capítulo quince: cabezas rodarán
—Te puedo asegurar que así no es mi mentón, Nik. Es mucho más delicado.
El lienzo el cual almacenaba su porta retrato en óleo era el cual ella apreciaba, con los brazos cruzados sobre su pecho miró al de sus hermanos —Elijah y Niklaus— los cuales se encontraban al lado derecho del de ella seguido uno del otro. Negó con la cabeza, estaba segura que el híbrido no había capturado del todo bien las facciones de su cuerpo original las cuales puntualizaba como suaves y delicadas. No muy diferentes al del rostro el cual se veía obligada a portar aquel día, piel tersa junto con facciones suaves.
—Lo único delicado en ti, hermana —hizo una pausa esperando a que lo mirara —. Es tu ego. —agregó a su comentario. Niklaus se hallaba detrás de su hermana menor para cuando se volteó por completo, en su rostro pudo ver como mantenía una sarcástica sonrisa en sus labios, su hermano podía ser un idiota la mayoría del tiempo.
—Seguramente es así, pero en primer lugar esta el tuyo, claro está. —respondió con incitación a lo que el Original no esperaba menos, por lo que a la respuesta tan osada su accionar fue soltar una risa por lo bajo.
—¿Podemos pasar de esta fascinante disputa por un momento y concentrarnos en el regreso de nuestra supuesta hermana perdida?
Por un momento, Rebekah olvidó que su hermano mayor se encontraba al otro lado de línea. Tan pronto la Original arribó al complejo durante la madrugada de esa mañana, Niklaus se encargó de poner a Elijah al tanto de lo que sucedía en el Barrio así como la reciente jugada de mal gusto que le proporciono Kol a la rubia —ahora morena— encerrándola en un manicomio del cual pudo escapar gracias a Freya. Una mujer que aclamó ser la hermana mayor perdida que jamás conocieron la cual Esther les contó que había muerto debido a la plaga.
—No hay mucho que discutir al respecto, Elijah —respondió con simpleza. Y en parte era cierto, todo lo que le había sucedido en aquel lugar de demencia fue contado sin escatimar en detalles —. Dijo que era Freya para después desaparecer en la oscuridad de la noche.
—Y le creíste. —la dureza de su afirmación llevó a Rebekah a mirarlo con confusión. Ella sabía a la perfección que Niklaus no se caracterizaba por confiar en nadie de buenas a primeras.
—No estaba en posición de cuestionarla —replicó al ver que las palabras del híbrido tenían cierto tono acusatorio —. Su asistencia fue de gran ayuda para mi salvación, si debo recordarles —agregó seguido de una exhalación —. Sin embargo, conocí a la chica en una místico manicomio por lo que podría ser cualquiera diciendo una mentira...
—¿Pero? —interrogó Elijah al notar que su hermana se había cortado a si misma. Rebekah inhaló con fuerza, ella sabía que era una locura lo que diría, pero desde el segundo en que estuvo en presencia de Freya, la hermana perdida, no pudo dejar de sentirse de aquella manera.
—Había algo en ella que me era familiar. —completó. Esta vez, fue Niklaus quien soltó un poco del aire al respecto, para él creer esas cosas no era sencillo pero la forma en la cual estaba convencida su hermana menor le hizo cuestionarse así mismo.
—¿Y si eso es así, cómo es que esta con vida?—interrogó con el ceño fruncido hasta que se negó a si mismo por su pregunta tan absurda —. Una pregunta tan ridícula como sus posibles respuestas, dado el historial de esta familia y su molesta habilidad de engañar a la muerte.
—No lo sé, Nik. Solo repito lo que ella me dijo.
—¿Y quizás, por algún milagro, le pudiste preguntar si nuestra famosa tía Dahlia vive también? —indagó, aunque por el rostro que su hermana mostraba en ese momento la pregunta estaba más que respondida. Niklaus miró a Rebekah fijamente a lo que este entreabrió los labios.
—Si hubiese tenido la oportunidad...
