—Genial, lo que me faltaba. —soltó.
Ese maldito mensaje solo empeoraba las cosas, de algún modo los eventos solo le estaban presionando a actuar, más que simplemente dejarse estar.
__________________________________________
|Waffles|
Izuku había acabado sentándose en la primera banca que encontró en el parque, observando el atardecer frente a sus ojos deprimidos.
Había resultado todo un caos, y de manera errónea había acabado expresándole todo lo que sentía en un arrebato. Se sentía terriblemente irresponsable y estúpido, pero ya era tarde para arrepentimientos, ya lo había hecho.
Además no podía dejar de pensar en el ambiente en donde el rubio ceniza estaba viviendo, lleno de suciedad y oscuridad.
Ni siquiera se tomaba la molestia de abrir sus cortinas ni dejar la basura en su lugar, algo que sin duda era de extrañar. Desde que le había conocido, era sabido que era un verdadero maniático de la limpieza.
Y lo había arruinado. En vez de poder entablar una conversación con él para escucharlo y entenderle, no había conseguido más que engrandecer la brecha de distancia que les mantenía separados hasta ahora.
—Quiero que me dejen solo.
Sería mentira decir que aquellas palabras no le habían dolido, pero más le había dolido la reacción que éste mismo había tenido ante su propia alteración.
Con tranquilidad y en silencio, recalcándole en cierto punto el que él era su alumno.
¿Es que acaso él se había hecho una idea equivocada durante todo este tiempo?
Pasó sus manos con frustración a través de su cabeza y capturó sus cabellos verdosos con evidente frustración entre sus dedos, soltando las lágrimas que continuaban cayendo sin descanso alguno.
—Soy un idiota… —susurraba con dificultad, manteniendo sus ojos firmemente cerrados mientras que su respiración se veía pausada por el propio llanto que a esas alturas, ya provocaba alteración sobre su propio pecho.
—Realmente no, yo la cague.
Izuku rápidamente alzó su mirada secándose rápidamente las lágrimas, como también aclarando su garganta. —Kirishima-san. —atinó a decir, mas nada.
El pelirrojo alzó su mano en modo de saludo mientras se sentaba con relajo a su lado en la banca.
El pecoso presionó sus labios y pellizcó sus rodillas suavemente con sus dedos, intentando contener el llanto. —No era necesario, está todo bien. —apresuró a decir, observando de manera borrosa sus propios zapatos rojos.
Kenjirou alzó una ceja y le miró dudoso. — ¿En serio? Parece como si todo se hubiese ido a la mierda. —respondió sonriente.
Izuku abrió sus esmeraldas ante aquello y no supo qué responder. Aquellas palabras dichas con simpatía fueron clavadas directamente en la herida, por lo que con amargura no pudo evitar soltar el llanto aún más fuerte.
Alzó su mirada borrosa rendido y mientras observaba a las nubes cubrir su mirada, dejó escapar lo primero que se cruzó en su mente. — ¡Kirishima-san tiene razón, todo se fue a la mierda! —chilló sin control alguno, repitiendo las palabras del chico por inercia.
Kenjirou dio un respingo ante ello y con rapidez comenzó a mover sus manos nervioso. — ¡E-e-era una broma, una broma! —exclamó intentando calmarle. — ¡Conozco a Katsubro, él solo no la está pasando bien! Estoy seguro que dentro de poco él volverá en sí mismo, esto… ¿te llamabas Izuku, verdad?
Izuku asintió en su lugar mientras su llanto no se detenía, por lo que ciertas personas que observaban la escena parecían mirar de manera preocupada hacia su ubicación.
— ¿Ese chico estará bien? ¿No estará siendo de alguna manera intimidado por ese adulto? —Se preguntó una joven pareja, mientras paseaban a su bebé en coche.
El joven comenzó a mirarles con sospecha, clavando su mirada con intensidad sobre Kenjirou, observando sus reacciones.
Kenjirou ante ello tragó saliva nervioso, mientras observaba al pecoso llorar sin intenciones de detenerse, por lo que rápidamente rebuscó en sus bolsillos. — ¿T-Te gustan los waffles, Izuku? ¡Seguro que sí te gustan! ¡Como sea, iré al carrito de allí y te traeré unos! —señaló con su dedo índice a un carrito de colores pasteles instalado en el lugar. — ¡¡Pero por favor, deja de llorar que la gente me está mirando extraño!! —exclamó esta vez medio zamarreándo al pecoso por sus hombros y huyendo del lugar.
En su lugar Izuku volvió a asentir, mientras intentaba controlar su llanto.
Deslizó su mano sobre sus ojos y con la manga de su propia chaleca procuró de secar las lágrimas que continuaban cayendo.
