El chico de enfrente

By RizosDeLuna

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Con un extraño baile atrapó su atención, y con mensajes en la ventana le robaron el corazón. *Prohibida la co... More

El chico de enfrente
01. Baila conmigo
02. Estrellas en tus ojos
03. Ni solo, ni contigo
04. Casi un profesional
06. Pequeños detalles
07. Odiosos rayos de sol
08. ¿Te gustan los gatos?
09. Una simple casualidad
✎ Agradecimientos

05. Perdido

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By RizosDeLuna


La mañana siguiente no fue diferente de lo habitual: ensayos, correcciones y un inacabable montaje lo esperaban en la academia. La energía con la que siempre despertaba no lo acompañaba ese día, ya que no pudo dormir en toda la noche. Le fue imposible controlar la emoción que esas tres palabras despertaron en él, pasó la madrugada imaginando y construyendo historias de cómo sería su siguiente encuentro. Infortunadamente poseía una gran imaginación y su capacidad para crear historias sería la envidia de cualquier escritor.

A media tarde recibió una llamada de la administración de su edificio informándole que un paquete para él había llegado, y este era de un tamaño considerable, por lo que no podían mantenerlo en la recepción. Para Gulf era imposible salir de la academia, así que dio su autorización para que llevaran las nuevas pinturas que había adquirido hasta su departamento.

Al terminar el ensayo se dirigió a su hogar como de costumbre y se encontró con una sorpresa. La puerta principal estaba abierta y, aunque adentro todo estaba en silencio y completamente oscuro un mal presentimiento lo invadió. A tientas logró encender la luz y una vez que el interior se iluminó por completo pudo ver que todo estaba en su lugar. Caminó cautelosamente hacia el interior y una por una reviso cada habitación y rincón existentes para asegurarse de que no hubiera algún ladrón adentro.

Extrañado, pero aliviado por no encontrar nada, se sentó en el sofá dos segundos cuando a su mente vino Ju. Se percató de que su gatito no se había acercado a darle la bienvenida y entró en pánico. Inmediatamente se puso de pie y comenzó a llamarlo, lo buscó detrás y debajo de cada mueble, sin embargo, no apareció.

En ese momento Mew se paró frente a la ventana y lo saludó dulcemente, Gulf correspondió con una media sonrisa, se disculpó con un encogimiento de hombros y salió disparado por la puerta en busca de su mejor amigo. Recorrió todo el edificio y después las calles, gritó su nombre por horas. seguramente Ju estaba asustado, su gatito jamás había estado en el exterior. La preocupación de que algo malo le ocurriera lo estaba consumiendo.

Llegó la madrugada y con el ánimo en los suelos Gulf regresó a casa, esa noche no cenó. No podía pasar bocado mientras su compañero no tenía nada para comer allá afuera.

La noche siguiente repitió la actividad. Apenas llegó a casa buscó algunos juguetes de Ju para dejarlos en lugares estratégicos y que así pudiera encontrar el camino de regreso. Mew estaba en su sofá y lo miraba con atención, Gulf solo pudo girarse y negar con la cabeza mientras volvía a las calles. Lamentablemente obtuvo el mismo resultado que la noche anterior.

Para la tercera noche cuando llegó a su departamento vio un rectángulo blanco compuesto por unas seis hojas pegadas en la ventana con una pregunta en el centro: «¿Está todo bien?». Agradeció profundamente su preocupación y respondió a su pregunta escribiendo: «Mi gatito se perdió». Después de pegar la hoja salió a la calle otra vez.

Cada noche extendía su perímetro de búsqueda. La ciudad era enorme y la inexperiencia de Ju en las calles no lo ayudarían a encontrarlo más rápido, pues podría haber corrido sin rumbo hasta alejarse demasiado.

Justo tachaba el nombre de una calle en un pequeño mapa que había impreso cuando un toque en el hombro lo sobresaltó.

-Lo siento, no era mi intención asustarte -se disculpó Mew y le regaló una amable sonrisa, que en otra ocasión hubiera fotografiado- no pensé que siguieras buscándolo tan tarde.

-Solo estoy un poco nervioso -le sonrió de vuelta-. Aún me quedan muchas calles por revisar.

Gulf había esperado mucho tiempo una oportunidad como esa, pero su prioridad era encontrar a Ju y no se desviaría de su objetivo.

-Tengo que irme -rompió el silencio dirigiendo la vista a su pequeño mapa localizando la que sería su siguiente calle a revisar.

-Voy contigo -arrojó Mew efusivamente, lo que sorprendió a Gulf-. Es peligroso que estés solo por las calles en la madrugada, y me gustaría que me dejaras ayudarte.