—Porque en la lista de preguntas obvias, esa tendría que haber sido la primera —interrumpió de inmediato —. Sería lindo saber si la persona que puso una maldición sobre los primogénitos de esta familia, sigue respirando. —completó al terminar de escalar su voz lo suficientemente alto, el híbrido se hallaba solo a unos pasos de ella. Rebekah se estaba hartando de su actitud.
—¡Bueno, déjame devolver el tiempo y le preguntas tú mismo! —replicó haciendo uso de la misma entonación que su hermano le proporcionaba. Niklaus tensó la mandíbula al respecto, sus hermanos podían hacerlo enojar con rapidez a niveles inimaginables.
—¡Basta! —alzó su voz. Elijah conocía muy bien a sus hermanos por lo que a pesar de que los separaban kilómetros él no dejaba de tener autoridad sobre ellos. Rebekah y Niklaus, los cuales estaban en una cercanía peligrosa se separaron tan pronto la voz de su hermano mayor se hizo presente —. Si lo que dice ella es cierto, debemos ubicarla lo más pronto que podamos —inhaló tratando de calmarse, sus hermanos podían llegar a ser un dolor de cabeza gigante—. Por ahora, es imperativo que nadie sepa de la existencia de Hope además de la familia, hasta ahora a sido nuestra salvación.
—¿Eso incluye a Jackson Kenner en nuestro círculo de confianza? —Rebekah era incrédula a la explicación ofrecida en en la madrugada de ese día para cuando arribó al complejo. Después de que Niklaus tuviera un arrebato lo que lo llevó a destrozar gran parte de su estudio, con la creencia de que se hallaba solo, este la tuvo que colocar al día. La Original estaba sorprendida por el hecho de que el hombre lobo se sumara al pequeño círculo de personas que tenían conocimiento sobre la bebé.
—Eso es nuevo, no sabía que ya lo considerabas parte de nuestra familia, hermano. —agregó. Niklaus sabía que tocaba una fibra en su hermano para cuando soltó aquel comentario cargado de malicia.
—Si Hayley y Alexandra confían en él, debemos hacer lo mismo. Un punto el cual te dejaron muy claro, Niklaus —respondió. Claramente el honorable sabía que su hermano lo hacía con todas las intenciones de hacerlo molestar, para su suerte, él era el adulto en la conversación —. Además, Jackson va a hacer lo mejor para la manada, no pondrá en riesgo ese matrimonio.
Sin importar las palabras tranquilizadoras que le ofrecía su hermano, Niklaus no podía dejar de pensar en que Jackson Kenner era ahora uno de los pocos que tenían conocimiento sobre el secreto de su hija, si lo llegaba a admitir, le resultaba una gran molestia a la cual estaba renuente a resignarse.
—¿Hayley se casa?—preguntó en un tono alto y escandaloso, tres tonos más de la voz que solía manejar. La sorpresa no cabía en su rostro cuando miró a Niklaus con molestia por el hecho de haberse saltado una de las partes más resaltantes de la puesta al día —¿De qué más me he perdido?
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Ese día el río funcionaba como un espejo del majestuoso paisaje que lo rodeaba, el cielo se había pintado de color más azul mientras que el sol estaba en su más alto apogeo, a el lo acompañaban los árboles que movían sus copas al compás del viento. Desde su posición todo parecía haberse alineado aquella mañana para que fuera un día completamente especial, sin embargo, ella no podía apreciarlo de esa manera.
Con pesar, la mente de Alexandra no dejaba de repetir como la tira de una película lo sucedido la noche anterior. La culpa le impidió dormir, más de lo usual, por lo que cuando el reloj dio el toque de las cuatro de la mañana la lobo dio por perdida la batalla contra el insomnio llevándola a salir a despejarse un rato. Su mente no dejaba de recordar la mirada de sorpresa junto con una mezcla de dolor que Niklaus portaba al momento en que ella decidió colocarse del lado de Jackson, eso la rompió un poco, pero las palabras hirientes del híbrido solo borraron cualquier lastima que podía llegar a tener hacía él.
Sin embargo, la culpa permanecía estancada.
