Mia
Aparecí inmediatamente en el pasillo de una de las academias y esperé que nadie me viera porque sería bastante extraño dado que el portal no se parecía en nada a los típicos portales de los Hunter. Por suerte, no había gente allí, así que suspiré agradecida.
Escuché un par de ruidos y murmullos proveniente de una de las habitaciones de almacenamiento de material escolar de la academia y pensé que podía ser alguna amenaza o algo parecido, así que me acerqué lentamente a la puerta y tomé el pomo.
A penas abrí, lo que vi me dejó en shock y si hay algo peor, entonces eso. Dentro de aquella pequeña habitación estaba Oliver sin camiseta, abrazando por detrás a Adam que de igual manera estaba sin camiseta. Le daba besos en la espalda, mientras que le acariciaba el abdomen. Adam, por su parte, tenía agarrado a Blas de la cintura, mientras le acariciaba la espalda y le daba un apasionado beso en los labios.
—¡Dios mio! —exclamé tapándome los ojos.
—¿Mia? —preguntó Blas sorprendido.
—Si no lo veo no es real —dije dándome la vuelta.
Escuché que la puerta se cerró y al cabo de unos minutos, volvieron a abrir y salieron de allí.
—Mia, perdón. Debimos ser cuidadosos —dijo Adam avergonzado.
Tenía el pelo alborotado y los labios rojos e hinchados, lo cual me pareció muy gracioso. Blas estaba casi igual, excepto que vi diversión en su mirada más que vergüenza. Oliver tenía las mejillas rosadas y sonreía travieso.
—¿Ustedes...están juntos? —pregunté.
—Aja —dijeron los tres al mismo tiempo.
—¿Los tres? ¿Juntos juntos? ¿En una relación? —pregunté sorprendida.
—Sí, creo que todos ustedes están muy conscientes de eso —mencionó Blas riendo.
—¿Desde cuando eres gay? —pregunté a Blas.
No es que me molestara o lo juzgara porque si él era feliz, entonces yo también, pero sí me sorprendía mucho.
—Creo que...desde siempre—dijo.
—Dios mio, lo siento, de verdad —dije riendo.
—Mia, debes relajarte un poco y disfrutar más. —Oliver rio y luego miró a sus novios.
—Espera —dijo Blas—, pensé que te habías cortado el cabello.
Abrí los ojos de la sorpresa y no supe qué decir. De pronto una energía potente me azotó haciendo que cayera al suelo unos cuantos metros más allá y no hice más que maldecir mentalmente.
—¿Pero qué diablos? —susurré.
—Sí, qué diablos —dijo alguien.
Me puse de pie y mi otra yo estaba allí, mirándome furiosa.
—¿Mia? —preguntó Blas mirándola a ella y luego a mi.
—¿Qué es esto? —preguntó Adam.
—Lo mismo me pregunto yo —dijo ella.
—Soy Mia —dije.
—No, yo soy Mia. Tú eres una impostora.
—Claro que no...—dije.
No me dejó terminar porque con su mano me lanzó una masa de viento potente, la cual detuve con la mano. Ellos me miraron sorprendidos, especialmente ella porque de ser una impostora, no tendría los mismos poderes que ella.
Después comenzó a lanzarme bolas de fuego alternadas con masas de viento, lo cual me dejó impresionada porque yo no podía hacer eso. Sin embargo, las esquivé todas lo mejor que pude gracias a mi velocidad y me puse frente a ella. La tomé por los hombros y la agité un poco.
—¡Basta! —exclamé.
Pude sentir que mis ojos habían cambiado y sentí dos cosas puntiagudas entre mis dientes. Ella me miró espantada, pero no se apartó.
—¿Eres vampira? —preguntó.
—¿Tú no? —pregunté confundida.
—No todavía —dijo.
Mi atención se dirigió inmediatamente a su mano derecha y vi que tenía la marca familiar de los Wells, lo cual me hizo dar un paso hacia atrás inmediatamente.
—¿Eres banshee? ¿Tienes el control? —pregunté.
—Desde pequeña —dijo.
—¿Quién te ayudó? ¿Tus padres dónde están? —pregunté.
—¿Quién eres? —preguntó ella—. Claramente estás haciéndote pasar por mi.
—No, no me hago pasar por ti —dije—. Necesito ayuda.
—Claramente —respondió ella.
—¿Qué te pasó? —preguntó Adam—. Tal vez te podemos ayudar.
Miré a los tres chicos y luego a mi otra yo indecisa. No sabía si era buena idea pedirle ayuda exactamente a ellos, pero no me quedaba otra. Además, eran la otra versión de las personas en quienes más confiaba.
Me llevaron al salón de la academia y mi otra yo me dijo que debíamos esperar a que los demás llegaran porque usualmente su grupo de amigos se cuentan absolutamente todo. Eso, de alguna manera, me hizo sentir en confianza y un poco más cómoda. Además, Mia se había calmado un poco y ya no era tan agresiva conmigo.
