Love Dúplex

By KarinaKlove

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Emma Wilson no sabe de la existencia de Allan Lerman. Allan Lerman ignora la existencia de Emma Wilson. Eso c... More

Sinopsis
Capítulo 1: Relaciones rotas
Capítulo 2: Mal de Amores
Capítulo 3: Roommates
Capítulo 4: Dúplex
Capítulo 5: Reglas de convivencia
Capítulo 6: ¡Que no voy a acostarme con mi roommate!
Capítulo 7: Drama, Vergüenza y Vecinos
Capítulo 8: Cuarta opción
Capítulo 9: Superman
Capítulo 10: Devolver favores
Capítulo 11: Solo amigos
Capítulo 12: Fingiremos por esta noche
Capítulo 13: ¿Qué pasó anoche? (Parte 1)
Capítulo 14: ¿Qué pasó anoche? (Parte 2)
Capítulo 15: ¿Qué pasó anoche? (parte 3)
Capítulo 16: Helados y Recuerdos
Capítulo 18: Roces accidentales y noche de chicas
Capítulo 19: Intruso, Accidente y una Noche Juntos
Capítulo 20: Sentimientos confusos y una no cita
Capítulo 21: Él es diferente
Capítulo 22: ¿Otro chico?
Capítulo 23: Fiesta, Sorpresa y Secretos
Capítulo 24: Sin ella
Capítulo 25: Confusa
Capítulo 26: La otra cara de la moneda
Capítulo 27: ¿Íntimos?
Capítulo 28: Buscando a Jane
Capítulo 29: Cambios y despedidas
Capítulo 30: Año nuevo
Capítulo 31: Declaraciones e interrupciones
Capítulo 32: Cita fallida y...¡Por fin!
Capítulo 33: ¿Cómo evitar lo inevitable?
Capítulo 34: Puto príncipe azul
Capítulo 35: Propuestas
Capítulo 36: Primera noche juntos
Capítulo 37: Mimos y besos
Capítulo 38: Chismes, citas y apuestas
Capítulo 39: Entrevistas y la chica ideal
Capítulo 40: Una confesión y una oportunidad
Capítulo 41: Regalos y sorpresas (Parte 1)
Capítulo 42: Regalos y sorpresas (Parte 2)
Capítulo 43: Plan B
Capítulo 44: Amigos y dramas familiares
Capítulo 45: Peleas
Capítulo 46: El primer te amo
Capítulo 47: Los ex, ¿de vuelta?
Capítulo 48: Anillo y Malentendido
Capítulo 49: Rotos
Capítulo 50: Distancias y aclaraciones
Capítulo 51: Regresa
Capítulo 52: Nuevas reglas de convivencia
Capítulo 53: Intentos
Capítulo 54: ¿Avanzamos?
Capítulo 55: ¿¡Aún me amas!?
Capítulo 56: Hoy no
Capítulo 57: Volvamos a fingir por esta noche
Capítulo 58: Debo superarlo
Capítulo 59: La fiesta
Capítulo 60: ¿¡Todo fue un sueño!?
Capítulo 61: Nuevos comienzos
Capítulo 62: Rutinas y decisiones
Capítulo 63: Devoluciones y pruebas de confianza
Capítulo 64: Adiós, dúplex
Capítulo 65: Guerra de opiniones
Capítulo 66: Graduación
Capítulo 67: ¡Welcome to Valery Place!
Capítulo 68: Cerrando ciclos y abriendo otros
Capítulo Final
Epílogo
Capítulo Extra: Hasta que la muerte nos separe, mi reina
Agradecimientos
¡100k y Sorpresa!

Capítulo 17: Lluvia

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By KarinaKlove

Allan

Llevábamos no sé cuánto tiempo hablando en aquel parque. Surgieron miles de temas, banales en su mayoría, pero estaba disfrutando de la compañía de Emma como nunca lo había hecho con nadie. Eso es difícil de encontrar, no siempre conectas con alguien lo suficiente como para hablar por horas sin cansarte. Ella es divertida, me agrada cómo piensa y me ha contado dos o tres anécdotas que demuestran una vez más lo adorable y desdichada que puede llegar a ser.

