Cuentos Nunosos ©

By NunaHovy

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Cuentos Nunosos, es un libro que reúne narraciones de diferentes extensiones, géneros y temáticas. El lector... More

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IMperfecta perfección

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By NunaHovy

    Vivíamos en un mundo quebrantado en dos, en donde no había escapatoria.

    El muro rojo escarlata, nos apresaba como vacas en corrales. Impetuoso y recóndito, se mantenía vigilante y causaba terror en cualquier personaje.

    En islas, desiertos y lugares con bajas temperaturas (prácticamente en zonas con muy poca población) nos separábamos de la humanidad, todo por el capricho de unos poderosos desasosegados de gran edad y alto rango.

    Como dije antes, el mundo estaba dividido en dos; Los perfectos y los imperfectos. Los primeros éramos los que vivíamos como animales de granja y los segundos, eran los que vivían alrededor del círculo de paredes virtuales, holográficas y con la suficiente energía como para fundirnos al traspasarlas .

    Mi mundo era diferente, pero las criaturas como yo permanecían indiferentes ante cualquier anomalía. El termino "pregunta" no se hallaba en sus cerebros, prácticamente no se cuestionaban nada, solo los jefes podían tener dudas.

    Habíamos sido creados y mandados por seres "superiores", y para seguir reglas irrompibles:

    1- Un robot no puede dañar a un humano o, por inacción, permitir que un ser vivo sufra daño.*

    2- Se tienen que cumplir todas las órdenes dadas, excepto si éstas rompen la primera ley.

    3- Un robot debe defenderse, pero sin romper la primera o segunda ley.

    4- Siempre hay que mantenerse sosegado, pero si se ve una agresión hacia un humano es obligatorio intervenir.

    5- Cualquier destaque negativo debe ser informado con urgencia ante el consejo.

    Nuestras leyes habían sido creadas por nuestros altísimos, basadas en viejas historias escritas, que se creían fantasiosas en su momento.

    Para mí, las leyes eran nimiedades, ya que eran utilizadas para un fin estúpido que estaba derivado a la búsqueda de la total perfección.

    Lamentablemente casi nadie sabía mis pensamientos y no porque no quisiera decirlos, sino que podrían causar rápidamente mi eliminación, por eso tenía que mantenerlos anidados en mi mente.

    Normalmente las calles estaban repletas de platicadores de tamaños y cuerpos parecidos, hombres y mujeres, flacos, de pelo corto y de camisas grises marengo. La verdad, no me gustaba estar entre tantos, que prácticamente eran iguales, me causaban desconfianza.

    Los niños nunca habían existido para nosotros, simplemente éramos criaturas casi inmortales, no necesitábamos tener hijos, la IA ( inteligencia artificial) y la evolución tecnológica, le había hecho eso a nuestro lado del mundo.

    La comida era infinita, pues se podía multiplicar hasta con maquinas del siglo XXII (aunque no quedaba muy rica, terminaba con sabor a papel y causaba pequeñas aberturitas en el tragadero).

    Los recursos naturales escaseaban, Internet, la señal satelital y otras muchas cosas más, eran gratis después de la revolución tecnológica.

    Pero como dije, había un exorbitante muro que nos rodeaba como las vacas y los cerdos en un corral y que me causaba un impresionante deseo de cruzarlo.

    Abrí la puerta de mi casa cuadrada de techo cuadrado y ventanas cuadradas (valen las redundancias, literalmente mi casa era como el pensamiento de los memos habitantes, y no porque fueran tontos, sino porque se creían todo lo que les decía el consejo).

    Me senté delicadamente en una silla de hierro y me estiré, luego me levanté y empecé a buscar algo que me sirviera para cumplir mi sueño, no sabía que buscar, simplemente tenía el presentimiento de que algo encontraría. Lamentablemente no había nada, ni un cachito de esperanza, a parte... ¡¿Cómo iba a conseguir cruzar un muro que posiblemente llegaba hasta la mesosfera?! ¡Era casi imposible!

    Suspiré ¿para qué perder mi tiempo en un deseo que nadie más tenía?

    Me fui a trabajar.

    Otra vez me encontraba adentrándome entre la muchedumbre de metal, esas expresiones frías que poseían me causaban ganas de salir corriendo, pero traté de mantenerme en esa burbuja que uno se crea cuando ignora, que se va haciendo más pero más grande, pero solo uno la puede ver. Cerré los ojos y empecé a mantenerme sereno, el ruido se dispersó en la distancia lentamente.

    Cuando estaba a punto de finalizar mi odisea...

    —Saludos señor Felic— Un hombre conocido me interrumpió— ¿Está bien? Es que lo veo algo... agotado.

    Efectivamente, estaba cansado, fatigado, extenuado, cascado (¡y con todos los sinónimos!) de que fueran tan falsos. Era imposible averiguar si decían la verdad o no, si un día me apuntarían con el dedo por ser diferente o si de noche me desconectarían los circuitos.

    Para no exponerme, solté un comentario tonto que todo el resto diría.

    —Tranquilícese señor, no estoy para nada agotado, perfectamente puedo trabajar— Sí, eso son los comentarios que todos dicen ,"Eres optima" ,"Estoy perfecto", "cabalmente".Realmente están obsesionados (o programados) con la perfección. Siempre tienen que remplazar algún vocablo por la palabra perfecto, es irritante.

    Cerré mis ojos tratando de tapar mis emociones, si no lo hacía se revelarían y arruinarían mi encubrimiento.

    Abrí la puerta del edificio, como siempre, pude entrar raudamente, pero con el mal humor de compañero.

    Me instalé en mi puesto de trabajo, luego encendí el ordenador y me compenetré en mi trabajo que era simple pero de mucha responsabilidad.