Camille, Daniel y Will entraron al salón, mientras reían y bromeaban. Cuando me vieron, se quedaron totalmente callados y miraron a la otra Mia totalmente confundidos. La siguiente en entrar fue Cristal, quien nos miró extraño, pero no preguntó nada. Fue hasta donde estaba Will, le dio un beso en la mejilla y luego lo abrazó. Ambos se miraron muy sonrientes y noté que claramente había algo más allí por la forma en que sus ojos brillaron al verse.
Después de eso, llegó Jasmine, quien saludó a su hermano y a todos los demás hasta llegar a mi lado. Momentos después, se dio cuenta que habíamos dos versiones de una misma persona y dio un pequeño grito.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Ella nos explicará ahora —dijo Mia apuntándome.
—¿No esperaremos a nadie más? —pregunté.
—No. Somos todos —dijo Mia.
—¿Dónde está Tristán? —pregunté.
—¿Quién es Tristán? —preguntó Jas.
—Tu hermano —respondí.
—Adam y yo somos los únicos —dijo Jasmine confundida.
Me quedé callada y pensativa por unos segundos, imaginando qué pudo haber cambiado en el pasado para que Tristán no estuviera aquí hoy con nosotros. Se sentía muy raro no tenerlo entre todos nosotros, especialmente porque era muy extraño no verlo con sus hermanos.
—¿Tu madre está viva? —pregunté a Mia.
—Sí, ¿que tiene que ver con aquel Tristán por el que preguntas?
—¿Alguna vez fue mujer lobo?
—¿Mujer lobo? ¿De qué hablas? ¿Por qué sería mujer lobo si ama ser elemental? —preguntó Mia.
Todos allí me miraron raro y yo suspiré, intentando dejar mi mundo atrás. Tenía que encontrar a algún hermano de Declan, así que les conté solo lo necesario para que supieran por qué estaba aquí. A pesar de que me miraron muy raro cuando llegaron, mi historia no les sorprendió para nada porque les había pasado algo similar y estaban muy conscientes de todo acerca del viaje en el tiempo y las diversas dimensiones, solo que jamás imaginaron que verían a alguien de otro mundo aquí.
—¿Blas es igual de idiota en el otro mundo? —preguntó Camille riendo.
—¡Oye! —dijo él quejándose—. Eres la peor amiga que pudiera tener.
Sonreí alegremente y me sentí mucho mejor de saber que estos dos eran igual de molestosos aquí.
—Entonces, pueden ayudarme —dije—. ¿Hay alguno de ellos aquí?
—Sí —respondió Cristal—. Declan lo mantuvo escondido y a salvo hasta que alguien pudiera venir por ellos.
—¿Jamás pensaron en enviarlos con la dimensión de ustedes? —pregunté.
—No tenemos el control para viajar a otras dimensiones —respondió Camille.
Lo que más duda me causaba era que si Tristán no existía aquí, ¿entonces quién salvó a Camille y Cristal de Daniel? ¿Quién es el remplazo de él como parte de la dimensión de la piedra elemental? ¿Quién logró salvar a Jasmine y a Adam de la infección que Cora causó?
Cada acción e intervención del pasado cobraba un real significado para nuestro presente y supongo que aquel específico cambio en el pasado que hizo que Tristán no naciera cambió muchas cosas.
—¿Van a ayudarme? —pregunté esperanzada.
—Es lo que hacemos —dijo Adam—. Salvar el día es casi nuestro trabajo. Algún día lo haremos oficial.
—Muchas gracias, de verdad —respondí.
—Oh y esta Mia es vampira —dijo Blas sonriendo.
Todos allí hicieron un sonido de sorpresa. Unos me miraron asustados, otros sonriendo o simplemente con una expresión normal. Si esta Mia no era vampira, entonces Isabella nunca la mató.
—¿Quién te puso el nombre Mia? —pregunté.
—Yo, pero mi nombre real es Aurora —dijo ella—. La primera palabra que dije fue ''mía'' por una muñeca que tenía y mi tío Christian comenzó a llamarme así.
Supongo que algunas cosas están destinadas a pasar de una manera u otra aunque las circunstancias sean totalmente diferentes. En mi caso fue Isabella quien me puso Mia, el nombre con el que siempre me identificaré aunque me recuerde a la persona que odiaré por el resto de mi vida.
—Podemos llevarte en un portal hasta Atalana si deseas —dijo Camille.
—Eso es buena idea porque no quiero conducir —dijo Cristal.
—Pero en Atalana no hay magia. No podemos ir en un portal hasta allá, solo a la frontera —comenté.
—¿Que no hay magia? —preguntó Camille—. Eso debe ser en tu mundo porque aquí es la ciudad con más magia que existe.
—Osea que jamás viajaste a 1835 —dije.
