Historia de tres hermanos

By RoronoaMisaki

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Ace, Sabo y Luffy son tres hermanos que tras haber vivido 9 años fuera del país regresan a su lugar de origen... More

Capítulo 1 - Primer día
Capítulo 2 - Reencuentro
Capítulo 3 - Amistades
Capítulo 4 - Invitación
Capítulo 5 - Sentimientos
Capítulo 6 - El pasado de Ace
Capítulo 7 - Pensamientos
Capítulo 8 - Tutorías
Capítulo 9 - Castigo
Capítulo 10 - Revelaciones
Capítulo 11 - Reflexiones
Capítulo 12 - Confirmaciones
Capítulo 13 - Confusiones
Capítulo 14 - Entrometidos
Capítulo 15 - Explicaciones
Capítulo 16 - Confianza
Capítulo 17 - Pistas
Capítulo 18 - Dos opciones
Capítulo 19 - Socialización
Capítulo 20 - Búsqueda
Capítulo 21 - Malentendido
Capítulo 22 - Mala Noche
Capítulo 23 - Perdóname
Capítulo 24 - Tu Sonrisa
Capítulo 25 - Mi Capricho
Capítulo 26 - Arreglo
Capítulo 27 - Todo Por Ti
Capítulo 28 - Por Mi Nombre
Capítulo 29 - Noticias Desoladoras
Capítulo 30 - Terror A Perderte
Capítulo 31 - Cuando Lo Necesites
Capítulo 32 - Exámenes
Capítulo 33 - En La Trampa
Capítulo 34 - Enemistades Fuera
Capítulo 36 - El Pasado de Sabo
Capítulo 37 - Regalo
Capítulo 38 - Engañados
Capítulo 39 - El Pasado de Luffy
Capítulo 40 - Pesadillas y Recuerdos
Capítulo 41 - Preocupaciones, intentos, secretos...
Capítulo 42 - Hacia adelante
Capítulo 43 - Decisiones: Cambio de rumbo
Capítulo 44 - Perdona si te llamo amor
Capítulo 45 - Un nuevo significado
Capítulo 46 - No vayas a olvidarlo

Capítulo 35 - Seguridad

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By RoronoaMisaki

[Capítulo 35 — Seguridad]

―¡Aceeee!― Luffy se abalanzó sobre su hermano ni bien éste entró por la puerta principal, ocasionando que ambos cayeran al suelo.

―¿Nunca te cansas de esto?― preguntó el pecoso llevándose una mano a la cabeza.

―No, shishishi. ―Se alejó un poco de su hermano para permitirle levantarse del suelo y luego se colgó de su espalda. —Tengo hambre Ace― dijo mientras ponía cara de quien no había comido en más de una semana.

―Ya sé, voy a hacer la cena, pero bájate de encima. ―El menor se bajó de un salto y fue corriendo a sentarse en la mesa del comedor. El pecoso suspiró y se encaminó a la cocina.

―Oye pero, ¿acaso no le tocaba a Sabo preparar la cena?― preguntó ladeando la cabeza. ―¿Y dónde está? No ha regresado aún.

―Ah, él… está atendiendo un asunto― sonrió ligeramente.

«Flash Back»

«Hospital General Sabaody»

Refunfuñó al escuchar el tono de llamada de su celular sonar desde la mochila.

―¿No vas a contestar?― preguntó el rubio mientras pasaba la mano sobre la espalda del otro.

―Para contestar tendría que pararme. ―Se acurrucó sobre el pecho del mayor. —Estoy realmente cómodo aquí.

―Podría ser algo importante. ―Le plantó un ligero beso en la cabeza. —Anda, contesta.

―De acuerdo. ―Se separó de él a regañadientes, dándole un beso en los labios antes de levantarse de la cama y dirigirse hacia donde estaba su mochila.     

―¿Ace? ¿Por qué tardaste tanto?― reprendió Sabo en cuanto el chico había presionado el botón para contestar.

