Ángel 234(I&II)

By Mariansosaaa

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Un caos apocalíptico, podría ser su definición. Eso era él. Cómo quizá podría ser un torbellino lleno de colo... More

Nota.
Antes de comenzar a leer.
Protagonistas.
Sipnosis.
Capítulo 1: El principio de todo.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24: Ángel 234.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29: El final de un nuevo comienzo
Epílogo
/Segunda parte/ Ángel 234: Tiempos Oscuros.
Prefacio.
Capítulo 1.
Capítulo 2: Chica batido.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5: "Eres un problema"
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8: Rompo todo lo que toco.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11: Píntame.
Capítulo 12: ¿Quién era Hult Sullivan?
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15: Soy completamente de ti.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18: Todo mi amor para ti, Gwen
Capítulo 19
Capítulo 20: Alma por otra alma
Capítulo 21
Capítulo 22: Quizás
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26: Capítulo Final
Epílogo
¡ATOM!
EXTRA

Capítulo 18.

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By Mariansosaaa

                               

Gwen Trainor.


Hoy era la fiesta en casa de William Parks. En el primer partido de la temporada terminaron empatados, tendrán que repetir el juego dentro de dos semanas. A pesar de que anotaron lo mismo debo admitir que el equipo de la otra secundaria estuvo muy bien. Llegué por un momento a pensar que serían ellos los que ganarían. Wells y yo nos pintamos las caras e hicimos un baile solo para apoyar a Thomas, quien nos veía desde el campo muy divertido.

Hult también estaba allá, claro por Atom. Lo incitamos a pintarse la cara como nosotros, pero casi nos maldice entre dientes. No tuvimos oportunidad de hablar sobre lo ocurrido de hace unos días, aunque me dijo que tal vez iría a la fiesta de hoy. Se supone que hoy había acordado ir con Graham, pero se comportó como un idiota, y hoy ni siquiera se limitó a mirarme. De vez en cuando me veía de reojo cuando estaba con esas chicas hormonales que gritaban su nombre hasta por los ojos. Lo más probable es que se quisiera asegurar de que yo lo veía, pero por su mala suerte eso ya no causaba efecto en mí.

—Tú...—Wells me señaló —Quien estuvo enamorada de Graham desde el cuarto grado... Y cuando por fin lo tienes... ¿Lo rechazaste?— me miraba tratando de procesar lo que le estaba contando. Llegamos a mi casa apenas terminó el partido, aquí esperaríamos que Thomas nos viniera a buscar para ir a la fiesta. Y en todo este tiempo que llevamos aquí, Wells sigue tratando de comprender lo de Graham.

—¡Es que tuviste que verlo! Fue un completo idiota —alcé los brazos y los agité.

—Me di cuenta que era un idiota el día de Jim'S Jimmy.

—Nuestro intercambio de miradas lo dijo todo —reí.

—¡Lo se! Es casi mágico, podemos comunicarnos con tan solo vernos —asintió junto a una sonrisa de lado —No me cabe en la cabeza que Graham te haya hecho elegir.

Soplé un mechón de cabello que cubría mi cara —Fue una estupidez.

—Aunque creo que la Gwen de antes lo hubiese elegido — subía y bajaba las cejas. Le empujé por el hombro y exageradamente cayó sobre las almohadas de mi cama.

—Debo admitir que seguramente si lo hubiese hecho— mordí mi labio inferior. Si hubiera seguido cegada por Graham, no me habría dado cuenta de cómo es realmente.

—Te encariñaste de él —expuso. Giré mi cabeza hacia un lado sin entender a quién se refería.

—¿De qué hablas?

—De Hult— mis mejillas se coloraron enseguida.

—Fue algo que surgió de la nada — me encogí de hombros. Realmente Hult llegó a mi vida de la nada, profundizándose en mi corazón como un todo.

—Tanto así para que olvidaras a Graham — levantó una ceja.

—Sí, pero solo es mi amigo.

—Pero es muy obvio que le gustas, ¿no es así? — indagó. Entrecerré uno de mis ojos y asentí levemente.

—Al parecer... En Jim'S Jimmy dijo que le gustaba.

—Imagino que lo pude deducir antes de que lo conocieras — manifestó muy seguro.

—¿Antes?

—Te miraba mucho en clases de Warren, me di cuenta— Hult me confesó que me miraba en clases y ahora Wells afirma lo mismo. ¡¿Cómo no pude darme cuenta que siempre estuvo ahí?!

