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Galing kay is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 2 โ”€โ”€ ๐“๐‘๐”๐“๐‡ ๐‚๐€๐ ๐‡๐”๐‘๐“
o. bedtime stories
i. outside the wall
ii. city of the dead
iii. hunter's moon
iv. alive and kicking
v. live and let die
vi. the roque
vii. bring back storyville
viii. chasing the devil's tail
ix. wheel inside the wheel
x. the map of the moments
xi. queen of hearts
xii. what death can join together
xiii. a storm is comin
xiv. when the truth hunts
xv. heads will roll
xvi. i love you, goodbye
xvii. deep dark truthful mirror
xviii. trusting issues
xix. calm before the storm
xx. night has a thousand eyes
xxi. another brick in the wall
xxii. when the levee breaks
xxiv. ashes to ashes
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

xxiii. heavy is the head

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Galing kay is-disastrous

capítulo veintitrés: pesada es la cabeza


El pantano que formaba gran parte del territorio de sur de Louisiana se hallaba frente a ellos: vasto, inmenso y lleno de una lobreguez absoluta. El sol que los había acompañado durante más temprano había sido oculto por las nubes grises cargadas de agua. La lluvia pronto se alzó sobre ellos producto de una tormenta que de natural, no tenía nada. Siendo ese el pensamiento de Alexandra, porque así como sentía las gotas golpear contra su piel y el viento frío acariciar su rostro, la sensación de que aquello era producto de la magia no abandonó su ser. 

Aquel cambio brusco de clima les obligó a detenerse para reformar un nuevo plan, puesto que, vagar por el Bayou con una bebé en plena tempestad no era un plan que podría seguir dándose a largo plazo. Alexandra dividió a los lobos protegiendo cada flanco posible, porque si esa lluvia era lo que ella presentía, Dahlia era la provocadora de la misma. 

Siendo eso lo que más temía.

Por instinto, Alexandra sacó el celular de su cazadora con la intención de marcar el número de Elijah Mikaelson, más cuando estuvo a punto de hacerlo, se detuvo. Los hábitos eran algo difícil de romper. Alzó la mirada luego de una inhalación para cuando con la mirada ubicó a Hayley junto a Mary, por lo que se encargó de hacerse camino hasta ellas.

—En mis tiempos, los lobos y las brujas vivían en paz —a medida de que hablaba juntaba un par de hierbas para formar un rollo —. Irhina nos enseñó un par de trucos en la época —aseguró a lo que Alexandra prestó aún más atención —. Me enseñó a usar las hierbas para saber si había un hechizo en marcha, hay que juntar Solomon Seal y Snapdragon —explicó cuando con su mano libre tomó un encendedor para pasar el rollo por el fuego. Una vez que se encendió, Mary lo lanzó en un bol sobre la mesa —. Si el humo es blanco, esta todo bien. Si es negro, sabrás que hay un hechizo en el aire...

—. Y si es rojo, estamos en problemas. —completó. Mary levantó la mirada hacía Alexandra asintiendo, la joven Alfa temió ante ese pequeño truco, puesto que, prefería ser ignorante antes de tener conocimiento de que Dahlia había sido la encargada de su retraso en el pantano.

Unos segundos pasaron para cuando del rollo emanó un humo oscuro. —Justo lo que pensaba, esta tormenta no es natural. —Mary miró a ambas hermanas antes de que Alexandra tensara todo su ser. Dahlia estaba un paso adelante de ellos, no podían seguir ahí a la espera de que ella saliera de cualquier lugar.

Ellos tenían que desaparecer, ahora.

—Es Dahlia, intenta detenernos —resaltó Alexandra en frustración. Hayley la miró, en sus ojos se veía preocupación —. Debemos movernos.

—Tendrá que ser por caminos secundarios, la carretera esta inundada. —Jackson intervino acercándose a ellas. Alexandra inhaló con fuerza, tenía todo el sentido, si esa lluvia seguía todo el territorio estaría inundado retrasándolos aún más.

Un relámpago estremeció a todos cuando resonó en sus oídos. Alexandra miró, en lo que podía, al cielo. Aquella lluvia estaba lejos de detenerse.

—Iremos por los caminos secundarios —indicó al bajar la cabeza. Jackson y Hayley la miraban para cuando Alexandra miró a los lobos bajo su protección —. Tenemos que movernos.




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Elijah Mikaelson observaba la lluvia torrencial que hacía acto de presencia al otro lado de la ventana. En una acción simple, sacó su celular asegurándose de que no había ningún mensaje sin leer, siendo así el hecho. Pero con claridad, el vampiro Original esperaba una llamada de Hayley o Alexandra, no obstante, esto ya no era parte su realidad. En la realidad que los apremiaba ellos debían vivir con el hecho de que las Labonair ya no eran parte de su familia, que ellas tenían su propia familia que proteger. Aunque los Mikaelson no descansarían hasta que Hope estuviera a salvo.