―Estaba un poco ocupado. ¿Sucede algo?

―Bueno, en realidad no. Sólo quería avisarte que llegaré algo tarde a casa.

―¿Ah, sí? ―Se acercó nuevamente a la cama y se sentó a un lado de Marco. ―¿Y eso por qué?

―Pues… pasó algo con Killer y me gustaría quedarme en su casa un rato más.

―¿Estás en su casa?― preguntó sorprendido.

―Sí, y no es lo que estás pensando― contestó a modo de reprimenda imaginándose los pensamientos de su hermano. —Solamente quería avisarte.

―No te preocupes, hermano, puedes quedarte hasta mañana si quieres. El viejo no regresará hoy, y si lo hace yo te cubro. Diviértete.

―¿Qué? Espera, Ace, yo no he dicho que me quedaré a…

El pecoso colgó el teléfono antes de que el rubio pudiera terminar la oración, formulando una pequeña sonrisa.

―Quiero pensar que estabas hablando con Sabo, porque dudo que haya sido Luffy― comentó Marco acercándose un poco para volver a recostarlo sobre su pecho.

―Correcto. ―Rió un poco y se acercó para besar sus labios.

«Fin del Flash Back»

―¿Por qué estás sonriendo, Ace? ―Luffy le picó la mejilla ligeramente. ―¿Dónde está Sabo?

―No te preocupes por él, está bien.

o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o

Se sentó con cuidado en la cama y se quedó observándolo. Ya llevaba unas cuantas horas sin hacer más que quedarse a su lado y observarlo dormir. Había encontrado en el buró unos cuantos broches para el pelo que utilizó para recoger el fleco del mayor y así poder ver su rostro por completo. Estaba tan apacible, su cuerpo completamente relajado mientras el ritmo de sus respiraciones hacía que su pecho se levantara y volviera a caer lentamente.

Acarició su rostro con delicadeza y se acercó a él, quedando a escasos centímetros de su boca. Se mordió el labio inferior. No podía hacerlo, no se atrevía a besarlo, no después de haber desconfiado de él de aquella manera. Se levantó y caminó hacia la puerta de la habitación, observándolo por unos segundos antes de salir y cerrar la puerta.

Se recargó contra el objeto de madera y respiró un par de veces echando la cabeza hacia atrás. Era un idiota. No quería ni siquiera pensar qué habría pasado si Perona no hubiera aclarado todo, pero una cosa sí era segura; habría perdido a Killer por su desconfianza. ¿Dónde había quedado la promesa que se hizo a sí mismo cuando comenzaron a salir?

Suspiró y se dirigió hacia donde la peli rosa le había indicado que era la cocina, tomándose la libertad de servir un vaso con agua para cuando el mayor despertara.

*.*.*.*.*

Su mente comenzó a despejarse poco a poco, y fue entonces que se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados. ¿En qué momento se había dormido? Intentó abrirlos lentamente, sintiéndose más desorientado aún al percatarse del lugar en el que estaba. ―¿Mi habitación?

Bien, una de dos. O se había dado un buen golpe en la cabeza y estaba sufriendo una amnesia a corto plazo, o se estaba volviendo loco. Realmente esperaba que fuera la primera, pero no sentía ningún dolor que apoyara esa posibilidad.

Se incorporó en la cama. La luz de la habitación estaba apagada y la poca iluminación entraba desde la ventana, proveniente de los faroles que alumbraban las calles. Se llevó la mano a la cabeza mientras esperaba a que se disipara la sensación de sueño que aún conservaba, y no fue hasta ese momento que se percató de que llevaba el fleco recogido con broches hacia un lado. Se sorprendió pero no los retiró, le ayudaba un poco a ver mejor entre tanta oscuridad. Se acercó al borde de la cama, dejando colgar las piernas hacia el suelo, y se inclinó un poco hacia el buró para encender la lámpara. La cercanía a la luz lo obligó a cerrar los ojos por unos segundos, la pequeña lámpara no era la gran cosa, pero alumbraba lo suficiente para poder pasearse por la habitación sin golpearse o tropezar con algún mueble.