Agarré un cojín y me cubrí la cara con el — ¿Por qué me siento tan estúpida?

—Porque estás enamorada —aseguró. ¿Me había enamorado de Hult? Bajé el cojín e hice una mueca.

—¿Tú crees...?

Wells expandió los ojos como si algo le hubiese causado sorpresa —¡Por quién más te podrías escapar de clases Trainor!— carcajeó.

—Sobre eso... Bueno sobre todo esto, disculpa por no haberte contado antes — hice una sonrisa débil. Él negó.

—Las mejores cosas no se cuentan —sonrió ampliamente —Además, lo pude deducir por mí mismo. Él te veía, tú lo veías. No prestabas atención a ninguna clase. Lo terminé de confirmar en Jim'S.

—¿Por eso me hiciste señas de que Hult estaba ahí?— abrí la boca en círculo dejando salir una risita.

—Te conozco de pies a cabeza Trainor, había algo raro entre ustedes —entrecerró los ojos de forma acusadora —¿Y por qué estabas molesta con él?

Me tumbé junto a él. Estiré su brazo y reposé mi cabeza en este —Nos habíamos besado y...

—¿¡Qué hiciste qué!?— aulló sorprendido y no puede evitar reír.

—¡Nos besamos! — grité divertida. Wells agarró el cojín que tenía antes y me pegó con él.

—¡Cómo no pudiste contarme eso! ¡No te lo perdonaré jamás!

—¡Lo siento no tuve tiempo! — hice un puchero. Mi amigo me fulminó con la mirada. Teníamos la regla de siempre contarnos con quién estuvimos. Por supuesto, yo seguía siendo virgen, así que lo único que le podía contar, era si había besado a alguien.

—¿Y besa bien?— cuestionó con una ceja arqueada. Otra vez mis mejillas se ruborizaban con más intensidad.

—Besa muy bien — afirmé con una sonrisa estúpida. Han sido pocos a los chicos que he besado. Pero Hult besaba de maravilla.

—Sigue contándome por qué pelearon —recordó.

—¿Recuerdas esta chica a la que le coqueteabas ese día?

Asintió frenéticamente —Ella es muy preciosa, y está muy buena —confesó. Rodé los ojos.

—Se acostaba con Hult. Y como ya nos habíamos besado, y me confesó a medias que le llamaba la atención, pensé que ya no estaría con ella.

—La fue a buscar al trabajo y te diste cuenta que no fue así —Wells completó lo que iba a decir por mí y asentí.

—Exacto.

—Bueno, un beso a veces no significa que se van a casar o algo parecido —se alzó de hombros.

—Tienes razón —dejé escapar aire por mi boca —¿Tú y Thomas siguieron coqueteándole cuando la fueron a llevar?

—Sí. Pero en el camino Graham nos dejó primero a mí y a Thomas en mi casa porque así no tendría que desviarse. Terminó llevándola él —explicó—Sin embargo, tengo su número —sonrió pícaramente mientras agitaba su teléfono en frente de mí.

—Bien, ahora mi mejor amigo está tras de la misma chica que la persona que me gusta — bufé. Wells soltó una risita comprimida.

—Si Hult y tú se gustan, ¿por qué no están juntos? — inquirió. La misma pregunta que me hago, ni yo tenía una respuesta clara.

—Yo también quisiera la misma respuesta que tú —ladeé una sonrisa.

El final de la tarde se nos pasó en cuestión de segundos mientras actualizábamos nuestras vidas. Al llegar la noche nos terminamos de arreglar. Opté por irme lo más cómoda que fuese posible, con unos jeans altos y esa camisa corta de color amarillo que me encantaba. Wells se bañó y se vistió en mi casa, ya era normal que cuando salíamos a fiestas siempre se arreglaba aquí. Mientras él se bañaba, yo me vestía y viceversa. Era como mi mejor amiga versión hombre, me ayudaba a escoger qué me quedaría mejor, o qué maquillaje usar para cada ocasión. Pensándolo bien, jamás he tenido una mejor amiga para hacer este tipo de cosas. Tengo amigas, pero no soy tan apegada a ellas como lo soy a Wells.

A las ocho en punto Thomas había llegado para buscarnos e irnos.


(...)


La música era tan fuerte que retumbaba dentro de mí. Había muchas personas que, para mí, eran desconocidos. La casa de William Parks estaba repleta de gente en los dos pisos y en el área de la piscina. Incluso el equipo del instituto rival se hallaba aquí, llevaban sus chaquetas distintivas con una pantera de logo.

