Ángel 234(I&II)

By Mariansosaaa

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Un caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colo... More

Nota.
Antes de comenzar a leer.
Protagonistas.
Sipnosis.
Capítulo 1: El principio de todo.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24: Ángel 234.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29: El final de un nuevo comienzo
Epílogo
/Segunda parte/ Ángel 234: Tiempos Oscuros.
Prefacio.
Capítulo 1.
Capítulo 2: Chica batido.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5: "Eres un problema"
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8: Rompo todo lo que toco.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11: Píntame.
Capítulo 12: ¿Quién era Hult Sullivan?
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15: Soy completamente de ti.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18: Todo mi amor para ti, Gwen
Capítulo 19
Capítulo 20: Alma por otra alma
Capítulo 21
Capítulo 22: Quizás
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26: Capítulo Final
Epílogo
¡ATOM!
EXTRA

Capítulo 20.

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By Mariansosaaa

                              

Gwen Trainor.


La semana pasó tan rápido, pero con Hult los días pasaban lentos. Toda esta semana, cada día nos hemos visto a parte de la preparatoria. Al final de la tarde me viene a visitar y se queda hasta la cena. Poco a poco lo voy conociendo más. Me va dando un poco de él en pequeños fragmentos. A mis padres les agrada, algo que es maravillo. El día del boxeo mi papá lo volvió a invitar al próximo. Y mi mamá y él hace un par de días prepararon ese strudel de manzana que ella tanto quería, apuesto que estaba muy feliz por conseguir finalmente a alguien que tuviese interés por su dulce favorito. Sin embargo, siguen pensando que es sólo mi amigo o eso creo yo que piensan. Hult y yo vamos lento, como él dijo. Esperando que todo fluya, aún hay muchas cosas por conocer de los dos.

Hace unos días la carta de mi abuela me volvió a atormentar. Cada palabra escrita en esa hoja seguía rondando en mi cabeza. Estoy en esta lucha, entre si decía la verdad o era una de sus alucinaciones. Concordaba con mis sueños, por más que he tratado volver atrás y recordar, sigo sin hacerlo. Todo este misterio sigue intacto y aún sigue mi pregunta: ¿A quién se refería con "él"? ¿Esa persona tendría que ver con los sucesos pasados?

Es imposible creer que solo eran alucinaciones de mi abuela. ¿Acaso hay algo más extraño que un auto venga a ti y no te toque? Y Hult... Hult tenía la respuesta a eso. El problema es que no me ha querido decir. Pensaba en enseñarle la carta de mi abuela, por supuesto no iba a saber nada de lo que hablaba ella. Pero si podía explicarme lo que ha pasado, y tal vez podía encajar con lo que ella dice.

Giré la cabeza un tanto hacia atrás para ver al castaño sentado detrás de mí, muy ensimismado copiando lo que Warren escribía en la pizarra. Era muy feliz con tan solo verlo. Desde que llegó a mi vida lo he sido. Y desde que llegó esas extrañas cosas pasaron... ¿Será... Será "él" de quien se refería mi abuela?

Sacudí la cabeza y volví a dirigirme a mi cuaderno. Tampoco es que ella podía predecir mi futuro. ¿Cómo sabría de Hult? Sin embargo, no podía negar que todo esto parecía encajar de una forma muy extraña. Si no es que era pura casualidad... Era lo más probable.

—Hey Gwen— llamó mi atención Tyler Reegan desde su asiento al lado del mío.

Ladeé hacia él y le sonreí—¿Sí?

—He oído por ahí, que eras novia de Graham—expuso en un susurro. Una línea corrugada apareció entre mis cejas ¡Por qué todo el mundo insiste en que era su novia!

—Por fortuna, oíste mal —respondí en su mismo tono y volví a mi cuaderno.

—Me dijeron que eres tan rápida que ahora sales con otro —su toque burlón alteró mis neuronas. Le oí reír junto a otras personas al lado de él. El corazón me empezó a latir tan rápido de la furia.