Estaba por levantarse cuando la puerta se abrió.

―Oh, ya despertaste. ―Sabo sonrió, pero Killer pudo percibir que aquella sonrisa no llegaba a sus ojos, ellos se veían tristes y preocupados. El menor se acercó a él y le tendió el vaso que llevaba en mano. —Toma un poco de agua, te ayudará. Creo.

―Gracias. ―Tomó el vaso y le dio un trago mientras el menor se sentaba a su lado. ―¿Cómo fue que…?

―Perona y yo te trajimos― contestó adelantándose a lo que el otro iba a preguntar.

―¿Perona?― preguntó sorprendido. ―¿Ella está aquí?

―No en realidad, se fue hace unas horas.

―¿Hace unas horas? ―Llevó su mano nuevamente hacia su cabeza y dejó el vaso en el buró. —Estoy algo confundido, ¿qué fue lo que pasó?

―Te lo contaré, pero primero dime qué es lo último que recuerdas.

―Pues…― Miró hacia el techo tratando de hacer memoria. —Estaba en el aula, ya iba a irme cuando apareció Beth. Hablamos un poco y me dio una botella de agua― arrugó la frente tratando de hallar algo más en su mente, pero todo era negro. —Después de eso no recuerdo nada más.

―Así que una botella de agua― comentó por lo bajo. Suspiró. —Bien, te contaré todo pero trata de mantenerte tranquilo.

Aquellas palabras lo inquietaron un poco pero asintió. Sabo procedió a contarle acerca de lo que habían planeado Beth y Cris, y cómo lo habían drogado para engañarlo.

―¡¿Que ellas hicieron qué?!― exclamó poniéndose de pie con los ojos rojos de furia. ―¡Son unas malditas perras!

―Afortunadamente Perona aclaró todo antes de que pasara algo más. ―Al parecer el mayor no lo había notado, pero durante todo el relato Sabo había mantenido la mirada en el suelo, y aún no la levantaba.

Killer siguió refunfuñando y maldiciendo al par de chicas por un rato hasta que logró tranquilizarse. Suspiró y se recargó contra la pared con los brazos cruzados. —Juzgué mal a Perona, es una buena chica.

―Lo es. ―Sabo asintió con la cabeza.

―¿Y qué pasó con… ellas?― preguntó sin siquiera soportar decir sus nombres.

―Ah, Perona las amenazó con llamar a la policía y eso bastó para que salieran corriendo como alma que lleva el diablo.

El mayor no pudo evitar soltarse a reír. —Típico de ella.

―Sí, supongo.

Killer notó que aquella frase había sido pronunciada carente de emoción, y si lo pensaba bien, todo lo que había dicho el menor hasta el momento había sido igual. Además, ¿Cuánto tiempo llevaba mirando hacia el suelo? O más bien ¿En algún momento había levantado la mirada?

―Sabo― llamó suavemente, pero el menor no lo miró ni habló. Se acercó a la cama y se posicionó de rodillas frente a él, acomodándose entre sus piernas y levantando su cabeza hasta poder verlo a los ojos. ―¿Qué sucede?

―Killer, yo… lo siento, soy un idiota.

―¿Por qué dices eso?― preguntó mientras le apartaba un mechón de pelo que había caído sobre su frente.

―Es que hoy… cuando entré al aula y te vi ahí… así― dijo con la voz un poco entrecortada. No quería describir aquella escena de nuevo, ni siquiera recordarla. —Llegué a pensar que realmente estabas engañándome.

―Oye, eso ya pasó― acarició su cabello, colocándoselo detrás de la oreja. —El asunto quedó aclarado y ahora todo está bien.

