Cuatro Momentos (Drummond #3)

Від Gaby_SWSD

70K 10.4K 827

Un mal inicio... Weston Drummond es el cuarto hijo de lord Wulfric Drummond, regente de Savoir, quien después... Більше

Nota introductoria
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Nota Final

Capítulo 2

2.1K 211 22
Від Gaby_SWSD

Wes caminaba lentamente por el sendero que llevaba a los jardines del Castillo Drummond. Era, sin duda alguna, uno de sus lugares favoritos de todo Savoir. Allí, podía leer en medio del silencio que reinaba, o podía cerrar los ojos e imaginar que todo era como debía ser. Sin ninguna pérdida dolorosa ni guerra alguna, sin la temida muerte que lo rondaba desde aquel fatídico día. No solo había perdido su salud, irremediablemente, sino que una niña, su adorada hermana, había fallecido.

Dejó el libro a un lado, se sentó y cerró los ojos. Tomó aire un par de veces, deseando que fuera diferente. No importaba lo mucho que apreciara seguir vivo, por contados que fueran los días, a veces era demasiado. Difícil. Frustrante. Tan endemoniadamente difícil.

–Ada –musitó, recordando a la pequeña de ojos claros. Azules, como el lago que frecuentaban cuando niños. La única de su familia que los tenía de ese color, por lo que era aún más especial. Su hermana menor.

–Vaya, vaya. ¿Planeaba escapar, milord?

–Jordane –suspiró, abriendo los ojos y clavándolos en la recién llegada–. ¿Te ha enviado Garrett? –inquirió, refiriéndose a su mejor amigo, quien resultaba ser también una especie de guardia personal, desde aquel día lleno de tragedia.

–No. He venido por mi cuenta –apoyó el arco a un lado y se sentó junto a él–. ¿Sucede algo?

–¿Eres entrometida, sabes?

–Eso no es nuevo. ¿Quiere contarme qué le molesta?

–No particularmente.

–Comprendo. Entonces tendré que ir por información al Castillo –se incorporó rápidamente–. Le pediré a Garrett que me lo diga todo.

–No –protestó, sabiendo que Garrett lo mataría si dejaba que ella fuera a interrogarlo en medio del entrenamiento de la guardia. Volvió a tomar aire–. Dame cinco minutos.

–¿A solas?

–Sí.

–¿Puedo vigilar?

–¿Puedo negarme?

–Estaré ahí –señaló detrás de un árbol–. Grite si necesita ayuda.

Wes esbozó una media sonrisa. Eso era muy típico de Jordane, intentar protegerlo. Y, ojalá no fuera una necesidad absolutamente real.

Protegerlo. Esa parecía ser la misión de todos en las tierras de los Drummond. Cuidar que el tiempo que le quedaba de vida fuera lo suficientemente bueno. Tranquilo. ¿Feliz?

Porque era una certeza que no se discutía. Un conocimiento que se esparcía en susurros, pero era bien sabido por todos. Él estaba destinado a morir joven.

–Nunca se recuperará del todo. Si vive, será por un par de años. Una década a lo sumo. Y no será una buena vida.

Recordaba cada palabra. Aquella sentencia del jefe de Consejo de Sabios que había atendido su enfermedad, ese padecimiento inexplicable cuyas consecuencias no habían podido predecir del todo. Porque, a pesar de lo dicho, él realmente había creído que no podía ser tan malo. Eran un niño, casi adolescente, apenas empezaba a vivir. ¿Cómo podría no recuperarse?

Pero había sido real. "No será una buena vida" resumía perfectamente lo que habían sido aquellos años. Y ahora... terminaría. Pronto.

Tan prematuramente como había predicho, seguramente no se había imaginado que estaría involucrado el pueblo de Nox. Aquel lugar oscuro, lejano y lleno de misterio. Era escalofriante, las personas evitaban hablar de él o nombrarlo en voz alta siquiera. Y, desde la guerra, incluso se evitaba el asociarse, aún en nombre, con la gente de Nox.

¿Y él? ¿Qué más sabía de Nox? Nada. ¿Quería cambiarlo? No particularmente. ¿Tenía elección? No.

