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Kim Cleo June
Jeon ya no estaba en cuanto desperté, su cama estaba vacía y arreglada. Suspiré con tranquilidad, dejando salir todo el estrés acumulado.
Es bueno despertar sin él, me ahorro toda la tensa situación. Di media vuelta y hundí mi cara en la almohada mientras otro suspiro, esta vez más ronco y ruidoso, salía desde el fondo de mi garganta.
¿Por qué estas cosas sólo las sufro yo?
Me preguntó cómo sería mi vida aquí sin la pequeña y diminuta, pero puntiaguda, filosa y molesta piedra llamada HaNeul. ¿A quién engaño? Esa mujer es una avalancha entera. Las cosas con Jeon no serían tan estúpidamente difíciles si no fuera por ella.
Hoy era nuestro último día aquí, y todos lo aprovecharían para jugar, saltar, mojarse, lo que sea que les parezca divertido.
Yo estaba junto a JiMin, sentados ambos en el piso viendo a EunRin y JungYul chapotear en la orilla del agua con sus pies descalzos. YoonGi, SunKo y HoSeok estaban más apartados de nosotros conversando entre ellos.
JiMin me hablaba de lo más animado sin percatarse de lo molesta que estaba con él. Porque sí, sigo ofendida porque no me contó que le gusta alguien que, repito, es de las cosas más básicas en amistades.
Tal vez JiMin esté enamorado de una ñoña o lo que se considera una perdedora y le de vergüenza. Pero, ¡vamos! yo no me burlaré de sus gustos por más ridículos que sean. Sea como sea, me siento ofendida.
—Por cierto, CJ... —su tono de voz había cambiado tan drásticamente que había llamado mi atención. Di un movimiento de cabeza en señal de que continuase— Necesito pedirte un favor, no sé como te lo tomes... Es decir... Yo... —comenzó a divagar cosas sin sentido, lo cual me desconcertó un poco, ya que hace rato estaba hablando de lo más bien.
—Sólo dime qué necesitas. —le sonreí dándole pie a que soltara lo que sea que me quisiese pedir.
¿Cuál es la necesidad de estar tan nervioso? ¿Qué tan malo puede ser?
—Yo... —si decía «Yo» una vez más iba a tener verdaderas ganas de matarlo— ¿Recuerdas que te hablé sobre mi padre?
Lo había olvidado, JiMin dijo que la llegada de su padre no había sido tan mala como creía y que al final habían hecho las pases, o algo por el estilo. El punto es que se supone que ahora todo está bien entre ellos, así que no sé por qué sacar el tema ahora.
—Sí, dijiste que te había ido bien hablando con él. —resumí recordando sus palabras.
—Pues... —rascaba su nuca, dándome indicios de lo realmente nervioso e incomodo que estaba por seguir hablando— No está del todo bien, en realidad.
—¿Cómo?
¿Otra cosa más que me oculta? Diablos, JiMin.
—Estamos lejos de entendernos. —confensó— En la cena discutimos, una cosa llevó a la otra y terminé por decir que tengo novia, y ahora papá quiere hacer una cena para conocerla.
—Cielos... —comenté asombrada— Un momento, ¿tienes novia?
La cabeza comenzaba a darme vueltas.
—No, CJ. —dijo obvio— Ese es el problema, no tengo una chica para presentarle esa noche.
—Ya entiendo por dónde vas. —exclamé con una sonrisa y el me la devolvió al creer que íbamos por el mismo camino— Quieres que entreviste a chicas y encuentre a una que te sirva para presentar. —inmediatamente su cara decayó— Descuida, haré un par de volantes y pondré anuncios en internet. Tendrás a tu chica en menos de...
—No es eso a lo que me refería. —interrumpió— Te quería pedir a ti que asistieras a esa cena.
Sentí cada gota de sangre en mi cuerpo detenerse junto a mi respiración. Mi mente era lo único que trabajaba en estos momentos, pero iba tan rápido como en un ejercicio matemático. Intentaba procesar lo que acababa de decir, pero simplemente no le encontraba su lógica.
¿JiMin quiere que me haga pasar por su novia?
—¿Cleo? —preguntó al ver que estaba hecha literalmente una estatua.
—¿Te acabas de escuchar? —respondí de su misma forma. Él me miró confundido— JiMin, ¿cómo quieres que yo me haga pasar por tu novia? Será un desastre.
Hello, soy Kim Cleo June, sinónimo de problemas y más problemas. ¿Cómo espera presentarme como su novia sin correr el riesgo de que se le caiga un candelabro en la cabeza?
—Vamos, CJ, solo será por esa noche. —insistió.
—¿Por qué no se lo pides a SunKo o EunRin?
—Son las chicas de las que mis dos amigos están enamorados, no les pediré algo como eso a ellas.
—Es que... ¡Aaahg! —solté disgustada— ¿Cómo es que una discusión por tu futura carrera termina en que tienes novia?
