𝘾𝙊𝙍𝙍𝙐𝙋𝙏 ╏RC9GN'×Lᴇᴄᴛᴏʀ...

By Miss_lrh_incoherente

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Mudarse fue solamente el comienzo para desgarrar ese pequeño deseo inevitable. ________________ ____________... More

𝐔𝐍𝐎
𝐃𝐎𝐒
𝐓𝐑𝐄𝐒
𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎
𝐒𝐄𝐈𝐒
𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄
𝐎𝐂𝐇𝐎
𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄

𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

925 98 32
By Miss_lrh_incoherente

[P. O. V Narrador Randy Cunningham]:

Retiré la máscara bruscamente, y me lamenté de todas las formas múltiples posibles. El momento del acto causó emociones terribles y dolorosas, quise soportar un quejido pero no conseguí mucho. Ni con toda la delicadeza lograría remplazar el tacto que me hacia falta para retirar el grito soltado. Alarmarme fue inevitable cuando escuché la fuerza con la que ejerci el sonido desgarrado en dolimiento. Temblé, porque sabía el efecto que eso podía causar. Era terrible en todos los aspectos imaginables.

Quería golpear el espejo, ponerlo como mentiroso al exponerme de esta manera muy pésima. Pero la realidad es algo imborrable, y lamentablemente lo aprendí a las malas.

El llamado de mamá para cenar llenó mi cuerpo de puro terror, temblé a pesar de aún tener los sentidos agudos y alertas, corrí en un desesperado movimiento hacia la puerta, asegurandome de ponerle seguro al cerrojo con nerviosismo. Escuché sus pasos, acercándose. Me recosté de lado sobre la puerta, la angustia de que sospechará comenzó a surgir fuertemente.

Había sido una batalla difícil, cada día los traqueados eran en mayor número. Si con las habilidades y consejos del Nomicon no era suficiente entonces no había nadamás que decir. Le dí poca importancia a los impactos o rasguños en el traje, ahora le daba toda me atención imponente por una escapatoria. Una salida, algo que me detuviera de llegar a la raíz del problema.

Tomé aire, porque sabía que solo eso evitaría ahogarme de un descontrol emocional.

- Hijo, ¿te sientes bien?

Con el hilo de voz que tenía, prometí fuese capaz de no flaquear, como si aún tuviese la oportunidad de llorar y confesarle mi dolor. Pero aquello, pondría en riesgo demasiado. Me sostuve a sabiendas, era algo de valor proteger su ingenuidad respecto a mi estado. Era lo mejor en mi mente para entonces, estaba atado de manos, tampoco podía hacer mucho con eso.

- Estoy bien, mamá. Solo... me duele el estómago, seguramente fue algo que comí en el almuerzo. Se me pasará - me hice sonreír, a pesar de que ella no estuviese mirándome. Un instinto me obligó a mentirle de manera amarga. Una mentira blanca por una causa mayor.

- Randy, debiste decirme desde que llegaste. Te traeré medicina.

- No, má. Tranquila, no hace falta - insistí. Tentado por no caer en los cuidos y mimos maternales que me ofrecía con total libertad de elegir. Tuve que abstenerme, rechazando la oferta. Mi vista viajó hacía los rasguños en mi brazo, un moretón en el codo. Pasé saliva, nervioso por volverme a fijar en ese detalle que me alteraba.

- Voy a preparar una sopa de vegetales. - anunció antes de dar pasos decididos en actuar de inmediato, sin importar mi contradicción.

Cerré los ojos, con el enorme alivio de que por lo menos tendría tiempo para ingeniarmelas y pasar desapercibido ante ella. A pesar de que tuviese el instinto maternal a su favor, por fortuna no consiguió acertar.

La buena noticia era, que el frío de la noche me daba cierta ventaja. Fui capaz de cubrir los golpes en mis extremidades con ropas abrigadas. A excepción del ojo de dálmata que se notaba a millas.

Ante eso, solamente me ví con la alternativa más fiable que me quedaba.