Había recibido una orden del rey. Y, aunque sus hermanos probablemente estarían urdiendo alguna clase de plan para liberarlo, él pensaba ser firme sobre lo innecesario de aquello. Después de todo, ¿cuál era el objetivo?

Enemistarse con el rey no los ayudaría. Sus hermanos tenían familias en las que pensar. ¿Y él? Él no tenía mucho tiempo más. Si podía hacer algo por ellos, por una vez en la vida, salvarlos, lo haría. Sin dudar.

–¡Lord Weston! –una voz furiosa se elevó e hizo que abriera los ojos automáticamente. Cuando Garrett estaba furioso, no había manera de predecir su siguiente movimiento–. ¿Por qué se ha marchado sin avisarme?

–¿Debo hacerlo, Garrett? –Wes esbozó una media sonrisa cuando el joven capitán se sonrojó, avergonzado y aún furioso–. ¿Debo pedir permiso?

–No es eso lo que quise decir –gruñó por lo bajo.

–¿Ah no? Entonces, ¿qué es ...? –arqueó una ceja, tomó aire y se incorporó del todo, aunque no antes de que él se acercara para ayudarlo–. Estoy bien. No necesito...

–¿Por qué está solo aquí? No debería... –se silenció y miró a su alrededor–. Ah, está ella aquí, ¿cierto?

Por ella, se refería a Jordane, la persona que se había convertido en la sombra de Wes, aún más que su mejor amigo Garrett.

–¿Lo dudas?

–Dioses, esa niña hará que un día... –Garrett giró y silbó–. ¡Muéstrate pequeña curiosa!

–¡No soy ninguna pequeña! –se escuchó un grito de protesta entre los arbustos, antes de que la cabeza de ella se dejara ver–. Y si lo repites, será lo último que digas.

Él puso en blanco los ojos, se quedó quieto y en un rápido movimiento tomó su arco y colocó una flecha. Wes soltó el aire lentamente, acostumbrado a aquella pelea sin fin.

–Basta –pidió, inclinándose a tomar el libro que había llevado, en una vana esperanza de encontrar paz para leer. Elevó la mano, interponiéndola frente a los ojos de Garrett–. Déjala, ¿sí?

–Ella no debería...

–Ella jamás hace lo que debería.

–Lo sé y por eso precisamente debo darle una lección.

–¡No tienes por qué darme ninguna lección! –gritó Jordane, envalentonada desde un rincón diferente. Garrett siguió su voz y desvió la flecha un poco hacia la derecha–. ¿Vas a disparar o no?

–¡Claro que tengo por qué hacerlo! Soy tu hermano mayor –su flecha salió volando y se clavó en el tronco de un árbol cercano. La joven salió rápidamente, maldiciendo por el grito que involuntariamente había salido de su garganta–. ¿Ves? Necesitabas esa lección.

–¿Tendré un día de tranquilidad con ustedes siempre a mi alrededor? –Wes miró a los dos hermanos, tan parecidos con sus cabellos claros y sus ojos dorados. Sonrió–. ¿Me acompañan al salón? Debo hablar con mis hermanos sobre las noticias que han llegado de Regem.

Caminaron sumidos en silencio hasta llegar al lugar de reunión de sus hermanos mayores. Wes se alegraba de que Garret y Jordane estuvieran allí también, pues de aquella manera no tendría que repetir lo que sería dicho. Aunque, por supuesto, lo extraño hubiera sido que ese par no estuvieran a su lado.

Se deslizó en silencio en una silla cercana nada más entrar. Estaba agotado, lo que esperaba no fuera tan evidente. Agradeció la copa de un tibio brebaje que le entregó uno de los jóvenes de la servidumbre. Así era siempre, no importaba la hora en que llegara, una bebida caliente lo esperaba a su vuelta. Suspiró. Realmente odiaba tomar una bebida caliente en los meses cálidos.

–Weston –Heath, su hermano mayor, lo miró atentamente–. Me alegra que hayas decidido bajar.