    Debía controlar la programación de la central de datos y los protocolos de la información, subida a la red destinada a la comunidad. También archivaba grabaciones de datos estadísticos y otras cosas igual de aburridas aunque importantes para el control de la red cuántica de Internet.

    En los intervalos solía ir a la gran biblioteca. Un piso secreto, el cual había encontrado años atrás mientras les llevaba a los jefes un café.

    Era un lugar gigante en donde había multiversos en tapas y papel. En esos lares vivían; monstruos de ojos saltones, hombrecitos verdes, humanos con cañones de Gauss y viajeros del tiempo. Todos de diferentes mundos.

    Era posible que la biblioteca hubiera sido construida con el fin de llenar de información la red, pues en algún momento se tendría que optimizar la búsqueda y las recomendaciones personalizadas.

    De vez en cuando yo iba a leer. Buscaba contenido portentoso, ilusorio y escolástico, simplemente algo que hiciera que mis cables me electrocutaran por si solos.

    Allí había también un archivo de videos, que solía ver, porque me era terriblemente atrapante observar las expresiones de los humanos, como expresaban sus emociones, las gotas que caían de sus ojos cuando sentían dolor o felicidad, me obsesionaban sus cualidades y hasta casi podía sentirlas.

    La biblioteca era un lugar al que podía acceder sin problemas, solo tenía que apretar dos botones del tubo elevador; el 7 y el 5, a parte la seguridad no era ningún problema, ¡porque no había! Los libros dicen que los vigilantes no existen dentro del muro, es un empleo que solo usan los del alrededor, ya que al ser "perfectos" no hay ningún robo, homicidio o conspiración.

    Suspiré y me enderecé antes de tocar el viejo picaporte de la puerta, iba a abrirla, pero un sonido del interior del cuarto me detuvo, eran voces con tonadas diferentes, obviamente eran humanos, pues sus registros sonoros eran distintos a los de nuestra especie y pude percibirlo.

    —Hay fallas ¿sabías?, fallas en los circuitos de algunos robots, pero se mantienen tapados de nuestra vista- se escuchaba desde adentro.

    — Podríamos citar a los ciudadanos a una actualización falsa con el fin de escanear sus cerebros. — Sugirió una voz femenina de acento afrancesado.

    — No, posiblemente algunos sospechen o falten. La verdad, esa no es la forma de aniquilarlos.

    Me alejé un poco de la puerta y dejé de tocar el picaporte. Si tenía que correr estaría más preparado.

    —Está bien, ¿qué hacemos entonces?— Volvió a preguntar la voz femenina.

    — Vamos a usar los nanobots replicantes, si se introducen por los orificios nasales nos podrán transmitir información y permitirnos cambiarla.

    Logré escuchar un suspiro de la mujer, entendí que la conversación iba a terminar pronto y así fue. Ella le contestó con un simple: Entendido. Se dirigió a la puerta, esa muchacha no era perfecta, pero era raro que llegara a estar de mi lado, así que corrí al tubo elevador y cerré la puerta, apreté el botón del piso a donde tenía que ir.

    Nadie sospechó de mí, pues a la vista era un simple ciudadano igual al resto, útil para algunas cosas e inoperante para otras que no eran importantes para el consejo.

    Crucé el pasillo de paredes cubiertas de tela y de suelos de vidrio acristalado. Estuve a punto de tragarme la puerta de salida pero accioné y la abrí a tiempo, si no lo hubiera hecho (además de haberme golpeado muy fuerte) estaría ya siendo buscado por el consejo.

    Empecé a caminar sin rumbo, perdido en mi cabeza hecha de cables enjutos y entrelazados, pensando en que hacer para salvar a los androides como yo.

    El consejo iba a infiltrar nanobots replicantes y esto sería el fin de los que nos distinguíamos del resto. Mis "fallas" me hacían percibir el mundo como en realidad era y no como ellos nos mostraban.

    La imperfección era asombrosa y original y eso me movilizaba.

    Decidí escapar, para evitar que los nanobots aniquilaran mis imperfecciones y la de otros.

    El muro era la clave para ser libre y aunque luché por mis pares y por mí, no logré salir.

    Los nanobots hicieron su tarea y quienes nos revelamos contra ellos, solo nos transformamos en un montón de chatarra, porque el consejo mando a que nos desmembraran.

    No recuerdo todo con exactitud, pero sí, la enloquecedora sensación de tener 10 nanobots rompiendo mis circuitos de vanadio y al instante, un fondo negro acompañado de silencio puro y fúnebre. Sí, lo único que recuerdo es mi "muerte". Bueno... en realidad no, también me acuerdo que pasó después.

    Aquella mujer de acento afrancesado que había escuchado en la biblioteca... Fue su voz la primera que escuché al despertar en otro cuerpo, su mirada fue la que vi al abrir mis ojos. Yo que había pensado que alguien como ella no estaría de mi lado y sin embargo fue quién me salvó.

    Ella era una rebelde, que formaba parte de un grupo de rescate de ems peculiares y estaba infiltrada en el consejo. Su nombre era Nadine y hacía honor al significado de su nombre, "esperanza", pues eso era para nosotros.

    Nadine me había observado y analizado, y por ello, se había encargado de escanear, mediante un nanobot, mi información cerebral y guardarla, para implantarla en otro cuerpo.

    Vivo en otro envase pero soy el mismo. Junto a Nadine y a muchos compañeros, hackeamos los sistemas del consejo, para acceder a información restringida que nos ayude a encontrar a los ems peculiares, para poder salvarlos y unirlos a nuestro grupo, " IM ".

    Estamos a favor de la libertad de los robots, de la ruptura del muro y de la unificación del mundo.

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*Se hace referencia a las  leyes de la robótica de Isaac Asimov.

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