2.
Lo que Rosho más temía acabó por suceder, lo último que supo de Sasara fue que había llegado bien a su casa aquella noche, después de ello no contesto llamadas ni los mensajes que el pelimorado le dejaba, se lo había tragado la tierra. Se lo había pedido por favor, pero al parecer no había sido suficiente. Rosho había tomado la amarga decisión de dejar ir a su amor de toda la vida.
Por otro lado, Sasara estaba confundido, ¿Por qué le tenía que ocurrir aquello cuando pensaba que ya tenía superado su amor por Rosho? Esa noche llegó a su casa llenó de preguntas y acabó actuando de manera inmadura una vez más, en vez de afrontar todo huyó. No volvió a llamar a su amigo, menos respondió sus mensajes, sería mejor si no se veían por un tiempo, pero más lo había hecho para olvidarse por completo de esa persona que le había alborotado las hormonas cuando estaban en la adolescencia. Sasara había estado enamorado de Rosho durante sus días de clases en la escuela secundaria, le gustaba mucho el muchacho de lentes, siempre se había portado muy amablemente con él y hacían todo juntos, poco a poco comenzó a sentir atracción por el joven de cabellos morados, le costó un poco aceptar aquello, pero finalmente lo hizo. Ya entrando a la adultez, luego de sus veinte años decidió dejar todo aquello encerrado en una cajita en el fondo de su corazón comenzando a salir con otros chicos para así olvidarse de su primer amor. Con cada chico con el que salía, inconscientemente siempre buscaba a alguien que se asemejase a Rosho, no de manera física pero si psicológicamente, aun así ninguno de ellos era él y debido a ello es que sus relaciones no funcionaban. Claramente Sasara no se daba cuenta de ello o más bien no quería aceptar aquella realidad, de que esos sentimientos jamás habían desaparecido, solo los había tratado de eliminar, pero nunca iba a poder ser así. Finalmente tomó aquella drástica decisión de desaparecer por un tiempo de la vida de su amigo, tal vez ahora si lo olvidaba.
Pasaron las horas, los días, las semanas y pronto eran ya tres meses de que ambos chicos no se veían. Rosho había dejado de mandarle mensaje ya después de un mes sintiéndose completamente decepcionado de la actitud que decidió tomar Sasara con respecto a ese tema, en cuanto al peliverde trató de seguir su vida con total normalidad, pero le fue imposible, no ver ni saber de Rosho le pesaba en su día a día y en su consciencia. Cuando más trataba de olvidarlo más lo recordaba. A veces por las noches se ponía a revisar los mensajes que su amigo le había mandado y le dolía inmensamente el pecho, ¿Qué mierda estaba haciendo? ¿A quién mierda quería engañar? Estaba más que claro que por más que intentara olvidar ese chico siempre estaba en su mente y corazón, no podía engañarse más.
Habían sido unos largos y agotadores meses, pero aquella estupidez debía terminar. Sasara terminó su relación con la persona que estaba saliendo y esa misma noche fue hasta el departamento de Rosho, sabía que no iba a ser recibido de la mejor manera, pero iba con todas las intenciones de enmendar lo que había hecho. Estaba nervioso, le temblaban las manos y sentía un revoltijo en su estómago, ugh, era la peor sensación del mundo, pero aun así se armó de valor para tocar el timbre del departamento del profesor. La puerta fue abierta pocos minutos después y pareció haberse detenido el tiempo, ambos se miraron fijamente, luego Rosho cerró la puerta en el rostro ajeno.
- ¡Rosho espera! – Exclamó Sasara desde fuera – por favor escucha lo que tengo que decir, sé que te debo muchas explicaciones, por eso estoy aquí.
- No tengo nada que hablar contigo, lo dejaste todo muy claro cuando dejaste de hablarme como hace tres meses atrás – el peli morado se encontraba de espaldas contra la puerta mientras se preguntaba por qué rayos tenía que aparecer en esos momentos cuando comenzaba a olvidar de a poco todo - ¿Por qué decidiste venir ahora? ¿Acaso ya te partieron el corazón y necesitabas consuelo?
El pecho de Sasara se apretó ante las palabras ajenas.
- Al fin y al cabo casi siempre me buscabas para tus propias necesidades – agregó mientras que las lágrimas de Sasara se deslizaban por sus mejillas, ¿Así de egoísta era?
- ¡E-Eso no es cierto! P-Por favor déjame hablar contigo – le suplicó tratando de contener sus sollozos.
Un largo suspiro escapó de los labios del profesor para luego darse cuenta de que el chico afuera estaba llorando. Se mordió levemente el labio, le iba a dar una oportunidad, solo por unos momentos. Acabó por abrir la puerta.
- Entra, te doy solo diez minutos para que hables y luego te vas – nunca antes había sido tan serio con el comediante, pero esa situación lo ameritaba, sobre todo después de lo que el contrario había hecho.