–Yo... –Wes medio sonrió y asintió–. Por supuesto –sus hermanos daban por sentado que él vivía encerrado en sus habitaciones. O en la biblioteca. O en cualquier lugar que tuviera cuatro paredes... lo que era bastante cercano a la realidad–. He estado en los jardines –agregó, sin saber bien por qué.

–¿Ah sí? –él arqueó una ceja–. Eh... bueno, me parece bien.

–¿Están hablando de la misiva del rey? –inquirió Wes, mirando a sus otros dos hermanos presentes.

–Sí –Colin, el tercero de los hermanos en orden de nacimiento, clavó su mirada en él, como si evaluara el grado de temor que sentía. No encontraría nada, solo agotamiento–. ¿Estás bien?

–¿Necesitas descansar? –su otro hermano, Robin, se estaba acercando. Wes negó con firmeza.

–Estoy bien. Además, deben escuchar lo que tengo que decir –tomó un respiro e intentó organizar sus ideas. Necesitaba ser muy claro–. Sé lo que sucedió hace dos años. No, no deben negarlo más. Colin se sacrificó en mi lugar y no importa cuán bien salió aquello, eso hizo. Y quiero decir que no deben hacerlo más, ¿está bien? Acataré la orden del rey; y, aunque no me presente en la Corte de Regem por el peligro que supondría un viaje tan largo en sentido contrario a mi destino, iré directamente a Nox.

Un silencio absoluto recibió sus noticias. Weston elevó sus ojos y repasó a cada uno de sus hermanos. Se habían quedado muy sorprendidos. Pero ¿qué habían esperado? ¿Realmente creían que él se negaría y los sacrificaría a todos?

–Wes... –empezó Heath–. Deberías...

–No. He tomado mi decisión. Solo quería que lo supieran para evitar cualquier decisión precipitada por su parte.

–¿No te parece que la decisión precipitada podría ser la tuya? –señaló Colin.

–¿Oh? No lo creo –Wes se miró las manos. Luego elevó una de ellas e indicó hacia el enorme arcón de madera que estaba colocado en un rincón–. No existe un podría. Mi decisión, hermanos míos, está hecha.

–¡No! Tú no... –su hermano mayor empezó a buscar entre sus pertenencias la pequeña llave–. Es imposible.

–¿Qué? –Colin miró sin entender. Robin suspiró.

–¿No lo entiendes? Weston ha tomado la carta y ha enviado su aceptación –explicó.

–¿Qué? Pero eso no... –Colin entrecerró los ojos– por supuesto. ¿Tú eres quien enseñó a Ashton a abrir cerraduras, cierto?

–Cierto –Wes sonrió ante la mención de su hermano, el menor de los Drummond. Era el único que faltaba para completar la reunión familiar–. ¿Ashton vendrá?

–Está en camino –contestó su hermano mayor, aun rebuscando a su alrededor–. ¿Tomaste la llave?

–¡Uf, no! Demasiado difícil. ¿Crees que soy tan ágil como para arrebatarte algo? –Weston arqueó una ceja.

–¡Aquí está! –gritó, triunfante, a pesar de que sabía con certeza lo que encontraría. O, lo que no encontraría–. ¿Por qué lo hiciste, Wes? No era necesario. Nosotros podríamos...

–No, eso es lo que no era necesario, hermano –Wes se incorporó–. Estaré bien. De todos modos, lo sabemos. No durará. De una u otra manera, mi vida estuvo condenada desde el inicio. ¿Por qué no hacer lo mejor que se pueda con esto? Déjenlo estar.

Weston se encaminó hasta la entrada del salón. Sus guardias no habían dicho una palabra. Los miró, se detuvo y giró hacia sus hermanos una vez más.

–Estaré bien –repitió, no sabía si para convencerlos a ellos o a sí mismo–. No será mucho. Además, no es como si fuera un país extranjero. Nox.

Sus hermanos intercambiaron miradas preocupadas. Sí, comprendía la razón tan bien como ellos.

–Nox es peligroso –soltó Colin, frunciendo el ceño.

–¿Por qué? –Wes interrogó. Los tres hermanos lo miraron incrédulos–. ¿Qué? Lo estoy preguntando de verdad. ¿Por qué? ¿Acaso alguno de ustedes conoce Nox?