—Vamos, siguiente pregunta —aplaudió, animada.

—A ver, yo te conté cómo fui en High School —me giré por completo en su dirección—. Ahora te toca a ti.

—Pues... —se encogió de hombros— era popular.

—¡No me digas! —sonreí interesado, acercándome un tanto más a ella.

—No tenía intención de serlo, pero cuando eres hija de una empresaria de la industria de la moda y posees don de gentes, te ganas cierta fama escolar.

—O sea que eras popular por moda y simpatía —deduje.

—Podría decirse que sí. No era de tener muchos amigos, la gran mayoría se juntaban conmigo por mi madre. Toda la escuela me conocía y, falsos o no, a todos parecía caerles bien —me contó con cierto tono desinteresado, pero con un trasfondo triste.

—Eso es horrible.

—Un poco, pero me lo pasé bien en esa época —me mostró una sonrisa forzada, no me gustaba verla sonreír si era de esa forma—. Además, ahora tengo a Jane que vale por mil.

Tenía curiosidad acerca de esa relación de amistad. Jane es explosiva, mal hablada, grosera, muy extrovertida y sin pelos en la lengua. Emma en cambio es tierna, tranquila, impredecible, hermosa...

¡Mierda!, me estoy yendo por las ramas.

—Tengo que preguntar. ¿Cómo es que tú y Jane acabaron siendo amigas? Son...tan diferentes.

—Justo por eso nos llevamos tan bien, nos complementamos. Jane saca mi lado divertido, me apoya como nadie, da la cara por mí en cualquier situación e indirectamente me ayuda a no olvidar tener sentido común —rió, lucía como si en su mente se estuviesen reproduciendo docenas de recuerdos memorables.

—¿Cómo se conocieron?

Su respuesta fueron un par de carcajadas que, en mi opinión, eran contagiosas. No sé porqué, pero me encanta verla reír. Es como...escuchar tu canción favorita, sabes que el solo hecho de escucharla te alegrará el día.

—En una fiesta de fraternidad. Fue en primer año, recién comenzaba el primer semestre y, exceptuando a Fátima, no conocía a nadie más.

—Entonces decidiste ir a una fiesta para conocer gente.

—Exacto, pero fue mala idea... —confesó avergonzada.

—Ya me intrigaste. ¿Por qué?

—Porque no me lo estaba pasando bien. Fátima, que fue quien me arrastró a esa fiesta, me dejó tirada. Me perdí en la casa, que por cierto era enorme, y la cereza del pastel: se me rompió un tacón.

Ese fue mi límite, comencé a reírme sin parar. Ok, sé que estaba mal que me burlase, pero en mi defensa diré que hace un rato ella también se burló de mí.

—No te rías, tonto —me golpeó amistosamente.

—Solo respóndeme algo —pedí aún entre carcajadas.

—¿Qué? —frunció el ceño, fingiendo enojo.

—¿Qué te pasa con los tacones? ¿Por qué siempre se te rompe uno?

—De hecho, para mí es de buena suerte —sonrió.

—¿Ah sí?

—Sí, cada vez que se me rompe un tacón es que me va a pasar algo bueno. Por ejemplo el día que te conocí —murmuró esto último, dándome un pequeño codazo.

Wow, fue bueno conocerme. Eso significa que...¡mierda! El puto corazón latiendo a mil por hora.

Oh no, Allan no. No te puede gustar Emma, no te puede gustar. No le preguntes, no le preguntes...

—¿Conocerme fue un golpe de suerte?

Y...lo hiciste.

—Claro que conocerte fue un golpe de suerte. Hace tiempo que no me pasaban cosas tan buenas como tú —confesó, sonriendo.

