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Kim Cleo June
Soy un desastre andante y me especializo en arruinar todo.
Esa sería mi más sincera presentación en un currículum. Obviamente no conseguiré el trabajo, y en este caso, no conseguí el momento con Jeon. Hasta podría tener una maestría de ello. No puedo creer que algo que se supone iba a utilizar a mi favor resultó siendo todo lo contrario, no puedo creer que no pueda actuar normal frente a él.
Miraba mi ridícula imágen en el espejo recordando ese momento de hace apenas un minuto. Mis mejillas continuaban rojas, mis manos húmedas del sudor cumulado en ellas y mis pies se movían inquietos de arriba a abajo. Me siento con la necesidad de gritar como en un concierto de One Direction, ¡Y a mí ni siquiera me gusta One Direction!
Jeon, deja de hacerme decir estupideces.
No sé qué hacer o cómo actuar frente a Jeon de forma indiferente, no puedo cuando me mira así. Esos hermosos ojos me tienen encantada, hechizada de una forma sobrenatural. Me miraban tan...
¡Es imposible expresarlo!
Jeon JungKook tenía ese hechizo en mí; volverme ridículamente estúpida. Lo saben, porque vieron la estupidez que dije que arruinó el momento con el que derretí mi cerebro en construir.
Ni siquiera con Dane reaccionaba de esta forma, en esos momentos sí sabía ser fría y marcar distancia. Bueno, admito que con su prima fue algo distinto, pero todo fue luego de varios episodios que realmente me hicieron creer que él me hacía a un lado por esa preciosa rubia que, para peor, venía de España, lo que la hacía más exótica que yo desde mi punto de vista.
Por esto mismo digo que eres un idiota, Dane. Me hiciste aprender a sentir de una forma tan maravillosa como inquietante y aterradora. Porque sí, enamorarme me aterra en cierta parte, sobretodo cuando el sujeto es alguien como Jeon JungKook. No quiero otra herida, no importa que sea más pequeña que la enorme cicatriz que dejó Dane, simplemente no me gusta que duela.
Ver a Jeon besar a HaNeul y que me haya dolido, eso sí que no me gusta.
No logro decifrar sus actitudes; me odia, es cariñoso, vuelve con sus malas actitudes y ahora se disculpa. No entiendo qué es lo que quiere, o a dónde quiere llegar, y yo no quiero hacerme ilusiones.
Por más que quiera seguir indagando en mis emociones, me niego a querer llegar a una conclusión que no me guste o sólo me confunda más. Tampoco puedo pasar toda ni vida en el maldito baño, así que sólo saldré y esperaré que Jeon no me dirija la palabra.
Gracioso es que todo este tiempo estuve luchando y rezando para que lo haga.
Excelente, universo, siempre a mi favor.
Largué todo el aire que pacientemente recaude en mis pulmones mientras miraba mi mano a un centímetro de el pestillo.
Yo puedo.
Abrí lentamente la puerta sin intención de hacer ruido y esperando encontrar del otro lado a un Jeon dormido, aunque no haya sido mucho tiempo mi estadía en el baño. Permanecí quieta justo a mitad del marco de madera, mirando la masculina espalda de JungKook, quien estaba sentado en el otro lado de su cama con sus piernas abiertas, sus codos sobre sus rodillas y su cabeza abajo.
Inusualmente estático.
Cerré con un poco de cuidado la puerta, pero igualmente esta haría ruido, y espere la mirada de Jeon atraída por mi salida del baño. Pero no, no se inmutó ni un poco.
La molestia de sentirme ignorada me dio el suficiente impulso como para volver a abrir la puerta y volver a generar un ruido lo suficientemente alto como para estar segura de que él lo escuchó. Pero, nuevamente, ni un solo músculo pareció alterarse.
Ya cansada abrí y estampé la puerta contra el marco con fuerza, asegurandome de hacer un ruido molesto y ensordecedor para quien sea que estuviese cerca, siendo Jeon el único. Me arrepentí de lo hecho en cuento su espalda se enderezó y sus ojos se posaron en mí.
A esto me refiero cuando digo que él me hace ridículamente estúpida.
—Hola. —fue lo único que me vi capaz de decir.
