La Misma Luna (Jack Frost x E...

By Polary_bear

3.8K 357 214

Jamás pensaron que su destino cambiaría, bajo los ojos del gran astro. En cada One-shot, se presenta a Elián... More

Información
One-shot N°1
One-shot Nº2: II
One-shot N°3

One-shot N° 2: I

601 57 15
By Polary_bear

PARTE I

Estar sentado esperando absolutamente nada por órdenes de alguien mayor, era frustrante para ambos; peor aun cuando la razón no es del todo lógica. Aunque eran distintas, seguía siendo desalentador.

La mayoría del tiempo en su corta vida, quejándose silenciosamente apartado en cuatro muros de concreto, y tener que oír los cantos sobre muñecos de nieve de su hermano menor, solo para recordar cada día que por su culpa no podían estar juntos. Pensar que jamás saldría de allí, a tal punto de llorar contemplando la extensión de la capa de hielo que había hecho en sus aposentos.
El niño caminaba agarrado de la mano de su madre, viendo a Andy trotar adelante de ellos, sin dejar de señalar todo lo nuevo que veía. Se sentía mejor dentro del barco, era tranquilo y cálido excepto por algunas turbulencias. Igual le parecía más seguro, tal vez era la costumbre del encierro, pero ahora tendría que ser más cuidadoso en no revelar sus poderes ante Andy por su propio bien. Miró los guantes que su padre le había regalado, al menos eso ayudaba un poco.

-Aquí nos quedamos a pasar la noche -dijo el rey, deteniéndose.

-¡Elián, Elián ven, vamos jugar!

El mencionado sintió que su mano era soltada por su madre, ella se acuclilló tomando de sus hombros.

-Anda hijo, ve con él - le habló dulcemente -tómalo como distracción, sé que puede ser difícil ocultarlo... - agarró sus manos, donde provenía su magia atrapada en la tela- ...pero hazlo por tu hermano, ¿si?

El muchacho asintió con la cabeza, aceptando sus palabras y caminó donde Andy lo esperaba.

-¡Vamos hijo, sé fuerte! -exclamó su padre con barrotes y cosas para acampar en el suelo- A su derecha hay un río por si quieren ir, pero no vayan más lejos.

Elián se despidió de su padre y al fin llegó a donde su hermano lo esperaba con ansias.

-¿Qué quieres ha..? -fue interrumpido por su abrazo.

-¡Por fin podemos hacer algo juntos!

-Si, eso creo —murmuró Elián, dejándose abrazar.

-Ahora dime por qué no salías de tu habitación. Papá y mamá dicen que estabas enfermo.

-Pues... aún lo estoy, así que no te acerques mucho -cambió la mirada-. Dijeron que había un río cerca.

-¡Ahh! -jadeó -¡¿Hay un río por aquí?! -puso las manos en la cara del asombro-.

-Si, no está tan lejos.

-¡Vamos! -echó a andar, seguido por Elián.

Los ojos de los príncipes cruzaron por en medio de los grandes sauces de hojas de tonos otoñales que se decidían en caer. Elián no sabía qué tenía de especial aquel lugar, para llegar hacer el viaje hasta ahí. Unos rayos de sol brillantes hicieron que se cubriera la vista por donde venía, y de un mejor ángulo se dio cuenta que el astro ya no estaba en lo alto del cielo.

-¿Sabes por qué vinimos hasta aquí? -preguntó el mayor.

-¡Si! -volteó -¿Papá no te lo contó? Lo dijo cuando estábamos cenando... -recordó que él no estaba presente -... perdón.

Pues Elián no tenía permitido el contacto con Andy, masticaba su efímera e insípida comida sobre un plato en su habitación, divirtiéndose a solas con un muñeco de nieve que él había creado con esfuerzo para sus tiempos de soledad. Sin olvidar que este no se movía. Ni hablaba.

-Continúa -dijo Elián.