―No, no está bien. ―Sabo negó con la cabeza y volvió a bajar la mirada. —Me prometí a mí mismo que confiaría en ti, y no lo hice. Desconfié. De ti, de lo que sientes, de lo nuestro y de…― se vio interrumpido por los labios de Killer que habían apresado los suyos. Al principio pensó en apartarlo, pero no pudo hacerlo y simplemente se dejó llevar.

Killer besó al otro con ternura, apenas moviendo los labios sobre los suyos con el único propósito de demostrarle que no debía sentirse así, no soportaba verlo culparse de esa forma. Se separó de él viéndolo directamente a los ojos. —Entonces sólo tengo que ayudarte a restaurar esa confianza.

―¿No estás enojado?

―Un poco. Pero no contigo, sino con ellas. ―Se acercó a besar su frente. —En realidad, creo que te llevaste la peor parte en todo esto.

―Fue a ti al que drogaron― señaló el menor.

―Pero fue a ti al que engañaron. Tú fuiste el que tuvo que ver lo que no era.

―Pero ahora puedo ver lo que sí es, ¿verdad?― Miraba los ojos del mayor sin poder apartar la vista de ellos. Aquellos orbes azules tenían algo especial que lo atraía con fuerza, lo llamaban a la cercanía.

―Por supuesto, ahora estoy contigo― contestó Killer, sonriendo.

Sabo le devolvió la sonrisa y siguió observándolo en silencio. Realmente los ojos de Killer tenían un efecto hipnotizante en él, y ya no quería resistirse a ello. De a poco fue acercándose a su rostro, cortando la distancia casi de centímetro en centímetro, hasta que por fin sus labios rozaron los del contrario.

Comenzó como eso, un simple roce, pero aquel ligero movimiento fue aumentando de intensidad a cada segundo, convirtiéndose en algo más allá de lo que había pensado; un beso apasionado que le robaba el aliento. El menor pasó sus manos por el cuello del otro hasta llegar a su cabeza, donde enredó sus dedos entre la larga cabellera del chico.

Mientras tanto, las manos de Killer se deslizaron lentamente por los costados de su novio hasta llegar a su cintura, sosteniéndolo con firmeza y acercándolo más a él. Y su lengua no se quedó quieta, pasó sobre los labios del otro buscando una abertura por donde adentrarse. El menor separó ligeramente sus labios permitiéndole el paso, y él no lo hizo esperar. Se deslizó dentro de aquella cavidad y comenzó a explorarla, estudiando cada detalle y rincón dentro de ella y grabándolo en su memoria. De un momento a otro y sin darse cuenta ya había enrollado su lengua con la del otro fundiéndola con la suya misma.  

Sabo gimió en el beso, y eso fue lo que hizo reaccionar a Killer y darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Se separó de él, a pesar de que no tenía ni un deseo de hacerlo, colocando una mano sobre el pecho del menor.

―Espera un momento, Sabo.

―¿Qué sucede?― preguntó mientras trataba de normalizar su respiración. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas y la boca aún entreabierta, a Killer realmente le costó gran parte de su autocontrol no besarlo nuevamente en ese instante. ―¿Te sientes mal?

―No, no es eso. ―Se incorporó de pie y tomó asiento en la cama a su lado mientras el menor seguía sus movimientos con la mirada. —Es sólo que… no quiero que después puedas arrepentirte.

―¿Arrepentirme?― preguntó confundido, volteándose de frente a él. ―¿Por qué habría de arrepentirme?

―Bueno, es que…― Killer suspiró, ya no podía ocultarlo. —No quería decirte esto, pero… lo sé. ―Sabo lo miró aún más confundido y él se mordió el labio inferior. —Sé que eres virgen.

El menor abrió los ojos por completo y se le subieron los colores por el rostro hasta llegar a la punta de su cabello. ―¿Co-cómo lo supiste?― preguntó aún sin salir de su asombro. ―¿Acaso Ace…?

