bad boy โ”โ” [#1] jeon jungkook

By thebidoom

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โ”โ”๐—•๐—”๐—— ๐—•๐—ข๐—ฌ โel chico malo no era tan maloโž Jeon JungKook quiere esconder sus problemas detrรกs de su fa... More

ใ€Œ BAD BOY ใ€
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ใ€Œ SEGUNDA PARTE ใ€

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Kim Cleo June

Las chicas cesaron las preguntas y las caras de todos cambió. Por supuesto que era una respuesta impactante, y el hecho de que yo lo dijera como si nada influía en su confusión.

—L-lo sentimos. —Rin bajó la cabeza y, como un ser sensible, tenía lágrimas rondando en sus ojos.

Se supone que la que debería llorar soy yo.

—Lamentamos haberte molestado tanto con el tema, entiendo por qué no querías hablarlo. —imitó la acción de Rin como forma de disculpas.

—¿De qué habas? No me molesta en lo absoluto hablar de él. —volví a recibir la mirada de ambas y yo salí de entre mis mantas para sentarme correctamente sobre mi cama. Ya perdió el sentido intentar esconderme y evadir el tema— Es más, creo que es lindo hablar de él y recordarlo, no como una tragedia.

—¿No estás molesta? ¿O triste? —aún con la guitarra en mano se acercó.

—Mentiría si dijera que no me pone triste, pero Dane siempre fue creyente de que las personas mueren cuando deben morir, nada es un accidente ni casualidad. Él fue una persona que hizo un cambio positivo en mi vida y es con quien he compartido de los mejores momentos, y si murió significa que su ciclo en esta vida se cumplió. —sonreí nostálgica de aquellas palabras.

—¿Qué fue lo que le pasó? —preguntó refiriéndose a Dane— Si es que no te molesta decirlo, claro.

—Se suicidó.

—¿Se... suicidó? —HoSeok proyectó en aquellas palabras titubeantes el impacto de todos.

—Pero... tú dijiste que de vez en cuando hablas con él.

—En esta carta. —mostré el sobre que hace unos momentos cayó de dentro de la guitarra— Dane me dejó en claro varias cosas, y una de ellas, es que siempre que me sienta con la necesidad de hablar con él, toque esa guitarra, —señalé la que él sostenía, por lo que instintivamente la miró— que me comunique con él a través de la música.

—Que hermoso... —susurró la de cabeza fantasía que me abrazaba por la cintura como una hija a su mamá.

—Sip. —asentí con una sonrisa— ¿Quién diría que me enamoraría de la persona que una vez odié?

—¿¡Eeeh!? —gritó separándose de mí— ¡Pero si hace unos momentos me dijiste que eso es imposible!

—¡Esto es distinto! ¡En mi caso con Dane la hostilidad solo era de mi parte!

—¡Esperen! —SunKo nos detuvo— ¡Esto me huele a una historia romántica que siento que debo escuchar! —movió el sofá hacia mi cama y sentó en él a YoonGi para luego ella sentarse sobre él— Cuenta, cuenta.

Miré a mi alrededor y vi como Rin se sentaba a mi lado con los pies cruzados, mientras que HoSoek y JiMin se sentaba junto a la pareja de novios. Todos me miraban atentos esperando a que contara la gran historia. Solté un suspiro y rasqué mi nuca mientras desviaba la mirada haca una esquina superior.

Soy malísima para relatar. Por eso me iba tan mal en literatura.

—Emm... ¿Por dónde empiezo?

Rin alzó la mano emocionada— ¡Oh! ¿Qué tal por el principio?

Claro...

—Bueno... Podría decirse que antes no era como ahora.

—¿Cómo? ¿Eras fea?

—No me refiero a eso, Rin. —ofendida palmeé su cabeza— Quiero decir antes era realmente una persona problemática.

—Porque ahora no lo eres. —ironizó JiMin y YoonGi rió.

—¿¡Me dejan hablar!? —guardaron silencio para permitirme continuar— En mi antiguo instituto siempre me metía en peleas con mi banda de amigos, teníamos el ego por las nubes y nos creíamos los dueños de todo, así que nos metíamos con quién queríamos. Y si ahora me meto en peleas, es porque me provocan. —dije esto último más para JiMin, porque yo no soy problemática, solo me defiendo— Estaba rodeada de malas influencias, así que también hacía cosas malas.

—¿Eran algo así como JungKook y su banda? —preguntó HoSeok.

El único que habla para aportar algo.

—Algo así. —dije sin estar del todo segura—Era una caprichosa y engreída que siempre quería estar por encima de los demás... Básicamente, sí, JungKook. Hasta... que me crucé con Dane.

