Vitalidad » ls

By _louisyharry

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Louis Tomlinson siempre ha querido ver un vampiro. Los vampiros no quieren que nadie los encuentre. Por culpa... More

I
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV (Final)
Epílogo
Todo aquel resplandor

II

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By _louisyharry

Resulta que Louis era una persona muy curiosa. Tanto que en ese momento se encontraba bajo el manto nocturno entre la niebla, caminando solo por el bosque rumbo a la casona abandonada al noreste del pueblo. El crujido de las ramas bajo sus pies no hacía más que darle escalofríos que lo recorrían desde la cabeza hasta la punta de los pies. Se escuchaban sonidos extraños a lo lejos, búhos o tal vez murciélagos en los árboles. El bosque era espeso y Louis jamás se había adentrado en él en medio de la noche.

La luz de la luna apenas alcanzaba para no estar completamente a ciegas, y por eso traía una linterna con él. Linterna que ahora parpadeaba, su luz cada vez más débil.

Oscuridad.

Louis maldijo con todas sus fuerzas, mirando atrás con la esperanza de no haber avanzado tanto en realidad, pero solo se veía la densidad de los árboles y la tierra y el silencio. El ensordecedor silencio.

Sus manos temblaban cuando decidió continuar. No sabía con exactitud cuánto faltaba para llegar, pero había caminado un buen rato ya. El viento sopló con más intensidad, silbando casi, como si fuera a propósito. Louis podía oler el peligro. Se sobresaltó cuando sintió pasos detrás de él. Quizá era paranoia, y se quiso convencer de ello, pero los pasos no cesaban.

—Tú. —El vampiro del acantilado se apareció justo en frente a sus ojos. Louis podría jurar que su corazón se detuvo por un segundo.

—¿Por qué haces eso? —gritó escandalizado, agarrándose el pecho con las dos manos. El vampiro lo miró como un cachorro mojado, probablemente sintiéndose mal por asustarlo.

—Lo siento —susurró con su voz grave, posando su mano helada encima de las manos de Louis, transmitiendo algo, Louis no sabía bien qué, que lo tranquilizó.

—L-lo sientes —Hizo contacto visual unos segundos que parecieron una eternidad —, claro...

—Zayn. —Se presentó el vampiro.

Zayn no era nombre de vampiro, pero Louis estaba más ocupado pensando en aquella sensación extraña que se había alojado en su pecho; tal vez, el susto. Las manos pálidas y frías de Zayn habían vuelto a caer a ambos lados de su cuerpo, y ahora el vampiro lo miraba con curiosidad: —¿Qué haces en mitad del bosque?

—Buscándote —admitió un poco avergonzado —, ¿Cuántos vampiros hay en realidad?

—No puedo decirte —Zayn comenzó a caminar y Louis intentó seguir sus pasos —, es muy riesgoso que alguien sepa de nosotros, y por mi culpa tú lo haces.

—¿Por tu culpa?

—Lamentablemente mi olfato no sirve —contestó, rodando los ojos mientras tomaba un gran respiro—, y esa es la razón por la que te confundí en la fiesta. Intentábamos pasar desapercibidos, en realidad.

Louis quiso indagar de nuevo. Quería saber con ansias la cantidad de vampiros que ahora habitaban Woodville. De quedó callado, sin embargo, temiendo como el vampiro podría reaccionar.

—Debo acompañarte a casa —continuó el vampiro—, para asegurarme de que no me sigas.

Louis suspiró, negando con la cabeza. Después del susto, no iba a querer saber nada con los vampiros por un buen rato.

El vampiro —Zayn—, se dispuso a marchar por dónde Louis había venido. Tan rápido que apenas podía seguirle los pasos.

—¿Sabes qué? Lo siento. No puedo confiar. —Cambió de opinión. En un simple paso se colocó frente a Louis para impedir que siguiese corriendo.

—N-No diré nada —balbuceó el joven, petrificado.

El vampiro no hizo caso. Lo tomó del brazo y lo arrastró a la fuerza a través del bosque, justo por donde habían vuelto. Sus pisadas apresuradas y las súplicas de Louis era lo único que podía constatar aquel secuestro.

—Lo siento —repitió Zayn con la mandíbula apretada.

~

Llegaron en un abrir y cerrar de ojos a la casona abandonada. Le sorprendió la poca tardanza, ya que eran veinte minutos en coche hasta allí, por lo menos. Louis sintió el verdadero terror cuando Zayn se aproximó hacia la puerta y la abrió. El chirrido lo hizo temblar ligeramente, y luchó un poco con su brazo para no ser arrastrado dentro.

La casa era inmensa. Pasillos a la izquierda y a la derecha, puertas altas y una gran escalera en la entrada. Habían muebles pero estaban cubiertos con sábanas blancas y todo estaba sucio; lleno de polvillo y telarañas. Louis se atragantó.

—Camina. —El tono imperativo del vampiro provocó que sus pies comenzaran a moverse por inercia.

—Dejame ir... —pidió. Su voz era un hilo—. Mi mamá estará preocupada.

No veía nada, pero el rostro de Zayn seguía imperturbable. Louis se resignó cuando ni siquiera se molestó en responderle. Si tenía suerte, su muerte sería rápida e indolora. Si no tenía suerte, igualmente no podía hacer nada. Se maldijo a sí mismo por ser curioso, por necesitar saber más siempre. ¿Por qué no podía quedarse en casa, cuidando a sus hermanos, ayudando a su mamá? Por lo menos podría haberle avisado a sus amigos dónde estaría. Tal vez incluso lo habrían acompañado.