—¿Eres uno de esos idiotas que creen todo lo que dicen? —desafié.

—Y tú una zorra, ¿no? —sonrió con malicia. Iba abrir la boca y decirle lo imbécil que era, pero me interrumpieron.

—Vuelve a decirle zorra y te juro que tu cara y el suelo se convertirán en uno solo — gruñó Hult detrás de mí. Tyler se puso tan pálido, que en un segundo volvió a concentrarse en su cuaderno sin emitir ni una sola palabra más. Una sonrisa victoriosa se formó en mis labios. Tyler era un completo idiota al igual que Graham. Pensé que había cambiado, siempre ha querido sacarme de quicio por la única razón de que le rechacé una invitación. Desde esa vez, su resentimiento hacia mi, florece más con el tiempo. Muchas personas en el instituto han vuelto hablar de mi esta semana, ya que Graham se ha hecho la víctima en frente de todos diciendo que lo dejé por otro. Y que fui la culpable de que dejáramos de salir. Sus mentiras eran tan estúpidas que ni siquiera me enojaban. Wells y Thomas le dejaron de hablar, puesto que les conté todo hasta lo de Camille, y enfurecieron. Ellos no estaban tan a gusto con que hablara mal de mí, pero les pedí que no hicieran nada al respecto. Graham era estúpido, solo quería hacerme molestar y darle más atención lo alimentaría.

Mi giré hacia Hult y este estaba tratando de abrir una caja de cigarrillos.

—¿Qué vas hacer?— Inquirí

—¿No es muy obvio?

—¿No piensas fumar aquí, verdad? —él me miró y ladeó una sonrisa.

—Estoy aburrido, no me gusta esta clase.

—¿Quieres que te saquen? — arqueé una ceja. El chico le dio unos toques a la caja y sacó uno.

—¿Quieres que te saquen conmigo?—cuestionó mientras se llevaba un cigarro a la boca.

—¡Hult no puedes hacer eso! Estas son las clases finales, si te sacan perderás nota —me crucé de brazos. Pero a él no parecía importarle eso. Puesto que sacó su encendedor.

—Esto es un país libre, Gwen — habló con el cigarro entre sus labios. Lo iba a encender, pero me incliné y se lo arrebaté.

—No te dejaré —espeté con el cigarrillo envuelto en mi mano.

Frunció el ceño, por supuesto muy enojado—Deja de hacer esa mierda Gwen, no es gracioso —bufó.

—Tú deja de fumar, esto es muy malo — agité el objeto enfrente de él. Cerró los ojos y lanzó un suspiro con estrés. Relamió sus labios antes de hablar.

—Lo haré si me lo das —extendió su mano para que se lo diera. Negué con la cabeza.

—Me importas. ¿Sabes lo que hace el humo en tus pulmones?

—Está bien —se encogió de hombros — Jugaremos tu juego.

—¿Mi juego?

Delineó una sonrisa en sus labios carmesí, sus facciones eran desafiantes. Sus ojos me veían con intensidad y me dio la sensación de que Hult estaba a punto de hacer algo que no me gustará en absoluto —¡Gwen no puedes quitarme mis cigarrillos! ¡Está prohibido fumar aquí!—gritó acusadoramente. Mis ojos se expandieron puesto que no podía creer lo que acaba de hacer. Mi intuición me dijo que volteara y al hacerlo, Warren nos miraba furiosa desde su escritorio.

—Trainor y Sullivan, ¡está prohibido traer cigarros al instituto y mucho menos fumarlos!— reprochó.

Negué frenéticamente —Profesora ni siquiera fumo yo so...

—¿Y qué es lo que tienes en tu mano Gwen?— me interrumpió señalando el cigarrillo que claramente tenía en mi mano. Mierda.

—¡No lo iba a fumar, lo juro!— me defendí

—Quiero a los dos en la dirección, ahora mismo —ordenó ahora apuntando a la puerta.

