꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱
••••
Kim Cleo June
Esto es incómodo.
Tenía el ceño fruncido del señor Park sobre mí, desde que me vió podría decir que no le agradé para nada. Nadie decía nada; yo miraba a cualquier otro lado que no se acercase a la mirada fulminante de ese hombre, JiMin le dedicaba la misma mala mirada y la señora Hye solo sonreía.
En serio, el par de hombres se estaban asesinando sólo con los ojos.
—¿Qué eres exactamente? —oí la voz grave e intimidante del mayor.
Por primera vez lo miré directamente y sin entender lo que decía. ¿Cómo que qué soy? Ladeé mi cabeza en señal de no entender su pregunta.
—Nacionalidad. —respondió el con un pequeño tono de fastidio. Aparentemente es un hombre de perder la paciencia con facilidad— Mi hijo dijo que no eres de aquí.
—Soy de Estados Unidos. —contesté antes de impacientarlo aún más— Mi madre y yo somos de allí, mi padre es de aquí.
El interrogatorio se vio interrumpido por su esposa, quien pareció querer dejar de lado todo aquello e iniciar una conversación más relajada. Funcionó bastante bien, pues el padre de JiMin se retuvo de decir algo más hasta que llegó la comida, momento donde todo comenzó a marchar mal en cuanto escuché aquella voz cargada de sarcasmo.
—Que modales tiene tu novia. —lo dicho por el señor Park me desconcierta, por lo que volteo a ver a JiMin en busca de una explicación.
—Mi padre es el mayor, él debe dar la orden para comer. —susurró inclinándose a mí.
Lo había olvidado completamente, los modales a la hora de comer, modales de los cual no conozco ninguno. En toda mi vida en Estados Unidos nunca seguimos alguna costumbre coreana, mucho menos a la hora de comer. Papá ni siquiera me había enseñado sobre ello ya que nunca me vi en la necesidad de tratar con personas de aquí... hasta ahora.
Soy consciente de lo respetuosos que son aquí, pero no sé qué es una falta de respeto y qué no. No tenía idea de que comer sin permiso era uno de ellos.
—L-Lo lamento. —me disculpé bajando la cabeza y dejando los palillos a un lado— Es que aún no conozco mucho de aquí.
—Cariño, no seas duro con ella, aún es algo nueva en Corea. —asentí dándole la razón a la madre de JiMin.
—¿Y pretendes que ella críe a tus hijos? —preguntó incrédulo e ignorando a su esposa.
Juro que de haber tenido un vaso con agua me hubiese ahogado, con suerte no lo hice con mi propia saliva. Pero, ¿qué cosa dijo?, ¿hijos?
¿Este tipo es consciente de lo que acaba de decir?
Mi mirada buscó a JiMin nuevamente, pero podría decir que él estaba peor que yo.
—JiHyun. —la señora Hye regañó a su marido— Son jóvenes, no digas esas cosas.
—Apenas con mis veinte años y cursando mi carrera nuestra boda ya tenía fecha. Mi padre se encargó de comprometerme con una mujer capaz de mantener nuestro apellido en alto. —comentó para volver a dirigirse a JiMin— ¿Y tú quieres echarlo a perder de esta forma?
¿Se refiere a mí?
—Ya no son tus tiempos, papá. —JiMin hizo notar su molestia— Y créeme que no me interesa ese estúpido orgullo familiar.
—No vas a humillar a nuestra familia sólo por un maldito capricho, Park.
—Ya te dije que no lo es. —replicó él.
—Esa porquería del baile no te llevará a nada. —vi a JiMin tensar su mandíbula y apretar sus puños con fuerza ante las palabras de su padre.
No me gustaba el rumbo que estaban tomando las cosas.
—Señor Park, creo que...
—Tú cierra la boca y no te entrometas en asuntos familiares. —el severo y cortante tono de su voz verdaderamente me hizo callar.
Tampoco es como si pudiese hacer mucho más. Darle una contestación a este tipo haría empeorar la situación, sobretodo para JiMin.
—No te le vuelvas a dirigir de esa forma. —la voz molesta del pelinegro menor volvió a hacerse oír en mi defensa— Y es mi novia, tiene derecho a meterse.
—Déjame decirte, JiMin, que esta mujer no será parte de la familia.
—Tú no decides eso.
—Por supuesto que sí. —contradijo a su hijo— No solo será una pésima esposa, sino que también arruinará a tus hijos con esa apariencia.
Me daba rabia el descaro de este tipo al hablar de esta forma en mi presencia.
