La Consejera

By LeilaRipiano

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Desde hace tres años tengo un blog llamado "La Consejera". Doy consejos sobre lo que sea, dando mi opinión y... More

La Consejera
Capítulo 1 | Anónimo
Capítulo 2 | El Individuo
Capítulo 3 | El Soborno
Capítulo 4 | Consejo Nº1
Capítulo 5 | El Plagio
Capítulo 6 | La canción
Capítulo 7 | La prima
Capítulo 8 | El gato
Capítulo 9 | El Consejero
Capítulo 10 | El profesor
Capítulo 11 | La culpa
Capítulo 12 | La cita
Capítulo 13 | La sal
Capítulo 14 | Conejos
Capítulo 15 | La "novia"
Capítulo 16 | La Videollamada
Capítulo 17 | El encuentro
Capítulo 18 | El cumpleaños
Capítulo 19 | El almuerzo
Capítulo 21 | Los sentimientos
Capítulo 22 | La cena
Capítulo 23 | El vacío
Capítulo 24 | La distancia
Capítulo 25 | La decepción
Capítulo 26 | La esperanza
Capítulo 27 | La verdad
KYLE | Capítulo 23
Capítulo 28 | El pasado
Capítulo 29 | El presente
Capítulo 30 | Las consecuencias
Capítulo 31 | La inseguridad
Capítulo 32 | La comunicación
Capítulo 33 | La idea
Capítulo 34 | La decisión
Capítulo 35 | La seguridad
Epílogo
EXTRA 🎄✨🎅🏻

Capítulo 20 | La amistad

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By LeilaRipiano

Hola!! Hoy subo dos capítulos porque tardé mucho en actualizar debido a los exámenes! Lo siento! Espero que les gusten!

Sigo al hermano de Kyle hasta su habitación y cierro la puerta justo después de escuchar una silla caer contra el piso provocando un ruido estrepitoso. Yo me sobresalto, pero Jack ni siquiera se inmuta. Él se sienta en su cama y saca su celular del bolsillo de su pantalón, junto con unos auriculares.

Me quedo de pie sin saber que hacer, pero él me ofrece un auricular.

―Kyle me enseñó a escuchar música muy fuerte cuando mamá tiene uno de sus episodios ―me explica, su voz suena angustiada.

Siento un peso doloroso en el pecho de solo imaginarme lo difícil que debe ser para todos vivir situaciones así. Más aun sabiendo que la relación de Kyle con su padre no es buena y él debe ser el único que se ocupa de su hermano cuando las cosas se complican en su casa.

Me duele pensar en el hecho de que probablemente cuando Kyle tenía la edad de Jack, nadie estuvo allí para ayudarlo.

Sonrío y me siento a su lado, aceptando el auricular. Jack tiene el cabello castaño y no negro como Kyle, pero sus ojos oscuros son iguales a los de él. Es muy alto para la edad que tiene y es delgado, una contextura que seguramente le favorece a la hora de jugar al basquetbol.

Me asusto cuando siento un peso detrás de mí y me río cuando veo a Whisky subiéndose al regazo de Jack, él lo acaricia distraídamente.

―¡Hola Whisky! ―lo saludo sin poder evitarlo y luego presto atención a la pantalla del celular de Jack― ¿Y qué escuchas?

Él entra a Spotify, busca una lista y pone la primera canción de la playlist. Es una canción de Ed Sheeran acústica y sonrío porque me encanta esta canción.

―Me gusta –comento y observo que los estantes de su cuarto están llenos de superhéroes y muñecos de basquetbol―. ¿Te gustan los superhéroes?

―Si, mi favorito es Flash, me gustaría correr tan rápido como él. ¿El tuyo?

―No soy muy fan de los superhéroes, pero he visto las películas de Marvel y si Spiderman tiene ese rostro, definitivamente es mi favorito ―le digo y él se rie.

―Si, es lindo ―concuerda.

―¿Tú también juegas al basquetbol, verdad? ―le pregunto.

Él asiente.

―Kyle juega mejor que yo, de todas formas.

―Hey, pero no puedes compararte con él, lleva más años jugando que tú. Además, ¿quién dice que él juega mejor?

―Todas sus medallas y trofeos de su cuarto –contesta sonriendo, pero luego su sonrisa flaquea—, y mi madre cuando se enoja conmigo.

Hago una mueca.

―Muchas veces cuando nos enojamos solemos decir cosas que no pensamos realmente ―le digo, animándolo.