―No― interrumpió Killer. —No me lo dijo Ace. En realidad no es difícil darse cuenta cuando una persona lo es: su comportamiento lo delata― aclaró. Sabo comenzó a voltear los ojos hacia todas direcciones tratando de evitar la mirada del otro, hasta que terminó con la mirada hacia abajo. —Pero hey, no es nada malo de lo que debas avergonzarte.

―¿Y entonces por qué tú…?

―No quiero presionarte. Quiero que tengas el tiempo que necesites para asegurarte de qué es lo que quieres.

Sabo levantó la mirada y lo miró sorprendido. —Killer…

El mayor se inclinó un poco hacia él, posando una mano en su mejilla para plantarle un dulce beso en los labios. —No tienes que preocuparte por eso, ¿de acuerdo?― Revolvió un poco los cabellos del chico y se puso de pie.

Sabo lo observó rodear la cama caminando hacia el buró que se encontraba del otro lado.

―No tienes que preocuparte por eso hermano. ―El pelinegro se dejó caer en la cama al lado del chico.

―¿A qué edad perdiste la virginidad, Ace?― preguntó el rubio volteando a verlo.

El pecoso desvió la mirada. —E-eso no importa ahora, no estamos hablando de mí.

―Pero es que yo…― se sentó con la mirada en la cama. —Necesito un consejo o algo, no sé—. Suspiró. —Me siento como un niño, ¿sabes? Un niño inexperto.

―¿Quieres un consejo? Bien― Ace estiró la mano y le dio un golpe en la cabeza. 

―Ah― se llevó una mano a la cabeza y volteó a verlo confundido. ―¿Y eso por qué?― preguntó a modo de reclamo.

―Lo estás pensando demasiado, Sabo. ―Acomodó sus manos detrás de su cabeza y cerró los ojos. —Cuando sientas que estás listo, y cuando estés con la persona indicada, entonces pasará lo que tenga que pasar. ―Abrió los ojos y le dedicó una sonrisa. —Sólo tienes que confiar en ti mismo.

“Confiar en mí mismo”. Se sacó los zapatos y subió a la cama, deslizándose de rodillas sobre la superficie.

Killer tomó el reloj que se encontraba en la superficie del buró. —Ya es tarde, ¿te quedas a dormir? ―Dejó el reloj en su lugar. —Puedes quedarte aquí, yo iré a…― calló al sentir los brazos del chico rodear su cuello por detrás. ―¿Sucede algo? 

Sabo decidió ignorar aquella pregunta y deshizo el abrazo, posando sus manos en los hombros de Killer y aplicando presión para sentarlo en la cama. Inmediatamente pasó una pierna por encima de la cintura del chico, rodeando su cuerpo hasta quedar de frente a él, y se sentó sobre su regazo.

―¿Qué haces?― preguntó el mayor apenas logrando salir de su sorpresa.

―¿Tú qué crees?― Sabo le dedicó una sonrisa.

―Pero…

―Killer― lo interrumpió y colocó una mano sobre su mejilla sin apartar la mirada de sus ojos. —No necesito más tiempo. Te quiero a ti, eso lo tengo más que claro. Y quiero que seas el primero, ya lo he decidido. No podría estar más seguro de lo que estoy ahora.

Killer no tuvo tiempo de decir nada antes de que Sabo se acercara a besarlo. Cerró los ojos, sintiendo el movimiento de sus labios contra los del menor y el calor esparciese por su cuerpo. Lo deseaba. Más de lo que había llegado a desear cualquier cosa, él era su droga, su perdición. Lentamente sus manos fueron acercándose a su cuerpo, no podía resistirlo, quería con todo su ser sentirse uno con él, que fuera suyo.

