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Kim Cleo June
Odio vivir.
¿Qué creen? Me enfermé. Sí, así de desgraciada soy. Aunque creo que era obvio que algo así iba a pasar después de estar horas mojada. Ya para esta mañana había despertado con un terrible dolor de garganta, cada que tosía la sentía arder. Sumamos también una horrible moquera, donde cada dos por tres me estaba goteando lo que ya parecía agua.
Pero eso no es todo, nuestra querida Cassidy me mandó de todas formas al instituto, así de debilucha como estoy, me sacó a patadas por haberme metido en una pelea, pelea que NO inicié yo. Era el colmo, hasta le rogué de rodillas, pero me dijo: «Tú misma causaste esto».
Waw... Gracias, Cassidy.
A duras penas logré vestirme, con el detalle adicional que iba con un abrigo muy asemejado al de un esquimal. Creo que era noventa porciento abrigo y diez porciento pies.
Los mocos y la tos eran insoportables, cada diez segundos estaba estornudando o tosiendo. Eso no me gusta nada. Para pero, tras cada estornudo, recibía una burla de mis amigos diciéndome «owww, estornuda como gatito, es adorable».
¡Y yo no estornudo como gatito! Bueno, sí. ¡Pero no es tierno! Los gatos son animales peligrosos. Descendientes directos de los leones, tigres y panteras. Soy una fiera salvaje que se nutre de sangre. Pero ellos no lo entienden.
Detesto que no me entiendan.
—Te ves horrible. —rió.
Obviando esa burla, en realidad JiMin estaba más preocupado de lo que aparentaba, pues no paraba de controlar mi temperatura, se encargaba de conseguirme nuevos pañuelos y hasta me consiguió medicamentos para el dolor de cabeza. Es más, cuando salimos de clase me preguntó si necesitaba algo y me acompañó a todas partes. A todas partes menos el baño, obviamente. Hasta fue a buscarme el desayuno. El lado bueno de esto era sentirme mimada.
Aún así, no se equivoca, tengo ojeras, estoy algo pálida y mi nariz esta con un fuerte color rojo vivo. Mis mocos siguen goteando y la tos no cesa.
—No estoy de humor para tus jodidas bromas, HoSeok. —hundí mi cabeza entre mis brazos que descansaban sobre el pupitre.
—¿Yo qué hice? ¿Por qué me atacas a mí?
—¿Qué no todos te atacamos a ti? Digo, se supone eres el saco de boxeo del grupo.
—Yo nunca acepté tal papel. ¿Y por qué debo ser yo el saco de boxeo?
Iba a responder cuando el timbre sonó, indicado el comienzo de clases, por lo que JiMin, YoonGi y SunKo se fueron a sus salones. Después de unos minutos de empezar las clases, me di cuenta de que JungKook no se había aparecido, pero sus amigos sí. Es raro.
El profesor después de explicar un par de cosas, nos asignó una tarea para hacer en el momento en grupos de a dos, la cosa es ¿con quién lo hago?
—Somos tres, ¿qué hacemos? —Rin se volteó preocupada.
—Háganlo ustedes juntos, yo ya buscaré a alguien.
—¿Estás segura? —asentí y ella miró a HoSeok buscando aprobación, a él no le quedó de otra que aceptar. Y por supuesto que no le quedó de otra, porque yo esto lo hacía por ellos.
De nada, yo siempre sumo puntos a su relación.
Miré a mi alrededor y no parecía haber alguien libre. Vi a los amigos de JungKook y estos también estaban emparejados. A continuación, procederé a nombrarlos ocupando sus apodos porque no recuerdo sus nombres completos. El tal Nam y Jin eran una pareja y HaNeul se encontraba con Tae, nuestro querido Karate Kid.
A mis alrededores no veo a nadie libre. Levanté mi mano para llamar la atención del profesor y sí la conseguí.
—Dígame, joven Kim.
—No tengo pareja. —le comuniqué en busca de una solución.
Él mismo rebuscó con la mirada a alguien que estuviese libre, pero en medio de ello llegó el responsable de mi moquera. Un JungKook interrumpe la clase entrando sin siquiera tocar o disculparse. Me encanta porque es tan «Yeah, yeah, yeah they can't stop me, bitches. Fracking Bad boy», y eso es gracioso. O al menos en mi mente cada que JungKook aparece él está diciendo una frase como esa con una voz ronca de rockero.
—¡Señor Jeon! —llamó su atención— Estas no son horas de llegar y sin permiso.
Jeon solo se encogió de hombros restándole importancia y se dirigió a su asiento que era junto a HaNeul. Oí al profesor rechistar por lo bajo para seguidamente darle la voz de alto.
—Usted no se sentará ahí esta clase, joven Jeon. —que fastidio, solo quiero hacer la tarea— Se sentará junto a la señorita Kim para realizar la tarea, y no quiero quejas.
