Maldición Willburn © ✔️ (M #1)

By ZelaBrambille

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En las calles se cuenta una leyenda: Rowdy Willburn no sabe querer porque ya no tiene corazón, es una maldici... More

Maldición Willburn
Prefacio
🎲 TOMO I | La caída 🎲
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06 (pt 1)
Capítulo 06 (pt2)
Capítulo 07
Capítulo 08 (pt1)
Capítulo 08 (pt2)
Capítulo 09
Capítulo 10 (pt1)
Capítulo 10 (pt2)
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14 (pt1)
Capítulo 14 (pt2)
Capítulo 15
Capítulo 16
Extra | Regina y Tyler
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Extra | Rowdy y Giselle
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
🎲 TOMO II | El ascenso 🎲
Capítulo 29
Capítulo 30
Extra | Kealsey y Omar
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 (pt1)
Capítulo 48 (pt2)
Capítulo 49 (pt1)
Capítulo 49 (pt2)
Capítulo 50 final
Epílogo I
Epílogo II
| P L A Y L I S T |

Capítulo 37

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By ZelaBrambille

ROW

Parece que el tiempo se detuvo justo en el instante en el que la vi a los ojos por última vez. ¿Es eso posible? ¿Es posible quedar atrapado para siempre en una espiral interminable?

Cierro los ojos y la veo, duermo y la encuentro en mis sueños, incluso mis pesadillas se tratan de ella herida, sola en una habitación fría, llorando y luchando contra sus pesadillas. Cuando estoy en silencio me sorprendo repasando las conversaciones que tuvimos, su risa, su mirada de bosques encantados, mis dedos entre su cabello rebelde, su sonrisa traviesa y sus brazos alrededor de mi cuello. También recuerdo su olor, la calidez que me inundaba al darle un beso, cómo mi cuerpo se derretía si estaba cerca. Se ha convertido en un fantasma.

La dibujo porque no sé qué otra cosa hacer, porque temo despertar un día y encontrarme con que la imaginé, al menos así sé que fue real. Al menos así sé que existimos.

No le mentí aquella vez, cuando le dije que algunos nacen para ser arte, ella lo es. Es tan profunda como una pintura que busca esconder el dolor del artista entre pinceladas abstractas y perfectas. Es tan llena de vida como una melodía de verano, labios cereza y cabello de rayos de sol quemando a cuantos se atraviesan en su camino. Pretende ser fugaz como los versos cortos y tiernos de un poema, esos que se vuelven eternos sin quererlo, que perduran en el alma de quien se sumerge en sus letras. Es tan luminosa, tal como la escultura sublime e inalcanzable que siempre mira hacia el horizonte y parece altiva hasta que descubres que no es tan perfecta como aparenta, y es mucho mejor así, pues esas imperfecciones la hacen invaluable. Es como la fotografía que se revela y sigue sus propias condiciones, esa que tiene que estar en la oscuridad para poder salir a la luz, la que se muestra lentamente y se convierte en un pedazo de vida. Es exquisita, al igual que el beso que te hace vibrar por dentro antes de que se cierre el telón, el que te recuerda que eres humano, que sigues vivo. Es arte.

¿Cómo puedo explicarle si no me quiere cerca? ¿Y qué haré si al salir ella decide no darnos una oportunidad? La extraño y la amo tanto que ya no me importa lo que pase entre los dos siempre y cuando ella esté bien.

Las semanas pasan, no obstante, sigo en el mismo lugar, lo único que me mantiene cuerdo es la universidad, me refugio en el estudio e ignoro las preguntas de Kealsey, Omar y los chicos.

El dolor que siento no lo había experimentado antes, ni siquiera en la sala de quimioterapias, tampoco cuando mi mejor amiga murió. Saber que puedo perder a Giselle, que tal vez ya la perdí, es una tortura, un cuchillo enterrado en mi pecho, retorciéndose con cada recuerdo.

A mitades de Noviembre decido que no puedo postergar más la conversación con mis amigos. Ellos están en el sofá mirándome fijamente con seriedad, incluso Mateo está en silencio. No los culpo, he estado alejado, dubitativo, por primera vez me cuestiono las decisiones que tomé, pensé que era lo mejor, ahora no estoy tan seguro.

Las cosas han estado tranquilas, Omar logró un acuerdo con los del otro lado, no estamos tan seguros de que vayan a cumplir el trato, pero es lo mejor que tenemos, pues no queremos empezar una guerra y ponernos en peligro. Yo pienso que eso es lo mejor, aunque no conozco los términos, lo último que necesita Giselle ahora es pensar en esa mierda.