Sintió las manos de Killer posicionarse en su cintura con firmeza al mismo tiempo en que su lengua se escabullía nuevamente en su boca. Entrelazó su lengua con la del mayor mientras sus manos se deslizaban por su pecho, deseosas de poder tocar su piel debajo de la camiseta, ahora se arrepentía de habérsela puesto cuando aún estaba dormido. Llegó al límite de la prenda y comenzó a subirla con lentitud, disfrutando del contacto con su suave piel en la yema de sus dedos, sintiendo cómo una corriente eléctrica lo recorría por dentro. Quería más de aquel contacto.

La parte del cerebro de Killer que aún quedaba consciente le recordó que debía respirar. Se separó de los labios del menor, quien aprovechó la ocasión para terminar de retirar su camiseta. Sabo lo miró a los ojos por unos segundos, y él pudo detectar en ellos el deseo ardiente que los quemaba a ambos hasta consumirlos por completo. Se acercó a besar su cuello al momento en que sus manos atraían más el cuerpo del chico al suyo, ocasionando con ambas acciones que el menor soltara un suspiro.

Sabo inclinó un poco su cabeza para dejar camino libre a los labios que se paseaban por su cuello. Cerró los ojos ante las sensaciones que lo recorrían, todo aquello era tan nuevo para él y lo único en lo que podía pensar era en que quería sentirlo aún más. Dejó vagar a sus manos por la espalda de su novio, acariciando cada centímetro en ella y cada músculo resaltado por la tensión en la que se encontraba su cuerpo.

Killer subió sus manos por el torso del menor por debajo de su camiseta, acariciando lentamente su abdomen marcado y continuando su recorrido más y más arriba. Sabo se obligó a sí mismo a separar sus manos de la espalda de Killer, por tan sólo unos segundos, para estirarlos y permitir que le sacara la camiseta. El mayor arrojó la prenda sin importarle dónde cayera y no esperó más tiempo antes de reanudar la acción de besar su piel, esta vez comenzando a bajar por su pecho y dejando un camino de besos en su recorrido mientras que con un brazo rodeaba su cintura nuevamente.

Sabo suspiraba ligeramente cada vez que sentía los labios de Killer de nuevo sobre su piel, ese simple contacto hacía que un escalofrío lo recorriera de la cabeza a los pies y después de regreso. Jadeó al sentir la lengua del mayor lamer uno de sus pezones y después morderlo ligeramente mientras que con el pulgar de su mano libre masajeaba su otro pezón. Hundió las manos en la cabellera de Killer, enredando los dedos entre sus rubios cabellos.

Su lengua jugueteaba en el pecho del menor, saboreando su piel y mordiendo de vez en cuando para dejar su firma sobre él. Comenzó a bajar más su recorrido con lentitud, tomándose su tiempo para besar cada centímetro de su cuerpo que tuviera a su alcance, y pasando sus manos por los rincones inalcanzables para su boca.

El menor echó la cabeza hacia atrás. Cada beso y caricia que le proporcionaba le causaba una sensación tan placentera como inolvidable. Se sentía extremadamente bien. Pero había un pensamiento que se instaló en su cabeza y daba vueltas por su mente, en ese momento Killer hacía que miles de nuevas sensaciones lo recorrieran, pero ¿qué había de él? No quería ser el único que disfrutara el momento. Tiró levemente del cabello del mayor, lo suficiente para separar su rostro de su cuerpo y captar su atención. En cuanto estuvo a su alcance se inclinó a besar sus labios con lujuria mientras una de sus manos comenzaba a deslizarse por su pecho en una única dirección. Llegó hasta el pantalón y lo desabrochó para después escabullir su mano por debajo de éste y la ropa interior.

Killer soltó un jadeo al sentir la mano de su novio sobre su hombría y comenzar a acariciarla. Sabo seguía besándolo mientras su mano se encargaba de liberar el miembro del otro y comenzar a masturbarlo con lentitud. El menor estaba nervioso, él podía darse cuenta de ello, su mano había temblado ligeramente al momento de desabrochar su pantalón, y toda su concentración se situaba en sus movimientos, tratando de hacerlo lo mejor posible. Aquella mano inexperta lo estaba enloqueciendo de verdad. Pero no podía hacer eso, no debía permitirse perder el control de sí mismo, era sólo que… aquel chico lo descontrolaba por completo.  

