La Chica del Lazo Rosa

By Cristina_maxiel

1.9K 382 125

Era una belleza sin igual. Desde el primer momento que la vi, mi corazón la eligió, aunque faltaron dos años... More

Prólogo
Aclaraciones
°Capítulo: 01 - «¡El gran día!»
°Capítulo: 02 - «Era ella, no estoy loco»
°Capítulo: 03 - «¿Amigos?»
°Capítulo: 04 - «Me persiguen»
°Capítulo: 05 - «Alguien me observa»
°Capítulo: 06 - «Un hallazgo inesperado».
°Capítulo: 07 - «Avistamiento».
°Capítulo: 08 - «Recuerdos».
°Capítulo: 09 - «Una plática interesante».
°Capítulo: 10 - «Conexiones y Descubrimientos».
°Capítulo: 11 - «Una aprobación desconcertante».
°Capítulo: 12 - «Un acercamiento peligroso».
°Capítulo: 13 - «Después del beso llega la tormenta».
°Capítulo: 14 - «El inicio de un viaje hacia la verdad».
°Capítulo: 15 - «El enemigo lleva placa y traje marrón».
°Capítulo: 17 - «¿Dónde está?».
°Capítulo: 18 - «¿Qué pasó?».
°Capítulo: 19 - «¿Me he vuelto loco?».
°Capítulo: 20 - «Todo es culpa de ella».
°Capítulo: 21 - «Aléjate de mí».
°Capítulo: 22 - «Jugando con fuego».
°Capitulo: 23- «Te arrepentirás».
°Capítulo: 24 -«Algo cambia».
°Capítulo: 25 - «¡Ayúdeme, se lo ruego!».
°Capítulo: 26 - «¿Leagh?».
°Capítulo: 27 - «¿Quién eres tú?».
°Capítulo: 28 - «¿Qué le ha hecho?».
°Capítulo: 29 - «El tiempo se acabó».
°Capítulo: 30 - «Muerte».
°Capítulo: 31 - «Es el fin».
°Capítulo: 32 - «Solo tienes que ser tú Sebastián».
°Capítulo Final: - «Libre».
Agradecimiento

°Capítulo: 16 - «En busca de respuestas».

46 9 3
By Cristina_maxiel


Casa de Arioch



La joven y su cuidador se encuentran en la biblioteca de la casa analizando el libro, el cual finalmente ha sido liberado por Sebastián.

Ha transcurrido alrededor de una hora desde que Arioch empezó a leerlo y hasta el momento no ha dicho ni una sola palabra. La chica ya se había aburrido de esperarlo.

— ¿Dice algo interesante que pueda ayudarnos? —inquiere de repente al momento de levantarse del sofá en el cual se encontraba recostada, para entonces acercarse al escritorio donde se encuentra Arioch leyendo.

Una vez la joven llega su lado se sienta sobre la mesa del escritorio y le quita el libro, para entonces empezar a pasar las páginas de este. Pero al no poder entender el significado de estas vuelve a indagar.

— ¿Dice algo que pueda ayudarme?

—No realmente —contesta con normalidad al momento de ponerse de pie y quitarle el escrito, para luego avanzar hacia uno de los libreros y colocarlo en este.

— ¿Qué...? Espera —chilla confundida poniéndose de pie y avanzando hasta él—. ¿Me estás diciendo que esto no dice algo que nos pueda ayudar? —indaga incrédula al momento de pararse en puntillas y tomar el libro de donde Arioch lo había colocado.

—Sí dice algo —inicia. Al ver la expresión de confusión de la chica continúa—. Pero lo que dice ya lo sé, además lo estamos haciendo —finaliza con sosiego para luego volver a quitarle el libro y ponerlo donde estaba.

—No entiendo —dice—. ¿Qué quieres decir con eso? Además ¿por qué lo guardas ahí? Es mío. Dámelo —cuestiona y pide por último extendiendo su mano pero éste niega.

—Te equivocas, es mío. Yo lo escribí —confiesa sin más.

— ¿Tú lo escribiste? —repite con escepticismo a lo que él asiente—. ¿Eso quiere decir que sabes todo lo que está escrito en él? —inquiere a lo que éste solo vuelve a asentir—. Entonces ¿por qué diablos estuviste una hora leyéndolo como si no lo conocieras? O más bien ¿por qué nunca me lo dijiste? —indaga molesta, pero él solo se encoge de hombros enojándola aún más—. No tenemos tiempos para esto Arioch, ¿por qué me pediste que liberaba el libro primero en vez de a mí? —cuestiona alterada—. El tiempo se acaba —le recuerda—. Muy pronto será el...

—Relájate, todo a su tiempo —establece con serenidad interrumpiéndola.

— ¿Cómo puedes decirme eso después de que tú mismo me dijiste que deberíamos terminar con esto lo más pronto posible? —le cuestiona mientras niega.

—Lo sé, pero las cosas han cambiado de rumbo —le recuerda y acusa al mismo tiempo. Ésta solo agacha la cabeza mientras suspira—. Relájate y confía en mí, sé lo que hago —manifiesta al momento de tomar del mentón a la chica y elevar su rostro haciendo que sus ojos se posen en los suyos—. Además ¿qué crees que pasará si te quita todos los lazos al mismo tiempo? —Le pregunta pero como realmente no quiere oír su respuesta, en el momento que está separa los labios para responderle continúa—. Casi lo matas por sólo haber liberado el libro, imagínate que pasaría si te quitara los lazos que te quedan al mismo tiempo —finaliza.