Ya no quiero hacer la tarea.
Maldita sea, Dios, un día que quiero ser disciplinada, responsable y estudiosa me tiras esto.
JungKook volvió a lucir su cara de amargado y soltó un gruñido mientras venía en mi dirección, parece que hoy no tenía ganas de discutir con el profesor. Corrió un banco junto a mí y se sentó mientras sacaba sus cosas. Por otro lado, una mirada estaba quemando mi nuca y era nada más ni nada menos que HaNeul.
Que raro, ¿no? ¿Desde cuándo le caigo tan mal?
—¿Qué tal, amiguito? —saludé con burla. Pero en realidad el chiste es para mí, porque mi voz es tan ridícula con mi nariz tapada que quien termina humillada soy yo.
No me respondió. Le valía mierda todo, como siempre. Suspiré porque probablemente sería una tarea muy aburrida; yo enferma y JungKook amargado, nada aquí sería muy animado.
Pasó un rato y en ese tiempo no habíamos ni escrito dos renglones porque las discusiones siempre se hacían presentes.
Primero que nada, discutimos por un bolígrafo.
—Préstame un bolígrafo, el mío está sin tinta. —le pedí con la mayor amabilidad del mundo que podría usar con una persona asquerosa como Jeon.
—No. —era más seco que un desierto.
—Vamos, bro. —le pateé la pierna por debajo de la mesa— Necesito escribir.
—No me importa. —me pateó de la misma forma.
Una lucha que parecía interminable de patadas comenzó, pero fue detenida por el profesor, quien también me prestó el bolígrafo que la rata no quiso.
En segundo lugar, peleamos porque simplemente no concordábamos en las mismas ideas.
—¡Es imposible que la segunda guerra mundial comenzara con el imperio romano, eso fue como en el veinte antes de cristo! —habló exasperado.
—Sé de lo que te hablo, en Estados Unidos yo hice un examen sobre este tema y sé que comenzó con el imperio roamno. —reforcé mi gran sabiduría— ¿Y tú como puedes saber cuándo comenzó una guerra de hace años?
—¿De verdad me estás preguntando algo como eso? —me golpeó la cabeza— ¿Qué clase de profesores tenías?
El profesor volvió a interrumpir nuestra pelea y resulta que no comenzó con el imperio romano. Tiene sentido porque recordé que yo reprobé ese examen. Aún así, diferimos en muchas cosas más.
Incluso discutimos hasta porque toqué su brazo.
—Deja de tocarme, enferma. —habló bajo para no ser escuchado— Ya sé que te encanta, pero entiende que me resultas desagradable.
—Te rocé con el codo, Jeon, no te estoy violando, maldito perseguido. —hablé en su mismo plan.
El profesor ya estaba harto de nosotros y no nos quería volver a escuchar, así que teníamos que pelear sin llamar la atención de nadie, muy disimuladamente.
—¿Puedes dejar de lanzar tus asquerosos gérmenes hacia mí? —preguntó luego de recibir un tercer estornudo de mí en su cara, y que, por cierto, era a propósito.
—Es tu culpa por mojarme, probablemente moriré esta noche. —mascullé con mi cabeza pegada al banco.
—¿De verdad me harías ese favor?
Ignoré completamente ese comentario, ni siquiera estaba prestando atención a lo que me decía por el fuerte dolor de cabeza. El medicamento que JiMin me había dado solo sirvió para reducir el dolor, pero ya comenzaba a notar cómo aumentaba.
Solo a Cassidy se le ocurre hacerme algo así.
Cada vez empezaba a sentirme peor, tanto que ni siquiera estaba teniendo ganas de molestar a Jungkook o discutir con él, y creo que lo notó. Es que, obvio, acaba de decirme «desfigurada» y yo ni siquiera se lo devolví.
—Si te sientes tan mal, ¿por qué no solo vas a la enfermería? —dejó de lado el trabajo para prestarme atención. Su mano titubeó al acercarse a mi rostro, pareció recordar que estábamos rodeados de estudiantes, pero al ver que nadie nos prestaba atención quiso chequear rápido— Mierda, Kim, estás hirviendo.
¿Recuerdan que dije que no tenía ganas de molestarlo? Bueno. Mentí.
—Ooow, bebé JungKook está preocupado por mí. —chillé mientras apretaba sus mejillas como a un niño de cinco años y este las alejó de un manotazo— Tranquilo, niño.
—Eres insoportable. Mejor muérete de una vez así me dejas de joder.
Hay que admitir que siempre es buen momento para molestar a JungKook, estés muriendo o no. Aunque pensándolo bien, Jeon tiene razón, debería ir a la enfermería.
—Joven Kim. —llamó mi atención por segunda vez. Mi estado deplorable comenzaba a ser obvio a simple vista— ¿Segura que se siente bien?
