'RENT A BOYFRIEND' ─JAEDO

By Witadebosn

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━ ❝Oh, por Dios... Seré como tu prostituto❞ ━ ❝Jesucristo, DoYoung, ¡no lo digas así!❞ [JJH; Top + KDY; Botto... More

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎
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𝐎𝐔𝐓𝐑𝐎; 𝐞𝐧𝐝

𝐂𝐀𝐏 𝟐𝟖

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By Witadebosn

Realmente, detestaba a Jung JaeHyun. Profunda y sinceramente. No podía creer que estuviese diciendo esto, pero era cierto. Todo eso del imán de DoYoungs, de la atracción inevitable; acababa de irse a la basura. Jung JaeHyun no merecía tener derechos, muchos menos el respeto de Kim DoYoung, a quien había traicionado vilmente, apuñalándolo por la espalda. Nunca más en su vida volvería a confiar en ese idiota para que tomase decisiones importantes que involucraran su salud física, su sanidad mental-

—Es sólo un parque de diversiones, Younggie.

—No, ya nada.

Se cruzó de brazos, haciendo un puchero casi imperceptible más que fue difícil reprimir. Is sili in pirqui di divirsiinis. Bueno, ¿qué tal si te asesino y vemos qué tan entretenido es morir?

Ten había tenido la sensacional idea de ir en una cita doble a un parque de diversiones, a lo que TaeYong obviamente accedió, y cómo no, JaeHyun también. Sin consultarle a DoYoung y asumiendo que estaría a bordo con el plan. Ahora, rumbo al punto de encuentro que habían fijado con los amigos de JaeHyun, se preguntaba qué demonios había cruzado por el cerebro del castaño en aquel instante y si era demasiado tarde para huir.

—¿Cuál es el problema? —inquirió JaeHyun, pisándole los talones mientras DoYoung continuaba caminando, enfado visible emanando por sus poros—. ¿No te gustan las montañas rusas?

Ah... si tan sólo supiera. Era mucho más que eso.

A DoYoung no le desagraban los parques de atracciones, no completamente. Disfrutaba los algodones de azúcar, los locales pequeños con juegos bobos —como botar una torre de latas o acertar en tiro con arco, para ganar un peluche. Sin embargo, habían otros factores que simplemente no podía soportar.

Por ejemplo, las alturas.

¿Por qué demonios alguien inventaría atracciones tan jodidamente altas? Montañas rusas, caídas al vacío, la rueda de la fortuna. ¿Por qué todo tenía que estar a 100 metros del suelo? ¿Por qué no podían ser bonitos seguros como el carrusel? O las tazas giratorias.

Si las atracciones fuesen de estatura normal, DoYoung no sufriría del pánico abrasador que lo envolvía cada vez que se subía a una.

Su temor había estado presente desde que eran un niño, por lo que ya había asumido bastante su destino. Sin embargo, se rehusaba a admitirlo en público, menos a alguien que potencialmente se reiría en su cara. Prefería morir que confesarle a JaeHyun de su miedo a las alturas.

Para su desgracia, el castaño aparentemente no sólo era un violador de bocas, inteligente, primer lugar de su clase, con sonrisa marcando sus hoyuelos, sino que también era un jodido clarividente.

—¿Te dan miedo las alturas?

Kim casi se cae bruces contra el suelo.

—¡C-claro que no! —rebatió dando media vuelta. Sí, había mentido, descaradamente además. ¿Pero qué se suponía que hiciera? ¿Admitir que era un cobarde?—. Es sólo que... soy... soy... alérgico.

Jung frunció el ceño.— ¿Alérgico?

Oh, Dios, ¿por qué no pudiste darme un cerebro capaz de formular mejores excusas?

—Sí, alérgico. Terriblemente alérgico —afirmó, poniendo sus brazos en jarra, en un burdo intento de lucir intimidante. JaeHyun mordió su labio inferior para esconder una sonrisa.

—¿De verás? ¿Y... a qué exactamente?

—Bueno, no soy doctor, Jeffrey. Sólo soy alérgico y ya. ¿Qué? ¿También quieres una radiografía?

JaeHyun —el muy bastardo— rió. Y únicamente con fines de clarificar, las mariposas en el estómago de DoYoung no estaban en lo absoluto relacionadas con esto.

—Bien, bien. Entonces, ¿qué podemos hacer para prevenir tu alergia? —preguntó, aceptando la excusa barata e inverosímil que el pelinegro ofrecía. DoYoung se encogió de hombros.— ¿Quieres cancelar?