—Esta hecho —la voz de Rebekah pronto coló en sus oídos obligando a que se deshiciera del celular guardándolo en su americana. La Original, acompañada de Marcel, se adentraron en el estudio —. Ya no estoy vinculada a los niños. El Aquelarre está agradecido, y todo antes de que la lluvia nos impidiera seguir avanzando.

Elijah asintió tranquilo, finalmente su hermana no cargaba con ese peso. —Espero que Davina cumpla con su parte del trato.

—Muy a pesar de mi concejo...

—. Deja de ser tan sobre protector —interrumpió. Había visto como él había intentado convencer a Davina de que la locura de ser regente de los Nueve Aquelarres era eso, una locura —. Como regente se le concederá el poder para poder resucitar a Kol y para unir a las brujas por nuestra causa. —recalcó las bases fundamentales del plan que Vincent Griffith le había mostrado a Davina lo cual Rebekah apoyaba al cien por ciento. Kol regresaría, no había mejor noticia que esa, y como plus ella cumpliría su promesa.

—No abras la champagne aún —desanimó a lo que Rebekah rodó los ojos. Si alguien quería ser el negativo, ella no tenía ánimo de convivir con esa persona. Por ahora, todo estaba saliendo de acuerdo al plan —. Dahlia prometió venir por la niña al anochecer, y de la nada se desata una tormenta. ¿De verdad creen que todo es casualidad? —alternó la mirada con los presentes para dejarla sobre Rebekah, quien, ciertamente no podía dejar pasar por alto aquel clima. Esa era una clara señal de que algo no andaba nada bien.

—Por poderosa que sea, tenemos que acabar con esto ahora —señaló. Contra viento y marea, ellos pelearían. Hasta su último aliento, Elijah Mikaelson protegería a su sobrina de cualquier ser que intentará lastimarla —. Por suerte, tenemos un arma.

—No pretendo ofender a nadie. —Marcel estaba dudoso de aquel plan, puesto que, si las historias de Dahlia eran verdaderas. Ellos tendrían que ser más sabios, más ágiles —¿Pero realmente vamos a poner todos nuestros huevos en una canasta todavía misteriosa?

—Te aseguro que estoy bastante motivada para ayudar a derrotar a Dahlia —Freya se alejó del lugar donde había concluido con el hechizo —. Mucho más ahora que Elijah me a obligado a ser el cebo.

—Y si fallamos, Davina y las brujas retomaran la tarea —ignoró las últimas palabras. Elijah claramente desconfiaba de Freya, ella por supuesto quería librarse de Dahlia como fuera. Sin importar que ese como fuera incluyera a una bebé —. Aunque sea solo para distraerla lo suficiente como para que Alexandra y Hayley junto a Hope desaparezcan.

Una brisa fuerte pronto obligó a las cortinas que se encontraban a los lados de la ventana que adornaban se movieran sin cesar. Rebekah, sintiendo la corriente directa, se acercó hasta la misma para cerrarla. No obstante, cuando lo hizo una sorpresa se llevó. La angustia pronto la cubrió.

—Elijah —llamó observando el borde del cerrojo de la ventana. El nombrado se acercó hasta su hermana con el ceño levemente fruncido —. Sangre. —señaló con inmediatez tan pronto como el noble lo notó. Sin esperar un segundo más se dirigieron hasta la habitación en donde estaría el ataúd en donde yacía Niklaus con una daga clavada en su pecho. Sin embargo, al llegar ahí se percataron de dos cosas; el ataúd yacía ahí, Niklaus no.

Las casualidades son las excusas del diablo.




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—Oh, eso es malditamente perfecto.

La noticia de la desaparición del cuerpo de Niklaus arribó tan pronto como la lluvia se incrementó. Alexandra había sentido su celular vibrar para cuando decidieron detenerse, puesto que, la lluvia les hacía el trabajo aún más difícil de lo que ya era. Pero cuando tomó la llamada lo que jamás se imaginó fue recibir aquella noticia, la cual comenzaba a carecer de sentido, ya que si ellos no habían sacado la daga del híbrido.

¿Cómo había logrado despertarse?

Solo te aviso para que estés al tanto, si Klaus esta despierto, estoy seguro que no tardará mucho en formar un plan —agregó Marcel a sabiendas de que aquello no era simplemente un pensamiento, era una certeza. Sus hermanos lo habían traicionado de la peor manera, si el híbrido estaba de pie, él iría tras los que lo lastimaron —. Tienes que estar alerta.

—Gracias por avisar... —en su agradecimiento escuchó el desanimo, la frustración. Sentimientos que Marcel comprendía y uno que otro, compartía. Pero algo le decía que eso no era todo lo que la Alfa quería expresar.

¿Cómo vas? —interrogó lo que hizo que Alexandra frunciera el ceño —. No es fácil regresar a ser líder cuando has tomado decisiones que no han favorecido a tu gente. Tómalo de alguien que comparte el sentimiento.