Entré en la habitación de papá, y, rebuscando entre los cajones de ropa. Encontré lo que necesitaba, me parecía la idea más brillante para ese entonces, además la falta de creatividad para encubrir el moretón me llevó a observar los lentes de sol entre mis manos. Analizando en unos cortos segundos mi fantástica ruta de escape. Me las coloqué con una balanza entre confianza e inseguridad presente.

Pasando de largo el pasillo. Silbando en alto delatando con eso, me encontraba en un manojo de nerviosismo al temor de ser descubierto. Llegué a la cocina con la mentira de mi estado natural.

No fue suficiente tomar un plato relativamente a una velocidad estúpida, logrando ponerme como todo un torpe a un nivel impresionante. Superé mi récord, pensé fastidiado de hacerme notar con tanto espectáculo. Serví un poco de comida a diestra y ciniestra, no me dí tiempo para concentrarme en la porción tomada, mi misión era huir.

Pude leer en su mirada la pronta rareza que le causé. Y antes de que lograra preguntar yo avancé un paso adelante:

- Tengo mucha tarea pendiente, comeré mientras la termino - le hice saber, escapando a la mitad del éxito.

- Randy. - llamó, condenandome la suerte.
Había afirmado sin duda alguna, que lo había hechado a perder. Por supuesto, Randy su hijo estudioso. Claro, era muy creíble - ¿Por qué estás usando lentes de sol?

Una medía vuelta, con los nervios recorriendo de aquí para allá. Sentí mi mala suerte desde lejos. En una batalla hubiese sentido menos presión, y para ser precisos, con las interrogantes que gritaban un: más te vale conestestes con la verdad. Era difícil analizar cualquier movimiento.

Tanteando que podría salvarme, concluí que un novato, siempre tiene que ingeniarse:

- Porque, me siento cool así...- trás un pestañeo incrédulo, repenso que si su hijo se encontraba cuerdo para no afligirse, de antemano, arrepentirse de su falta de compresión a mi anormalidad.

- De acuerdo...- dejó de lado teorías sobre mi mentalidad, absteniéndose a otro comentario. Tal vez relatarle muchos golpes en la cabeza y una explicación de mis azañas que he tenido le ayudarían a comprender, más no era la primera opción a tomar. Continuó afanada en la cocina, ordenando algunas vajillas, mientras yo aprovechaba a huir.

La suerte jugaba un buen papel en mi vida para ese entonces.







Llegué a considerar ideas absurdas, alocadas. Tomar prestado el polvo de mamá para camuflar ese golpe en mi rostro, inclusive uno que otro detalle que se diera a resaltar. Pero al final, acudí al recurso de caminar entre los demás con los mismos lentes oscuros, cubriendome con mi chaqueta y la gorra extra, pretendía mi mejor escape.

Claro, excluyendo las risas mal disimuladas y miradas burlonas a mi al rededor. Todo seguía bien.

El verano estaba provocando secuelas terribles, durante el día todo se mantenía a una temperatura calurosa, mientras que las noches eran más frescas, el clima había tenido malos cambios en último momento. Este caso dejaba desfavorecida mi situación. Quería mantenerme con una mentalidad fría, probablemente esperanzado a que mi cuerpo se creyera el chiste y no continuará sudando como langosta en una olla.
¿mal inicio de semana?, sí. Hubiese esperado que el fin de semana hiciera algún truco para las heridas que se negaban a borrarse hasta tal vez, un buen tiempo.

Luego estaba Howard, enviando mensajes a cada minuto, comentando que le urgía llegará a acompañarlo en clase de química, de lo contrario ninguno trabajaría con el otro en manera cómplice. Por lo cual, apresuré el paso desganado que tenía anteriormente.

No lo mal interpreten, llamemoslo: estrés. Había más responsabilidades acumuladas y tediosas, a veces era desiquilibrado tratar de hacerme cargo de mi vida y a la vez aguantar el precio del heroísmo. Una responsabilidad, y con una mente juvenil que solo piensa en diversión, ese término no aplica.

