La primera cita de Inosuke y...

By _ImVG_

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¡Por fin Inosuke le había pedido a Tanjirō una cita! Nuestro querido azabache ha entrado en un gran dilema de... More

Capitulo único

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Era la mañana de un día martes común y corriente.

Los dos chicos en la habitación observaron seriamente al tercero que estaba frente a ellos, escaneándolo con la mirada e intentando encontrar alguna falla en su apariencia. El más bajo y de cabello rubio, se acariciaba la barbilla mientras examinaba, en cambio, el más alto y de cabello rapado, parecía tener una cara de asco total hacia lo que sus ojos estaban viendo.

— Lo va dejar apenas lo vea — Concluyó Genya.

Zenitsu apretó los labios y miró al más alto como si le estuviera diciendo "cállate", entonces sonrió con nervios y se dirigió al azabache, que estaba de espaldas al espejo, posando para sus amigos como si fuera un galán.

El cual por cierto, no parecía ni de cerca.

— ¡No le hagas caso a Genya! Pero...emm...creo que debemos trabajar más en tu estilo... — Le examinó una segunda vez, intentando encontrar algo bueno de todo lo que llevaba puesto — si te quitamos el sombrero y la pajarita...

Un poco irritado y cansado, el de oscuro cabello castaño se dio un facepalm, pasándose la mano por toda la cara, y preguntándose interiormente "¿Por qué soy amigo de estas personas?"

— ¿Por qué no se viste como normalmente lo hace y ya? Solo irán de picnic al parque.

— ¡No! — Se apresuró a decir el rubio — será la primera cita de ambos ¡Es muy importante! No puede simplemente ir con la ropa de siempre.

— ¡Exacto! — Exclamó Inosuke, aun haciendo sus extrañas poses de "galán" — ¡Es muy importante! Tanjirō debe ver al gran Inosuke en sus mejores fachas.

Genya le obsequió al azabache su expresión más asqueada posible, se le acercó y tomando sus hombros le dio vuelta, para que estuviera frente a frente con el espejo.

Inosuke traía puesto un extraño esmoquin azul oscuro, que mas que formal, era como esos trajes de magos que usan los niños —Zenitsu lo había conseguido junto con un kit de magia de rebaja en una tienda, y sin pensarlo mucho lo compró— guantes blancos, un sombrero de copa, un bastón, el cabello peinado hacia atrás con una exagerada cantidad de gel, y aun no se había puesto zapatos, por lo cual, lo que completaba su increíble outfit, eran unos adorables calcetines de jabalíes bebé.

— Mírate bien y piénsalo ¿Crees que lo que vistes es adecuado para un salida al parque? Parece que vas a una fiesta infantil a hacer un acto de magia. Si yo fuera Tanjirō y te viera así en la calle, actuaría como si no te conociera.

El de ojos esmeraldas se quedó callado un rato mientras se observaba en el espejo, y justo cuando parecía que reaccionaría y entendería que se veía ridículo, frunció el ceño y se volteó hacia Genya.

— ¿Por qué debería hacerte caso a ti? Zenitsu logró que Nezuko saliera con él, en cambio tú ni siquiera te atreves a agarrarle la mano a Muichirō.

Uh, golpe bajo.

Por el repentino golpe a su orgullo, una de las cejas del castaño empezó a mostrar una especie de tic, y soltando los hombros de su amigo de un empujón, apretó los puños y se cruzó de brazos, dándole la espalda a los dos pendejos que estaban a su lado.

Suspiró, era inútil iniciar una pelea con esos dos, por lo que intentando ignorar la risa contenida del rubio atrás de él. Se giró de nuevos y siguió con sus sugerencias.

Aunque eso sí, devolviéndoles el golpe en el proceso.