Ante las palabras exhaló. —No, no es fácil —miró a los lobos desde la pequeña tienda que habían creado. Alexandra temía que ellos no confiarán en que ella pudiera liderarlos. Que había fallado en la única tarea que sus padres le habían dejado —. No sé que hacer, a decir verdad, cuando se me dio la elección. No los elegí —inhaló bajando la mirada hacía la tierra que empezaba a ser barro —. Creo que eso me traerá consecuencias.

Alex, ellos morirían por ti —aseguró con confianza plena. Puesto que, aún sin conocerla., confiaron en ella —. Lo que te tienes que preguntar ahora es; si quieres que ellos te vean como su reina o como su amiga —expuso —. Porque si quieres ser su amiga, te lamentarás siempre el no haberlos elegido. Pero si eres su reina, tienes que aprender a vivir con las consecuencias. 

Luego de un suspiro, Alexandra guardo el celular después de haber colgado la llamada. Las palabras de Marcel habían sido exactamente lo que ella tenía que escuchar, si ella quería que ellos fueran sus amigos debía renunciar, pero si ella quería ser un líder. Tenía que aprender a aceptar los errores que conllevaba ser uno.


Jackson terminaba de relevar a uno de los lobos que se hallaba de guardia para cuando la lluvia cesó, no sabía porque con exactitud, pero así había sido. Lo cual era bueno debido a que así podían comenzar a avanzar, encontrar la ruta que seguirían que los llevarían lejos de ahí. La tarde comenzaba a caer para cuando el Alfa se acercó hasta la tienda provisional en donde pudo ver a Alexandra con un mapa abierto, eso lo llevó a acercarse hasta ella.

—Finalmente a dejado de llover. —habló tratando de llamar su atención. Alexandra estaba tan en si misma, que no se percató cuando Jackson había entrado. La joven Alfa asintió trazando algunas cosas en el mapa extendido.

—Eso es una ventana, nos dará el tiempo suficiente como para que salgan de aquí —las últimas palabras llamaron la atención del lobo, incluso creyó que había escuchado mal, pero en su condición eso era prácticamente imposible. Alexandra lo miró —. Hope tiene que salir de aquí lo más pronto posible. No sabemos cuanto más podremos retrasar lo inevitable.

—¿Entonces, nos moveremos? —recalcó. Por supuesto, él había escuchado bien, pero por el suspiro ofrecido por su contra parte alfa supo que lo que el proponía no era tan nosotros.

—Tú, Hayley y Hope con gran parte de la manada lo harán. —señaló. Jackson quedó frío ante la ordenanza, puesto que, era así. Había sido una orden más que una proposición.

—No, no —negó con rapidez cuando se acercó más a ella. Alexandra se enderezó con la mirada baja —. No me iré de aquí sin ti, Alex.

Ella lo miró. —Lo pensabas hacer antes —expuso lo que hasta hacía unos días pensaban hacer. Llevarse a la manada, dejándola atrás —. El ahora es lo que verdaderamente nos debe importar. Alguien debe quedarse para asegurarse de que no sean seguidos —Jackson negaba con la cabeza, debido a que en primera instancia si se cruzó por su cabeza irse, pero dejar a su alfa era algo que luego comprendió que no podía hacer. La conexión que los unía era muy difícil de obviar —. Y ese alguien seré yo.

—¿Qué dice Hayley sobre esto? —cuestionó con inmediatez. Eso era claramente una misión suicida, quedarse a enfrentar a Dahlia sola, era algo que no la dejaría hacer Hayley. Eso era algo claro.

—Es una decisión mía, después de todo, es lo que un líder debe hacer —miró hacía el mapa que yacía sobre el barril —. La reina se sacrificará por el rey. —nombró uno de los movimientos más audaces pero más peligrosos del ajedrez. Alexandra lo recordaba, puesto que, cuando era más pequeña los Deveraux solían jugarlo a lo que ella se volvió una digna contrincante con el tiempo.

—No voy a dejar que cometas esta locura. —declaró.

—¿No entiendes? —lo miró. Alexandra tenía expresión dura, y no era para menos, los últimos días habían sido cargados de demasiadas emociones —. Debo hacer esto, por la manada, es lo que menos puedo hacer después de haberlos condenado.

—¿Eso es? —indagó con frustración —. Alex, ellos entienden, no esperábamos un líder perfecto. Demonios, nunca lo he sido, pero lo que ellos buscan es alguien en quien apoyarse, en las buenas y las malas —Jackson miraba a Alexandra más esta no lo hacía. No podía, la vergüenza de haber siempre escogido el bando contrario a las personas que la consideraron siempre su familia, era lo que le impedía ver al lobo a la cara —. Dejaremos que ellos decidan. —puntualizó saliendo de la tienda seguido por Alexandra, la cual lo que menos quería era una inquisición publica.

