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By SPACELATINOS

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Eleanor tiene que aprender muchas cosas pero sobre todo a como no morir por las tendencias suicidas de su sob... More

introduction
graphics
prologue
━━━ act i
1. Eleanor Rigby
ii. Pésimas bienvenidas
iii. El niño que sobrevivió
iv. Momentos incómodos
v. Despedidas
vi. El corazón del dragón
vii. Cediendo
viii. Inesperado
ix. El perro negro
x. Investigación
xi. Mentiras
xii. La verdad siempre sale a la luz
xiii. Peter Pettigrew
xiv. El aullido del lobo
━━━ act ii
xv. Libertad
xvi. Juntos de nuevo
xvii. Pesadillas
xviii. El caos Weasley
xix. El campeonato de quidditch
xx. La marca tenebrosa
xxi. Alastor Moody
xxii. Bella durmiente
xxiii. Bertha Jorkins
xxiv. Ansiedad
xxv. Sospechas
xxvi. Cuando las mariposas aparecieron
xxvii. Cenas incómodas
xxviii. El apoyo
xxix. Enfermedad
xxx. Traidor
xxxi. Preguntas
xxxiii. Impostor
xxxiv. Ha vuelto
xxxv. Priori incantatem
xxxvi. La crueldad de un Crouch
xxxvii. Número 12 de Grimmauld Place
xxxviii. Primera reunión y la misión de Eleanor
xxxix. El buen gancho de Eleanor
xl. Los celos están en el aire
xli. Rojo y azul
xlii. Fragilidad
xliii. Feminidad
xliv. La cita
xlv. Shell Cottage
xlvi. Confrontaciones
xlvii. Agridulce

xxxii. La maldición Potter

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By SPACELATINOS



CAPÍTULO TREINTA Y DOS;
LA MALDICIÓN POTTER





Estaba confundida pero eso no era nada en comparación a la sensación de emoción que le invadió al ver el hermoso océano de su mirada. Él estaba allí, por ella, aún cuando se suponía debía estar enfadado por lo sucedido en la cena navideña en la cabaña de Sirius. Pero allí estaba, luciendo tan guapo como nunca, con su brillante cabello pelirrojo recogido en una coleta y su atuendo casual digno de un rockero muggle, con el estampado de una banda que reconoció como «The Beatles» en su camiseta negra. Bill no apartó la mirada de los orbes chocolates de Eleanor incluso cuando tenían todas las demás puestas encima suyo, sólo se mantuvieron mirándose como si no creyeran que estuvieran allí parados el uno frente al otro.

El carraspeo de Sirius hizo que los jóvenes parpadearan pero sin abandonar del todo la vista del otro temiendo que en cualquier momento desaparecieran.

—Hay una cafetería aquí cerca y venden unas deliciosas donas —anunció Sirius con una sonrisa gigante mientras señalaba la puerta y empujaba a Bill dentro del departamento—, creo que deberíamos ir por unas mientras dejamos que ellos hablen a solas.

Una oleada de alivio se reflejó en el rostro de los adultos que sentían por la sugerencia del animago, lo que más querían era alejarse de esa nube de tensión que se había creado con la repentina llegada del primogénito Bill Weasley.

—¿Una cafetería muggle? —preguntó el señor Weasley sin ocultar su emoción. Hasta el momento, era el único que no se había dado cuenta de nada—. ¡Yo quiero ir!

—Muy bien —dijo Remus, palmeando con cariño y apoyo el hombro de Eleanor, antes de ser el primero en salir.

Como si se tratara de una perfecta excusa para huir, todos salieron rápidamente detrás del hombre lobo a fuera del departamento. Eleanor busco la mirada del animago con un claro mensaje de: «No te atrevas a dejarme sola». Pero ya era muy tarde, Sirius se había encargado de hacerlos caminar más deprisa y poco antes de que pudiera cerrar la puerta por completo, Black que se encontraba muy divertido con la situación, les guiñó un ojo a los dos jóvenes que solo provocó una mirada asesina en Eleanor y una sonrisa incómoda en el pelirrojo.

Ella iba a matar a Sirius cuando volviera.

Tras eso, el silencio se encargó de embargar todo el departamento cuando la puerta finalmente se cerró y quedaron a solas. Eleanor comenzó a mirar sus manos con nerviosismo mientras buscaba algo inteligente que decir (sin éxito, claro). Luego estaba Bill quién recorría con la mirada todo el lugar mientras mantenía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y se balanceaba en talones de atrás hacia adelante, ninguno sin saber cómo romper el hielo.