—¡No es un maldito accesorio! —levantó la voz, ya harto de las estupideces que salían de la boca de su mayor.
Pobre señora Hye, ahora se encontraba echada un poco para atrás y con la cabeza baja. Ella debe sentirse más avergonzada que cualquiera.
—No funciona ni como eso. —aseguró con seriedad, tanta que realmente me ofendió— La hija de los Lee aún no ha sido comprometida y tiene un buen potencial.
¿De verdad está diciendo algo como eso frente a quien se supone es la novia de su hijo?
—¡Eres un...!
—Cuida tu tono o no te gustarán las consecuencias.
Esto se estaba tornando agresivo, así que con una excusa cualquiera intenté salir de ahí.
—Yo... necesito ir al baño. —interrumpí la disputa nuevamente— Con permiso.
En cuanto me levanté no me dí cuenta de la mesera a mi lado y la empujé con fuerza, causando un estruendo debido a las copas de cristal rompiéndose en el piso.
—Cariño, ¿estás bien? —preguntó preocupada hacia mí la señora Hye.
Cuando volteé a asentir a su pregunta pude ver a JiMin tan preocupado como ella, y al señor Park cubrir su rostro con vergüenza. Me disculpé con la mesera, quien afortunadamente no se lastimó, y retomé camino al baño.
—Olvídate de esa extranjera, JiMin. —a unos metros de distancia pude escucharlo hablar— Es un completo desastre.
No puedo creer nada de lo que está pasando. ¿Cuánto tiempo fue?, ¿cinco minutos?, y ya lo arruiné todo.
¿Y cómo es eso de que arruinaré a sus hijos? Crio a un gato yo sola, me fui por una semana y no se ha portado mal. Además, Dane me ha dicho miles de veces que soy bonita.
Me frustraba la situación, sobretodo por el hecho de ser despreciada por extranjera.
Recordaba muchos años atrás, en Estados Unidos, yo teniendo que soportar los malditos comentarios racistas y para no meterme en problemas debía permanecer callada. Los tiempos en la escuela donde los mismos maestros me discriminaban y nadie hacía nada al respecto, ni siquiera mis padres. Era tan fácil como decir que quien buscaba problemas era yo, y ellos terminarían creyéndole a una autoridad como la maestra que a su propia hija.
Es el colmo tener que aguantar un mismo trato aquí.
Las lágrimas por la impotencia y el recuerdo de algo que me afectó tanto emocionalmente amenazaban con salir de mis ojos. Detestaba tanto esta situación.
Evité llorar como pude, sólo me faltaba correr el maquillaje y quedar aún peor. Dudo que esta cena se prolongue aún más, y en cualquier caso puedo simular el fallecimiento de mi primo segundo e irme de aquí.
Volví a la mesa y continué la cena intentando ignorar cualquier comentario racista que salía de la boca de ese tipo hacia mí. Yo sólo podía pensar; ¿Cómo algo tan lindo como JiMin puede salir de algo tan asqueroso como su padre?
Intentaba mantener mi boca cerrada para no dejar peor a JiMin, más de lo que lo hice. Pero mi paciencia tiene un límite, y eso fue algo que JiMin notó ante el último, para nada disimulado, insulto de su padre hacia mí.
—¿Sabes qué? Cleo y yo ya nos vamos. —con rabia se levantó de su asiento, tomó mi mano y con sólo despedirse de su madre me llevó a la salida.
—Lo lamento tanto. —me disculpe en cuanto ya estábamos afuera— De verdad, todo fue un desastre y por mi culpa...
—No. —me interrumpió— Descuida, no fue tu culpa. Tú discúlpame a mí, tuve que hacerte soportar las estupideces de mi padre. Ignora todo lo que dijo, es un idiota.
Y sí que lo era, pero de todas formas no podía evitar sentirme culpable. Porque aunque JiMin no lo quiera decir, fui yo quien arruinó la noche más que nada.
—Perdón por no haber podido ayudarte con tu padre. —dije dándole un abrazo que aparentaba necesitar.
JiMin debe ser el más frustrado en todo esto.
—Descuida, tampoco tenía muchas esperanzas. —se encogió de hombros con una sonrisa triste— Salió incluso peor de lo que me imaginé, pero es porque no creí que fuese a atacarte de esa forma.
—Aún así, me siento culpable por...
—En serio, está bien, Cleo June. —me sonrió— Sube, te llevaré a tu casa. —mencionó yendo en dirección a su auto.