Iba a responder que sí, porque jamás admitiría que Jeon tiene razón, sería caer bajo para mí, y si a cambio de eso me debo morir, que así sea.
—No, está enferma. —habló en alto— Y no para de esparcir sus gérmenes, nos va a infectar a todos.
Maldito come queso.
—Por favor, joven Kim, le pido que si se siente mal se retire a la enfermería.
Bueno, al menos es una razón para ir a la enfermería, ya que no le estaría haciendo caso a Jeon, sino que es a petición de un profesor. Sí me sirve.
Me levanté con dificultad debido al dolor que no para intensificarse en mi cabeza, sentía mi cuerpo pesado y cada paso que daba me mareaba. Me sentía tan ridículamente débil.
Mis balanceos y caminar errante no pasaron desapercibido para el profesor. Y es que incluso casi me llevo a EunRin por delante.
—Joven Jeon, lleve a su compañera a la enfermería. —ordenó al estúpido de JungKook, quien obviamente se quejó— Su compañera no se ve en condiciones de ir a la enfermería sola, vaya de una vez.
JungKook maldijo por lo bajo para caminar hacia mí y llevarme casi a rastras. Literalmente me tomó de la muñeca y sin tacto o gentileza me empezó a jalar por los pasillos. Porque claro, cuando una persona se siente mal, lo primero que haces es jalarla y obligarla a caminar sin ningún cuidado.
Éxito, Jeon.
Jeon JungKook
Maldita sea, ¿por qué tengo que ser yo quién la lleve? Esta mujer es el mayor dolor de cabeza que cualquier ser humano no querría soportar. Siempre encuentra una maldita forma para fastidiarme la existencia.
—Jeon, imbécil. —me habló como por cuarta vez a la que nuevamente la ignoré porque no tengo ganas de escucharla quejarse o joderme— ¡Oye! Me jalas muy fuerte, dejame caminar bien.
Solté su muñeca con brusquedad a lo que ella se tambaleó y estuvo a punto de caer si no fuera porque se sujetó de mi brazo.
—¿Puedes caminar más rápido, caracol?
—En primer lugar, si fuera un caracol no caminaría, me arrastraría. —dijo separándose de mí— Y en segundo lugar, ¡estoy enferma!
Rodé los ojos molesto. Su situación física no podría importarme menos, por mí que mástique vidrios y se desgarre algún órgano, pero que no me joda la vida. Además, no parecía estar tan enferma si tenía esas fuerzas para gritar, muy posiblemente deba ser porque ya es su naturaleza molesta.
—Como sea. —paré sus estúpidos berrinches— Vámonos de una vez.
—Estúpido.
Estábamos a punto de ponernos en marcha para irnos por fin, cuando Kim vuelve a detenerse colgándose de mi ropa aparentemente a nada de caerse.
—Oye...
—Solo espera un segundo. —pidió en un murmuro más bajo que su respiración irregular.
Comenzaba a deslizarse cada vez más al piso. La sujeté de uno de sus brazos para darle aunque sea una pequeña ayuda, pero de repente cae al piso como muñeco de trapo, o hubiera caído al piso de no ser por mí. Me era difícil sostenerla de esta forma, por lo que amortigüe su caída dejándola lentamente recostada en el piso.
—Oye, si quieres tomar la siesta espera a que lleguemos a la enfermería —no recibí respuesta de su parte— Vamos, insoportable. —le pateé suavemente una pierna sin intención de lastimarla, pero aún no reaccionaba— Levántate.
Me agache a su altura para darme cuanta que estaba inconsciente.
Pero claro.
Mire a mi alrededor para ver que no venía nadie, suspiré cansado y la volteé para que estuviera boca arriba. Rasqué mi nuca mientras me detenía a ver su cara, estaba pálida y con las mejillas teñidas de un tierno rubor.
Callada y quieta es linda.
No, fea. Siempre es fea.
No me quedaba de otra. Pasé mis brazos por debajo de su cuerpo para poder cargarla como una princesa que estoy seguro que no es. Me detengo unos segundos cargando su peso sorprendentemente más pesada de lo que habría imaginado, y no entiendo porqué simplemente me quedo como un idiota mirándola. Pero es que su mejilla caliente se presiona apenas con mi pecho y me hace sentir una extrañeza que hormiguea todo mi cuerpo junto a un inusual bombeo más rápido de mi corazón. Es tan raro que incluso pienso que yo podría estar enfermo. Debo expulsar aire en un bufido para dejar de perder tiempo centrándome en idioteces y miro fugazmente mi alrededor, asegurándome de que nadie me viera hacer una estupidez como esta. Cuando estoy seguro de que no hay nadie, reafirmo su cuerpo en mis brazos y me encamino a la enfermería. En serio es pesada.