—¿Te encuentras bien, Alexandra? —Mary fue la que hizo eco en sus oídos. Tan pronto la escuchó se dio vuelta para darle la cara, en el rostro de la joven lobo se podía ver aflicción más una sonrisa forzada le dio a entender que el indagar más no era lo que necesitaba —. Te traje un poco de café, pensé que podrías necesitarlo. —agregó. Alexandra bajó la mirada hasta la taza de cerámica que mantenía entre sus manos. A pesar de que llevaba muy poco tiempo de conocer y convivir con Mary la joven ya tenía una opinión formada sobre la señora, era cálida pero a la vez era tenaz. Le recordaba un poco al carácter de Irhina Morganson.
—Gracias. —salió de sus labios para cuando se acercó a tomar la taza. La señora asintió en respuesta a medida de que Alexandra llevaba la bebida hasta sus labios —¿Jackson y Hayley ya han llegado? —Al volver de su ida a correr, la joven se topó con la sorpresa en que Jackson la estaba esperando para informarle sobre como un Alfa de otra manada no muy lejos de Louisiana lo había contactado con la esperanza de asistir al ritual de Unificación, por supuesto, esto no los tomó por sorpresa a sabiendas de que lo dicho por el mismo Nathaniel era que las manadas del país tenían el ojo puesto en ellos.
Así que después de discutirlo llegaron a la decisión de reunirse con los Alfas de las distintas manadas en la casa de Mary Dumas, considerándolo un territorio neutral.
—Aún no, pero de seguro no han de tardar —tranquilizó. Alexandra asintió, quizás se notaba nerviosa y lo estaba pero debía hacer todo lo posible en mantener la mejor postura. Pronto la mirada de la lobo se desvió sobre Mary al ver a Nathaniel terminar de colocar algunas cosas que la señora le había pedido para la reunión. Esta siguió la mirada del Alfa —. Jack me dijo que ya sabes lo que hizo Nathaniel —puntualizó. Alexandra la miró —. Sé que ocultarte la verdad no estuvo bien, pero no creo que lo haya hecho por hacer algún mal.
—No quiero...
—. Hablar sobre eso —completó las palabras que sabía que saldrían de los labios de la joven de cabellos castaños. Alexandra bebió de la taza —. Eres tan testaruda como lo era tú padre. —aseguró a lo que la sorpresa no tardó en dibujarse en su rostro. Era la primera vez que alguien que los había conocido los nombraba e incluso que nombraba la similitud entre ellos.
—¿Era muy testarudo? —Por el tono en su voz, Mary pudo saber que de la incomodidad pasó a la curiosidad, la señora asintió mientras una sonrisa suave se dibujaba entre sus labios. Recordaba todo como si hubiese sido ayer, cada detalle sobre los Labonair estaban en su mente frescos.
—Y no te lo imaginas, hija. Pero su benevolencia, esa fue la que lo llevó lejos —aseguró. Alexandra se contagió de su sonrisa, aquel momento de remembranza le sirvió para recordar que de su pasado no albergaba ningún conocimiento, solo lo que había podido en algún momento sacar de Irhina e incluso del mismo Marcel. Más de ahí, no conocía —. Aunque empiezo a creer que la testarudez es algo que simboliza a los Labonair. —su mirada estaba sobre Nathaniel para cuando expresó aquella creencia a lo que la joven lobo la siguió, a pesar de su enojo latente hacía él no podía negar que había hecho todo lo posible para traerla de regreso e incluso fue el primero que se dio a la tarea de unir a la manada de nuevo.
Para bien o para mal, Nathaniel Labonair era familia.
—Gracias, Mary. —fueron las palabras que finalizaron aquella charla. Mary le dio un asentimiento de cabeza antes de alejarse de la mujer lobo la cual se quedó ahí unos instantes reflexionando sobre las segundas intenciones que había en las palabras de la señora Dumas las cuales eran imposibles de dejar pasar por alto.