-Pues, papá nos dijo que aquí conoció a los cuatro guardianes -elevó su tono -cuatro seres que reparten felicidad a los niños por todo el mundo. ¿Sabes quién ponía las monedas bajo la almohada y se llevaba tus dientes a cambio, los huevos en Pascua, los mejores sueños, y los regalos en Navidad? ¡Ellos! Dijo que los encontró aquí discutiendo, y de la nada lo pusieron a dormir, papá cree que aquí se reúnen.

-Si, mamá también me lo contó.

Por las evidencias que dejaban creía en la existencia de los cuatro, a pesar de que nunca los había visto, pero se dedicaba a pensar en ellos y analizarlos cuando permanecía aburrido en su cama, mirando el techo. Los veía como una inspiración para aprender a controlar sus poderes y saber de lo que estaba hecho.

Al llegar, divisaron el estrecho río con aguas cristalinas que venían y se iban a un caudal sereno, aceptable para ellos.

-Creo que encontré algo -se desvío del camino.

-¿Qué es? -preguntó Elián con curiosidad.

-Da pena, pero hallé una ardilla muerta -la mostró agarrándola de la cola.

-¡Qué asco, suelta eso!

-Okey -lanzó hacia atrás sin oponerse.

Andy se arrodilló sobre la tierra, en la orilla y sumergió la cara en el agua con las mejillas infladas de aire, algo característico era que no estaba contaminado, ya que veía pequeñas piedras dentro y musgo a la perfección, hasta llegaba a sentirse como si viviera allí.

-Andy, sal de ahí, te puedes caer.

-Hazlo tú también, se siente refrescante -sacó su cabeza cayendo gotas de su rostro, mientras se relamía la boca.

-Estás todo empapado, vas a arruinar tu suéter -se le acercó, tomando parte de su abrigo.

Empezó a secarlo con la manga de su muñeca, en tanto su hermano tuvo que cerrar los ojos cuando pasó por sus pecas en los pómulos y nariz.

-Ya pareces mamá -le dijo el menor-.

Elián sonrío y su manga regresó a la normalidad.

-¿Crees que pueda saltar hasta el otro lado? - señaló el otro extremo del río.

-Tal vez.

-Por supuesto que puedo -entonó seguridad.

Tomó impulso, y el menor corrió hacia adelante para seguidamente saltar atravezando el río mediante el aire, y llegó al extremo opuesto.

-¡Elián mira lo logré, ahora es tu turno!

-No creo que pueda, Andy.

-No te preocupes, no está tan difícil -dijo desde el otro lado.

Tuvo miedo ¿Y si no lo consigue? ¿Y si el río se lo lleva hasta una cascada, a pesar de sus aguas para nada caudelosas? Bueno, su madre le dijo que haga lo posible por él. Lo posible. También se lo tomó como si la reina de Arendelle le hubiera ordenado. Retrocedió unos pasos y frunció el ceño hasta que sus pies se elevaron separándose del suelo y pudo estar sobre el agua. Pudo ver su reflejo casi idéntico a él en el trayecto, era increíble, pero subió la vista y no supo como aterrizar.

-¡Hermano, yo te atrapo!

Y el príncipe cayó sobre Andy, rodando y marchándose con la tierra, incluyendo sus guantes que los usó para detenerse.

-¿Oye, estás bien? -preguntó Elián, apartándose de él.

-Amm... si, menos mal -se sentó ignorando el pequeño golpe- ¡Mira, tus guantes!

-¿Qué tiene?

-Están sucios, quítatelos - se le acercó, tomando del extremo de los dedos.

¡No! -de inmediato apartó sus manos y se alejó- ¡No te acerques!

No volverá a provocar otro accidente en su propio hermano, como consecuencia del peligro que podía crear, además de solo nieve y hielo. Su mirada se clavó en la evidencia de su incapacidad, de ahí bajó encontrando un rostro de confusión por parte de Andy. Evidentemente él no sabía porqué actuaba de esa forma, entonces el mayor suspiró y continuó hablando.

-Mejor hagamos otra cosa.

El niño de ojos castaños, miró a su hermano mayor con astucia.

-Ok, pero no voy a negar que yo también me ensucié por tu culpa - metió la mano en el agua.

-¿Qué haces?

Andy sonrío con satisfacción, y movió la muñeca al instante, salpicando las gotas en el otro.