...

Tras llegar a aquél lugar, me dediqué a buscar a los estúpidos de mis amigosm.

A pesar de que todos caminaran de un lado a otro, me daban el espacio para pasar. Algo que aprendieron por las malas era a no meterse en mi camino o el de cualquiera de mi grupo, porque un golpe era nuestra propuesta para «pedir permiso». Y en el caso de que quisieras ir contra uno, deberías ir contra todos.

Pero hoy me sentía una persona un poco más benevolente, por lo que al cruzarse un tarado en mi caminó solo lo aparté de un bruto empujón. A lo lejos vi a la bola de tarados, todos reunidos en el casillero de Liam, así que fui hacia ellos. Fue entonces, que tan solo dar algunos pasos, una mano sujetó mi hombro y me obligó a voltear.

—Te estoy hablando. —un chico pelinegro se hallaba frente a mí— Rompiste mi celular.

Desconcertada lo miré, aquél aparato sostenido por su mano con la pantalla partida. Pero lo que verdaderamente llamaba mi atención es que me tocó y habló de aquella forma.

¿Quién se creía este tarado?

No debe ser de aquí para actuar con tal confianza. O simplemente no es alguien que nos tenga miedo. Sea lo que sea, me resultaba interesante saber a dónde llegaría esto. No todos los días me cruzo a un idiota como este. Ya hacía un buen tiempo que nadie venía a buscar pelea, y tenía ganas golpear a alguien.

—¿Y? —sonreí ladina con altanería.

—Me empujaste y tiraste mi celular. Mínimo ten modales y disculpate.

Reí, porque se me hacía gracioso que este tarado pensara que haría caso a algo tan estúpido. El ver que yo solo me burlaba de él no parecía agradarle mucho.

—No. —solté en su cara— Llévate tu porquería a otro lado y no jodas.

Como había dicho, estaba de buen humor, así que si cerraba la boca ahora, se lo dejaba pasar. Tras no recibir respuesta de su parte le dediqué una última mirada y di media vuelta.

—Déjala, Dane. —oí la voz de otro chico de fondo— No te conviene meterte con ella.

—Que mocosa más hartante. No puedo esperar mucho de alguien como ella. —esta vez era su voz.

Me detuve en medio del pasillo al oír esa palabra, «mocosa». ¿En serio acababa de llamarme de esa forma?

Para cuando me di cuenta ya estaba yendo a él, que ahora estaba de espaldas. Su amigo, un chico rubio que no me intersa para nada quien sea, plasmó el terror en su cara cuando me vió regresar. Apenas ese idiota, Dane, giró, ya me tenía en frente.

—¿Cómo me llamaste, idiota? —con el cuello de su ropa lo obligué a doblar su espalda para tener su cara a mi misma altura— Disculpate ahora mismo.

—De lo único que te debería pedir disculpas es asumir que tendrías la madurez suficiente para pedir disculpas, mocosa. —repitió y remarcó la última palabra.

—Dane, cierra la boca. —dijeron a sus espaldas.

Mire a esos muchachos, eran tres en total. Notaron mi mirada sobre ellos y lentamente comenzaron a retroceder.

—¿Son sus amigos? —les pregunté.

—Él... es nuevo. —dijo uno de ellos.

—Eso no fue lo que les pregunté.

Se miraron entre ellos y a través de la mirada llegaron a una respuesta. Titubeante y lentamente comenzaron a negar con la cabeza.

—No es nuestro amigo, solo le mostrabamos el lugar. —dijo otro. En silencio los observé y él continuó— Tampoco planeamos serlo.

Satisfecha con escuchar aquello le sonreí en la cara a Dane.

—Entonces larguense. —dudaban de dejarlo solo, pero sería estúpido y sin sentido, ya que ellos mismos lo lanzaron a mí— A menos de que quieran que llame a mis amigos.

Liam, Andrew, Harry, Christopher y Jhon nos observaban desde no muy lejos. No intentaron interponerse en ningún momento, y no lo harían a menos de que yo los llamara.

Como los cobardes que ya demostraron ser, bajaron la cabeza y solo se fueron.

—Dije que te disculpes. —le demandé como última oportunidad.

—¿O qué? ¿Llamaras a tus amigos? Olvídalo, mocosa. Madura de una vez.

Como si nada pasó por mi costado, haciéndose paso entre la cantidad de personas que nos rodeaban. La actitud de este tipo me estaba sacando de mis casillas, al punto de que mi buen humor se iba por el drenaje.

No lo dejaría marcharse, claro que no. Un idiota como este no me haría a un lado así como así. Fui detrás de él y, jalando de su hombro, hablé, casi gritando:

—¿¡Quién te crees que eres para hablarme así!? Ten cuidado porqu...

