Esposa del CEO

EliseCastro

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Una bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraí... Еще

Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Final
Segundo libro
¡2da parte disponible!

Capítulo ocho

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EliseCastro

Anastasia simplemente no podía creer lo que sus ojos estaban viendo en ese momento.

Justo en frente de su casa había una hilera de vehículos mucho más costosos y lujosos que el vecindario en sí, estaban estacionados en ambos lados de la calle, sintió pánico cuando la sonrisa de Erick, cargada de un brillo particularmente malicioso, se dirigió hacia ella, lo que le confirmó el hecho de que estaba mucho más involucrado en la situación de lo que pensaba.

Por no insinuar que era directamente culpable.

— ¡¿Qué diablos es eso?!

Erick la miró como si no entendiera de qué estaba hablando, incluso cuando vio al grupo de hombre sacar todas sus pertenencias de lo que consideraba su hogar.

— ¿A qué se refiere? — Preguntó Erick, divertido.

— ¡Se están robando mis cosas, mi gato! ¡Ayuda, me están robando! — Su preocupación no hizo más que crecer al ver que todos los vecinos estaban observando tal espectáculo. — ¡Llamen a la policía!

— Ana... ¿Qué está sucediendo? — Preguntó una de sus vecinas, la más chismosa, por cierto.

Anastasia sintió como si la sangre estuviera a punto de hervirle con aquella pregunta, sin embargo, antes de poderle dar cualquier tipo de respuesta Erick se apresuró a interrumpirla.

— No sucede nada, señora, no se preocupe. Es solo mi prometida armando un escándalo porque está enojada, por favor no le tome atención. — Interrumpió él.

Ana palideció al sentir la mano de su jefe sobre su hombro.

— ¡Tú...! ¡Todo esto es obra tuya! — Le gritó, llena de cólera — ¡¿Se puede saber por qué están sacando todas mis cosas de mi casa?! ¡Esto es ilegal y no dejaré pasarlo solo porque seas mi jefe, imbécil! ¡Eres un hijo de...!

Él le cubrió la boca antes de terminar de arrojarle maldiciones a la cara.

— Vaya, al parecer mi prometida tiene un vocabulario muy florido, creo que necesitas corregir eso. — Erick siguió de largo cualquier réplica que pudiera salir de la boca de Anastasia tratando de contradecirlos. — Ya no vas a necesitar todas estas cosas viejas, en mi casa estarás mucho mejor ¿No es así?

Anastasia realmente no podía creer lo que estaba viendo y escuchando.

Justo en la entrada pudo apreciar la mueca que hicieron sus familiares en cuanto entró, le pareció algo extraño, naturalmente solo pasaban de ella, ni siquiera alzaban la mirada.

— Ana ¿Quién es ese hombre? — Preguntó Axel, su padre.

Pero Anastasia no tenía palabras para explicar lo que estaba ocurriendo.

— Señor y señora Wilde, mi nombre es Erick Russo. De verdad es un placer conocerlos al fin. — Erick hizo una movida para seguir de largo cualquier réplica que pudiera recibir de Anastasia, acercándose primero a sus padres y estrechándoles la mano.

Podía notar la sorpresa en los rostros de Lilian y Axel, incluyendo a su único hijo, Alexis. — ¿U-usted ese ''ese'' Erick Russo? E-el heredero de uno de los hombres más influyentes de todo el mundo... ¡El gusto es nuestro! — Era la primera vez que veía a su padre tan asombrado, era increíble, sobre todo por el hecho de que él siempre estaba criticando a los tipos como él, asegurando lo inútiles que son y afirmando la cantidad de golpes que le daría si lo tuviese en frente.

¿Entonces por qué no lo estaba echando a patadas?

— S-señor Russo, por favor, dígame la verdad, ¿Por qué está usted en mi casa llevándose mis cosas? — Erick regresó hacia ella, rodeando su cintura con el brazo. — ¿Es esto uno de esos reality show al que asisten las celebridades para hacerle bromas a los subordinados como yo? ¿Dónde están las cámaras escondidas? No me parece gracioso.

— ¿Una broma? Sí que eres ingeniosa, lamentablemente no se trata de una esta vez — Él sonrió, haciendo el agarre aún más fuerte cuando Anastasia trató de sacárselo de encima— Cariño, ya no hace falta que seas tan formal conmigo. — Dijo — Menos ahora que vamos a convertirnos todos en una sola familia.

La boca de ella no fue la única que se salió de su lugar al escucharlo.

— ¿Familia? — Preguntó Lilian con desconcierto. — ¿Tiene una hermana que se interesó en Alexis? ¿O es un hermano acaso? ¿O usted se interesó en nuestro hijo? Porque yo soy una mujer casada... — Anastasia quiso reírse, si el presidente Erick se lo pidiera ella firmaría el acta de divorcio a su marido para irse con él sin pensarlo dos veces.

Erick negó con la cabeza. — Estoy interesado en su hija, Anastasia, quiero casarme con ella.