—Pero... —inicia un tanto dudosa.

—Relájate y confía en mí —suplica al mismo tiempo que posa su mano derecha en la larga cabellera negra de la joven y caricia ésta suavemente—. Sé lo que hago y por qué lo hago. No te preocupes, yo me encargaré de que todo salga bien —promete—. Cumplirás tu objetivo y yo el mío de eso no tengas la menor duda —le asegura. La chica suelta un suspiro para luego simplemente asentir.

Arioch le da una última acaricia a su cabello para entonces alejarse.

—Oye, pero sea como sea el libro es mío, me lo dieron, por ende debes dármelo —suelta de repente en el momento que este se dispone salir de la biblioteca. Arioch gira a verla y entonces niega.

—Te equivocas, sólo fuiste la mensajera que me regreso algo que pensé que nunca iba a volver a ver —establece con morriña observando el libro. La chica no le responde por lo que se da media vuelta y se marcha de la biblioteca.

La joven permanece en silencio unos segundos, para luego darle una última mirada a aquel libro el cual por mucho tiempo pensó que iba a ser su boleto directo la libertad, no obstante ahora finalmente ha entendido que ese boleto no es más que Arioch. Estaba segura que por eso fue que aquella mujer le entregó el libro, sabía que para que Arioch decidiera ayudarla tenía que ver que tuviera alguna relación con ella.

A decir verdad, la curiosidad por saber; ¿quién es esa chica?, ¿cuál es o fue su relación con Arioch?, ¿por qué está dónde está? O ¿por qué terminó así? La han invadido desde hace años. Y a pesar de que ha vivido cinco años junto a él, éste nunca le ha mencionado algo al respecto, al contrario tal pareciera dolerle, entristecerle y removerle de culpa el alma de solo escuchar mencionarla, al igual que a aquella mujer, ya que la vez que le habló de él se veía de la misma manera que se pone Arioch cuando la menciona.

La joven ya se estaba perdiendo en sus pensamientos por lo que al darse cuenta agita levemente su cabeza regresándose así a la realidad.

La chica le da un último visto al libro para entonces marcharse, sin embargo en el momento que se dispone salir de la biblioteca de repente siente una brisa fría abrazar sus huesos inmovilizándola y al momento como una extraña niebla negra la rodea, quiere gritar por ayuda, pero no puede hacer nada, súbitamente siente como si alguien la levantara tomándola del cuello y elevándola unos centímetros del suelo. Inmovilizada y con un frío que cubre sus esqueleto hasta el punto que cree que estos se han congelado, siente como si algo la apuñala en el estómago atravesándola por completo para luego soltarla con fuerza.

Arioch se encontraba en el segundo piso avanza por uno de los pasillos, cuando de repente se percata del cambio de temperatura y la fuerte respiración de la chica por lo que rápidamente se teletransporta hasta donde ella está llegando justo a tiempo para atraparla, impidiendo que cayera al suelo con brusquedad.

— ¡¿Qué pasa?! ¿Qué tienes? —le inquiere preocupado a la niña la cual está agonizando de dolor. En el momento que ésta trata de hablar empieza a toser sangre.

Arioch carga a la chica y la acuesta en unos de los sofás de la biblioteca con sumo cuidado para después arrodillarse de modo que quede a la altura de como está ella, para luego tomar su rostro e inspeccionarla con detenimiento.

—Sebastián... —pronuncia como puede sin dejar de escupir sangre—. Busca a Sebastián... —ruega con voz débil antes de perder el conocimiento.

— ¡Maldición!...—gruñe en el momento que ve cómo la sangre que brota de su boca y recientemente de sus ojos, nariz y oídos se torna de color negro—. ¡Maldita sea Guztaph! —maldice para entonces ponerse de pie.

Furioso sale de la biblioteca cerrando la puerta detrás de él, la cual desaparece al instante.

Arioch se ha adentrado al sueño de Sebastián, y lo primero que ven sus ojos es cómo el chico se encuentra en el suelo con un creciente charco de sangre rodeándolo y frente a él Guztaph elevando la mano para darle el último golpe, por lo sin pensarlo llega hasta él y lo aleja, empujándolo con su fuerza infrahumana.

Guztaph es lanzado por el aire con una fuerza descomunal y con la misma termina golpeándose con uno de los árboles y cayendo al suelo con brusquedad. Un alarido de dolor se escapa de sus labios, para luego empezar a retorcerse en el suelo.

— ¿Qué es lo que estás tratando de hacer? —pregunta con voz arisca al momento acercarse a él. Sin embargo al no responderle coloca su pie derecho en su espalda, para luego ejercer presión haciendo que Guztaph grite de dolor—. Acabo de hacerte una pregunta —gruñe.

—Estoy harto de todo. Ella no será liberada, y si eso implica matar a todo el que trate o se involucre en hacerlo, lo mataré, aunque eso me cierre la puerta al cielo —la voz de Guztaph se escucha clara y firme en la cabeza de Arioch—. Si quieres mátame, porque hasta que no termine mi misión no seré condenado y seguiré reapareciendo más fuerte que antes —manifiesta y reta con cinismo—. No puedes matarme —alardea por último en tono de burla.