Respiré hondo y antes de pararme me volteé hacia Hult quien me miraba muy divertido. Le di una última mirada de perro rabioso. Tomé mi bolso y salí furiosa del salón.

¿Cómo se le ocurría hacer eso? ¡Estaba loco! Qué bien, ahora pensaran que fumo y que soy una verdadera mala conducta. ¡Y tenía que ser en la clase de Warren! Dios, solo quiero asesinarlo y arrancarle la cabeza en estos momentos. Era un completo inmaduro, idiota, idiota, idiota, idiota. ¿A quién se le pasa por la mente hacer eso? Lo más seguro es que la directora me mande a detención. ¡Jamás he estado en detención!

Unos pasos rápidos sonaron detrás de mí. Puesto como ya sabía quién era me detuve y me giré como una fiera para enfrentarlo.

—¿Por qué hiciste eso?— gruñí. Hult seguía sonriendo como si lo que hizo fue gracioso.

—Para salir, creo que es muy obvio— se encogió de hombros desinteresado. Iba a estallar.

—¡Tú sabes lo que me cuesta darle una buena impresión a Warren! ¡Y ahora por tu culpa piensa que fumo! ¡Eso no es gracioso Hult! ¡No lo es! —grité muy histérica. La cara me ardía y la sangre quemaba mis venas.

-—No es para tanto Gwen.

—¡Para mi si lo es! ¡Es mi nota!

Levantó una ceja y frunció el ceño—Tú empezaste primero quitándome el cigarro.

—¿Yo?— me apunté inocentemente con el dedo—Solo te cuido, porque me importas y vienes hacer esto.

El chico deshizo su sonrisa. Dio unos cuantos pasos hacia mí y estiró su brazo para agarrarme, pero yo retrocedí—Lo siento... Yo no pensé que te lo ibas a tomar tan mal— murmuró.

—¿Piensas que con una disculpa puedes reparar la estupidez que hiciste? —enarqué una ceja. Jamás había estado tan enojada como hoy. El chico se pasó una mano por la nuca y bajó la mirada al suelo.

—Iré hablar con Warren y le diré que solo me intentaste quitar el cigarro, porque no querías que fumara —musitó. Parecía que se había dado cuenta de lo que hizo, pero me sentía tan furiosa para perdonarlo.

—Warren no es alguien que da oportunidades —espeté con un tono más calmado que antes. Sería imposible que Hult la convenciera de que no fue lo que ella creyó que pasó.

—Lo siento Gwen...—repitió ahora mirándome.

—Ya no importa, ya lo hiciste — respondí en seco. Le di una última mirada decepcionada y me giré sobre mis talones para seguir mi camino a la dirección. Tal vez podría explicarle a Anna lo que de verdad pasó, ella sabe que no soy el tipo de chica que fuma en la preparatoria. Puedo llegar a dormirme en clases, pero no pasa de eso. Lo más seguro es que me crea y me deje ir.

—¡Gwen!—me llamó Hult quien todavía me seguía.

—No quiero hablar contigo por ahora, Hult. Déjame tranquila —no me gustaba tratarlo de esa forma, pero tenía que saber que eso para mí, no eran sus típicas bromas o burlas que no me afectaban. Con esto pasó el límite.

—No me dejes de hablar, por favor —pidió suavemente. Me alcanzó agarrándome de la muñeca para que dejara de caminar. Tomó mi barbilla y me dio la vuelta para mirarlo.

—Quiero que me des mi espacio en estos momentos, estoy enojada contigo —musité, lo más serena que pude.

—Solo quiero que me perdones, no quiero que estés tan cortante conmigo — encorvó sus labios hacia abajo. Colocó sus manos a mis costados acercándome más a él. Lo que detestaba de Hult, era que no podía enojarme con él. Es algo frustrante. Acercó sus labios a los míos muy lentamente, dejando nuestras bocas a tan solo centímetros.

