Entre las sábanas de una prin...

By _erikaasii

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Y vivieron felices para siempre... Alguna vez pensaste en qué pasó después de eso; ¿la princesa y el príncipe... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO #1: FIESTA DE CUMPLEAÑOS
CAPÍTULO #2: EL DIOS DEL OLIMPO
CAPÍTULO #3: ÁNGEL CAÍDO (I)
CAPÍTULO #3: ÁNGEL CAÍDO (II)
CAPÍTULO #4: NOVIO NUEVO
CAPÍTULO #5: STRIPPER, SEXY STRIPPER
CAPÍTULO #6: EL DIVORCIO
CAPÍTULO #7: EL CRUCERO DEL SEXO
CAPÍTULO #8: DÍA DOS EN EL CRUCERO
CAPÍTULO #9: ES HORA DE BAJAR DEL BARCO
CAPÍTULO #11: COMPROMISO O MUERTE
CAPÍTULO #12: MI PLAN
CAPÍTULO #13: MI SEGUNDA BODA (I)
CAPÍTULO #14: MI SEGUNDA BODA (II)
CAPÍTULO #15: DESPERTAR
CAPÍTULO #16: TE AMO

CAPÍTULO #10: ESTAFA

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By _erikaasii

Son las 10am, la escalera de salida está abarrotada, todos desean salir primero. Yo espero pacientemente a que la multitud se disipe, quizás así vea a Jairo. Al parecer, los chicos también intentan evadirme, porque todos me observan desde lejos, pero en cuanto nuestras miradas conectan cambian el enfoque.

Estoy en cubierta viendo a las personas salir apresuradamente, montarse en autos lujosos y largarse a continuar con sus vidas después de echar una canita al aire, miro hacia la izquierda y veo a Alex a unos 5 metros de mí, nos miramos fijamente por unos instantes hasta que lo veo acercarse, pasa por mi lado y con sutileza me toma la mano dejando una nota entre mis dedos, me dedica una cálida sonrisa y se aleja como si nada.

Yo desdoblo el papel y leo en la hermosa caligrafía la frase:

"A las 8pm paso por usted a su casa"

¿Cómo puede saber mi dirección? ¿Por qué tanta obsesión conmigo si puede tener a la mujer que quiera? ¿Qué intenciones tiene Alex?... Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, que solo podrían responderse cenando con ese hombre, y quizás, saldando una cuenta que dejamos pendiente hace menos de 24 horas.

.        .       .


Regreso a casa. El silencio y la soledad son abrumadores, me siento tentada a llamar a Jairo, pero me obligo a mí misma a aprender a convivir con la soledad. Corro al baño, me preparo la bañera con sales de flores y aceites esenciales y paso más de una hora sumergida en el agua caliente, pensando en que aburrido será incorporarme a mi antigua y monótona vida después de los tres días anteriores; donde lo menos raro que pasó fue el trío entre Cayetana, James y yo.

Luego de las horas de reflexión me dispongo a vestirme, opto por un vestido blanco a media pierna, ceñido al cuerpo y de mangas largas, lo combino con unos tacones del mismo tono y una cadenita de plata. A las 8pm estoy lista y esperando a Alex en la puerta, pero con la duda de como sabe mi dirección latente. El claxon de un coche suena y yo de un respingo salgo de mis ensimismamientos. Un Ferrari F70 negro está plantado frente al portón de mi casa, yo sonrío, y antes de que mi compañero pueda hacer alarde de que es un caballero yo abro la puerta y me monto al auto, le estampo un beso en la boca y digo:

― ¿Cómo sabes mi dirección?

― Te lo digo mientras comemos el mejor solomillo de la ciudad. ―Yo sonrío, más por la gracia que me hace lo que me va a llevar a comer que por la forma tan descarada en la que evade mi pregunta.

Este hombre tiene dinero, o al menos lo aparenta, pero no tiene una pizca de clase, y lo mejor, o peor de todo, es que no intenta conquistarme aparentando algo que no es.

Lo veo conducir, es un gañán de pueblo y eso se nota, aunque manejes un Ferrari y ocupes ropa de marca, algo que influye en los negocios. Ningún millonario aceptaría a este hombre en su círculo de amigos, y por ende no harían negocios con él, así que me intriga saber cómo pudo hacerse con su fortuna, y digo fortuna porque hay que tener de eso para comprarse este auto.

Llegamos a un restaurante bastante de moda, donde más de un millonario aburrido y nuevo rico va alardear y gastar una buena pasta. El sitio es hermoso, la atención increíble y todo carísimo, nosotros pasamos y nos sentamos en una mesa de dos sillas junto a la ventana, tomamos las cartas, y sin siquiera mirarla Alex pide un solomillo con verduras y Ensalada César.

― Un turnedó Rossini está bien. ―Y le sonrío al camarero con dulzura.

― ¿Para tomar que van a pedir los señores?

― Una botella de vino blanco. ―Se apresuró a decir Alex.