-¡Hey! - exclamó cubriéndose, mientras rió.

- ¡Es mi venganza! - le aclaró juntando más líquido entre sus manos.

Elián se fugó a fin de que no lo alcanzara, mientras Andy empezó a perseguirlo entre las plantas. El rubio volteó hacia atrás, notando que cada vez más se le acortaba la distancia. Nuevamente, miró al frente y esquivó un árbol, yéndose a otra dirección queriendo ganarle en velocidad. Presentía que en cualquier momento lo alcanzaría, cosa que fue motivo de apresurarse.

- ¡Elián, Elián...!

Fueron las palabras que oyó, antes de poder atravesar arbustos y detenerse al fin, arrastrando tierra en sus botas. No sabía que corrió tan rápido, que había dejado muy atrás a su hermanito.

- ¿Ya te rendiste, Andy? - alzó una ceja.

Apoyó sus manos en sus rodillas del cansancio, y luego se irguió.

- ¿Andy?

Regresó por el camino antes recorrido. Andar con la mente fría todo se tornó desconocido a su alrededor por completo, como si nunca hubiese pasado por ahí. Oyó el sonido de aves alzando el vuelo. Las pisadas que dejó marcadas estaban mezcladas con el pasto, por lo que era confuso saber por donde había pasado.

-No no no, esto no me puede pasar a mí -mencionó desesperado, masajeando su frente.

Dio vueltas en diferentes lados buscando algo, al menos una pequeña señal para volver a ver a Andy y sus padres. Todo falló, nada fue entonces que confirmó de una vez, que estaba perdido.

La tarde cayó en todo el cielo, el príncipe caminaba por un sendero con la cabeza baja. Y todo por un juego de niños. Elián ya pensaba en la manera de poder ver la tienda de su familia desde lo alto, ni pensar en los árboles, quién sabe con qué se puede encontrar si sube. En la mirada a sus pies, lo llevaron a notar sus manos, ya no tenía el porqué de esconderlo más, no había nadie cerca, además podría usarlo para elevarse.
Desde dentro, su piel iba quedando descubierta ante el ambiente. De hecho, se sentía bien, hasta que sus dorsos quedaron al natural, rozó los pulgares con sus dedos sintiendo su tacto una vez más. Formó puños lentamente y los volvía a abrir. En frente solo tenía un camino, una oportunidad de aprender y fortalecer su magia.

Estiró los brazos hacia abajo, y sus palmas lanzaron hielo combinada con escarcha que hizo brillar su cuerpo, luego los elevó poco a poco mientras él caminaba sobre el hielo ya creado. Sin embargo fue tan alto que tuvo miedo en caer, aquello fue causa de que haya dejado de salir sus poderes cuando estaba a dos metros del suelo, resbaló y sosteníendose de algo, regresó. Intentó una vez más. Esta vez para llegar más alto.

Falló, creó nieve para amortiguar las veces en que resbale o caiga, pero siempre lo arruinaba sus inseguridades o el temor de hacerlo mal, convirtiéndose así en su peor enemigo. Los trolls le habían advertido que lo sería, y no se equivocaron, por su parte, Elián no lograba vencerlo aún.
Se sentó sobre su nieve, pensando en muchas cosas. En eso un recuerdo cruzó por su mente. ¡Los guardianes! Había sacado conclusiones de los cuatro entes, incluyendo que aprendió de ellos sin que se lo dijeran.
Sandman, se preocupaba que tengas los mejores sueños del mundo, para no pasar mal la noche; representaba la protección y ser un soñador.
El hada de los dientes. Había intuido que era alguien muy cuidadosa para tratar con un niño durmiendo, y cariñosamente levantar la almohada. Siempre la imaginó con aspecto maternal.

El conejo de Pascua debía ser valiente como para arriesgarse a no ser comido al momento de esconder los huevos.
Y por último... Santa. Lo importante es que lo describían con entusiasmo a pesar de tener una edad avanzada. Vaya, sí que debió repartir mucha alegría y amistad, además de obsequios.
Podía apreciar todo en ellos desde Arendelle, deseó nunca salir de su tierra, pues era mejor quedarse solo en un cuarto con el calor de la chimenea, que permanecer en el gélido y oscuro bosque. Pero, al menos había algo de luz que le permitía saber donde estaba parado. La misma que guiaba a los viajeros por las noches. La luna. Tan resplandeciente como siempre. Los guardianes de seguro deben ser admirables, y sabios.