Arioch solo maldice dentro de él, sabe que Guztaph tiene razón, así como los todos los problemas que se avecinarán ante la dedicación del castaño. Sin pensarlo Arioch empieza a ejercer fuerte presión en la espalda de Guztaph haciendo trizas la misma, los huesos de su columna vertebral y de sus costillas se escuchan crujir al ser trituradas, los desgarradores gritos del castaño sacuden e inundan el bosque. Pero solo unos segundos porque de repente se calla. Ha muerto una vez más pero solo será cuestión de minutos para que vuelva con unos huesos más fuertes que los anteriores.

El silencio se hace presente abrazando el bosque. Arioch se inclina y empapa su pañuelo blanco con la sangre de Guztaph para luego ponerse de pie y avanzar hacia Sebastián, al llegar se agacha hasta quedar a la altura del chico, el cual se encuentra casi inconsciente cubierto por su propia sangre. De repente, y con las pocas fuerzas que le quedan Sebastián trata de abrir los ojos pero solo logra entreabrirlos encontrándose a su vez con los ojos azules de Arioch el cual lo observa fijamente sin expresión alguna.

—A-Ayú... Ayúdeme —le ruega.

—No te preocupes Sebastián, esto ahora no es más que un sueño —establece para entonces colocar su mano sobre su rostro y empezar a ejercerle presión hasta que el chico pierde el conocimiento.

Una vez el joven se desmaya desaparece. Arioch se pone de pie y dirige su mirada hacia Guztaph para darse cuenta que él también ha desaparecido.

Arioch aparece en su casa y lo primero que hace es ir a la biblioteca donde se encuentra la chica, para luego tomarla en sus brazos y llevarla su habitación. Una vez recostada en la cama saca su pañuelo y lo exprime sobre la boca de la joven obligándola así a tomar la sangre de su agresor, eso no la sanara por completo pero ayudará a que la herida se cierre y a que su sangre vuelva a calentarse.

A pesar de que para Sebastián la chica siempre está fría, para ella su cuerpo quema como si estuviera ardiendo, por lo que al sentir frío de verdad solo le causa dolor.

Luego de unos minutos la joven vuelve en sí y su respiración la cual se encontraba acelerada empieza a disminuir.

— ¿Qué pasó? —pregunta con voz débil aún con los ojos cerrados. Arioch coloca el pañuelo en la mesita que se encuentra al lado de la cama para luego acostarse en la cama su lado.

—Guztaph nos ha declarado la guerra, ha roto todas las reglas para poder hacerlo, sin embargo no te preocupes. Voy a protegerte —establece al momento de cruzar su brazo izquierdo debajo de la espalda de la chica para luego pegarla a él, de modo que su rostro quedará junto a su pecho—. Conmigo siempre estarás a salvo —promete abrazándola y pegándola aún más a él de ser posible, para que de esta manera pueda calentar su cuerpo más que de fuera, adentro.

—Debes proteger a Sebastián también —murmura con voz extremadamente suave, antes de caer inconsciente.

—Lo haré, pero para mí tú eres primordial, así que si tengo que destruirlo para salvarte lo haré... Aunque espero no tener que hacerlo —confiesa en voz baja para luego cerrar los ojos y tratar de dormir un poco.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~



—No, es que no Sebastián, una cosa es que vengamos aquí a investigar algo que..., pues bueno ya sabemos —inicia haciendo una pequeña pausa—. Y otra cosa es que nos adentraremos a un bosque que no conocemos a profanar una tumba —manifiesta por segunda vez Erick—. Eso es demasiado superman hasta para ti —finaliza elevando los brazos. Tenía mucho que no me llamaba así.

Desde que nos fuimos de aquel lugar y volvimos a la casa de la abuela de Joseph hemos estado debatiendo qué debemos hacer. Yo sigo insistiendo en que vayamos al bosque a ver si tengo razón, sin embargo los chicos no están de acuerdo conmigo y por otro lado Erick lo único que quiere es irse a rumbear.

Son aproximadamente las ocho de la noche, desde que llegamos hemos estado hablando del tema. Nos encontramos en la habitación de huéspedes donde dormirán Michael, Paul y Erick.

—Oh vamos chicos, ustedes también se mueren por saber si la chica está ahí o no. Además vinimos para eso, no podemos echarnos para atrás ahora —dicto frustrado.

—Por supuesto que tenemos curiosidad, por eso vinimos, sin embargo tú viste al actitud de ese hombre, si nos adentramos al bosque y desenterramos el cuerpo si es que está, ellos nos matarán y nos enterrarán en el mismo lugar. Literalmente habremos cavado nuestra propia tumba sin necesidad... Es peligroso Sebastián —argumenta Michael el cual se está sentado una de las cama.

—Pues yo la verdad sí quiero ir —dice de repente Paul, quien se encuentra recostado de la puerta—. Es decir, vinimos para eso, y ya Sebastián se encargó de dejarnos al descubierto —me acusa—. Ellos ya saben de nosotros y nuestras intenciones así como también saben que conocemos la posible verdad ya que aún no hay pruebas —señala y hace una pequeña pausa.

—Pero tampoco dudas —comento instantáneamente al escucharlo.

—Estoy seguro que ellos no se van a quedar así sabiendo que los hemos descubierto, el que vayamos o no, no hará que se detengan o nos dejen, puedo casi asegurar que nos vamos del pueblo y nos seguirán, han de tenernos entre ceja y ceja, somos un peligro hacia su secreto —establece Paul—. Por ende si ya estamos metidos en esto debemos continuar —propone.

—Sigo pensando que es mala idea —reitera Erick.