—¿Qué? No. Ya cancelaste el picnic por culpa de mi resfriado —Sacudió la cabeza—. No vamos a cancelar de nuevo. Solamente... sé considerado con mi alergia ¿sí? A veces vomito, cuando mi alergia aparece.

—¿Vas a vomitarme encima?

—Lo haré. Deberías sentirte especial.

JaeHyun suspiró hondo, esbozando una sonrisa.— Ah... ¿qué haré contigo, bebé? —Su dedo acarició el mentón del pelinegro y DoYoung estuvo a peligrosos segundos de gritar.— No quiero que te sientas mal. Prometo que me quedaré a tu lado siempre. No tenemos que subirnos a montañas rusas ni nada... ¿qué dices?

Guardó silencio y DoYoung sopesó seriamente sus opciones. Se rehusaba a cancelar la cita. Era un trabajo como novio falso cumplir las expectativas del cliente; a pesar de lo aterrador que podía ser. Por lo que, tras severo análisis, decidió confiar en la promesa de JaeHyun, en que él procuraría no abandonar su lado y nunca obligarle a subir a una atracción demasiado alta.

[✦———✦———✦]

Es la última vez que confío en este hijo de su mamá. Él de verdad me apuñala por la espalda cada que puede, ¿al menos se arrepiente de sus acciones? Apuesto que ni siquiera conoce la definición de "promesa", ese hetero-imbécil con ojos de color estiércol.

Bastaron diez minutos en el parque de atracciones para que JaeHyun lo traicionará, eligiendo una montaña rusa por sobre su promesa, su juramente, su amistad, el lazo que habían forjado y acababa de destruir. Tan pronto TaeYong dijo "vamos al de allá", JaeHyun brincó, alejándose de DoYoung y subiéndose a una cosa horrible, extremadamente peligrosa, llamada "La muerte infernal" (en realidad no era su nombre, pero para DoYoung, era exactamente lo mismo)

Pensó que se quedaría solo, esperándolos en medio de una multitud, más Ten —el ángel caído del cielo— notó que no deseaba subirse y se ofreció a acompañarlo, mientras sus respectivos novios se divertían por su cuenta.

—Son unos desgraciados ¿no? —se quejó DoYoung, sin poder creer que la lealtad de JaeHyun no hubiese durado siquiera media hora. Ten rió.

—No digas eso. Ellos siempre han sido así. Se divierten en las cosas peligrosas. De hecho, tienen bastante en común.

—Amantes del riesgo.

—Precisamente —Miró hacia los rieles de la montaña rusa, a la gente que gritaba cuando esta daba una vuelta y los ponía a todos de cabeza. Nunca entendería lo divertido en ello.— Hey... DoYoung.

El pelinegro se giró a verle.— ¿Sí?

—JaeHyun... él es mi mejor amigo ¿sabes? Y lo quiero mucho. Creo que es una gran persona, con un buen corazón. Pero —musitó, rascándose la nuca—. A veces mete la pata. Ten cuidado ¿sí? Te aprecio bastante y no quiero que termines... dañado.

¿Dañado? Se relamió los labios al percatarse de su boca reseca. No esperaba una conversación de ese tipo, menos proveniente de Ten, quien lucía tan feliz por la supuesta relación entre JaeHyun y él. Esto no daba buena espina, no para la fachada que debía mantener. Ocultando el desconcierto, esbozó una sonrisa dulce y acarició el brazo del rubio.

—Gracias, Ten —La voz salió temblorosa; completamente involuntario—. Que te preocupes por mí es muy lindo de tu parte.

—Eres una persona buena, DoYoung. Un poquito rara y temperamental, pero —Su rostro se iluminó y alcanzó la mano que DoYoung tenía sobre su brazo, para entrelazar sus dedos—. Creo que por eso me agradas tanto.

—A-ah, ¿en serio? —susurró, sintiendo cómo sus mejillas se encendían ante el repentino e inesperado contacto. Ten volvió a reír.

—¡Eres tan tierno, DoYoung!

—¿P-pero qué dices? —exclamó con sorpresa. ¿Cómo le decía esas cosas tan desvergonzadamente? ¿Acaso su boca no poseía alguna especie de filtro?—. No soy tierno.

—Aw, eres como un conejo bebé.

Kim gruñó —aunque para Ten sonó más bien como un ronroneo— y continuaron platicando, abordando tópicos menos intensos, a la espera de que el juego finalizara.