¿Es que en verdad ya no habría nada más por hacer?
Katsuki-san había dicho que quería estar solo, pero, ¿a qué se refería con eso? ¡Ya ni siquiera trabajaba en la academia!
¿Es que acaso no podría verle nunca más?
Las lágrimas nuevamente amenazaban por salir, él realmente no quería eso.
Pero un waffle llegó a su vista de inmediato.
Se trataba de waffles envueltos en un pequeño vaso, en donde en su interior el manjar escurría con delicia, finalizando con una enorme capa de merengue con chispitas de colores sobre ella.
— ¡Exceso de manjar y con chispitas extra felices para ti! —exclamó Kenjirou encimándole el waffle cerca de su rostro.
Izuku parpadeó ante ello para entonces, recibirlo con suavidad.
Le miró por unos segundos y luego clavó su mirada en aquel obsequio repentino. —Muchas gracias, Kirishima-san. —dijo dándole una mordida y sonriendo levemente. —Está delicioso. —añadió esta vez mirándole, observando como éste se acababa uno de los waffles que traía para comenzar con el siguiente.
Kenjirou giró levemente sus ojos ante ello para hacer contacto visual mientras comía. — ¿Verdad? —respondió éste masticando con rapidez para que, luego de golpearse el pecho un par de veces con su puño y pasar la comida, aclarar su garganta. —Ahh, como sea hermano, la cague lo siento. —dijo con honestidad. —Yo fui el idiota que respondió eso último. ¡Es que veía a Katsubro tan mal y alejado que por un momento pensé que si tu ibas a verlo, las cosas tomarían un rumbo mejor! —añadió esta vez con frustración alzando su puño al aire, para luego negar. —No fue tu culpa hombre, y estás en todo tu derecho de maldecirme y golpearme, vamos, hazlo. —añadió esta vez extendiendo sus brazos y dejando su torso expuesto y listo para los golpes.
Izuku parpadeó ante ello, intentando entender lo que quería decir. Al notar que literalmente esperaba que le golpeara, alzó ambas manos nervioso. — ¡P-por supuesto que no, Kirishima-san! ¿Cómo podría yo hacerle algo así? —preguntó con rapidez.
Kenjirou parpadeó un par de veces. —Hombre, te acabo de decir que yo soy el culpable de todo este enrollo… —dijo un tanto confundido, mientras rascaba su nuca.
Izuku asintió con tranquilidad. —Está bien, lo entiendo. Al fin y al cabo, usted no lo hizo con una mala intención, solo quería ayudar. —respondió éste neutral, mientras le daba otro mordisco a su waffle.
Kenjirou le miró por un par de segundos de piedra, totalmente extrañado.
Izuku notó aquello y le miró un tanto confundido, acabó aclarando su garganta luego de comer. — ¿Pasó algo?
— ¿¡QUÉ DEMONIOS!? —Acabó exclamando el pelirrojo, señalándole con el dedo índice. — ¡¡TÚ ERES DEMASIADO TRANQUILO, AL MENOS PUTÉAME, ¿NO?!!
Izuku dio un leve brinco en el asiento ante aquella reacción. — ¿E-eh? —soltó rascando sus mejillas pecosas con su dedo índice. —Yo no le entiend—
— ¡SON DOS POLOS OPUESTOS, QUÉ RAYOS! —Continuó para luego tocar los hombros del chico, encimándose sobre él. —Oye, ¿qué fue lo que te gustó de él? Es un salvaje de mierda que ni siquiera sabe expresar lo que siente y que le gusta solucionar todo a golpes, en serio, ¿¡qué fue lo que te gustó de él!? —preguntó moviéndole de un lado a otro, intentando comprender.
Izuku rápidamente se sonrojó y junto a ello cerró sus ojos. — ¡K-Kirishima-san, c-creo que usted está muy—
Kenjirou le ignoró por completo, dejando el zamarreo a un lado para golpear la palma de su mano con su puño izquierdo, en un toque de entendimiento. Luego de eso, le señaló con su dedo índice neutral. —Ya lo entiendo, eres masoquista. —respondió con seguridad en su propio análisis.
El sonrojo de Izuku aumentó, provocando que se levantara rápidamente del asiento. — ¡¡P-POR SUPUESTO QUE NO!! —acabó exclamando sonrojado en extremo.
Kenjirou comenzó a aplaudir divertido, mientras lanzaba carcajadas. — ¡Deberías ver tu cara! —exclamó divertido.
Izuku frunció su ceño levemente para luego, permitirse reír junto a él. La risa del pelirrojo había resultado ser demasiado contagiosa para el pecoso, acabando sentado riendo y disfrutando de aquella instancia.