No teníamos ni treinta minutos de haber llegado cuando Wells y Thomas iban por el tercer vaso de licor. Este sería otro fin más, que tendría que cuidarlos. Sin duda Wells era alguien que su sistema rechazaba el alcohol al décimo vaso y lo expulsaba de una forma muy asquerosa.

Decoraron el interior de la casa con luces blancas, esas pequeñas de navidad. Se veía muy lindo. En medio de la segunda sala, para dirigirse a la piscina, había una mesa gigante de madera repleta de todo tipo de bebidas, cualquiera que te imaginaras, con excesivamente alcohol. Pero solo con Wells se les iría la mitad de las botellas. No era muy fan de las bebidas alcohólicas, pero algo que adoraba era el vodka con piña, dejaba mi alma entera al tomarlo. Era muy delicioso, los chicos sabían que es mi bebida favorita y no tenía que pedírselos porque ya tenían el vaso servido. Me conformaba con eso para sobrevivir parte de la noche. Y poder aguantar a mi querido amigo.

Fuimos hasta el grupo de Wells, donde todos se encontraban jugando al que bebiera más rápido ganaba. Detallé cada rincón de la casa a ver si Hult estaba por ahí, no era seguro que viniera, pero tenía esperanzas de verlo esta noche. Entre toda la multitud esperaba ver ese cuerpo 1.84m lleno de tatuajes deambulando por ahí.

—Iré a caminar por la casa— le avisé a Wells.

—Si, pero no te pierdas. Hay muchas personas, ¿ok? —dijo y asentí.

—Estaré bien, tú solo diviértete— le dediqué una sonrisa. Se acercó a mí y plantó un beso en mi frente.

Me giré y comencé a "tratar" de caminar entre las personas. Digo "tratar" porque era casi imposible hacerlo sin chocar con alguien, todos se atravesaban como ganado en un mismo sitio. Para esta hora muchos se encontraban ebrios tambaleándose y arrastrándose por la casa, u otros vomitando en medio de la sala. Era un completo desastre, aún no sé cómo nos llegaba a gustar estas fiestas.

Llevaba mi vaso azul con vodka y piña que me había servido Thomas. Pero el líquido en este se agotaba a medida que lo vertía en mi boca con más frecuencia. Estaba aburrida, caminando sin destino alguno por la casa, lo único que podía hacer era beber. Supuse que en la mesa gigante de las bebidas estaría el vodka y la piña, así que me dirigí al lugar. Una chica muy ebria casi me hizo tropezar al sostenerse de mi para controlar su equilibrio, hasta que volvió a una postura firme y con pies flojos siguió su camino. No entendía como nadie la estaba cuidando.

Cuando pude llegar milagrosamente a la mesa, el reto ahora sería escoger entre cientos de vodkas de sabores distintos. Fresa, uva, limón, durazno, frutas tropicales, manzana. De todo. Me quedé unos cinco minutos parada ahí, tratando de hacer una elección.

—Serás tú, vodka de... Frutas tropicales — murmuré para mí misma. Tomé la botella y la destapé para luego verter un poco en mi vaso. El próximo paso era el jugo de piña con trozos de la misma. Me gustaba mucho la piña, es mi fruta favorita. Realmente todas las frutas cítricas lo son.

—¿Te estás divirtiendo?— esa voz a mi lado activó mis cinco sentidos. Giré mi cabeza a un lado y me encontré con los ojos café de Graham. Volví a concentrarme en lo que hacía. Ignorando su presencia.

—Sí —respondí en seco.

—Estás muy hermosa hoy — se acercaba más a mí. Tragué saliva.

—Gracias — sin seguir prestándole atención terminé de hacer mi bebida para irme. Me agarró del brazo y me jaló bruscamente hacia él, luché para liberarme —¡Suéltame!

Sus labios se acercaron a mi oído —Deberías darme otra oportunidad.

—La perdiste por ser un idiota — bufé mientras forcejeaba para soltarme.

—Anda, no vas a conseguir algo mejor que yo —su aliento golpeaba mi cara con ese toque olor a ron. Me asqueó. Lo único que pude hacer, fue reírme en su cara.

—Estás muy mal si piensas eso — escupí. En una sacudida logré liberarme de su agarre.

—No te burles de mí —habló entre dientes.

—¿Me amenazas?

—Te estoy advirtiendo — me apuntó con el dedo.