Hace unas semanas decidí que abandonaré la hermandad, lo hago por mí, por mis padres, por ella. Acabo de soltar la bomba, todavía no han dicho nada. Los ojos de Kealsey se nublan con lo que creo es tristeza y preocupación. Se pone de pie, da unos cuantos pasos hasta detenerse a centímetros de mí.

—No nos alejes, no hagas esto, somos tus amigos —dice ella con los hombros caídos.

La rodeo con mis brazos y dejo un beso en su coronilla.

—No me alejo, Keals, lamento haber dado esa impresión, ustedes son mi familia. —Me abraza de vuelta y tiembla—. Estas semanas han sido terribles.

—Lo sé... —susurra—. Yo también la extraño.

Duele. Arde. Lastima.

Trago saliva y busco mi voz, sepultada debajo del nudo gigantesco que aparece en mi garganta cada vez que pienso en ella.

—Me uní a la hermandad porque era lo que necesitaba, quería luchar contra algo para sentir que mi vida tenía sentido, pero eso ya no es lo que quiero. —Hago una pausa—. Eso no quiere decir que desapareceré, estaré con ustedes como siempre. Eres como mi hermana, Keals, y siempre estaré agradecido y te amaré por sacarme de la oscuridad.

Nos quedamos en silencio.

—No tienes que irte de la casa.

—Lo sé, cariño, pero necesito acomodar mi vida, por si no lo has notado soy un desastre. —Ella se ríe, todavía sepultada en mi pecho. Suelto un suspiro—. Quiero pasar un tiempo solo, pensar y ordenar.

—Entiendo —murmura.

—Sabía que lo harías.

Mateo se pone de pie dando un salto, me enfoca, su boca recta se transforma en una mueca divertida.

—Como están tan cursis tengo que preguntar: ¿es el momento en el que todos nos besamos? —pregunta él, aleteando las pestañas.

Kealsey se carcajea, los demás la siguen. Se levantan y se acercan, me dan palmadas en la espalda que me saben a ánimos, a apoyo y aliento. Omar me sonríe. Aunque las cosas han estado tensas entre los dos, a pesar de que se ha disculpado en más de una ocasión, sé que somos amigos, hermanos.

—Ya sabes cómo son las despedidas, amigo —dice. 



Les repito mil veces que no estoy interesado en salir, por supuesto que ignoran mis quejas y me dicen que tienen que despedirme de alguna manera, supongo que intentan sacarme de la alcoba, solo por eso les agradezco, pues están preocupados. No hay que despedirnos, recogeré a Omar para ir juntos a la universidad como todas las mañanas y pasaré un rato por las noches en la casa, luego de que termine el trabajo.

El otro día hablé con mi padre para decirle que estaba listo para tomar responsabilidades relacionadas a la empresa. Siempre supe que quería dedicarme a los negocios, sin embargo, no estaba convencido de involucrarme tan pronto. Por ahora trabajaré a distancia, después veremos qué haremos. Él quiere que tome cursos, certificaciones y diplomados antes de empezar de manera formal para que me ponga al corriente, al igual que todos sus empleados. Cuando se trata de trabajo, mi padre es comprometido y exigente, no permitirá que trabaje en la empresa si no estoy preparado para hacerlo.

No planeé venir al bar, preferiría acostarme en mi cama y dormir porque la verdad estoy muerto del cansancio, no me he tomado ni un minuto para descansar, el semestre se pone más pesado porque pronto saldremos de vacaciones, los trabajos y exámenes me están matando. Y mi padre no se queda atrás.

De todas formas, pido una cerveza y me siento en la barra junto a Mateo y Angel, ya que estoy aquí al menos respiraré otros aires y escucharé música a todo volumen. Kealsey y Omar están en la pista bailando. Tyler se fue hace unos minutos a alguna parte, lo cual no es raro, ya que Regina no aparece por ningún lado, lo que es extraño es que Keals no se haya dado cuenta, quizá es porque Omar no deja de hacerla reír. Retomaron su relación y todo parece ir bien, se les ve más felices y eso me hace feliz.

—Ushio está muy preocupada por Giselle, ni ella ni Avril saben lo que está pasando —dice Mateo a mi lado, quien le da un trago a su cerveza y me da una mirada de soslayo.

Asiento.

Avril y Ushio me preguntan por Giselle casi todos los días, todas las veces se van alicaídas. Robert me dijo el otro día que también le han preguntado, pero él tampoco les ha dicho demasiado.

—Me gustaría decirles lo que sucede, sobre todo porque se ven asustadas y preocupadas, pero ella no les contó sobre esa parte de su vida y yo no tengo derecho a contar su historia, cuando esté lista les contará.