Él me observa por unos segundos y luego baja la mirada hacia Whisky que se ha quedado dormido sobre su regazo.

―Me gustan tus consejos ―me dice y yo alzo las cejas sorprendida porque lo ha dicho en plural.

―¿Kyle te lo ha contado? ―pregunto refiriéndome a mi blog.

―Yo le he contado a él.

Lo dice como si nada, pero yo abro los ojos de par en par.

―¿A qué te refieres?

Jack vuelve a mirarme, pero esta vez dubitativo, como si se hubiera dado cuenta que me ha dado información que no debía. Noto que se sonroja y busca algo para decir, abre la boca y luego la cierra.

―No suponía que debía decírtelo ―dice finalmente con la cabeza gacha.

No entiendo a qué se refiere exactamente, pero le sonrío para tranquilizarlo.

―No pasa nada, prometo que no voy a decirle nada a nadie.

Él me mira esperanzado.

―¿En serio?

―Claro que sí, sé guardar un secreto.

―Yo no, por eso Kyle sabe que eres La Consejera.

Trato de no parecer ansiosa por saber más, pero lo que me ha dicho me sorprende tanto que me quedo boquiabierta. Luego de haberle insistido varias veces a Kyle para que me contara cómo descubrió que yo soy la que escribe en La Consejera y él se negara, me había resignado y sólo me limité a pensar que Kyle es una especie de hacker adolescente.

―¿Y tú como sabías que yo soy la consejera? ―indago.

―Me ha contado mi amiga Clara que se lo ha contado su hermano Dylan –explica.

Las piezas comienzan a encajar en mi rompecabezas mental y me doy una palmada en la frente. Si no fuera porque le acabo de hacer una promesa a Jack, llamaría a Dylan en este instante y le gritaría que él iba a ser el causante de que tuviera un ataque al corazón algún día.

Claro que si alguien tenía que ser el culpable de que me descubrieran iba a ser el novio de mi hermana.

―Un día yo estaba triste y Clara me dijo que podía escribirte ―continua y eso me distrae de mi enojo momentáneo―. Te he escrito algunas veces y me has ayudado.

―¿En serio? –pregunto llevándome una mano al corazón, si había ayudado a Jack entonces podía perdonar a Dylan. En unos días.

―Si ―responde con una sonrisa vergonzosa―. Por eso se lo dije a mi hermano. El día que rompió con su novia, él estaba tan triste así que le dije que podía escribirte a ti. Él me dijo que no lo haría porque la persona que le había dado el consejo a su novia de que se separaran había sido justamente la dueña de ese blog, entonces a mí se me escapó tu nombre –la última parte de la frase la dice en voz más baja, como si estuviera arrepentido.

―No pasa nada ―le aseguro―, solo querías ayudar a tu hermano... y ahora estoy ayudándolo a él con Jess así que no ha pasado nada malo.

―¿Van a volver? ―pregunta con los ojos brillosos, parece que esperar que le diga que sí.

Yo me quedo en silencio sin saber qué responder.

Aunque en realidad no sé si decir lo que quiero que pase o lo que verdaderamente pienso que va a suceder. Finalmente, elijo la última opción.

―Parecen que las cosas marchan bien entre ellos, todavía no es nada seguro, pero se están volviendo a hablar.

Jack asiente.

―Jess era la que solía quedarse conmigo en mi cuarto mientras Kyle trataba de controlar a mamá. Siempre nos ayudaba ―me cuenta y yo trago saliva―. ¿Tus padres están separados?

―No, siguen juntos.

―Debe ser lindo.

―Lo es, pero también tienen sus peleas ―le aseguré―. Todas las familias tienen sus problemas, ninguna es perfecta.

―A veces siento que soy el único de mi clase que tiene una familia así, todos los demás parecen felices.

―¿Tú has hablado con algún compañero del tema?

―No, me da vergüenza.

―Tal vez a ellos también y por eso no lo dicen. Pero, Jack, no tienes que tener vergüenza de nada, es complicado lo que pasa en tu casa, lo sé, pero no tienes que avergonzarte.

―No quiero que piensen que mi madre está loca. No lo está ―dice y su voz se quiebra, inmediatamente le paso un brazo sobre los hombros.

―Claro que no ―respondo suavemente―. Lo que sucede es que, lamentablemente, hay temas que no suelen hablarse con normalidad, que son taboo y las personas no tienen información sobre tópicos como los trastornos, lo que las lleva a tener prejuicios erróneos. Pero tampoco tienes que tener vergüenza, tienes que estar orgulloso de ti, y de todos ustedes que, aunque viven situaciones difíciles, son fuertes.