¡Joder! ¿Por qué tiene que verse tan linda sonriendo?

—Yo pienso lo mismo. Aunque me hubiera gustado conocerte de otra forma...y mucho antes —sonreí involuntariamente.

Nuestros ojos se encontraron y...no pude contenerme. Me perdí en su mirada, en esos lindos ojos marrones que combinaban a la perfección con su cabello, en esa sonrisa angelical y esa expresión tan tierna que solo ella posee. Es obvio, me gusta, me gusta muchísimo; pero no funcionaría. Rompí el contacto visual para regresar al tema principal y quebrar esta atmósfera.

—No me contaste cómo conociste a Jane —cambié de tema, frotándome el cabello, estaba nervioso.

—Oh, sí. Olvidé el punto central de la conversación —rió nerviosa.

—A todos nos ha pasado alguna vez, ¿no? —reí.

—Pues sí. El caso es que, con el tacón roto y Fátima desaparecida, fui a parar a la cocina de la casa. Me quité el tacón y me senté en un taburete pensando una forma de regresar a la residencia.

—Entonces apareció Jane —terminé por ella.

—No, apareció un chico.

—¿Un chico? —inquirí en un tono no propio de un "amigo".

—Un idiota que intentó coquetear conmigo. Era el típico ''machote'' al que ''ninguna chica le dice que no'', y cuando yo lo hice, se propuso no dejarme en paz hasta que aceptara pasar la noche con él.

Escuchar eso hizo que mi sangre hirviera. No quería siquiera imaginarme a Emma en una situación como esa, con un tipo así. Conozco a los de su clase, se creen que pueden tirarse a cualquier chica solo por ser atractivos y cuando una los rechazan, se convierten automáticamente en un reto para ellos. Todo está bien si a la chica les gusta, pero algunos de esos imbéciles se pasan de la raya y he visto un par de casos que han terminado en violación, y si algo como eso le pasó a Emma, mataría a aquel idiota.

—¿Se propasó contigo? —pregunté pausadamente en un intento de camuflar mi enojo.

—No tuvo tiempo —negó con la cabeza—. Cuando quise irme, me sostuvo con fuerza de la muñeca y para mi buena suerte apareció Jane. Recé mentalmente para que me ayudara y lo hizo, de una forma muy original —sonrió, lo que disminuyó mi molestia.

—¿Qué hizo? —pregunté, más relajado.

—Fingió ser mi novia —rió.

¿¡Qué!?

—No puede ser —reí yo también.

—Fue genial. Se paró frente al chico, quitó su mano de mi muñeca y con todo el descaro del mundo me besó los senos. Luego remató diciendo: ''Amor, ¿conoces a este chico?'' —terminó de contar entre risas.

—Me atrevo a decir que es típico de Jane —reí junto a ella.

—Lo es —se carcajeó un poco más.

Así estuvimos por un rato riendo ante las ocurrencias de Jane y en todos los problemas y locuras en las que ha metido a Emma desde que se conocieron. Mi roommate tenía razón, se complementan y eso es lo que hace su relación tan divertidamente única. Hasta cierto punto me recordaba mi relación con Brook, él también suele meterme en embrollos que se convierten en grandes recuerdos.

—Bueno, ahora es mi turno. Hazme una pregunta —propuse.

Debo decir que este ''juego'' era entretenido. En un principio mi única intención era conocer un poco más a Emma, no solo porque es mi roommate y amiga, sino porque a causa de mis ''propuestas indecentes'' acabamos involucrándonos más de lo que debimos hacerlo y eso terminó siendo muy incómodo para ambos —más para ella— y no quería que se sintiera incómoda a mi alrededor. No quería volver a meter la pata.

Ella se quedó pensando por unos segundos. La verdad es que ya nos habíamos preguntado de todo, gustos, hobbies, familia, anécdotas vergonzosas...tenemos muchas cosas en común y muchas otras en las que somos totalmente opuestos. Ahora, luego de lo que calculé había sido una hora, preguntamos lo suficiente como para que se nos acabaran las ideas.