—No, está bien. —dije negándome e ello— Prefiero caminar.
—CJ, ¿sabés cuántos kilómetros son de aquí a tu casa? —preguntó preocupado— No llegarás a pie.
—Descuida, sólo quiero caminar sola un rato y calmar mis ganas de partir la cara de tu padre. —intenté sonar relajada— Tengo dinero para tomar un autobús si me canso.
—¿Estás segura? Puede ser peligroso.
—Peligroso será para quien se me cruce.
Luego de despedirme de JiMin, él se montó en su auto y en cuanto dobló en la primera esquina y ya no era visible para mí, busqué en mi cartera el dinero. Tenía lo suficiente como para irme en autobús, pero también era lo suficiente como para comprarme una caja de jugo.
Difícil desición.
Es aquí cuando me paro a un lado de la acera y dirijo mi vista a la estación de autobús, deduzco que no tardará mucho en pasar. Ahora mi cabeza daba un pequeño giro y se me permitía ver una pequeña tienda.
¿Autobús o jugo?
...
Pateé una de las latas de cerveza que ensuciaban el pavimento mientras sorbía de la pajilla el delicioso jugo de manzana, inmediatamente me maldije porque casi me caigo. Más bien, debería maldecir a estos ridículos zapatos por no permitirme caminar.
Aquí vuelve el mal sentimiento de sentirme estúpida con esta ropa.
Esta noche fue un fiasco; dejé en ridículo a JiMin y a mí. Estos zapatos casi me matan en las tres veces que fui al baño, cosa que también me dejó en ridículo. Ni siquiera pude comer y me quedé con hambre. Y ahora no tengo dinero para volver en autobús. ¡Ah! Y no hay que olvidar el pequeño detalle de que el padre de JiMin me odia. No es que me afecte, pero aún así... auch, no soy querida por la familia de mi amigo.
El colmo sería ahora encontrarme con un violador y terminar en algún basurero de la ciudad. Con el humor que cargo ahora, y estos zapatos, dudo tener ganas de defenderme físicamente de alguien a pesar de lo que le dije a JiMin.
Luz roja. ¿Hay algo más con lo que me quiera golpear la vida?
Me paré en el borde de la acera a esperar que esa endemoniada luz que colmaba mi paciencia cambiase, pero como la vida me ama tanto, se tomó su tiempo.
Comencé a mirar mis alrededores en busca de algo entretenido, lo que sea, un perro vomitando, parejas discutiendo, la caída de un meteorito, cualquier cosa que pueda ayudarme a pasar el rato aquí. Es ahí cuando noto la «mirada» de un motociclista en mí, y uso comillas porque a través del casco no deduzco qué es lo que está mirando.
¿Por qué siempre tienen que ser motociclistas?
El chico estaba detrás de un auto que también esperaba por el bendito semáforo. Tanto su ropa como moto eran negras, lo cual lo hacía más misterioso. Lo miré tanto como supuse yo que él me miraba a mí, sin vergüenza de estar posiblemente equivocada y que tal vez se sienta incómodo de mi mirada.
Vuelvo a sorber de mi jugo en cuanto pienso; sospechosamente familiar.
Tal vez sea uno de esos motoqueros que intentaron golpearnos a mí y a... Jeon... Otra vez ese nombre en mi mente, ¿cuándo no?
Inmediatamente la luz reflejada en el auto del primer conductor pasa de ser roja a verde, indicándome el ya poder avanzar. Dejé de prestar atención a ese tipo, ahora tengo problemas emocionales más importantes con los que lidiar que si un sujeto extraño me esté observando. Continué caminando, pues aún me quedaba una buena cantidad de tiempo para seguir torturandome con estos zapatos, cada paso era una apuñalada en mis pies.
Apenas crucé la calle, tiré la vacía caja de jugo en un contenedor de basura y di unos pasos más, aquella moto pasó a mi lado, subió la acera y se estacionó frente a mí, impidiendome el paso.
Cual sea el basurero en el que acabe, espero que no huela tan mal.
El chico apagó el motor de su vehículo y dirigió a la brocha de su casco, del cual en unos segundos ya estaba despojando de su cabeza. Me dio un revuelto el corazón en cuanto vi los hermosos ojos de JungKook y su cabello ligeramente despeinado.
Con tan sólo ver su rostro toda tristeza y mal humor por esta fatídica noche se esfumó. Es más, me sentía feliz.
Y ahora es cuando agradecía al señor Park por deprimirme y hacerme querer caminar.
••••
꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱꠵꠱