―¿Fuertes como Thor? ―pregunta con los ojos húmedos y yo sonrío.

―Más aún.

En ese momento una canción más movida comienza a reproducirse y yo me levanto de un salto tendiéndole la mano.

―¿Te gusta bailar?

―No, soy pésimo –contesta, refregándose los ojos con el puño de su sudadera y cuidadosamente deja a su gato en la cama para levantarse.

―¡Yo también! Pisémonos los pies mutuamente.

Whisky lanza un siseo como si lo irritara haber cambiado de posición.

Jack me da las manos para bailar al ritmo de la canción, que en esta ocasión es un género más Country. Hacemos malabares para poder bailar sin que se nos caigan los auriculares y no enredarnos. Ambos somos malos, y al ser una canción Country, tratamos de hacer los pasos de bailes típicos, pero al saltar nos pisamos los pies y nos reímos. Seguimos girando y dando vueltas hasta que termina la canción.

Volvemos a sentarnos en la cama, y él ya no tiene la expresión de pesadumbre en el rostro, en cambio está sonriendo.

Estoy por decirle que podemos bailar otra canción luego de que mis dedos dejen de dolerme, pero la música se detiene y una llamada entrante aparece en su pantalla.

"Clara".

Alzo las cejas, mirándolo de forma significativa, pero él solo revolea los ojos. Me río.

―Atiende ―le digo devolviéndole el auricular―. Yo saldré a ver si Kyle o tu madre necesitan algo.

Él asiente y se recuesta junto a Whisky, que parece feliz de volver a apoyarse contra su dueño.

Estoy por cerrar la puerta cuando Jack me llama.

―¿Amber? ―dice y yo me asomo de nuevo―. Gracias por ayudarme, eres muy buena.

Sus palabras me emocionan y quiero correr a abrazarlo, pero no tenemos tanta confianza para hacerlo, así que solo le sonrío de oreja a oreja y le digo que puede hablarme cuando lo necesite.

Cierro la puerta y espero un momento a ver si escucho voces o ruidos provenientes de la sala, pero no oigo nada. Hay un silencio absoluto, lo que me asusta un poco.

Respiro hondo y me dirijo hacia la sala que está igual a como la había visto cuando entré: muebles tirados, vidrios rotos, papeles por toda la casa, una botella de vino rota en el medio de la sala manchando el piso. No escucho voces, pero si sonidos provenientes de la cocina así que esquive el caos de la sala procurando no pisar nada hasta llegar a la cocina.

Golpeo la puerta antes de abrirla.

Kyle está de espaldas con una escoba barriendo vidrios del piso. No puedo verle el rostro, pero todo su cuerpo está en tensión y agarra tan fuerte la escoba que temo que se parta en dos.

Me acerco despacio a él, pero no se da vuelta a pesar de que me ha escuchado.

―¿Kyle?

―Lo siento ―musita y su voz es apenas audible.

Me detengo detrás de él. Su espalda ancha se cierne delante de mí y coloco la palma de mi mano en su omóplato, su cuerpo está tan rígido que siento que estoy tocando una pared.

―No hay nada por lo que te tengas que disculpar.

―Me olvidé de que íbamos a almorzar juntos, me olvidé completamente ―tiene la voz ronca y afónica―. No quise gritarte ni—

―Kyle ―lo interrumpo, obligándolo a darse vuelta. Cuando lo hace, se me parte el corazón al verlo tan triste. Su piel está pálida y sus ojos perdieron ese brillo que tanto lo caracteriza. Pongo una mano sobre su mejilla y él inclina su cabeza hacia mi palma, ese simple gesto hace que mi corazón se altere―. Déjame ayudarte.

Él me mira por un momento, y me encantaría saber qué es lo que está pensando. Está triste y cansado, no solo lo refleja en su rostro y en su cuerpo, pero también en la forma de mirarme, y si bien está mostrando sus verdaderas emociones conmigo, no sé hasta qué punto va a dejarme implicarme.

―Ya lo has hecho ―contesta dando un paso atrás―. No sabes cuánto me has ayudando quedándote con Jack. ¿Él...?

―Está bien ―le aseguro―. Está hablando con una amiga por teléfono, hemos bailado un poco.

Kyle alza las cejas sorprendido, definitivamente no se esperaba que le dijera eso.

―Gracias, Amy ―dice tratando de sonreír, pero parece costarle decir las próximas palabras―. Jess era la que siempre nos ayudaba en estas situaciones.