Por un momento Gulf se debilitó emocionalmente. Tener su compañía y sentir su apoyo lo hicieron flaquear, había aguantado el llanto por tres días enteros; la realidad era que le aterraba pensar en la posibilidad de no volver a ver a su amigo. No quería imaginar lo que sería su vida sin su compañero.

-Gracias, Mew -pronunció con la voz entrecortada y reprimiendo las emociones que estaban llegando a la superficie.

En sus ojos se reflejaba la luz de las farolas por las lágrimas no derramadas. Mew se acercó suavemente y lo envolvió entre sus brazos acercándolo a su pecho.

-Lo encontraremos -le dijo al oído mientras acariciaba con dulces movimientos su espalda­-, ese gato bailarín va a aparecer, te lo prometo.

Juntos recorrieron las calles por los siguientes dos días, no lograban encontrarlo. Ya habían llenado de fotos todas las calles, preguntaban por el felino a todo aquel con el que se cruzaban y no lograban obtener alguna pista de su paradero. Gulf comenzaba a perder la esperanza cuando el timbre de su puerta sonó.

Al abrirla apareció Ju en los brazos de Mew quien le sonreía victorioso. Gulf no pudo contener la emoción y se lanzó al cuello de Mew llenándolo de agradecimientos, para después sostener a Ju contra su pecho aferrándose al gatito como si fuera la cura para su terrible enfermedad.

Ahora todo en el universo estaba tranquilo pues le habían devuelto su paz.

-No vas a creer dónde estaba ese bribón -su tono juguetón capturó inmediatamente la atención de Gulf.

No había reparado en que ya conocía el tono de su voz: una voz grave y profunda que iba de la mano con su altura y aquellos músculos bien formados. Las vibraciones que producía en su oído le gustaban. Él le gustaba y mucho.

-Igual te lo diré -recalcó al ver que Gulf no salía de su estupor- estaba en casa de mi vecina. Lo encontró en la calle y al instante se enamoró de él. Pude reconocerlo en cuanto entré a su departamento.

La última frase resonó con eco en su cabeza, Gulf sabía que no tenía derecho alguno sobre Mew y no eran más que conocidos. No podía hacer preguntas, aunque eso no impedía que pudiera hacer suposiciones, y se preguntaba si tendría algún tipo de relación con esa chica.

Lo invitó a pasar y Mew se sentó justo en el sofá que ocupaba Gulf en sus sesiones de lectura. Podía ver exactamente el panorama que apreciaba Gulf cada noche, y observar más de cerca la decoración que tanto había llamado su atención la primera vez. Las pinturas que colgaban de las paredes y la extraña pero agradable mezcla de muebles y colores; esa combinación resultaba en un lugar cálido y acogedor.

Gulf se sentó a su lado apoderándose de su total atención.

-No sabes cuánto te lo agradezco, Ju es mi vida entera y acabas de devolvérmela. Estos días fueron horribles y se terminó gracias a ti.

-Me alegra haberte ayudado, ver lo desesperado que estabas sin poder solucionarlo me estaba frustrando.

-¿Cómo puedo corresponderte? -cuestionó Gulf sinceramente.

Cualquier cosa que pudiera ofrecerle sería insuficiente comparándolo con el valor que Ju tenía en su vida.

-No hace falta que hagas nada, no lo hice para obtener algo a cambio. Si sigues leyendo conmigo considera saldada tu deuda.

Leería con él, ese era un hecho incuestionable. Sus sentimientos se habían acrecentado en los últimos días y podía sentir que a Mew no le era tan indiferente.

-¿Una cena? -preguntó inseguro.

La cocina se le daba estupendamente y eso podría compensar un poco el esfuerzo que hizo al acompañarlo en las madrugadas. Aunque tal vez sería una ofrenda muy pobre para el tamaño de su acto.

-A ti no podría decirte que no -dijo antes de mostrar la más bella y encantadora sonrisa de la que los ojos de Gulf habían sido testigos. Estaba seguro de que si guardaban silencio podrían escuchar el latido de su corazón en plena taquicardia-. Así que, ¿mañana?

-Por supuesto, preparo la mejor lasaña del mundo. Te encantará.

-Estoy seguro de eso. Me encantará todo lo que me ofrezcas -la última frase salió de sus labios como terciopelo acariciando la piel, el tono suave y tierno provocó que sus mejillas se colorearan de un tono carmín.

Mew se puso de pie disculpándose por su abrupta partida, tenía asuntos importantes que atender y tampoco podrían leer juntos esa noche, pero eso ahora no importaba tanto.

Los ojos de Gulf brillaban en satisfacción, tendría una cita con el chico de enfrente.



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