Les explico un poco antes de que lean el capítulo, primero que nada, perdón por no poder actualizar ayer, es que no estuve en casa y no tenía acceso a mi computadora jaja. Segundo, van a ver en acción a la Dra. Cold, quizá los que ya leyeron la historia no tengan idea de quien es, pero lo cierto es que cuando estuve editando FIGHTOVE para Amazon, le agregué un segmento extra que también añadí aquí en Wattpad, así que si se sienten un poco perdidos, entre el capítulo 3 y 4 de FIGHTOVE, se ve la interacción de Em y la Dra. Cold.
Espero poder actualizar Protegiendo al testigo mañana mismo, es que estoy terminando el capítulo😅
Como siempre, les agradezco por leer, espero que les guste y los leo...x
Unos nervios extraños me recorren en este momento y odio eso. Ya he hablado con Sharon antes, no debería sentirme así y me obligo a darle una oportunidad a este tratamiento psicológico.
Las cosas van marchando bien y mi vida parece estar tomando el rumbo correcto. Mi trabajo es cada vez mejor y los niños llenan vacíos que ni yo podría explicar. He de admitir que he estado evitando a Trent y aún no conozco la razón. Sé que a Zac no le agrada, pero a mí sí y creo que, si ambos se conocieran bien, podrían ser amigos. Descarto esa posibilidad más rápido de lo que llegó porque es algo que no tiene pies ni cabeza. Zac ve a Trent como un rival y quizá mis actos no hicieron mucho para refutarlo, pero estoy locamente enamorada de mi boxeador favorito y nadie ha podido superar eso. Esta semana fue una tortura para ambos y empiezo a pensar que la regla de no tener sexo es una completa estupidez. Zac no me presiona en lo absoluto, pero me provoca y veo en su mirada castaña la satisfacción que obtiene con eso. Me fascina y no lo voy a negar, aunque, ¿cuántas veces más podré decirle que no?
Mis pensamientos calientes son interrumpidos por una llamada y me percato unos segundos después de que es a mí a quien llaman. Sonrío como tonta cuando veo el número en la pantalla y deslizo sin más preámbulo.
—Hola, ¿me extrañas? —bromeo y lo oigo reír con alegría.
—Te tengo noticias —chilla y no me sorprendo—. Jeremy me dijo que le gusto.
—Me alegro tanto por ti, Garrett —confieso de corazón.
—Pensé que nunca lo diría —refunfuña y lo imagino volteando los ojos—. ¿Almorzamos? Tu padre me dijo que no vendrías hoy.
—Tengo una cita con la doctora Cold y luego iré al gimnasio para ver si retomo las clases de defensa personal.
—Bridget es muy buena enseñado, mejor que Zac me atrevería a decir.
No puedo evitar reír al oír eso. Zac es muy bueno con las clases y boxeando también, pero quizá Bridget tenga más teoría que práctica.
—¿Cenamos entonces? Porque sin duda te extraño, apenas te vi esta semana y quiero que nos pongamos al día.
—Claro, ven a mi casa a las ocho y tendremos una noche de chicas —propongo.
—¿Intentas no tener la noche a solas con Zac? ¿Cuánto lo piensas castigar? —inquiere con su voz burlona.
—No lo sé, pero lo más que mi cordura aguante.
Charlo unos minutos más con Garrett y cuando veo que es casi la hora de mi cita, me despido y me adentro al edificio de ladrillo. Descubrí que la doctora Cold abrió un consultorio privado y me vino como anillo al dedo. Nada mejor que hablar con alguien que fue la primera en escuchar mis miedos y dudas con respecto al futuro. Creo que se pondrá muy feliz de saber que rompí con todos mis propios estándares de desgracia.
Le digo mi nombre a su secretaria y cinco minutos después soy recibida por la sonrisa profesional y amable de Sharon. Tomo asiento en uno de los sofás individuales y respiro con más tranquilidad, todo saldrá bien.
—Me alegra volver a verte, Em.
—Quizá hubiera sido mejor en otras circunstancias —digo, algo apenada.
—¿Tú crees? Los tratamientos psicológicos son más normales de lo que piensas. No todos pasan por lo mismo, pero siempre hay situaciones que nos terminan llevando a la busca de ayuda y admitirlo es el primer paso para comenzar con el proceso de sanación.