Asiento.

―Jack me lo ha contado.

―Ojalá yo no lo hubiera arruinado todo con Jess ―masculla mientras sigue barriendo los vidrios del piso.

Frunzo el ceño extrañada que dijera eso, pero siento que lo mejor es no preguntar sobre el tema en este momento.

Cuando termina de tirar los vidrios de la cocina en el cesto, me doy cuenta que todavía está sangrando y lo detengo antes de que siga limpiando. Él me mira y parece un poco perdido.

―Vamos a desinfectar eso primero ―digo con suavidad. Kyle baja la vista hacia sus manos y las mira sorprendido como si no se hubiese dado cuenta.

―Fue mi culpa ―contesta en voz baja―. Como un imbécil traté de agarrar los vidrios con las manos para que mi madre no se lastime.

Trago saliva sintiendo un nudo en mi garganta.

Kyle me indica donde está el antiséptico y yo lo obligo a apoyarse contra la encimera para que se quede quieto, aunque se nota que le cuesta hacerlo. Agarro el frasco junto a algodones y empieza a curar sus heridas. Él tiene los ojos húmedos y la mirada fija en nuestras manos, pero no dice nada. Noto que sus manos tiemblan levemente y tengo ganas de abrazarlo, pero puede que sea demasiado y no quiero asfixiarlo en un momento así.

Cuando termino de curarlo, Kyle finalmente me mira a los ojos y puedo ver lo agradecido que está.

―Gracias, no tenías que hacerlo ―musita.

No me da tiempo a responder antes de que se dirija a la sala. Lo sigo y me detengo en el medio de la habitación para ayudarlo, pero él sigue de largo y se dirige a la puerta.

Lo miro confundida.

―¿A dónde vas? ―le pregunto.

―A abrirte la puerta ―dice agarrando las llaves esperando a que lo siga, pero yo no me muevo.

―Quiero ayudarte, Kyle, lo decía en serio.

―Yo no quiero que me ayudes ―replica con voz tajante y hago un buen trabajo ocultando que su tono me afectó, pero él suaviza su mirada de todas formas―. Estoy muy agradecido contigo Amy, de verdad, pero como te he dicho, ya me has ayudado mucho. No hace falta que hagas más nada.

Miro a mi alrededor, a Kyle le va a llevar horas ordenar todo él solo.

―¿Por qué no dejas que te ayude? ―le pregunto teniendo miedo de su respuesta―. Ya no me dices nada sobre Jess para que pueda ayudarte y lo entiendo. La cagué comportándome como una cría, pero eso no quiere decir que no pueda ayudarte con otra cosa—

―¡Esto no es un problema que te llevo a "La Consejera" para que puedas ayudarme! ―me espeta y me quedo muda. Eso dolió y no hago nada para ocultarlo esta vez―. No se reduce a unas cuantas palabras de aliento y ya está. ¿Y para qué quieres implicarte? Mi vida es una mierda puertas para adentro, no te haría bien. Y si lo haces y después decides que soy un imbécil, no solo me estarás afectando a mí, también a mi hermano como—

―¿Como pasó con tu exnovia? ―concluyo sin poder evitarlo y él aprieta la mandíbula.

―Exactamente ―responde sin ocultarlo, sin importarle estar admitiendo lo vulnerable que se siente sin Jess.

Nos quedamos en silencio, mirándonos desde un extremo a otro. Siempre tuve presente cuánto quiere Kyle a Jess, no sólo me lo ha dicho y me lo ha demostrado incontables veces mientras trataba de recuperarla, también Austin me había dejado entrever lo importante que era Jess en la vida de Kyle cuando se trataban de sus problemas personales. Pero hoy puedo entenderlo mejor.

Kyle está hecho un desastre, con la respiración agitada, las manos lastimadas y los ojos llorosos. No es fácil para mi verlo así, y tiene razón, lo que vive no puede arreglarse simplemente con palabras de aliento. No tengo las herramientas para ayudarlo, ni a él ni a su madre, pero eso no quiere decir que no pueda apoyarlo en lo que pueda.

Jack ya me había confesado lo difícil que es para él hablar sobre lo que sucede en su casa con otra persona, y por más que la edad pueda influir, tal vez para Kyle sea lo mismo, él ya me había contado que no le es fácil hablar de sus problemas. Pero de todas formas lo había hecho conmigo. Eso me motiva a no aceptar lo que dice y simplemente irme.