Pronto Jackson se encargó de juntar al Clan para que estos decidieran el camino a tomar. El Alfa lo entendía, entendía por lo que pasaba su contra parte, hacía unos meses él se había encontrado en las mismas pero ahora, ahora era él quien le daría palabras de aliento. Quien le demostraría que ellos no eran solo una monarquía, ellos eran familia.

Alexandra se halló rodeada de los lobos para cuando Jackson les pidió silencio. —Hay una propuesta por hacerles —comenzó observando a cada uno de los hombres y mujeres quienes le dedicaban su atención absoluta —. Hay dos caminos a seguir, irnos para proteger a Hayley y Hope dejando a nuestra líder, Alexandra, aquí para defender lo que posiblemente venga —se detuvo para cuando los lobos comenzaron a murmurar. Jackson miró a Alexandra —. Y el otro es permanecer todos juntos, y proteger a Hope como lo prometimos hace una luna atrás.

Los lobos continuaron murmurando entre ellos para cuando Alexandra sintió algo dentro de ella, una vigorización quizás, pero ese algo le llevó a carraspear su garganta. Si esa sería su condena, estaba dispuesta a defenderse hasta el último minuto.

—Sé que no ha sido fácil —llamó la atención. Los Crescents con inmediatez callaron —. A sido un camino lleno de obstáculos, de algunas promesas no cumplidas, pero siempre les hablé con la verdad. Les dije que no sería un camino fácil, pero que siempre estaría a su lado. Que lucharíamos juntos —alternó la mirada con cada uno de los lobos quienes la veían con seriedad —. Ahora la promesa hecha hacía la protección de mi sobrina no puede ser faltada, aún si eso significa que deben dejar a su Alfa atrás. Sin embargo, el poder de decisión es suyo.

» Esa lluvia, esa tormenta. Eso es solo un signo de que Dahlia viene, y ella no se detendrá. Ahora, así como la prioridad es protegerlos a ustedes, Hayley y Hope también son prioridad. La decisión que resta es saber si huir con ellas es un camino o... —miró a Jackson —. Protegerlas y pelear contra Dahlia... Conmigo como su líder, es el otro.

Ante las últimas sentencias, Hayley temió. Alexandra era su hermana, después de todo, ella era su única pariente viva además de su hija. La idea de perderle le abrió un vació en el estomago, puesto que, hacía solo unas semanas que ese hecho casi se vuelve verdadero cuando Finn Mikaelson la obligó a morir. No obstante, ahora si sucedía no serían por sesenta segundos. Esa realización la llevó a atraer más a una Hope adormecida hacía su pecho.

Pero la respuesta consiguiente al discurso fue lo que calmó el terror en la híbrido. Luego de unos murmuros indecodificables, y miradas compartidas, la respuesta fue más física que verbal. Los hombres y mujeres que rodeaban a Alexandra comenzaron a hincarse en la tierra humedad mientras bajaban su cabeza, pues ese fue el acto de lealtad más puro que se le podía otorgar a un líder. Alexandra sintió como su corazón no cupo en su pecho, la vigorización de aquel hecho la hizo sentir la persona más valiente. Jackson los miró para luego voltearse hacía su contraparte siguiendo lo hecho por los demás lobos.

—Siempre serás nuestra reina. —culminó mientras le ofrecía un casto beso en el dorso de su mano que había tomado con anterioridad. Alexandra los miró a todos y cada uno de los lobos. 

Ahí fue cuando entendió la realización: «el poder de una reina no viene solo de ella, proviene de su gente.»




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—¿Estás segura que funcionará?

La cuestionante provino de Elijah Mikaelson, quien observaba a su hermana mayor con detenimiento mientras ella estaba concentrada en la tarea de rociar con hierbas de las cuales era ignorante sus nombres a un muñeco de arcilla que Rebekah le había hecho a conocer que se trataba de un Golem. Un objeto obscuro que había pertenecido a Kol, siendo creado por el mismo cuando este había tratado de intentar librarse de la maldición que lo llevó hasta la muerte.

Ahora era aquel objeto que los ayudaría a salvar a Hope.

—No usemos palabras tan fuertes como «seguridad». —pidió. Rebekah se hallaba un poco nerviosa, puesto que, ella sería quien preformaría el hechizo mientras que Freya estaría entreteniendo a Dahlia sirviendo de distracción, y Elijah, estaría esperando pacientemente para atacarla, lo que le volvía el cazador.

—Tonterías —disminuyó su nerviosismo restándole importancia —. Te vuelves más hábil con la magia cada día —la confianza era algo que caracterizaba a los Mikaelson, sin embargo, Elijah esperaba que aquella virtud que derrochaba en demasía fuera en realidad cierta, y no meras apariencias —. Y este hechizo es impecable. —destacó.

Rebekah miraba a su hermana mayor con una leve sonrisa almacenada en sus labios, la seguridad en sus palabras eran lo que necesitaban en aquel momento. Los tres hermanos se hallaban en la estancia principal del complejo a la espera de que Freya terminará de realizar el hechizo, siendo ella misma la que pedía paciencia, puesto que el hechizo requería tiempo. No obstante, tiempo era algo que ellos no poseían. Con Niklaus desaparecido, junto a Dahlia a punto de atacar en cualquier momento; eso se trataba de una carrera contrarreloj.

