TaeHyung era un Omega lindo peli azul carismático desde pequeño con su peculiar aroma a Lavanda Naranja y Ylang Ylang.
Como cualquier adolescente de quince años, le gustaba ir de fiesta en fiesta a escondidas de sus madres y hermanos mayores.
Solo hubo un error al que fue inducido por sus amigos, probó el alcohol, eso está bien, pero le hacía sentir tan bien y mal a la vez que se volvió parte de él.
Su humor empeoró al mismo tiempo que consumía demasiado alcohol, sus calificaciones bajaron y eso hizo enfadar a sus madres, peor cuando fue expulsado en su segundo año de preparatoria por estar emborrachandose en los pasillos de esta.
A sus diecisiete años se encontraba en la calle, su madre Alfa decidió echarle debido a su adicción.
Pasaron días en los que no había comido y había tenido la suerte de tomar agua robandosela de despistados pero lo hacía sentir terrible.
Una noche en donde la lluvia amenazaba con inundar la ciudad conoció a Park JiMin, un Beta que pasaba por ahí después de haber robado algunos Hot Dogs.
Noto el deplorable estado de Taehyung y como temblaba por el frío haciendo que volviera a sentir pena por alguien después de mucho.
Lo llevó a una fábrica abandonada donde habían dos Alfas más, Jeon JungKook y Min YoonGi, este último líder de su pequeña "manada".
Devoró la poca comida que había y conoció a sus tres nuevos amigos.
Más tarde, por la mañana JiMin sería el encargado de enseñarle como robar, ya que a eso se dedicaba el pequeño grupo.
Comenzó con algo sencillo y útil para él, robar ropa no se le hizo difícil solo sentía mucho remordimiento pero después de todo el lo necesitaba.
Debido a la actitud un tanto ruda que demostraba se ganó rápido la confianza de aquellos a los que podría llamar hermanos, ellos a diferencia de su familia no le tenían desagrado por la adicción que tenía por su delicioso veneno.
A sus diecinueve años y pronto veinte, comprendió que el robar no era lo suyo, decidió que era mejor trabajar.
JiMin y JungKook intentaron convencerlo de que no era necesario hacerlo puesto que gracias a sus robos pueden tener la casa que ahora tienen y no vivir en una fábrica, YoonGi pidió que lo dejaran en paz, después de todo era su decisión.
Un día bastó en su nuevo trabajo para que lo arruinara.
Fue sorprendido tomando alcohol y eso mancho su historial haciendo que ya no lo contratasen en ningún lugar.
Sus días se tornaban difíciles pero se prometió a sí mismo y a su frágil lobo ya no volver a robar, puesto que a este último era quien más se sentía culpable.
-¿Otra vez nada? - preguntó el Beta un tanto preocupado.
-¡Maldito viejo! - asoto TaeHyung su carpeta negra sobre la mesa.
-Oye tranquilo, vas a romper la mesa que tanto nos costó robar - bromeó JungKook quien abrazaba a JiMin mientras estaba sentado en sus piernas.
-Tú cállate - se quejó viéndole con una mirada matadora.
-JiMinssi - dijo bajo escondiéndose en la nuca de su novio.
-Tú te lo buscaste - dijo para después acurrucarse en él y ser abrazado por su Alfa.
-¿Por qué no pruebas cantar en los puentes? - intervino YoonGi mientras leía el periódico y se acomodaba sus lentes mientras cambiaba de página - está de moda eso.
-¡¿Eh?! - preguntó irritado - ¡eso es humillante!.
-Es trabajo honesto - le miró por un momento para después desviar su mirada de nuevo a la página - ¿o prefieres volver a robar? Nos serías de ayuda.
-No...dije que no volvería - puso su mano en su pecho por la presión que sintió - está bien...cantaré en el puente cerca de aquí - dijo nervioso.
-¡Muy bien Tae! - gritó JiMin parándose para abrazar a su amigo - ¡tienes una gran voz, no te preocupes! - le ánimo.
-Si tú lo dices...
Y tal como dijo, a la mañana siguiente por la tarde se dirigió al puente donde recibió dinero por su presentación convenciendole por completo que la idea de Yoongi no era tan mala.
Desde entonces comenzó a cantar las canciones que le llamaban la atención por su significado o simplemente po que estaban de moda.
Esperando que algún día pudiera salir de su adicción.
Ya estaba harto de no poder estar más de un día sin tomar alcohol, sabía que estaba mal y quería dejarlo pero le era imposible.
Su exquisito sabor le hacía caer una y otra vez.