Descubrió que era agradable charlar con Ten, en un tiempo menos reducido como el que anteriormente habían tenido a su disposición. Aprendió bastante detalles, como por ejemplo, que le gustaban los manteles de Jirafas, o que amaba con locura los pasteles. Cada dato trivial entrando a su cerebro, para en un futuro transformarse solamente en un recuerdo lejano de aquella vez que fue al parque de diversiones con un cliente.

Odiaba ser consciente de que era temporal, de que eventualmente Ten, TaeYong... y JaeHyun, se desvanecerían de su vida, para seguir por sus propios caminos. Pero era el riesgo, sobre todo tras haberse involucrado de tal manera poco profesional.

La culpa la tenía JaeHyun. JaeHyun y sus besos, su innecesaria preocupación, su estúpida y tonta risa, sus ojos color chocolate —y vaya, DoYoung amaba el chocolate. JaeHyun, derribando todas sus barreras desde la jodida secundaria.

Se sobresaltó cuando unos brazos repentinamente rodearon su cintura por detrás, breves segundos antes de que un mentón se apoyara contra su hombro. La tensión se disipó de sus músculos cuando el aroma familiar de JaeHyun inundó sus fosas nasales, alterando todo en su interior tan pronto se dió cuenta de lo que estaba haciendo.

—J-JaeHyun, no —se quejó removiéndose en su sitio. La risa del castaño resonó contra su oído.

—¿Qué pasa? ¿Te da vergüenza? Mírate, estás todo rojito —dijo JaeHyun usando un tono meloso. El corazón de DoYoung no soportaría más de esto; apenas podía respirar—. Lamento haberte dejado botado. ¡Te juro que nunca más! Pero de verdad quería subirme.

—N-No te preocupes.

Aparentemente esas fueron las palabras mágicas para apartar a JaeHyun de su espacio personal. Exhaló, inevitablemente aliviado, y confirmando que necesitaba arreglar ese problema en su sistema nervioso, porque su organismo entraba en colapso con la mínima atención recibida por el castaño y eso simplemente no podía ser sano.

—Oigan —dijo Ten, con el ánimo de sospechoso que enviaba escalofríos a través de la espina dorsal del pelinegro. Si quiere ir a la caída libre, juro que voy a... —. ¿Por qué no vamos a la noria?

Perfecto. Espléndido. Fenomenal. DoYoung ya podía imaginar el desenlace. Aquí hace Kim DoYoung, muerto tras paro cardíaco debido a su terror a cosas que miden más de dos metros. ¿Pero qué se suponía que hiciera? ¿Realmente iba a arruinar la cita doble por una fobia absurda?

—No tenemos que ir —susurró JaeHyun para hablarle en privado—. Podemos esperarlos, ir a comprar algodón de azúcar o algo por el estilo.

—No, no —inhaló hondo, como si el aire fuese capaz de darle valentía—. Subiré.

Jung frunció el ceño—. ¿Estás seguro?

No, no, mil veces no. Quiero vomitar de tan sólo ver el tamaño de esa maldita rueda de la fortuna.

—Segurísimo.

Se dividieron en dos cabinas distintas.

DoYoung, con JaeHyun sentado frente a él, logró exitosamente controlar sus nervios durante casi la mitad de la vuelta completa. Estaba orgulloso, considerando lo impresionante que aquel logró resultaba ser. No vomitar o gritar o llorar era un importante avance.

Fue luego, cuando la noria se detuvo con ellos estando en la punta, que la crisis comenzó.

—¿P-por qué se detuvo?

—A veces lo hacen —explicó Jung, ensimismado con la vista que la altura ofrecía—. La detienen y te permiten ver el paisaje.

—¿Q-qué clase de psicópatas harían eso? ¿Por qué harían eso? ¿No ven que es una mala idea?

—Bebé —JaeHyun lo llamó con una sonrisa, lo que empeoró el revoltijo en su estómago. Ahora sí que iba a vomitar —. ¿Por qué aceptaste si sabías lo alto que sería?

—Pues... pues... ¡no pensé que sería tan alto! Y no quería que lo pasaras mal por mi culpa ¿bien? —confesó, finalmente, empezando a marearse por el suave balanceo que producía el viento.

—¿Lo hiciste por mí?

—Sí, sí, sí. Lo que sea. Mi buena voluntad ya expiró y ahora me quiero bajar —dijo apoyando las manos en sus piernas temblorosas. ¿Quién inventó esto? ¿Quién pensó "hagamos una cosa súper alta que te otorgue la sensación de vértigo para divertirnos"?