Sasara entró en el departamento, limpió las lágrimas de sus ojos con la manga de su abrigo. Se quedaron ahí, enfrente de la puerta, el comediante temblaba de los nervios mientras que el profesor le miraba con seriedad, esperando explicaciones de su "mágica" desaparición.
- ¿Y bien? – Habló el pelimorado alzando una de sus cejas – habla, quiero escucharte.
Por primera vez en su vida veía a Rosho actuar de esa manera, era un lado de su amigo que no conocía, le dio escalofríos.
- No sé por dónde comenzar, solo sé que he cometido error tras error, he tomado malas decisiones – de esa manera comenzó con su discurso y sus explicaciones – no sé en qué estaba pensando cuando decidí desaparecer, tal vez estaba muy confundido con todo, habían tantas cosas que aún no terminaba de entender, así como mis propios sentimientos. Rosho, yo jamás te había contado esto, pero me gustaste durante nuestra adolescencia, eres mi primer amor y yo creí haber dejado atrás todos esos sentimientos – hizo una pausa mientras miraba a los ojos al contrario, pudo notar su expresión de tristeza en él, eso hizo que su pecho se apretase – p-pero la otra noche me di cuenta d-de que jamás pude dejar de amarte – para esos momentos la lágrimas eran incontrolables y solo caían una tras otra – Me estuve engañando todo este tiempo obligándome a creer que era parte del pasado, p-pero no fue así. L-La he cagado demasiado feo esta vez – su voz estaba temblorosa y sus narices se taparon debido a los mocos que se estaban formando, se sorbió la nariz y prosiguió – Te amo, te amo mucho, perdóname. N-No solo me estaba haciendo daño a mi, si no que a ti también. S-Soy tan egoísta.
El corazón de Rosho latía con fuerza mientras apretaba sus puños. Había visto a Sasara llorar incontables veces, pero aquella vez le dolió mucho más que las anteriores, esa vez fue diferente en esos momentos también estaba triste y quería llorar.
- E-Eres un gran idiota – dijo Rosho manteniéndose firme, pero poco le duró – sí, también e-eres un egoísta – a quién engañaba, por más que tratase de mantenerse enojado no podía, era un imbécil igual que Sasara y le perdonaría esa y mil veces más.
En un abrir y cerrar de ojos le estaba rodeando con sus brazos.
- ¡Me tenías preocupado! N-No sabes lo mucho que me preocupaste, tenía miedo – le regañó, se lo merecía – t-tambien te amo estúpido idiota.
Para esos momentos Sasara ya se había derrumbado, aferrándose a la espalda del más alto como podía mientras lloraba con todas sus fuerza. Se mantuvieron abrazados por unos largos momentos más hasta que el llanto desesperado del peliverde cesara.
- Te ves feo llorando – murmuró Rosho molestando a Sasara mientras deslizaba suavemente su pulgar por el rostro ajeno, limpiando una lágrima.
- Cállate...- dijo el peliverde en voz baja sintiendo un poco de sueño. Estaba agotado, llorar le había arrebatado todos sus ánimos - ¿Me dejas dormir aquí hoy?
- Uhm, debería decirte que no como castigo, pero te he extrañado – Respondió y finalmente ambos pasaron hacia la habitación de Rosho. Él le prestó algo de ropa a Sasara y se recostaron ambos en la misma cama.
Había un silencio entre ambos, no era incomodo ni nada, solo era porque ambos trataban de quedarse dormidos, pronto Sasara rompió con aquel silencio.
- Tenía miedo – Habló en voz baja mientras se encontraba en posición fetal mirando en dirección al de cabellos morados – pensé que serías más severo conmigo, pero sigues siendo tan blando conmigo. De todas formas hubiese seguido insistiendo para que me perdonases.
Rosho se colocó de lado, apoyando su cabeza en su mano, quedando frente a frente con Sasara.
- Estaba molesto, demasiado. Estaba tratando de olvidarte y te me apareces de la nada luego de no haber dado señales de vida durante meses, obviamente me hirvió la sangre que hayas sido tan descarado en venir a pedir disculpas, pero...al verte de esa manera, tan frágil, me derrumbé yo también – su mano libre pasó a dar caricias en los cabellos verdosos del contrario – también tuve miedo, mucho miedo. Eres mi maldita debilidad.
El comediante sonrió levemente ante aquella declaración.
- Ven, acércate – la sonrisa seguía ahí, era una sonrisa traviesa.
El contrario realizó la petición y se acercó más al otro, pronto estuvieron lo suficientemente cerca para que Sasara juntase sus labios con los de Rosho. Ese era su primer beso. Fue corto, pequeñito, pero cálido y dulce a la vez. Se apartaron luego de unos segundos con sus rostros ruborizados.
- ¿Nos dormimos ya? – Dijo Sasara, quien se acurrucó bajo las sabanas. Rosho asintió y le siguió, esta vez pasó su mano por la cintura del más bajo, atrayéndole a él.
- Descansa.
- Tu también descansa.