En un momento de distracción, justo por el rabillo de su ojo, Eleanor observó las facciones del bello rostro del pelirrojo, cada vez encontrándolo más hermoso que antes.

Sin saberlo, su corazón latió más rápido.

—Eleanor...

Bill...

Tropezaron al intentar hablar al mismo tiempo, y cuando sus ojos hicieron conexión al mismo tiempo, una pequeña sonrisa empezó a tirar de ambas comisuras de sus labios.

Oh, cuánto había extrañado su sonrisa.

«No. No.» pensó con alarma. Eleanor no podía estar sintiendo nada por Bill. Eran amigos... ¿Lo eran? No, ya no sabía si lo eran. La última vez había acabado todo tan mal.

Oh, estaba tan jodida.

—¿Estás bien? —le preguntó Bill con preocupación en su voz, mirándola fijamente tratando de encontrar algún daño u rasguño visible, pero al no encontrar nada más que el detalle de que traía puesto el suéter tejido de su madre, su mirada se enterneció—. Siempre te gustaron los suéteres de mamá. —recordó él, Eleanor bajó la mirada para evitar que notase su visible sonrojo. Él sacudió la cabeza y continuó—: Eh... Mamá no mencionó mucho en la carta, sólo que habías sido atacada. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Estás bien?

Los recuerdos de la noche anterior regresaron como una rápida ráfaga de imágenes en sus pensamientos. Por un momento se había olvidado de ello pero cuando él le preguntó todo volvió a ella y el cansancio le peso el doble, Eleanor se acercó hasta el sofá y se sentó invitando a que él hiciera lo mismo, Bill se colocó a su lado a una distancia adecuada para no invadir su espacio y atentamente, él la escuchó.

Evitó hablar del pequeño incidente con la sangre en la mansión Crouch, más por la incomodidad de tener que mencionar a Ares que otra cosa, pero tuvo que hacerlo después al narrarle lo acontecido en Azkaban. La mirada cálida del pelirrojo se ensombreció ligeramente al escuchar la mención del auror Crouch que aún se mantenía cerca de ella, pero no dijo nada al respecto, permitió que Eleanor hablara y se explicara. Cuando ella terminó de hablar, el visible recuerdo de la luz verde chocar contra el sanador y luego, rozando a un costado suyo... fue suficiente para que las lágrimas de conmoción aparecieran.

Un escalofrío le recorrió por toda la columna y se enderezó en su lugar, con la mirada perdida en sus propias manos viendo el leve temblor en ellas. Evitaba cualquier contacto con el pelirrojo para que no se diera cuenta de lo cristalina y nublada que se había convertido su mirada.

El —habló Bill en voz baja y con la mayor ternura que antes había escuchado en él—, no tienes que contenerte. —dijo a sabiendas de sus lágrimas—. Todo lo que has pasado ha sido demasiado. No debes fingir que estás bien cuando es claro que no lo estás.

—El sanador Crawford murió por mi culpa. Soy una aurora y no pude reaccionar a tiempo para detener a Keyser, no... yo no... —su voz se quebró y parpadeó en un intento fallido de alejar las lágrimas—. Me sentí tan vulnerable.  —admitió en voz baja—. Creí que podría soportarlo peor no es así y ahora tampoco he podido hacer nada por defender a mi sobrino, Dumbledore va a dejar que el torneo siga su curso, él no hará nada. T-Tengo miedo, Bill, mucho miedo. —tragó saliva atreviéndose a mirarlo por primera vez después de haberle contado todo. Las lágrimas resbalaron entonces—. Voldemort regresará y yo no sé que hacer para detenerlo.

A Bill se le rompió el corazón verla llorando, él pensó un momento en sus palabras antes de hablar.

—A veces algunas cosas no están en nuestras posibilidades, Eleanor —le dijo Bill con suavidad—, pero eso no quiere decir que no puedas hacer nada por Harry. Puedes hacer mucho aún.

Ella sacudió su cabeza con incredulidad.

—¿Y qué es lo que puedo hacer? —preguntó Eleanor, y se mordió el labio sintiendo el salado sabor de su silencioso llanto—. N-no soy suficientemente fuerte. Lo único que he hecho por mi sobrino es preocuparme y tener miedo, tener miedo todo el maldito tiempo. ¡Merlín! Siempre estoy aterrada. —respiró con dificultad—. Si sigo así terminaré causando su muerte también como la de James, y yo no puedo perderlo... N-no puedo.