—Eres un imbécil Graham — no iba a permitir que me intimidara. Sin más que decir, empecé a caminar lo más lejos de él que me fuese posible.

Era un idiota, repugnante idiota. Cómo alguien puede pasar a ser una persona dulce, hasta convertirse en un completo idiota como lo es ahora. ¿Qué le sucedía? No tiene derecho a agarrarme de esa forma y mucho menos amenazarme. Es tan cierto cuando dicen que no llegas a conocer a alguien completamente. Las personas con ese tipo de personalidad suelen ser la más peligrosas, llegando a ser agresivas y controladoras. Dios, estaba tan enojada. Sentía que lanzaba fuego por la nariz como un dragón.

Mis pasos embestidos me dirigieron hasta el patio delantero de la casa. Necesitaba aire fresco para poder relajarme, por lo menos me dio tiempo de servir mi trago. Mis ganas de seguir aquí, fueron lanzadas por la borda, quería estar en mi casa, acurrucada con mis sábanas y mis almohadas, viendo alguna serie que no he terminado o caricaturas. Me senté en un banco para reposar mis pies, estos tenis se volvían incómodos. Eran mis favoritos y los usaba hasta para dormir si fuese posible. Bueno, no tanto así. Pero de tanto uso se han vuelto molestos.

Miré hacia el cielo. Las estrellas brillaban como nunca, eran tan hermosas. Tenía más aprecio por la noche que el día. El día estaba más para las ocupaciones, y la noche sirve para conectarte contigo mismo. Siempre he sido nocturna.

—¿Por qué estás sola aquí?— rápidamente me fijé en la persona posada en frente de mi. Con sus típicos jeans gris plomo y una camisa azul rey dejando expuestos sus tatuajes. Hoy estaba más lindo que otros días. Y no pude evitar mi notable felicidad mediante una sonrisa.

—Pensé que no vendrías —espeté. Hult ladeó una sonrisa y un hoyuelo apareció.

—Alguien tiene que asegurarse que no te descontroles si te emborrachas —se cruzó de brazos y alzó una ceja.

—Jamás en mi vida he tomado tanto para llegar a ese punto— me crucé de brazos yo también.

—Quién sabe si hoy sí —se alzó de hombros, dio un paso más para girarse y sentarse a mi lado. El banco era un poco bajo, y Hult se veía gracioso porque sus piernas se encogían al sentarse. Apoyó sus codos contra sus rodillas y luego su barbilla sobre sus manos entrelazadas, creando un soporte. Volteó para mirarme y volvió a sonreír.

Me encantaba cuando me miraba de esa forma.

—¿Viniste con tus amigos?— cuestioné. Asintió levemente.

—Y con Camille — mi corazón sonó como el crujido de unas hojas recién caídas por el otoño. Tenía que aceptarlo, era hora de hacerlo.

—Ah.

—Está con Wells, creo que le gusta — se encogió de hombros como si no le importara.

—A Wells le gusta ella —reí por lo bajo—¿No te molesta eso?

—Camille y yo no somos novios, Gwen. Cuando creces puedes estar con alguien sin compromisos —declaró rodando los ojos.

—¿Es tu amiga con derecho o algo así?— indagué. Él sonrió con algo de picardía.

—Ahora es sólo mi amiga —recalcó con sus labios el "sólo". Y me sentí feliz, aunque todavía tenía mis dudas.

—Está bien — me alcé de hombros.

—¿Qué bebes? — apuntó con su dedo mi vaso. Lo extendí hacia él para que probara.

—¿Quieres? — lo miró por unos segundos y lo tomó llevándoselo a la boca para darle un sorbo.

Una línea corrugada se formó entre sus cejas—Es jugo para niñas —se quejó.

—¡Es vodka con piña! ¿No te gusta?

—Sabe bien, pero no es mi estilo — espetó devolviéndome el vaso.

—¿Y cuál es tu "estilo"? — hice comillas con mis dedos en la última palabra.

—Definitivamente algo más fuerte que un simple jugo —se burló —¿Por qué no estás con Wells?

Me sumergí entre mis pensamientos tratando de buscar una respuesta. La verdad era que quería ver si estaba aquí, y terminé siendo amenazada por Graham. Debía omitir esa parte, mi intuición me decía que Hult se molestaría.

—Yo... Te buscaba — confesé con un hilo de voz. El chico no tardó en sonreír mostrando sus perfectos dientes entre una línea delgada de sus labios. Estaba segura que Hult era feliz cuando le confesaba cosas que tenían que ver con él. Con tan solo ver los ojos de una persona puedes ver el mar de emociones que llevan en su iris.