—Porque... —desvió su mirada avergonzado— Porque papá dijo que el baile es para... gays. N-no es que sea algo malo, pero yo no lo soy. Y para demostrarle lo contrario dije que sí tenía novia.
De acuerdo, eso sí me hizo enojar. ¿El baile es para gays? ¿Qué importa una estúpida orientación sexual? Para peor, usar algo como eso para humillar y disminuir a su hijo.
Pero claro, Corea.
—Bien, de acuerdo. —accedí sin dudar— Asistiré a esa estúpida cena.
No puedo creer que voy a hacer algo como esto.
Sólo por ti, JiMin.
...
El día pasó algo rápido y ni siquiera he visto a Jeon por ningún lado, por lo que deduje que ahora estaría en la habitación o baboseandose con HaNeul. Si es la segunda, rezo porque al menos no sea bajo mi mismo techo.
Ya había oscurecido y todos seguían afuera oyendo música y algunos bailando, pasando la última noche aquí. Yo en mi mente ya hice el baile de la victoria en cuanto terminé ese exámen, ahora solo quiero volver a casa. Me sentía estresada, sin mencionar que no he hablado con Dane y necesito hacerlo urgentemente.
Los chicos conversaban animados mientras yo los miraba hablar y discutir en algunas ocasiones sin mucho ánimo. SunKo y YoonGi eran protagonistas de la discusión, pues ella estaba enojada porque su novio insultó e intentó golpear a su compañero de habitación por, según YoonGi, «intentar tocarla inadecuadamente». Lo cierto es que el chico sólo chocó los cinco con Sun, nada del otro mundo. Pero YoonGi ya lo tenía fichado desde que comenzó este estúpido campamento.
Mientras ellos peleaban y HoSeok era un expectante entretenido, EunRin conversaba con Yul y JiMin sobre su signo zodiacal. Según internet, se supone que hoy encontraría trabajo.
Estar entre estos locos me vuelve loca a mí. Necesito dos cabezas para ser oyente de ambas conversaciones.
Ya cansada y con únicas ganas de dormir, decidí despedirme de todos con la excusa de un falso dolor de cabeza. Dejé escapar una buena cantidad de aire cuando ya no podía escuchar los gritos de EunRin exclamar que visitaría Egipto e Inglaterra como buen Sagitario que es.
Matenme.
Carente de animos, caminé con lentitud y arrastrando sutilmente los pies, pateando cualquier roca o rama que se me atravesase. No podía creer que ahora debía arreglarmelas para este fin de semana ser una buena actora frente al padre de JiMin.
Que nervios, con lo exigente que parece ser ese tipo, ¿cómo reaccionará cuando vea que su «novia» es extrangera? ¿Sería bueno o malo?
—¿Ya te vas? —oí la voz menos deseada en estos momentos provenir de mis espaldas, lo que causó un detenimiento en el andar de mis pies.
En realidad no es deseada en ningún momento.
—Sí, ¿y a ti qué? —hablé intentando aparentar desinterés en su presencia. Pero en el fondo me regodeaba ante la encantadora vista de sus fascinantes brazos que su camiseta, esta vez más ajustada a las que acostumbra usar, dejaba expuestos. Eso sí que me daba ánimos.
¿Por qué me distraigo en cosas tan estúpidas?
Él se encogió de hombros como respuesta a mi pregunta
—Es algo temprano, ¿no pasarás el rato con tus amigos?
—Estoy harta y cansada de tanto ruido, sólo quiero volver y dormir. —Jeon había dejado de mirarme, ahora su vista parecía estar divagando en el piso.
Permanecimos ambos en un incómodo silencio que no duró mucho tiempo, porque al darme cuenta de que no diría nada más di media vuelta para irme.
Caminé con la fastidiosa desilusión de la escasa e incomoda interacción que tenemos. Era imposible para mí hablar con él sin recordar el maldito beso y sonrojarme, ni siquiera sé que piensa él al respecto de eso y me hace sentir peor.
Antes era tan fácil como lanzarle un patético piropo que lo hiciera reír y terminaramos pegoteados, fastidiandonos el uno al otro. Ahora es... tan raro.
Me sentía extraña al no poder dominar la conversación como hasta hace poco podía hacer. Y aquí es donde me pongo a pensar; ¿Fue buena idea las decisiones que tomé anteriormente y hasta ahora?
No importa, ya hice lo que hice. Yo no suelo ser una persona reflexiba, no lo seré ahora.
El lado bueno es que mañana se acabará esta tortura y muy posiblemente ya no deba volver a dirigirle la palabra a Jeon.
Me maldije al sentir un malestar en...¿el estomago? ¿hígado? ¿riñón? No lo sé.
Salí de mi burbuja mental en cuanto me percaté de que mis pasos no eran los únicos que escuchaba. Deduzco que es Jeon, quien viene detrás de mí para irse posiblemente a dormir también. Para confirmar mis sospechas me detuve y volteé a verlo, él imitó mi acción y desplazó sus ojos para alinearlos con los míos.