— ¿Y tú qué piensas Samuel?—le pregunta Mike a mi hermano quien se encuentra parado en una esquina en silencio perdido en sus pensamientos.

—En definitiva fue un error venir aquí para eso y traerlos a ustedes, nos estamos metiendo en un posible asesinato lo que sobrepasa los límites de nuestras manos. Ustedes aún son unos jóvenes que están terminado la secundaria y yo aún estoy en las fases finales de terminar mi carrera, fue un error venir y es mi culpa lo admito —inicia Samuel con serenidad solo hago una mueca al escucharlo—. Sin embargo, Paul tiene razón ya estamos metidos en esto y salir corriendo no nos ayudará en nada al contrario. Además yo también quiero ir —confiesa por último y no puedo evitar girar a verlo sorprendido. El camino a casa y la primera media hora después de llegar se la pasó reprochándome lo que hice y lo mucho que se arrepentía de habernos traído, así que el hecho de que confesara ahora que quiere ir al bosque me deja asombrado—. Pero es tan arriesgando...

—Pero quieres ir —arremeto interrumpiéndolo antes de que empiece con su negatividad.

—Así es... —murmura—. ¿Recuerdas que te dije que había visto a Leagh antes en ese bosque? —Indaga y asiento—. Cuando la vi en ese momento pensé que era un fantasma por su aspecto y salí corriendo, pero ahora estoy seguro de que no lo fue —menciona y frunzo el ceño confundido.

— ¿Por qué lo dices? —curioseo.

—Según lo que dijo Brad, ella desapareció el 18 de noviembre y ese día estábamos nosotros aquí por los nueve días de la muerte de la mamá de Joseph —recuerda y asiento—. Pues ese día en la noche me adentre al bosque, no me acuerdo por o para qué pero lo hice y me perdí. Mientras caminaba buscando la salida me encontré con ella, estaba toda sucia, cubierta de lodo y sangre, con ropa desgastada y claramente herida. Así como la describiste —manifiesta y lo observo con atención—. Recuerdo que me gritó que la ayuda pero pensé que era un fantasma y salí corrido como un cobarde —confiesa cabizbajo al momento de sentarse a un lado de la cama—. Quizás si la hubiera ayudado en ese momento...

—No, eso sí que no. No te culpes que tú no sabías nada, demás quizás si no hubieses huido estarías desaparecido y posiblemente muerto como ella —manifiesta Erick interrumpiéndolo.

—Lo más probable es que tú fuiste la única persona además de sus amigos que la vio ese día —señala Michael.

Durante unos minutos estuvimos en silencio observándonos mutuamente hasta que Paul suspira.

—Entonces ¿vamos a ir o no? —se anima a preguntar rompiendo el silencio que nos rodeaba.

— ¿Y si aparece el sheriff y nos vuela la cabeza de tres tiros? —inquiere Erick.

—Yo tengo... Bueno traje... —inicia Michael, pero no termina las oraciones por lo que lo observamos con el ceño fruncido. De repente Mike se pone de pie y avanza hacia el armario de dónde saca su maleta y la coloca en la cama, para luego abrirla y empezar a buscar algo en ella, al cabo de unos segundos este saca un arma—. Antes de que digan o piensen cualquier cosa, es mía me la obsequio mi tío, tiendo a no usarla o salir con ella porque pienso que el cargarla encima solo me puede abrir puertas para caer en problemas que no busco, sin embargo supuse que la necesitaríamos —se apresura a explicar al ver nuestros rostros de sorpresa.

— ¡Vaya!, tiene a el mejor tío del mundo —exclama Erick al momento de quitársela—. Mi papá nunca ha querido que me relacione o aprenda a usar una, ni siquiera me ha dejado tomar nunca la suya —comenta, mientras observa con fascinación el arma. El papá de Erick es jefe de seguridad de una de las familias más importantes de nuestro país.

—Ten cuidado —advierte Michael al verlo apuntar con el arma hacia una de las paredes.

—Vaya regalo —comenta Paul.

— ¿Por qué tú tío te regala un arma? —pregunta mi hermano ofuscado.

—Peleo de forma clandestina Samuel, llegan momentos que hay que estar armado por cualquier cosa, más de una vez me han acorralado después de una pelea —explica—. Sin embargo como dije tiendo a no llevarla encima a menos que sepa que la necesitaré, prefiero tener mi puñal —confiesa con normalidad.

— ¿Tienes a un puñal? —Curiosea Paul con fascinación mientras sonríe incrédulo.

—Sí en el pie derecho y una navaja en el bolsillo... —contesta sin más, pero al ver nuestras expresiones de asombro se calla y niega—. ¡Qué les importa! Lo importante es que podremos defendernos —manifiesta colérico.

— ¿Y qué tienes en mente? ¿Qué empecemos un tiroteo en el bosque en caso de que aparezcan? —inquiere mi hermano.

—No, no la vamos a usar o al menos esperemos no tener que hacerlo, es solo por si acaso —establece.

—Bueno, pues ya. Está decidido. Iremos, porque yo no pienso perder mi fin de semana en nada —afirma Erick al momento de pasarle el arma a Mike.

—Perfecto. Iremos esta noche —propongo.

— ¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?! No, por supuesto que no. ¿Estás loco Sebastián o piensas que estamos en una película? —chilla Erick al escucharme—. Una cosa es que hayamos decido ir, y otra cosa es que nos vayamos a meter en un bosque de noche que no conocemos a busca una supuesta tumba ¡¿Estás loco?! —Exclama mientras niega—. Escucha lo que vamos hacer —anuncia señalándome con el dedo índice y asiento mientras lo observo con mi ceja izquierda arqueada—. Ya van a ser las nueve de la noche —comenta al momento de ver la hora en su reloj de mano—. Según investigué, en este pueblo hay un antro increíble el cual no está muy lejos de aquí, así que, iremos a ese lugar beberemos un poco, nos relajaremos y al pasaremos increíble y ya mañana nos vamos temprano en la mañana y buscamos a la chica si quieres —establece.

—Me parece buena idea —comenta Michael.

—A mí también —Dicen mi hermano y Paul.

Finalmente a los chicos les gusto la propuesta de Erick por lo que le hicieron caso, sin embargo yo y Joseph preferimos quedarnos en casa. La verdad no tenía ánimos para eso y Joseph por su lado ha estado distante y algo raro desde que nos fuimos de la casa de Elliot. No ha hablado mucho, ni siquiera con su abuela, lo que es anómalo.

Luego de que termináramos aquella plática todos nos cambiamos, y mientras yo solo me puse una franela y una bermuda, mi hermano, Paul y Erick se arreglaron y perfumaron para ir al antro. Sin embargo antes de irse fueron obligados por la señora Jaime a cenar.

Son aproximadamente las diez de la noche y me encuentro en la cocina terminado de lavar los platos, ya que me ofrecí hacerlo, para que la señora Jaime la cual tenía un pequeño dolor de cabeza se fuera a dormir.

Estoy dándole lo últimos retoques al fregadero cuando de repente siento como si alguien me estuviera observando por lo que elevo la mirada, y logro ver a través de la ventana que se encuentra frente al fregadero la cual da a la calle, a un hombre al otro lado de la cera mirándome fijamente. Entrecierro los ojos tratando de visualizar mejor quien es pero la oscuridad de la noche y la poca iluminación de la calle me impide reconocer a aquel hombre, no fue hasta que de repente pasa un coche y con las luces del mismo puedo ver de quien se trata, el auto paso rápido, sin embargo iluminó lo suficiente para dejarlo al descubierto. No puedo evitar fruncir el ceño al percatarme de que se trata.

—Guztaph... —susurro extrañado. De repente logro ver con el rabillo del ojo la sombra de alguien con la mano levantada mientras sostiene algo que aproximándose hacia mí, instintivamente giro y lo agarro deteniéndolo.

Al percatarme de que sucede mi expresión cambia a confusión. Joseph me intentaba apuñalar con un cuchillo el cual ágilmente logré detener, sin embargo al no saber al inicio qué era lo terminé deteniendo con mi mano por lo afilado, y al Joseph continuar ejerciendo presión intentado apuñalarme sólo logro sentir como corta mi piel, la sangre no tardo en empezará a escurrirse por mi mano y el cuchillo.

Como puedo, logro finalmente arrebatarle el cuchillo y empujarlo lejos de mí. Al hacerlo éste choca con la isleta que se encuentra en el centro de la cocina y en ese momento veo como su expresión cambia de inexpresiva a aterrorizada.

—Perdóname..., Sebastián. Perdóname, yo... —se disculpa tartamudeando, para luego alejarse aún más.

— ¡¿Qué diablos te pasa?! —le grito exaltado aunque más que nada confundido.

—Y-yo... Ése..., ése no era yo. Perdóname, yo no quise... Perdón —se disculpa nervioso mientras niega. Joseph se ve igual o quizás más confundido que yo.

No le contesto solo suelto en cuchillo en el fregadero, y abro la llave para entonces introducir mi mano y que de esta manera el agua quite toda la sangre que cubre la palma de mi mano y el cuchillo.

Me encuentro limpiando con mi otra mano la sangre que ha logrado escurrirse por mi brazo cuando de repente siento esa mirada otra vez, dirijo mi mirada hacia la ventana y ahí estaba. Guztaph parado en otra esquina la cual se encuentra débilmente iluminada viéndome con una expresión inexplicable así como con una sonrisa perversa.

— ¡MUERE! —su grito se escuchó tan fuerte y claro en mi cabeza que termino sobresaltado y cerrando los ojos unos segundos por la impresión y susto. Al abrirlos nuevamente me doy cuenta de que ya no está. Me asomo un poco por la ventana mirando para todos los lados mientras trato de encontrarlo pero ha desaparecido, sin embargo estoy seguro de que era su voz.

Mientras observo a través de la ventana llega un momento que mi vista pasa de mirar a fuera a ver el reflejo de en esta, lo que me permite a su vez reaccionar con rapidez al segundo ataque de Joseph.

Joseph quien ha tomado otro cuchillo intenta nuevamente apuñalarme, sin embargo logro esquivarlo por lo que se termina atravesando y rompiendo el vidrio de la ventana con el cuchillo. Por mi repentino movimiento termino tropezándome y cayendo al suelo, no obstante no tengo tiempo de enderezarme ya que Joseph se abalanza contra a mí colocándose encima y vista la situación no tengo otra opción que volver agarrar el cuchillo con mi mano ya herida por lo que un gruñido de dolor se escapa de mis labios.

—Joseph por favor para —ruego tratando de alejar su mano y cuchillo de mí, sin embargo por las heridas me es cada vez más difícil desviar sus manos de mi cuello a el cual se estaban aproximando—. ¡Joseph! —gruño exhausto en el momento que el cuchillo roza mi cuello.