—No, niña, no seguiré tu juego —me interrumpió y quitó mi mano— No me rebajare a discutir con alguien como tú.

—¿¡Qué dijiste!? —alterada tiré mi mochila a un lado dispuesta a golpearlo, pero apenas me acerqué él me detuvo de una empujón.

—No soy fan de golpear a ningún tipo de persona, así que te pediré que vayas a sentarte a un banco y tomes aire.

Después de eso, él se fue definitivamente y las personas a mi alrededor quedaron con la boca abierta, sus rostros pasaron de sorpresivos a una sonrisa para continuar con pequeñas risas que emitían por lo bajo.

—¿¡Qué es tan gracioso!? —la voz de Liam resonó en todo el pasillo. Eso fue suficiente para que todos quitaran esas sonrisas.

¿Quién era ese? —uno de los idiotas habló a mis espaldas.

—Debe ser un mocoso de los grados menores. Cada vez están más rebeldes. —respondió Harry— Pero mira, —jaló de mi mejilla— hizo enojar a nuestra pequeña Juni.

—¿Viste la cara que le dejó? —me señaló— Pareces un mono rabioso.

—Cierra la boca.

—O es muy valiente, o muy estúpido. Sea como sea, no saldrá nada bien para él.

—¿Quieres que vaya por él y le haga limpiar los pisos con la lengua? —habló Liam a mi lado.

—Corta tu emoción. De ese anormal me encargo yo.

...

—¡AJA! —su grito interrumpía mi historia— ¡AMBOS SÍ SE ODIABAN!

—¡YA TE DIJE QUE ESTO ES DISTINTO!

—¿Le hiciste algo? —Sun interrumpió el comienzo de nuestra discusión.

—Algo así... —todos me miraron esperando a que revelara cual fue mi gran venganza que no fue nada original— Digamos que... recurrí a la violencia. —me rasqué la nuca mientras desviaba la mirada, avergonzada de mi actitud de aquel entonces.

—¿Lo golpeaste? —HoSeok parecía regañarme con la mirada.

—Fueron solo un par de golpes para asustarlo. Ya sabes, algo inofensivo. —JiMin, como siempre, no parecía tragarse aquello— Bueno... perdió un poco de sangre.

—¿¡Lo apuñalaste!?

—Solo se desangró un poco por la nariz, no hice nada ilegal.

...

Te dije que tuvieras cuidado con como me hablabas. —dije divertida viéndolo tumbado en el suelo mientras cubría su lastimada nariz con su manoSeas nuevo o no, no me importa. Quien manda aquí soy yo, Dean. remarqué su nombre al final.

El pobre idiota estaba prácticamente hecho pedazos, le daba un pequeño aplauso por seguir consciente. Pero por mucho que lo hubiese golpeado, quería más razones para seguir haciéndolo, es por eso que mientras mis amigos estaban a las afueras de este oscuro callejón vigilando, yo me dedicaba a humillar a este cara de globo. Y es que sí se le estaba hinchando bastante.

Al principio me gustaba que no se quedara callado, así seguido de cada vez que abriera la boca recibía un golpe. Pero comenzaba a hartarme. No se enojaba, no se desesperaba, no lloraba, no rogaba. Nada.

—Ja... di y haz lo que quieras. —se sentó en el piso Pero no eres más que una niña engreída y con necesidad de atención. Jamás te voy a reconocer como alguien por encima de mí, no importa que tanto me golpees.

Solo sonreía, altanero y relajado. Eso quitaba parte de la diversión, me quitaba la sensación de poder. Le golpeé la puta cara, no se supone que me sonría de esa forma.

Era todo lo contrario, él se veía superior a mí. Él, quien estaba en el suelo golpeado.

¿Te enojaste? —empecé a gruñir por lo bajo La verdad disgusta a la gente.

No te hagas el valiente, idiota. —me levanté para mirarlo desde arriba y recordarle que quien estaba como saco de boxeo era él Eres un debilucho, así que te lo repito, ten cuidado con como me hablas.

No quieras intentar intimidarme, rabiosa. Atacando en grupo es lógico que seas fuerte. —se burlóYo seré un debilucho contra ustedes, pero una debilidad física no se compara a una mental. Una nariz se arregla, pero cuánto tardarás tú en arreglar tu orgullo de cristal.

Me había hecho una furia, quería e iba a golpearlo hasta exprimir por completo su cabeza. Su cara giró a un costado cuando recibió mi puño. A la fuerza lo obligué a mirarme tomando su mentón con una sola mano y enterrando la uña de mi dedo pulgar en él.

