CAPITULO 4: COMIENZA LA BÚSQUEDA
Después de pensarlo muy bien, tenía que hacer un mundo de cosas antes de que se fuera María. Un ejemplo, buscar el mejor pediatra para mi hijo, la mejor niñera (bueno la segunda mejor, la primera es María) y por último el permiso de mi agencia de modelos para que mi hijo me acompañara en cada pasarela, pude descansar solamente unos minutos.
-Mmmña!!!... Mmmmñññaaa!!!- se oía el llanto de mi angelito.
-¡Ya voy!, ¡Ya voy!- grité.
Llegué y de la nada mi bebé estaba dormido, eso me preocupaba. Puse mi dedo en su nariz y... ¡No respiraba! el miedo se apoderó de mí. Lo tomé con suma delicadeza y salí corriendo de mi departamento. Tomé mi carro y fui lo más rápido que pude al hospital. De repente me vino a la mente lo que había leído:
"Hay que tener sumo cuidado con los bebés recién nacidos, en casos muy lamentables hay bebés que mueren instantáneamente al no cuidarlos constantemente, esto hace referencia a la muerte de cuna algo que no se ha decidido del todo."
Temía que mi hijo muriera, no hace mucho perdí a su madre y no soportaría perderlo a él. No a mi bebé era mi único lazo con Amelia y en estos dos días lo he llegado a querer más que a mi vida.
Me pase dos semáforos y una patrulla me estaba siguiendo, los ignoré hasta llegar al hospital. Entré preocupado pidiendo un médico. Dos enfermeras llegaron y se llevaron a mi pequeño. No me dejaron pasar hasta donde estaba. El oficial llegó a mi lado tratando de engañarme.
-¡¡Usted se ha pasado dos semáforos en rojo!! ¡¡Debe tener una buena excusa!!- con los ojos llenos de lágrimas me voltee y respondí.
-¡MI HIJO PUEDE MORIR! ¡NO QUIERO QUE MI HIJO MUERA! ¿SABE USTED LO QUE SIENTO? ¡ME SALTÉ ESOS MALDITOS SEMÁFOROS PARA SALVARLE LA VIDA A EL! ¡A MI HIJO! MALDITA SEA ¡¡SI ME ARRESTAN POR QUERER SALVARLO HÁGALO!!- Le puse mis manos al frente en señal de mi rendición.
-Lo... lo lamento señor- se notaba el nerviosismo en sus palabras- no sabía por lo que pasaba, disculpe- y con eso el oficial se marchó.
Me quedé en la sala de espera, llame a Saimon para contarle lo que me pasaba a mí y mi hijo. Él llegó en menos tiempo que yo, al parecer le tomó cariño a mi hijo.
-El tío Saimon ha llegado, ¿Cómo sigue el pequeño?- preguntó.
-La doctora no ha salido-comenté.
-¡Rayos!- dijo Saimon.
Se levantó del sofá y se fue a hablar a recepción, a lo que la señorita le lanzó una mirada más dura que una piedra, luego Saimon le coquetea y esta cayó redondita, para que después la doctora saliera por aquellas puertas en donde se habían llevado a mi pequeño.
-¿Responsables del menor Eliel Johnson?-preguntó al aire.
-¡YO!- contesté de inmediato- ¿Cómo está mi hijo?
La doctora me lanzó una mirada que más que relajarme me preocupó más de lo que ya estaba.
-Su hijo- hizo una pausa, hojeando unos archivos, mi paciencia no daba más- Su hijo está estable, solo tendrá que pasar aquí la noche para tenerlo en observación- sus palabras me tranquilizaron.
-Muchas gracias por salvarlo- y sin pensarlo me lancé a abrazarla.
-Tranquilo señor Johnson- me dijo ella para alejarme de ella.
Saimon me obligó a regresar a casa con el pretexto que debía descansar para recibir a Eliel mañana con la mejor energía. Y en vez de descansar me puse a revisar las referencias de las niñas que llegarán mañana, solamente estaría por tres meses y si lo hacía bien se quedaría para ayudarme a mí y a María.
A la mañana siguiente tomé una larga ducha antes de ir a buscar a mi hijo me quedaban unas tres horas libres así que fui a mi agencia.
-Dígale a Mirna que llegué- dije a la secretaría de Mirna, mi dueña, por decirlo así.
-Claro Isaac- me contestó Simona.
Después de esperar unos minutos me recibió Mirna. Era una mujer mayor, pero no para ser dinosaurio, era rubia de un metro ochenta, aún conservaba su figura de modelo.