—La dirección nos espera —susurré contra sus labios. Me sumergí entre pensamientos, una lucha entre besarlo o seguir firme con él para hacerle saber lo mucho que me molestó. Sin embargo, toda esa ira se esfumó cuando su respiración chocó contra mis labios haciéndome delirar.

—Prometo que hablaré con Warren— espetó. Sus ojos esmeraldas se concentraban en mis labios. Mi interior comenzó a sacudirse intensamente. En un movimiento rápido, juntó sus suaves labios con los míos. Apretó mi cintura con sus manos y me hizo estremecer. Su boca se movía al compás de la mía. Cerré los ojos de inmediato. No era un beso suave, era muy intenso, con desespero. El chico parecía querer devorarme. Mis manos rebeldes viajaron hasta las ondas de su cabello, y cayeron por detrás de su cuello. El chico me hizo retroceder unos cuantos pasos, como si quisiera buscar un soporte para tenerme totalmente inmóvil.

Agitado, se separó de mí y miró sobre mi hombro. Sus ojos destellaron al ver lo que seguramente deseaba. Me tomó de la mano y apresuradamente me llevó hasta el depósito del conserje, adentrándonos en este pequeño cuarto donde había un estante con productos de limpieza, entre otras cosas, olía a jabón y desinfectante. Cerró la puerta y en un segundo me tomó otra vez de la cintura para volver a besarnos. Como dos fieras, desesperados. Sus manos recorrían por toda mi espalda, me empujó muy despacio a una pared libre, dejándome sin salida alguna. Conectó sus labios contra mi cuello, y su lengua juguetona pasaba por toda la zona, succionado, besando, lamiendo. Era una serie de cosas al mismo tiempo, que me estaban haciendo enloquecer. Mi interior ardía. Hult ardía, su temperatura había subido.

—Estoy enloqueciendo, literalmente, por ti —jadeó mientras seguía besando mi cuello. Sus manos bajaron hasta la parte baja de mi espalda, posándose en mis glúteos. Me hizo vibrar cuando les dio un apretón haciendo que mi cuerpo se levantara con los pies en puntilla unos centímetros. Gemí por tal acto, salió muy espontáneo y me causó algo de pena. Todo mi enojo se fue en un instante. Lo único que me invadía ahora era la excitación.

—Esto me gusta—confesé entre gemidos. Hult seguía en lo suyo. Levantó su mirada hacia la mía y una sonrisa plácida se formó en sus labios que ahora estaban más rojos que lo usual, y un tanto hinchados. Hult era tan sexy de este modo.

—¿Confías en mí?— exhalaba mediante su boca, agitado, sin apartar su mirada de la mía. Pensé unos segundos la razón de la pregunta.

—Confío en ti— afirmé. Separó los anillos de sus dedos y los guardó en el bolsillo de su pantalón. Si sus ojos fueran agujeros negros, ya me hubiera devorado con ellos. Volvió a sonreír con más intensidad conectando nuestros labios. Ahora el beso se tornó algo suave, muy dulce. Nos besábamos de la misma forma como en su casa. Su mano derecha, se separó de mis glúteos y lentamente, como el roce de una pluma, se dirigió hasta mi entre pierna. Juro que sentí como mi corazón se disparó fuera de mi pecho. Mis piernas comenzaron a temblar incontrolablemente cuando los dedos de Hult desabrocharon el botón de mi short de jeans. Toda yo transpiraba fuego. No estaba tan segura de esto por los nervios. Pero lo deseaba.

Deseaba sentir a Hult como fuera.

—Si quieres que pare solo me lo tienes que decir. ¿Está bien?— aclaró cerca de mi oído. Tragué saliva y asentí. Sus dedos pasaron dentro de mi short y bragas, no pude contener el gemido al sentir la sensación de su mano, pasando por mi parte expuesta para él.