Se había quebrado por completo delante suyo. Se sentía tan patética pero era imposible no hacerlo, soportó mucho tiempo sin liberarse y ahora que finalmente lo hacía se sintió tan débil. Era un desastre de emociones, por un lado estaba aterrada por el posible regreso del señor tenebroso y por el otro, no dejaba de pensar en los orbes esmeraldas de su sobrino, juzgándola por no haber podido hacer nada por él. Bill, que estaba observando como poco a poco todas las barreras que impedían que Eleanor se quebrara, se desmoronaban frente a él. Fue inevitable, para él, no romper todo el espacio entre ellos para tomar sus manos entre la suya mientras que la otra se dirigió directamente a su precioso rostro justo en su pálida y fría mejilla, con el pulgar comenzó a quitar cada rastro de sus lágrimas. Cada caricia era delicada, temiendo asustarla.

—Eres una mujer inteligente, Eleanor. La más inteligente y maravillosa que he conocido. Una guerrera, fuerte y poderosa con un admirable corazón que incluso habiendo sufrido tanto no dejas de preocuparte por el resto. —admitió Bill con una pequeña sonrisa triste—. Harry es muy afortunado de tener a alguien que se preocupe tanto por él. Y aunque en este momento no sepas que hacer, lo descubrirás, es lo que siempre haces. Si Quién-Tu-Sabes regresará... —bajó la voz. En su mirada hubo un destello de miedo de sólo imaginarlo, pero pronto se transformó en una más segura, asintió y continuó—: Estaremos preparados. Lucharemos, El. Juntos.

La seguridad y el juramento en sus palabras logró contagiarla, lentamente él se encargó de eliminar cualquier rastro de lágrimas por sus mejillas, el reflejo de los rayos del sol atravesando la ventana cayendo justo por encima de las pestañas translucidas del pelirrojo e iluminando más el mar en su mirada tan azul. Eleanor no conocía el mar, pero al verlo directo a los ojos supo que quizá así debía ser del mismo tono el agua de las olas.

Era tan hermoso... pero él no estaba destinado a estar con ella, no mientras hubiera alguien más.

Con suavidad tomó la mano del pelirrojo entre la suya y la quitó de su mejilla, pero no pudo hacer lo mismo con la que estaba en su regazo. No cuando ninguno de los dos se había percatado de que en algún momento de la conversación ellos las habían entrelazado, estaban tan unidas que una punzada de dolor se instó en su pecho.

Ares.

Él debía estar pasándolo fatal sufriendo por lo que acababa de descubrir acerca de su madre y su hermano. Ella debía apoyarlo en esos momentos, no podía lastimarlo más. No debía, no era lo correcto. Él nunca lo hizo con ella.

—¿Cómo es que estás aquí? —preguntó Eleanor, insegura—. Tu trabajo...

—El trabajo puede esperar, además le pedí a un amigo que me cubriera. —respondió Bill—. Lo más importante era asegurarme de que estuvieras bien. Y ahora que sé que lo estás, estoy más tranquilo.

Oh —musitó Eleanor, sin saber que decir—, no quería preocupar a nadie.

Bill le dedicó una pequeña sonrisa sincera.

—Es imposible no preocuparse por ti. —confesó. Las mejillas de Eleanor se tornaron más rojas y sus labios se entreabrieron, Bill los miró pero como si un recordatorio se tratara, desvió la mirada enseguida a sus ojos de vuelta, soltó un suspiró cansado—. Mamá dijo que fuiste a buscarme después a La Madriguera...

—Pero te habías ido —terminó Eleanor, intentando no sonar tan dura pero aún estaba muy dolida por ello. Sacudió la cabeza y continuó—: No tienes que decirme nada, Bill. Lo que pasó fue mi culpa, además tuve que haberte dicho antes de Ares y...

—¿Por qué no lo dijiste? —presionó Bill—. Lo estuve pensando mucho todo este tiempo pero aún no entiendo porque cuando Charlie y yo te preguntamos por él en verano no nos dijiste nada. Se supone que nos contábamos todo, ¿no?

Eleanor se mordió el labio y acomodó un mechón rebelde de su cabello detrás de su oreja con nerviosismo.