— Ah, cierto. Olvidé que los Kamado tienen unos gustos...peculiares, por lo qué aunque te vistas de payaso, te pongas irritante, o a llorar por todo, igual le vas a gustar — Dijo con cierto tono burlesco, logrando que Zenitsu dejara de reírse y adoptara una expresión indignada, la cual fue suficiente para satisfacerlo. Así que dejando las bromas, habló seriamente para Inosuke — Vístete como se te dé la gana, ni mi opinión ni la de Monitsu Banatsuma importan...

"Ve como te parezca mejor, a fin de cuentas, si Tanjirō de verdad quiere estar contigo, lo que menos le importará es como vayas vestido."

Al final terminó haciéndole caso a Genya. Por eso mismo justo ahora iba a casa del Kamado a buscarlo, con unos sencillos jeans negros, unas zapatillas deportivas blancas, una franela blanca y encima una chaqueta azul. El pegote de gel en el que antes estaba convertido su cabello había desaparecido, pero aun intentando innovar, lo llevaba peinado en una coleta medio recogida.

Su estilo de vestir usual era mucho más desalineado, acostumbraba vestir franelillas de red, pantalones deportivos y sandalias de andar por casa. Nunca se preocupaba por peinarse, su cabello azabache solía verse enmarañado, y siempre lo llevaba suelto.

En estos momentos...se veía como un joven arreglado y de muy cuidada apariencia.

De hecho, ahora sí que parecía un galán.

Oh ¡Y lo más importante!

Se había echado perfume.

El de verdad iba enserio con el Kamado.

Las manos las tenía frías y le sudaban de lo nervioso que se encontraba, rezaba interiormente porque la maceta con las flores que había comprado como regalo no se le resbalara a causa de eso.

Sip, hasta con regalo iba. ¡Y flores en una maceta! Porque si fueran cortadas sabía que al Kamado no le gustarían. Después de todo era de esas personas que les gustaba mucho proteger el medio ambiente.

"Regalarle un ramo de flores cortadas a Tanjirō sería igual a regalarle cadáveres de conejitos" había dicho Nezuko un día en que se reunieron todos para salir a divertirse. Y desde esa vez, ese pequeño dato permaneció clavado en el cerebro de Inosuke, como suponiendo que lo iba a necesitar en un futuro.

Y uff, sí que acabó necesitándolo.

Con los nervios a flor de piel y el corazón en la garganta, miró un buen rato el timbre de la humilde casa de la familia Kamado. Finalmente había llegado, tendría una cita con el chico que le llevaba gustando ya hace varios años, era su oportunidad de estar a su lado como una pareja...

¡¿Pero por qué demonios le costaba tanto tocar el maldito timbre?!

Resignado, empezó a regresarse por el camino por el cual había llegado hace poco, dio unos cuantos pasos, alejándose. Tal vez era mejor dejar las cosas como estaban ¿Qué pasaba si arruinaba toda la cita y acaba malogrando incluso su amistad?

No, debía ser valiente ¡El era el gran Inosuke! Era un todo o nada.

Decidido, volvió a dar media vuelta, y caminó una vez más a la puerta de entrada de la casa de los Kamado, de nuevo allí, volvió a observar el timbre con insistencia.

Entonces, acercó su dedo lentamente al interruptor.

Maldita sea, es solo un puto timbre, ¡Ya tócalo!

Batalló interiormente entre tocarlo o no, hasta que sin querer, por alguna extraña especie de reflejo que tuvo, su dedo se movió solo.

Y lo tocó.

El corazón se le aceleró a mil cuando se dio cuenta de que lo había hecho.

¡Mierda, mierda, mierda!

¡Aun había tiempo de escapar!

Dio media vuelta dispuesto a salir corriendo, pero en el instante en el que iba a dar el impulso para echar carrera, la puerta fue abierta.

— ¡Inosuke! Por fin llegaste, comenzaba a pensar que ya no ibas a venir... ¿Uh? ¿Pasa algo? — Preguntó Tanjirō extrañado de ver como su cita parecía estar a nada de irse corriendo.