Luego de unos minutos, Kenjirou pasó su dedo índice bajo sus ojos luego de tanto reír y observando a la noche caer, murmuró a su lado. —Al menos logré que rieras, Katsubro estará agradecido. —confesó con tranquilidad.
Izuku le observó curioso. —Yo no le entiendo. —confesó preocupado. —Y con todo lo que usted me ha dicho, al parecer sabe que Katsuki-san me gusta… —añadió cansado.
Kenjirou escupió del agua que bebía, para luego sonreír ampliamente. — ¡Eso no lo sabía hombre! Yo solo sé que a ese idiota lo traes loco. —añadió contento. —Pero gracias, ahora tengo nueva información jugosa.
El pecoso abrió sus ojos impresionado. — ¡Ah, no es cierto! —exclamó sonrojado, negandolo de inmediato.
Kenjirou en su lugar simplemente le dedicó una mirada relajada, permitiendo que el pecoso pensara en qué preguntar.
Le observó por el rabillo del ojo y con evidente vergüenza, mientras permanecía con sus pies inquietos, preguntó: — ¿E-entonces yo no soy una molestia para él?
Su mirada bajó de inmediato para cuando pregunto aquello, y como método de distracción comenzó a jugar con los bolsillos de su chaleco negro.
El de ojos escarlatas soltó un suspiro ante ello, observando a las nubes deslizarse con tranquilidad. — ¿Y cómo no vas a sentir eso con las actitudes de ese idiota? Pero ya deberías conocerlo, sabes que es un bruto. —habló con tranquilidad. —Si realmente pensara eso de ti, ni siquiera hubiese permitido que entraras a su apartamento a hablar con él, Izuku. E incluso te ofreció agua y comida, yo cuando voy no me ofrece una mierda, eres el privilegiado aquí entre nosotros dos. —confesó.
Izuku ante ello tragó saliva y le miró como si aquel chico fuese la pizca de esperanza que él necesitaba. Rápidamente se ensimismo sobre él, totalmente decidido. — ¡P-pero entonces dígame! —exclamó ansioso. — ¿Qué es lo que yo podría hacer?
Kenjirou sonrió de manera tierna, mientras posó su mano sobre su cabellera peliverde, acariciándola con calidez. —Nada, ya hiciste todo. —respondió con honestidad. —Ahora es el turno de Bakugou, no conozco por completo la historia de ustedes, pero ahora que te conozco un poco, asumo que la mayoría de las veces quizá tú te esforzaste en hablar con él, ¿no es así?
Izuku guardó silencio ante ello, presionando sus propios labios en respuesta. Señal suficiente para que Kenjirou comprendiera que era así.
—Además, es la razón suficiente para que tú creas que representes una molestia para él. Solo déjame decirte una cosa, eso no es así. —habló con tranquilidad. — ¿Y qué hacer? —agregó esta vez estirándose en su lugar. —Puedes ir a ver una película, leer cómics o pasar tiempo con tus amigos, pero Izuku, no le hables. —aconsejó. —Es hora de que ese idiota se dé cuenta por sí mismo de lo que debe o no debe hacer, ya basta de dejarle el camino fácil.
Izuku bajó sus jades decepcionadas, mientras que el enrojecimiento bajo sus ojos ante la irritación del reciente llanto se mantenía firme. —Está bien… aunque debo admitir que duele. —murmuró con desánimo.
—Ya lo sé hermano, el amor apesta. —soltó en respuesta.
Izuku asintió en su lugar para luego clavar su mirada sobre el chico. —Kirishima-san, gracias por esto. —agradeció sonriéndole de manera honesta. —Ahora me siento más tranquilo, aunque realmente lamento el que hayas tenido que escuchar eso. —dijo esta vez avergonzado, siendo completamente consciente que aquella discusión había tenido un espectador.
Kenjirou negó con simpatía. —Era lo mínimo que podía hacer luego de semejante cagada, gracias a ti por no golpearme, yo ya venía preparado psicológicamente para esto. —añadió sonriente. —Por alguna razón pensé que serias un mini Katsuki y que por eso se llevaban tan bien, hombre. —dijo esta vez riendo. — ¡Como sea, ya es tarde así que mejor te llevo hasta tu casa! —añadió con ánimo mientras se levantaba de la banca guardando sus manos en sus bolsillos del pantalón.
Izuku ante ello alzó su mirada jade de inmediato. —Ah, no se—
Kenjirou le señaló con el dedo. —Yo que tú no desobedecería a un yakuza. —advirtió.
Izuku dio un respingo ante ello, acabando por asentir rápidamente y caminar a su lado.
Y así, el evento tan esperado por el peliverde dio por finalizado con un resultado realmente… desalentador.