—No lo sé —respondió Eleanor con honestidad—, la idea de que supieran de Ares y yo... no lo sé. No quería que se enterarán porque... por... —guardó silencio. El pulgar de Bill trazaba leves caricias en círculos sobre su dedo, tranquilizando un poco a sus nervios. Subió su mirada hasta la suya y al verse reflejada en él, algo se sintió diferente—. No quería arruinar nuestra amistad, Bill, de verdad no quería. Fui estúpida y...

Él negó.

—No te digas así —suspiró—. Yo también actué mal, Eleanor, fui duro y no debí. Nunca me has hecho nada malo y fuiste sincera después de todo.

—¿Eso quiere decir que aún somos amigos? —preguntó Eleanor, con esperanza.

—Nunca lo dejamos de ser, El. Es imposible que me enoje contigo. —admitió él.

Eleanor inspiró con alivio y sonrió al escucharlo recordando las palabras de Molly Weasley meses atrás, diciendo lo mismo.

El.

—¿Si?

—¿Él te hace feliz? —preguntó Bill, de repente.

—¿Q-Qué?

—Me refiero a... ¿Lo amas? —cuestionó cuando los dos se miraron con intensidad—. ¿Estás enamorada de él?

Al verlo tan cerca, y tan claro como el agua, iba a responderle lo que sentía, realmente lo haría.

—N...

El sonido de la puerta abriéndose los interrumpió dejando enterrada la respuesta de Eleanor en su garganta. Los dos giraron sus cabezas en la misma dirección, liberando el agarre que tenían de sus manos, viendo a Sirius ingresar con una cara de pocos amigos, en sus manos traía una caja rosa que seguramente contenía donas suficientes para los dos jóvenes, y en encima de la misma, un ejemplar de El Profeta.

—¡Espero que se hayan alegrado porque ahora tenemos otro drama! —anunció Sirius.




HARRY POTTER:
«TRASTORNADO Y PELIGROSO»

El muchacho que derrotó a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado es inestable y probablemente peligroso, escribe Rita Skeeter, nuestra corresponsal especial. Recientemente han salido a la luz evidencias alarmantes del extraño comportamiento de Harry Potter que arrojan dudas sobre su idoneidad para competir en algo que exige tanto de sus participantes como el Torneo de los tres magos, e incluso para estudiar en Hogwarts.

Potter, como revela en exclusiva El Profeta, pierde el conocimiento con frecuencia en las clases, y a menudo se le oye quejarse de que le duele la cicatriz que tiene en la frente, vestigio de la maldición con la que Quien-Ustedes-Saben intentó matarlo. El pasado lunes, en medio de una clase de Adivinación, nuestra corresponsal de El Profeta presenció que Potter salía de la clase como un huracán, gritando que la cicatriz le dolía tanto que no podía seguir estudiando.

Es posible (nos dicen los máximos expertos del Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas) que la mente de Potter quedara afectada por el ataque infligido por Quien-Ustedes-Saben, y que la insistencia en que la cicatriz le sigue doliendo sea expresión de una alteración arraigada en lo más profundo del cerebro.

«Podría incluso estar fingiendo —ha dicho una especialista—. Podría tratarse de una manera de reclamar atención.»

Pero El Profeta ha descubierto hechos preocupantes relativos a Harry Potter que el director de Hogwarts, Albus Dumbledore, ha ocultado cuidadosamente a la opinión pública del mundo mágico.

«Potter habla la lengua pársel —nos revela Draco Malfoy, un alumno de cuarto curso de Hogwarts—. Hace dos años hubo un montón de ataques contra alumnos, y casi todo el mundo pensaba que Potter era el culpable después de haberlo visto perder los estribos en el club de duelo y arrojarle una serpiente a otro compañero. Pero lo taparon todo. Y gracias a su inestable tía Eleanor Potter, también ha tenido conexión con hombres lobos, quién recordamos fue su tutor tras la caída de Quien-Ustedes-Saben, además de que ha hecho amistades con gigantes. En nuestra opinión, sería capaz de cualquier cosa por conseguir un poco de poder.»

La lengua pársel, con la que se comunican las serpientes, se considera desde hace mucho tiempo un arte oscura. De hecho, el hablante de pársel más famoso de nuestros tiempos no es otro que el mismísimo Quien-Ustedes-Saben. Un miembro de la Liga para la Defensa contras las Fuerzas Oscuras, que no desea que su nombre aparezca aquí, asegura que consideraría a cualquier mago capaz de hablar en pársel «sospechoso a priori: personalmente, no me fiaría de nadie que hablara con las serpientes, ya que éstas son frecuentemente utilizadas en los peores tipos de magia tenebrosa y están tradicionalmente relacionadas con los malhechores». De forma semejante, añadió: «Cualquiera que busque la compañía de engendros tales como gigantes y hombres lobo parece revelar una atracción por la violencia.»