—Entiendo —contesto con un poco más de seguridad.
—¿Quieres comenzar contando el motivo que te hizo venir a mí?
—He tenido unas semanas muy duras y creo que la suma de todo eso, me hizo tener un día sin visitas.
Ella asiente con la cabeza y de alguna forma me invita a seguir hablando. Le cuento todo respecto a Zac, el momento en el que nuestros caminos se juntaron de nuevo y lo mucho que me afectó el cambio que venía con todo eso. Por más que ahora estemos bien, todo lo que sucedió solo aumentó el tormento que ya había en mi interior. Le cuento las cosas buenas también, como el hecho de que comencé a trabajar y que en breves voy a ser tía. No puedo evitar comentar el tema de mis visitas a Patrick, porque necesito que alguien más además de Garrett lo sepa. Mis padres creen que fui solo una vez, al igual que Aiden y Tara, pero la realidad es otra y temo que me tomen de loca si les digo que visito a mi ex novio muerto.
Le doy un sorbo al vaso de agua en señal de que terminé con mi monólogo y Sharon toma una respiración profunda antes de abrir la boca.
—Iremos por partes —informa y asiento—. ¿Por qué no quieres que sepan que vas al cementerio?
Creo que no me gustaría admitir la verdadera razón, aunque aquí no voy a tener opción porque de nada me sirve tomar un tratamiento psicológico si le voy a mentir a mi psicóloga.
—Temo que mi familia piense que aún estoy estancada en todo lo que pasó. En parte sé que jamás lo voy a olvidar, es algo con lo que tengo que aprender a vivir, pero, ¿cómo se los explico a ellos? Me hace bien sentarme en el césped y hablarle a Patrick porque le quita toda la tristeza a mi corazón y el peso a mis hombros.
—Cada paciente encuentra la forma de sobrellevar su dolor, Em y está bien si crees que esta es la tuya. No te digo que no vayas al cementerio, pero si estás tomando este tratamiento, me gustaría reducir esas visitas y que tus problemas me los comentes a mí.
—Comprendo, pero no dejaré de llevarle flores a Pat porque él me salvó la vida y dio la suya a cambio, eso vale más que descargar mis problemas.
—Es comprensible porque eran cercanos y lo querías, nunca dejamos ir a las personas que amamos porque es demasiado difícil aceptar que jamás las veremos de nuevo. Sin embargo, podemos tomar otro enfoque y vivir como ellos querrían que lo hiciéramos.
Asiento porque tiene la razón y me he intentado poner eso en la cabeza también. Es difícil porque en el momento me digo a mí misma "está bien, a Pat no le gustaría verte así" pero ese pensamiento me dura unos instantes nada más y caigo de nuevo en la triste realidad. Es una dificultad enorme vivir pensando en una persona que amamos y que jamás volveremos a ver, pero las peores batallas son las que más valen la pena ganar y eso es lo más importante.
—Con respecto a tu trabajo, es muy bueno que tengas la distracción que necesitas, pero, ¿te ha costado estar rodeada de niños? Incluso ahora que alguien cercano a ti va a tener uno.
Mi corazón se retuerce con fuerza ante esa pregunta y es porque no la esperaba. Solo una persona me la había hecho y pude darle la respuesta más creíble posible a Zac. No creo poder evadir la habilidad de Sharon, a fin de cuentas, es una profesional.
—Me siento extraña... —Sharon vuelve a asentir y prosigo—: Es como si el universo se burlara de mí. Amo a mi hermano y estoy muy feliz por él, es más, ni siquiera quiero ser madre aún, soy muy joven, pero es la idea de saber que nunca podré serlo es lo que me jode. Disculpe mi lenguaje.
—Descuida, por lo que tengo entendido no es algo imposible, Em. Además, hay muchas formas de ser madre y no te imagino como una persona cerrada a otras opciones para el momento en que decidas dar ese paso.
—¿Adopción? No lo sé, no digo que sea malo, pero tener un hijo propio sería ideal.