—Sí, está furiosa porque no le dices, su voz es como una chicharra cuando está enojada y te maldice. —Él sonríe con melancolía.

Angel le da una mirada, aprieta los labios para no sonreír y finge que no pasa nada.

—¿Qué pasa con esa chica, hermano? —le pregunto.

—Nada. —Se apresura a responder, esconde su cara detrás de la botella, como si ese fuera un buen escondite.

—¿Seguro? —No responde—. Porque sonríes como imbécil cada vez que hablas de ella.

—No me hagas hablar sobre tu rostro cuando piensas en la caperuza. —Resopla a lo que me encojo de hombros. Espero enmudecido porque se le ve intranquilo y estoy seguro de que me contestará. Mientras, termino mi cerveza y pido otra. Minutos después dice—: Somos muy diferentes.

—¿Y?

—Sus padres quieren que se case con un buen partido con el que comparta su cultura y costumbres.

—¿Qué quiere ella? —Una vez más se queda callado. Ahogo un suspiro en mi boca y libero la tensión en mi cuello moviéndolo hacia los lados—. Te entiendo, amigo, la madre de Giselle no me quiere cerca de ella, me lo dejó muy claro... ¿Crees que me interesa? Lo único que importa es lo que ella quiere, lo que hacen para luchar por lo que tienen.

Mateo abre la boca, sin embargo, vuelve a cerrarla y se queda mudo durante un buen rato.

—¿Desde cuándo eres tan sabio?

—Solo sé que si Giselle quisiera estar conmigo, no me importaría nada más.



Más tarde salgo del baño, estoy listo para marcharme, mañana tengo que levantarme temprano para ir a la universidad. Al salir me detengo en seco, me topo con la mirada amable de Juliet.

Frunzo el entrecejo, no la he visto desde la última vez que discutimos y la verdad no tengo paciencia para lidiar con la situación si decide discutir. No sabía que estaría aquí.

—Hola, Will —dice.

—Hola.

—Omar me dijo que vendrían, pensé en venir a saludar.

Asiento, algo incómodo.

—Espero que te diviertas, debo irme.

Doy un par de pasos por el pasillo, su mano se cierra en mi muñeca y me detiene.

—Will, espera.

Tomo una respiración profunda, me doy la vuelta para enfrentarla. Juliet está ahí, me tomo un minuto para analizarla, hay una sonrisa triste en sus labios y sus ojos se ven tristes.

—Lo lamento —suelta—. Lamento mucho lo que sucedió. Estoy muy avergonzada por cómo me comporté contigo y con Giselle.

—No te preocupes, ya pasó. —No quiero ser frío, pues es la hermana de mi mejor amigo, sin embargo, mi voz suena seca y cortante, más de lo que pretendo. Me aclaro la garganta y me tallo la cara, intentando alejar la amargura que llegó luego de unos cuantos tragos. Juliet es una buena chica con un futuro brillante, de verdad espero que encuentre el camino que la lleve a amarse a sí misma—. Yo también lo lamento, no quería herirte, Juls, si pudiera regresar el tiempo haría las cosas diferentes.

Y lo siento, de verdad. Éramos buenos amigos hasta que sus sentimientos cambiaron y los míos no lo hicieron.

—No, tú tenías razón, Will, siempre fuiste claro y yo creí que lo manejaba bien, es solo que... —Suspira—. Es muy fácil enamorarse de ti.

Ojalá eso fuera cierto. Solo quiero que me ame una persona, pero ella no puede hacerlo.

—Y gracias por lo que le dijiste a Omar... —Continúa—. Hemos pasado más tiempo juntos.

Saberlo me roba una sonrisa. En las charlas que tuve con Juls siempre añoraba la compañía de su hermano, al menos algo bueno salió de todo esto.

Juliet aprieta mi brazo de forma amistosa y se aleja por el pasillo.



Groot me recibe saltando a mi alrededor y moviendo la cola cuando llego a la casa de mi madre. Me agacho un momento y lo acaricio detrás de las orejas, ahora que viviré en la casa de las flores amarillas Groot podrá vivir conmigo.

Él me sigue a la cocina, desde donde se escuchan golpes de ollas.

—¡Cariño! —exclama mamá con alegría tan pronto entro. Deja el cucharón y se acerca para darme dos besos y un abrazo—. Sí, viniste.

Huele a mi comida favorita, ella está cocinando, a pesar de que le dije que podíamos comprar la comida.

—Te dije que vendría. —Sonrío.

Tenía dudas, no la culpo. Hemos hablado mucho y le prometí que la visitaría todos los sábados para comer juntos y pasar la tarde. Me rompe el corazón que esté tan emocionada, eso solo me hace recordar lo mucho que la alejé y ahora tengo todo el tiempo del mundo para recuperar lo que perdimos.