—Aunque me hubiese gustado mucho más que Elijah me pidiese permiso antes de usarme como el cebo. —quejó nuevamente. El Original, quien se hallaba en el mueble detrás de ella, parecía importarle pocos los deseos de su hermana mayor. Mucho más cuando sus intenciones de usar a Hope, costara lo que costara, fueron reveladas.

—No tengo el habito de pedir permiso. —declaró con una sonrisa llena de gracia.

—No importa, tenemos todo lo que necesitamos —aseguró colocándose pie alejándose de la mesa de café que se hallaba en el centro —. Rebekah realizará el hechizo, usando el latido de mi corazón y al Golem para crear la ilusión de la presencia de Hope —de su bolsillo terminó por sacar un estuche que extendió cuando se encontró cerca de Elijah. La cuchilla de su padre que el vampiro Original le había entregado solo un día atrás ahora sería la que le trajera el fin a la bruja que la había arrebatado de su familia. Elijah la tomó  —. Una vez que Dahlia sea atraída a las pinturas combinadas con la tierra de su origen, las cenizas de vikingo y mi sangre. Harás lo que sea necesario.

—Estás bastante tranquila, lo cual es extraño, porque hay un millón de maneras en que este plan se puede caer a pedazos. —destacó una frustrada Rebekah lo obvio. Freya, con un suspiro de por medio, se desplazó por la habitación hasta la pared donde se hallaban los retratos de Elijah, Klaus y Rebekah; los cuales examinó.

—Lo admito —su tono era sereno —. Primero, me molesté cuando Elijah ignoró mi plan para favorecer suyo —señaló mientras los dos Originales la miraban con atención —. Todos ustedes están tan decididos a proteger a Hope a toda costa. Tal vez tengo envidia —hizo una mueca, los ojos pronto sintió calentarse —. Nadie luchó tan duro para protegerme. —los sentimientos de Freya eran entendibles, puesto que, ellos no fueron amados por sus padres. Ninguno de ellos fue amado lo suficiente.

»Entonces, recordé lo que vi cuando miré dentro de tu mente —rememoró para cuando se dio vuelta hacía el noble quien la miraba fijamente —. El día que todos juraron permanecer unidos, por siempre y para siempre —recitó —. Hay fuerza en esos votos.

—Puedo asegurarte que no han estado libre de consecuencias. —destacó Elijah. Puesto que, a pesar de que esa promesa había sido hecha, también había sido rota más veces de lo que podían contar. Esa promesa estaba llena de traiciones, engaños y secretos. Ese juramento era el significado de maldición.

—Eso es un eufemismo —Rebekah fue quien se aseguró de que su voz fuera escuchada, debido a que, para ella esa promesa no era nada. Uno de ellos siempre se encargaba de romperla, siendo Niklaus el que mayor porcentaje de culpa se llevaba —. Pregúntame, ese voto ha sido más problemático de lo que vale.

Con suavidad, Freya terminó por plantarse frente a la Original. —Y sin embargo, aquí estás... —señaló lo obvio, lo que ellos parecían no ver. Lo que siempre terminaban haciendo, aún cuando juraban no volver a hacerlo —. Demostrando mi punto. La familia te define, aunque exija sacrificio —pronto, Freya cogió la manos de Rebekah tomándolas de manera alentadora —. Toda mi vida he anhelado lo que tienes. Es mejor al menos vislumbrarlo al enfrentarse a la muerte, que correr para siempre y no saber nada de la familia.

Rebekah terminó por otorgarle una suave sonrisa a lo que Freya respondió de igual manera; Elijah, desde su lugar, las observó hasta que la mayor de los Mikaelson se dio vuelta para mirarlo. No podía negar que las palabras de Freya lo habían impresionado quizás hasta el punto de conmoverlo. Porque después de todo, como él una vez se lo hizo ver a su hermano menor: la familia es poder.




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El manto oscuro que le abrió paso a la noche fue lo que los rodeó. A pesar de que la lluvia había cesado más temprano, el Clan Crescent estaba sobre su límite; estaban agotados y prácticamente, drenados de energía. Por lo que la decisión en pasar lo que restaba de la noche en un deposito de chatarra inhabitado fue por la que se opto. No obstante, la guardia no se bajó a pesar de que fuera una oportunidad distante de que los encontraran en aquel lugar no posible de encontrar en un mapa, no podían fiarse de ello.

Debían permanecer alertas.

En propuesta por Jackson se comenzó una guardia de turnos que se rotaría cada cierto tiempo para que algunos pudieran descansar pero sin dejar de estar atentos a cualquier movimiento a su alrededor. Jackson fue el primero en tomar la guardia de la noche junto a otros miembros de la manada, sin embargo, para esa hora de la madrugada pocos eran los que descansaban. Entre ellos estaba Alexandra, quien estaba segura que dormir no era una tarea que se le daba bien, por lo que evitarla era mejor que engañarse al pensar que podría hacerlo.