—Todos creen eso, pero no lo sabes hasta que no lo intentas y tengo fe, que en el momento que quieras tomar una decisión, no tendrás problemas. No obstante, no es bueno que le ocultes lo que sientes a tus familiares porque ellos siguen con su vida pensando que tú estás bien y su apoyo podría ser fundamental para tu tratamiento.
—Es difícil decirles algo así sin esperar una reacción negativa de su parte, pero las verdades nunca son fáciles, ¿cierto?
—La verdad es un arma filosa con la que se puede romper o armar algo, es tu deber ver en tu interior y darte cuenta de cómo va a servirte.
—Lo pensaré.
—Bien, es un paso gigante.
—¿Sí? —pregunto sorprendida.
—Por supuesto, que me digas que vas a pensarlo significa que considerarás las opciones y que no te quedarás estancada solo con la que crees correcta.
—Oh...
No se me ocurre que otra cosa puedo decir y me siento bastante conforme con el rumbo que tomó nuestra primera cita. Esto es justo lo que necesitaba. Antes de poder hundirnos en el tema de Zac, mi cita termina y me siento bien con eso. Prefiero volver con las baterías recargadas para hablar de mi relación y hoy logré más de lo que esperaba. El peso en mí misma ha disminuido de forma considerable, porque es bueno contarle a alguien un poco de lo que pasa en mi cabeza para dividir esa carga emocional. Sharon es muy buena escuchando y sé que no es muy objetiva a la hora de aconsejar, pero dice lo justo y necesario para que yo me sienta conforme con la decisión que tomé.
Cuando llega la tarde, cruzo las puertas del conocido gimnasio toda la familiaridad me golpea y no puedo evitar sonreír. Mi entusiasmo inicial por volver al lugar donde comenzó todo, se desvanece en el momento en que cruzo las puertas plegables que me llevan al área de entrenamiento. Sabía que Zac iba a estar entrenando duro y estoy muy orgullosa de él, pero no me agrada nada que la arpía de Camile se lo esté comiendo con la mirada y todos mis dolores de cabeza vuelven. Jamás le he deseado el mal a nadie, pero las ganas de que su enfermedad acabe con ella me sorprenden y me asustan. No es correcto tener ese tipo de pensamientos y me obligo a actuar de la forma más madura posible.
—¡Em! —El grito de Lisa es llamador suficiente como para que todos los presentes me miren.
Fulmino a Zac y a Camile sin saber que lo estoy haciendo y me dejo abrazar por Lisa. Ella comienza a hablar sobre lo bueno que será tenerme de nuevo en la clase mientras cruzamos hacia los vestidores para que pueda cambiarme. Miro una vez más en dirección de Camile y veo una asquerosa sonrisa burlona en su maldito rostro. Es hora de pelear y que ganas de practicar con ella tengo.
Lisa me deja sola para que pueda cambiarme con privacidad y no termino de quitarme la blusa cuando siento el ruido de la puerta. Sé que es Lisa que seguramente olvidó algo y cuando me volteo, salto en mi lugar llevándome la mano al corazón. Zac me mira de la cabeza a los pies sin ningún tipo de disimulo y atrapa su labio inferior entre sus dientes.
—¿Estás molesta conmigo, amor? —pregunta a medida que se acerca y termina rodeándome contra los casilleros.
Su pecho duro cubierto por una camiseta húmeda, presiona el mío y solo mi sostén está en su vista ahora.
—No debería —admito, presa de su esencia.
—Nada debe formar esa arruga en tu frente. —Es fácil decirlo—. ¿Te puedo invitar a cenar?
—Tengo planes con Garrett, pero mañana quizá esté libre —sonrío con inocencia.
—Bien, mañana cenaremos y me dirás como te fue con la psicóloga.
Asiento y él se aleja, dándome el espacio necesario para respirar con normalidad. Un suspiro de derrota se me escapa cuando lo veo voltearse para dejar que termine de cambiarme, entonces vuelve y me planta uno de sus calientes besos. Con sus grandes manos acaricia sin vergüenza mi cuerpo y me trago los gemidos que quieren salir.
—Cena con Garrett hoy, pero mañana serás toda mía... —Muerde mi cuello y jadeo en respuesta—. Te haré olvidar ese maldito castigo.