.
Escucho con cuidado sus palabras, sorprendiendose por la falta de híbrido en cuanto a palabras más groseras que eran natural en su forma de ser. Para haberle respondido de esa manera podía saber que a Inuyasha le molestaba en demasía el tema de su colmillo.
Totosai- bueno, verás, tu espada no está inquieta por tener el deseo de pelear como otras veces, esta vez te está advirtiendo de algo, un peligro que te conscierne y no puedes ignorar.
Su paciencia no era de lo mejor y escuchar al viejo hablar no era grato, pero al menos esta vez no le interrumpiría, tenía curiosidad ahora.
Inuyasha- ¿un peligro?
Recibió en respuesta un asentimiento, espero en silencio por un rato por la explicación que el herrero le daría, pero nada llegó. Algo cansado se levantó y dio un golpe a la cabeza del anciano, haciendo que este soltara un alarido de dolor que incluso parecía fingido.
Inuyasha- pero dime, ¡¿que peligro es ese?!
Acaricio el lugar donde recibió el golpe con cara lastimera, ya estaba demasiado viejo para tratar con esa clase de cosas y sabiendolo muy a su pesar seguía haciéndolo.
Totosai- Bueno pues, eso no lo sé, no me preguntes a mi.
Si seguía tratando los asuntos de demonios con el carácter de Inuyasha estaba seguro de que no iría por una vida más larga.
Inuyasha- ¡¿y entonces para que vine?!
Algo molesto arrebato la espada de las manos casi huesudas que la sostenían, sintiendo de pronto otra pulsación fuerte que lo dejo pasmado por unos momentos, eso se estaba convirtiendo en algo irritante, más de lo que quería admitir, quería saber como detenerlo.
Totosai- yo no puedo explicarte con detalle lo que tu espada desea advertirte, tampoco puedo escucharla y es la primera vez que me pasa, sólo te diré que una vez estés consciente del peligro, la espada dejara de sonar y que en cuanto a lo que debes hacer, no es a mi a quien tienes que preguntar.
Se preguntaba nuevamente ¿Qué es lo que hacía allí entonces? Se levantó dispuesto a irse de ese lugar cuando algo llamo su atención y maldecia su suerte por eso. Para entonces, la pulga ya había encontrado la manera de escapar desde hace rato.
- no esperaba que vinieras tan pronto, la molestia que te causa esa espada debió ser bastante para un híbrido como tú.
Miro hacia la entrada de la cueva y encontró al dueño de aquella fría voz. Como siempre se mantenía firme y pulcro, con la mirada helada que no dejaban ver el interior de su alma si es que tenía y con una mano sobre la empuñadura de una de sus espadas que reconocía bien... Sesshomaru estaba ahí... ahora entendía un poco la cobardía de Myoga.
Inuyasha- Sesshomaru
Y ante la sola mención de su nombre dicho por el medio hermano que aún consideraba que traía vergüenza a su familia, entrecerro sus ojos mirándolo fijamente sin intenciones de apartar la mirada como si sólo hacerlo le irritara pero a la vez se obligaba a hacerlo.
Totosai- Bueno jóvenes, aquí es donde me despido, creo que pueden arreglarse bien sin mi.
Inuyasha no lo volteó a ver ni siquiera cuando se escabullo entre la cueva pasando por otra salida cercana para no tener que pasar al lado de aquel demonio con belleza sobrenatural y letal.
Inuyasha- ¿qué demonios haces aquí? Pensé que habías superado ya a colmillo de acero.
No le respondió de inmediato, sólo observo con aun más cuidado, meditando antes de considerar que sus próximas acciones valieran la pena. No había opción.
Sesshomaru- saca la espada.
Decir que sintió sorpresa fue decir poco, ¿en serio su hermano planeaba apoderarse nuevamente de su espada? No lo creía, sólo hablo por hablar, y le parecía increíble que teniendo a colmillo explosivo, a Bakussaiga que le había brindado el poder para ser el demonio más fuerte de todos tal y como había querido, se atreviera a desear una espada ajena que ya había demostrado que no le pertenecía.
Inuyasha- estas loco, ni creas que la vas a tener en tus manos.
Tomo la empuñadura de su espada y desenvaino con un movimiento fluido y agraciado ante la sorpresa de Inuyasha, quien ya había también sacado su espada transformada de su funda, aunque se extraño al ver en la mano del mayor a colmillo sagrado, a Tenseiga en lugar de la propia. Ambas palpitaron al sentir la presencia de la espada contraria, resonando a la par como hermanas agregando a la que se había quedado guardada en una segunda oleada de pulsaciones que parecían casi entonar una canción. Una que ambos podían presenciar con claridad.
Inuyasha- ¿pero que? ¿tú sabes lo que le pasa? ¡Dímelo!
Tan repentinamente como empezaron a sonar las espadas, una vez su hermano mayor guardó la suya, todas dejaron de hacerlo, al mismo tiempo, la imponente espada de Inuyasha volvió a su forma vieja y oxidada lo cual lo sorprendió, y sin embargo a pesar de eso pudo sentir con total claridad que se había calmado, no la sentía ansiosa sino apacible y tranquila. Vio a Sesshomaru acercarse para después tomar asiento con movimientos no hostiles, estando lo más lejos que podían estar ambos en aquel reducido espacio con aura serena ¿qué demonios estaba pasando?
Por alguna razón también decidió seguirle el juego, sabiendo bien que debía permanecer alerta, por más que ya no intentarán matarse el uno al otro, estar al lado de ese orgulloso demonio no le aseguraba nada bueno por lo general, y la sensación de alerta que le causaba tampoco iba a desaparecer tan fácilmente, debió cuidarse bastantes veces de que no lo matara durante años después de todo.
Sesshomaru- tenemos que hablar.