—Basura, deja de hablar. —gruñí con la voz ronca justo a centímetros de su cara.

¿Ves a lo que me refiero? Ni siquiera te toco, pero igual lloriqueas.

Lo empujé con fuerza para devolverlo bruscamente al piso y me acerqué a paso rápido para terminar de dejarlo inconsciente de lo que probablemente sería una patada. Me jodía tanto verlo así a medida que me acercaba a él y veía a su sonrisa ampliarse. Quería borrarla por completo.

¡CJ! —uno de los tarados me detuvo a un metro de él Ya le dimos su merecido y debemos irnos, déjalo así.

Lo miré para luego dirigir mi vista al idiota en el piso. Apreté mis puños con fuerza al ver esa expresión tan burlesca. Hasta pareciera que quien salió ganando fue él.

Imbécil. —dije por último.

...

—¿Y luego? —preguntó tras mi pausa suspensiva.

—¿Y luego qué? —pregunté confundida. Tenía planeado concluir la historia ahí.

—¿Cómo se enamoraron, genia? —habló obvia la azabache.

Maldición.

No tengo nada en contra de contar esta bella y violenta (por parte mía) historia de amor, pero ya me esta dando flojera hablar y para peor no sirvo para contar absolutamente nada.

— Bueno... —solté un suspiro de cansancio— No fue algo de la noche a la mañana. Seguimos haciéndole la vida imposible. Dane no tenía amigos, era como la plaga, porque sabían que si se juntaban con él serían un blanco nuestro. Aún así, dos chicos no tuvieron miedo de estar con él, dos chicos que en el futuro serían mis mejores amigos.

—¿Y ellos? Es decir, ¿no hablas con ellos?

—De hecho, desde que llegué aquí no se han puesto en contacto conmigo, pero es que son chicos muy ocupados. Sus nombres son Max y Deamon, dos frikis amantes de la informática. Supongo que no tienen tiempo porque ellos son universitarios.

—Deben ser chicos agradables. Espero algún día ser su super duper amiguis.

—No lo sé. Sus temas de conversaciones siempre son comics o computadoras.

—Suena super cool. Yo soy fan de Ironman.

—Continuando con la historia. Sí, Deamon y Max tuvieron que soportar algunas cosas feas, pero con el tiempo eso fue cambiando. Digamos que el destino fue dando las ocasiones para que Dane y yo convivieramos un poco.

—¿Cómo cuáles?

—Aquí es donde entra ese mágico instrumento. —señalé la guitarra.

— ¿Cómo? —curosió JiMin.

...

Trataba de regular mi respiración y hacer cesar las lágrimas que abundaban en mi cara, pero me era imposible. La opresión en el pecho era demasiada.

No sabía que hora era ni en cuánto tiempo tocaría la campana de entrada, puesto que mi celular se hallaba apagado para que absolutamente nadie me molestara o quisiera saber donde estoy. Mis amigos ya se hacían una idea de que estaba aquí, pero no vendrían porque saben que este lugar lo utilizo para estar sola.

La azotea era un espacio perfecto que utilizaba para, mayormente, llorar. No era recurrida ya que me hallaban aquí bastante, saben que es mío y no se querrían cruzar conmigo. La soledad y la frescura de este sitio era el ideal, ya que podía desahogar todo en paz.

Cada vez que creía que paraba, el solo recordar el ardor en mi mejilla por el golpe que hace no mucho me dió Cassidy me hacía volver a derramar lágrimas. Y no era el golpe en sí lo que me lastimaba internamente, sinó las palabras que lo acompañaron.

Me siento un sinónimo de basura.

El ruido de la puerta me alarmó, si bien estaba en un rincón en el cual me cubría una pared, sentí mi espacio invadido. Lejos de enojarme, comencé a desesperarme, aún más ganas de llorar se me venían emcima. No podía dejar que alguien me viera así, golpeada, asustada y llorando como estúpida.

Traté de hacer el menor ruido posible, hasta me obligué a no respirar con tal de no ser detectada. Estaba literalmente temblando en el piso.

No se me venía nadie a la mente que podría estar aquí, nunca nadie viene.

Era difícil controlarme, sentía que en cualquier momento soltaría un chillido del llanto. Pero cuando las cuerdas de una guitarra comenzaron a desprender tan hermoso sonido, aquél miedo y temblor comenzó a abandonar mi cuerpo. Era tan dulce y cálido que lo sentía como un abrazo a mi corazón. El dolor disminuía y mi respiración se volvía serena.

Esa melodía llegaba profundo en mí, mágicamente me hacía sentir bien. Era como... palabras bonitas a mi corazón, palabras que sentía que no podía conseguir de nadie.