–No –fue la contundente respuesta.

–Entonces, ¿cuál es nuestra referencia para llegar a aquella conclusión? Especulaciones. Rumores.

–No todos son rumores, Weston. Se sublevaron contra el rey, ¿recuerdas? –apuntó Robin.

–Eso no está probado. Por lo que a mí concierne, se sublevaron contra el régimen, en apariencia, no contra el rey, quien salió bien librado de todo. Y, aun cuando lo hubieran hecho contra el rey, ¿pueden culparlos?

Nadie habló. No era necesario. En el castillo Drummond el regente no era un personaje muy popular.

–Haré lo mejor que pueda –prometió Wes–. Crean en mí y déjenme hacerlo solo, por esta vez, representar a los Drummond. Lo haré bien.

–Weston, no es que no confiemos en ti, ¿de acuerdo? –su hermano mayor suspiró, agotado por haber dado tantas vueltas a la situación sin hallar salida–; pero, lo que sí sabemos, es que el rey no puede tener buenas intenciones con esta unión.

–Por supuesto que no. Sin embargo, ¿tenemos alternativa? –Wes siguió hasta el umbral una vez más–. Una salida real, sin peligro para ustedes y sus familias, para ninguna persona de Savoir. ¿La hay?

Una vez más, nadie contestó. Excepto, por supuesto, Jordane.

–Así que usted será el único que se pondrá en peligro –la joven lo miró con furia. Weston sonrió–. ¿Es gracioso?

–Es inevitable, pequeña. Un sacrificio de nada –musitó y se encaminó hacia sus habitaciones, que quedaban en uno de los recodos del castillo.

Una vez dentro se dejó caer en la cama y cerró los ojos. Esperó cuatro minutos antes de entreabrirlos y musitar.

–Dilo.

Silencio. No hubo respuesta. Weston se resignó a hacer el esfuerzo de volver a incorporarse, pero no fue necesario.

–No tiene por qué hacerlo.

–Oh, pero claro que tengo que hacerlo –respondió a su amigo.

–No, no tiene. Usted quiere hacerlo.

–¿Querer? ¿No te parece que exageras, Garrett?

–No. Creo que está viendo esta orden como una oportunidad de hacer algo por Savoir. Aun cuando eso signifique sacrificarse.

–No tiene importancia.

–La tiene si significa que sus días los pasará en Nox.

–No serán demasiados.

–Milord...

–¿Qué te preocupa, Garrett? La verdad, si prefieres.

–¿Además de su seguridad y bienestar?

–Estaré bien.

–No, no lo estará. El viaje será arduo y ni siquiera sabemos si valdrá la pena. Nox es... solo no es Savoir.

–Eso lo sé. Pero he tomado mi decisión. No hay manera de volver atrás.

–¿No tiene ningún remordimiento al respecto?

–Ninguno. Espera, quizás uno. Lamentaré no verlos más –señaló hacia el joven capitán y también a la joven que se mantenía en un rincón alejado, en huraño silencio–. Si hay dos personas a las que extrañaré de Savoir, serán ustedes.

–Yo iré con usted –exclamó la joven. Weston arqueó una ceja, incrédulo.

–¿Qué?

–¿Pensaba que lo dejaría? Nunca.

–Al parecer –Garrett se giró hacia su hermana– él realmente lo pensaba. Que lo dejaríamos ir solo. ¿Qué te parece?

–Ha perdido la razón. ¿Cómo puede pensar algo así?

–¿Cierto? Es una deslealtad –él volvió la mirada hacia Wes–. ¿Lo ve? Es imposible que nos deje atrás. Iremos con usted.

–¿A Nox? ¿Están conscientes de que quizá no podamos volver a Savoir nunca más? ¿Qué tal vez ni siquiera logremos llegar a Nox?

–Sí –confirmaron al unísono–. Incluso quizá sea mejor que no lleguemos –añadió Garrett–. Nox no es un buen lugar y desposarse con una mujer de Nox –se removió incómodo–. Lo siento, Wes –añadió por lo bajo, mirando a su mejor amigo y prescindiendo de las formalidades por un momento. Lo hacía cuando estaba alterado.