⚪ ----♠----⚪

Sí claro, solo que hay uno más que no se puede quedar quieto, y estaba por convertirse en viajero.

-Jack, recuerda que Norte te pidió que permanecieras sentado y sin moverte -dijo el conejo antropomórfico acercándose.

-¿Y que crees que estoy haciendo? -puso la mirada retadora- no estoy haciendo nada, me quedo sentadito -golpeó la madera con la base del báculo- tal y como Norte me lo ordenó.

-¡¡Sí, pero no en su trineo!!

-Y el gordito no dijo dónde -sacó la lengua.

-Haces demasiadas travesuras, así que tendré que obligarte a que bajes de ahí, Jack -subió al trineo.

-Nah, apuesto a que tú también quieres divertirte -se levantó y tomó las riendas de los renos -a ver si manejo bien esta cosa como lo hace Norte.

-Te prohíbo que hagas otro movimiento, ya tuve suficiente cuando rompiste esa ventana -advirtió.

Pues resulta que le quitó su boomerang, y flotó para que Conejo no pudiera alcanzarlo, tratando de saber cómo funciona, Jack lo lanzó rompiendo el vidrio en añicos, y golpeó la cabeza de Norte, que por eso lo había castigado.

- ¡Jack, ¿qué estás haciendo?!

Exclamó el hada apareciendo ante el portón junto con Meme quien negaba con las manos.

-¡Vámonos! -agitó el dogal, emitiendo un golpe en los renos.

-¡¡Espera, no!!

Muy tarde para retractarse, pues los seis renos iniciaron la partida, cubriendo de nieve a algunos duendes que pasaban cerca. El peliblanco comenzó a reír de la euforia, mientras que por el contrario, al parecer el conejo no era amigo de trineos voladores, estaba aferrado a los bordes, luchando con no vomitar.

- ¡¿Qué pasa?, creí que te gustaba la velocidad! -exclamó para que su voz se oyera entre las pisadas de los renos resonando en la cueva de hielo.

-¡Pero no de este tipo!

Se acercaba el momento de que el trineo deje de arrastrarse en el suelo.

- ¡¿Acaso estás loco? Detente! - exclamó el conejo acercándose al albino- ¡Te lo ordeno!

-Estoy loco desde que nací -se miraron frente a frente-. Y nadie me da órdenes -Sus ojos reflejaron enojo, estaban a punto de atacarse, que término desatándose en una pelea de manos.

Por pasarse de listo, Jack jaló una oreja del conejo, provocándole dar un salto y apartarse, pues no estaba acostumbrado a ese tipo de tocamiento.

Era el instante de tomar vuelo, más adelante estaba el muelle por donde los cuadrúpedos dieran sus últimos pasos. Al salir de la guarida, los ojos azules del guardián se encontraron con las nubes blancas sobre las montañas de nieve en el firmamento.
Ahora los renos cruzaron el muelle antes de poder elevarse. Dieron los últimos pasos y por fin se encontraban en el aire, subiendo como si continuaran corriendo.

-¡Lo logramos!

-¿Enserio? -dijo tendido en el suelo y agitado -yo creí que estábamos yendo directo al cielo.

-Ja, ja, si como no.

- ¿Ahora, a donde piensas ir? -preguntó el espíritu de Pascua, agitando la naricilla, recuperando la postura.

-No tuve tiempo de pensarlo -arqueó una ceja -así que disfruta el paseo.

-No me hables como si llevaras a una chica en una cita.

-Ya quisieras, Conejo -volteó en donde estaba sentado y dio una carcajada al verlo.

-¿Qué?

- Es que... te -volvió a burlarse -te ves tierno y gracioso moviendo tu nariz.

- Deja de reírte niño -miró el escenario detrás de Jack -¡¡Cuidado!!