Zayn se adentró en un pasillo oscuro y estrecho. En el final se visualizaba una luz y Louis suspiró. Incluso el vampiro parecía nervioso ahora, cosa que lo inquietó bastante.

Oyó un rumor antes de que la puerta se abriera. Esta no hizo ni un ápice de ruido. Zayn lo dejó allí parado, y desapareció.

Las piernas le temblaron, pero estiró los brazos para empujar la puerta un poco más. Había una mesa en el medio de la gran habitación, con la cubertería perfectamente puesta, como esperando la cena. Un candelabro alumbraba todo por demás, casi cegador. No había nadie.

—¿Z-Zayn? —llamó.

—Zayn se fue —dijo una voz a su espalda, sobresaltándolo.

Se giró pero no había nadie allí. Sus dientes castañearon.

—Zayn se fue —repitió la voz—, pero tú no te puedes ir.

Louis lo sintió extremadamente cerca, con un dejo de un acento que no pudo reconocer. La voz le acarició el cuello y lo hizo respirar hondo, buscando no caer al suelo.

—Le dije q-que no diré nada. Lo juro.

—Eres un niño... ¿Qué hace un niño en medio del bosque a medianoche?

Louis frunció el ceño —No soy un niño.

El dueño de la voz apareció frente a él. Alto como la pared o esa fue la primera impresión que obtuvo. Ese hombre tenía que ser importante. Ojos verdosos con destellos dorados que tranquilamente Louis podría estar imaginado. La piel, del color del papel. Labios tan rojos que parecían pintados con la sangre de una princesa. Tan bello como aterrador.

—A mí no me puedes engañar, Louis. Yo lo veo todo —susurró entre dientes. Su voz de ultratumba contrastaba con su rostro, divertido—. Yo lo sé todo.

—No sé nada.

Louis pensó que quizás podría seguir excusánsose. Tal vez podría provocarle lástima y así lo dejarían ir.

—Sabes demasiado.

El vampiro extendió su mano para acariciarle la mandíbula. A Louis le recorrió la espalda un aire frío.

—¿Me van a matar?

El vampiro se puso serio y se volteó. Su saco voló con el giro y Louis aprovechó para dar un paso hacia atrás. Lo vio tomar una de las velas de la mesa, rompiendo la hermosa decoración. Se giró de nuevo hacia él y se quemó la piel de la mano con la llama amarillenta, danzante, que amenazó con apagarse por la cercanía. Louis se tambaleó, sintiéndose enfermo de repente.

—Por supuesto que no —Su piel no reaccionaba al fuego y eso lo atemorizó—, pero eres un humano y vives en este pueblo inmundo. La gente sospecha y pregunta, Louis. No podemos confiarte la respuesta.

Louis tragó.

—Eres tan pequeño... —El vampiro se relamió los labios, dando un paso más cerca de él—, ¿Qué edad tienes, Louis?

Louis se preguntó porqué pronunciaba su nombre de esa forma. Lo hacía sonar tan exquisito, tan elegante.

—Diecisiete.

—Tan joven... —Y, si Louis escuchó melancolía en su voz, ésta desapareció en ese mismo instante.

No supo qué hacer. El vampiro lo miró por minutos y él estaba estancado e inmovilizado contra la pared. Sus uñas casi podían rasgar el papel tapiz y sus labios estaban a dos mordidas más de comenzar a sangrar. Su respiración agitada se apaciguó luego de un rato, pero nada le pudo devolver el aliento. Los ojos lo examinaron desde arriba hasta abajo; recorrió sus piernas cortas y su cintura, su pecho, su mentón. Sus ojos y su nariz. Su boca.

Gruñó cuando la vela se terminó por deshacer.

—¿Por qué haces eso?

—Eres humano y hueles... bien. Me distraigo —comentó, mirando en dirección a la puerta.

—¿Cuántos hay? —alzó la voz cuando escuchó voces en el pasillo. Parecían pelear, aunque no estaba seguro.

—No te puedo decir, Louis.

Resopló. Todavía se sentía amenazado, pero no suficiente como para cerrar la boca.

—Quiero saber tu nombre. Tú sabes el mío.

—Harry —respondió simplemente.

La puerta se abrió con una estruendosa patada y Louis se encogió en su lugar.

—Jefe, ya rastreamos la zona.

El hombre tenía brazos anchos, descubiertos. Cabello corto y ojos color miel. Daba miedo y Louis no quiso mirarlo un segundo más. Su mirada se dirigió a la mano de Harry, quemada por el fuego pero sin un solo rasguño.

—¿Nada?

—No.

Sonrió de lado y sus dientes eran perfectos, al igual que el hoyuelo que se formó en su mejilla. Louis tembló.

—Llévate al niño, Liam. Lo quiero aquí mañana, a primera hora. Y Zayn no puede volver a salir. Es un peligro.

El fortachón asintió con la cabeza. Sus formas de mirar eran exactamente iguales, firmes y duras. Irradiaban poder, aunque los orbes esmeralda de Harry le provocaban querer abrazarse a sí mismo y hacerse una bola en el piso. Era, indiscutiblemente, el líder.

—Y cuídalo —añadió —, lo quiero entero. Tengo... planes para él.

Louis se desmayó.

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