Mystery of love [RenMitsu]

By -Louli

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Era el misterio o quizás ironía del amor ser separados por dos dimensiones que nunca se tocaran: la vida y la... More

Único capítulo: Mystery of love

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"Rengoku Kyoujuro ha muerto"

El cuervo fue avisando a cada uno de los pilares hasta que llegó a la última, la Pilar del amor. 

Al comienzo solo mostró una clara confusión porque él no podía haber muerto... Debía ser una broma. Creyendo que era una comenzó a reír en soledad, sintiendo el viento envolver su cuerpo y las lágrimas caer por sus parpados.

Aunque no fuese una broma, él seguro se sentiría mal si la viera llorando, pero era inevitable, así que quizás si reía y lloraba a la vez lograba engañarlo, simulando estar bien como siempre.

Porque Rengoku siempre se preocupaba por ella y tenía los abrazos más cálidos que había conocido. Necesitaba uno de esos abrazos para sanar el dolor en su corazón y detener las lágrimas que brotaban sin parar. Era irónico, ella se calmaría tarde o temprano estando en los brazos de quien fuese, mas esta presión que no le quitaba la imagen de la última vez que lo vio, ya nadie podía resolverla. 

El cerezo arriba suyo la hacía sentir peor, porque había pasado toda la noche debajo de este para dejar de tener tantos malos pensamientos acerca de lo que podría sucederle a Kyoujuro. 

Oyakata al oír cómo ella pedía verlo, supo que la desesperación estaba invadiendo a la joven cazadora, y confirmó sus teorías cuando en medio de sus pláticas ella apretaba su pecho por la falta de aire al estar con tanto agobio encima. Tenía mucho miedo, y aunque le hubiera parecido un sin sentido en ese momento, finalmente su pesadilla se había vuelto real. Él le había recomendado que siempre que se sintiera de esa manera se fuese a calmar en su lugar favorito, allí donde se enamoró del amor.

Así que no estaba exagerando ¿eh? Por eso el dolor dentro de ella se duplicaba por cada recuerdo que se le pasaba por la cabeza.

Cubrió con una de sus manos su boca ahogando los sollozos mientras deseaba no sentir la presencia de Kyoujuro, aunque siempre la tenía presente.

Era la primera persona amada que perdía. Todos sus demás compañeros ya habían perdido a alguien así que sabrían afrontarlo quizás con más madurez. Él seguro le diría que no contenga sus lágrimas, que todos tienen una manera diferente de enfrentar la muerte y que está bien apoyarse en alguien en estos difícil momentos, que siempre se podría apoyar en él.

—¿Ahora quién será mi apoyo? Dime maestro, ¿cómo te supero? ¡¿cómo puedo superar que te amo y tú nunca lo sabrás?!

El árbol era su único apoyo físico, su cuerpo se debilitaba, de vuelta notaba que el aire le faltaba y sentía que todo a su alrededor era una mentira. Quizás ella estaba muerta también y por eso todo su cuerpo estaba paralizado, temblando, y hasta cayendo a pesar de estar contra aquel cerezo.

—Rengoku, viniste —mencionó al notar que su invitación la había recibido—. ¡Hice mucha comida para ti! Este día dije que quería que fuese especial.

—¿En serio? ¡Debe estar deliciosa! Pero lo lamento, hoy no podré quedarme por muy especial que sea.

—Oh, ya veo, te estoy molestando, yo debería disculparme. —Apenada bajó la mirada.

Hacía una semana habían organizado para verse, a esa hora, debajo del cerezo, cenando juntos y disfrutando de la compañía de las estrellas. Para cuando se hicieran las doce AM, Mitsuri tenía planeado declarar todos aquellos sentimientos que su corazón aguardaba. Quizás era fantasioso, demasiado, pero el patrón le dijo que nunca se debe guardar el amor que uno lleva dentro, mucho menos si ella misma se hacía llamar Pilar del amor. Teniendo una vida tan ajetreada uno nunca sabe si tendrá otra vez la oportunidad.

—Kanroji, nunca eres una molestia, vamos, levanta tu rostro —pidió provocando aún más vergüenza por parte de la de hebras rosada, sabía que estaba muy cerca—. ¿Kanroji?

Ante el segundo llamado, ella retrocedió, aunque ni tanto ya que el árbol de cerezo estaba justo detrás de sí. Sus manos se posaron en sus propias mejillas intentando calmar el rubor, pero sus ojos se quedaron entorpecidos observando al hombre en frente suyo, gritándole visualmente de una y mil maneras que los acercamientos por su parte la volvían loca. Él no entendió y se volvió a acercar, esta vez sin darle otra oportunidad de escaparse a su aprendiz, a quien solo le llevaba 1 año.

—Ren-Rengoku, está bien, entiendo si tienes otras cosas mejores que hacer, quizás sea en otro momento, buscaré un lugar más bonito si así lo quieres.

—¿Qué dices? ¡Este lugar es hermoso, Kanroji! Y, hablo en serio, si fuera por mí me quedaría aquí y te escucharía toda la noche, pero tengo una misión y casi olvido contarte... ¡Estaba muy emocionado por este día, así que lamento arruinarlo!