Su risa se esfumó, cuando estaba apunto de chocar con el pico de la montaña. A tiempo pudo girar a la izquierda, con todos los renos, provocando una turbulencia.
Entre las cosas de Norte en los asientos, reposaba su extenso abrigo, y del bolsillo salió volando una esfera con diversos colores moviéndose en su interior.
El conejo intentó atraparlo, pero se le resbaló de sus patas como mantequilla.

- ¡Oye, hay otro problema!

- ¿Ahora qué hiciste? -se calló, y golpeó la bola con el pie.

Sin embargo, el objeto rebotó cambiando de destino, chocando con su frente, y después fue directo a la espalda de uno de los que conducían, este pateó con las patas traseras.

-No no, porfis ven aquí -le pidió Jack.

Yéndose por el aire, golpeó el hocico de uno de los renos de la primera fila, específicamente el de la derecha. El animal empezó a agitarse sin darse cuenta que la esfera en frente de todos, se expandió formando un gran círculo con una fuerte atracción de gravedad, abriendo el portal.

-¡Te voy a matar, Jack! -fueron succionados atravesando el colorido portal.

En el silencio de la tranquilidad, las hojas de los árboles moviéndose en un lento vaivén, los animales preparándose para descansar.
Fue intervenido escandalosamente por los gritos de dos guardianes que aparecieron en el cielo, a una gran velocidad.

-¡Hombre de la luna, te pedimos una ayudita! -el espíritu de la diversión, miró quieta al astro que a penas se notaba, esperando a que hiciera algo.

-¡Así no funciona, bobo!

-Al menos ayúdame tú en calmar a esa mascota que hasta ahora no se tranquiliza.

-Oh amigo -se acercó a la altura de Frost, tomando de su hombro -ese es el más asustadizo.

-Demonios.

En seguida, el animal dio una patada, golpeando al reno de atrás, y agitó las patas más rápido que los otros, tomando el propio control del trineo llevándolo a impactar contra la tierra. Fue cuando todos entraban al brusco descenso.

- ¡¡¿No me dijiste que era el más miedoso?!! -exclamó Jack tirando de las riendas.

- ¡Sí, pero también el más fuerte, por eso está al frente! -se aferró arañando los bordes y cerró los ojos -¡Pero eso no importa, vamos a morir!

Los volvió a abrir, después de no oír una respuesta.

- ¡¿Qué?! -el otro estaba fuera del artefacto, mientras volaba acompañando la caída como si estuviera sentado, este último comenzó a reírse de burla -¡Oye Jack, no te pases!

-Di las palabras mágicas -recalcó con el dedo índice, aprovechando la situación.

-¡No estoy para tus juegos! -notó que faltaban metros antes de chocar.

- Entonces no te ayudo, y Norte te anotará en su Death Note -dijo fingiendo soberbia.

-Bien... por favor ayúdame -entrecerró los párpados.

Recién estuvieron a la altura de las copas de los árboles en el bosque mucho más cerca de llegar a la superficie. Jack se acercó al conejo, momentos antes del impacto.
Por suerte el trineo tenía amortiguadores, pero esa suerte no evitó que el polvo se elevara. Luego, los pies de Jack Frost tocaron la madera.

-De nada.

-Fiu... estuvo cerca.

-Concuerdo con eso, pero ya puedes soltarme -le dio unos toques con el bastón en su pelaje.

Si se alejaba el panorama, se observaba que todo el cuerpo del conejo, estaba pegado al tórax del peliblanco.

- ¡Ay, no puede ser que haya hecho esto! -exclamó ahuyentando a las aves.

Ambos bajaron del trineo, pensando que nada malo podría pasar, se esfumó esa creencia, al oír la cuerda romperse, y ver al reno quisquilloso escapar de su lugar.

⚪ ----♠----⚪

El pequeño seguía moviendo los pies, pisando césped. Se suponía que debía quedarse en un solo punto, para que lo pudiesen encontrar más rápido. Pero tan solo, la idea de tener que crear su propio calor corporal sentado a los pies de un árbol, y el presentimiento de algún animal salvaje cerca, lo asustaba aún más. Aclarando que había fallado en tantas veces en hacer crecer la torre de hielo, que terminó sin energías.