—¿No te quieres ir de aquí?— preguntó y mi corazón aceleró. No lo dudaba ni un segundo para que mi mente respondiera con un "sí" instantáneo. Pero no podía dejar a Wells solo.

—No lo sé... Wells... Tengo que cuidarlo.

—Está con Camille. Está más que cuidado, lo prometo —aseguró. Lo más probable es que mi amigo está disfrutando allá adentro con ella. Que me fuera no le sería de importancia por los momentos. Me levanté de mi asiento y me puse en frente de Hult.

—Vámonos — musité. Una sonrisa pícara se formó en sus labios, sus ojos ahora brillaban más. Hult se levantó y me tomó suavemente de la mano, dirigiéndonos hacia su auto. Nuestros dedos entrelazados hacían que mi corazón latiera más rápido como era habitual al estar con él, me gustaba esa sensación—¿A dónde iremos?—pregunté. El chico abrió como de costumbre mi puerta para que entrara.

—¿Quieres ir a mi casa? —asentí sin pensarlo. Cerró la puerta al subirme. Hult tomó el lado del conductor, encendió el motor y arrancó.

El viaje hacia la casa de Hult fue silencioso. Solo se escuchaba las canciones que reproducía la radio. Y una que otra vez entre los dos, decíamos algunas palabras. Trataba de controlar mis nervios y no balbucear las palabras, por eso trataba de no hablar en el trayecto. Claramente estaríamos solos en su casa, sus padres nunca están. Y si estuvieran no creo que me llevaría ¿O sí? Me causaba intriga conocer a los padres de Hult. Seguramente eran esos padres que llenan de cosas materiales a sus hijos por compensar sus tiempos de ausencia. Sin embargo, cuando Hult me lo contó no parecía importarle tanto. A ningún chico de su edad le importaba que sus padres no estuvieran en casa. Lo preferían así, seguramente él también. ¿Llevará a Camille a su casa como a mí? ¿O me estará llevando a mí, como a ella? Debo dejar de tener estos pensamientos tan estúpidos e incoherentes. En ningún momento me ha demostrado que me quiere solo de esa forma.

En un instante su carro estaba aparcado en frente del edificio. Nos bajamos. Ya podía conocer el camino con solo la única vez que he venido. Condujimos por el largo pasillo hasta los ascensores donde marcó el piso y este comenzó a sonar esa melodía rara hasta llegar al destino. Sonando otra canción al abrir sus puertas. Hult con un gesto de mano, indicó que pasara yo primero.

Nos detuvimos en frente de su puerta, la abrió y dejamos nuestros cuerpos entrar. Ese aroma, su mismo aroma inundaba completamente la casa. Era encantador.

—¿Tienes hambre? —cuestionó. Dejó las llaves del carro y su celular en la mesita de cristal que había en el centro de la sala.

Caminé al sofá para poder sentarme, y con un movimiento de cabeza le hice saber que no.

—¿Estás segura? Soy un buen cocinero — alardeó con una ceja levantada.

—Estoy bien, tranquilo — aseguré entre una risa.

—De lo que te pierdes — se encogió de hombros. Se sentó junto a mí, y con un pie se ayudó a quitar un zapato, haciendo lo mismo con el otro. Los subió a la mesa y dejo caer su espalda al respaldar del mueble.

—Siento que Wells me va a matar —expresé. Dijo que no me perdiera. En el camino a casa de Hult, le envié un mensaje asegurándole que estaba sana y salva y que había venido a casa de Hult, pero no me ha respondido todavía.

—No te preocupes tanto. Seguro está en alguna habitación con Camille
divirtiéndose —afirmó. Era extraño imaginarme ahora a Camille con Wells. Y eso parecía realmente no importarle.

—No lo haré — dejé salir un suspiro.

—Me extraña que no estés preocupada por haber dejado a tu novio allá —levantó una ceja. Giré mi cabeza hacia él para mirarlo mejor.

—No es mi novio, y ya no salimos —confesé y una sonrisa se avecinó por los labios de Hult.

—¿Por qué?

—Es un idiota —bufé. Recogí mis piernas al mueble y las crucé.

—¿Ahora te estás dando cuenta? — frunció el ceño.

—¿Por qué trataron de pelear ayer? — inquirí con intriga.

Pasó una mano por su cabello y la dejó caer otra vez en el mueble —¿De verdad quieres saber? —preguntó y asentí —Cuando tú y yo discutimos, le pedí a Wells que llevara a Camille a su casa. Pero Graham dejó primero a tus amigos.