Iba con los mil pensamientos junto a mí. Hasta distraerme con un doble sonido que acompañaba el eco de mis pasos, en plena carrera me volví hacia atrás. Viendo a una chica en la situación que daba pinta de compararse a la mía.

- También con prisa, eh - yo, honestamente no tenía la intención de usar otra técnica más que la conocida por la mayoría de chicos, y que implemento casi siempre: simplemente observar a la chica. Con la perspectiva de como era mentalmente, más cuando el caso da la vuelta contraria. No queda menos que continuar con la conversación que ella desató.

Mentiría al decir que no la recordaba, restaba decir que logré conservar mi memoria, que aún no fallaba a buen favor. La misma chica que limpiaba el salón la última ocasión dónde si bien recuerdo, recibí esos nuevos rasguños. Solo que, ahora ya no mostraba una expresión preocupada por mí, sino tal vez por el retraso en su horario.

A mi edad, uno considera muy afortunado que una chica de la palabra para iniciar. Así que, hice lo sensato debido a la ocasión. Algo que me ayudará a, de alguna forma, mantener la posibilidad de seguir charlando.

Tenía un buen plan en mano, era obvio. Asentí con la cabeza y le sonreí levemente, casi al borde de concordar con su comentario al hecho de que compartíamos la misma situación que dependía de mucho, eso y el poco tiempo para reaccionar me cortaron las ideas. Mientras ella se perdía de mi vista en un salón despidiéndose rápidamente con un ademán, yo frene antes de terminar estampado en la pared de un pasillo, todo en el mismo momento.

- Presiento que, mi cuerpo tiene un vicio con los golpes - tampoco quería culparme, es decir. Para ser honestos, ninguna chica me solía dirigir la palabra por voluntad propia de no ser llevará puesto el traje y una espada en manos, ellas no tomaban la motivación.

Entre Randy y El Ninja, estaba claro quien era mejor casanova.

Lo desfavorable, y que sucedía por mera desgracia era soportar que el Nomicon se le antojará justo en un mal momento llamar. Sabiendo tenía varias cuentas pendientes con la profesora por llegar tarde a su salón, totalmente se volvía una burla a mi pésimo estado estudiantil.

Ante la prueba para decidir sabiamente, opté por entrar al baño, y esconderme en un cubículo mientras tomaba de mal humor al Nomicon entre mis manos. Una buena enseñanza, eso esperaba para poder marcharme.

Abrir las páginas de ese libro es decirle: adelante. ¿Que sermón toca recibir hoy?, y es que así era. El Nomicon no me daría alguna felicitación, rara vez lo hacía. Cabe recalcar que daba la sensación de una técnica de vigilancia silenciosa, yo actuaba, y de alguna forma el libro lo sabía, como si tuviese ojos en mi vida, aunque, puedo asumir que es una clase de conección conmigo. No lo sé, no podría explicarlo en palabras, El Ninja tiene muchos vínculos inclusive con las armas, había un lazo que unía todo.

- ¿Crees que debí invitarla a almorzar? - intenté despistar, puesto que él dragón gigantesco volando sobre mí, solo me hacía sentir igual a una presa a la que acechan antes de devorar. Él, mantenía el mismo movimiento, sin despegarme la mirada, la incomodidad empezó a escalar por mi ser - Entiendo, pero para mí es difícil ser directo con una chica ¿sabes? - bromeé, intranquilo.

Al instante, el dragón se detuvo. Solamente flotaba entre la brisa, parecía haber perdido el alma, su cuerpo seguía ahí, pero su mirar era quieto que no me hacía pensar en menos ideas que no fuese la posibilidad de que estuviese en algún trance.

Y la frase del día se hizo ver:

❛❛ El Héroe se mantiene en alerta. Pero nunca sabrá cuando será atacado hasta sentir el filo de la espada detrás de el ❜❜.

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