Diría que es un momento cómico si no fuera porque la mirada de JungKook no detona ni una pizca de emoción.
—Hola. —murmuró para volver a su pose inicial, sumando que ahora peinaba y desordenaba sus cabellos.
Inusualmente callado.
Caminé y pasé a su lado yendo en dirección a mi cama, extrañada por su repentino cambio de comportamiento, aunque de por sí ya era raro. Detuve mi andar frente a él al notar esa perdida y afligida mirada.
Esto es muy raro.
—¿Estás en las nubes, Jeon? —me atreví a iniciar una conversación partiendo de su aparente actual estado.
Sus ojos me observaron fugazmente para volver a contemplar el piso.
—Mañana volvemos... —comenzó a hablar, ignorando mi pregunta. Otra vez una mueca de confusión se representó en mi cara— ...a nuestras casas.
Aquello último resonó en mis oídos y mente, tratando de comprender qué tan malo es eso debido a la forma en que lo dijo.
Se ve triste, como si no quisiera volver...
De inmediato recordé la casa de Jeon, no sólo extraña y oscura, sino que también habitada por una mujer un tanto...¿violenta?, ¿irascible?
Cual sea la situación en la que esté él con ella, no parece ser muy buena.
—Que emoción, ¿no? —hablé con un tono más animado a pesar de estar consciente de que para Jeon no parecía ser algo bueno. Sabía que preguntar directamente no serviría de nada, por el simple hecho de que ya lo he intentado, pero tal vez así pueda hacerlo soltar algo— Por fin dejaremos de estar rodeados de estos idiotas, ¿no estás feliz?
Volvió a hacer silencio, permaneció en su lugar unos segundos y sin nada que decir, se levantó.
—Olvídalo. —fue lo único que dijo con intención de evadir el tema. Iba a pasar de mí, pero yo ya estaba harta de eso, así que tomé su brazo en impedimento de que se fuera.
—¿Está todo bien?
—Sí. Pero debo ir... —jalé de su brazo interrumpiendo lo que sea que fuese a decir.
No quería volver a dejarlo irse cuando sé que no se siente bien.
—Te lo preguntaré una vez más, ¿está todo bien? —repetí en espera de una respuesta sincera— Y antes de que lo digas, sí, me importa. ¿Qué te pasa? —pregunté nuevamente al no estar recibiendo respuestas de su parte.
—No es nada, Kim.
—Detesto que me mientan en la cara, Jeon. —advertí antes de que se le ocurriera volver a utilizar una excusa barata. Waw, que frase tan hipócrita de mi parte— Deja de fingir aunque sea un segundo.
Quería que de una vez dejase de intentar hacerse ver como un chico rudo y malo.
Elevé mis manos para rozar la suave y blanca piel de su rostro con las yemas de mis dedos. Él cerró lentamente sus ojos para sentir el leve tacto de mi parte. Ahora mis manos acunaban su rostro mientras yo dejaba escapar una sonrisa que me hacía ver como una boba enamorada.
Una mano de Jeon fue a mi muñeca y devolvió cada caricia dada por mí en ella. En cuanto volvió a abrir los ojos fue recibido por esa sonrisa de estúpida que aún tenía plasmada en la cara.
—Fue mi madre. —susurró en un tono más grave. Ladeé mi cabeza sin entender a qué se refería— El golpe en mi labio, fue mi madre. —repitió, esta vez la frase más completa. Al instante recordé la herida que cargaba en su labio desde el primer día y que ahora era casi indetectable.
Eso confirma que la loca y extraña mujer de aquella vez sí era su madre. Pero ahora lo más importante es la situación de Jeon.
Mi cara se transformó en una mueca tan triste como la suya con tan solo pensar en qué le hizo esa mujer, y qué cosas más le habrá hecho. No quiero saber que Jeon esté sufriendo algún tipo de maltrato doméstico.
Luego de dejar salir aquellas palabras sus ojos comenzaron a teñirse levemente de rojo y podía escucharlo tragar saliva muy sonoramente. Hablar del tema no solo debe disgustarle, sinó que también dolerle.
—¿Ella te lastima? —pregunté acariciando con mis pulgares y de forma suave sus mejillas, impulsandolo a responderme.
—De muchas formas... —masculló con un pequeño temblor en su voz.