El azabache se congeló durante unos instantes al ser descubierto en su casi escapada, sin embargo mantuvo la compostura, se giró en dirección al pelirrojizo con el corazón acelerado y las mejillas sonrojadas, suspiró para calmarse y luego le miró directamente a sus encantadores ojos rubíes.

— N-no...no pasa nada — Dijo con una suave sonrisa.

De verdad estaba enamorado.

Tanjirō le sonrió de vuelta, con un pequeño sonrojo en sus pómulos, también estaba algo nervioso, de hecho había estado caminando de un lado a otro por la casa mientras sus hermanitos le miraban asustados por su comportamiento. Poco le importaba que Inosuke haya llegado un tanto tarde, le alegraba la sola idea de que estuviera frente a él.

Y, Oh vaya.

Su atención dio a parar a la adorable macetita con las flores, provocando que algo en su interior brincara de emoción.

¿Le había traído aquello como regalo?

Ambos se habían quedado callados el uno frente al otro, y una pequeña incomodidad recubierta de nervios empezaba a apoderarse del ambiente que los rodeaba.

Pero Tanjirō no quería eso, así que rompiendo el silencio, habló.

— ¿Y...esas flores?

Mierda ¡Las flores!

Eso trajo de regreso Inosuke a la realidad. Que miró la maceta entre sus manos y luego al rostro del pelirrojizo.

— Son...un regalo para ti — Era mucho más vergonzoso de lo que pensó que sería decir eso — Sé...que no te gusta eso de que arranquen las flores...por eso las traje así.

¿Se puede ser más dulce en este mundo?, Pensó Tanjirō totalmente encantado con el gesto del azabache.

El pelirrojizo recibió las flores con mucha alegría, tanto así que apenas estuvieron en sus manos, envolvió a Inosuke entre sus brazos y le susurró y pequeño "gracias" con el rostro enterrado en su cuello.

— Viniste muy arreglado, e incluso usaste perfume — Dijo el de aretes de hanafuda una vez se separó del abrazo — haces que me sienta mal por no haberme vestido mejor para la ocasión.

No es que Tanjirō estuviera en malas fachas, era solo que se había vestido como usualmente lo haría, con sus jeans azules, sus botines negros y su camisa favorita, la que era de cuadros verdes y negros.

Se sentía un poquito mal por no haber puesto mucho esfuerzo en arreglarse.

Inosuke negó, y en esta ocasión fue él quien lo envolvió en un abrazo, sorprendiendo al pelirrojizo.

— Da igual lo que lleves puesto, lo que me importa es estar contigo.

Cuando llegaron al parque y encontraron un buen sitio bajo la sombra de un árbol, establecieron el lugar donde sería su picnic. Extendieron por el césped la enorme tela y se recostaron un rato a hablar entre ellos.

Estuvieron conversando de todo, de nada, de la vida, de la muerte, de cuando se conocieron, de cómo era de agresivo y excesivamente ególatra Inosuke tiempo atrás —cosa que avergonzó bastante al azabache—, del complejo de hermano que tenía Tanjirō —turno del pelirrojizo para avergonzarse— del clima...charlaron de cualquier cosa que se les ocurriera, hasta que llegó un punto en el que sin darse cuenta del todo como pasó, terminaron tomados de las manos.

Inosuke sentía que moriría de felicidad en cualquier momento.

Cada uno terminó recostado de lado sobre la tela que antes extendieron, lo que les permitía mirarse sin mucha dificultad. Ambos observaron con detenimiento al contrario, captando detalles que tal vez anteriormente no habían notado, e incluso volviendo a repasar los mismos lugares de siempre, solo por el gusto que tenían de hacerlo.

Era como si miraran una obra de arte.

Tuvieron que detenerse poco rato después, ya que comenzó a darles hambre —más específicamente, el estomago del Hashibira exigía comer a rugidos. Pero ninguno de los dos parecía fastidiado o malhumorado con eso, y es que aunque no se estuvieran mirando cómo minutos atrás, el solo poder disfrutar de la compañía del otro en un ambiente tan íntimo como el que actualmente compartían —a pesar de estar al aire libre—, les causaba una infinita tranquilidad.