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Mary lanzó una cantidad considerable de hierbas las cuales algunas le consideraban conocidas a Alexandra en un pequeño tazón de madera. Desde su lugar, a un lado de Jackson y frente a unos cinco hombres más, miró como el chaman de la manada tomó un trozo de una papel envuelto en sí con unas hierbas encendido lo suficiente para que en su rastro dejará humo.
Luego de la conversación con los Alfas de cada manada se llegó al acuerdo de para que ellos recibieran los poderes de Hayley debían unirse a la manada Crescent obligándolos a renunciar a su estatus como Alfas para ofrecerles su lealtad por completo a los líderes de los Crescents. Siendo esa la versión corta que le ofreció Jackson esa mañana cuando fue en su búsqueda. Para la ceremonia de lealtad se necesitaban varios ingredientes por tradición siendo la tierra del territorio Crescent junto con la sangre de los Alfas el rito se diera acabo. Esa explicación se la ofreció Mary más temprano esa mañana cuando Alexandra y Jackson llegaron hasta su hogar. Aún para ella era increíble creer como el rumor de la boda se había corrido como pólvora llevando a que personas llegarán de los alrededores a querer participar.
Pero también era entendible, aquello era la solución clara de la maldición que había acompañado a los licántropos desde el principio. Eso no solo era la libertad para los Crescents, los lobos que asistieran a la boda estarían a la par de los vampiros. Se convertiría un hito en la historia.
—Estamos unidos por lo que es lo más vital para nosotros: la tierra de nuestro territorio —comenzó mientras se encaminaba hasta los hombres que se hallaban uno al lado del otro frente a la mesa —. Esa que nos promete el enlace con los que pasaron y los que están por venir. Junto a la sangre de nuestra manada, la cual nos promete la extensión de la misma.
Con las manos enlazadas en la parte de adelante, Alexandra observó como Mary Dumas ofrecía el bol de madera al primer hombre en el cual depositó un poco de tierra a lo que la señora, en orden, llevó el bol hasta el último hombre de la fila. El hecho de que soltarán el polvo dentro del bol significaba la unión de las tierras a las que pertenecían, en un solo territorio.
—Tenemos un problema. —la voz de Hayley se hizo presente en los oídos de ambos Alfas para cuando la miraron. Se podía notar la preocupación que emanaba no solo de sus palabras si no también de sus ojos, se veía nerviosa.
—¿Qué sucede? —Jackson utilizó su voz baja mientras que su prometida dio un vistazo hacía los presentes.
—Demasiados oídos —comentó volviendo la mirada hacía ellos. Alexandra la veía confusa, no entendía que pasaba, mucho menos entendía su actitud —. El asunto es que necesito un poco de tu sangre. —pidió. Jackson volvió la mirada hacía ella con un poco de confusión debido al extraño pedido y no fue él único, Alexandra también lo hizo —. Es un préstamo, te lo explicaré luego.
—. Has llegado en un momento perfecto, entonces. — Los tres pares de ojos se guiaron en dirección a los Alfas de las manadas que comenzaban a cortar sus palmas para depositar la sangre dentro del bol de caoba que les ofrecía Mary. Jackson no dudó en darle lo pedido pero para Alexandra la duda aún seguía ahí, sin embargo, por lo que se veía no recibiría explicaciones en ese preciso momento.
—Mezclando estos elementos irrevocablemente estamos unidos los unos a los otros —Mary continuaba pasando entre los Alfas que cortaban sus palmas —. Creando así a un nuevo clan Crescent —agregó al llegar hasta el último hombre que finalizó depositando su sangre —. Les pregunto a cada uno de ustedes. —prosiguió para cuando se poso frente a ellos —¿Renuncian a su estatus como Alfas?