Al menos no escucho su irritante voz.
Cuando llegué a nuestro destino, la enfermera me pidió dejarla sobre la camilla mientras ella procedía a hacer su tratamiento. Estaba a punto de irme, pero ya en el marco de la puerta me volteé a verla. Apreté los labios y rodé los ojos.
No tengo ganas de estar en clases.
Volví y me senté junto a ella para limitarme a mirarla.
—Tiene una fiebre bastante alta. No puedo creer que viniera a clases estando así. Pero nada que no se solucione con un buen descanso. —dijo después de colocar un paño húmedo en su cabeza— ¿Tu novia? —apuntó a la insoportable. Yo negué sin pronunciar palabra— Oh, aún así, ¿no te molestaría cuidarla mientras salgo un momento?
Miré por unos segundos a la odiosa de Kim para luego ceder a la idea de quedarme a cuidarla.
—Muchas gracias. Volveré en un rato. —terminó de hablar para salir de la habitación e ir a quién sabe dónde.
Mi vista volvió a Kim, quien aún tenía el trapo en la cabeza y las mejillas algo coloradas. No sé cuanto tiempo la estuve viendo, pero confirmé que es un ser horrible y espantoso. Cuando salí del trance en el que su fea cara me había dejado, retiré el trapo para comprobar su temperatura, aún era alta, pero parecía estar mejor.
Pasó un buen rato y escuché como sonaba el timbre que avisaba el receso. Fácilmente podría dejar a esta cosa sola aquí e irme, pero me quedaré porque le dije a la enfermera que eso haría.
Por cierto, ¿dónde está?
Luego del inicio del receso, en menos de un minuto, el estúpido de Park apareció en las puertas de la enfermería agitado y con mala cara. Parece que vino corriendo.
Que molesto.
—¿Se te ofrece algo? —le dije para devolverle la mala mirada.
—¿Qué haces aquí? —ignoró mi pregunta.
—No es tu asunto. —mi respuesta no pareció contentarlo y se adentró más a la habitación— Si vienes a joder, lárgate. —elevé la voz haciendo notar mi molestia ante su presencia.
Aunque significara mi liberación al cuidado de Kim, ver a Park me daba tantas nauseas que lo quería de una u otra forma lejos. Tal vez ahora mismo me vea relajado, pero me muero por destrozarle la cara.
—Vengo por ella. Ya te puedes ir, Jeon, yo la cuidaré.
Lo seguí fijamente con la mirada hasta que se paró junto a la camilla. Parece que se toma en serio el papel de ser perrito guardián. Reí en silencio y solo me encogí de hombros con desinterés mientras me levantaba. No me interesa ni en lo más mínimo seguir junto a esta perdedora.
Antes de retirarme paré frente a Park.
—¿A ella también la ilusionaras y la tiraras como basura? —pregunté con sorna a lo que su entrecejo se arrugó, dejando ver su enojo.
—No es tu asunto.
—¿Es un «sí»?
—Hablas mucho para no tener idea de nada en realidad. —entonó más grave. Me resultaba gracioso que tratara de ser intimidante con esa estatura— Te aconsejo que le prestes más atención a tu novia.
—¿Quién te crees para siquiera hacerle mención, idiota? —tiré de su ropa empujándolo, a lo que Park se vió irritado por ello, pero trataba de mantener su compostura.
—¿Vas a seguir haciéndote el malo?
—Me olvidé que tú eres el «niño bueno». —dije sarcástico— Dime, niño bueno, ¿ya le hablaste sobre MinHo? —señalé con la cabeza a Kim a nuestro lado.
—No te creas, Jeon. Tú también estuviste involucrado.
—Lo sé. Y sé perfectamente la mierda y basura que soy. Tú solo te fuiste para lavarte las manos, pero no por eso eres mejor.
Aquello aumentó la tensión que se creó desde que apareció por la puerta. Sabía lo que aquél incidente generaba en él, sabía que lo torturaba mentalmente. Por eso aprovecharía la oportunidad para recordárselo. Yo no estoy orgulloso de lo que sucedió, pero poco me importa a mí ser una basura, es lo que he sido toda mi vida. Pero Park, el que ahora quiere hacerse pasar por un santo, después de lo que hizo, no dejaré que aquella tortura cese en su mente.
—Vete, Jeon.
—Eres un imbécil, Park. —escupí para volver a caminar a la salida— Y aunque finjas, sé la mierda de persona que eres y solías ser. —finalicé para cerrar la puerta con fuerza e irme de ahí.
Es increíble que JiMin crea que simplemente por darnos la espalda ya es un chico de oro. No Park, claro que no. Me pregunto si tu amada Kim se molestará cuando se entere de toda la mierda que hiciste antes.
Sang MinHo te perseguirá por el resto de tu vida, Park.
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