–Está bien, Garrett. Pero, recuerda, ¿qué es lo que caracteriza a Savoir?

–El conocimiento. La sabiduría.

–Exacto. Eso significa que no podemos dejarnos llevar por especulaciones. El conocimiento se adquiere investigando.

–No creo que quiera investigar esas tierras en particular.

–¿No serás supersticioso, verdad Garrett?

–¡Wes! –protestó el capitán de la guardia, escandalizado ante la perspectiva. Wes reprimió una carcajada, entre divertida por su reacción e histérica por lo que implicaba. Si era sincero, no importaba lo mucho que proclamara el desconocimiento de todos sobre Nox para acallarlos, igual temía lo que vendría. Sería un idiota de no temer lo desconocido. ¿Quién no lo haría?


***


–Ha llegado esta misiva para usted, su Majestad. Está marcada como urgente –murmuró el secretario, esperando haber hecho lo correcto. El rey lo miró, incrédulo por la interrupción–. Son noticias de Savoir –añadió.

–Oh, excelente, excelente –el rey medio sonrió mientras ansiosamente abría la carta–. Hmmm, tal como lo esperaba –elevó sus ojos, brillantes hacia su sirviente de mayor confianza–. Ha aceptado.

–¿Majestad?

–Lord Weston Drummond está de camino a Nox –se reclinó en su asiento–. Eso es muy bueno.

–¿Lo es, majestad?

–Por supuesto. ¿Qué crees que puede suceder?

–¿Disculpe? No creo...

–Sobrevive a la travesía. O no. De cualquier modo, es un beneficio para mí.

–No lo entiendo, señor.

–Si llega a Nox, no tardarán en asesinarlo. Incluso puede que ni siquiera sea necesario que se esfuercen y él muera de causas naturales. Será sencillo. ¿Has visto a ese joven? Ya parece que estuviera muerto.

–Majestad, yo...

–Y –dirigió una mirada fría, que contenía un claro regaño por la interrupción. El sirviente guardó inmediato silencio– si muere en el camino, será también una oportunidad para fomentar el odio hacia Nox. ¿Lo ves? ¿Tú crees que en Savoir recordarán lo frágil que es ese muchacho? Oh no, lo único que tendrán presente es lo mucho que lo querían y de cuánta ayuda era. Y, por supuesto, como los traidores de Nox se lo arrebataron. Las tierras de los Drummond llorarán la pérdida en cualquiera de los dos casos y será tanto el dolor que olvidarán de inmediato que de todos modos no le quedaba mucho tiempo. La enemistad entre Nox y Savoir se perpetuará y será renovada. ¿No soy brillante?

–Por supuesto, su Majestad.

El rey soltó una risita por lo bajo, sabiendo lo mucho que le había costado reconocer aquello a su secretario. Pero eso era porque no tenía visión, aunque tampoco podía pedirle demasiado. Después de todo, aun cuando perteneciera a Regem, no era de su estirpe y por tanto no tenía las cualidades de líder que eran tan normales en aquellos nacidos en el Castillo Acmhainn.

Продовжити читання

Вам також сподобається

Apostando Por Tu Amor Від JAnia88

Історичні романи

803K 93.1K 45
Segunda historia de la Saga Londres de Cabeza. Advertencia: Para entender mejor está historia es recomendable leer la primera. Los Murgot son una fam...
142K 7.4K 40
Creditos a - @BeautifulPrincess-1 Por la Portada Nicole wuhs un chica de 19 Años profesora de ballet una de las mejores, su vida gira al rededor...
de farsa a amor en la realeza Від P E R L A

Підліткова література

5.4K 302 20
Muchos piensan que ser príncipe es como en las películas, pero la verdad es que nadie conoce su historia mas allá de lo que podemos ver; Mi vida era...
247K 31.8K 163
Transmigre... Era una asesina profesional pero me morí TT.TT... Pero ahora soy una madrastra villana con cinco bebés así que ni intentes tocarles un...