Tomó el brazo del menor con su mano, obligándolo a que parara con su acción y lo situara alrededor de su cuello.

―¿Qué pasa?― preguntó, preocupado de que lo estuviera haciendo mal.

Killer, en un rápido movimiento, les dio la vuelta a ambos, dejándolo recostado sobre las sabanas y quedando posicionado sobre él, apoyado en sus rodillas para no aplastarlo, con las piernas del otro a los lados.

―Nada malo, sólo que me enloqueces. ―Se inclinó para besarlo mientras sus dos manos se deslizaban por su cuerpo hasta alcanzar el botón de su pantalón. Lo desabrochó y bajó el cierre, pero antes de hacer algo más se separó de sus labios y lo miró a los ojos. ―¿Seguro de que quieres continuar?

Sabo lo observó por unos segundos y después sonrió. —Totalmente seguro.

Killer le regresó la sonrisa y besó nuevamente sus labios antes de comenzar a bajar sus pantalones junto a su ropa interior. Se separó de él para poder terminar de sacárselos, aprovechando para retirar los suyos propios y volver a colocarse en su posición anterior.

Sabo rodeó el cuello del mayor ni bien éste estuvo sobre él nuevamente, acercándolo para besarlo. Sintió uno de los brazos de su novio estirarse hacia el mueble que tenía a un lado, seguido del sonido de un cajón abrirse y objetos moviéndose dentro de él hasta que lo escuchó cerrarse de nuevo.

Killer destapó el bote de lubricante y vertió un poco en su mano para esparcirlo en tres de sus dedos. Dejó el bote a un lado, donde pudiera tomarlo rápidamente cuando lo necesitara, y después colocó su otra mano al lado del cuerpo de Sabo mientras acercaba uno de sus dedos a su entrada.

El menor se tensó al sentir aquel dedo rozar su entrada y se separó de sus labios, apretando el abrazo en el cuello de Killer y colgándose de él.

―Tranquilo, estarás bien.

Cerró los ojos y respiró un par de veces para tratar de tranquilizarse, aflojando un poco sus brazos.

―¿Puedo entrar?

Volvió a respirar y asintió ligeramente con la cabeza. El mayor comenzó a introducirlo con sumo cuidado, sintiendo al instante cómo la estrechez de su interior lo engullía. Sabo apretó los dientes ante la sensación de dolor en su parte baja, tratando de pensar en otra cosa para desviarlo.

Killer entró por completo y esperó unos momentos a que se acostumbrara, mientras tanto acarició suavemente la espalda del menor y besó su hombro. Sintió cómo el interior del chico comenzaba a relajarse de a poco y besó sus labios antes de introducir el segundo dígito, muriendo en su boca el pequeño quejido que su novio dejó salir.   

Sabo decidió que se concentraría en el beso como distracción, sentía el dolor disminuir y su cuerpo relajarse cada vez más. Cuando Killer pensó que ya estaba listo comenzó a mover sus dedos en su interior. Sabo jadeó al sentir el movimiento, abrazándolo con mayor fuerza y ahogando sus gemidos en los labios del otro.

El mayor se movía tratando de dilatarlo lo más posible, separándose de la boca del otro para poder respirar. Ya no sentía resistencia por parte del cuerpo del menor y los signos de dolor se habían esfumado de los ligeros gemidos que lograban escapar de su boca. Cambió su movimiento para simular embestidas con sus dedos, logrando que los sonidos del otro aumentaran un poco su volumen y comenzara a mover sus caderas en busca de un mayor contacto.