Un bufido lo hizo mirar a distintos lados, adoptando una postura en alerta. Las pisadas golpeando el suelo se escuchaban cada vez más y más fuerte, acompañado de los bramidos del animal; entonces fue cuando a lo lejos divisó al animal de enorme cornamenta, aproximándose a él con mucha rapidez como si huyera de algo o alguien.
Elián inmediatamente salió de su camino, ubicándose detrás de un arbusto, viendo al reno alejándose a la distancia. Suspiró. Se levantó, más tranquilo hasta que expandió sus ojos, al ver un conejo de tamaño anormal corriendo en sus cuatro patas, mientras perseguía al animal que estaba más lejos; y detrás del peludo, un muchacho que volaba dejando escarcha tras él, portador de un báculo.
Ambos se trasladaban concentrados, queriendo evitar los regaños del ser de la Navidad como consecuencia del extravío de uno de los que guiaban el trineo.
A causa de un movimiento al extremo de su visión panorámica, uno de ellos desvío la mirada a un... ¿un niño?, ¿qué hacía allí?
El conejo se detuvo echando polvo, irguió la espalda y extendió el brazo de inmediato haciendo que Jack se golpeara el estómago, estirando sus brazos y piernas, para luego desplomarse tirando su vara al suelo.

-¡Oye, ¿qué te pasa?! -dijo con una mano en la cabeza.

-Shh... creo que vi a alguien más.

El conejo de Pascua, se acercó con cuidado al arbusto donde había visto al niño esconderse en su lado posterior. Y logró verlo.

-Hola pequeño, ¿acaso estás...?

-¡No me coma, por favor! -a Elián se le empezó a hinchar el pecho, estando en el suelo retrocedió desesperadamente, si no fuera porque el tronco del árbol, lo obligó a no seguir. Ahora acorralado ante el conejo y al joven que recién aparecía- ¡Se lo pido!

-¿Y a quien espantaste, zanahorias? -su rostro cambió a preocupación- ¿Y él?

El menor tenía la respiración agitada, de pronto sus brazos temblaron pidiéndole que se ponga en pie. Y lo hizo, sin despegar la atención hacia los dos sujetos.

- Hey hey, no tengas miedo -susurró- permíteme presentarme. Soy el conejo de Pascua, seguro habrás escuchado relatos sobre mí, no te haré daño y claro que no te voy a comer -sacó un huevo de colores de su morral -Además soy uno de los guardianes.

Elián dejó de sollozar. Guardianes... Su definición le daba seguridad, tanta tranquilidad, de saber que no estaba solo en el mundo, y que vendrían en el momento indicado ¿Pero cómo? Elián recibió el obsequio, quitándole la envoltura, hace horas que no había comido, un chocolate no era la mejor opción, pero quería callar a su estómago de una vez.

Por dentro se veía tan temeroso de la vida, con el miedo a fracasar sin dejarlo libre; representando a la mayor parte de su existencia se tratara de esconder... o ocultar algo, a pesar de tener apariencia de noble que disfrazaba sus pensamientos. Aquello fue lo que Jack Frost interpretó en la profundidad de los ojos azules del niño, quien se puso en frente del conejo.

-Muchas gracias, señor conejo.

-No hay de qué. Y dime pequeño, ¿por qué estás aquí solo?

-Yo... estoy perdido en este bosque -se encogió.

-Está bien, tranquilo, te vamos a ayudar -dijo con seriedad -¿No es así, Jack? Oh, lo olvidaba, seguro que no sabes de quién hablo, y piensas que estamos solos.

En realidad si lo sabía, pues confiaba en su existencia deliberadamente, su hermano le contaba historias de un tal Jack Frost, detrás de esa puerta que los distanciaba, sin saber que lo hacía sentir mejor cuando pensaba que era todo un fenómeno, en el gran parecido de sus poderes: el hielo. Solía asomarse a su ventana esperando y esperando más el día en que se verían, e incluso pensar en la linda amistad que podrían tener lo sonrojaba a veces.