-Hasta que te dignas a venir- comentó algo fría.
-Tenía un invasor en mi casa...- dije algo divertido.
-¿¿Ratas??- pronunció asqueada.
-No, algo que suena mil veces mejor que eso- mi sonrisa se hizo presente- ¡Tengo un hijo!- y esas fueron palabras suficientes para llamar su atención.
Después de contarle la historia de cómo llegó Eliel a mi vida, se quedó pasmada por la belleza de mi pequeño, de quien le mostré en una foto.
-Es realmente hermoso- dijo por quinta vez mientras me regresaba el celular.
-Gracias, la belleza la heredó de su madre- comenté.
-Lástima que murió, era tan joven- su voz se quebraba- pero bueno dejo un angelito para que te cuidara.
-Sí, hablando de cuidar...- me sentía nervioso- necesito unos días más para encontrar a quien se encargue de Eliel.
Mirna solo me examinaba con la mirada, esperaba que aceptara.
-Te daré dos semanas, así podré hacer un proyecto que gracias a ti me ha llegado- sonaba ansiosa.
-¿Ah sí? ¿De qué trata?- la curiosidad me invadió.
-Una línea infantil, ¿Te imaginas? Moda para bebés- por mi cabeza ya pasaba quién modelaría la ropa.
-De una vez te advierto que no pondré a mi hijo a trabajar, es muy pequeño- rezongue.
-Corazón, nunca se es muy pequeño para ganar dinero. Piensa en que este dinero servirá para pagar: colegiaturas, doctores, navidades, regalos y muchas cosas- me empezaba a convencer.
-Tengo que saber que dice su pediatra, de ella depende- contesté sin dar mi brazo a torcer.
-Bueno, ya anda ve por tu hijo- hizo un ademán con su mano para que yo me fuera.
Después de salir de ahí llegué al hospital, donde mi peor pesadilla se hizo presente: REPORTEROS.
-Señor Isaac- gritaban- ¿Cómo tomó la noticia de su paternidad?
-Joven Isaac por aquí, del canal E+. ¿Nos puede dar la exclusiva?
Entre jaloneos y uno que otro: sin comentarios. Abrí paso para llegar a los cuneros. Hablé con seguridad para que echaran a todos los reporteros. Era un martirio aquella situación.
Después del alta de mi bebé y con mejor aspecto empecé la búsqueda de la niñera y no lo haría sólo: Saimon me ayudaría.
A mi departamento llegaron un total de quince mujeres que se disputarán el puesto de niñera pero ¿Quién de ellas sería la indicada?
Primera entrevista:
-Hola, mi nombre es Melissa y soy niñera desde hace tres años- se presentó la primera.
Esta chica era de unos 20 años: No creo ni de chiste que sepa cómo cambiar pañales por la forma en que su manicura está perfectamente cuidada.
-Y dime... ¿Casada, soltera, viuda, divorciada?- coqueteaba Saimon.
La chica solo se sonrojó, decidí reducir la lista a sólo diez mujeres. Pasaban señoras "rellenitas", delgadas, pequeñas, altas y mayores, a las cuales me hubiera encantado aceptar pero no quería que se lastimaran, otras demasiado jóvenes tanto como para ser mis hermanas menores hasta que al final llego a quien creía sería la indicada.
-Buenas tardes, mi nombre es Luz y tengo 23 años, estudio la universidad, me especializo en pedagogía- se presentaba Luz.
-¿Por qué quieres el trabajo?- pregunté.
-Obviamente para desquitar el sueldo pues quiero seguir estudiando- parecía decir la verdad.
Luz era una joven bonita de ojos color miel, alta, delgada de piel blanca y cabello rojo igual que sus labios.
-Deja lo meditamos y te llamaremos-- dijo Saimon.
Terminado esto se levantó y se fue por donde entro. Yo tenía en brazos a Eliel, después del susto que me dio no quería dormir.
-¿Sabes? A este paso no creo encontrar a nadie- susurré ya cansado.
-¿Y qué?... ¿Creías que Big Mamá entraría por tu puerta?- ya empezaba su sarcasmo.
-Obviamente no, pero es difícil- coloqué a Eliel en su moisés.
-Todo en esta vida es difícil- y me quedé sorprendido:
-Saimon diciendo esas palabras... ¿Te sientes bien?- bromeé.
-Sí, la sabiduría me la está pegando tu querida María- dicho esto último rebuscamos en las referencias y la mejor opción era Luz.