Dentro del deposito se hallaban Alexandra junto a Mary velando por el sueño de Hope, la cual permanecía tranquila a pesar del hecho de lo que había tenido que endurar. Alexandra miró a su sobrina con pesar, era increíble que siendo un ser inocente tenía que pasar por todo ello. Eso simplemente le parecía una injusticia de la vida.

—¿Alguna vez lo pensaste? —indagó luego de observarla con atención por un par de minutos. Mary podía ver que a la joven Alfa se le daba con naturalidad aquello de la maternidad, y sin duda lo hacía, ella había sido por un tiempo el guardián de Hope. La mamá que le fue privada a tan temprana edad —. Se te da muy bien. —Alexandra la miró con una suave sonrisa en sus labios para luego volver la mirada sobre la bebé.

—Creo que jamás lo pensé —confesó con honestidad. Mary la miraba con atención mientras Alexandra dirigía su mano para acariciar la mejilla de la pequeña —. Era una nómada, después que escapé del Aquelarre, nunca estuve en un lugar fijo. —el respirar de Hope le traía la tranquilidad que tanto le faltaba. La joven comenzó a mover la silla de la bebé para mecerle, llevando a arrullarla.

—¿Y ahora? —Mary se sintió extralimitada en la conversación, debido a que quizás pasaba una línea invisible entre las conversaciones que se podían dar entre ellas. No obstante, para Alexandra aquella era la primera vez que alguien le hacía una pregunta de ese estilo, jamás se lo planteó. Nunca pensó que sería una buena madre, no después de saberse abandonada por los suyos. Y aunque ahora tenía parte de la verdad que los había orillado a hacerlo, Alexandra aún permanecía con la creencia de que ser un padre no era algo que quizás estuviera destinado para ella.

Supongo —fue la única palabra que encontró para responder aquella interrogante. La cual por ahora tenía que ser suficiente para Mary Dumas, puesto que, Alexandra no tenía más respuesta que esa —. Cuando el tiempo sea adecuado, supongo, que se dará. —completó aquella respuesta carente de seguridad. 

—Y será así. —reforzó la confianza en las palabras de Alexandra. La Alfa sabía que era por el hecho que ella tenía que proveer un heredero, alguien que la sustituiría en un futuro, así como ella sustituyó a sus padres. Sin embargo, cuando Alexandra daba una mirada hacía su provenir no veía otra cosa que no fuera una lobreguez absoluta. No había nada más.

Era un vació.

Pero cuando la joven estuvo dispuesta a replicar a las palabras ofrecidas por Mary se vio cortada debido a un grito desgarrador proveniente de la parte de afuera lo que llevó a que los pocos que habían logrado vencerse ante los brazos de Morfeo fueran levantados; Alexandra decidió salir del deposito con rumbo a buscar respuesta ante aquel alarido que le dio escalofríos, dejando a Hope junto a Mary dentro del lugar.

—¿Qué fue ese grito? ¿Qué sucede? —fue lo primero que cuestionó al hallarse afuera. Jackson y Hayley se acercaron hacía ella para cuando la pregunta abandonó sus labios. Ambos se encontraban inquietos, al igual que la mayoría de los guardianes que logró divisar a su salida.

—Es Klaus.

Los escenarios que podrían ocurrir pronto fueron presentados en la mente de Alexandra, la cual se estremeció con cada uno de ellos. Pero el que jamás dio ni un mero asomo por su cabeza fue el que sucedió minutos después.

Los gritos pronto se fueron sumando de manera inquietante, y pese a que Alexandra daba una imagen de fuerza absoluta, por dentro estaba hecha un lio de nervios. No saber que hacer, no saber como actuar. Era lo que definía a Alexandra en aquel momento. 

Ellos no eran el cazador, eran la presa.

—Hope... —la voz de Hayley fue lo que trajo la mente de Alexandra de nuevo al juego. En el rostro de su hermana pudo divisar el miedo, el temor.

—Esta con Mary. —señaló con rapidez.

—Jackson. Él dijo que me fuera con ella y...

—Es lo que harás. —rectificó las palabras de su contra parte. Era lo mejor que podían hacer, detener a Niklaus lo suficiente como para que ellas pudiesen huir. Esa era la única opción a la vista. Alexandra tomó a Hayley por el antebrazo, esta permanecía en estado de conmoción. «Él los había encontrado» Era lo único que pasaba por la mente de Hayley.

—No, no lo haré —se detuvo en seco obligando a Alexandra a soltarla. La Alfa miró a su hermana con confusión y nerviosismo, no era momento de discutir que se haría. Era momento de poner un plan en marcha —. No le estaría enseñando nada a Hope, si le demuestro que huir de los problemas y dejar que los que quieras mueran es la solución.