Él me había hablado de sus padres una de las primeras veces que nos vimos, no teníamos tanta confianza, pero aun así lo había hecho. Había acudido a mi cuando su madre había tenido un episodio, y me había hablado sobre su padre y su difícil relación. Hoy me ha dejado ayudarlo con su hermano. No puedo dejar pasar por alto todos esos momentos.

Entiendo cuánto le duele que hoy Jess no esté en su vida, lo que también afecta a su hermano. Pero yo no voy a irme, Kyle es mi amigo, antes que nada. Él también estuvo para mí todas las veces que lo necesite, incluso aunque no se lo hubiera pedido.

Di unos pasos hacia él, los vidrios crujieron bajo mis zapatillas y ese fue el único ruido que se escuchó además de nuestras respiraciones irregulares.

Me detuve en frente de él y extendí mi mano hacia la suya, quitándole suavemente las llaves.

―No voy a irme ­―le digo en voz baja, pero firme―. Los amigos se quedan contigo, aunque las cosas se pongan difíciles, aunque les grites que se vayan, aunque se den cuenta que eres un imbécil ―le digo repitiendo sus palabras y logro robarle una pequeña sonrisa―. Si quieres estar solo, lo voy a entender, pero no me digas que no quieres que te ayude, no me hagas a un lado solo porque la situación es difícil y tal vez no tenga ni idea de cómo ayudarte. Voy a tratar de hacer lo que pueda y voy a—

No puedo terminar la frase porque Kyle me atrae hacia su cuerpo y nos fundimos en un abrazo. Inspiro hondo y su perfume me reconforta. Su mano viaja hacia mi cabello y me lo acaricia, y cuando tiemblo un poco por su tacto y por la felicidad que me provoca estar entre sus brazos: lo sé.

Estoy en una desventaja muy grande en esta relación de amistad.

Porque tengo sentimientos por mi mejor amigo. Y cuando eso sucede, siempre alguien sale lastimado.

Y el hecho de que espere que solo sea yo la que salga lastimada, me hace dudar si estoy en desventaja o si en realidad ya he perdido.

Kyle se aleja de mí y se refriega el rostro con su antebrazo.

―Lo siento. Estoy nervioso y digo cosas que no quiero decir realmente. Supongo que lo he heredado de mi madre.

Dejo las llaves a un lado.

―¿Dónde está ella?

―Logré que se calmara y tomara su medicación. Llamé a su médico y habló con ella, vendrá en dos horas. Ahora se ha ido a dormir ―contesta y comienza a agarrar muebles tirados para ponerlos de nuevo en su lugar, yo lo imito esperando no equivocarme mucho en la ubicación original de sus cosas―. Probablemente no recuerdo mucho cuando despierte.

―¿Quieres contarme que ha pasado? ―pregunto teniendo en claro que no voy a insistir si me dice que no.

Él toma una respiración honda. No contesta enseguida, va a buscar un trapo y se agacha para limpiar el vino del piso, mientras yo termino de juntar papeles.

―Mi madre ha dejado de tomar su medicación de nuevo, o por lo menos parte de ella. Y cuando eso sucede, suele tener dos tipos de episodios ―me explica concentrado en quitar la mancha del piso, aunque dudo que esté pensando en eso realmente mientras frota el piso una y otra vez―. Un episodio depresivo, donde no se levanta de la cama, no come, no se ducha y apenas duerme, o un episodio maníaco como el que ha tenido hoy, y este ha sido uno de los más fuertes que ha tenido en el último tiempo. Sabía que iba a suceder en cualquier momento, pude ver las señales: estaba más irritada, se distraía fácilmente, tenía insomnio, ya habíamos discutido y me había dicho cosas hirientes... ―se detiene de limpiar por un momento y me mira― ese día que fui a verte. Y hoy... hoy todo explotó porque me estaba contando lo feliz que estaba porque iba a liderar un proyecto en su trabajo, apenas podía entender lo que decía de lo rápido que estaba hablando y de lo emocionada que parecía, pero no estaba pensando coherentemente. Empezó a explicarme cómo iba a conseguir metas imposibles en poco tiempo y yo con una pregunta... no, con una simple y estúpida palabra hice que perdiera el control. Le pregunté: "¿Llegarás?" Refiriéndome a si podía llegar en tan poco tiempo a cumplir todo lo que decía.

―No podías prever lo que iba a pasar, Kyle ―repuse, la situación era lo suficientemente difícil como para que él se echara la culpa.