—Si pudieras regresar el tiempo y...volver por un día a cualquier época de tu vida, ¿a dónde regresarías?

Wow, eso me tomó desprevenido, e inconscientemente Emma acababa de aplicarme un golpe bajo. Era triste, pero...lo tenía muy claro...

—Volvería a mi cumpleaños número 14.

La expresión de mi roommate cambió al instante, de interés a confusión. Es válido, yo he mantenido una nube de misterio encima de este asunto y no hacía mucho le dije que no le tenía mucho cariño al 1ro de diciembre.

—Creí que no te emocionaba tu cumpleaños —inquirió con el ceño fruncido.

Bien, supongo que tendré que tocar el tema.

—Verás...ahora me incomoda, pero mis primeros catorce cumpleaños fueron muy buenos, y el último fue el mejor...solo que... —suspiré y me recargué sobre el asiento, dirigiendo mi mirada al cielo parcialmente nublado—. Olvídalo, no tiene importancia.

Me sentía mal por dejarla con la intriga, pero no me creía capaz de contarlo; al menos no en ese momento. Las únicas personas que están al tanto de esto son mi padre, Wanda, Carlos, Brook y Mery; esta última se enteró por accidente, porque ni siquiera a ella, que la considero mi mejor amiga, pensaba contarle. Emma me cae bien, me gusta, pero este tema no es una divertida historia de High School, es mucho más que eso.

—Esto tiene que ver con que odies diciembre, ¿verdad? —me preguntó con cautela, como si buscara la forma correcta para no herirme.

—Así es, pero...no quiero hablar de ello, así que —dejé de prestarle atención al cielo para prestársela a ella—, ¿qué tal si tú me dices a dónde regresarías?

—Volvería a...la última navidad que pasé con mi padre —confesó con la voz casi quebrada.

Millones de pensamientos pasaron por mi cabeza al escuchar esa confesión. Emma acababa de decir que regresaría a la última navidad que pasó con su padre. La navidad no es cualquier festividad, es la más familiar de todas y una de las más bonitas, y escucharla hablar así me hizo pensar que su padre ya no está. Tal vez la abandonó...o tal vez murió. Fuera cual fuera la teoría acertada, había una sola cosa de la que estaba seguro, a ella le duele demasiado, de lo contrario no estaría llorando ahora.

—Emma... —fue lo único que logré articular al ver sus hermosos ojos inundados en lágrimas...me dolía verla llorar.

—Lo siento, yo... —se disculpó entre sollozos y algo en mí me impulsó a abrazarla.

La mantuve allí, entre mis brazos mientras sus lágrimas mojaban mi chaqueta. Sin duda era un tema demasiado fuerte, quise saber qué fue eso tan malo que ocurrió con su padre, pero no le pregunté, lo de mi madre me enseñó que la mejor manera de apoyar a alguien que ha sufrido una pérdida es estar ahí y solo eso.

—No tienes que sentirlo, de vez en cuando está bien llorar y desahogarse. Así que llora todo lo que quieras —murmuré en su oído—. Desahógate, princesa.

Ella asintió en respuesta y me abrazó con fuerza mientras yo acariciaba su cabello, intentando servir de consuelo de alguna forna. Estuvimos así pocos minutos, hasta que comenzó a mojarnos algo más que las lágrimas de mi Cenicienta. Llovía. Emma se separó de mí y extendió su mano para comprobar que, en efecto, pequeñas gotas de lluvia caían sobre nosotros.

—Está lloviendo...ahora las lágrimas se camuflan —comentó, aún triste, observando su mano.

—Deberíamos regresar a la camioneta, está comenzando llover más fuerte —propuse tras imitar su acción y notar que las gotas caían en aumento.

—No —objetó con la voz totalmente rota—. Ahora tengo una justificación para llorar, porque las lágrimas no se ven.