Con dificultad, se percató de la mano que ahora sostenía la suya, de las caricias tiernas que el pulgar de JaeHyun dejaba sobre el dorso. Un nudo en su garganta le imposibilitó hallar, hallándose privado de aire cuando su mirada se encontró con la de JaeHyun.

—Sólo mírame a mí —dijo el castaño, suavizando su expresión para tranquilizar a DoYoung—. Mírame únicamente a mí y verás que tocaremos el suelo antes de lo que crees.

Ah... Esto es malo, pensó, notando lo fuerte que palpitaba su corazón frágil. Muy, muy malo. ¿Acaso JaeHyun no era consciente de lo que sus palabras provocaban? ¿No se daba cuenta de que con cada gesto lo único que conseguía era hundir a DoYoung aún más en aquel pozo?

Era bastante desconsiderado de su parte no establecer límites, porque DoYoung empezaba a hallar algo real en una relación falsa y temporal que eventualmente terminaría. Empezaba a sentir lo que le prohibían las reglas de su contrato. Su profesionalismo estaba siendo puesto en riesgo, por unos ojos cafés en los que se perdía cuando se conectaban con los suyos.

—¿Es mi idea o nos estamos moviendo mucho? —musitó.

La preocupación fue visible en el rostro de JaeHyun, pues aparentemente no sólo era DoYoung quien sentía que su mundo estaba girando, sino que además la cabina estaba siendo metida por el viento. El castaño se deslizó cautelosamente, desde su asiento hacia el costado de DoYoung, para envolver su cintura con un brazo.

Cálmate, cálmate. Lamentablemente su corazón no hablaba en el mismo idioma, latiendo errático contra su pecho, y causando que sus temblores aumentaran.

—Tranquilo, bebé, tranquilo —dijo JaeHyun, sin tener la mínima idea de que sus nervios eran causados precisamente por él—. Va a terminar pronto.

—S-Sí, es que... Mi cuerpo no me obedece —Suspiró. JaeHyun meditó por un instante la situación, mientras DoYoung rogaba mentalmente que la noria volviese a funcionar. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la mano firme de JaeHyun sobre su nuca.

¿Qué hace? Labios tibios tocaron los suyos de repente, disparando las emociones desbordantes que había estado esforzándose para contener. Su cuerpo se relajó involuntariamente contra el de JaeHyun, en búsqueda de su calor. Aturdido, más correspondiendo el beso lento plantado en su boca.

Había extrañado esto. Dios, de verdad lo había hecho, y se odiaba por ello, por haber extrañado los besos de JaeHyun cuando estaban prohibidos, pero no podía evitarlo. Se sentía tan bien, se sentía tan cálido entre sus brazos. Como si flotara. Sus manos se sostuvieron en los hombros del castaño y jadeó cuando JaeHyun se apartó por un instante, cogiendo aire antes de volver a besarle de inmediato.

Estaba jodido ¿no? Podía reconocerlo. Las mariposas, las mejillas sonrosadas, la respiración agitada, el corazón descontrolado. Era difícil ignorar la sensación de Déjà Vu, cuando los síntomas de enamoramiento que había sufrido durante la secundaria se repetían con cada sonrisa esbozada por JaeHyun.

—Vamos a tocar suelo dentro de poco —susurró el castaño contra su boca. DoYoung asintió.— ¿Estás mejor? E-El beso fue... para distraerte.

—Gracias —dijo bajito. JaeHyun respiraba pesado.

—Cuando quieras.

La noria se detuvo o cuando su cabina alcanzó el piso. El encargado abrió la puerta, permitiéndose retirarse y otra pareja ingresar. Ten fue el primero en recibirlos, corriendo hacia DoYoung con alegría, para preguntarle si la vista desde arriba había sido de su agrado.

El pelinegro recordó la vista: ojos chocolates posados en los suyos, labios rosados que se entreabrieron cuando se dificultó respirar.— Sí —exhaló, sonrojándose—. La vista fue bastante bonita.

Nadie tenía que saber la verdad tras su comentario. Nadie tenía que saber lo que dentro de la cabina había ocurrido. Pero por sobre todo, nadie, ni siquiera JaeHyun, debía saber lo que su corazón desembocado guardaba y sentía por el castaño de sonrisa brillante que lo había cautivado por segunda vez.

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