Asomé mi cabeza por la esquina de la pared y solo conseguí ver a un chico de espaldas. Tocaba mientras miraba el paisaje que el día de hoy se ve bastante bonito. No reconocía quién era, aunque se me hacía una silueta familiar.

Sin mucho interés en saber quién es, y más cautivada con la música, permanecí haciéndole secretamente compañía a ese desconocido que me brindaba tan lindo consuelo.

...

Pasó una semana cuando volví a encontrarme con aquél guitarrista. Esta vez me lo encontraba a final de clases. Vine a la azotea con tal de pensar en qué le diría a mis padres cuando llegara a casa, ya que hoy los llamaron para mantenerlos al tanto de mis pésimas notas.

Tal vez el chico también quería retrasar su llegada a casa. Comenzó con su improvisación. Una vez más disipaba mis problemas.

Reí silenciosamente cuando lo oí desafinar. El pequeño gruñido que soltó molesto por ello me había resultado adorable.

Retomó esta vez con un ritmo distinto, pero el cual yo conocía bien. No cantaba del todo, mayormente tarareaba una de las canciones más lindas que he escuchado, «Gone, gone, gone» de Phillip Phillips.

—If you need help. —murmuré en un canto la canción siguiéndolo a él. Tarareaba junto a él y vocalizaba en algunas ocasiones—Give me reasons to believe... That you would do the same for me...

—So, I would do it for you, for you... —cantamos esta vez al unisono. Claro que él no me escuchaba a mí.

...

Comencé a recurrir la azotea a fines de clase, el horario que él había tomado para ir a tocar y cantar algunas canciones que eran conocidas por mí. Pero en todos esos momentos, no lo había escuchado hablar, así que no lo podía ubicar por su voz.

Emocionada subí con prisas las escaleras hasta llegar a la azotea para poder esconderme en mi rincón. Apenas atravesé esa puerta, había algo ahí, justo en la barandilla en la que el muchacho suele pararse.

—¿Qué hace esto aquí? —pregunté para mí misma al ver una guitarra negra ahí— ¿Es suya? —pensé en el chico guitarrista.

Pero la pregunta es, ¿Dónde está él? ¿Vino antes y la olvidó? ¿O tuvo un asunto urgente y la dejó aquí momentáneamente? No vi a nadie bajar las escaleras mientras subía.

Estaba tentadisima a tocarla, probar cómo se sentía. Miré la puerta unos segundos y no veía a nadie salir de ella. Me volví a la guitarra dudosa.

¿Qué más da?

Tomé el instrumento y, como pude, por puro instinto, lo acomodé en mis manos. Otra vez revisé la puerta; nada. Con mi pulgar toqué cuerda por cuerda. No sabía que tocar, era la primera vez en la vida que tenía una guitarra en las manos.

Recordé cómo aquella primera vez ese chico improvisaba, tiraba distintos ritmos con total naturalidad. ¿Por qué no intentarlo?

Sin saber qué estaba haciendo moví mis dedos se movieron sobre las cuerdas libremente. No le estaba haciendo un uso profesional, ni siquiera sabía usar los trates, solo eran mis dedos sobre las cuerdas. De todas formas, logré formar una melodía que no consideré un completo desastre. Me daba méritos, porque no sé absolutamente nada de guitarras.

—No sabía que tocabas la guitarra. —oí detrás de mí.

Salté asustada en mi lugar, porque no había escuchado cuando esta persona llegó aquí, ni siquiera había oído la puerta. El mismo Dane salía detrás de aquél rincón donde anteriormente yo solía oír al guitarris...

¿Era él?

—Tú... —lo señalé confundida y sin creermelo— ¿Eras tú el de la guitarra?

—¿Y tú la que siempre está escondida aquí?

—Yo no... ¿Sabías que estaba aquí?

—Podía escucharte cantar. —dijo comenzando a acercarse a mí.

Ay dios, que vergüenza.

—¿Por qué nunca dijiste nada?

—Es lindo tener público. —sonrió una vez llegó frente a mí— No sabía que tú tocabas.

—Solo estaba probando. —hablé bajo evitando mirarlo por la vergüenza.

—¿O sea que no sabes tocar? —negué— No estaba muy pulido lo que acabas de tocar, pero no parecía de un principiante. ¿De verdad nunca antes has tocado?

—Siempre he querido ir a clases de guitarra, pero nunca he tocado.

—Ya veo. —dijo una vez llegó junto a mí— ¿Y no te gustaría aprender?

—¿Cómo...?

—Yo puedo enseñarte.

••••
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