capítulo diecinueve: calma antes de la tormenta
Los sucesos se dieron tan rápido que aún trataba de entender de que iba todo aquello.
Para cuando Hayley se comunicó con ella más temprano el horror la cubrió, puesto que, lo que menos se esperaba era recibir noticias como esa prácticamente en la madrugada de ese día. La historia resumió con brevedad de la siguiente forma; el alma original del cuerpo en donde Rebekah Mikaelson se hallaba había resurgido. Eva Sinclair —la dueña del mismo— era una bruja que practicaba magia oscura, y que su fanatismo le había costado las vidas de múltiples niños y niñas de los Nueve Aquelarres. Por lo que tan pronto en que la llamada llegó a ella, Alexandra se enfiló hacía el complejo con más lobos, debido a que la misma Hayley le había dicho que Eva había estado a punto de lastimar a Hope, eso fue el detonante de su ida.
« Todos tenemos un demonio dentro,
algunas veces lo controlamos... »
—Ya tienen el rostro de la mujer a la que buscamos —habló dirigiéndose a un grupo reducido de hombres —. Repito, no le hagan daño —tomó una inhalación mientras los lobos asentían al respecto. A pesar de que Eva fuera la controladora del cuerpo, Rebekah aún yacía dentro de ella. No se arriesgarían a lastimarla de ninguna forma —. Adelante, cuídense. —concluyó para cuando los lobos comenzaron a dirigirse a las afueras del recinto. Alexandra cerró los ojos para cuando reclinó su cabeza, cuando se libraban de un problema otro se aparecía con inmediatez.
Aquello parecía la historia sin fin.
—Eva no a venido por Hope. —la voz de Hayley hizo presencia en sus oídos a lo que ella se volteó —¿Qué demonios está esperando? —espetó con molestia siendo entendible debido a que la ansiedad de que su hija nuevamente era el blanco de una psicópata no era algo que la mantuviese tranquila.
—Tampoco se a visto a Vincent Griffith. —habló Elijah sumándose junto con Gia. Alexandra resopló, por supuesto que no aparecería de la nada. Ella comenzaba a tener conocimiento de las mentes retorcidas como Eva, ella los atacaría en el momento y de la forma que menos esperasen —. Sin duda debe estar esperando en algún lugar, debemos dar con ella.
—Ella no esperó —aseguró Marcel llevando a que todos lo mirasen —. Se llevó a Josephine LaRue hace menos de una hora. —expuso. Alexandra frunció el entrecejo, si eso era cierto, Eva tenía a todos los que necesitaba para completar su ritual.
—¿Y si no necesita a Hope, a dónde se a ido? —cuestionó Hayley con un poco más de tranquilidad más la sensación de que aquello jamás terminaría no la abandonó. Su hija nunca dejaría de ser un blanco para cualquiera que deseara su poder.
—Seguramente a donde se llevó a los otros brujos —resaltó Alexandra alternando la mirada con los presentes —. Donde a de tener a Davina. —agregó con un poco de miedo. Cuando Marcel le informó sobre ello pronto temió. El saber que la joven Claire estaba en peligro la invadió de desesperación. Eva había tomado la mejor mano de cartas.
—Un lugar que nadie a sido capaz de encontrar en dos años. —Elijah fue el notificador de aquellas palabras siendo completamente ciertas. Si nadie había podido encontrar el lugar en todo ese tiempo, cómo lo harían ellos en esas pocas horas que les restaban. Del bolsillo de la cazadora de Marcel pronto se escuchó una melodía llevándolo a alejarse del grupo.
—Podemos hacer un hechizo localizador —propuso con inmediatez la Alfa. Los demás la miraron con cierto escepticismo —. Eva no se espera que tengamos una bruja de nuestro lado. Layna hará el hechizo, y así podremos dar con el lugar. —expuso. Elijah asintió sin titubear, como había resaltado antes, él no iba a abandonar a su hermana a la suerte.
—No será necesario —Marcel atrajo la atención de todos los cuales lo miraron con confusión —. Vincent Griffith a llamado, dice que a encontrado a todos los brujos. Pero que tenemos un problema.
Elijah frunció el entrecejo. —¿Y cual es el problema?
—Necesitaremos a alguien con mucho poder.
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Para cuando reaccionó su cuello no había dejado de doler a lo que pronto retazos de como Elijah había llegado demandando por la ayuda de Freya, y como la misma se había soltado de las cadenas anti-magia para después partirle el cuello, pronto lo golpearon en el rostro. Se colocó con rapidez de pie para luego mirar a su alrededor comprobando que aquello no había sido su mente, en realidad había sucedido. Freya le había roto el cuello, Elijah había venido por su ayuda. Eso lo enojó.