Recordé haber escuchado algo parecido antes...

Charles Chaplin dijo algo similar, y fue una de las personas que más ha hecho reír en el mundo. Eso quiere decir que nadie está exento de estar triste.

—Exacto —asintió.

—Pero, ¿sabes qué? No tienes que llorar bajo la lluvia si puedes sonreír bajo la lluvia.

—¿Qué...? —preguntó confundida, pero no la dejé terminar la pregunta.

La tomé en brazos y la cargué como la princesa que es. Comencé a dar vueltas y claro que la tomó por sorpresa, pero no quería verla llorar, debía alegrarla. La lluvia cada vez era más intensa, para empezar ni siquiera supe en qué momento el cielo pasó de una ligera nubosidad a teñirse de un gris oscuro, y también era raro que lloviera en noviembre, pero el aguacero me venía bien.

—Allan, ¿qué haces? ¡Estás loco! —me gritó, pero no sonaba triste como hace rato, sino divertida.

—Este loco detesta ver a sus amigos llorar y adora bailar bajo la lluvia, así que llamémoslo dos por uno.

—Gracias... —me detuve súbitamente al ver esa mirada tan peculiar en su rostro, lucía...angelical.

—No me des las gracias. ¿Jugamos?

—Juguemos —asintió.

La bajé al suelo y, como un par de niños traviesos, comenzamos a jugar bajo la lluvia. El agua estaba muy fría, pero no nos importaba, era divertido saltar sobre los charcos, bailar con música imaginaria e incluso beber de las gotas. La hice reír...eso fue suficiente.

Me quedé helado —no precisamente por la temperatura del agua— más de una vez al verla. Todo en ella estaba empapado. Su cabello ahora reflejaba un tono castaño más oscuro y danzaba al ritmo de sus movimientos. Su rostro mostraba la más bonita de las sonrisas, parecía una niña pequeña. En resumen, me estaba encantando cada segundo que pasaba admirándola.

—¡Esto es genial! —chilló saltando en el lugar.

—¿No es mejor esto? —le pregunté, acercándome a ella.

—¿Qué? —cuestionó, dejando de saltar para fijar su vista en mí.

Me paré justo frente a ella y por impulso coloqué mis manos en su cintura, acercándola más a mí.

—¿No es mejor esto que llorar?

—Sí, es mucho mejor —sonrió—. Gracias, Allan.

—Te dije que no me agradezcas.

—Lo voy a seguir haciendo, porque con todo lo que has hecho por mí tendré que venderle mi alma al diablo para pagarte —bromeó.

—Con ir al cielo me conformo —le seguí la broma.

—Ten por seguro que irás —asintió.

Por segunda vez, nos quedamos hipnotizados mirándonos a los ojos y...no sé si a ella le pasa, pero a mí me late el corazón al punto de parecer que va a explotar. Si seguíamos así, no sería capaz de resistirme, por lo que deslicé mis manos hasta llegar a sus muslos y la alcé, quedando enganchada a horcajadas de mi cintura. Por acto reflejo rodeó mi cuello con sus brazos y cruzó sus piernas alrededor de mi cuerpo.

—¿Qué haces? —rió.

—Supongo que estoy animando esto un poco —me encogí de hombros, pero al instante capté el doble sentido de mis propias palabras—. En el sentido sano quiero decir.

—No lo había malentendido hasta que lo aclaraste —rió por lo bajo—. ¿Y ahora qué?

De nuevo mis ojos viajaron a esa radiante sonrisa que he amado observar desde la primera vez que la divisé. Esa sonrisa que no quiero que vuelva a borrarse de su rostro nunca más.

—Tú sonríe, yo me encargo del resto.









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Nuevo capítulo!!!!

Acepto teorías sobre la historia de la madre de Allan y la del padre de Emma.

Espero que les haya gustado.

Besos de Karina K.love😉

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