— Eso no es posible, señor Erick, ya se lo expliqué varias veces. — Contestó Ana, Utilizar la presión familiar era el truco escondido de Erick para convencerla, una movida astuta, debía admitir.

— He criado a Ana casi toda mi vida, que de repente venga un hombre y trate de llevársela... No puedo aceptarlo. — Era la primera vez que veía a Axel actuar como un padre, Ana se sintió orgullosa y por un par de segundos se arrepintió de haber usado tantos adjetivos despreciativos para referirse a él.

— ¿Qué quiere a cambio? — Preguntó Erick sin rodeos, con firmeza.

— ¿Qué? — La voz de Axel tembló al responder.

— Usted es su padre legalmente hablando, quien ha velado por ella desde hace mucho. Le estoy preguntando cuánto pide por su hija adoptiva.

¿Cómo sabía siquiera eso?

Anastasia estaba rogando que Axel no se dejara llevar.

— Es una persona, las personas no se venden como objetos, señor Russo. — La mirada de Axel expresaba molestia, para consuelo de Ana. — Creí que era mejor que esto.

Erick ni se inmutó por la respuesta. — Le voy a dar una segunda oportunidad para pensar las cosas claramente. — Al chasquear sus dedos la puerta principal se abrió de golpe, dejando entrar a un montón de hombres con trajes formales y lentes negros que cargaban varios maletines y otros con cofres lujosos. — Todos tenemos un precio, señor Wilde.

Se trataban de maletines llenos de dinero en efectivo, lingotes de oro y cofres con joyas preciosas.

Una familia de clase media y ambiciosa como lo era la de Anastasia se quedó sin palabras, inclusive ella, quien ya dejó de entender qué estaba pasando, pero la sonrisa torcida de su jefe le estaba dando muy mala espina.

— Cincuenta millones en efectivo, además de otros cien que serán depositados a su cuenta bancaria. — Rompió el silencio. — ¿No es suficiente? Esperemos que oro sólido les haga cambiar de opinión junto a invaluables piedras preciosas convertidas en joyería para la señora de esta casa. — Al recibir el cofre Lilian, quien siempre tenía algo para decir, enmudeció. Erick también sacó varios documentos y sus asistentes agitaron llaves que traían entre manos — ¿No es suficiente? Entonces me permitiré ofrecerles propiedades y terrenos en las zonas más lujosas de toda la ciudad, no, de todo el país.

¿Qué clase de mafioso era ese hombre?

Vio el cuerpo de Axel temblando, desde sus pies hasta su pelona cabeza, inclusive aquel mostacho que tanto odiaba Lilian.

— No van a hacerlo ¿Verdad? ¡El dinero no puede comprar la felicidad! — Anastasia se interpuso entre la firma del documento y Axel divagando. — Sé que no soy de su sangre, pero toda mi vida he estado con ustedes y sé que no van a venderme de esta manera ¿Verdad? Por favor, Axel. Mi madre te amó con todo lo que tuvo — Rogó — ¡Ella se sacrificó hasta sus últimos días por ti! ¡No puedes vender a hija de la mujer que te amó de esta manera! — No se había fijado del momento en que su corazón se estrujó hasta el punto de comenzar a llorar, siendo incapaz de hablar gracias al nudo formado en su garganta.

Su mirada se concentró en la de compasión de Axel, quien le palmeó la cabeza un par de veces con una sonrisa cálida. — Tu madre fue una gran mujer, siempre estaré muy agradecido con ella. — Anastasia calmó sus nervios y reemplazó su mueca triste con una sonrisa confiada. — ¡Sobre todo por el hecho de que gracias a su bastarda hija ahora soy multimillonario!

No lo pensó dos veces cuando firmó el trato que Erick le estaba ofreciendo, un par de manos la sujetaron de la cintura, comenzando a arrastrarla en contra de su voluntad. — ¡No! ¡No quiero! ¡Ya soy una mujer adulta, no pueden hacerme esto! — Anastasia gritó. — ¡Suéltenme, no quiero casarme con ese hombre! ¡Me tendió una trampa, es una cochina rata traidora! — Pataleó contra las fuerzas bestiales de aquel asistente, que se multiplicaron cuando otro igual a él le sujetó las piernas y entre los dos la alzaron. — ¡Ojalá se pudran todos y no puedan usar ni siquiera un centavo de lo que les dieron!

Con una mano que logró liberar a fuerza señaló a Erick, quien solo la miraba sin mover ni siquiera un músculo, como si el espectáculo le causara risa. — ¡Soy mayor de edad, no puedes hacerme esto! ¡Nunca te amaré! ¡¿Me escuchas escoria?! ¡Prefiero tener que morir!

Las lágrimas saladas cubrieron las mejillas enrojecidas de Anastasia, quien quería arrancarse el corazón del pecho por tal traición, su voz, apagada a la fuerza, dejó de querer salir, ahogándose en su garganta mientras el auto avanzaba y los perdía a todos de vista.

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