Se sentaron y procedieron a sacar la comida de la canasta que Tanjirō había armado previamente. Una vez ordenado, empezaron a comer.

La verdad Inosuke había querido ayudar a preparar la canasta cuando quedaron para la cita, pero Tanjirō se opuso, insistiendo en que quería hacerlo él. El azabache acabó accediendo, pero aun así había puesto más de la mitad del dinero de lo que el pelirrojizo había gastado en la comida.

Equidad gente, equidad.

Y ¿Para qué mentir? Se alegraba de haber accedido, los sándwiches, el pastel, el jugo, los aperitivos... ¡Todo sabía a gloria!

Claro que, no sabría decir si era porque habían sido preparados por el Kamado, o porque los estaba disfrutando con su compañía.

Seguramente ambas opciones eran validas.

— Oye Inosuke...

Apenas escuchó cómo era llamado, se tragó todo lo que tenía de sándwich en su boca, dejó lo que aún le quedaba en su plato y miró atentamente al pelirrojizo.

Tanjirō primero, la comida después.

— ¿Si?

Antes de poder preguntar lo que quería preguntar, el de aretes de hanafuda se acercó un poco más de lo que ya estaba del azabache.

Entre ellos se formo repentinamente una extraña tensión, como si el hecho de comenzar a acercarse fuera un preludio para algo mucho más grande.

Retomando lo que venía diciendo, el pelirrojizo suspiró intentando armarse de valor, se relamió los labios, jugó un poco con sus dedos, abrió y cerró su boca varias veces...

La espera empezaba a torturar a Inosuke.

Entonces, por fin lo dijo.

— ¿Quieres...salir conmigo? — Habiendo dicho eso, el rostro del pelirrojizo era comparable a un tomate maduro, sin embargo, continuó hablando — Y-ya sabes...ser pareja y eso...

Bien, Tanjirō no era el único tomate de la ecuación.

Inosuke estaba rojísimo, y parecía haber entrado en una especie de plano astral. ¡Porque es que no se lo podía creer! ¡¿Tanjirō de verdad le estaba proponiendo una relación?!

Ok, era oficial. A partir de ahora Inosuke amaba los picnics, los parques, los sándwiches y los días martes.

Ya que conformaban el mejor día de su maldita vida.

— ¿De verdad necesitas una respuesta? — Sonrió dulcemente el azabache, con sus mejillas enrojecidas y con sus ojos esmeraldas brillando en alegría pura — Me gustas, estoy enamorado de ti, quiero estar contigo, ¿Puedes corresponderme? — dijo mientras pausadamente se iba acercando, acortando aun más la distancia entre ellos.

Tanjirō sonrió, y siguiéndole el juego, también se acercó más.

— ¿De verdad necesitabas preguntarlo?

Se miraron durante unos largos segundos, ya tan cerca que podían sentir la respiración del otro chocando contra la piel de sus labios, intentando esperar a que alguno de los dos diera el siguiente paso.

Todo era tan mágico...

— Espera — cortó el ojiesmeralda — ¿Entonces somos novios o no?

Animal, mata pasiones, ¡Pendejo! le decían al azabache.

Arruinando ambientes desde tiempos inmemorables.

Pero por supuesto, de todas formas el pelirrojizo no dejaría que la llama se apagase.

— Que sí, bobo — dijo riendo, tomando ambas mejillas de su ahora novio, y robándole un tierno beso, que por cierto, fue correspondido de inmediato.

¿Día martes común y corriente?

Nah.

Más bien, el día más feliz de la vida de Hashibira Inosuke y Kamado Tanjirō.


Se supone que este OS era para la semana InoTan 2020, pero nunca la terminé. Y como no quería desperdiciar el esfuerzo que hice en escribir esto, aquí lo tienen como un simple OS.

Aunque hay que admitir que está bien bonito uwu.

Bueno, Vivi se despide, bye.

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