Ante las palabras no supo que responder, sin embargo, nadie la culpaba. Después de todo lo que habían pasado, las disputas e incluso las peleas. Ahí estaban, hombro a hombro. En los ojos de Hayley pudo ver que no abría poder en el mundo que la moviera de ahí.

—No moriremos, Hayley. Ve con Mary, deben ir a un lugar seguro... —tranquilizó de la forma en que la caracterizaba. Pacifica, cálida. Hayley solo negaba al respecto —¿Qué hay de Hope? —la pequeña no podía perderles a ambas, ella tenía que conocer la otra parte de su familia. Hayley tenía que verla crecer, tenía que ser su madre.

—Eres mi hermana, literalmente mi otra mitad, si tu te lanzas al fuego estaré detrás de ti.

Las palabras hicieron que el corazón de Alexandra se ensanchara aún más. Finalmente eran familia, y si algo había aprendido con los Mikaelson sobre eso era que la familia lo es todo. Son los que estarán para ti, en las buenas, en las malas. Y cuando todo se vea negro, ellos son los que estarán ahí para cerciorarse de que te pongas de pie para dar la batalla a la siguiente pelea.

Alexandra quiso responder ante las palabras de su gemela más otro grito desgarrador se lo impidió lo que les dio la clara señal de que tenían que actuar; Hayley se dirigió hasta el deposito para darle el aviso a Mary para que se fuera de ahí con la pequeña mientras que Alexandra se limitó a seguir los gritos junto a lo que comenzaba a parecerse un cauce de sangre.

—Oh, una de los traidores. —habló cuando se deshizo del corazón Crescent que albergaba en su mano. El híbrido Original estaba empapado de sangre, desde su boca la misma goteaba, sus labios pronto formaron una sonrisa —¿Por qué a de extrañarme? No lo hace. —espetó. Alexandra lo miraba con rudeza, así como él le regalaba una mirada llena de frialdad.

—Klaus... —Jackson arrastró el nombre. El Alfa se veía enojado, y no era para menos, al ver los cadáveres de los lobos a sus pies, la ira en Alexandra también creció desmedidamente. Cálmate. Era lo que se repetía sin cesar, la ira contenía era casi tan parecida como la que tuvo la noche en que activó el gen.

—Klaus, esto no tiene por que terminar así. —apeló a conciencia de que el razonamiento de Niklaus en ese momento era nulo, puesto que, el híbrido había sido apuñalado por su hermano. Eso era lo que el consideró como una traición absoluta.

—No tendría, es cierto —les regaló una mueca —. Pero ese pensamiento despareció tan pronto como tomaron a mi hija. —recalcó. La rabia lo carcomía por dentro, la mirada pasó por los dos Crescents frente a él concentrándola finalmente sobre Alexandra. Para él, ella también era una traidora.

—¡Hayley también es la madre! —alzó Jackson su voz. El enojo no paraba de crecer dentro de él, puesto que, ante los ojos del lobo quizás él no era culpable de la muerte de Aiden pero sin duda él era culpable de la sangre Crescent derramada aquella noche —. Y ella escogió esto. Ella decidió que Hope no debería crecer rodeada de lo que acarrea tener tu apellido...

—Jack... —intervino Alexandra notando que el lobo tenía cosas que decir, y esa vez, no se las iba a guardar para sus pensamientos.

—Porque seamos realistas, tu apellido solo es una maldición para cualquiera que lo posee. Y a pesar de que te has encargado de tener esta reputación temible, Klaus Mikaelson. Un día entenderás que esa reputación solo te va a traer la soledad que tanto odias.

El semblante de Niklaus estaba tenso, más no expresó ninguna emoción durante las palabras de Jackson, no hasta que este terminó que fue cuando el híbrido soltó una carcajada llena de oscuridad. Era burla, sí. Pero cualquiera que la escuchará podía sentir lo vacío en ella.

—Ansel te traspasó su sentimentalismo —burló. Pronto, Jackson pensionó su mandíbula ya que la reacción que esperaba fue completamente opuesta —. Eres tan patético como lo era él, Jackson Kenner.

La ira de Jackson no se contuvo mucho más, con inmediatez se lanzó sobre el híbrido dispuesto a dar el todo por el todo. No obstante, Niklaus no caería tan fácil y él lo sabía. Su sorpresa apareció cuando un golpe, no proveniente de Jackson, fue lo que lo obligó a caer al suelo por unos segundos. Cuando se reincorporó pudo ver a Alexandra un paso adelante, ella fue quien le había propiciado aquel puñetazo.

Pero para Klaus eso no fue suficiente para detenerse; si ella lo enfrentaba, él también lo haría. «Odiaría vernos enfrentados» Pensó en las palabras que hasta solo unos días habían compartido, sin embargo, ahí estaban. En bandos opuestos.