Aunque nunca se enteró que fuera un guardián, sus ojos destellaron que por fin lo conociera al dar la media vuelta dirigiéndose al nombrado y alzó la mirada, tocando su pecho, sitiendo el palpitar de su corazón.

-¿De verdad eres Jack Frost? -musitó.

El espíritu del invierno, sonrío del asombro, sus cejas se arquearon y dio un salto elevando el puño, haciendo que su sudadera haga lo mismo dejando ver parte de su piel, Jack estaba tan emocionado que alguien más creyera en él.

- ¿Y esa sonrisa? -preguntó el conejo.

- Ha, es que hace poco que soy oficialmente un guardián más, y que haya gente por el mundo que lo sabe me pone feliz -aplastó sus mejillas-.

- Bueno, me alegro por ti -habló el conejo -¡Cierto! Ahora tenemos dos problemas. Este es el plan, yo encontraré al reno y cuando lo haga, buscaré a sus padres, y tú lo cuidarás a pasar la noche si tardo en llegar.

-¿Yo? ¿No podemos buscarlo los tres?

-Ese es nuestro trabajo, me tengo que ir.

El conejo dio un par de golpes en la tierra con una pata trasera, y se abrió un agujero, dejando caer un poco de tierra en la profundidad, de un salto se metió, y el hoyo se cerró siendo reemplazado por dos pequeñas flores que crecieron encima. Elián se les acercó sereno y acarició sus pétalos.

- Ho-hola -dijo Jack llamando su atención.

El menor no respondió, caminó hasta quedar a unos centímetros de él. Y fue sorprendido cuando menor lo abrazó de inmediato.

- Promételo -volvió a sollozar, usando más fuerza al abrazar sus piernas -Prométeme que volveré con mi familia.

El pequeño levantó la cabeza, a tal punto que llegaron a verse. Jack sintió un remordimiento que no podía dejar de sentir. Su rostro... Lo veía esperanzado, sus ojos suplicaban compasión llenos de brillo que desapareció cuando un par de lágrimas se desprendieron, rodando por sus mejillas. Siempre estuvo acostumbrado a jugar con los niños, pero esta era la segunda vez en que era necesitado por uno de ellos; pues en toda su vida, el primer momento fue hace más de trescientos años. Por la situación, Jack Frost le dio palmaditas en su rubia cabellera, y se acuclilló a su altura.

- Ya no llores, ¿si? Te prometo que los verás de nuevo -el otro trató de secarse -A ver, tú presentate ¿Cuál es tu nombre?

- Me llamo Elián -dijo limpiándose el rostro-.

- Oye, lindo nombre -balanceó su báculo y se puso de pie.

Por su parte, Elián llegó a ruborizarse del cumplido.

El cielo estaba empezando a oscurecer, ambos se pusieron a andar, con una conversación al lado del otro.

- ¿Entonces eres príncipe de Arendelle, heredero al trono?

- Si

- ¡Hey, eso es increíble! De seguro haces lo que quieres.

- Eso me gustaría.

- ¿Y por qué?

- Cosa de adultos -se estremeció.

- ¿Seguro que no quieres contar?

- ¿Cuántos años tienes en realidad, Jack?

- Trescientos años y probablemente más, aunque no parezca -jugó con su arma.

- ¡Wao! Estás muy viejo, y no te sale barba.

- Exacto, este rostro debe mantenerse como de bebé -dijo acariciando su mentón-. Igual al tuyo.

-¿Tengo piel de bebé?

- Todos tienen una.

Elián lo miró incrédulo.

- Me refiero a esa piel que te hace un niño, y todos lo tenemos en el interior.

-Ahh... si tú lo dices. Pero la tuya se queda joven.

-Parece que la luna eligió esto para mí, y quiso que fuera un guardián.

- ¿La luna?

Jack se arrodilló, tomó del hombro de Elián, y señaló el cielo con su báculo.

- A lo lejos parece una simple esfera pegada en el cielo. Pero si la observas con más detenimiento, ahuyenta la oscuridad con su luz, y observa todo lo que sucede desde arriba. ¡Hey! Tal vez decidió que te encontráramos.