― Entonces ―dije cruzándome de brazos cuando el camarero se fue―... ¿Cómo sabes mi dirección?

― Ya te lo dije, eres una persona muy conocida...

― Pero no para que mi dirección la sepa cualquiera.

― Estás en lo cierto, pero yo soy un hombre de contactos ―Me sonríe y agrega―. Espero que no te moleste. ―Otra dulce sonrisa, yo no me creo nada, pero igual sonrío.

Continuamos la cena con normalidad, intercambiando miradas furtivas y diálogos superficiales. La charla es amena, pero debo reconocer que este hombre no me inspira nada más que un buen polvo.

Hay personas como Jairo y Marcelo que hacen de las conversaciones una fiesta, y luego está Alex, con quien las conversaciones son monótonas, pero las ganas de follar son más grandes que el aburrimiento.

Y otra vez la cena del cobarde. Estamos a punto de pedir los postres cuando yo le tomo la mano y digo:

― ¿En tu casa o en la mía?

― En la tuya. ―me dice haciendo señas al camarero.

― ¿La carta de postres? ―dice el muchacho.

― La cuenta. ―dice Alex dedicándome una sonrisa pícara.

La cena le cuesta a mi futuro amante la friolera de 650 euros, los cuales paga sin problemas, además de dejar una jugosa propina para el chico que tan bien nos atendió.

Vamos conduciendo en silencio, pero con velocidad, mis mejillas están coloradas porque se lo que se viene.

.        .       .

Luego de 20 minutos estoy tendida sobre la cama recibiendo besos en el cuello de Alex; sus manos recorren mi cuerpo por encima del vestido, yo le gimo al oído por lo bajo y aprieto los muslos contrayendo mi vagina.

Cuando menos me lo espero una de sus grandes manos comienza a acariciar la cara interna de mis muslos, lo hace despacio y yo ansío sentir su miembro entre mis piernas.

Mis gemidos inundan la oscura habitación, mezclándose con el silbar del viento al chocar con la ventana y los sonidos típicos de la acción; su cinto que se desabrocha, los zapatos caer al suelo, mi vestido abandonar mi cuerpo, su ropa desgarrarse, mi respiración agitarse y el excitante sonido que provoca su boca al succionar mis pezones.

Grito. No esperaba sentir su miembro tan rápido, aunque siendo sincera lo necesitaba, las embestidas son violentas y yo intento retener el orgasmo, mis piernas se enredan alrededor de su torso y sus manos bajan hasta mi cintura, me aprietan con fuerza y de un solo empujón me veo pegada a la ventana. Él está de pie y yo levito sobre el suelo, la posición perfecta para sentir mejor su miembro en mis entrañas:

― Me corro. ―le digo entre gemidos.

En menos de un segundo vuelvo a estar en el suelo, sus dedos entran y salen de mi vagina con rapidez, mis piernas tiemblan y mis manos se aferran a la ventana para conseguir mantenerme en pie cuando un sonoro gemido sale de mi boca y es silenciado por los besos de mi amante.

Nuevamente estoy levitando, esta vez las embestidas son más fuertes y rápidas, poco tardamos para que yo llegue nuevamente al clímax de mi sexualidad, estoy agotada, apenas tengo fuerzas para gemir cuando siento su semen embarrar mi pelvis, volvemos a la cama, estoy bocarriba, adormecida, siento el papel higiénico limpiar todo el desastre que se ha creado en mi cuerpo, un dulce beso en mis labios y todo su peso caer a mi lado, cierro los ojos y todo oscuro.

.          .         .

Las cortinas se quedaron abiertas y la luz que entra por la ventana interrumpe mi sueño. Abro los ojos despacio, miro hacia la izquierda y no hay nada, al parecer Alex se fue antes del amanecer. Me levanto, me pongo un salto de cama de satén negro y me voy a desayunar. El día está hermoso, perfecto para incorporarme al trabajo y disfrutar de las ganancias adquiridas después de mis pequeñas vacaciones. Me doy una ducha rápida y me visto; una blusa blanca de mangas largas y anchas, una saya negra ceñida al cuerpo, tacones negros de punta fina, poco maquillaje, labios rojos y una larga trenza.

.       .       .

Camino contenta por los pasillos de la empresa, aunque percibo miradas molestas de mis trabajadores, no entiendo nada, así que voy con Ramón para ponerme al día, entro a su oficina y lo veo mirar unos papeles con cara preocupada.

― ¿Ramón qué pasa?

― ¿Y aún preguntas Macarena? ―me dice con molestia desde su asiento.

― Es que no sé qué pasa, lo juro. ―Estoy desconcertada.

― Mira. ―Y me tiende los papeles que tenía en la mano.

― ¿Qué es esto? ―Leo rápidamente, y, en resumen, el conjunto de hojas dice que yo he destinado la mitad de las ganancias de mi empresa a una cuenta fuera de España.

― No sé, ¿dímelo tú?