El color de ojos de Jackson Kenner pronto cambió, así como sus dientes salieron a relucir, no siendo el único. El de Alexandra también lo hizo, un destello azul profundo pronto se apoderó de los mismos, para luego abalanzarse sobre él. La pelea escalaba con cada patada, puñetazo y empujón. No obstante, no fue hasta que una tercera persona intercedió que llevó a que el cuerpo del híbrido Original se hallará en el suelo, una vez más.

—¡Suficiente! —la voz de Dahlia se escuchó para cuando los tres Crescents se hallaron frente a Niklaus. El híbrido se recompuso con rapidez para cuando pudo ver el horror decorando el rostro de las Labonair.

—¿Por qué ella está contigo, Klaus? —Hayley no podía creer, o no quería, que el hombre que juraba proteger a su hija ahora estaba atentando contra la misma. Dahlia era el enemigo y el híbrido estaba de su lado. 

Del lado del diablo.

—Esta haciendo lo que es mejor para su hija —la manera oscura y profunda con la que hablaba no era del gusto de nadie. Alexandra pronto se halló atrapada en su pesadilla —. A diferencia de otros.

—Klaus, sé que ella te esta controlando... —la voz de Alexandra fue la que atrajo su atención. El híbrido la miraba con fijación —.Te dije que confiaba en ti, a pesar de todo, lo sigo haciendo. —ella creía que con aquellas palabras haría entrar al híbrido en razonamiento. Puesto que, durante la llamada de Rebekah más temprano, esta le pidió razonar con él. La Original le aseguró que sería a la única que escucharía.

Sin embargo, Rebekah Mikaelson no contaba con que su hermano se deslizara en un espiral de traiciones. Y que en ese momento, Alexandra se convertiría en una de los muchos daños colaterales del plan que pronto develaría.

—¿Algún problema? —cuestionó Dahlia al ver que su sobrino se mantuvo sin reacción en su rostro, más pronto que tarde, levantó su comisura izquierda mostrando una sonrisa. Él tenía que seguir jugando su papel, hasta el final.

—Ninguno.

—¡Te voy a matar! —Hayley estaba dispuesta a despellejar a la bruja, como hacía solo unas horas lo había prometido. Sin embargo, al abalanzarse sobre ellos con la misma rapidez se halló en el suelo. El dolor comenzó a manifestarse sin parar.

Alexandra pronto sintió lo mismo, al igual que Jackson. Los tres —así como el resto de los lobos que quedaban aún de pie— le siguieron como piezas de domino, uno por uno fueron cayendo al suelo adoloridos. Los huesos comenzaron pronto a romperse. Niklaus los vio desde su lugar con una sonrisa de burla.

—¿Qué nos está haciendo? —cuestionó Hayley al ver que la manada le sucedía lo mismo que a ella, sus ojos cortamente se dirigieron a Jackson y Alexandra.

—¿Oh, esto? —señaló. Su mofa era irritante, sin embargo, ninguno se podía concentrar en eso. El dolor solo hacía estragos en ellos —. Esto fue mi idea —se atribuyó —. Lo explicaré con rapidez y sencillez. Después de todo, se que es difícil prestar atención cuando estas en plena conversión, lo sé de primera mano —destacó cada palabra con precisión —. Verán, le robe a Marcel la maldición Crescent que alguna vez uso sobre su manada. La tía Dahlia, muy amablemente, hizo los cambios necesarios para adaptarla a tu naturaleza híbrida —detalló hasta el más mínimo funcionamiento de aquel plan. Alexandra pronto sintió horror, pero no tanto como el dolor físico que ahora tenía —. Así que ahora estarán atrapadas en la forma de un lobo, salvo en luna llena. Lo que les dejará poco tiempo para causar problemas.

—Klaus, por favor... —pidió entre un poco de llanto y temor —. Ella se llevará a nuestra hija, no puedes permitirlo.

—Tú fuiste la única que te llevaste a mi hija, y por eso Hayley, sufrirás.

Se alejó de ella para luego mirar como la conversión se hacía, como los Crescents pasaban de tener forma a humana, a forma lobuna. Pronto, su mirada se fue hacía Alexandra la cual no dejaba de quejarse del dolor, a pesar de que su cambio había sufrido un par de veces, nada se comparaba al dolor de aquella noche. Con lentitud se aproximo hasta colocarse a su altura, él la miró fijamente.

—Es pesada la cabeza que lleva la corona...

Sus ojos quedaron clavados en los azules que le propiciaban los de ella, en ellos pudo ver reflejado el vació que ambos compartían en aquel momento. En respuesta, Niklaus obtuvo un gruñido para luego colocarse de pie, desde su posición miró hacía Alexandra con altanería. 

Quien se metiera en el camino de él, acabaría de la peor manera.

Y en ese momento, Alexandra comprendió aquellas sentencias. En los ojos de Klaus pudo ver que no había ni una pizca de remordimiento, y para él no tendría porque haberlo, puesto que él tenía razón, él era el único capaz de proteger a su hija —siendo la confianza ciega que Dahlia le profesaba— lo que salvaría a Hope.


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