―Lo peor es que sí pude haberlo hecho. Siempre tengo especial cuidado cuando veo que mi madre no está estable, procuro que mi hermano se comporte bien, estar con ellos en caso de que algo suceda, cuido mis palabras y mis actitudes, pero hoy simplemente hablé sin pensar, y todo se fue a la mierda.

En mi opinión, el episodio era inevitable y si no era con esa pregunta sería con otra cosa, pero no sirve de nada ahondar en eso, ni tampoco me siento cualificada para decirle tal cosa.

―¿Y cómo sabes que ha dejado de tomar su medicación? ―le pregunto cuando termino de ordenar el sillón y la mesa principal.

―Me lo ha confesado ella cuando se quería justificar sobre la velocidad con la que había planeado el proyecto, dice que dejar algunas pastillas la hace más proactiva y más creativa, pero eso es una falsa ilusión. Puede que en un primer momento sea así, pero luego es una sensación que la sobrepasa y no puede controlarlo y termina siendo dañino para ella. Ya ha pasado antes.

Alzo la vista cuando Kyle se queda en silencio, él sigue de cuclillas, pero esta vez está sosteniendo un portarretratos. No puedo ver bien la foto, pero reconozco de lejos que son Kyle y su hermano con su padre.

―¿Tu padre está al tanto? ―me animo a preguntar.

―Sabe todo sobre el trastorno de mi madre ―repone, dejando la foto en una repisa―, la diagnosticaron a los veinte años. Ella siempre tuvo miedo de que él jugara esa carta para quedarse con nosotros si se divorciaban... otra razón por la que mi madre nunca quiso hacerlo. Por eso ella me pide que no le cuente nada y yo no lo hago. No serviría de nada de todas formas, es mejor que él no esté implicado porque puede empeorar las cosas, y ya hay demasiados problemas como para agregar eso a la lista. Cada vez que mi padre saca el tema solo le digo que mi mamá está bien tomando su medicación y está estable.

Asiento y continuamos limpiando. No quiero apabullarlo con preguntas que tal vez ni siquiera tenga las respuestas. Trato de sacar otros temas y distraerlo, y por más que él hace todo su esfuerzo en contestarme y seguir el hilo de la conversación, su mente está en otro lado, así que eventualmente me callo, dejo caer el silencio entre nosotros y me limito a hacerle compañía.

Cuarenta minutos después dejamos la sala y la cocina como nuevas. Kyle me pregunta qué quiero tomar y nos sirve dos refrescos. Le agradezco y tomo un sorbo, pero él se baja la bebida en menos de un minuto.

―Qué bueno que eso no es vodka ―comento y él sonríe.

―Deberíamos salir otra vez ―dice él, jugando con el vaso entre sus manos―. La última vez la he pasado muy bien.

―Podríamos salir con Austin ―digo, no sé de dónde ha salido esa sugerencia y por qué resulta tan extraña en mis labios, pero me da miedo la idea de Kyle y yo solos en una fiesta otra vez.

Kyle asiente sin siquiera pensarlo.

Mi estómago gruñe de hambre y caigo en la cuenta que no hemos almorzado. No sé cómo todavía no me desmaye.

―Mierda ―exclama Kyle cuando también se da cuenta―. Voy a prepararte algo para que comas.

―No hace falta ―miento, pero no quiero molestarlo cuando hay otras cosas más importantes de las que se tiene que ocupar―. Ya comeré en mi casa.

Él no me hace caso y abre la heladera.

―Falta una hora para que venga el médico. Podemos comer algo rápido, ¿sándwiches?

Yo acepto y lo observo mientras se pone a preparar los sándwiches. Siento una calidez en el pecho por lo fuerte que es Kyle, por la manera en que cuida a su familia, por cómo aguanta tantas situaciones difíciles. Cuando él me atrapa mirándolo y me saca la lengua, lo único que puedo pensar es que necesito un consejo. Urgente.

¿Cómo puedo dejar de gustar de mi mejor amigo sin alejarme de él?

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Holaaa ❤️

En este capítulo quería destacar el diálogo de Kyle en el que dice "Este no es un problema al que le llevo a la consejera para que me de consejos y lo solucione" porque aunque lo dijo desde un lugar de enojo es cierto. Amber puede apoyarlo y estar para él, pero cuando se trata de un trastorno mental ella no tiene las herramientas para ayudar como alguien profesional. Creo que es importante hacer esta distinción  ❤️ De todas formas, eso no quita que puede estar para él para apoyarlo en lo que necesite!

¡Muchas gracias por leer!

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