De repente éste parece escucharme y suelta el cuchillo el cual queda en mis manos, para luego quitárseme de encima. Un suspiro de alivio se escapa de mis labios, no obstante, no pierdo tiempo y me incorporo sintiendo un dolor en mi espalda y codo derecho por la caída y en mis manos por las heridas con el cuchillo. Mi respiración está agitada, siento como si mi corazón estuviera a punto de salir por mi boca.

— ¿Qué te sucede? —es lo único que pronuncian mis labios luego de unos minutos, aún estoy tratando de calmarme. Joseph me observa para luego ver sus manos las cuales estaban cubiertas con mi sangre. Parecía confuso, asustado y nervioso. Doy unos pasos hacia él pero retrocede.

—Aléjate de mí Sebastián —pide con una voz extremadamente profunda la cual se escuchó más como un gruñido, para luego simplemente salir corriendo de la cocina y subir las escaleras.

Durante unos minutos no fui capaz de hacer nada, permanecí de pie con mi mente hecha un lío, mientras trataba de asimilar y poder dar una explicación a lo sucedido, pero no encuentro nada lógico. Aún atolondrado llevó el cuchillo el cual aún tengo en las manos y lo enjuago en el fregadero al igual que el otro para luego colocarlos donde van.

Lavo y limpio mis manos, sin embargo por más que trato la sangre sigue apareciendo y cubriendo mis palmas, así que me quito la franela que tengo puesta, la rompo en dos partes y como puedo vendo mis manos con estas.

Una vez hecho esto recojo y boto los vidrios de la ventana que se encuentran en el suelo, para luego con un papel de cocina limpiar toda la sangre que se encuentra en el piso, me arden las manos, sin embargo luego de unos minutos finalmente dejo la cocina limpia. Aunque no me queda de otra que dejar la ventana así, ya veré que le diré a Jaime.

Salgo de la cocina y subo a la segunda planta, nervioso abro la puerta del dormitorio, pero me quedo pasmado ante lo que ven mis ojos.

Joseph se encuentra en el piso gritando y retorciéndose mientras sostiene con sus manos su cabeza. Sin pensarlo me adentro a la habitación y corro hacia él.

— ¿Qué te pasó? ¿Qué te duele? —indago preocupado al momento de arrodillarme a su lado.

— ¡Sácalo de mi cabeza Sebastián, por favor sácalo! —me ruega entre lágrimas y quejidos, puedo ver como su nariz empieza a sangrar. Nervioso no sé qué hacer.


— ¿A quién? ¿Qué hago? —pregunto angustiado. Joseph no me contesta solo continúa sosteniendo su cabeza mientras se retuerce de dolor. Como puedo lo levanto y lo coloco en la cama, para luego tomar mi celular del escritorio y volver a acercarme sentándome a su lado.

—No lo hagas —ruega entre quejidos al tomar mi brazo, en el momento que me dispongo llamar a una ambulancia.

— ¿Cómo no lo voy hacer? Mira como estás —chillo atosigado.

—Por favor... —súplica.

De repente cuando parece que finalmente empieza a calmarse, Joseph se sienta en la cama y empieza a torcer desenfrenadamente hasta que comienza a vomitar una especie de coágulo de color negro. No puedo evitar arrugar el entrecejo al verlo expulsar eso.

Luego de unos segundos finalmente se detiene y suelta un suspiro.

Pasan largos minutos hasta que fijamente Joseph se poner de pie y sale de la habitación por un momento, para luego volver y limpiar lo que había vomitado. Lo observo en silencio mientras trato de entender qué sucede.

Una vez Joseph termina, sale nuevamente de la habitación para luego volver con un botiquín y sentarse a mi lado, y sin siquiera preguntar toma mis manos y las despoja de aquel vendaje improvisado que había creado y las empieza a auxiliar. Mis manos finalmente han dejado de sangrar y a decir verdad por el corte que tienen me sorprende el hecho de no necesitar puntos. Me encontraba tan anonadado por la situación que las palabras no salían de mi boca. Cuando Joseph termina de vendarme guarda el botiquín.

Tuvo que pasar alrededor de una hora para que finalmente me sintiera capaz de hablar. Joseph se había duchado y cambiado. En estos momentos acaba de entrar a la habitación.

— ¿No piensas decir, explicar o al menos justificarte con algo? —indago afligido, finalmente luego de unos minutos.

—Es difícil de explicar y entender, además no vas a creerme —establece y entrecierro los ojos al escucharlo.

—Pues trata, porque merezco una explicación y créeme que en estos momentos de mi vida creo en todo —manifiesto. Joseph asiente para luego sentarse en la otra cama.

—Me siento extraño desde esta mañana, no sé por qué pero me siento pesado, como si estuviera cargando a alguien sobre mis hombros —inicia.

—Mi hermano me dijo que ayer lo estuviste llamando todo la tarde y noche preguntado por mí, según me dijo parecías preocupado, sin embargo, tú no me has mencionado nada al respecto —le comento al acordarme.

—Porque no me acuerdo, la verdad no recuerdo nada del día de ayer —confiesa sin más.

—Vale, pero ¿por qué trataste de matarme? —inquiero.

—Sé que te sonará loco, pero alguien se está metiendo en mi cabeza y está controlando mi cuerpo a su antojo —insinúa y no puedo evitar fruncir el ceño confundido—. Yo nunca te heriría y lo sabes —finaliza al mismo tiempo que se gira para verme.