Ella me miró extraño y finalmente negué con la cabeza para que no preguntara nada.
Eso tenía algo de sentido porque Camille desapareció cuando enfrentamos a mis abuelos, mamá murió, luego apareció Arturo y el resto es historia. Si los Green jamás los atacaron aquí, entonces no hubo tal batalla o tal vez sí, pero de una manera diferente. Me preguntaba cuántas otras cosas eran tan diferentes aquí, pero no quise preguntar más porque me confundiría mucho más de lo que ya estaba.
Cristal y Camille fueron las que me acompañaron para poder ir a buscar a alguno de los hermanos de Declan. El portal que Cam hizo nos transportó directamente a un pasillo iluminado con focos de color rojo que me pareció escalofriante. Cristal abrió la puerta frente a nosotras, revelando una casa nada acogedora, adornada con sillas negras y cortinas rojas. En el centro de la primera habitación había un circulo dibujado con otras formas a su alrededor, lo cual me erizó la piel de los brazos de tan solo verlo.
—¿Qué les pasó? ¿Están bien? —preguntó Declan saliendo de una habitación a la izquierda.
—Vienen a buscar al niño perdido —dijo Tal riendo.
Declan me miró inmediatamente y notó que yo no era la Mia de este mundo; sin embargo, no lo vi sorprenderse. Lo único que hizo fue mirarme detenidamente como si estuviera buscando intimidarme o algo por el estilo, pero ni siquiera me moví de donde estaba.
—Traje la cena para hoy —dijo un hombre entrando a la casa.
Su cabello era negro y muy largo, casi a la cintura y lo tenía amarrado en una coleta. A los costados de su cabeza tenía rapado con una lineas. Su piel lucía algo tostada como si fuera constantemente a la playa a tomar sol y me dieron ganas de tocarla por lo suave que lucía.
Era un poco más alto que Declan y también más fuerte. Pude ver sus músculos tensarse bajo la tela de su camiseta cuando cerró la puerta tras él y como sonrió cuando nos vio a las tres allí.
—¿Qué les pasó ahora? —preguntó curioso.
—Adlai —dijo Declan—, viene por ti.
Adlai tragó duro y tensó la mandíbula, tanto que juré haber escuchado sus dientes sonar. Al ser vampiro puedo escuchar hasta las cosas más imperceptibles, así que los demás ni lo notaron.
—Tú eres ella —dijo Adlai.
Dejó las bolsas y las llaves en el suelo para acercarse a mi de inmediato.
—¿Quién? —pregunté.
—La chica que veo en mis sueños. Estoy seguro de que eres tú. —Tomó mi mano y la acarició suavemente.
La aparté de inmediato y me alejé un poco porque me sentí pequeña y vulnerable a su lado.
—¿Cómo sabías que no era nuestra Mia? —preguntó Tal—. Nunca le dijiste nada de tus sueños a nuestra amiga.
—Porque sentía que no era tu amiga —respondió él—. Pero al ver a esta chica ahora, lo sentí de inmediato.
—Claramente jamás te había visto, pero lo importante es que debemos volver ahora —dije nerviosa—. Te daré unos minutos para que te despidas.
Me alejé de todos ellos para que tuvieran un momento en privado y me puse a pensar en el portal que me trajo hasta aquí. No sabía como hacer para que apareciera, pero supuse que la piedra del collar me podía ayudar. Además, el poder de la mente lo es todo, ¿no?
De la nada, las voces comenzaron a susurrar una y otra vez advirtiéndome que debía tener cuidado al volver. Una sensación de muerte me invadió el cuerpo y sentí miedo porque en lo único que pensaba era en el demonio y lo destructivo que llegaría a ser si no lo deteníamos.
¿Qué pasa si atacó a todos mientras no estábamos? ¿Qué pasa si ya había matado a los demás? ¿A Christopher? ¿A Blas?
El solo pensar en Christopher o en Blas muriendo en manos de aquella criatura me hizo querer salir de allí corriendo para poder protegerlos. Sentí rabia y unas fervientes ganas de beber sangre, pero tuve que controlarme para no dañar a nadie aquí. La verdad no recordaba cuándo fue la última vez que me alimenté.
Fui hasta la puerta de entrada y la abrí lo más rápido que pude, revelando un portal tan negro que no se veía absolutamente del otro lado.
—Supongo que llegó la hora —dije.
Adlai se detuvo a mi lado y me miró expectante. Tomé su mano y sentí lo tibia que estaba en comparación con mi piel que estaba mucho más fría porque no había bebido en un buen rato. Por un momento me paralicé y no quise cruzar, pero él avanzó y tuve que seguirlo me gustase o no.
***
¿Qué tal? ¿Creen que lo que sintió Mia como banshee sea algo real o solo una advertencia? ¿Qué creen que cambió en el pasado para que Tristán no haya nacido?