― No entiendo nada Ramón, lo juro, yo no tengo cuentas en el extranjero, sabes como soy, nunca haría eso...

― Igual que jamás dejarías tu puesto de trabajo y te recuerdo que en estas últimas semanas te has tomado unas cuantas vacaciones.

― Ramón yo no he hecho esto. ―Qué difícil es convencer a alguien de algo cuando no tienes pruebas de ello.

― ¿Y por qué está aquí tu firma Macarena?

― No lo sé, no entiendo, yo no he firmado nada. ―Estoy perdiendo los estribos.

― Vale, supongamos que lo haya hecho otra persona, para eso tendría que clavar tu firma o tener tu tarjeta de empresa.

― ¡Madre mía! ―Ahora lo entiendo todo.

― ¿Qué pasa?

― Nada ―Caminé hacia la puerta, y antes de salir dije―. ¿Cuándo se hizo la transacción?

― A primera hora de la mañana. ―Ramón no entendía nada, pero yo no me iba a detener a explicarlo.

Salí corriendo hacia el parquin, me monté en el auto, tomé mi celular y marqué el número de la única persona que podría ayudarme:

― ¿Qué quieres? ―contestó a los dos timbres. Su voz era cortante, era evidente que estaba molesto, pero en estos momentos hasta yo estaba molesta conmigo misma.

― ¿Dónde vive Alex?

― Macarena no vayas.

― Ese tipo me ha estafado la mitad de las ganancias de mi empresa. ―bramé.

― Maca, es peligroso. ―Su preocupación era evidente.

― ¡Una mierda! ―grité furiosa― Peligroso mis cojones Jairo, o recupero mi dinero, o mato a ese hombre.

― Te mando la dirección en un mensaje. ―Suspiró, sabía que no me iba a hacer cambiar de opinión.

Comencé a conducir como loca siguiendo las instrucciones del GPS; una rotonda, giro a la izquierda y una gran casa construida a base de estafas. Lo vi salir con una pequeña maleta negra, pisé con fuerza el acelerador y cuando casi le paso por encima uno de los hombres que lo acompañaba lo empujó hacia adelante, me bajé del auto, podía ver el miedo en sus ojos, él se levantó rápido y yo sin pensarlo dos veces le estampé un puñetazo en la cara, otra vez al piso, su labio roto y un hilillo de sangre corriendo cuesta abajo por su mentón.

― ¡¿Estás loca?! ―me gritó limpiándose la sangre.

― Mucho ―Mis ojos estaban fuera de mis órbitas, ahora me estaba dando cuenta de que era cierto lo que siempre decía Marcelo; soy una leona recién parida y mis cachorros son mis millones―. Y si no me devuelves mi dinero ese hilo de sangre que te brota del labio va a ser lo más bonito que te pueda pasar.

― Yo no te he robado nada.

― ¡No te hagas el tonto, hijo de puta! ― Y sin más me lancé a su cuello dispuesta a ahorcarlo, pero antes de que enganchara las uñas en mi objetivo uno de sus hombres me detuvo.

― Mira princesa, yo no tengo la culpa de que a estas alturas hayas decidido salir de tu burbuja, y que con 40 años no sepas distinguir quienes son los malos y quienes los buenos...

― ¡Devuélveme mi dinero o te mato! ―Si estuviera suelta le arrancaba los ojos con mis propias manos.

― Yo creo que no has entendido bien. ―Se acercó a mí y pegó algo metálico a mi bazo; una pistola. Mis ojos se abrieron, del odio había pasado al miedo, pero aún seguía queriendo matarlo.

― ¡Me importa una mierda que tengas una pistola, me devuelves mi dinero, o te corto la polla con un cuchillo jamonero! ―dije metiendo la mano en mi bolso y tomando el mango de la navaja suiza que había cogido de la mesa de Ramón.

― ¡Alex! ―gritó Jairo desde lejos― Vamos a dejar esto en paz ―Se acerca corriendo y separa a los hombres de mí, me toma por el brazo y agrega― Déjala tranquila, no sabe lo que hace.

― Vale, pero hazle saber quién manda.

Nos vamos alejando, Jairo habla, pero yo no hago caso, solo escucho la sangre hervir dentro de mi cuerpo, mi mano aún sujeta el mango de la navaja, no puedo contener mis movimientos, soy presa del pánico y la ira, me giro de golpe y con la navaja empuñada corro hacia Alex, quien solo se ha desplazado unos cuantos metros. A partir de ahí todo pasa muy deprisa; él saca una pistola, me apunta y aprieta el gatillo, Jairo corre hacia mí, toma mi cintura y se interpone entre la bala y mi cuerpo, la sangre corre y hace un gran charco en el suelo, su cuerpo yace en el piso, yo lo miro atónita, Alex se acerca y solo escucho:

― Llévenlos dentro.

NOTA DE AUTORA
————————————————————————
Uyyyyyy 😬...se los dije; me iba a poner intensa, y prepárense que esto solo puede ir a peor... espero que les haya gusto el capítulo... 💕

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