—Te recuperas rápido, pero ya se han ido. —la voz de Esther se coló por sus oídos llevándolo a tomar una gran inhalación. Esther se dio la vuelta para ver a su hijo quien le daba la espalda.
—Te hipnoticé para decir la verdad, no para establecer lo malditamente obvio. —la irritación se notaba a leguas. Su madre era su persona menos favorita en el mundo a pesar de que había ido con ella para comprobar las palabras de Freya. Él sabía que si su madre le decía que estaba mal, algo peor estaría sucediendo.
—Ella los envenenará en tu contra. Lo sabes. —continuó ignorando las palabras de Klaus. Él, por su parte, se dio la vuelta después de haber puesto sus ojos en blanco.
—¿Y de pronto te importa, no? —cuestionó de mala gana. Él lo sabía, esa era la razón por la cual había ido ahí en primer lugar. Él no confiaba ni en una minúscula parte en Freya, pero últimamente su confianza en las demás era nula. Ni en su propia familia confiaba ya.
« Otras veces el demonio nos controla... »
—¡Klaus! —la exasperación pronto se escuchó en su voz —. Estando aquí, hambrienta en la oscuridad. No he pensado en nada más excepto en que hubiera pasado si te hubiese dejado vivir solamente una vida mortal. —expuso sus pensamientos los cuales no dejaban de rondar su cabeza, era sabido que Esther había hecho todo aquello por sus hijos. Ella no quería que siguieran siendo aquellos monstruos.
—Habríamos quemado brillante por un tiempo, y luego nos habríamos quemado —aseguró cuando dio un paso hacía ella. Terminó haciendo una mueca —. Verás, piensas que nos convertimos en tu mayor pecado, pero la verdad es que es la única de tus muchas faltas que he podido perdonar —aseguró. Siendo esa una de las verdades más grande que Niklaus a podido llegar a confesar, por muchos años aborreció a su madre en convertirlo en lo que era. Pero en el momento en que más la aborreció, junto a Arthemisa, fue cuando ambas decidieron suprimir su lado lobuno. No obstante, lo había llegado a perdonar —. Nos prefiero como somos.
Esther rápidamente sacudió su cabeza en negación. —No hijo mío —terminó llevando sus manos al rostro del híbrido tomando entre ellas al mismo —. Somos el eco macabro de una familia, y tomo toda la culpa de ello —aseguró al borde de las lágrimas. Niklaus la veía con seriedad absoluta —Sólo quería deshacer mi maldad, para que me amaras de nuevo. —confesó. Klaus miraba a su madre con los ojos cristalizados, seguido llevó sus manos hasta las de ellas tomándolas para lentamente apartarlas de su rostro.
—Mi madre, la comediante —burló en cierto tono oscuro. Su odio incrementaba con cada palabra que escuchaba de ella; se inclinó un poco —. Disfruta de la oscuridad. —susurró para luego soltarla de golpe para finalmente salir de aquella cripta. En algún otro momento él pensó, pocas veces deseó ese ofrecimiento, pero estaba muy en el pasado.
Ahora su nombre susurraban, ahora de él temían.
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La salvación para Rebekah llegó con rapidez —con la ayuda de Freya— el alma de Eva Sinclair se disipó dando por finalizado aquellas horas tan terribles llenas de presión absoluta. Sin embargo, la lucha para Rebekah había sido más mental que física por lo que ahora se hallaba descansando en su dormitorio dentro del complejo mientras que Marcel había decidido quedarse a velar por su sueño. Nadie se opuso.
Con un suspiro, Hayley se alejó de la cuna en donde yacía Hope profundamente dormida para adentrarse al dormitorio en donde Jackson se encontraba también descansando. Había sido un día agotador para todos, a pesar de ver a su hija plácidamente dormida aún la sensación de que eso jamás acabaría no la abandonó. El miedo solamente aumentaba.
Celeste, Arthemisa, Genevieve, Tyler Lockwood, Esther, Dahlia... Y la lista seguiría, nunca pararía. Después de todo, ella era hija de Klaus Mikaelson, el hombre con enemigos sin fin. Ella tendría que buscar la forma de proteger a su hija.
« ...En mi familia hay un dicho sobre eso:
"Mata a un demonio hoy, enfrenta al diablo mañana"... »
Pronto, ella se halló en la cama recostando su cabeza sobre el pecho de su esposo; al sentirla, Jackson se despertó para verla accionando al besar su coronilla, ante la acción Hayley movió la cabeza para verlo.
—¿Te encuentras bien? —preguntó cuando notó en como se debatía entre diferente emociones en el silencio que los ocupó por unos minutos. Hayley suspiró.