¿Emoción? ¿Sentía aquello solo porque le dijo de invitarlo a comer debajo del cerezo? Es decir, cualquier otro hombre que supiera qué significaba y más al verla a ella, hubiera sentido incomodidad o repugnancia, pero por otro lado, él era tan inocente que sentía emoción. No, es más, se atrevía a pensar en que esos sentimientos eran por compartir un vínculo más allá de maestro y aprendiz, uno que no era ni amigos ni amantes, era el intermedio de esos dos. Quizás y el también correspondía sus sentimientos... Oh, ¿qué estaba pensando? El optimismo de Kyoujuro se le pegaba a ella también.

—No arruinas nada, es más, me alegra saber que era solo por eso que no podías... Aunque cuando oigo acerca de que tienes nuevas misiones un pequeño miedo dentro de mí surge. Puede sonar estúpido, tuve una pesadilla que nunca se fue de mi cabeza, una en la que tú te ibas a un tren junto a los tres caóticos cazadores, en una misión en la que se encontraba una Luna Superior, y luego de ello, solo tú no volvías, nunca más. Sí, sé que todos podemos perder la vida en cualquier misión, por el más pequeño detalle, pero parecía tan realista que tuve que acudir a Oyakata-sama y hasta pasé vergüenza por mis actos tan infantiles.

Kyoujuro por momentos se sorprendió ante la información que tenía la muchacha acerca de su misión, es decir, ¿había tenido pesadillas y estas se estaban volviendo reales? Si así fueran eso significaría que él moriría. Conociéndola, si le decía que iría justo a esa misión seguro insistiría en que fueran juntos, pero si era tan peligrosa como la predilección que tuvo, no quería que ella sufriera y menos si debía de verlo morir. Es cierto que hasta él tuvo un mal presentimiento, así que prefería no arriesgarse.

—¿Con que así? Bueno, no te preocupes, daré mi mayor esfuerzo allí y si llegamos a encontrarnos, disfrutemos de una buena charla entre las estrellas. Pase lo que pase estaré ahí, extenderé mis brazos hacia ti, de esta manera, y podrás decirme ese secreto.

Mitsuri no supo qué responder, por un momento pensó que había un mensaje oculto entre sus palabras, pero terminó por restarle importancia al ver como aquel extendía sus brazos, esperando a que ella se aferrase. Confusa abrazó al pilar en frente suyo y se enjauló en su aroma, aroma ligero a limón. ¿Cómo sería despertar con ese aroma en sus sabanas?

—Cuando vuelvas te diré lo que nace desde el fondo de mi corazón, lo prometo.

Esa fue la promesa que hizo bajo ese mismo árbol, justo cuando él desapareció saludándola con una sonrisa, y tan solo pensar en que esa sería la última que ella lo vería...

Desde ahí esa promesa quedó inconclusa.

Su pecho se inflaba y hundía con rapidez, debía de ahogar el dolor entre mares de pétalos que caían arriba suyo. No podía dejar que nadie la viese en ese estado. Era tan desgarrador que su sueño más grande haya desaparecido como todos sus pretendientes. ¿Ahora quién la amaría? No, es más, ¿a quién podría amar?

—Era sencillo, pude habérselo dicho en ese mismo momento. ¿Qué estaba esperando?

Unos ojos con heterocromía observaron la escena, completamente tristes por verla de esa manera, o, ¿será culpa?

El que poseía esos hermosos y adoloridos ojos conocía las palabras que ambos añoraban con decirse, hasta conocía la historia detrás de ese amor que ya no podría ser.

Él se negó a ser el intermediario del amor de Kyoujuro, dejándole en claro que Mitsuri no merecía a un cobarde que necesitaba de otros, y ahí comenzó la envidia al ver que ese hombre daba sus propios pasos sin ayuda alguna.

Envidia porque ella suspiraba por otro corazón. Y ahora envidia por adherirla a sentimientos que ya no existirán, solo dejándole un profundo hueco. Pura y simple envidia por saber que el único hombre que necesitaba a su lado ya no estaba... Maldito cobarde, nunca debió haber esperado tanto como para pedirle casamiento.

Ella merecía ser feliz, más que nadie en el mundo. Era inevitable verla de esa manera y no sentir que era un sucio cómplice que ni siquiera intentó apoyar la relación, pero aún así se enteraba de los planes que tenía Kyoujuro para un futuro al lado de Mitsuri. Ambos eran muy parecidos, por eso el amor era tan fuerte que la muerte deseó separarlos, ya que tenían un futuro muy prometedor y uno de los dos debía de dar una prueba de valentía para ver qué tan fuerte eran sus sentimientos... Tristemente esa parte le estaba tocando a Mitsuri, justo ahí, sufriendo bajo el lugar donde Kyoujuro deseaba proponerle matrimonio en cuanto volviese.

Era irónico, su mejor amigo y quien también estaba enamorado de Mitsuri sostenía el anillo por el cual Kyoujuro tardó semanas en encontrarlo.

Él realmente se había esforzado, con razón hasta el destino le tenía envidia.