—Bueno ya no estoy tan seguro —murmuro.

—Te lo juro Sebastián ese no era yo —insiste—. Por un momento estoy bien pero de repente escucho la voz ese hombre en mi cabeza y pierdo todo el control de mi cuerpo, no puedo hacer nada, pero soy consciente de todo —explica—, mientras te atacaba luchaba por recuperar el poder de mi cuerpo, pero fue difícil —confiesa, y lo único que puedo hacer es observarlo con atención—. Su voz aparece de repente y me veo obligado a hacer y decir lo que quiere —expone mirándome fijamente—. ¿Me crees? —pregunta por último luego de unos segundos de silencio. Joseph se nota angustiado por mi respuesta, sin embargo y a pesar de lo descabellado que se escucha sí le creo.

—Sí, a decir verdad han estado sucediendo tantas cosas que te creo —manifiesto, y puedo ver que éste parece sentirse aliviado—. A este paso terminaremos ambos perdiendo la razón —comento riendo para tratar de aliviar un poco las cosas, sin embargo Joseph no sonríe. Esta serio y pensativo —. ¿Reconoces su voz? —curioseo neutro luego de unos minutos.

—Sí, es la misma de aquel hombre que te conté —revela.

— ¿Guztaph...? —pronuncio y él asiente.

—Supongo —murmura encogiéndose de hombros, para luego acostarse en la cama mientras mira fijamente el techo de la habitación.

A decir verdad nuestros ánimos están por el suelo. A pesar de que estuvimos unos minutos hablando de lo sucedido. Tanto Joseph como yo, nos sentíamos raros e incómodos y no es para menos. Al cabo de un rato se quedó dormido. En estos momentos me encuentro perdido en mis pensamientos mirando el techo de la habitación cuando de repente la voz de los chicos se hace presente y en un abrir y cerrar de ojos Erick, Paul y Samuel habían entrado a la habitación. Todos venían discutiendo y quejándose.

— ¿Qué pasó?, ¿por qué regresaron tan temprano? —indago sorprendido al verlos al momento de sentarme en la cama. Aún faltaban diez minutos para las doce, lo cual es extremadamente temprano para ellos, conociéndolos.

—Digamos que las cosas no surgieron como pensábamos —comenta Michael.

—No, Mike díselo bien —inicia Erick el cual está claramente molesto—. No pudimos disfrutar el ambiente, la música, ni la bebida. Y tenías que ver lo bueno que está ese antro Sebastián y todas las chicas bellas que había —chilla con melancolía.

—Pero, ¿por qué?

—Pues resulta que dos increíbles guardaespaldas, nos escoltaron desde que salimos hasta que llegamos. No nos dejaron disfrutar la noche —revela con fastidio.

—No me digas que...

—Pues si te digo, el profesor y el sheriff nos siguieron desde que salimos de la casa, y fueron tan cínicos que hasta se acercaron a tratar de hablarnos, como si nosotros quisiésemos tener una conversación con ellos —cuenta Erick mientras hace una cara de desagrado.

—Fue tan incómodo y molesto, y a pesar de que tratamos de ignorarlos, nos hostigaron hasta en el baño, por lo que no nos quedó de otra que volver, porque si no quien sabe —manifiesta Paul.

—Paul tiene razón, esos hombres no nos dejarán ir así. Y la verdad es que transmiten una sus suspicacia descomunal —comenta mi hermano mientras se quita los zapatos.

—En especial este sheriff. Ese hombre da una mala espina, que si la mala vibra que carga encima se pudiese cortar, sería del mismo grosor de mi pene —comenta Erick y a pesar de que lo dice con tono serio lo alocada de sus palabras y su atrevido y a la vez desconcertado ejemplo termina causando que todos soltemos una carcajada—. Lo digo en serio —chilla.

Luego de unos minutos en los cuales Erick se la pasó quejándose de cómo perdió la noche finalmente nos fuimos a dormir. Mike, Paul y Erick se fueron a su habitación.

Mi hermano se quedó dormido en cuestión de minutos, sin embargo me fue difícil conciliar el sueño, luego de la actitud y de todo lo que Joseph me dijo la inseguridad de que podría despertarse y atascarme de nuevo me dificulto dormirme, sin embargo estaba agotado por lo que luego de una hora finalmente me quedé dormido.

A pesar de lo complicado que fue conciliar el sueño, a decir verdad dormí genial. Me siento más descansado y emocionado.

Como acordamos nos despertamos temprano para ir al bosque, al despertar nos arreglamos y bajamos a desayunar. La señora Jaime preguntó por la ventana y no tuve de otra que inventarle una mentira.

Le dije que la rompí sin querer al intentar matar una cucaracha y que las heridas de mis manos fueron causadas por el golpe y porque me corte mientras limpiaba el desorden, a pesar de lo loco que se escuchó cuando se lo conté ella me creyó y me dijo que no me preocupara, sin embargo mi hermano no pareció convencerle del todo ya que durante el desayuno estuvo insistiendo en que el mostrara las heridas, pero obviamente me negué.

Luego de desayunar nos fuimos directo al bosque. Al final Joseph decidió no acompañarnos, dijo que se sentía mal, pero estoy seguro de que fue una excusa, sin embargo luego de lo sucedido anoche, creo que al igual que yo pensó que sería lo mejor.