—Wells me contó eso — anuncié.

—No creo que sepa todo — musitó —Graham se detuvo en su casa, pero no la dejó bajar por unos minutos con la condición que debía regalarle un beso y podría irse — oh no, creo que sé por dónde conduce esto y mi sangre ya comenzaba a hervir —Camille no quiso y Graham la obligó hacerlo. Hasta que la dejó bajarse. Camille me llamó llorando y por supuesto le reclamé a Graham por eso. Y le dije que le daba dos días para que te lo dijera, pero se opuso —terminó. Me encontraba sumida en una pared en blanco de cada lado. Quedé boquiabierta. Por eso Hult estaba tan molesto ayer. Graham... Graham era una persona repugnante. Seguro la trató como me trató hoy. ¿Qué tenía en la cabeza ese chico?

—¡Es un completo idiota! —chillé —Me hubieras dicho en ese momento y yo... yo... ¡Agh! —solté un gruñido. Hult solo se limitó a reír.

—Lo iba hacer, si él no lo hacía. Algo me dijo que te darías cuenta por ti misma. Juro que, si no me hubieses detenido, lo habría golpeado — se encogió de hombros.

—Merecía un golpe— lo miraba atónita sin poder creer lo que acaba de contar. Graham me daba asco

—¿Y por qué decidiste terminar con él?

Me incliné a él y tapé su boca con mi mano —¡No éramos novios!— trató de reír contra mi palma. Volví a mi posición y eché un suspiro —Me dijo que no te quería ver conmigo — dije, ladeó la cabeza y frunció el ceño.

—¿Y qué le dijiste?

—Hizo que eligiera entre tú y él... Creo que es muy obvio a quien elegí —murmuré. Desvié la mirada hacia mis manos que jugaban con la tela de mi camisa. Solo escuché como Hult respiró hondo.

Pasó una mano por mi rodilla y la dejó ahí. Sus dedos estaban fríos, imagino por la temperatura del aire acondicionado. En su dedo índice llevaba un anillo plateado, y en el anular tenía otro igual. Tomé su mano, la giré y la coloqué contra la mía comparando el tamaño entre las dos. Hult gradualmente la fue entrelazando con la mía.

—Me hace feliz saber eso— respondió a mi confesión —¿Por qué lo hiciste?

—¿Hacer qué?

—Elegirme a mí. Cuando era notable como babeabas por Crawford — se rio e hizo que rodara los ojos.

—No lo sé... Digo, no dudé en hacerlo.

—Hmm — respondió sin abrir los labios.

—¿Si tú tuvieras que escoger, me elegirías a mí? — no sé de dónde salió esa pregunta o por qué, pero simplemente salió de mi boca como una bala. Hult no había separado su mirada ni un segundo de mí. Los hoyuelos volvieron aparecer en sus mejillas al formar una sonrisa.

—Ni siquiera tengo otra opción. Eres la única.

—Y si soy tu única opción, ¿por qué lo haces difícil?— dirigí mi vista a nuestras manos que seguían entrelazadas.

—Me gustas Gwen. Maldición me gustas tanto y es tan imposible seguir oprimiéndolo. O seguir alejándote —susurró, casi audible. Levanté la mirada para verlo. Sus ojos eran más profundos ahora.

—Entonces deja de alejarme — musité a su mismo tono. Cogió mis manos con las suyas, guiándome a colocarme encima de él. El espacio entre nosotros desapareció al subirme en su regazo. Los labios de Hult rozaron la parte por debajo de mi oreja, el contacto fue una representación de miedo y excitación al mismo tiempo —Me da tanto miedo el hecho de volverme loca por ti y que tú no lo hagas por mí, me estoy arriesgando ahora mismo —jadee mientras los labios de Hult recorrían mi cuello completo.

—Tú estás tan loca por mí, como yo lo estoy por ti—respiró en mi oído y un brazo me cubrió alrededor de mi cintura, presionándome contra él. Se sentía como si mis entrañas saltaran alrededor. Él podía hacer que mis defensas se fundieran con sólo unas pocas palabras. Su otra mano libre subía por mi espalda, hasta tocar mi cabello. Donde la dejó ahí.

Se separó de mi cuello a unos centímetros para poder verme —Gwen—murmuró.

—Hult —susurré contra sus labios.

—Lo único que quiero es estar contigo, ahora. Siempre. 

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