Finalmente Iguro se acercó lo suficiente hasta dejarse ver, pero ella de lo cegada que estaba en su mar de pensamientos no lo notó, no hasta que aquel se agachó en frente suyo.

—Iguro... Oh, perdón, debí haberte molestado por mostrar esta debilidad. —Exaltada por encontrárselo allí, comenzó a limpiar sus lágrimas, las cuales inevitablemente seguían cayendo. Temía que aquel hombre la viera como una rara más, lo último que le faltaba es perder a otro amigo—. Yo solo no puedo creer que él ya no está, eso es todo.

—No tienes que detenerte, no voy a juzgarte, seguro es difícil perder a la persona a la que amabas. Si te sirve de consuelo, puedes desquitarte conmigo, debes estar enfurecida.

Sus ojos que expresaban soledad en tonos verdosos, se iluminaron mucho más, y su rostro se deformó de la angustia. No esperaba que él supiera acerca de su amor, creyó que era bastante secreto, pero al parecer ninguno de sus sentimientos pasaba de largo para ninguna persona que la observase, aunque sea solo un segundo.

Sus manos temblaron en medio de la desesperación por la "furia" que parecía tener, mas la verdad no era así, lo único que abundaba su corazón era arrepentimiento y tristeza, por no haber sido lo suficientemente fuerte como para declararle cada mínimo suspiro que soltaba al verlo batallar, con esa gloriosa sonrisa. Se ilusionaba con cada pequeño detalle que él podría demostrarle, hasta experimentó los celos al ver que tantas mujeres lo deseaban... Lo tuvo en frente de sus ojos todo el tiempo, solo una cobarde no aprovecharía la oportunidad.

Ella era alguien temerosa que ya ha sido rechazada tantas veces que su alma gritaba por ser pertenencia de quien fuese, a pesar de que eso no le trajese la verdadera felicidad. Solo de esta manera su corazón se iba a dejar de sentir tan vacío.

Ahora ni siquiera tendría la oportunidad de saber cómo era la vista de Kyoujuro hacia ella. Preferiría haber sido rechazada por lo menos, así no tendría la duda que la estaba matando poco a poco.

—Solo quería gustarle a alguien, no, es más, quería gustarle a él, saber qué pensaba —sus sollozos interrumpían las palabras—. Soñaba con un futuro a su lado, algo mágico, hasta por momentos tenía esperanzas en que estos sentimientos eran correspondidos. No siento furia, es más bien el sentimiento de soledad, porque nunca voy a poder tener un amor real, ¿quién podría amarme?

—Kanroji, yo podría amarte, pero el hecho es que tú no me amarías, porque acabas de perder al hombre que más apreciabas. Ven aquí y déjame contarte un secreto —su tono aliviado no calmó todo el enredo en aquel frágil corazón, pero intentó contener las lágrimas todo lo posible.

Sintió las manos de Obanai ubicarse sobre las suyas, confundiéndolas con las de Kyoujuro ante la calidez que estas emanaban. Y al verlo acercarse, su mente se alteró tanto que casi lo empuja, mas vio que aquel hombre ponía un pequeño límite, y tal como si de ese secreto se tratase susurró

—: Él sí te amaba y pensaba declarártelo de la manera más notoria posible. Rengoku Kyoujuro quería casarse contigo.

Soltó aquel hecho en simples palabras y guardando en su interior el dolor que le estaba causando esa situación. Mitsuri se merecía el cielo y las estrellas. Si tan solo hubiera pensado así en los días que Kyoujuro le pedía consejos, no tendría que ver como el arrepentimiento crecía en esa mujer ni mucho menos el hecho de sentirse abandonada por un casamiento que ahora nunca se dará.

Si los celos no lo hubieran tocado, probablemente ahora no estaría viendo como aquella tomaba el anillo que en sus manos se encontraba con una mirada completamente incrédula. En otro universo, donde él hubiera aceptado que Mitsuri fuera feliz al lado de Kyoujuro, probablemente habrían tenido su propio momento con un casamiento glorioso, pero en el presente arruinó la única amistad que tenía y los sentimientos de su amada.

¿Quién era más cobarde por ocultar lo que sentía? ¿Obanai o Mitsuri? Pobre de ambos.

"Sé que si aún no te enamoras de ella pronto lo harás, ya que es sumamente encantadora, y te felicitaré desde donde sea que esté, porque Iguro también merece ser feliz. Así que como ya he dicho, si yo llego a faltar, por favor, cuídala. Confío en ti"

Era tan mal amigo que esa inocente mujer no lo notaba, porque lo atraía hacia sus brazos con notoria fuerza y daba palabras de disculpa, ya que seguro era cruel que hablara de sus propios sentimientos mientras que él mantenía una amistad tan fuerte con Kyoujuro. A pesar de que debería explicarle toda la situación y decirle que nadie era más culpable que él, solo mantuvo silencio y oyó los lamentos de Mitsuri, lamentos que deseaban llegar hacia el agraciado ángel que se hacía pasar por pilar.

—Juro que nadie más va a dañar tu corazón, te protegeré, Kanroji.

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