Sabo arqueó la espalda y dejó salir un fuerte gemido cuando en uno de sus movimientos Killer golpeó un punto en su interior que lo hizo estremecerse de placer. Movió sus caderas más rápido para tratar de que golpeara de nuevo ese punto.

El mayor sonrió e introdujo un tercer dedo continuando con los movimientos y golpeando su próstata repetidas veces, hasta que llegó a la conclusión de que ya estaba lo suficientemente preparado. Retiró sus dedos rápidamente, tomó el lubricante y vació un poco sobre su miembro erecto para después arrojar el bote al suelo. Levantó un poco las caderas del otro y acercó su hombría a su entrada, comenzando a penetrarlo lentamente y con cuidado.

El menor gimió fuertemente y encajó las uñas en la espalda del otro al momento en que echaba la cabeza hacia atrás y dejaba escapar un par de pequeñas lágrimas de sus ojos. Dios, sentía como si lo estuvieran partiendo por la mitad. Se mordió el labio con fuerza mientras Killer seguía abriéndose paso en su interior.

Killer sentía el calor abrazador engullir su miembro y apretarlo, ocasionando que cerrara los ojos y dejara escapar un jadeo por la sensación. Llegó al fondo y se detuvo unos momentos para dejarlo acostumbrarse. Se acercó a su rostro y borró con sus labios el pequeño camino que habían marcado las lágrimas al deslizarse por las mejillas del chico. Sintió un leve movimiento de caderas por parte del menor, y eso fue suficiente para que comenzara a moverse lentamente.

Sabo jadeó al sentir que se movía, el dolor descendía a cada segundo junto con cada pequeño golpe del otro, dejando que el placer recorriera su cuerpo. Comenzó a moverse más, indicando que estaba listo. El mayor no esperó más y comenzó a embestirlo con mayor fuerza. Dejaba escapar sus gemidos mientras sus manos se paseaban por toda su espalda con las uñas encajadas, rasguñándolo por todos lados.

Killer jadeaba con cada estocada, tratando de llegar más lejos aún en su interior, hasta que por fin encontró lo que buscaba. Sabo lo rasguñó aún más fuerte al sentir que golpeaba su próstata, dejándolo escuchar sus largos gemidos que habían aumentado en volumen. Besó sus labios con desenfreno mientras llevaba una mano hasta el miembro del menor y comenzaba a estimularlo al mismo ritmo de las embestidas.

Sabo se encontraba perdido entre todo el placer que lo recorría en esos momentos, cada toque, cada embestida y cada beso lo hacían enloquecer un poco más. Sentía su punto ser golpeado una y otra vez con cada fuerte embestida que recibía, y junto con la mano del mayor que masajeaba su miembro, no creía poder aguantar mucho más tiempo.

Killer aumentó un poco más la fuerza de sus movimientos. Con cada nueva estocada sentía su final acercarse más, pero quería que terminaran juntos por lo que subió la velocidad de su mano. En unas cuantas estocadas más sintió su cuerpo tensarse y un escalofrío recorrerlo por completo, terminando por correrse en el interior del chico, quien a su vez se vino en su mano soltando un largo y fuerte gemido.

Killer se dejó caer sobre el chico, apoyado sobre sus codos para no aplastarlo mientras trataba de normalizar su respiración. Besó al otro en los labios antes de salir de su interior y tumbarse a su lado, terminando de tranquilizarse.

Sabo respiró un par de veces más y después se acercó al cuerpo de su novio, recostándose ligeramente sobre su pecho. Sintió el brazo del mayor rodear su cintura y acercarlo un poco más a él.

―¿Y bien? ¿Qué tal tu primera vez?― preguntó dedicándole una sonrisa.

―Sólo puedo decir una cosa. ―Pasó un brazo por sobre el cuerpo de Killer y se acurrucó junto a él. —Me alegra haber esperado hasta ahora.

Sonrió ampliamente y besó su cabeza ligeramente. —Y a mí me alegra que lo hicieras. 

Continuará...

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