Con un pie me indicó que separara unos centímetros las piernas. Sus dedos seguían bajando hasta mi parte más sensible donde pude sentir lo fría que estaba su mano. Iba a morir aquí mismo por estas sensaciones que eran nuevas para mí, se sentía muy bien. Cerré los ojos fuertemente como si eso pudiera controlar mis nervios. Hult siguió besando mi cuello al mismo tiempo que su mano se hallaba dentro de mi braga. Uno de sus dedos comenzó a trazar círculos en mi zona sensible, una y otra vez sin parar. Mi pelvis se contrajo al sentirlo muy placentero.

—¿Te gusta? —cuestionó mientras seguía depositando besos por todo mi cuello.

—S—S—Si me gusta — respondí temblorosa. Volvió a levantar su vista a la mía, y sonrió tal vez por mi cara enrojecida. Era este conjunto entre sus dedos, sus ojos, su sonrisa y sus besos que me estaban haciendo sentir de maravilla.

—Te vez tan hermosa de esta manera, más de lo que eres —ronroneó contra mis labios. Me regaló un dulce beso en la comisura, para luego besarme correctamente. Sus dedos dejaron de moverse. Y de pronto sentí un poco de dolor como si me hubiesen pellizcado. Hult introdujo un dedo dentro de mí. Se sentía muy extraño, algo incómodo y doloroso. Ahora lo movía de adentro hacia afuera, logrando que el dolor fuese un poco más intenso, pero no irresistible.

Me despegué de sus labios para poder detener el gemido atorado en mi garganta.

—¿Sientes molestia?— preguntó algo preocupado, intenté hacer mi mejor sonrisa y negué.

—Tranquilo, se siente bien —no mentía. Me gustaba la sensación, aunque me causara un ligero dolor. Hult algo dudoso asintió para besarme otra vez. Gradualmente el dolor disminuía, mientras su dedo entraba y salía frenéticamente. Mordí sin querer el labio de Hult, haciendo que lanzara un quejido cuando sentí otro dedo más dentro de mí, intensificando el dolor que disminuía. Clavé mis uñas en su cuello cuando volvía a adentrarlos y sacarlos. Pude sentir la dureza en la entrepierna del castaño.

—Me fascina ser yo, el primero que te haga sentir de esta manera —objetó travieso contra mis labios. Ni siquiera podía emitir una palabra, en lo único que me concentraba era en lo que Hult hacía dentro de mí. Nuevamente el dolor ya no era tan intenso disminuyendo a uno muy ligero.

Unos toques en la puerta nos hicieron dar un brinco del susto. Aterrada vi hacia la entrada, pero Hult le había pasado el seguro.

—Hult cre...

—Shhh —posó un dedo sobre mis labios para que no hablara. Lentamente sacó sus dedos de mí y la mano completa de mis bragas. Rodeó mi cintura con sus brazos. La puerta volvió a sonar un par de veces más. Si nos encuentran aquí, estaremos en más problemas.

Miré a Hult e hizo una mueca de la cual no pude resistir reír, cubriendo mi boca con mi mano. Los dos estábamos ahogados de la risa resistiendo para que no nos descubrieran.

—Nos matarán —susurré.

—No, si no abren la puerta —susurró también. Plasmó una sonrisa y me miró muy sumergido en mis ojos, como si me quisiera decir algo con los suyos —¿Sabes cuánto te quiero? — preguntó bajito. Mordí mi labio y negué suavemente.

—¿Cuánto?

—Ni siquiera convirtiendo mil años luz en tiempo normal, daría el resultado de cuánto te quiero. Ni siquiera yo te puedo dar una respuesta exacta —sonreí y de inmediato fui a dejar un beso silencioso en sus labios, como respuesta. Cada vez podía sentirme más cerca de Hult, a medida que se abría.

Este fue el sentimiento más hermoso que una vez más Hult me enseñó. En este cuarto diminuto de conserjería. Ahogados de la risa, excitados, él confesando cuanto me quería. Simplemente perfecto. 

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