Groot interrumpe el cómodo silencio con sus constantes ladridos, está parado frente a la puerta de cristal, mirando hacia el patio. Mamá se aparta bufando.

—Perro loco, no ha dejado de ladrar, está así desde la mañana.

Mi comisura tiembla, me acerco a mi amiguito y me pongo de cuclillas, él vuelve a prestarme atención, aunque solo dura unos cuantos minutos, una vez más ladra hacia el mismo punto.

Me asomo y descubro una bola de pelos naranja entre los arbustos del jardín.

—Es un gatito —susurro.

—Ojalá fuera un gatito, Groot parece más un mastodonte.

Dejo escapar una risita entre dientes.

—No, le está ladrando a un gatito. —Ella me mira con sorpresa, mi madre puede ser muy distraída, sobre todo cuando se le mete algo en la cabeza o si piensa en sus fotografías—. Le daré agua.

Busco un plato viejo de Groot y sirvo agua antes de salir al patio, asegurándome de cerrar la puerta corrediza, no quiero que mi perro asuste al pequeño bebé, el cual se tensa tan pronto nota que me acerco. Me muevo despacio, no quiero que tenga miedo. Dejo el platillo en el suelo y doy un paso atrás para darle espacio.

El gatito analiza el entorno y me mide con sus ojos rasgados, parece como si me preguntara si soy de fiar, desconfía de mí. Está sucio y se nota que no ha comido mucho, alcanzo a distinguir sus costillas. Sale dando pasos lentos y cortos sin dejar de observarme con sospecha. Me quedo quieto con la intención de demostrarle que no le haré daño. Termina cediendo y cerrando la distancia, llega al plato y comienza a beber agua.

Se me ocurre buscar algo en el refrigerador para darle alimento, tal como lo espero, el gatito se asusta y regresa corriendo a su refugio cuando me muevo. Regreso a la casa y busco en el refrigerador.

—¿Tienes algo que pueda darle? —pregunto.

—Creo que hay un poco de pollo, caliéntalo en el microondas.

Al terminar regreso al patio, Groot sigue atento frente a la puerta, buscando la oportunidad para salir a inspeccionar al pobre y asustadizo animalillo.

Repito lo que hice la última vez, dejo el plato en el suelo. El olor a pollo hace que el gatito vuelva a asomarse. De nuevo me analiza, llega a la conclusión de que no soy una amenaza, pues se aproxima más rápido y devora el pollo.

Se relame cuando acaba y alza la cabeza para observarme, me sorprende acercándose, restriega su cabeza en mi tobillo y enreda su cola en mi pierna ronroneando, lo tomo como agradecimiento. Esta vez no se va, me permite acariciar su cabeza.

No puedo evitar sonreír.

—Me recuerdas a alguien —murmuro.



El sábado llego a Bridgeton, en un escalón de la entrada están sentadas Demetria y Sallie, todos los sábados esperan en el mismo lugar a que entre Giselle. Sus ojos se encienden con ilusión y esperanza cuando me ven, la buscan detrás de mí. Niego con la cabeza, Sallie hace un puchero, Demetria se desinfla.

—¿Has hablado con ella? —me pregunta.

—No —digo con pesar.

—Ella no volverá por nuestra culpa, Dems —dice Sallie.

Su rostro se llena de tristeza, la aflicción en su mirada me rompe por dentro. ¿Cómo puedo explicarles que no es culpa suya?

—Escúchenme, chicas. —Me pongo a su altura para que puedan verme a los ojos con facilidad—. Giselle está pasando por una situación muy complicada, intenta resolver sus problemas antes de venir, pero ella las adora.

—¿Tiene problemas? —cuestiona Demetria, un tanto alarmada.

—Algo así... —No creo que me entiendan—. Ella está pasando por algo muy parecido a lo que le sucedió a Henry, está descubriendo quién es y a veces puede ser muy doloroso, así que necesita tiempo para pensar las cosas.

—Como cuando yo descubrí quién soy y quería estar sola —susurra y asiente—. Entiendo.

Sallie se ve confundida, pero también asiente, imitando a Demetria. Las dos siguen viéndose desanimadas.

—¿Qué les parece si le escriben una carta para que ella sepa lo que sienten? ¿Les gustaría?

Eso parece entusiasmarlas, se levantan muy rápido.

—¡Sí!

—¡Es una fantástica idea!



* * *

Las y los amo ♥

Mi último cuatri en la universidad ya va a terminar, así que volverán las actualizaciones frecuentes en cuanto sea libreeeeeeeee \*-*/ Muchas gracias por la paciencia.

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