—¿Alguna vez estaremos a salvo? —cuestionó a sabiendas que la respuesta que Jackson le diera solo serviría para escuchar lo que ella quería oír, no la verdad —. Quiero sentir que mi hija esta a salvo, y no es así, tengo este miedo en mi pecho acompañado de cada latido. Quiero que mi hija crezca, quiero verla crecer. Que sea feliz.
—Y lo harás —reforzó Jackson con ánimo de que las palabras que le ofrecía le dieran consuelo —. Ella será feliz, y viviremos para verla serlo. —Hayley tomó una inhalación para cuando bajó la mirada.
—No mientras esté aquí —negó. En la intimidad con su esposo podía sacar esas palabras que tenía atoradas en su pecho, esas palabras que ni a su propia hermana podía llegar a confesarle —. No mientras el nombre Mikaelson y Morganson sean su sombra —aseguró. Las palabras que Arthemisa le ofreció alguna vez no la dejaban en paz en las noches, cada vez que veía a su hija o a su hermana aquella cuestionante no la abandonaba: ¿La oscuridad se nace o se hace? —. Elijah me contó la historia de Freya, no quiero esa vida para Hope —miró a Jackson —. No quiero que la historia de Alexandra también sea la de mi hija, siendo perseguida por los Ancestros. —suspiró —¿Qué se supone que hagamos?
—Pelearemos, como siempre lo hemos hecho —respondió con ferocidad. Puesto que, Jackson en realidad creía que aquella batalla ganarían. Que aquellos problemas terminarían para ellos, que el sol saldría para ellos el día de mañana —. Nadie te separara de ella, Hayley —aseguró con confianza plena —. Eso te lo juro.
Ante las palabras de Jackson, Hayley solo pudo responder con un asentimiento para luego bajar la mirada nuevamente llevando a la misma a observar hacía la ventana que movía las cortinas de la misma gracias a la brisa fría que se presentaba esa noche. Más Hayley no descansó, la mente de la híbrido no dejó de pensar. En las palabras de Jackson buscó el consuelo más no lo encontró ya que él podía jurar todo lo que quisiera, pero ella sabía muy bien que aquellas persecuciones nunca terminarían. No mientras su hija viviera con aquellos dos apellidos mezclados en su nombre. Todos vendrían por ella.
Entonces, fue en ese momento, que la antigua Hayley Marshall resurgió en la parte más profunda de su mente. Esa fue la que tomó la decisión del próximo paso que se daría, porque ella era la que escapaba cuando las cosas se tornaban difíciles, la que huía cuando era necesario. Y en ese momento, huir parecía la única salida.
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« ...Sin embargo, incluso si bailas en la tumba de ese demonio, no puedes evitar preguntarte, ¿estaba solo ese demonio?... »
Klaus Mikaelson era un hombre pensante y, a veces, hasta razonable. Por lo que las palabras de Alexandra el día anterior calaron profundo dentro de él, si tenía que confiar en Jackson, al cual consideraba menos que nada, Freya también debería entrar en esa opción; aún más cuando ella ahora había entrado en su mente —en orden para salvar a Rebekah— y esta había visto todo lo que él sabía, todo lo que había vivido, todas sus estrategias. Por lo cual, Klaus decidió tomar las palabras de Alexandra transformándolas un poco, él confiaría sí, pero esa confianza y aquel trato sería la misma que le daba a sus aliados. Dudaría cada segundo de ella, aunque para la presencia de otros, él mostraría la entera y absoluta de la misma. Pero eso era mejor que Freya se convirtiera en otra enemiga poderosa, siendo eso lo que menos necesitaban en ese momento.
—¿Te has convertido en mi grillete, hermano?
La voz de Freya pronto escuchó, en el Rosseau's se hallaba sentada en la barra mientras que Niklaus se encontraba observándola a lo lejos, entre las sombras. Freya lo sentía mientras su mano sostenía la piedra azul del colgante. La mayor de los Mikaelson mantenía una sonrisa entre sus labios para cuando el híbrido tomó asiento a un costado de ella, Freya lo miró para cuando él también lo hacía.
—Quizás te hayas consagrado en la buena gracia de las brujas —miró el colgante para tomarlo alzando seguido su mirada —y tal vez en la de mis hermanos, también. Pero, te veo por lo que realmente eres. Aunque ellos no puedan. —resaltó su verdadero sentimiento. Para Klaus, ella no era digna de su confianza, hasta ahora había venido con historias tristes para empatizar. Él no lo hacía.
—Ellos no están agobiados por una constante paranoia —expuso mirándolo fijamente a los ojos —. Del tipo que te deja murmurando solo en la oscuridad. —en el rostro de Niklaus se notaba la seriedad absoluta — «¿Adónde se ha ido todo el mundo?» —imitó lo más que pudo su voz lo que llevó a que Klaus tensara la mandíbula. Ella por supuesto había visto todo lo que estaba en su mente, cada retazo de pensamiento que él alguna vez había tenido.