Albus Dumbledore debería tal vez considerar si es adecuado que un muchacho con antecedentes familiares como éste compita en el Torneo de los tres magos. Hay quien teme que Potter pueda recurrir a las artes oscuras en su afán por ganar el Torneo, cuya tercera prueba tendrá lugar mañana por la noche.

¡Ah! —gritó Sirius justo cuando terminó de leer. El ejemplar comenzó a incendiarse y tuvo que soltarlo antes que alguna de las llamas lo tocará, poco a poco se fue consumiendo. La mirada plata del animago se volvió a la azabache que lanzó su varita mágica a la mesita de té con rabia, donde terminó resbalando en el piso—. Aunque entiendo tu molestia, Elle, agradecería que tus nuevas tendencias pirómanas las mantuvieras alejadas de mi persona.

La joven Potter lo ignoró mientras liberaba un grito de frustración y Remus, que era el más cercano, recogió la varita mágica de la azabache y la depositó en la pequeña mesita de té.

En el departamento sólo quedaban Eleanor, Bill, Sirius y Remus. Los señores Weasley ya se habían retirado a descansar, con la promesa de que mañana Molly los acompañaría al castillo para presenciar la tercera prueba de Harry. El resto estaban sentados en el comedor muy ocupados viendo como Eleanor trataba de no correr en busca de Rita Skeeter para golpearla por lo que había escrito acerca de su sobrino.

—No puedo golpear a ése «Malfoy» por ser menor —dijo Eleanor con la nariz arrugada en disgusto—, pero no puedo prometer nada de quejicus porque puedo apostarlo todo a que fue él el que habló. ¡Ugh! ¡Lo detesto tanto!

Sirius mordió una de las donas glaseadas que supuestamente les había traído a Bill y Eleanor, pero sólo él las estaba devorando, con molestia, claro.

—Aún no comprendo por qué Dumbledore confía en él para tenerlo como su profesor —gruñó Black, después de tragar su dona. Y señaló los restos carbonizados del ejemplar de El Profeta—, no debió decir nada acerca de Harry sabiendo que yo iré mañana mismo al castillo y lo enfrentaré. Imbécil.

—Nada de peleas, Sirius —dijo Remus con semblante enfermizo—. Y Dumbledore debe tener sus razones para confiar en Snape, por más que nosotros no lo entendamos.

—No me explico como Rita se enteró de los dolores de su cicatriz —comentó Eleanor, pensativa—, tiene prohibido la entrada a Hogwarts...

—¿Quizá se coló? —inquirió Bill—. Aunque es más probable que Filch le abriera para fastidiar a los alumnos. Eso es más seguro.

Pero Eleanor no se tragaba eso, no era normal que Rita Skeeter supiera tanto sin tener acceso a las instalaciones y mucho menos que Filch rompiera la regla del director Dumbledore sólo para abrirle la entrada a esa chismosa mujer.

—Bueno, yo ya me tengo que ir por... ya saben. —terminó la conversación Remus, levantándose de su asiento.

Todos asintieron levemente entendiendo a lo que se refería. Mañana sería luna llena y una noche larga para el ex profesor de defensa contra las artes oscuras.

—Sé que es una pregunta estúpida pero, ¿estarás bien? —le preguntó Eleanor con el tinte de preocupación en su voz.

—Siempre lo estoy —Remus le sonrió con los labios apretados, agradecido por su preocupación. Se despidió de los hombres y se dirigió hasta la puerta en compañía de la azabache, que aún miraba con tristeza al hombre lobo, deseando que no tuviera que pasar por todo eso solo. Al abrir la puerta, él se giró y la miró con nostalgia—. Espero no vuelvas a darme ningún susto así, Elle.

—¿Y dónde quedaría la diversión? —bromeó Eleanor, tratando de aligerar el ánimo del hombre lobo.

Remus sonrió enternecido y dejo un beso en la coronilla de su cabeza.

—Cuídate, por favor, y dile a Harry que le deseo mucha suerte mañana.

—Lo haré. —prometió Eleanor—. Ten mucho cuidado, Lunático.