Se sigue conteniendo, es muy evidente para mí que quiere llorar. Pero no quiere hacerlo frente a alguien, mucho menos yo.
—Está bien, Jeon. No me burlaré si lloras. —di una pequeña y dulce sonrisa que le hiciera entender que estaba seguro.
—Yo no... Debo irme. —insistió, retirando mis manos de su cara y alejándose un paso atrás. Antes de siquiera dejarlo dar otro rodeé con mis brazos su nuca para acercar y tocar su frente con la mía.
Mi acto pareció inmovilizarlo.
—No huyas de mí, Jeon. —dije sin deshacer el pequeño abrazo— No voy a preguntar nada si no quieres. Pero deja de contener eso que te duele tanto.
Mis palabras fueron un botón que desató todo lo que llevaba dentro.
Apenas Jeon volvió a cerrar sus ojos, una lágrima se derramó lentamente de su ojo izquierdo. Cerraba ambos con fuerza, atormentado de todo lo que debe perturbar su mente.
Asumo que a pesar de todo, debe darle vergüenza llorar frente a alguien. Entiendo como se siente, porque hasta el día de hoy también soy así.
Es tan confuso y asfixiante el sentimiento de querer tener a alguien para llorar, pero a la vez sentir vergüenza de ello. Es difícil confiar en alguien para mostrarle tu vulnerabilidad.
Separo nuestras frentes y dejo su cabeza reposar sobre mi hombro, mientras continúo abrazándolo y proporcionándole tiernas y reconfortantes caricias en la parte baja de su cabeza, enredando en ocasiones mis dedos en su cabello. Sus brazos rodean mi pequeño cuerpo, en comparación al suyo, y se aferran con fuerza a mí.
Se nota lo necesitado que estaba de un simple abrazo real, de desahogarse aunque sea un poco. Lo más seguro es que ni siquiera HaNeul sepa qué tan mal se sienta Jeon, que ni siquiera ella le haya dado el abrazo que él tanto necesitaba.
—¿Mejor? —pregunté en cuanto noté que su respiración se había apaciguado y su llanto cesado. Lo sentí asentir sobre mi hombro y lentamente lo separé de él para volver a tener su cara frente a mí.
Sus lindos ojos brillaban más de lo normal debido a todas esas lagrimas que ahora también empapaban en totalidad sus mejillas. Todo su rostro estaba rojizo, sobretodo la zona de sus ojos.
Sonreí enternecida por tan linda imagen de un JungKook sensible y procuro analizar cada detalle con cuidado para guardarlo en mi mente para siempre. Levanté ambas mangas de mi chaqueta deportiva y con ellas sequé todo rastro de lágrimas. Una pequeña sonrisa también se asoma en su cara y suavemente baja su cabeza hasta volver a unir nuestras frentes.
—Gracias... —susurró a tan corta distancia de mis labios— ...y lo siento.
—¿Por qué? —pregunté al no entender su disculpa si ya hace rato lo había hecho.
—Por besarte sin tu consentimiento. —explicó. Si tan sólo supiera que hace tiempo tiene ese consentimiento— Aunque admito que no estoy arrepentido.
Su revelación volvió a encender mis mejillas. Sentí el cosquilleo en mi vientre y sólo me vi capaz de decir una sola cosa con toda la sinceridad del mundo.
—Yo tampoco.
Mentiría si dijera que ahora mismo no quería volver a besarlo. Sí, quería volver a sentir sus labios, y aún más que la última vez. No me daba vergüenza admitirlo en mi mente, una lástima no poder decírselo a él.
¿Es normal que este lado tan frágil de Jeon me den el impulso y las ganas de abrazarlo, protegerlo y cuidarlo de todo? Esas mejillas tan rojitas me mataban de ternura.
Yo esperaba paciente una acción de su parte. Si él me besaba, yo no me opondría. Pero él parecía en mi misma situación, él parecía esperar a que yo de el primer paso.
No me atrevo.
Mis pies comenzaban a cansarse se estar tanto tiempo ahí parada, aunque ignoraba eso, ya que estar así de cerca de él compensaba todo aquello. Estar así con JungKook valía y compensaba cualquier cosa.
¿Para qué negarlo? El chico sí me traía a sus pies.
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