»¿Vil de mi parte? —cuestionó cuando vio su rostro que se debatía entre enojo e indignación —Sí. No debería mencionar tus secretos de la infancia. Pero no te preocupes, todo lo que vi cuando te canalicé eran problemas de ira y un gusto cuestionable en las mujeres, que por cierto, la castaña es mi favorita —burló un poco lo que llevó a que Klaus resoplara por la nariz, su enojo aumentaba con los segundos, pronto Freya se halló de pie dispuesta a abandonar aquella conversación. —. Estuve sola una vez, hermano. Sería una pena que fueras tú quien se encontrara así. —agregó. Para Niklaus claramente eso fue una amenaza lo cual lo molestaba a grandes escalas.
« ¿O tienes otros más letales contra los cuales luchar?... »
Sin embargo, Niklaus no se lo permitió, para cuando la mayor de los Mikaelson estuvo a punto de abandonar el lugar el la detuvo tomando con fuerza su brazo. Se puso de pie.
—¿Eso es una amenaza? —cuestionó cerca de su oído. Freya sonrió nuevamente para cuando se acercó al oído de él.
—No, hermano. Es una advertencia —susurró para cuando Klaus colocó su rostro en seriedad —. No tiene que ser así, por supuesto. Pero, ten cuidado... —lo miró —. Sólo tengo una poca cantidad de paciencia.
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Para su seguridad física, pero sobre todo mental, se halló revisando cada cerradura de la casa. A pesar de que Layna había conjurado un hechizo que no le permitía a nadie entrar sin que estuvieran invitados, Alexandra no se quedó tranquila. Ese hecho se debía a las inminentes pesadillas que no la abandonaban, dormir se había convertido en la peor acción que podía tener.
Siempre el mismo sueño la acompañaba cada noche: el lobo de pelaje blanco con esferas azuladas.
Por supuesto, Alexandra decidió mantenerlo en secreto para no preocupar a los que la rodeaban, ya tenían suficiente con el hecho de que Dahlia arribaría en cualquier momento. No tenían porque sumarles los problemas de una cabeza atestada de demonios. Alexandra tomó una inhalación para cuando terminó por apagar la luz que alumbraba la cocina, después de ello, decidió que debía descansar a pesar de que sería tarea imposible, debía hacerlo.
« ...Y aunque celebras haber ganado la batalla... »
No obstante, un golpeteo proveniente de la puerta delantera la obligó a detenerse a mitad de las escaleras, aquello llevó a que su ceño se frunciera debido a que no esperaba a nadie a esas altas horas de la noche, pero no se quedó con la duda. Con decisión se dirigió hasta la cortina que cubría una de las ventanas a un lado de la puerta, ahí pudo cerciorarse que no se tratara de alguien indeseado. Aunque en ese momento, indeseado no sería la palabra que usara para describir a la persona de pie en el porche.
—¿Esta todo bien? —preguntó al verlo ahí de pie cuando abrió la puerta. Él se había dado la espalda, casi como dispuesto a irse, pero al oírla se volteó hacía la joven Alfa. Niklaus tragó grueso, había estado divagando por más o menos una hora antes de hallarse en la puerta de Alexandra.
—No, nada esta bien desde hace mucho tiempo —su voz se escuchaba más profunda de lo normal. Alexandra lo miró con el ceño levemente fruncido, no entendía que sucedía pero de lo que podía ver era que el híbrido no se encontraba para nada bien —. Se que no estamos en los mejores términos, pero necesitaba ver un rostro amigable. —expuso sus pensamientos a lo que Alexandra tomó una inhalación antes de asentir con suavidad, miró hacía adentro.
—¿Quieres pasar? —preguntó segundos después de que los grillos del bayou llenaron el silencio entre ellos. Klaus tenía la mirada puesta en el lago que se podía ver entre los árboles, Alexandra entendió por lo que salió cerrando la puerta detrás de ella —¿Te puedo hacer compañía, aquí, en silencio? —la sola pregunta hizo que Niklaus rememorara una acción que él hizo una vez, cuando los problemas casi la consumían a ella, él fue su faro de luz.
Ahora necesitaba con desesperación de que ella lo fuera.
—Si no te molesta. —Alexandra le dio una cálida sonrisa antes de caminar hasta el barandal donde se encontraba él para luego posarse a su costado, el híbrido la miro para luego sentir como la cabeza de ella era apoyada sobre brazo, él la miró notando como se hallaba cruzada de brazos observando el lago. En ese momento sintió esa paz que tanto buscaba. Volvió la mirada al frente observando a la luna en el reflejo del agua. Ese momento de silencio lo apreciaría más que nunca.
« ...¿Realmente te has preparado para la guerra?»
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