Este sería el típico momento que utilizo para molestarlo y acusarlo de acoso. Pero ahora siento que bromear con él es dar pie a nuestro trato anterior que, aunque sí quiero que vuelva, es demostrarle que ya perdoné su actitud. Y no, yo debo mostrarme firme.
¿Cuántas veces he dicho eso a lo largo de mi vida y resultó un fracaso?
Soñar nunca está de más.
—¿Qué haces? —pregunté a ese inusual comportamiento de ir detrás de mí.
—Yo también estoy cansado y quiero dormir. —respondió sencillo.
Apreté mis labios en una fina línea y desvié mi vista de él junto a mi rostro para volver a caminar, tratando de ignorar por completo su presencia. Pero lo cierto es que es incómodo saber que lo tengo aproximadamente a un metro y medio de mí.
Se supone que cree el momento romántico, pero mi orgullo va, por mucho, más arriba que mi odio a HaNeul y mi ¿atracción? a Jeon. Como sea, no hablaré con él si no es él quien me habla.
¿Inmaduro? Puede ser. Pero, ¿cuándo no lo soy?
Llegando a mi destino mis ojos se dirigieron a la habitación de KiHyun, recordando que él y sus amigos no estaban habitando dentro de ella en estos momentos, lo que lo hace un momento perfecto para el «momento romántico".
Una lástima que no tenga intenciones de rebajar mi orgullo.
—En realidad... —la grave y apagada voz de Jeon había interrumpido por completo cualquier acción de mi parte, congelandome justo estando a un paso de entrar. Aclaró su garganta y mientras sus ojos se apartaban temporalmente de mí— En realidad, yo... quería disculparme. —susurró al final.
¿Jeon disculpándose? Ya lo había oído antes, pero esta vea es... no lo sé. Lo siento más diferente y parece... ¿arrepentido?
Jeon, deja de confundirme.
—¿Por qué? —pregunté queriendo torturarlo. Aunque también quería saber específicamente por qué lo hacía.
—Por todo lo de ayer. —dijo dando unos últimos pasos para estar frente a mí. Yo volteé y le devolví la mirada.
Sus oscuros ojos que me miraban desde más alto brillaban ante los míos, podía ver a través de ellos la sinceridad de sus palabras, o al menos yo quería creer que era sincero. Me parecería ilógico que él, teniendo un orgullo tan a la altura del mío lo dejase de lado por una broma.
»Y lo lamento si te lastimé. —me tomó desprevenida, y yo, sin entender, lo miré confundida.
Entendí el significado de esas palabras cuando me di cuenta que sus ojos ya no miraban los míos, sinó mis manos. Recordé la presión que Jeon había ejercido sobre mis muñecas cuando se vio molesto.
En realidad no fue la gran cosa, apenas las dejó rojas. Pero, aparentemente, a él no le gustó esa actitud de su parte, sea cual sea el daño.
—Oh, ¿esto? —pregunté con simpleza y bufé mostrando mis muñecas— No fue nada, apretas peor que un niño de kinder. De hecho, ni siquiera lo sentí porque eres... —mis palabras comenzaban a perder fuerza al verlo a él mirándome nuevamente y con una pequeña sonrisa por mi típica agresión a él— ...eres muy flojo...
¿Por qué no puedo ser firme e indiferente por una vez en mi vida?
No me culpen, con esos ojos cualquiera queda con su cabeza totalmente en blanco.
Ver esa linda sonrisa hacía que inconcientemente mis comisuras se elevaran aunque sea un milímetro. Mi cara comenzaba a calentarse al tenerlo tan cerca nuevamente, dejándome sentir esa cálida respiración en toda la superficie de mi rostro.
Estaba tan perdida en observar cada detalle de su cara que no me di cuenta lo fácil que era, lo fácil que es levantar las puntas de mis pies y tener un bello rose entre ambos labios...
Un momento...
¡Este es! ¡Este es el momento romántico que necesitaba! De acuerdo, debo mantener la calma y sólo...
—¿Que dirías si golpeo tu moto, rompo una porrista e incendio a TaeHyung? —mis palabras salieron por sí solas, sin ser procesadas, como si mi mente estuviese en piloto automático.
—¿Qué? —su rostro se frunció en una mueca al oír tal barbaridad de mi parte, alejándose de mí levemente. No fue hasta unos segundos después que recapacité y me di cuenta de la estupidez que acabé de decir.
—No...yo... Maldición. —maldije en voz baja— Ignora eso, yo sólo...
¡Mierda! ¡Arruiné el momento romántico!
—¿Cómo que incediar a TaeHyung? —preguntó desconcertado.
Sí, era muy ilógico lo que dije.
—No, no era eso lo que quise... —tapé mi rostro con mi mano nerviosa y me aparte de él— Debo ir al baño. Adiós.
Huí, como siempre, de la situación y vergüenza. Apenas atravesé la puerta del baño y la cerré con fuerza, dejé mi cuerpo reposar intranquilo en ella.
«Firme», sí, como no.
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