- ¿Lo crees? ¿Crees que ayudaría a un niño de once años?

- Vaya, para tener esa edad y seguir creyendo es genial.

- Es que... es que los admiro mucho -dio un paso atrás algo tímido.

- ¿Enserio?, ¿por qué?

La mirada de Jack descendió, por un brillo que destelló, pues debajo de los pies del muchacho congeló parte del césped, no evitó asombrarse, Elián se percató por su mirada y retrocedió más.

- No, cúbrete los ojos. ¡No viste nada!

Se avergonzó cuando vio lo que había hecho, consecuencia de sus emociones involuntariamente y peor si no tenía la costumbre a que otras personas supieran de sus habilidades.

- Es muy lindo -fue su sincera respuesta captando su mirada.

- ¿Eh? -preguntó atónito.

- Sabía que tenías algo de interesante, solo que no tenía la idea de qué se trataba -se levantó- Tus poderes se irán incrementando, y hay algo muy hermoso en ellos, Elián.

El menor arqueó los labios, pero luego volvió a desanimarse.

- Yo no puedo controlarlo... siento que no responden a mí - observó el hielo.

Jack Frost se acercó y tomó sus manos, aquellas de las que esta vez no estaban cubiertas por un par de guantes.

- Entonces haz que tu magia sea también tu amiga.

Un profundo silencio pasó.

- Mira -continuó -yo aprendí a usarlo también.

Ambos vieron que Jack extendió su palma, solo transcurrió unos segundos y finalmente aparecieron unos copos de nieve que flotaron en el aire, Elián de la curiosidad tocó algunos y estos salieron volando, hasta que se emocionó en hacer lo mismo.
Contrajo los brazos y los estiró, que de sus manos salieron nieve de un golpe sobre la cara de Jack. Este último la agitó y Elián más concentrado elevó solo los dedos, y de ellos aparecieron brillos celestes y escarcha hacia arriba guiando a ambos pares de ojos azules que brillaron por su fulgor admirando cada parte. El otro con el cayado se unió a su espectáculo, creando lindos destellos y dándole forma de espiral mientras crecía a lo más alto. Era una simple magia que podía llegar a ser una bella admiración, que ninguna otra fuerza podría imitarlo, ni la mismísima luna que tomó la decisión de unir sus caminos, al ver que ambos llevaron su creación más allá de los árboles, donde estalló dejando caer copos de nieve sobre los dos, quienes esbozaron una sonrisa.

- ¡Eso fue genial! -exclamó Elián dando un salto.

- Oye, es verdad.

- Jack ¿Qué es eso? -señaló al lado más oscuro.

- No estoy tan seguro - iba acercándose entrecerrando los ojos, a ver si veía mejor.

Estaba por caminar un poco más, pero se detuvo de inmediato al comprobar que no están solos.
Rápidamente agarró la muñeca del menor, tragó saliva y retrocedió.

- ¿Qué sucede?

- ¡Son lobos!

El carnívoro salió de las sombras, mostrando sus colmillos mientras gruñía, amenazando con provocar daños, no estaba solo pues detrás de él salieron otros cinco, a segundos de realizar el ataque.

Continúa...


Aquí NO acaba bro, ¿Por qué lo dividí en dos? Pues simplemente se iba a ser demasiado largo, por eso lo hice para facilitar las cosas .u. por ustedes. Ahora a seguir leyendo. Te agradezco por tomarte tu tiempo.❤

Continue Reading

You'll Also Like

7K 762 3
Serie de 3 drabbles con los bebés Damian & Anya | del manga spy x family
671K 86.8K 63
"Y si no eres el amor de mi vida diré que me equivoque de vida y no de amor" Cuando Izuku observó como Kacchan le decía que sería padre, supo que en...
1.2M 20.6K 13
Sara es una joven secretaria que después de descubrir que fue engañada por su novio, decide que ya no quiere salir con hombres que sólo visten jeans...
103K 4.7K 49
Milk sigue con su vida normal, despues de la pelea con boo... Lo que nadie sabia, es que una nueva amenaza se acercaba hacia la familia de Kakarotto...