Las palabras sobraron en aquel momento cuando la fila de hombres se arrodillo frente a Jackson y Alexandra. En ese momento ambos compartieron una sensación vigorizante. Ante la afirmativa, Mary se dio la vuelta dirigiéndose hasta el trío iniciando con Alexandra la cual recibió la navaja ofrecida para seguido extender la palma de su mano izquierda cortándola por la mitad llevando a que la sangre saliera para finalmente extenderla hacía el bol que le ofrecía Mary depositando el liquido escarlata dentro del mismo uniéndose al de los demás Alfas, Mary paso de la joven lobo a su nieto el cual realizó lo mismo. Cuando terminó, Mary se dirigió hasta la mesa que se había movido para aquella ceremonia en donde se propuso a mezclar todo lo que se encontraba dentro del bol con una madera. Jackson, por su parte, le entrego la sangre a Hayley en un vital que ella había traído con ella para segundos después alejarse de ellos sin dar más explicaciones al respecto.
El silencio los acompañó durante aquella espera en donde Mary Dumas se encargaba de los últimos aspectos técnicos siendo el pergamino de lealtad, en donde las firmas estaban estampadas, ser extendido sobre la mesa. No era un silencio incómodo, era más bien de respeto hacía el pacto que se estaba llevando a cabo, los hombres arrodillados tenían la cabeza inclinada con los ojos cerrados a lo que Alexandra apreció debido a que estaba consciente —gracias al diario de Ansel—que en las tradiciones, los lobos siempre le rendían respeto a los ausentes lo cual era el significado de aquel silencio. Alexandra miró a su derecha notando como Jackson también había imitado a los hombres por lo que ella decidió seguirlo.
Por los que ya no están.
—El anunció de nuestros dirigentes será el siguiente paso para...
Mary Dumas se cortó así misma cuando un viento, sin precedentes, llamó su atención obligándola a voltearse topándose con una bandada de vampiros. Ante el silencio, Alexandra se obligó a abrir los ojos, la sorpresa y la falta de compresión se dibujo prontamente en su rostro para cuando Mary la miró.
—Gia —nombró con suavidad. La aludida le hizo saber de inmediato con las venas brotando bajos sus ojos que no estaba en control de si misma para cuando se posó detrás de uno de los ex alfas. Alexandra miró a cada uno de los vampiros tomar posición detrás de cada hombre para cuando volvió la vista sobre la pupila de Elijah Mikaelson. Los colmillos sobresalían de su boca —. No tienes porque hacer esto.
De un momento a otro, Alexandra se encontró a sí misma en una posición ofensiva dispuesta a reaccionar si la situación escalaba al punto de ponerse física lo cual sucedió en un abrir y cerrar de ojos después de la respuesta que Gia le ofreció. Mientras los vampiros tomaban a los ex alfas dispuestos a acabar con ellos, Alexandra y Jackson salieron en defensa de los mismos pero no fue hasta que la joven lobo fue atacada por uno de los vampiros lo que la llevó a tomar un pedazo de madera que se encontraba en el suelo para seguido voltearse con fiereza a clavarle el mismo en el pecho del hombre que la atacaba más una mano tomándola por el brazo fue lo que la detuvo de hacerlo, al mirar a su derecha se encontró a Nathaniel salir de la nada.
—¿Qué demonios haces? —se escuchaba ofuscada para cuando Marcel intervino rompiendo el cuello del vampiro que iba a atacarla. Alexandra miró en dirección a Marcel confundida con lo que sucedía.
—Debemos entretenerlos hasta que el hechizo de Finn se rompa. —explicó sin más detalles. En el rostro de Alexandra solo se pudo ver confusión más por supuesto nada parecía que una explicación pronta iba a obtener por lo que decidió aceptar la palabra de Marcel al respecto.
—Jackson y Alex lleven a los Alfas a la cabaña, nosotros los mantendremos ocupados. —comandó. Alexandra miró en dirección de su hermana antes de asentir y unirse con Jackson a resguardar la seguridad de los lobos. Aquello no le veía el sentido, el hecho de que Finn quisiera a los Alfas muertos no tenía ningún beneficio para él, al menos de que él no fuera el encargado de intervenir con aquel acuerdo. Sin embargo, Alexandra Labonair no se detuvo a desarrollar más ese pensamiento. Pero de lo que ella carecía conocimiento es que aquel momento marcaba un hito.
La frase el inicio del fin iba a conocer más pronto de lo que creía.
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