Al estacionar a la entrada del bosque, sacamos del baúl las tres palas que habíamos traído y nos adentramos a él.

Mientras avanzábamos me encontraba totalmente fascinado era exactamente como en mis sueños y quizás aún mejor, ya que la sensación de angustia y miedo que sentía en mis sueños es casi inexistente aquí. A decir verdad el silencio y lo que se siente en este lugar es bastante agradable y relajador. Aunque también puede ser porque es de día.


Mientras avanzábamos me encontraba totalmente fascinado era exactamente como en mis sueños y quizás aún mejor, ya que la sensación de angustia y miedo que sentía en mis sueños es casi inexistente aquí. A decir verdad el silencio y lo que se siente en este lugar es bastante agradable y relajador. Aunque también puede ser porque es de día.

— ¿Estás seguro que estamos en el camino correcto? —pregunta Erick claramente exhausto. Llevamos alrededor de casi una hora caminando.

—Por supuesto que no, es la primera vez que vengo —le recuerdo con obviedad.

—Sabes tienes suerte, porque ni siquiera voy a discutir contigo, estoy demasiado cansado para hacerlo —gruñe señalándome.

—Tomemos un descanso —propongo para luego empezar a examinar los árboles.

—Me parece genial, yo voy a orinar en este árbol, no se me acerquen —advierte Erick luego de unos minutos, sin embargo logro ver lo que busco por lo que en el momento que se dispone a desabrocharse el pantalón lo detengo.

—Es éste—anuncio lo que provoca a su vez que Erick de un salto alejándose de aquel árbol.

— ¿Qué quieres decir? —chilla mientras mira el suelo.

Las marcas que vi tallar en mi sueño ya eran apenas visibles, sin embargo no tenía dudas de que era ese—Aquí es donde está —repito observándolo con atención.

— ¿Estás seguro? —cuestiona Samuel y asiento mientras le señalo el lugar preciso—. Pues vamos. A lo que vinimos —anima mi hermano al momento de empezar a cavar, Michael y Paul lo ayudan.


Los chicos cavaron sin parar a hasta que alcanzaron una profundidad bastante similar a la que vi, sin embargo exhaustos se detienen y salen del hoyo por lo que entro yo. Erick se rehusó con firmeza a cavar. Por lo que no me queda de otra que continuar yo solo.

Sigo cavando hasta que de repente observo algo asomarse, suelto la pala y empiezo a barrer la tierra con mis manos. Al ver de qué se trata no puedo evitar cubrir mi boca.


Cierro los ojos unos segundos y suelto una inhalación, para luego continuar quitando la tierra y poder ver mejor, en el momento que me dispongo a tomar y sacar lo que se asoma de repente siento algo frío tocar mi nuca, y en tan sólo segundos sé de qué se trata, por lo que elevo las manos instintivamente y me enderezo.

— ¿Qué cree que está haciendo? —pregunta Michael alterado al percatarse de su presencia para luego sacar su arma y apuntarle.

Sus pasos y acercamiento fueron tan inaudibles que ninguno de nosotros pudo notar su presencia hasta ahora, por lo que la sorpresa y confusión de todos era más que evidente.

— ¿Qué cree que hace? —indaga esta vez mi hermano, su nerviosismo era evidente en su voz.

—Ponte de pie —me ordena Elliot, reconozco su voz. Aún con mis manos elevadas hago lo que me dice, sin embargo en el momento que voy a salir del agujero niega—. No Sebastián, quédate donde estás —manda con voz arisca y hasta algo burlona.

No puedo verlo ya que me está apuntando desde atrás, no obstante puedo ver a los lados y al frente. Michael quien se encuentra parado frente a mi a un lado del árbol no deja de apuntarle con el arma y mi hermano que se encuentra a su lado no suelta la pala la cual aún tiene en mano.

Logro visualizar a Erick y Paul ambos con las manos levantadas, confundido frunzo el ceño. Hasta que súbitamente estos empiezan a acercarse a nosotros y entonces finalmente logro ver el por qué de sus acciones. Brad se encontraba apuntándolos con una escopeta al mismo tiempo de que le hacía señales de que continuaran avanzando hacia nosotros, al verlo no puedo evitar maldecir dentro de mí.




©~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~®


Si la historia les gusta no olviden dejarme una estrellita 🌟 o un comentario 💬 aunque no lo crean eso me ayuda mucho.

💚Capítulo dedicó a -HoneyBees. Gracias por editarme el capítulo linda. Ya saben cualquier error es su culpa. 😉😅😗





💚Gracias por leer💚

Continue Reading

You'll Also Like

78.7K 3.5K 53
[T E R M I N A D A] E N E D I C I Ó N Tn Denbrough, nueva en Derry y con un gran sentimiento de culpa por haber sobrevivido al accidente que se llev...
18.3K 2.4K 37
A veces pensamos que nuestra misera existencia es destrucción, y probablemente sea cierto. Te quedas y dañas. Te vas y hieres. Pero, ¿Qué pasaría si...
213K 10.2K 59
_Me tome el septimo vaso por ti. _Gracias por beberte mis problemas. _Cuando quieras, bebé. ¿Tu mejor amigo se ha embriagado alguna vez? PD: la histo...
114K 10.3K 30
¿Qué estarías dispuesta a dar a cambio de cumplir tus deseos? Puedes vender tu alma; él estaría dispuesto a recibirla. Primer libro de la saga Desde...