El hombre lobo le sonrió por última vez antes de caminar por el pasillo hacia las escaleras del edificio, ella lo miró hasta que desapareció de su vista.

Cuando regresó a la cocina sólo encontró a Bill de pie, mirando detrás suyo, al escucharla, se giró y señaló sobre su hombro en dirección a una de las habitaciones.

—Sirius dijo que estaría durmiendo en la habitación de Harry —le explicó Bill, y luego arrugó la nariz—, y creo que me llamo «Ben».

La joven desvió la vista mientras mordía su labio tratando de ahogar la risa que quería salir. «Por supuesto que lo hizo» pensó Eleanor con una sonrisa.

—No le hagas caso. —pidió—. Le gusta molestar.

El pelirrojo asintió levemente y miró a Eleanor con el destello de duda, como si quisiera agregar algo más pero no podía hacerlo al mismo tiempo.

—¿Ya te vas? —inquirió Eleanor al verlo de preparado.

—Sí —respondió. Y luego pareció preocupado—, a menos que necesites algo... Si es así, podría quedarme...

—Estaré bien, Bill. —le aseguró con una sonrisa de agradecimiento—. Además lo probable es que Sirius no se separé de mi en todo el día, y tú debes estar agotado. Muchas gracias por venir a verme, no lo esperaba y aunque no son las mejores circunstancias, me alegro de verte y que habláramos.

Bill rascó su nuca y sonrió. —Yo también me alegro de verte y saber que estás bien, El.

Justo como hizo con su ex tutor, acompañó al pelirrojo hasta la puerta, abrió y Bill sostuvo el borde de la misma para girarse a verla, ambos sorprendiéndose por la pronta cercanía inesperada. Estaban tan cerca que con unos pocos centímetros más sus narices chocarían, un sonrojo profundo se coló en las mejillas de los jóvenes y al mismo tiempo, retrocedieron tomando distancia entre ellos.

—¿Irás a la tercera prueba? —Eleanor se sonrojó por la emoción que reflejó su pregunta sintiendo una oleada de nervios golpeando su estómago—. Q-Quiero decir —comenzó a balbucear—, a Harry le g-gustaría verte a-ahí.

En lugar de parecer como una tonta, justo como ella pensaba, a Bill no podía parecerle más tierna.

—Sí, iré. Ya me imagino que emocionado estará Harry de verme allí... Sólo espero que no hayan gnomos de jardín en la tercera prueba... —Eleanor frunció el ceño sin comprender su comentario sarcástico y Bill carraspeó rápidamente, modificando sus palabras a sabiendas de que Eleanor se había tragado el cuento de que Harry lo había golpeado hace dos años por "accidente" y no a propósito como él sabía que había sido—: Digo, , si iré.

Eleanor asintió.

—Entonces te veo allí...

—Sí, nos vemos allí...

Tras una última mirada, Bill se alejó unos pocos pasos dirigiéndose por el pasillo rompiendo conexión con ella, y dejándola cabizbaja con una sensación de vacío. Pero eso no duró mucho cuando alzó la mirada volviendo a tenerlo frente suyo, y sin preguntar, él le dio un rápido beso en su mejilla que se mantuvo cálido al contacto hasta que se retiró y el abandono quedó con un rastro de frío en el toque de sus labios contra su mejilla. Eleanor bajó la mirada ocultando su rostro ardiente tras su melena azabache, dejando que sus dedos acariciaran en la zona donde había sido besada.

Un suspiro anhelado salió de sus labios.

Y una vez más, su corazón golpeó contra su pecho, hinchándose al sólo pensar en que mañana volvería a ver a Bill Weasley.


Nota de autora:

Debo culpar a mis tareas y al among us por tardar tanto en publicar... ya me prometí que no desviaría tanto mi atención de Warrior, menos ahora que cada vez está más cerca de todo el drama que se avecina *guiño* *guiño*.

No es mucha interacción Bileanor pero recuerden que ella está confundida y tiene miedo de todo lo que está sintiendo por Bill y luego está también Ares, no la juzguen tanto, ella es una novata de las relaciones y está aprendiendo.

En fin, ya sabemos que Barty Crouch Jr aparecerá y Eleanor está por enterarse todo lo que sucede con la familia Crouch.

Cadena de "F" por la nube gris que se le viene a Ares. F.

No olviden votar y comentar que eso me ayuda a saber que lo que escribo les gusta y pues me motiva a seguir.

¡Nos leemos pronto!

Besos enormes mis lectorxs,

Fer.

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